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Viernes, 26 de abril de 2024

Diferencia entre revisiones de «Monotelismo y Monotelitas»

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(Historia)
 
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'''Monotelismo''' (a veces escrito ''monoteletes'', de ''monotheletai'', pero la ''eta'' se translitera más naturalmente al [[Latín Eclesiástico |latín]] tardío como ''i'')  fue una [[herejía]] del siglo VII, condenada en el [[Tercer Concilio de Constantinopla |Sexto Concilio General]]. Fue esencialmente una modificación del [[monofisismo]], propagada dentro de [[la Iglesia]] [[católico |Católica]] para reconciliar a los monofisitas, con esperanzas de reunión. 
  
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==La Cuestión Teológica==
  
Monotelismo (a veces Monoteletas de monotheletai, pero eta se translitera más naturalmente al latín como i). Herejía del siglo séptimo, condenada en el sexto concilio general. Era esencialmente una modificación del monofisismo, propagado en la iglesia Católica para reconciliar a los monofisitas , con la esperanza de una vuelta a la unión.
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Los [[monofisismo |monofisitas]] eran habitualmente representados por sus oponentes [[católico]]s como negadores  de toda realidad de la [[naturaleza]] [[hombre |humana]] de [[Jesucristo |Cristo]] después de la unión.  Esta era quizás una [[deducción]] [[lógica]]  de su lenguaje, pero estaba muy lejos de ser la verdadera enseñanza de sus principales [[doctor]]es.    Pero al menos es [[verdad |cierto]] que hacían que la unidad de Cristo (en la que insistían contra los [[Nestorio y Nestorianismo |nestorianizantes]] reales y supuestos) implicara solo un principio de [[intención]] y [[voluntad]] y solamente una clase de actividad u operación  (''energeia'').   Les parecía que la [[personalidad]] se manifestaba en la voluntad y en la acción;  y pensaban que una sola personalidad debía suponer una sola voluntad y una sola categoría de acción.  La [[persona |Persona]] de Cristo, al ser divino-humana, debía por lo tanto constar de una voluntad divino-humana y una actividad divino-humana (vea [[eutiquianismo |EUTIQUIANISMO]], [[monofisismo |MONOFISISMO]]).
  
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===Las Dos Voluntades===
  
===LA CUESTIÓN TEOLÓGICA===
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En todo caso, la [[Doctrina Cristiana |doctrina]] [[católico |católica]] es simple en sus líneas principales. La facultad de la [[voluntad]] es una parte integral de la [[naturaleza]] [[hombre |humana]]; por consiguiente nuestro Señor tenía una voluntad humana, puesto que tomó una naturaleza humana perfecta.  Su voluntad divina, por otra parte, es numéricamente una con la del [[Dios |Padre]] y el [[Espíritu Santo]].  Por lo tanto, es [[necesidad |necesario]] reconocer dos voluntades en [[Jesucristo |Cristo]].
  
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Pero si la palabra ''voluntad'' se toma no como la facultad sino como la decisión tomada por la [[voluntad]] (la voluntad deseada, no la voluntad que desea) entonces es [[verdad]] que las dos voluntades siempre actuaron en armonía:  había dos voluntades dispuestas y dos actos, pero un objeto, una voluntad  querida; en la frase de [[San Máximo de Constantinopla |San Máximo]] había ''duo thelemata'' aunque ''mia gnome''.  La palabra ''voluntad'' se usa también para denotar no la decisión de la voluntad sino una mera veleidad o deseo, ''voluntas ut natura'' (''thelesis'') como opuesta a ''voluntas ut ratio'' (''boulesis'').  Estos son solo dos movimientos de la misma facultad; ambos existen en [[Jesucristo |Cristo]] sin imperfección alguna, y el movimiento natural de su voluntad humana está perfectamente sujeto a su movimiento racional o libre. 
  
Los monofisitas eran habitualmente representados por sus oponentes católicos como negadores  de toda humanidad en la naturaleza humana de Cristo después de la unión. Esto era una deducción lógica  de su lenguaje, pero estaba muy lejos de ser la verdadera enseñanza de sus principales doctores.
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Por último, al [[apetito]] sensitivo también a veces se le llama ''[[voluntad]]''.      Es una parte integral de la [[naturaleza]] [[hombre |humana]], y por lo tanto existe en la naturaleza humana perfecta de [[Jesucristo]], pero sin ninguna de las imperfecciones inducidas por el [[Pecado Original |pecado original]] o actual: Él no puede tener [[pasiones]] (en el sentido de la palabra que implica una rebelión contra la [[razón]]), ni [[concupiscencia]], ni “voluntad de la carne”.   Por lo tanto, esta “voluntad inferior” se ha de negar en Cristo, en la medida en que es llamada voluntad, porque se resiste a la voluntad racional (fue en este sentido que [[Papa Juan IV |Juan IV]] dijo que [[Papa Honorio I |Honorio]] había negado que Cristo tuviese una voluntad inferior); pero ha de admitirse en Él en la medida en que se llama voluntad, porque obedece a la voluntad racional y así es ''voluntas per participationem'': de hecho, en este sentido el [[apetito]] sensual es llamado voluntad más apropiadamente en Cristo que en nosotros pues ''quo perfectior est volens, eo magis sensualitas in eo de voluntate habet''.
Pero al menos es cierto que hacían que la unidad de Cristo (en la que insistían contra los nestorianizantes reales o supuestos) implicara solo un principio de intención y voluntad y solamente una clase de actividad u operación  (energeia). La personalidad les parecía que se manifestaba en la voluntad y en la acción  y pensaban que una sola personalidad debía suponer una sola voluntad y una sola categoría de acción. La Persona de cristo, siendo –divino-humana debe por consiguiente suponer una voluntad divino-humana y una actividad divino-.humana (ver EUTIQUIANISMO, MONOFISITAS Y MONOFISISMO).  
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A. Las dos voluntades.
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Pero el sentido estricto de la palabra ''voluntad'' (''voluntas, thelema'')  es siempre la voluntad racional, el [[Libre Albedrío |libre albedrío]].   Por ello es correcto decir que en [[Jesucristo |Cristo]] hay solo dos [[voluntad]]es: la divina, que es de naturaleza divina y la voluntad [[hombre |humana]] [[razón |racional]], que actúa siempre en armonía y en libre sujeción a la voluntad divina.  La negación por los [[herejía |herejes]] de más de una voluntad en Cristo implicaba necesariamente que su naturaleza humana fuese incompleta. Confundían la voluntad como [[Facultades del Alma |facultad]] con la decisión de la facultad.  Argüían que dos voluntades debían significar dos voluntades contrarias, lo que muestra que no podían concebir  dos facultades distintas que tuvieran el mismo objeto.  
  
La doctrina católica es simple en sus líneas principales. La facultad de la voluntad es una parte integral de la naturaleza humana: por consiguiente nuestro Señor tenía una voluntad humana, puesto que tomó una naturaleza humana perfecta. Su voluntad Divina por otra parte es numéricamente una con la del Padre y el Espíritu Santo. Es necesario, entonces, reconocer dos voluntades en Cristo.
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Más aún, vieron correctamente que la voluntad divina es el principio de gobierno esencial, ''to hegemonikon'', pero una voluntad humana libre actuando bajo su guía les parecía ociosa.  Pero esta omisión impide que los actos del [[Jesucristo |Señor]] sean libres, que sean [[Actos Humanos |actos humanos]], que sean [[mérito |meritorios]] y de hecho hace que su [[naturaleza]] [[hombre |humana]] no sea otra cosa que un instrumento irracional e irresponsable de la Divinidad —una máquina, de la que la Divinidad es la fuerza motriz.    Para Severo el [[conocimiento]] de Nuestro Señor era de forma similar de una clase —solo tenía conocimiento divino y no facultad cognitiva humana. Estas conclusiones acérrimas no fueron contempladas por los inventores del monotelismo y Sergio simplemente negó las dos voluntades para afirmar que no había repugnancia en la naturaleza humana de Cristo ante los impulsos de la divina y ciertamente no vio las consecuencias de sus desastrosas enseñanzas.
  
Pero si la palabra voluntad se toma no como la facultad sino como la decisión tomada por la voluntad, entonces es verdad que las dos voluntades siempre actuaron en armonía: había dos voluntades que querían y dos actos, pero un objeto, una voluntad  querida; en a frase de S. Máximo había duo thelemata aunque mia gnome.
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===Las Dos Operaciones===
  
La palabra voluntad se usa también para significar no la decisión de la voluntad sino una mera veleidad o deseo voluntas ut natura (thelesis) como opuesta a voluntas ut ratio (boulesis).  No son otra cosa que dos movimientos de la misma facultad, ambos existen en Cristo sin imperfección alguna, y el movimiento natural de Su voluntad humana está perfectamente sujeto a su movimiento racional o libre.  
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La operación o energía, actividad (''energeia, operatio'') es paralela a la [[voluntad]], en que solo hay una actividad de [[Dios]], ''ad extra'', común a las tres [[Santísima Trinidad |Personas]]; mientras que en [[Jesucristo |Cristo]] hay dos operaciones debido a sus dos [[naturaleza]]s.  Aquí no se emplea la palabra ''energeia'' en el sentido [[Aristóteles |aristotélico]] (''actus'', en oposición a ''potentia, dynamis''), pues esta sería prácticamente idéntica a ''esse'' ( ''existentia''), y es una pregunta abierta entre los [[Teología Dogmática |teólogos]] [[católico]]s si en Cristo hay una o dos ''esse''.    Ni ''energeia '' significa simplemente la ''action '' (según [[Gabriel Vásquez |Vázquez]] afirmó [[error |erróneamente]], seguido por [[Francisco de Lugo |Lugo]] y otros), sino la facultad de acción, incluido el acto de la [[Facultades del Alma |facultad]].    [[Dionisio Petavio |Petavio]] no tiene dificultad en refutar a Vázquez, al referirse a los escritores del siglo VII, pero él mismo habla de ''duo genera operationum '' como equivalente de ''duo operationes '', lo que introduce una desafortunada confusión entre ''energeia '' y ''praxeis'' o ''energemata'', es decir, entre la facultad de acción  y las múltiples acciones producidas por la facultad.  Esta confusión de términos es frecuente en los teólogos posteriores y ocurre en los antiguos, por ejemplo, [[San Sofronio]].  
  
Por fin al apetito sensitivo también se le denomina a veces voluntad. Es una parte integral de la naturaleza humana de Jesucristo, pero sin ninguna de las imperfecciones inducidas por el pecado original o actual: El no puede tener pasiones (en el sentido de la palabra que implica una rebelión contra la razón), ni concupiscencia, ni “voluntad de la carne”. Por consiguiente esta voluntad inferior se le ha de negar a Cristo, en cuanto es llamada voluntad, porque resiste a la voluntad racional (en este sentido Juan IV le dijo a Honorio que había negado a Cristo la voluntad inferior); pero ha de admitirse en El en cuanto se llama voluntad, porque obedece a la voluntad racional y así es voluntas per participationem: de hecho , en este sentido el apetito sensual es llamado voluntad menos apropiadamente en Cristo que en nosotros porque quo perfectior est volens, eo magis sensualitas in eo de voluntate habet.
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Las acciones de [[Dios]] son innumerables en la [[Creación]]  y en la [[Divina Providencia |Providencia]], pero su ''energeia '' es una, pues tiene una naturaleza de las [[Santísima Trinidad |Tres Personas]].    Las varias acciones del [[Hijo de Dios |Hijo]] [[la Encarnación |encarnado]] proceden de dos claras e inconfundibles ''energeiai '', porque Él tiene dos [[naturaleza]]s.  Todas son las acciones de un sujeto (agente o ''principium quod ''), pero son o divinas o humanas según la naturaleza (''principium quo '') que las produce. Por lo tanto, los [[monofisismo |monofisitas]] tenían razón al decir que todas las acciones, [[Actos Humanos |humanas]] y divinas, del Hijo encarnado deben ser referidas a un agente que es el Dios-[[hombre]]; pero estaban [[error |errados]] al inferir que en consecuencia sus acciones, tanto humanas como divinas, deben ser llamadas “teándricas” o “divino-humanas”, y deben proceder de una sola ''energeia '' divino-humana (N. del T: teándrico:  adjetivo que se refiere al estado de ser tanto divino como humano, especialmente respecto a Cristo).  [[San Sofronio]], y después de él [[San Máximo de Constantinopla |San Máximo]] y [[San Juan Damasceno]], mostraron que las dos ''energeia '' producen tres clases de acciones, puesto que las acciones son complejas, y algunas son por lo tanto mezclas de la humana y la divina:
  
Pero el sentido estricto de la palabra voluntad (votuntas, thelema) es siempre la voluntad racional, la voluntad libre. Por ello es correcto decir que en Cristo sólo hay dos voluntades: la divina, que es de naturaleza divina y la voluntad humana racional, que actúa siempre en armonía y en libre sujeción a la voluntad divina. La negación por lo herejes de más de una voluntad en Cristo tenía como consecuencia necesaria que Su naturaleza humana fuera incompleta. Confundían la voluntad como facultad con la decisión de la facultad. Argüían que dos voluntades debían querer decir voluntades contrarias, lo que muestra que no podían concebir dos facultades distintas que tuvieran el mismo objeto.
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(1)  Hay acciones divinas ejercidas por [[Hijo de Dios |Dios Hijo]] en común con el [[Dios |Padre]] y el [[Espíritu Santo]] (por ejemplo, la [[Creación]] de [[alma]]s o la conservación del [[universo]]) en las que su [[naturaleza]] [[hombre |humana]] no toma parte en absoluto, y estas no pueden ser llamadas divino-humanas, pues son puramente divinas.   Es [[verdad]] que es correcto decir que un niño gobernaba el universo (por la ''communicatio idiomatum''), pero esto es cosa de palabras, y es una predicación accidental, no formal.  —El que se hizo niño gobierna el universo como [[Dios]], no como niño y por una actividad que es totalmente divina, no divino-humana.  
  
Más aún, vieron correctamente que la voluntad divina es el último principio de gobierno, to hegemonikon, pero que una voluntad libre humana actuando bajo su guía, les parecía algo ocioso. Pero esta omisión impide que los actos del Señor sean libres, que sean actos humanos, que sean meritorios y de hecho hace que Su naturaleza humana no sea otra cosa que un instrumento irracional irresponsable de la divinidad, una máquina, de la que la divinidad es el motor.
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(2)  Hay otras acciones divinas que el Verbo Encarnado ejerció en y a través de su [[naturaleza]] [[hombre |humana]], como resucitar a los muertos con una palabra, curar a los enfermos a través del tacto.  Aquí la acción divina se distingue de las acciones humanas de tocar o hablar, a pesar de que las utiliza, pero a través de esa intima  conexión  la palabra “''teándrica''” no está fuera de lugar para todo el acto complejo, mientras que la acción divina según ejercida a través del humano puede ser llamada formalmente teándrica, o divino-humana.
Para Severo el conocimiento de Nuestro Señor era de forma similar, de una clase – Solo tenía conocimiento divino y no facultad cognitiva humana. Estas conclusiones meticulosas no fueron contempladas pro los inventores del Monotelismo y Sergio simplemente negó dos voluntades para afirmar que no había repugnancia en la naturaleza humana de Cristo ante los impulsos de la divina y ciertamente no vio las consecuencias de sus desastrosas enseñanzas.
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BLas dos operaciones.
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(3)  Es más,  hay acciones puramente humanas de [[Jesucristo |Cristo]], tales como caminar o comer, pero estas se deben al [[Libre Albedrío |libre albedrío]] humano, actuando en respuesta a una moción de la [[voluntad]] divina.   Estas son producidas por la ''potentia'' humana, pero bajo la dirección de la divina. Por consiguiente son llamadas también teándricas, pero en un sentido diferente  –son materialmente teándricas, humano-divinas.  Hemos visto que la palabra “téandrica” no se puede aplicar en absoluto a algunas de las acciones de nuestro Señor; a algunas puede aplicarse en un sentido y a otras en diferentes sentidos.  El [[Concilios de Letrán |Concilio de Letrán]] de 649 [[anatema]]tizó la expresión ''una deivirilis operation, mia theandrike energeia '', por la cual se realizan todas las acciones divinas y humanas.    Es desafortunado que el respeto por los escritos de [[Dionisio el Pseudo-Areopagita]] ha impedido a los [[Teología Dogmática |teólogos]] proscribir totalmente la expresión ''deivirilis operatio ''. Se ha mostrado arriba que es correcto hablar de ''deiviriles actus '' o ''actiones '' o ''energemata ''.  La  ''kaine theandrike energeia'' de Pseudo-Dionisio fue defendida por [[San Sofronio |Sofronio]] y [[San Máximo de Constantinopla |Máximo]] como una referencia a la ''energeia '' divina cuando produce los actos mixtos (formalmente teándricos); así “teándrico” se convierte en un epíteto correcto de la operación divina bajo ciertas circunstancias, y eso es todo. 
  
Operación o energía , actividad (energeia, operatio), es paralela a la voluntad en que solo hay una actividad de Dios, ad extra, común a las Tres Personas, mientras que hay dos operaciones en Cristo, debido a sus dos naturalezas.
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Aunque los [[monofisismo |monofisitas]] hablaban en general de “una operación teándrica”, sin embargo un discurso de [[Papa San Martín I |San Martín]] en el [[Concilios de Letrán |C0ncilio de Letrán]]  nos dice que un tal Coluto  ni siquiera se atrevía a ir tan lejos, pues temía que “teándrico” dejase alguna operación a la  [[naturaleza]] [[hombre |humana]]; prefería la palabra ''thekoprepes, Deo decibilis '' ([[Gian Domenico Mansi |Mansi]], X, 982).    La negación de dos operaciones, aún más que la negación de dos [[voluntad]]es, hace a la naturaleza humana de [[Jesucristo |Cristo]] el instrumento inanimado de la voluntad divina. [[Santo Tomás de Aquino |Santo Tomás]] señala que aunque un instrumento participa en la acción del agente que lo usa, hasta un instrumento inanimado tiene una actividad propia; mucho más la naturaleza humana racional de Cristo tiene una operación propia bajo la más elevada moción  que recibe de la divinidad.  Pero por medio de esta elevada moción  las dos naturalezas actúan en concierto, según las famosas palabras de [[Papa San León I Magno |San León]] en el ''Tomus'': ”"Agit enim utraque forma cum alterius communione quod proprium est; Verbo scilicet operante quod Verbi est, et carne exsequente quod carnis est. Unum horum coruscat miraculis, aliud succumbit injuriis" (Ep. 28, 4).  Estas palabras fueron citadas por [[Ciro de Alejandría |Ciro]], Sergio, [[San Sofronio |Sofronio]], [[Papa Honorio I |Honorio]], [[San Máximo de Constantinopla |Máximo]], etc., y jugaron una parte importante en la controversia.
  
La palabra energeia no se emplea aquí en el sentido aristotélico (actus, en cuanto opuesto a potentia, dynamis), porque esto sería prácticamente e idéntico a esse (existentia), y es una cuestión abierta entre los teólogos católicos si en Cristo hay un esse o dos. Ni energeia significa que simplemente la action (como Vázquez seguido por Lugo y otros  defendieron erróneamente) sino al facultad de acción, incluido el acto de la facultad. Petavius no tiene dificultades en refutar a Vázquez, hacienda referencia a otros escritores del siglo diecisiete, pero él mismo habla de duo genera operationum como equivalente de duo operationes, lo que introduce una desafortunada confusión entre energeia y praxeis o energemata, que está entre la voluntad de acción y las múltiples acciones producidas por la facultad
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Esta intercomunicación de las dos operaciones se desprende de la doctrina [[católico |católica]] del ''perichoresis, circuminsessio'', de las dos [[naturaleza]]s inseparables y sin confusión, como leemos de nuevo en San León: "''Exprimit quidem sub distinctis actionibus veritatem suam utraque natura, sed neutra se ab alterius connexione disjungit''" (Serm. liv, 1).  San Sofronio ([[Gian Domenico Mansi |Mansi]], XI, 480 ss.) y San Máximo (Ep. 19) expresaron esta [[verdad]] en el mismo comienzo de la controversia así como más adelante; y [[San Juan Damasceno]] insiste en ella.  [[Santo Tomás de Aquino |Santo Tomás]] (III, Q. XIX, a. 1) lo explica bien:: "''Motum participat operationem moventis, et movens utitur operatione moti, et sic utrumque agit cum communicatione alterius''".    Krüger y otros han [[duda]]do de si se podía decir que la cuestión de las dos operaciones estaba ya decidida en tiempos de Justiniano (como afirmaba Loof). Pero parece que las palabras de [[Papa San León I Magno |San León]], aún las anteriores, eran suficientemente claras.  Los escritos de Severo de Antioquía asumían que sus oponentes [[católico]]s defenderían las dos operaciones y un oscuro [[monje]] del siglo VI, Eustasio (De duabus naturis, P. G., LXXXVI, 909) acepta la expresión.    Muchas de las numerosas citas que los [[Padres de la Iglesia |Padres]] [[Grecia |griegos]] y latinos presentaron en el [[Concilios de Letrán |Concilio de Letrán]] y en otras ocasiones no son concluyentes, aunque algunas de ellas son bastante claras.    Teólogos realmente conocedores como Sofronio y Máximo no tenían [[duda]]s, aunque Ciro y [[Papa Honorio I |Honorio]] estaban confundidos.  El [[Patriarca y Patriarcado |patriarca]] [San Eulogio de Alejandría |Eulogio de Alejandría]] (580-607) había escrito contra los que enseñaban una sola voluntad, pero [[Ciro de Alejandría |Ciro]] y Sergio no conocían esa obra.
  
Esta confusión de términos es frecuente en los teólogos posteriores y ocurre en los antiguos, por ejemplo, S. Sofronio. Las acciones de Dios son innumerables en la creación  y en la Providencia, pero su energeia es una, porque tiene una naturaleza de Tres Personas.
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==Historia==
  
Las varias acciones del Hijo encarnado proceden de dos distintos e inconfusas  energeiai, porque tiene dos naturalezas. Todas son las acciones de un sujeto (agente o principium quod), pero son o divinas o humanas según la naturaleza (principium quo) de que las produce. Los monofisitas tenían razón al decir que todas alas acciones, humanas y divinas, del Hijo encarnado deben ser referidas a un agente que es el hombre-Dios; pero estaban equivocados al inferir que sus acciones, las divinas y las humanas, deben ser llamadas teándricas o humano-divinas y deben proceder de una sola energeia humano-divina: S. Sofronio y después de él S. Máximo y S. Juan Damasceno mostraron que las dos energeia producen tres clases de acciones, puesto que las acciones son complejas y algunas tienen mezcla de lo humano y lo divino.
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Sergio, [[Patriarca y Patriarcado |patriarca]] de [[Constantinopla]] (610-638), relata así el origen de la controversia monotelita en su carta al [[Papa]] [[Papa Honorio I |Honorio]].   Cuando en el curso de la [[guerra]] que comenzó hacia 619, el emperador Heraclio vino a [[Teodosiópolis]] ([[Erzeroum]]) en [[Armenia]] (alrededor de 622), un [[monofisismo |monofisita]] llamado Pablo, líder de los [[acéfalos]], pronunció ante él un discurso a favor de su [[herejía]].  El emperador  le refutó con argumentos [[Teología Dogmática |teológicos]] e incidentalmente hizo uso de la expresión “una operación” de [[Jesucristo |Cristo]].  Más tarde (hacia 626), preguntó a [[Ciro de Alejandría |Ciro]], [[obispo]] de Fasis y [[metropolitano]] de Lazi, si sus palabras eran correctas.  Ciro no estaba seguro y, por orden del emperador, escribió pidiendo consejo a Sergio, en el que Heraclio tenía mucha confianza.  Sergio en respuesta le envió una carta que se decía escrita por [[Menas]] de Constantinopla al [[Papa Vigilio]] y aprobada por éste, en la que se citaba a varias autoridades a favor de una operación  y una [[voluntad]].   Luego se declaró que esta carta era una [[Falsificación, Falsificador |falsificación]] y fue aceptada como tal en el [[Tercer Concilio de Constantinopla |Sexto Concilio General]].
  
• (1) Hay acciones divinas ejercidas por Dios Hijo en común con el Padre  y el Espíritu Santo (e.g. la creación de almas o la conservación del universo) en el queso naturaleza Humana no toma parte en absoluto. Es verdad que es correcto decir que un niño gobernaba el universo ( por la communicatio idiomatum), peor es una cosa de palabras y es una predicación accidental, no formal. El que se hizo niño gobierna el universo como Dios, no como niño y por una actividad que es totalmente divina, no humano-divina.
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Nada más ocurrió, según Sergio, hasta que en junio de 631 el emperador promovió a [[Ciro de Alejandría |Ciro]] a la [[Iglesia de Alejandría |Sede de Alejandría]]. Todo [[Egipto]] era entonces [[monofisismo |monofisita]] y estaba continuamente amenazado por los [[Mahoma y Mahometismo |sarracenos]].  Heraclio sin duda estaba ansioso por unirlos a todos a [[la Iglesia]] [[católico |Católica]], pues el país estaba muy debilitado por las disensiones de los [[herejía |herejes]] entre sí y por su animosidad contra la [[religión]] oficial.   Emperadores anteriores habían hecho esfuerzos para lograr la unión, pero en el siglo V los [[Papa]]s condenaron el [[Henoticon]] de Zenón, pero no había  satisfecho a todos los herejes y la condena de los [[Tres Capítulos]] en el siglo VI casi había causado un [[cisma]] entre Oriente y Occidente sin por lo menos aplacar a los monofisitas.
  
(2) Hay otras acciones divinas que el Verbo Encarnado ejercía en i a través de la naturaleza humana, como resucitar a los muertos con una palabra, curar a los enfermos a través del tacto o la palabra y aunque las usa pero por esa intima  conexión la palabra teándrica no parece estar fuera de lugar respecto a todo el acto complejo, mientras que la acción divina ejercida a través del humano puede ser llamada formalmente teándrica, o divino-humana.
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Por el momento Ciro fue más exitoso.  Imaginando, sin duda , según hacían todos los [[católico]]s, que el [[monofisismo]] implicaba la afirmación de que la [[naturaleza]] [[hombre |humana]] de [[Jesucristo |Cristo]] era una no-entidad después de la unión, le encantó que los monofisitas aceptaran una serie de nueve “''capitula''” en los que se afirmaba  la formula “en dos naturalezas” de [[Concilio de Calcedonia |Calcedonia]], “una [[Unión Hipostática |hipóstasis]] compuesta” y ''physike kai kath hypostasin enosis'', junto con los adverbios ''asygchytos, atreptos, analloiotos''.    Se cita a [[San Cirilo de Alejandría |San Cirilo]], el gran doctor de los monofisitas; y todo es satisfactorio hasta que en la séptima proposición se habla de Nuestro Señor como “realizando sus [[Actos Humanos |obras humanas]]  y divinas mediante una operación teándrica, según el divino Dionisio”.  Los críticos modernos toman esta famosa expresión de [[Dionisio el Pseudo-Areopagita]] para mostrar que escribió bajo influencias monofisitas.  Pero Ciro creía que era una expresión [[ortodoxia |ortodoxa]], usada por [[Menas]] y aprobada por el [[Papa Vigilio]].    Por lo tanto, salió triunfante en aquel retorno a [[la Iglesia]] de un gran número de monofisitas teodosianos, de manera que, como lo parafrasea Sergio, toda la gente de [[Alejandría]] y de casi todo [[Egipto]], la [[Tebaida]] y Libia eran de una sola voz y, mientras que antes no querían ni oír el nombre del [[Papa San León I Magno |Papa León]] ni del [[Concilio de Calcedonia]], ahora los aclamaban a gritos en los santos misterios.  Pero los monofisitas vieron con más claridad y [[San Anastasio Sinaíta |Anastasio del Monte Sinaí]] nos dice que presumían  de que “no habían comulgado con Calcedonia, sino Calcedonia con ellos, al reconocer una naturaleza de Cristo a través de una operación.
  
• (3) Es más, hay acciones puramente humanas de Cristo, tales como caminar o comer, que se deben a la libre voluntad humana, actuando en respuesta a una moción de la voluntad divina. Estas salen de la potential humana, pero bajo la dirección de la divina. Por consiguiente son llamadas también teándricas, pero en un sentido diferente – son materialmente teándricas, humano-divinas. Hemos visto antes  que para algunas de las acciones de nuestro Señor la palabra teándrica no se puede aplicar en absoluto; a algunas puede aplicarse en un sentido y a otras en diferentes sentidos. El concilio de Letrán de 649 anatematizó la expresión una deivirilis operatio, mia theandrike energeia, por la que todas las acciones divinas y humanas son realizadas
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Por aquel tiempo estaba en [[Alejandría]] [[San Sofronio]], un [[monje]] muy venerado de Palestina, que pronto sería [[Patriarca y Patriarcado |patriarca]] de [[Jerusalén]].    Él se oponía firmemente a la expresión "una operación", y no convencido por la forma en que [[Ciro de Alejandría |Ciro]] la defendió, se fue a [[Constantinopla]], e instó a Sergio, por cuyo consejo se había utilizado la expresión, que se debía retirar el séptimo ''capitulum''.    Sergio consideró esto demasiado difícil, pues destruiría la gloriosa unión conseguida; pero quedó tan impresionado que escribió a Ciro y le dijo que en el futuro sería bueno dejar de utilizar las dos expresiones, “una operación “ y “ dos operaciones”, y que creía [[necesidad |necesario]] referir todo el asunto al [[Papa]].  (Hasta aquí la propia historia de Sergio.)
  
• Es desafortunado que el respeto que todos sentían por el Pseudo-Dionisio Areopagita ha impedido a los teólogos proscribir totalmente las expresión deivirilis operatio. Se ha mostrado arriba que es correcto hablar de deiviriles actus o actiones o energemata. La kaine theandrike energeia, del Pseudo-Dionisio fue defendida pro Sofronio y Máximo como refiriéndose a la divina energeia cuando produce los actos mixtos (formalmente teándricos); teándrico se convierte así en un epíteto correcto de la divina operación bajo ciertas circunstancias, y eso es todo.
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Este último procedimiento debe llevarnos a no juzgar muy duramente a Sergio.  Puede ser una invención el que sus [[padres]] fuesen [[monofisismo |monofisitas]] (así [[San Atanasio Sinaíta |Atanasio del Sinaí]]), pero en todo caso se oponía a los monofisitas, y basó su defensa  de “una operación” en las citas de los [[Padres de la Iglesia |Padres]] en la carta [[Falsificación, Falsificador |espuria]] de su predecesor [[ortodoxia |ortodoxo]] [[Menas]], de quien él creía que había recibido la aprobación del [[Papa Vigilio]].   Era un político que evidentemente [[conocimiento |conocía]] poco de [[Teología Dogmática |teología]]. Pero él tenía que responder por más de lo que admitió.  Al principio Ciro no había estado realmente [[duda |dudoso]].  Su carta a Sergio explica cortésmente  que había dicho que el emperador estaba equivocado y había citado las famosas palabras de [[Papa San León I Magno |San León]] en el ''Tomus''  a [[San Flaviano |Flaviano]]: "''Agit utraque natura cum alterius communione quod proprium est''" como claramente definitorios de dos operaciones distintas pero inseparables.    Sergio fue responsable de llevar a Ciro al [[error]] al enviarle la carta de Menas.    
  
Aunque los monofisitas hablaban en general de “una operación teándrica”, sin embargo el discurso de S. Martín en el concilio laterano  nos dice que un tal Colluthus  ni siquiera se atrevía a ir tan lejos no fuera que “teándrico” dejara alguna operación a la naturaleza humana; prefería la palabra thekoprepes, Deo decibilis (Mansi, X, 982).  
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Además, [[San Máximo de Constantinopla |San Máximo]] nos dice que Sergio le había escrito a Teodoro de Farán pidiéndole su opinión; Teodoro estuvo de acuerdo. (Es probable que Esteban de Dora se equivocara al creer que Teodoro era un monotelita ante Sergio). También influyó sobre el severino Pablo el Tuerto, el mismo que había disputado con Heraclio.    Le había solicitado a Jorge Arsas, un [[monofisismo |monofisita]] seguidor de Pablo el Negro de [[Antioquía]], que le proveyera autoridades para “una operación”, y le dijo en su carta que estaba preparado para lograr la unión sobre esa base.  El [[Iglesia de Alejandría |alejandrino]] [[San Juan Limosnero]] (609-616) había obtenido esta carta de la propia mano de Arsas, y solo la irrupción de los [[Mahoma y Mahometismo |sarracenos]] (619) le impidió usarla para conseguir la [[deposición]] de Sergio.
  
La negación de dos operaciones, aun más que la negación de dos voluntades, hace a la naturaleza humana de Cristo el instrumento inanimado de la voluntad divina. S. Tomás señala que aunque un instrumento participa en la acción del agente que lo usa, hasta un instrumento inanimado tiene una actividad propia; mucho más la naturaleza humana de Cristo tiene una operación propia bajo la más elevada moción  que recibe de la divinidad. Pero por medio de esta alevada moción las dos naturalezas actúan en concierto, según las famosas palabras de S. León en el Tome:” "Agit enim utraque forma cum alterius communione quod proprium est; Verbo scilicet operante quod Verbi est, et carne exsequente quod carnis est. Unum horum coruscat miraculis, aliud succumbit injuriis" (Ep. 28, 4).  
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En su carta a [[Papa Honorio I |Honorio]], Sergio desarrolla sin saberlo otra [[herejía]]. Admite que “una operación“, aunque utilizada por unos pocos [[Padres de la Iglesia |Padres]], es una expresión extraña, y podría sugerir la negación de la unión sin confusión  de las dos [[naturaleza]]s.  Pero las “dos operaciones” son también peligrosas, pues sugieren “dos [[voluntad]]es contrarias, como cuando el [[el Logos |Verbo de Dios]] deseaba realizar su [[Pasión de Cristo en los Cuatro Evangelios |Pasión]] salvadora, su humanidad se resistía y contradecía su voluntad, y así se introducirían dos voluntades contrarias, lo cual es impío, pues es imposible que en el mismo sujeto haya dos voluntades a la vez y contrarias entre sí en cuanto a la misma cosa”. 
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Hasta aquí está en lo correcto; pero continúa:  ”Pues la [[Doctrina Cristiana |doctrina]] salvadora de los [[santidad |santos]] Padres enseña claramente que la carne intelectualmente animada del Señor nunca realiza su movimiento natural aparte de, y por su propio ímpetu de forma contraria a, la dirección del Verbo de Dios [[Unión Hipostática |hipostáticamente unido]] a ella, sino solo en el momento, a la manera y en la medida que el Verbo de Dios lo desea”, de la misma manera que nuestro cuerpo es movido por nuestra [[alma]] [[razón |racional]].
  
Estas palabras fueron citadas por Ciro, Sergio, Sofronio, Honorio, Máximo etc., y jugaron una parte importante en la controversia. Esta intercomunicación de las dos operaciones se sigue de la doctrina católica del perichoresis, circuminsessio, de las dos inconfusas e inseparables naturalezas, como leemos de nuevo en S. León: "Exprimit quidem sub distinctis actionibus veritatem suam utraque natura, sed neutra se ab alterius connexione disjungit" (Serm. liv, 1). S. Sofronio (Mansi, XI, 480 ss.) y S. Máximo (Ep. 19) expresaron su verdad en el mismo comienzo de la controversia así como más adelante. S. Juan Damasceno insiste en ello. Sto. Tomás lo explica bien:: "Motum participat operationem moventis, et movens utitur operatione moti, et sic utrumque agit cum communicatione alterius".
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Aquí Sergio habla de la voluntad natural de la carne y de la [[voluntad]] divina, pero no menciona el más alto [[Libre Albedrío |libre albedrío]], que de hecho está totalmente sometido a la voluntad divina.   Se puede entender que él incluye esta voluntad [[intelecto |intelectual]] en la carne intelectualmente animada”, pero su pensamiento no es claro y sus palabras expresan simplemente la [[herejía]] de una sola voluntad.   Concluye que es mejor confesar simplemente que “el único engendrado [[Hijo de Dios]], que es verdaderamente [[Dios]] y Hombre, obra tanto las obras divinas como las humanas, y de un solo y mismo [[el Logos |Verbo de Dios]] [[la Encarnación |encarnado]] proceden indivisible e inseparablemente tanto las operaciones divinas como las humanas, como enseña [[Papa San León I Magno |San León]]: ''Agit enim utraque'', etc."  Si estas palabras y la cita de León quieren decir algo, es dos operaciones, pero el [[error]] de Sergio consiste precisamente en desaprobar esta expresión.  
Krüger y otros han dudado si se podía decir que la cuestión de las dos operaciones estaba ya decidida) en tiempos de Justiniano (como mantenía Loof). Pero parece que las palabras de S. León, anteriores, son suficientemente claras. Los escritos de Severo de Antioquía asumían que sus oponentes católicos mantenían dos operaciones y un oscuro monje del siglo sexto, Eustasio (De duabus naturis, P. G., LXXXVI, 909) acepta la expresión. Muchas de las numerosas citas de los Padres griegos y latinos que se presentaron en el concilio laterano y en otras ocasiones no son concluyentes, aunque algunas de ellas son bastante claras. Teólogos realmente conocedores como Sofronio y Máximo no tenían dudas, aunque Ciro y Honorio estaban asombrados. El patriarca Eulogio de Alejandría (580-607) había escrito contra los que enseñaban una sola voluntad, pero Ciro y Sergio no conocían esta obra.
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Hay que tener siempre en cuenta que  la precisión [[Teología Dogmática |teológica]] es una cuestión de definición y la definición es un asunto de palabras.  La prohibición de las palabras correctas es siempre [[herejía]], aunque el autor de la prohibición no tenga [[intención]] herética y esté simplemente confundido o poco perspicaz.  [[Papa Honorio I |Honorio]] replicó reprobando a [[San Sofronio |Sofronio]] y alabando a Sergio por rechazar su “nueva expresión “de “dos operaciones”.    Aprobó las recomendaciones de Sergio y no censura los ''capitula'' de [[Ciro de Alejandría |Ciro]].  En un punto va más allá que cualquiera de ellos pues usa las palabras: “De donde reconocemos una Voluntad de nuestro Señor [[Jesucristo]]”.  Podemos creer fácilmente en el testimonio del [[abad]] Juan Simponio, que escribió la carta para Honorio, de que él intentaba solo negar una voluntad inferior de la carne en Cristo que contradecía a su voluntad superior y que no se estaba refiriendo en absoluto a su divina voluntad, pero en conexión con la carta de Sergio tal interpretación es apenas la más obvia.  Está claro que Honorio no era un [[herejía |hereje]] intencionado más que Sergio, pero estaba igualmente incorrecto en su decisión, y su posición hizo que el [[error]] fuera más desastroso. En otra carta a Sergio dice que ha informado a Ciro de que las nuevas expresiones, una y dos operaciones, han de ser abandonadas, ya que su uso es muy tonto.
  
===HISTORIA===
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En uno de los últimos cuatro meses de 638 se le dio efecto a la carta del [[Papa]] mediante la publicación de una “Exposición“ compuesta por Sergio y autorizada por el emperador; es conocida como la “Ectesis de Heraclio”.    Sergio murió el 9 de diciembre, pocos días después de haber celebrado un [[concilio]] en que se aclamó a la “Ectesis” como “verdaderamente de acuerdo con la enseñanza apostólica”, palabras que parecen referirse  a que estaba basada en la carta de [[Papa Honorio I |Honorio]].  Ciro recibió las noticias de este concilio con gran alegría. La “Ectesis” misma es una completa profesión de [[fe]] según los cinco [[Los 21 Concilios Ecuménicos |concilios generales]].  Su peculiaridad consiste en añadir una prohibición de la expresión una y dos operaciones, y la afirmación de una [[voluntad]] en [[Jesucristo |Cristo]] no sea que se afirmen dos voluntades contrarias.  La carta de Honorio había sido un documento serio, pero no una definición de fe vinculante para toda [[la Iglesia]].  La “Ectesis” fue una definición, pero Honorio no tuvo conocimiento de ella, pues había muerto el 12 de octubre. 
  
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Los enviados que vinieron a solicitar la confirmación del emperador para el nuevo [[Papa]], [[Papa Severino |Severino]], rehusaron recomendarle la “Ectesis” a este último, pero prometieron presentársela para su juicio (vea [[San Máximo de Constantinopla |MÁXIMO DE CONSTANTINOPLA]]).  Severino, no [[consagración |consagrado]] hasta mayo de 640, murió dos meses después, pero no sin haber condenado la “Ectesis”.  [[Papa Juan IV |Juan IV]], que le [[Sucesión Apostólica |sucedió]] en diciembre, no perdió tiempo en reunir un [[sínodo]] para condenarla formalmente.  Cuando Heraclio, que solo había intentado dar efecto a la enseñanza de [[Papa Honorio I |Honorio]], oyó que el documento había sido rechazado en [[Roma]], no lo reconoció como propio y le echó la culpa a Sergio.    Heraclio murió en febrero de 641. 
  
El origen de la controversia monotelita lo relata Sergio en su carta al papa Honorio. Cuando en le curso de la guerra, que comenzó hacia 619, el emperador Honorio llegó a Teodosiopolis (Erzeroum) en Armenia, alrededor de 622, un monofisita llamado Pablo, líder de los acéfalos, pronunció ante él un discurso a favor de los herejes. El emperador le refutó con argumentos teológicos e incidentalmente hizo uso de la expresión “una operación” de Cristo. Más tarde, m, hacia 626, preguntó a Ciro, obispo de Fasis y metropolitano de Lazi, si sus palabras eran correctas. Ciro no estaba seguro y, por orden del emperador, escribió pidiendo consejo a Sergio, patriarca de Constantinopla, en el que Heraclio tenia mucha confianza: Sergio en respuesta le envió una carta que se decía escrita por Mannas de Constantinopla al papa Virgilio y aprobada por éste en la que se citaba a varias autoridades a favor de una operación  y una voluntad. Esta carta fue más tarde reconocida como falsificación y reconocida como tal en el sexto concilio general. Nada más ocurrió, según Sergio, hasta junio de 631, año en que Ciro fue promovido por el emperador a la sede de Alejandría. Todo Egipto era entonces monofisita y estaba continuamente amenazado por los sarracenos.
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El [[Papa]] escribió al hijo mayor de Heraclio, diciéndole que ahora sin duda la “Ectesis” se retiraría y pidió disculpas por el [[Papa Honorio I |Papa Honorio]] que no había querido enseñar  una [[voluntad]] [[hombre |humana]] en [[Jesucristo |Cristo]].  [[San Máximo de Constantinopla |San Máximo Confesor]] publicó una defensa similar de Honorio, pero ninguno de estos dos [[apologética |apologistas]] dicen nada del [[error]] inicial, la prohibición  de “las dos operaciones”, que pronto se iba a convertir de nuevo en el principal punto de controversia.     De hecho, sobre este punto ya no era posible defender a Honorio.  Pero Pirro, el nuevo [[Patriarca y Patriarcado |patriarca]] de [[Constantinopla]], era defensor de la “Ectesis” y la confirmó en un gran [[concilio]], el cual, sin embargo, San Máximo reprueba como convocado irregularmente.  Tras la muerte de Constantino III y el exilio de su hermano Heracleonas, Pirro mismo fue exiliado a [[África]] donde fue persuadido, en una famosa controversia con San Máximo, a renunciar a la apelación a [[Papa Vigilio |Vigilio]] y a Honorio y a condenar la “Ectesis”; viajó a [[Roma]] y se sometió al [[Papa Teodoro I |Papa Teodoro]], pues [[Papa Juan IV |Juan IV]] había muerto en octubre de 642.  
Heraclio sin duda deseaba logar la unión de todos con la iglesia católica porque el país estaba muy debilitado pro las disensiones nutre los herejes entre ellos mismos y por la animosidad contra la religión oficial.  Emperadores anteriores habían hecho esfuerzos para lograr la unión , poro en el siglo quinto el Henoticón de Zenón había sido condenado por los papas, pero no había  satisfecho a todos los herejes y la condena el siglo sexto de los “Tres Capítulos” casi causa un cisma entre oriente y occidente y además sin lograr aplacar a los monofisitas.  
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Ciro, de momento, tuvo más éxito. Imaginando, sin duda como todos los católicos hacían, que el monofisismo implicaba que la naturaleza humana de Cristo era una no-entidad después de la unión le encantó que los monofisitas aceptaran una serie de nueve “capitula” en los que se afirma  la formula “en dos naturalezas”, de Calcedonia, y se cita “un compuesto hipostático” y physike kai kath hypostasin enosis, junto con los adverbios asygchytos, atreptos, analloiotosSe cita a S. Cirilo, el gran doctor de los Monofisitas y todo es satisfactorio , hasta que en la posición número siete se habla de Nuestro Señor como “operando sus obras humanas  y divinas por una operación teándrica, según el divino Dionisio”.  
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Mientras tanto no faltaban las protestas en Oriente.   [[San Sofronio]] quien, tras haberse convertido en [[Patriarca y Patriarcado |patriarca]] de [[Jerusalén]] (murió antes que Sergio) publicó en su [[entronización]] una defensa formal del [[dogma]] de las dos operaciones y dos [[voluntad]]es, la que luego fue aprobada por el [[Tercer Concilio Ecuménico de Constantinopla |Sexto Concilio]].    Este notable documento fue la primera exposición completa de la [[Doctrina Cristina |doctrina]] [[católico |católica]]. Fue enviada a todos los patriarcas y San Sofronio solicitó humildemente correcciones.   Sus referencias a [[Papa San León I Magno |San León]]  son interesantes, especialmente su declaración: “Acepto todas sus cartas y enseñanzas como procedentes de la boca de [[San Pedro |Pedro el Corifeo]] y las [[beso]] y las abrazo con toda mi [[alma]]”.  Más adelante habla de que recibe las definiciones de San León como las de [[San Pedro]], y las de [[San Cirilo de Jerusalén |San Cirilo]] como las de [[San Marcos |Marcos]]. Además reunió una colección de los testimonios de los [[Padres de la Iglesia |Padres]] a favor  de dos operaciones y dos voluntades.
  
Esta famosa expresión de Pseudoareopagita es tomada por los críticos modernos para mostrara que escribió bajo influjo monofisita. Pero Ciro creía que era una expresión ortodoxa, usada por Mennas y aprobada por el papa Virgilio. Así que salió triunfante en aquella vuelta a la Iglesia en la que un gran número de monofisitas teodosianos, de manera, como dice Sergio, toda la gente de Alejandría y casi de todo Egipto, la Tebaida y Libia tenían una sola voz y donde antes no querían ni oír el nombre del papa León ni del Concilio de Calcedonia ahora los aclamaban a gritos en los santos misterios.
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Finalmente envió a [[Roma]] a Esteban, [[obispo]] de [[Dora]], el primer obispo del [[Patriarca y Patriarcado |patriarcado]], que nos ha dejado una conmovedora descripción de la manera en la que el [[Comunión de los Santos |santo]] le llevó al sagrado lugar del [[Monte Calvario |Calvario]] y allí le dijo:  “Rendirás cuentas al [[Dios]] que fue crucificado por nosotros en este lugar sagrado, en su venida gloriosa y terrible cuando venga a juzgar a los vivos y a los muertos, si retrasas y permites que su [[fe]] esté en peligro, puesto que, como sabes, yo he permitido debido a la invasión de los [[Mahoma y Mahometismo |sarracenos]] que ha caído sobre nosotros por nuestros [[pecado]]s.  Pásala rápidamente de uno a otro confín del mundo hasta que llegues a la [[Sede Apostólica]]  donde están los cimientos de las doctrinas sagradas.  Haz que conozcan todos los [[hombre]]s, no una ni dos  sino muchas veces, lo que se ha hecho y no te canses de urgir y suplicar hasta que su sabiduría apostólica produzca una conclusión victoriosa”.
Pero los monofisitas vieron con más claridad y Anastasio del Monte Sinaí nos dice que presumían  de que “No habían llegado a la comunión de Calcedonia sino que Calcedonia comulgaba con ellos al reconocer una naturaleza de Cristo a través de una operación.
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Por aquel tiempo estaba en Alejandría, Sofronio, un monje muy venerado de Palestina que llegaría  a ser Patriarca de Jerusalén. Se puso con fuerza a la expresión “una operación”. Ciro se defendió, pero no logró convencerle. Fue a Constantinopla y exigió a Sergio, por cuyo consejo se había utilizado expresado la expresión, que se retirara el séptimo  de los “Capitula”. Sergio pensó que era demasiado duro porque destruiría la gloriosa unión conseguida, pero quedó tan impresionado que escribió a Ciro diciéndole que sería bueno para el futuro dejar de utilizar las dos expresiones,”una operación “ y “ dos operaciones” y que creía necesario acudir con el tema al papa. (Hasta aquí su propia historia). Esto debe llevarnos a no juzgar a Sergio muy duramente. Puede que sea una invención que sus padres fueran monofisitas (así Atanasio del Sinaí), pero en todo caso se opuso a ellos y basó su defensa de “una operación” en las citas de los Padres de la carta espuria de su predecesor ortodoxo Mennas quien , estaba convencido, tenía la aprobación del papa Virgilio.
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Obligado por casi todos los [[obispo]]s [[ortodoxia |ortodoxos]] orientales, Esteban viajó por primera vez a [[Roma]].  El día de la muerte de [[San Sofronio]], su sede patriarcal fue invadida por el obispo de Jope, un defensor de la “Ectesis”.   Otro [[herejía |hereje]] se sentó en la sede de [[Iglesia de Antioquía |Antioquía]].   En [[Iglesia de Alejandría |Alejandría]] la unión con los [[monofisismo |monofisitas]] duró poco.  En el 640 la ciudad cayó en manos de los [[Arabia |árabes]] dirigidos por Amru y la desafortunada [[herejía]] ha permanecido hasta nuestros días (excepto unos pocos meses en 646) bajo el gobierno de los [[infieles]].   Así, todos los [[Patriarca y Patriarcado |patriarcados]] de [[Constantinopla]], [[Antioquía]], [[Jerusalén]] y [[Alejandría]] se separaron de [[Roma]].  Sin embargo, no hay duda de que, excepto en [[Egipto]], la mayor parte de los obispos y todos sus fieles eran [[ortodoxia |ortodoxos]] y no deseaban aceptar la “Ectesis”.
  
Era un político que no sabía demasiado de teología. Pero hay más de lo que él admite. Al principio Ciro no dudaba. Su carta a Sergio explica con mucha corrección que había dicho que el emperador estaba equivocado y había citado las famosas palabra de S. León en el Tome a Flaviano: "Agit utraque natura cum alterius communione quod proprium est" como claramente difinitorios de dos operaciones distintas pero inseparables. Sergio fue responsable de inducirle a error enviándole la carta de Mennas. Más aún, S. Máximo nos dice que Sergio había escrito a Teodoro de Faran, pidiéndole su opinión : Teodoro estaba de acuerdo ( es probable que Esteban de Dora se equivocara creer que Teodoro era un monotelita al hacer de Teodoro un monotelita ante Sergio). También trabajó sobre el severiano Pablo el tuerto, el mismo con el había disputado Heraclio. Había pedido a Jorge Arsas, un monofisita seguidor de Pablo el Negro de Antioquía, que le proveyera de autoridades para la “una operación “, diciendo en su carta que estaba preparado para realizar la unión sobre esta base. El Alejandrino S. Juan el Limosnero (609 o 619) Había escrito esta carta de Arsas con su propia mano y sólo la irrupción de los sarracenos impidió (619) que la usara para que Sergio fuera depuesto.
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El 29 de mayo de 643 los [[obispo]]s de [[Chipre]], independientes de cualquier [[Patriarca y Patriarcado |patriarca]], celebraron un [[sínodo]] contra la “Ectesis”. Escribieron una carta suplicante al [[Papa Teodoro I |Papa Teodoro]]: “[[Jesucristo |Cristo]], Nuestro [[Dios]], ha instituido tu silla apostólica, ¡oh, cabeza santa!, como un cimiento fijo e inamovible. Porque tú eres [[San Pedro |Pedro]], según dijo la Palabra Divina, y sobre tu fundamento se apoyan las columnas de [[la Iglesia]] y a ti te encargó  [[Poder de Las Llaves |las llaves]] del [[Reino de los Cielos]].   Te ordenó atar y desatar con autoridad en el [[cielo]] y en la tierra. Tú eres el encargado de destruir las [[herejía]]s profanas, como Corifeo y líder de la [[fe]] [[ortodoxia |ortodoxa]] e inmaculada. No desprecies pues, Padre, la fe de nuestros  [[Padres de la Iglesia |Padres]] sacudida por las olas y puesta en peligro; desvanece el gobierno de los tontos con la luz de tu divino [[conocimiento]], ¡oh, santísimo! Destruye las [[blasfemia]]s  e insolencia de los nuevos herejes con sus nuevas expresiones, pues nada falta a tu [[ortodoxia]] y [[Virtud de Religión |piadosa]] definición  y [[Tradición y Magisterio Vivo |tradición]] para el aumento de la [[fe]] entre nosotros.  Pues nosotros —¡Oh, tú, inspirado, que conversas con los santos [[apóstoles]] y te sientas con ellos!—  desde antiguo, desde que estábamos en pañales, [[creencia |creemos]] y confesamos la enseñanza de acuerdo al [[santidad |santo]] y temeroso de [[Dios]] [[Papa San León I Magno |Papa León]] y declaramos que ‘cada [[naturaleza]] obra en comunión con la otra lo que le es apropiado’” etc.  Se declararon listos para sufrir el martirio antes que abandonar la [[Doctrina Cristiana |doctrina]] de San León; pero cuando surgió la [[persecución]] su [[arzobispo]] Sergio se encontró al lado de los perseguidores, no de los [[mártir]]es.
  
En su carta a Honorio, Sergio desarrolla sin saberlo otra herejía. Admite que “una operación “, aunque utilizada por unos pocos Padres, es una expresión extraña, y puede sugerir la negación de la unión sin confusión  de las dos naturalezas.
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Está muy claro que [[San Máximo de Constantinopla |Máximo]] y sus amigos de [[Constantinopia]], [[San Sofronio]]  y los [[obispo]]s de Palestina, Sergio y sus sufragáneos, no sabían que la [[Sede Apostólica]] había sido comprometida  por las cartas de [[Papa Honorio I |Honorio]], pero la miraban como el único puerto de salvación.  Igualmente en 646, los obispos de [[África]] y de las islas cercanas se reunieron en [[Concilios de África |concilios]], en cuyo nombre los [[primado]]s de Numidia, Bizacena y Mauritania enviaron una carta común al [[Papa]] [[Papa Teodoro I |Teodoro]], quejándose de la “Ectesis”:  “Nadie puede dudar que en la Sede Apostólica hay una fuente grande e inagotable que mana aguas para todos los [[cristianismo |cristianos]]”. etc.  Le adjuntan cartas para el emperador y el [[Patriarca y Patriarcado |patriarca]] Pablo para que el Papa las envíe a Constantinopla.      Tienen  [[miedo]] de escribir directamente, pues el anterior gobernador, Gregorio (que había presidido la disputa entre San Máximo y Pirro) se había rebelado y autoproclamado emperador y acababa de ser derrotado; esto era un golpe a la [[ortodoxia]] que dejaba en descrédito a Constantinopla. Víctor, elegido [[primado]] de [[Cartago]] después de que se escribieran las cartas, añadió una suya.  
  
Pero “dos operaciones” es también peligroso, al sugerir “dos voluntades contrarias, como cuando Dios quiere que se cumpla su Pasión salvadora”, su Humanidad se resistía y contradecía a su Voluntad y así habría dos voluntades contrarias lo que es impío ya que es imposible que en el misma sujeto haya dos voluntades al mismo tiempo y una contraria a la otra respecto al mismo objeto”. Hasta aquí tiene razón, pero continúa:” Porque la doctrina salvadora de los Padres enseña claramente que la carne animada intelectualmente del Señor nunca realiza sus movimientos naturales aparte de, y por sus propios ímpetus de forma contraria a la dirección del Verbo de Dios hipostáticamente unido a ella, y solo en el momento y la manera y hasta donde el Verbo de Dios lo desea”, de la misma manera que nuestro cuerpo es movido por nuestra alma racional.
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Pablo, el [[Patriarca y Patriarcado |patriarca]] con quien el emperador Constante II había sustituido a Pirro, no había sido reconocido por el [[Papa Teodoro I |Papa Teodoro]], quien exigía que primero un [[concilio]] juzgase a Pirro ante dos representantes de la [[Santa Sede]].   Todavía se conserva la respuesta de Pablo:  las opiniones que expone son las de la “Ectesis”, y las defiende refiriéndose a [[Papa Honorio I |Honorio]] y a Sergio.  Teodoro pronunció una [[sentencia]] de [[deposición]] contra él, y Pablo tomó represalias con la destrucción del [[altar]] latino que pertenecía a la [[Santa Sede |Sede Romana]] en el palacio de Placidia en [[Constantinopla]], de modo que los enviados papales no pudiesen ofrecer el [[Sacrificio de la Misa |Santo Sacrificio]]; también los [[persecución |persiguió]], junto con muchos [[laicos]] y [[sacerdote]]s [[ortodoxia |ortodoxos]], mediante la [[prisión]], el exilio o azotes.
  
Aquí habla Sergio de la voluntad natural de la carne y de la Divina voluntad, pero no menciona la más alta voluntad libre, que de hecho está totalmente sometida a la voluntad divina. Se puede entender que él incluye esta voluntad intelectual en la carne intelectualmente animada”, pero su pensamiento no es claro y sus palabras expresan simplemente la herejía de una voluntad. Concluye que es mejor confesar simplemente que “el único engendrado Hijo de Dios que verdaderamente Dios y Hombre, obra tanto las obras divinas como las humanas y de un solo y mismo Verbo encarnado procede indivisible e inseparadamente tambas operaciones las divinas y las humanas como enseña S. León: Agit enim utraque, etc."
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Pero a pesar de esta [[violencia]], Pablo no tenía [[intención]] de oponerse a las [[Definición Teológica |definiciones]] de [[Roma]]. Hasta ese momento [[Papa Honorio I |Honorio]] no había sido repudiado allí, sino defendido; se decía que no había enseñado una [[voluntad]]; pero la prohibición de las dos operaciones en la “Ectesis” era solo el reforzamiento del curso que Honorio había aprobado, y hasta el momento parecía que en Roma no se había publicado oficialmente nada sobre el tema.  Pablo, algo naturalmente, pensó que sería suficiente si abandonaba la enseñanza de una voluntad y prohibía toda referencia a una o dos voluntades así como a una o dos operaciones; apenas se podría alegar que eso iba contra las enseñanzas del Papa Honorio. Sería una medida pacífica y Oriente y Occidente volverían a unirse.  
  
Si estas palabras y la cita de León quieren decir algo, es dos operaciones, pero el error de Sergio está precisamente despreciar la expresión. Hay que tener siempre en cuenta que  la precisión teológica es una cuestión de definición y la definición es un asunto de palabras. La prohibición de las palabras correctas es siempre herejía, aunque el autor de la prohibición no tenga intención herética y esté simplemente confundido o con falta de visión. Honorio replicó reprobando a Sofronio y alabando a Sergio por rechazar su “nueva expresión “de “dos operaciones”Aprueba las recomendaciones de Sergio y no culpa a los capitula de Ciro.
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Por lo tanto, Pablo persuadió al emperador a que retirara la “Ectesis”  y que sustituyera esa elaborada confesión de [[fe]] por una mera medida disciplinaria que prohibiese las cuatro expresiones bajo las  penas más severas; ninguno de los súbditos ortodoxos del emperador tenía ya permiso para disputar sobre ellas, pero no se le adjudicaría culpa a nadie que en el pasado hubiese utilizado cualquiera de las alternativas.   La trasgresión de esta [[ley]] significaría la [[deposición]] para los [[obispo]]s y [[clérigo]]s, la [[excomunión]] y expulsión para los [[monje]]s, la pérdida de oficio y dignidades para los oficiales, multas para los [[laicos]] más [[Uso de la Riqueza |ricos]] y castigos corporales y exilio permanente para los más [[Pobreza y Pauperismo |pobres]].  Con esta cruel ley, conocida como el “Tipo” de Constante, la [[herejía]] quedaba irreprochable y la [[ortodoxia]] prohibida.   No es un documento monotelita, pues prohíbe esa herejía tanto como la fe [[católico |católica]]Su [[Fechas y Datación |fecha]] está entre septiembre de 648 y septiembre de 649.
  
En un punto va más allá que cualquiera de ellos por que usa las palabras:“De donde reconocemos una Voluntad de nuestro Señor Jesucristo”. Podemos fácilmente creer el testimonio del abad Juan Simponio, que escribió una carta para Honorio en la que intentaba solamente negar una voluntad inferior de la carne en Cristo que contradecía a Su más alta voluntad y que no se estaba refiriendo en absoluto a su divina voluntad, pero en conexión con la carta de Sergio tal interpretación es escasamente la más obvia.
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El [[Papa]] [[Papa Teodoro I |Teodoro]] murió el 5 de mayo de 649 y le [[Sucesión Apostólica |sucedió]] [[Papa San Martín I |San Martín I]] en julio.  En octubre San Martín celebró un gran [[Concilios de Letrán |concilio]] en [[San Juan de Letrán |Letrán]] al que asistieron 105 [[obispo]]s. El discurso inaugural del Papa relata la historia de la [[herejía]] y condena la “Ectesis”, a [[Ciro de Alejandría |Ciro]], Sergio, Pablo, Pirro y el “Tipo”.  [[Papa Juan IV |Juan IV]] había hablado de Sergio con respeto y Martín no menciona a [[Papa Honorio I |Honorio]] pues obviamente era imposible defenderle si se iba a condenar el “Tipo” como [[herejía]].  Esteban de Dora, que visitaba [[Roma]] por tercera vez, presento un largo memorial, lleno de devoción a la [[Sede Apostólica]].  Siguió una delegación de 37 [[abad]]es [[Grecia |griegos]] que vivían en o cerca de Roma y que aparentemente habían huido de los [[Mahoma y Mahometismo |sarracenos]] desde sus hogares en [[Jerusalén]], [[África]], [[Armenia]], Cilicia, etc., los cuales exigieron la condenación de Sergio, Pirro, Pablo y Ciro y que la Sede Apostólica y Cabeza [[anatema]]tizase el “Tipo”.
  
Está claro que Honorio no quería ser hereje, como tampoco lo quería Sergio, pero también era igualmente incorrecto en su decisión, y su posición hacía que el error fuera más desastroso. En potra carta a Sergio dice que ha informado a Ciro de que las nuevas expresiones, una y dos operaciones, han de ser abandonadas, ya que su uso es muy tonto.  
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Los documentos [[herejía |heréticos]] leídos eran parte de una carta de Teodoro de Farán, la séptima proposición  de [[Ciro de Alejandría |Ciro]], la carta de Sergio a Ciro y extractos de los [[sínodo]]s celebrados por Sergio y Pirro (que ahora se había retractado de su  arrepentimiento) y la aprobación de la “Ectesis” por Ciro.  No se leyó la carta de Sergio a [[Papa Honorio I |Honorio]], ni se dijo nada de la correspondencia de éste con Sergio.  [[Papa San Martín I |San Martín]] hizo un resumen; luego se leyeron la carta de Pablo al [[Papa Teodoro I |Papa Teodoro]] y el “Tipo”.  El [[concilio]] aceptó la buena [[intención]] de este último documento (para no hacer daño al emperador y condenar a Pablo), pero lo declaró herético por prohibir la enseñanza de dos operaciones y dos [[voluntad]]es.      Se leyó numerosas excerptas de los [[Padres de la Iglesia |Padres]] y de escritores [[monofisismo |monofisitas]], y se concurrió en veinte [[Cánones Eclesiásticos |cánones]], cuyo decimoctavo condena bajo [[anatema]] a Teodoro de Farán, Ciro, Sergio, Pirro, Pablo, la “Ectesis” y el “Tipo”.   Todos firmaron una carta al emperador.  Se envió una [[encíclica]] a toda [[la Iglesia]] en nombre de San Martín y del concilio, dirigida a todos los [[obispo]]s, [[sacerdote]]s, [[diácono]]s, [[abad]]es, [[monje]]s, [[ascetismo |ascetas]] y a la totalidad de la [[Santidad (Nota de la Iglesia) |santa]] [[la Iglesia |Iglesia]] [[católico |Católica]].  Esta fue una condena final y completa de la política constantinopolitana.  [[Roma]] había hablado [[Ex Cátedra |ex cátedra]].
  
En uno de los últimos meses de 638 se llevó a efecto la carta del papa sobre el asunto de la “Exposición “compuesta por Sergio y autorizada por el emperador; es conocida como la Ecthesis de Heraclio. Sergio murió el 9 de diciembre, unos días antes de que se celebrara un concilio en el que la Ecthesis fue aclamada como “verdaderamente de acuerdo con las enseñanzas apostólicas”, palabras que parecen hacer referencia a que el concilio se basó en la carta de Honorio. Ciro recibió las noticias de este concilio con gran alegría. La Ecthesis en sí misma es una completa profesión de fe según los cinco concilios ecuménicos. Su peculiaridad consiste en añadir una prohibición de la expresión una y dos operaciones, y una formación de una voluntad en Cristo, porque de los contrario habría que mantener voluntades contrarias. La carta de Honorio había sido un documento serio pero no una definición de fe obligatoria para toda la Iglesia. La Ecthesis era una definición. Pero Honorio no la había conocido puesto que había muerto el 12 de octubre. Los enviados que vinieron para la confirmación por parte del emperador  del nuevo papa Severino, rehusaron recomendar la Ecthesis al pie de la letra pero prometieron presentársela para su juicio (ver MAXIMUS de CONSTANTINOPLA).  
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Esteban de Dora había sido antes nombrado [[vicario]] papal en Oriente, pero por [[error]] solo se le había informado de su [[deber]] de [[deposición |deponer]] a los [[obispo]]s [[herejía |herejes]], y no que estaba autorizado a sustituirlos por obispos [[ortodoxia |ortodoxos]].   Entonces el [[Papa]] encargó de esto  a Juan, obispo de [[Filadelfia]] en Palestina, al que ordenó nombrar obispos, [[sacerdote]]s y [[diácono]]s en los [[Patriarca y Patriarcado |patriarcados]] de [[Antioquía]] y [[Jerusalén]].  [[Papa San Martín I |Martín]] también envió cartas a esos patriarcados y a Pedro, que parece haber sido gobernador, pidiéndole que apoyara a su vicario; este Pedro era amigo y corresponsal de [[San Máximo de Constantinopla |San Máximo]]. El Papa depuso a Juan, arzobispo de Tesalónica, y declaró nulos e inválidos los nombramientos de [[Macario de Antioquía]] y [[Pedro de Alejandría]].   En represalia Constante mandó a secuestrar a San Martín en [[Roma]] y a llevarlo [[prisión |prisionero]] a [[Constantinopla]].  El [[santidad |santo]] se negó a aceptar la “Ectesis”, y después de muchos sufrimientos, muchos de los cuales él mismo relató en un documento conmovedor, murió cómo [[mártir]] en la Crimea en marzo de 655 (Vea [[Papa San Martín I |MARTÍN I]]).   San Máximo (662), su [[discípulo]] el [[monje]] Anastasio (662) y otro Anastasio, un enviado papal (666) murieron por maltrato, mártires por su [[ortodoxia]] y devoción a la [[Sede Apostólica]].  
  
Severino no fue consagrado hasta mayo de 640 y murió dos meses después pero no sin antes condenar la Ecthesis. Juan IV, que le sucedió en diciembre, no perdió tiempo en reunir un sínodo para condenarla formalmente. Cuando Heraclio, que había intentado aplicar la doctrina de Honorio, oyó que el documento había sido rechazado en Roma, se desentendió del asunto y le echó la culpa a SergioMurió en febrero de 641. El papa escribió al hijo mayor de Heraclio, diciéndole que la Ecthesis debía retirarse y pidiendo disculpar por el papa Honorio que no había querido enseñar  una voluntad humana en Cristo. S. Máximo Confesor publicó una defensa similar de Honorio, pero ninguno de estos dos apologistas dicen nada del error inicial, la prohibición  de “las dos operaciones” que pronto9 se iba a convertir en el  principal punto de controversia. De hecho no era posible defender a Honorio en este punto. Pero Pirro, el nuevo patriarca de Constantinopla, apoyaba la Ecthesis y la confirmó en un gran concilio, que S. Máximo reprueba como convocado irregularmente. Tras la muerte de Constantino y el exilio de su hermano Heracleonas, el mismo Pirró fue exiliado a África donde fue persuadido, en una famosa controversia con S. Máximo a renunciar a la apelación a Virgilio y Honorio y condenar la Ecthesis; viajó a Roma y se sometió al papa Teodoro, porque había muerto Juan IV (octubre 642). Mientras tanto no faltaban las protestas en Oriente.  
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Mientras [[Papa San Martín I |San Martín]] era insultado y torturado en [[Constantinopla]], el [[Patriarca y Patriarcado |patriarca]] Pablo agonizaba: “¡Ay, esto aumentará la severidad de mi [[Juicio Particular |juicio]]!” exclamó al emperador un día que este lo visitó; lo cual hizo que Constante perdonara la vida al [[Papa]] por el momentoCuando murió Pablo, Pirro fue repuesto.   Pedro, su sucesor, envió una carta ambigua al [[Papa San Eugenio I |Papa Eugenio]], en la que no mencionaba las dos operaciones, observando así las prescripciones del “Tipo”.  Cuando se leyó en Santa María la Mayor el pueblo romano se amotinó y no permitió que el Papa continuase su [[Sacrificio de la Misa |Misa]] hasta que prometiera rechazar la carta.   Constante envió una carta al Papa por manos de un tal Gregorio, con un regalo para la [[Basílica de San Pedro]]].  En Constantinopla se rumoraba que los enviados del Papa aceptarían una declaración de “una y dos [[voluntad]]es” (dos por las [[naturaleza]]s, una debido a la unión).  [[San Máximo de Constantinopla |San Máximo]] se negó a creer en el informe. De hecho, Pedro le escribió al [[Papa San Vitaliano |Papa Vitaliano]] (657-672) profesando “ una y dos voluntades y operaciones” y añadiendo citas mutiladas de los [[Padres de la Iglesia |Padres]]; pero la explicación fue considerada insatisfactoria quizás porque era solo una excusa para mantener el “Tipo”.
  
S. Sofronio, una vez nombrado patriarca de Jerusalén, murió un poco antes que Sergio, sin embargo tuvo tiempo para hacer pública en su entronización una defensa formal del dogma de dos operaciones y dos voluntades, que fue después aprobada por el sexto concilio. Este notable documento fue la primera exposición completa de la doctrina católica. Fue enviado a todos los patriarcas y S. Sofronio pidió humildemente las correcciones. Sus referencias  a S. León  son interesantes, especialmente su afirmación: “Acepto todas sus cartas y enseñanzas como procedentes de la boca de Pedro el Corifeo y las beso y las abrazo contada mi alma”. Más adelante habla de que recibe las definiciones de León como las de S. Pedro, S. Cirilo y Marcos. Además reunió una colección de los testimonios de los Padres a favor  de dos operaciones y dos voluntades. Finalmente envió a Roma a Esteban, obispo de Dora, el primer obispo del patriarcado que nos ha dejado una conmovedora descripción de la manera en la que el santo le llevó al sagrado lugar del Calvario y allí le dijo: “Rendirás cuentas al Dios que fue crucificado aquí por nosotros, en su venida gloriosa y terrible cuando venga a juzgar a los vivos y a los muertos, su retrasas y permites que su Fe esté en peligro, puesto que, como sabes, yo he permitido debido a la invasión de los sarracenos que ha caído sobre nosotros por nuestros pecados. Pásala rápidamente de de uno a otro confín del mundo hasta que llegues a la sede apostólica donde están los cimientos de las doctrinas sagradas. Haz que conozcan todos los hombre, no una ni dos sino muchas veces, lo que se ha hecho y no te canses de urgir y suplicar hasta que su sabiduría apostólica produzca una conclusión victoriosa”.
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En 663 Constante fue a [[Roma]] con la [[intención]] de fijar allí su residencia debido a su poca popularidad en [[Constantinopla]], pues además de [[homicidio |asesinar]] a un [[Papa]] y proscribir la [[fe]] [[ortodoxia |ortodoxa]], había asesinado a su hermano Teodosio.  El Papa le recibió con los debidos [[honor]]es y Constante, que había rehusado confirmar las [[Elecciones Papales |elecciones]] de [[Papa San Martín I |Martín]] y [[Papa San Eugenio I |Eugenio]], ordenó que el nombre de [[Papa San Vitaliano |Vitaliano]] se inscribiera en los [[díptico]]s de Constantinopla. No parece haberse mencionado el “Tipo”.    Pero Constante no consideró a Roma agradable. Después de saquear las [[Edificaciones Eclesiásticas |iglesias]] se retiró a [[Sicilia]] donde oprimió al puebloFue asesinado en su baño en 668.
  
Obligado por todos los obispos ortodoxos orientales Esteban viajó por primera vez a Roma.  El día de la muerte de S. Sofronio, su sede patriarcal fue invadida por el obispo de Joppa, que defendía la Ecthesis. Otro hereje se sentó en la sede de Antioquía. En Alejandría, la unión con los monofisitas duró poco. En el 640 la ciudad cayó en manos de los árabes dirigidos por Amru y la desafortunada herejía ha permanecido hasta nuestros días (excepto unos pocos meses en 646) bajo el gobierno del infiel. Así, todos los patriarcados de Constantinopla, Antioquía, Jerusalén y Alejandría se separaron de Roma. Sin embargo, no hay duda de que , excepto en Egipto, la mayor parte de los obispos y todos sus fieles eran ortodoxos y no aceptaron la Ecthesis.  
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[[Papa San Vitaliano |Vitaliano]] se opuso vigorosamente a la rebelión en [[Sicilia]], y a su llegada allí Constantino Pogonato, el nuevo emperador, encontró la Isla en paz.   No parece que le interesara el “Tipo”, el cual no fue aplicado, aunque no abolido, pues estuvo completamente ocupado en sus [[guerra]]s contra los [[Mahoma y Mahometismo |sarracenos]] hasta 678, año en el que decidió reunir un  [[Concilios Generales |concilio general]] para poner fin a lo que consideraba una lucha entre las [[diócesis |sedes]] de [[Roma]] y [[Constantinopla]].   En este sentido escribió al [[Papa Dono]] (676-78), que ya había muerto.
  
Los obispos de Chipre, que eran independientes de los patriarcados, celebraron un sínodo el 29 de mayo de 643 contra la Ecthesis. Escribieron una carta de apelación al papa Teodoro: “Cristo, Nuestro Dios, ha instituido tu silla Apostólica, ¡oh cabeza santa!, como un cimiento fijo e inamovible. Porque tu eres Pedro como dijo la Divina palabra y sobre ti se apoyan las columnas de la Iglesia y a ti te encargó  las llaves del reino de los cielos. Te ordenó atar y desatar con autoridad en el cielo y en la tierra. Tú eres encargado de destruir las herejías profanas, como Corifeo y líder de la fe ortodoxa y limpia. No desprecies, pues padre, la Fe de nuestros Padres arrojada por las olas y puesta en peligro. Dispersa las reglas de los tontos con la luz de tu divino conocimiento, ¡Oh santo! Destruye las blasfemias  e insolencia de los nuevos herejes con sus nuevas expresiones, porque nada falta a tu ortodoxia y piadosa definición  y tradición para el aumento de la fe entre nosotros. Nosotros – ¡Oh tu inspirado que conversas con los santos Apóstoles y te sientas con ellos! -  creemos y confesamos desde antiguo, enseñando como el santo y temeroso de Dios papa León y declaramos que cada naturaleza obra en comunión  con la otra lo que le es apropiado.” Etc.
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Su [[Sucesión Apostólica |sucesor]] [[Papa San Agatón |San Agatón]] de inmediato reunió un [[sínodo]] en [[Roma]] y ordenó que se celebraran otros en Occidente. Así se produjo un retraso de dos años y los [[Patriarca y Patriarcado |patriarcas]] [[herejía |herejes]] Teodoro de Constantinopla y [[Macario de Antioquía]] aseguraron al emperador que el [[Papa]] despreciaba a los orientales y a su monarca, e intentaron infructuosamente borrar de los [[díptico]]s el nombre de [[Papa San Vitaliano |Vitaliano]].   El emperador pidió que le enviasen al menos tres representantes de Roma, con doce [[arzobispo]]s u [[obispo]]s de Occidente y cuatro [[monje]]s de cada uno de los [[monasterio]]s [[Grecia |griegos]] de Occidente, quizás como intérpretes. También envió a Teodoro al exilio, quizás porque era un obstáculo para la reunión.
  
Se declaran listos para sufrir el martirio antes que abandonar la doctrina de S. León: pero su arzobispo Sergio, cuando surgió la persecución, se pasó al campo de los perseguidores, no de los mártires.  
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La primera sesión del [[Tercer Concilio de Constantinopla |Sexto Concilio Ecuménico]] tuvo lugar en [[Constantinopla]] (7 nov.680) presidida por Constantino Pogonato que tenía a su izquierda, en el lugar de [[honor]], a los [[legado]]s papales. [[Macario de Antioquía]] fue el único [[prelado]] que defendió el monotelismo y fue condenado en su momento como [[herejía |hereje]] (Vea [[Macario de Antioquía |MACARIO DE ANTIOQUÍA]]).  Las cartas de [[Papa San Agatón |San Agatón]] y del [[concilio]] romano insistían en las decisiones del [[Concilios de Letrán |Concilio de Letrán]], y afirmaban repetidamente la [[infalibilidad |inerrancia]] de la [[Sede Apostólica]].  Estos documentos fueron [[aclamación |aclamados]] por el concilio y aceptados por Jorge, el nuevo [[Patriarca y Patriarcado |patriarca]] de [[Constantinopla]], y por sus sufragáneos.  Macario se había remitido a [[Papa Honorio I |Honorio]]; y luego de su condena abrieron un paquete que él había enviado al emperador y en el encontraron las cartas de Sergio a Honorio y de Honorio a Sergio.  Puesto que eran similares al “Tipo”, ya declarado [[herejía |herético]], era inevitable condenarlas.
  
Está muy claro que S. Máximo y sus amigos constantinopolitanos S. Sofronio  y los obispos de Palestina, Sergio y sus sufragáneos, no sabían que la Sede Apostólica había sido comprometida  por las cartas de Honorio, pero la miraban como el único puesto de salvación. Igualmente en 646, los obispos de Africa y de las islas cercanas se reunieron en concilios, en cuyo nombre los primados de Numidia, Byzacene y Mauritania enviaron una carta común al papa Teodoro, quejándose de la Ecthesis: “Nadie puede dudar que en la Sede Apostólica hay una fuente inagotable manando aguas para todos los cristianos”. Etc. Adjuntan cartas al emperador y al patriarca Pablo, para que sean enviadas a Constantinopla por el papa. Tienen miedo de escribir directamente, porque el anterior gobernador, Gregorio (que había presidido la disputa entre S. Máximo y Pirro) se había rebelado y autoproclamado emperador y acababa de ser derrotado; esto era un golpe a la ortodoxia que dejaba en descrédito a Constantinopla. Víctor, elegido Primado de Cartago después de que se escribieran las cartas, añadió una suya.
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El [[Segundo Concilio de Constantinopla |Quinto Concilio]] había fijado el ejemplo de condenar a los escritores muertos, que habían muerto en comunión [[católico |católica]], pero Jorge sugirió que se perdonara a sus predecesores muertos y solo se [[anatema]]tizara su enseñanza.  Los [[legado]]s podrían haber salvado también el nombre de [[Papa Honorio I |Honorio]] si hubiesen concurrido en ello, pero evidentemente tenían instrucciones de [[Roma]] de no haber objeción a dicha condenación si pareciese [[necesidad |necesaria]].  El [[decreto]] [[dogma |dogmático]] final contiene las decisiones de los cinco [[Concilios Generales |concilios generales]] anteriores, condena la “Ectesis” y el “Tipo”, y a los [[herejía |herejes]] por nombre, incluyendo a Honorio, y “acogen con manos elevadas” las cartas del [[Papa San Agatón |Papa Agatón]] y su [[concilio]] (Vea [[Papa Honorio I |PAPA HONORIO I]]).    La proclama al emperador, firmada por todos los [[obispo]]s, declara que han seguido a Agatón  y él siguió la enseñanza apostólica.  “El príncipe de los [[apóstoles]] luchó con nosotros, pues para ayudarnos tuvimos a su imitador y [[Sucesión Apostólica |sucesor]] de su [[Cátedra de Pedro |silla]].  La antigua ciudad de Roma te ha ofrecido una confesión divinamente escrita e hizo brillar la luz  de los [[dogma]]s por el pergamino occidentalLa tinta brilló  y ¬¬[[San Pedro |Pedro]] habló a través de Agatón; y tú, el rey autócrata, votaste con el Todopoderoso que reina contigo”.   Todos los Padres firmaron también una carta para el [[Papa]].
  
Pablo, el patriarca a quien el emperador había sustituido por Pirro, no había sido reconocido por el papa Teodoro que le exigía que antes se juzgase a Pirro en un concilio ante dos representantes de la Santa Sede. La respuesta de Pablo se ha conservado: los puntos de vista que expresa son los de la Ecthesis, y los defiende refiriéndose a Honorio y Sergio. Teodoro pronunció sentencia de deposición contra él y Pablo respondió destruyendo el altar latino que pertenecía a la Santa Sede y que se conservaba en el Palacio de Placida en Constantinopla, para que los enviados papales no pudieran celebrar el Santo Sacrificio. Junto con muchos laicos y sacerdotes ortodoxos, los persiguió, encarceló, exiló etc.  
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El emperador puso en vigor el [[decreto]] en un extenso edicto en el que se hacía eco de las decisiones del [[concilio]], y añadió: “Estas son las enseñanzas de las voces de los [[Evangelios]] y de los [[apóstoles]], estas son las [[Doctrina Cristiana |doctrinas]] de los santos [[sínodo]]s y de las lenguas elegidas y  [[patrística]]s; estas se han conservado impolutas por [[San Pedro |Pedro]], la roca de la [[fe]], la cabeza de los apóstoles; y en esta fe vivimos y reinamos”.       La carta del emperador al [[Papa]] está llena de tales expresiones; como por ejemplo: “Gloria a [[Dios]], que hace cosas maravillosas, que ha mantenido la fe segura e ilesa entre ustedes.  Pues, ¿cómo no habría de hacerlo sobre esa roca en la que fundó su [[la Iglesia |Iglesia]], y [[profecía |profetizó]] que las puertas del [[infierno]], las emboscadas de los [[herejía |herejes]], no prevalecerían contra ella?      De ella, como desde la bóveda del [[firmamento |cielo]], fulguró la palabra de la [[verdad]]era confesión” etc. Pero [[Papa San Agatón |San Agatón]], obrador de muchos [[milagro]]s, había fallecido y no recibió la carta, así que quedó en manos de [[Papa San León II |San León II]] confirmar el concilio.  Así se unió de nuevo el Oriente al Occidente después de un [[cisma]] incompleto pero deplorable.
  
Pero Pablo, a pesar de esta violencia, no tenía intención de oponerse a las definiciones de Roma. Hasta ese momento Honorio había sido defendido allí; se decía que no había enseñado una voluntad y la prohibición de la Ecthesis de dos operaciones no era otra cosa que reforzar el camino que había aprobado Honorio y hasta el momento parecía que nada se había publicado oficialmente en Roma sobre el tema. Pablo, lógicamente creyó que sería suficiente si abandona a la enseñanza de una voluntad y prohibía toda referencia a una o dos voluntades así como a una o dos operaciones. Era difícil decir que eso iba contra las enseñanzas del papa Honorio. Sería una medida pacífica u oriente y occidente volverían a unirse.  
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Parecería que en 687 Justiniano II creía que el [[Tercer Concilio de Constantinopla |Sexto Concilio]] no se había puesto en vigor completamente, pues escribió al [[Papa Conón]] que había convocado a los enviados papales, a los [[Patriarca y Patriarcado |patriarcas]], [[metropolitano]]s, [[obispo]]s, senado y oficiales civiles y representantes de sus ejércitos y les hizo firmar las [[Actas Canónicas |actas]] originales que él había descubierto recientemente.  En 711 el trono fue tomado por Filípico Bardanés, que había sido [[discípulo]] del [[abad]] Esteban,  discípulo a su vez “o más bien líder” de [[Macario de Antioquía]].  Filípico restauró en los [[díptico]]s a  [[Papa Honorio I |Honorio]] y a los demás [[herejía |herejes]] condenados por el [[concilio]]; quemó las actas (privadamente, en el palacio), [[deposición |depuso]] al patriarca Ciro y mandó al destierro a varias [[persona]]s que se negaron a suscribirse a un rechazo del concilio.  Fue depuesto el 4 de junio de 713, y Anastasio II (713-15) restauró la [[ortodoxia]].  El [[Papa Constantino]] se había negado a reconocer a Bardanés. El patriarca intruso, Juan VI, le escribió una larga carta de apología en la que le explicó que se había sometido a Bardanés para prevenir males peores, y afirmó en muchas palabras la [[primacía]] de [[Roma]] sobre [[la Iglesia]] universal.  Este fue el final del monotelismo.
  
Pablo persuadió al emperador que retirara la Ecthesis, y que la sustituyera por la elaborada confesión de fe, una mera medida disciplinaria prohibiendo las cuatro expresiones bajo penas severas. Ninguno de los súbditos ortodoxos del emperador tenía permiso para disputar sobre ello, pero nadie que hubiera usado las expresiones en el pasado debía ser culpado. La trasgresión de esta ley significaría la deposición para los obispos, la excomunión para los monjes, pérdida de oficio y dignidades para los oficiales, multas para los laicos ricos y penas corporales y exilio permanente para los pobres.
 
  
Con esta cruel ley se liberaba de culpa a la herejía y se prohibía la ortodoxia. Se la conoce como Tipo de Constante. No es un documento monotelita porque prohíbe tanto esa herejía como la fe católica. La fecha está entre septiembre de 648 y septiembre de 649. El papa Teodoro murió el 5 de mayo del 649 y le sucedió S. Martín I en julio. En octubre el papa reunió un gran concilio en el Laterano al que asistieron 105 obispos. El discurso inaugural del papa relata la historia de la herejía y condena la Ecthesis, a Ciro, Sergio, Pirro, el Tipo (documento que defendía a los monotelitas). Juan IV había hablado de Sergio con respeto y Martín no menciona a Honorio porque era imposible defenderle si se iba a condenan el Tipo como herejía. Esteban de Dora, que visitaba Roma por tercera vez, presento un largo memorial, lleno de devoción a la Sede Apostólica. Una delegación de 37 abades que vivían cerca de Roma y que habían huido de los sarracenos desde sus lugres de Jerusalén, África, Armenia, Cilicia exigieron la condenación de Sergio, Pirro, Pablo y Ciro y que se anatematizase el Tipo por la Sede Apostólica.  
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'''Bibliografía''':  :  Las principales autoridades antiguas para el conocimiento de los monotelitas son las actas del Concilio de Letrán y del Sexto Concilio, las obras de San Máximo Confesor y Anastasio del Sinaí, las Collectanea de Anastasio Bibliotecario.  Solo unas pocas obras posteriores merecen ser mencionadas: COMBÉFIS, Auctarium novum, II (Historia Monothelitarum et Dissertatio apol. pro actis VI synodi (Paris, 1648); PETAVIUS, De Incarnatione, VIII, IX; HEFELE, Hist. De los Concilios); BARDENHEWER, Ungedruckle Excerpte aus einer Schrift des Patriarchen Eulogius von Alexandria (en Theolog. Quartalschrift, 1896, no. 78); OWSEPIAN, Die Entstehungsgeschichte des Monotheletismus nach ihren Quellen geprüft (Leipzig, 1897). Ver también [[Papa Honorio I |PAPA HONORIO I]] Y [[San Máximo de Constantinopla |SAN MÁXIMO DE CONSTANTINOPLA]].
  
Los documentos heréticos leídos eran parte de una carta de Teodoro de Faran, la séptima proposición de Ciro, la carta de Sergio a Ciro y extractos de los sínodos celebrados por Sergio y Pirro ( que ahora se había retractado de su  arrepentimiento) y la aprobación de la Ecthesis por Ciro. La carta de Sergio a Honorio no se leyó, ni se dijo nada de la correspondencia de éste con Sergio. S. Martín hizo un resumen y después se leyó la carta de Pablo al papa Teodoro y el Tipo9. El concilio admitió la buena intención de este documento ( para salvar al emperador y condenar a Pablo), pero lo declaró herético por prohibir la enseñanza  de dos operaciones y dos voluntades. Se leyeron numerosas citas de los Padres y de escritores monofisitas y se acordaron veinte cánones,; el número dieciocho condena a Teodoro de Faran a, Ciro, Sergio, Pablo,  la  Ecthesis y el Tipo, bajo anatema. Todos firmaron una carta al emperador y se envió a toda la iglesia una encíclica en nombre de S. Martín y del concilio, dirigida a todos los obispos, sacerdotes, diáconos, abades, monjes, ascetas y a la totalidad de la Iglesia católica. Fue una condena final y completa de la política constantinopolitana. Roma había hablado ex cátedra.
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'''Fuente:''' Chapman, John. "Monothelitism and Monothelites." The Catholic Encyclopedia. Vol. 10, pp. 502-508.   New York: Robert Appleton Company, 1911. 23 abril. 2020 <http://www.newadvent.org/cathen/10502a.htm>.
  
Esteban Dora había sido nombrado vicario papal en oriente, pero por error no se le había dicho que además de deponer a los obispos herejes debía poner en su sitio a obispos ortodoxos, Entonces, el papa encargó de esto  a Juan, obispo de Filadelfia en Palestrina al que se ordenó nombrar obispos, sacerdotes y diáconos en los patriarcados de Antioquía y Jerusalén. Martín envió cartas a esos patriarcados y a Pedro, el gobernador, al parecer,  pidiéndole que apoyara a su vicario. Este Pedro era amigo y corresponsal de S. Máximo. El papa depuso a Juan. arzobispo de Tesalónico y declaró nulos e inválidos los nombramientos de Macario de Antioquía y Pedro de Alejandría.
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Traducido por Pedro Royolmhm
 
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Constante contestó haciendo que secuestraran a S. Martín en Roma, llevándolo prisionero a Constantinopla. El santo rehusó aceptar la Ecthesis, y después de muchos sufrimientos, muchos de los cuales ha narrado el mismo en un emotivo documento, murió mártir en Crimen en marzo de 655 (Ver Papa Martín I). S, máximo (622) su discípulo el monje Atanasio, otro Atanasio, envidado del papa, murieron por los malos tratos, mártires por causa de su ortodoxia y devoción a la Sede Apostólica.
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Mientras S. Martín era insultado y torturado en Constantinopla, el patriarca Pablo moría”: ¡Ay, esto aumentará la severidad de mi juicio! decía al emperador cuando le visitaba. Esto llevó a Constante a mantener de momento al papa con vida. Cuando murió Pablo, Pirro fue repuestoPedro, su sucesor, envió una carta ambigua al papa Eugenio, en la Que no mencionaba dos operaciones, observando así las prescripciones del Tipo. El pueblo romano se amotinó cuando fue leída en Sta. María la Mayor y no permitió que el papa siguiera celebrando la misa hasta que prometiera  que iba a rechazar la carta.
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Constante envió una carta al papa por manos de un tal Gregorio, con un regalo para S. Pedro. El rumor en Roma era que  los legados papales aceptarían una declaración de “una y dos voluntades” (dos por las naturalezas, una por la unión). S Máximo rehusó creer esos informes. De hecho Pedro escribió al papa Vitaliano (657-672) profesando “una y dos voluntades y operaciones” y añadiendo citas mutiladas de los Padres, pero la explicación era completamente insatisfactoria, probablemente porque era una excusa para mantener el Tipo.
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En 663 Constante fue a Roma, intentado hacer de ella su residencia, debido a su poca popularidad en Constantinopla, porque además de asesinar a un papa proscribir la fe ortodoxa, había asesinado a su hermano Teodosio. El papa le recibió con los debidos honores y Constante, que había rehusado confirmar las elecciones de Martín y Eugenio, ordeno que el nombre de Vitaliano se inscribiera en los dípticos de Constantinopla. No se hizo mención del Tipo.
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Sin embargo Roma no le gustó a Constante y después de saquear las iglesias, se retiró a Sicilia donde oprimió al pueblo, Fue asesinado en su baño en 668. Vitaliano se opuso vigorosamente a la rebelión de Sicilia y Constantino Pogonato, el nuevo emperador encontró la isla en paz a su llegada. No parece que le interesara el Tipo que no fue aplicado, aunque no abolido, ya que estuvo completamente ocupado en la guerra contra los sarracenos hasta 678, año en el que decidió reunir un gran concilio para poner fin a los que le parecía  una lucha entre las sedes de Roma y Constantinopla. En este sentido escribió al papa Dono (676-78), que ya había muerto. Su sucesor S. Agatón reunió un sínodo en Roma y ordeno que se celebraran otros en occidente. Así se produjo un retraso de dos años y los patriarcas herejes Teodoro de Constantinopla  y Macario de Antioquía aseguraron al emperador que el papa depreciaba a los orientales y a su monarca e intentaron, aunque sin éxito, borrar el nombre de Vitaliano de los dípticos. El emperador pidió que al menos tres representantes de Roma fueran enviados, con doce arzobispos u obispos de occidente y cuatro monjes de cada uno de los monasterios griegos de occidente, quizás como intérpretes. También envió a Teodoro al exilio, quizás porque era un obstáculo para la reunión.
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La primera sesión del Sexto Concilio Ecuménico, tuvo lugar en Constantinopla (7 nov.680) presidiendo Constantino Pogonato que tenía a su izquierda, en el lugar de honor, a los legados papales. Macario de Antioquía fue el único prelado que defendió el monotelismo y fue condenado en su momento como hereje (ver MACARIO DE ANTIOQUIA).
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las cartas de S.Agatón y del concilio romano insistían en las decisiones del concilio laterano, y afirmaban repetidamente la inerrancia de la Sede Apostólica. Estos documentos fueron aclamados por el concilio y aceptados por Jorge, el nuevo patriarca de Constantinopla, y por sus sufragáneos. Macario había apelado a Honorio y cuando fue condenado se abrió un paquete que había entregado al emperador y en que se hallaban las cartas de Sergio a Honorio y de Honorio a Sergio. Puesto que eran similares al Tipo, ya declarado herético, era inevitable condenarlas. El quinto concilio había puesto el ejemplo de condenación de escritores fallecidos, que habían muerto en la comunión católica, pero Jorge sugirió  que sus predecesores muertos  fueran olvidados y solo se condenara su doctrina.
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Los legados pudieran haber salvado el nombre de Honorio como se había acordado pero evidentemente tenían directrices de Roma para no poner objeciones a su condena si se estimaba necesaria. El decreto dogmático final contiene las decisiones de los cinco concilios generales precedentes, condena la Ecthesis y el Tipo,  y a los herejes por su nombre, incluyendo a Honorio, y “saluda con las manos alzadas” las cartas del papa Agatón y su concilio (ver HONORIO I, papa). El escrito al emperador, firmado por todos los obispos, declara que han seguido a Agatón  y las enseñanzas apostólicas. “El príncipe de los Apóstoles luchó con nosotros, porque para asistirnos teníamos a su imitador y al sucesor de su silla. La antigua ciudad de Roma te ha ofrecido una confesión divinamente escrita y se ha hecho la luz  del día de los dogmas gracias al pergamino occidental. Y la tinta brilló  y a través de Agaton hablo Pedro; y tu el rey autócrata, votaste con el Todopoderoso que reina contigo”,
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Todos los Padres firmaron también una carta para el papa. El emperador dio trámite al decreto en un edicto largo en el que se hace eco e la decisión del concilio, añadiendo: “Estas son las enseñanzas de las voces de los Evangelios y de los Apóstoles, estas son las doctrinas del santo sínodo y de las lenguas elegidas y  patrísticas que se han preservado sin fallo, por Pedro, la roca de la fe, la cabeza de los Apóstoles y en esta fe vivimos y reinamos”.
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La carta del emperador al papa está llena de expresiones similares, como por ejemplo:” Gloria a Dios, que hace cosas maravillosas, que ha mantenida segura la fe entre vosotros sin daño y ¿por qué no había de hacerlo sobre al roca en la que ha fundado su Iglesia y profetizado que las puertas del infierno, las emboscadas de los herejes, no prevalecerán contra ella?
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De ella, como un relámpago desde la bóveda celeste salio la palabra de la verdadera confesión” etc. Pero S. Agatón, realizador de muchos Milagros, había fallecido y no recibió la carta así que quedó en manos de S. León II confirmar el concilio. Así se unió de nuevo el oriente al occidente después de un cisma incompleto pero deplorable.
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Al parecer, Justiniano II creía en 687 que el sexto concilio no había sido completamente aplicado, porque escribió al papa Conon que había convocado a los enviados papales, a los patriarcas, metropolitanos , obispos , senado y oficiales civiles y representantes de sus ejércitos y les hizo firmar el acta original que se había descubierto recientemente.
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En 711 el trono fue tomado por Filípico Bardanes, que había sido discípulo del abad Esteban,  discípulo a su vez “o mas bien líder” de Macario de Antioquía. Restauró en los dípticos a  Honorio y los demás herejes condenados por el concilio; quemó las actas (privadamente, en el palacio), depuso al patriarca Ciro y mandó al destierro a varias personas que se regaron a rechazar el concilio. El 4 de junio de 713, cayó y Anastasio II  (713-15) restauró la ortodoxia. El papa Constantino se había negado a reconocer a Bardanes. El patriarca intruso, Juan VI, le escribió una larga carta de apología, explicando que se había sometido a Bardanes para evitar males mayores y afirmando con muchas palabras la primacía de Roma sobre la Iglesia Universal. Esto fue el fin del Monotelismo
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Las principales Fuentes para el conocimiento de los Monotelitas son las actas del concilio  Laterano y del sexto concilio, las obras de S. Máximo Confesor y Anastasio del Sinaí, las Collectanea de of Anastasio Bibliotecario.  Solo unas pocas obras posteriores merecen ser mencionadas: COMBÉFIS, Auctarium novum, II (Historia Monothelitarum et Dissertatio apol. pro actis VI synodi (Paris, 1648); PETAVIUS, De Incarnatione, VIII, IX; HEFELE, Hist. De los Concilios); BARDENHEWER, Ungedruckle Excerpte aus einer Schrift des Patriarchen Eulogius von Alexandria (en Theolog. Quartalschrift, 1896, no. 78); OWSEPIAN, Die Entstehungsgeschichte des Monotheletismus nach ihren Quellen geprüft (Leipzig, 1897). Ver también HONORIO I PAPA Y MAXIMO DE CONSTANTINOPLA.
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JOHN CHAPMAN.
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Transcrito por Douglas J. Potter, dedicado al sagrado corazón de Jesus
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Traducido por Pedro Royo
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Última revisión de 20:42 26 abr 2020

Monotelismo (a veces escrito monoteletes, de monotheletai, pero la eta se translitera más naturalmente al latín tardío como i) fue una herejía del siglo VII, condenada en el Sexto Concilio General. Fue esencialmente una modificación del monofisismo, propagada dentro de la Iglesia Católica para reconciliar a los monofisitas, con esperanzas de reunión.

La Cuestión Teológica

Los monofisitas eran habitualmente representados por sus oponentes católicos como negadores de toda realidad de la naturaleza humana de Cristo después de la unión. Esta era quizás una deducción lógica de su lenguaje, pero estaba muy lejos de ser la verdadera enseñanza de sus principales doctores. Pero al menos es cierto que hacían que la unidad de Cristo (en la que insistían contra los nestorianizantes reales y supuestos) implicara solo un principio de intención y voluntad y solamente una clase de actividad u operación (energeia). Les parecía que la personalidad se manifestaba en la voluntad y en la acción; y pensaban que una sola personalidad debía suponer una sola voluntad y una sola categoría de acción. La Persona de Cristo, al ser divino-humana, debía por lo tanto constar de una voluntad divino-humana y una actividad divino-humana (vea EUTIQUIANISMO, MONOFISISMO).

Las Dos Voluntades

En todo caso, la doctrina católica es simple en sus líneas principales. La facultad de la voluntad es una parte integral de la naturaleza humana; por consiguiente nuestro Señor tenía una voluntad humana, puesto que tomó una naturaleza humana perfecta. Su voluntad divina, por otra parte, es numéricamente una con la del Padre y el Espíritu Santo. Por lo tanto, es necesario reconocer dos voluntades en Cristo.

Pero si la palabra voluntad se toma no como la facultad sino como la decisión tomada por la voluntad (la voluntad deseada, no la voluntad que desea) entonces es verdad que las dos voluntades siempre actuaron en armonía: había dos voluntades dispuestas y dos actos, pero un objeto, una voluntad querida; en la frase de San Máximo había duo thelemata aunque mia gnome. La palabra voluntad se usa también para denotar no la decisión de la voluntad sino una mera veleidad o deseo, voluntas ut natura (thelesis) como opuesta a voluntas ut ratio (boulesis). Estos son solo dos movimientos de la misma facultad; ambos existen en Cristo sin imperfección alguna, y el movimiento natural de su voluntad humana está perfectamente sujeto a su movimiento racional o libre.

Por último, al apetito sensitivo también a veces se le llama voluntad. Es una parte integral de la naturaleza humana, y por lo tanto existe en la naturaleza humana perfecta de Jesucristo, pero sin ninguna de las imperfecciones inducidas por el pecado original o actual: Él no puede tener pasiones (en el sentido de la palabra que implica una rebelión contra la razón), ni concupiscencia, ni “voluntad de la carne”. Por lo tanto, esta “voluntad inferior” se ha de negar en Cristo, en la medida en que es llamada voluntad, porque se resiste a la voluntad racional (fue en este sentido que Juan IV dijo que Honorio había negado que Cristo tuviese una voluntad inferior); pero ha de admitirse en Él en la medida en que se llama voluntad, porque obedece a la voluntad racional y así es voluntas per participationem: de hecho, en este sentido el apetito sensual es llamado voluntad más apropiadamente en Cristo que en nosotros pues quo perfectior est volens, eo magis sensualitas in eo de voluntate habet.

Pero el sentido estricto de la palabra voluntad (voluntas, thelema) es siempre la voluntad racional, el libre albedrío. Por ello es correcto decir que en Cristo hay solo dos voluntades: la divina, que es de naturaleza divina y la voluntad humana racional, que actúa siempre en armonía y en libre sujeción a la voluntad divina. La negación por los herejes de más de una voluntad en Cristo implicaba necesariamente que su naturaleza humana fuese incompleta. Confundían la voluntad como facultad con la decisión de la facultad. Argüían que dos voluntades debían significar dos voluntades contrarias, lo que muestra que no podían concebir dos facultades distintas que tuvieran el mismo objeto.

Más aún, vieron correctamente que la voluntad divina es el principio de gobierno esencial, to hegemonikon, pero una voluntad humana libre actuando bajo su guía les parecía ociosa. Pero esta omisión impide que los actos del Señor sean libres, que sean actos humanos, que sean meritorios y de hecho hace que su naturaleza humana no sea otra cosa que un instrumento irracional e irresponsable de la Divinidad —una máquina, de la que la Divinidad es la fuerza motriz. Para Severo el conocimiento de Nuestro Señor era de forma similar de una clase —solo tenía conocimiento divino y no facultad cognitiva humana. Estas conclusiones acérrimas no fueron contempladas por los inventores del monotelismo y Sergio simplemente negó las dos voluntades para afirmar que no había repugnancia en la naturaleza humana de Cristo ante los impulsos de la divina y ciertamente no vio las consecuencias de sus desastrosas enseñanzas.

Las Dos Operaciones

La operación o energía, actividad (energeia, operatio) es paralela a la voluntad, en que solo hay una actividad de Dios, ad extra, común a las tres Personas; mientras que en Cristo hay dos operaciones debido a sus dos naturalezas. Aquí no se emplea la palabra energeia en el sentido aristotélico (actus, en oposición a potentia, dynamis), pues esta sería prácticamente idéntica a esse ( existentia), y es una pregunta abierta entre los teólogos católicos si en Cristo hay una o dos esse. Ni energeia significa simplemente la action (según Vázquez afirmó erróneamente, seguido por Lugo y otros), sino la facultad de acción, incluido el acto de la facultad. Petavio no tiene dificultad en refutar a Vázquez, al referirse a los escritores del siglo VII, pero él mismo habla de duo genera operationum como equivalente de duo operationes , lo que introduce una desafortunada confusión entre energeia y praxeis o energemata, es decir, entre la facultad de acción y las múltiples acciones producidas por la facultad. Esta confusión de términos es frecuente en los teólogos posteriores y ocurre en los antiguos, por ejemplo, San Sofronio.

Las acciones de Dios son innumerables en la Creación y en la Providencia, pero su energeia es una, pues tiene una naturaleza de las Tres Personas. Las varias acciones del Hijo encarnado proceden de dos claras e inconfundibles energeiai , porque Él tiene dos naturalezas. Todas son las acciones de un sujeto (agente o principium quod ), pero son o divinas o humanas según la naturaleza (principium quo ) que las produce. Por lo tanto, los monofisitas tenían razón al decir que todas las acciones, humanas y divinas, del Hijo encarnado deben ser referidas a un agente que es el Dios-hombre; pero estaban errados al inferir que en consecuencia sus acciones, tanto humanas como divinas, deben ser llamadas “teándricas” o “divino-humanas”, y deben proceder de una sola energeia divino-humana (N. del T: teándrico: adjetivo que se refiere al estado de ser tanto divino como humano, especialmente respecto a Cristo). San Sofronio, y después de él San Máximo y San Juan Damasceno, mostraron que las dos energeia producen tres clases de acciones, puesto que las acciones son complejas, y algunas son por lo tanto mezclas de la humana y la divina:

(1) Hay acciones divinas ejercidas por Dios Hijo en común con el Padre y el Espíritu Santo (por ejemplo, la Creación de almas o la conservación del universo) en las que su naturaleza humana no toma parte en absoluto, y estas no pueden ser llamadas divino-humanas, pues son puramente divinas. Es verdad que es correcto decir que un niño gobernaba el universo (por la communicatio idiomatum), pero esto es cosa de palabras, y es una predicación accidental, no formal. —El que se hizo niño gobierna el universo como Dios, no como niño y por una actividad que es totalmente divina, no divino-humana.

(2) Hay otras acciones divinas que el Verbo Encarnado ejerció en y a través de su naturaleza humana, como resucitar a los muertos con una palabra, curar a los enfermos a través del tacto. Aquí la acción divina se distingue de las acciones humanas de tocar o hablar, a pesar de que las utiliza, pero a través de esa intima conexión la palabra “teándrica” no está fuera de lugar para todo el acto complejo, mientras que la acción divina según ejercida a través del humano puede ser llamada formalmente teándrica, o divino-humana.

(3) Es más, hay acciones puramente humanas de Cristo, tales como caminar o comer, pero estas se deben al libre albedrío humano, actuando en respuesta a una moción de la voluntad divina. Estas son producidas por la potentia humana, pero bajo la dirección de la divina. Por consiguiente son llamadas también teándricas, pero en un sentido diferente –son materialmente teándricas, humano-divinas. Hemos visto que la palabra “téandrica” no se puede aplicar en absoluto a algunas de las acciones de nuestro Señor; a algunas puede aplicarse en un sentido y a otras en diferentes sentidos. El Concilio de Letrán de 649 anatematizó la expresión una deivirilis operation, mia theandrike energeia , por la cual se realizan todas las acciones divinas y humanas. Es desafortunado que el respeto por los escritos de Dionisio el Pseudo-Areopagita ha impedido a los teólogos proscribir totalmente la expresión deivirilis operatio . Se ha mostrado arriba que es correcto hablar de deiviriles actus o actiones o energemata . La kaine theandrike energeia de Pseudo-Dionisio fue defendida por Sofronio y Máximo como una referencia a la energeia divina cuando produce los actos mixtos (formalmente teándricos); así “teándrico” se convierte en un epíteto correcto de la operación divina bajo ciertas circunstancias, y eso es todo.

Aunque los monofisitas hablaban en general de “una operación teándrica”, sin embargo un discurso de San Martín en el C0ncilio de Letrán nos dice que un tal Coluto ni siquiera se atrevía a ir tan lejos, pues temía que “teándrico” dejase alguna operación a la naturaleza humana; prefería la palabra thekoprepes, Deo decibilis (Mansi, X, 982). La negación de dos operaciones, aún más que la negación de dos voluntades, hace a la naturaleza humana de Cristo el instrumento inanimado de la voluntad divina. Santo Tomás señala que aunque un instrumento participa en la acción del agente que lo usa, hasta un instrumento inanimado tiene una actividad propia; mucho más la naturaleza humana racional de Cristo tiene una operación propia bajo la más elevada moción que recibe de la divinidad. Pero por medio de esta elevada moción las dos naturalezas actúan en concierto, según las famosas palabras de San León en el Tomus: ”"Agit enim utraque forma cum alterius communione quod proprium est; Verbo scilicet operante quod Verbi est, et carne exsequente quod carnis est. Unum horum coruscat miraculis, aliud succumbit injuriis" (Ep. 28, 4). Estas palabras fueron citadas por Ciro, Sergio, Sofronio, Honorio, Máximo, etc., y jugaron una parte importante en la controversia.

Esta intercomunicación de las dos operaciones se desprende de la doctrina católica del perichoresis, circuminsessio, de las dos naturalezas inseparables y sin confusión, como leemos de nuevo en San León: "Exprimit quidem sub distinctis actionibus veritatem suam utraque natura, sed neutra se ab alterius connexione disjungit" (Serm. liv, 1). San Sofronio (Mansi, XI, 480 ss.) y San Máximo (Ep. 19) expresaron esta verdad en el mismo comienzo de la controversia así como más adelante; y San Juan Damasceno insiste en ella. Santo Tomás (III, Q. XIX, a. 1) lo explica bien:: "Motum participat operationem moventis, et movens utitur operatione moti, et sic utrumque agit cum communicatione alterius". Krüger y otros han dudado de si se podía decir que la cuestión de las dos operaciones estaba ya decidida en tiempos de Justiniano (como afirmaba Loof). Pero parece que las palabras de San León, aún las anteriores, eran suficientemente claras. Los escritos de Severo de Antioquía asumían que sus oponentes católicos defenderían las dos operaciones y un oscuro monje del siglo VI, Eustasio (De duabus naturis, P. G., LXXXVI, 909) acepta la expresión. Muchas de las numerosas citas que los Padres griegos y latinos presentaron en el Concilio de Letrán y en otras ocasiones no son concluyentes, aunque algunas de ellas son bastante claras. Teólogos realmente conocedores como Sofronio y Máximo no tenían dudas, aunque Ciro y Honorio estaban confundidos. El patriarca [San Eulogio de Alejandría |Eulogio de Alejandría]] (580-607) había escrito contra los que enseñaban una sola voluntad, pero Ciro y Sergio no conocían esa obra.

Historia

Sergio, patriarca de Constantinopla (610-638), relata así el origen de la controversia monotelita en su carta al Papa Honorio. Cuando en el curso de la guerra que comenzó hacia 619, el emperador Heraclio vino a Teodosiópolis (Erzeroum) en Armenia (alrededor de 622), un monofisita llamado Pablo, líder de los acéfalos, pronunció ante él un discurso a favor de su herejía. El emperador le refutó con argumentos teológicos e incidentalmente hizo uso de la expresión “una operación” de Cristo. Más tarde (hacia 626), preguntó a Ciro, obispo de Fasis y metropolitano de Lazi, si sus palabras eran correctas. Ciro no estaba seguro y, por orden del emperador, escribió pidiendo consejo a Sergio, en el que Heraclio tenía mucha confianza. Sergio en respuesta le envió una carta que se decía escrita por Menas de Constantinopla al Papa Vigilio y aprobada por éste, en la que se citaba a varias autoridades a favor de una operación y una voluntad. Luego se declaró que esta carta era una falsificación y fue aceptada como tal en el Sexto Concilio General.

Nada más ocurrió, según Sergio, hasta que en junio de 631 el emperador promovió a Ciro a la Sede de Alejandría. Todo Egipto era entonces monofisita y estaba continuamente amenazado por los sarracenos. Heraclio sin duda estaba ansioso por unirlos a todos a la Iglesia Católica, pues el país estaba muy debilitado por las disensiones de los herejes entre sí y por su animosidad contra la religión oficial. Emperadores anteriores habían hecho esfuerzos para lograr la unión, pero en el siglo V los Papas condenaron el Henoticon de Zenón, pero no había satisfecho a todos los herejes y la condena de los Tres Capítulos en el siglo VI casi había causado un cisma entre Oriente y Occidente sin por lo menos aplacar a los monofisitas.

Por el momento Ciro fue más exitoso. Imaginando, sin duda , según hacían todos los católicos, que el monofisismo implicaba la afirmación de que la naturaleza humana de Cristo era una no-entidad después de la unión, le encantó que los monofisitas aceptaran una serie de nueve “capitula” en los que se afirmaba la formula “en dos naturalezas” de Calcedonia, “una hipóstasis compuesta” y physike kai kath hypostasin enosis, junto con los adverbios asygchytos, atreptos, analloiotos. Se cita a San Cirilo, el gran doctor de los monofisitas; y todo es satisfactorio hasta que en la séptima proposición se habla de Nuestro Señor como “realizando sus obras humanas y divinas mediante una operación teándrica, según el divino Dionisio”. Los críticos modernos toman esta famosa expresión de Dionisio el Pseudo-Areopagita para mostrar que escribió bajo influencias monofisitas. Pero Ciro creía que era una expresión ortodoxa, usada por Menas y aprobada por el Papa Vigilio. Por lo tanto, salió triunfante en aquel retorno a la Iglesia de un gran número de monofisitas teodosianos, de manera que, como lo parafrasea Sergio, toda la gente de Alejandría y de casi todo Egipto, la Tebaida y Libia eran de una sola voz y, mientras que antes no querían ni oír el nombre del Papa León ni del Concilio de Calcedonia, ahora los aclamaban a gritos en los santos misterios. Pero los monofisitas vieron con más claridad y Anastasio del Monte Sinaí nos dice que presumían de que “no habían comulgado con Calcedonia, sino Calcedonia con ellos, al reconocer una naturaleza de Cristo a través de una operación.”

Por aquel tiempo estaba en Alejandría San Sofronio, un monje muy venerado de Palestina, que pronto sería patriarca de Jerusalén. Él se oponía firmemente a la expresión "una operación", y no convencido por la forma en que Ciro la defendió, se fue a Constantinopla, e instó a Sergio, por cuyo consejo se había utilizado la expresión, que se debía retirar el séptimo capitulum. Sergio consideró esto demasiado difícil, pues destruiría la gloriosa unión conseguida; pero quedó tan impresionado que escribió a Ciro y le dijo que en el futuro sería bueno dejar de utilizar las dos expresiones, “una operación “ y “ dos operaciones”, y que creía necesario referir todo el asunto al Papa. (Hasta aquí la propia historia de Sergio.)

Este último procedimiento debe llevarnos a no juzgar muy duramente a Sergio. Puede ser una invención el que sus padres fuesen monofisitas (así Atanasio del Sinaí), pero en todo caso se oponía a los monofisitas, y basó su defensa de “una operación” en las citas de los Padres en la carta espuria de su predecesor ortodoxo Menas, de quien él creía que había recibido la aprobación del Papa Vigilio. Era un político que evidentemente conocía poco de teología. Pero él tenía que responder por más de lo que admitió. Al principio Ciro no había estado realmente dudoso. Su carta a Sergio explica cortésmente que había dicho que el emperador estaba equivocado y había citado las famosas palabras de San León en el Tomus a Flaviano: "Agit utraque natura cum alterius communione quod proprium est" como claramente definitorios de dos operaciones distintas pero inseparables. Sergio fue responsable de llevar a Ciro al error al enviarle la carta de Menas.

Además, San Máximo nos dice que Sergio le había escrito a Teodoro de Farán pidiéndole su opinión; Teodoro estuvo de acuerdo. (Es probable que Esteban de Dora se equivocara al creer que Teodoro era un monotelita ante Sergio). También influyó sobre el severino Pablo el Tuerto, el mismo que había disputado con Heraclio. Le había solicitado a Jorge Arsas, un monofisita seguidor de Pablo el Negro de Antioquía, que le proveyera autoridades para “una operación”, y le dijo en su carta que estaba preparado para lograr la unión sobre esa base. El alejandrino San Juan Limosnero (609-616) había obtenido esta carta de la propia mano de Arsas, y solo la irrupción de los sarracenos (619) le impidió usarla para conseguir la deposición de Sergio.

En su carta a Honorio, Sergio desarrolla sin saberlo otra herejía. Admite que “una operación“, aunque utilizada por unos pocos Padres, es una expresión extraña, y podría sugerir la negación de la unión sin confusión de las dos naturalezas. Pero las “dos operaciones” son también peligrosas, pues sugieren “dos voluntades contrarias, como cuando el Verbo de Dios deseaba realizar su Pasión salvadora, su humanidad se resistía y contradecía su voluntad, y así se introducirían dos voluntades contrarias, lo cual es impío, pues es imposible que en el mismo sujeto haya dos voluntades a la vez y contrarias entre sí en cuanto a la misma cosa”. Hasta aquí está en lo correcto; pero continúa: ”Pues la doctrina salvadora de los santos Padres enseña claramente que la carne intelectualmente animada del Señor nunca realiza su movimiento natural aparte de, y por su propio ímpetu de forma contraria a, la dirección del Verbo de Dios hipostáticamente unido a ella, sino solo en el momento, a la manera y en la medida que el Verbo de Dios lo desea”, de la misma manera que nuestro cuerpo es movido por nuestra alma racional.

Aquí Sergio habla de la voluntad natural de la carne y de la voluntad divina, pero no menciona el más alto libre albedrío, que de hecho está totalmente sometido a la voluntad divina. Se puede entender que él incluye esta voluntad intelectual en “ la carne intelectualmente animada”, pero su pensamiento no es claro y sus palabras expresan simplemente la herejía de una sola voluntad. Concluye que es mejor confesar simplemente que “el único engendrado Hijo de Dios, que es verdaderamente Dios y Hombre, obra tanto las obras divinas como las humanas, y de un solo y mismo Verbo de Dios encarnado proceden indivisible e inseparablemente tanto las operaciones divinas como las humanas, como enseña San León: Agit enim utraque, etc." Si estas palabras y la cita de León quieren decir algo, es dos operaciones, pero el error de Sergio consiste precisamente en desaprobar esta expresión.

Hay que tener siempre en cuenta que la precisión teológica es una cuestión de definición y la definición es un asunto de palabras. La prohibición de las palabras correctas es siempre herejía, aunque el autor de la prohibición no tenga intención herética y esté simplemente confundido o poco perspicaz. Honorio replicó reprobando a Sofronio y alabando a Sergio por rechazar su “nueva expresión “de “dos operaciones”. Aprobó las recomendaciones de Sergio y no censura los capitula de Ciro. En un punto va más allá que cualquiera de ellos pues usa las palabras: “De donde reconocemos una Voluntad de nuestro Señor Jesucristo”. Podemos creer fácilmente en el testimonio del abad Juan Simponio, que escribió la carta para Honorio, de que él intentaba solo negar una voluntad inferior de la carne en Cristo que contradecía a su voluntad superior y que no se estaba refiriendo en absoluto a su divina voluntad, pero en conexión con la carta de Sergio tal interpretación es apenas la más obvia. Está claro que Honorio no era un hereje intencionado más que Sergio, pero estaba igualmente incorrecto en su decisión, y su posición hizo que el error fuera más desastroso. En otra carta a Sergio dice que ha informado a Ciro de que las nuevas expresiones, una y dos operaciones, han de ser abandonadas, ya que su uso es muy tonto.

En uno de los últimos cuatro meses de 638 se le dio efecto a la carta del Papa mediante la publicación de una “Exposición“ compuesta por Sergio y autorizada por el emperador; es conocida como la “Ectesis de Heraclio”. Sergio murió el 9 de diciembre, pocos días después de haber celebrado un concilio en que se aclamó a la “Ectesis” como “verdaderamente de acuerdo con la enseñanza apostólica”, palabras que parecen referirse a que estaba basada en la carta de Honorio. Ciro recibió las noticias de este concilio con gran alegría. La “Ectesis” misma es una completa profesión de fe según los cinco concilios generales. Su peculiaridad consiste en añadir una prohibición de la expresión una y dos operaciones, y la afirmación de una voluntad en Cristo no sea que se afirmen dos voluntades contrarias. La carta de Honorio había sido un documento serio, pero no una definición de fe vinculante para toda la Iglesia. La “Ectesis” fue una definición, pero Honorio no tuvo conocimiento de ella, pues había muerto el 12 de octubre.

Los enviados que vinieron a solicitar la confirmación del emperador para el nuevo Papa, Severino, rehusaron recomendarle la “Ectesis” a este último, pero prometieron presentársela para su juicio (vea MÁXIMO DE CONSTANTINOPLA). Severino, no consagrado hasta mayo de 640, murió dos meses después, pero no sin haber condenado la “Ectesis”. Juan IV, que le sucedió en diciembre, no perdió tiempo en reunir un sínodo para condenarla formalmente. Cuando Heraclio, que solo había intentado dar efecto a la enseñanza de Honorio, oyó que el documento había sido rechazado en Roma, no lo reconoció como propio y le echó la culpa a Sergio. Heraclio murió en febrero de 641.

El Papa escribió al hijo mayor de Heraclio, diciéndole que ahora sin duda la “Ectesis” se retiraría y pidió disculpas por el Papa Honorio que no había querido enseñar una voluntad humana en Cristo. San Máximo Confesor publicó una defensa similar de Honorio, pero ninguno de estos dos apologistas dicen nada del error inicial, la prohibición de “las dos operaciones”, que pronto se iba a convertir de nuevo en el principal punto de controversia. De hecho, sobre este punto ya no era posible defender a Honorio. Pero Pirro, el nuevo patriarca de Constantinopla, era defensor de la “Ectesis” y la confirmó en un gran concilio, el cual, sin embargo, San Máximo reprueba como convocado irregularmente. Tras la muerte de Constantino III y el exilio de su hermano Heracleonas, Pirro mismo fue exiliado a África donde fue persuadido, en una famosa controversia con San Máximo, a renunciar a la apelación a Vigilio y a Honorio y a condenar la “Ectesis”; viajó a Roma y se sometió al Papa Teodoro, pues Juan IV había muerto en octubre de 642.

Mientras tanto no faltaban las protestas en Oriente. San Sofronio quien, tras haberse convertido en patriarca de Jerusalén (murió antes que Sergio) publicó en su entronización una defensa formal del dogma de las dos operaciones y dos voluntades, la que luego fue aprobada por el Sexto Concilio. Este notable documento fue la primera exposición completa de la doctrina católica. Fue enviada a todos los patriarcas y San Sofronio solicitó humildemente correcciones. Sus referencias a San León son interesantes, especialmente su declaración: “Acepto todas sus cartas y enseñanzas como procedentes de la boca de Pedro el Corifeo y las beso y las abrazo con toda mi alma”. Más adelante habla de que recibe las definiciones de San León como las de San Pedro, y las de San Cirilo como las de Marcos. Además reunió una colección de los testimonios de los Padres a favor de dos operaciones y dos voluntades.

Finalmente envió a Roma a Esteban, obispo de Dora, el primer obispo del patriarcado, que nos ha dejado una conmovedora descripción de la manera en la que el santo le llevó al sagrado lugar del Calvario y allí le dijo: “Rendirás cuentas al Dios que fue crucificado por nosotros en este lugar sagrado, en su venida gloriosa y terrible cuando venga a juzgar a los vivos y a los muertos, si retrasas y permites que su fe esté en peligro, puesto que, como sabes, yo he permitido debido a la invasión de los sarracenos que ha caído sobre nosotros por nuestros pecados. Pásala rápidamente de uno a otro confín del mundo hasta que llegues a la Sede Apostólica donde están los cimientos de las doctrinas sagradas. Haz que conozcan todos los hombres, no una ni dos sino muchas veces, lo que se ha hecho y no te canses de urgir y suplicar hasta que su sabiduría apostólica produzca una conclusión victoriosa”.

Obligado por casi todos los obispos ortodoxos orientales, Esteban viajó por primera vez a Roma. El día de la muerte de San Sofronio, su sede patriarcal fue invadida por el obispo de Jope, un defensor de la “Ectesis”. Otro hereje se sentó en la sede de Antioquía. En Alejandría la unión con los monofisitas duró poco. En el 640 la ciudad cayó en manos de los árabes dirigidos por Amru y la desafortunada herejía ha permanecido hasta nuestros días (excepto unos pocos meses en 646) bajo el gobierno de los infieles. Así, todos los patriarcados de Constantinopla, Antioquía, Jerusalén y Alejandría se separaron de Roma. Sin embargo, no hay duda de que, excepto en Egipto, la mayor parte de los obispos y todos sus fieles eran ortodoxos y no deseaban aceptar la “Ectesis”.

El 29 de mayo de 643 los obispos de Chipre, independientes de cualquier patriarca, celebraron un sínodo contra la “Ectesis”. Escribieron una carta suplicante al Papa Teodoro: “Cristo, Nuestro Dios, ha instituido tu silla apostólica, ¡oh, cabeza santa!, como un cimiento fijo e inamovible. Porque tú eres Pedro, según dijo la Palabra Divina, y sobre tu fundamento se apoyan las columnas de la Iglesia y a ti te encargó las llaves del Reino de los Cielos. Te ordenó atar y desatar con autoridad en el cielo y en la tierra. Tú eres el encargado de destruir las herejías profanas, como Corifeo y líder de la fe ortodoxa e inmaculada. No desprecies pues, Padre, la fe de nuestros Padres sacudida por las olas y puesta en peligro; desvanece el gobierno de los tontos con la luz de tu divino conocimiento, ¡oh, santísimo! Destruye las blasfemias e insolencia de los nuevos herejes con sus nuevas expresiones, pues nada falta a tu ortodoxia y piadosa definición y tradición para el aumento de la fe entre nosotros. Pues nosotros —¡Oh, tú, inspirado, que conversas con los santos apóstoles y te sientas con ellos!— desde antiguo, desde que estábamos en pañales, creemos y confesamos la enseñanza de acuerdo al santo y temeroso de Dios Papa León y declaramos que ‘cada naturaleza obra en comunión con la otra lo que le es apropiado’” etc. Se declararon listos para sufrir el martirio antes que abandonar la doctrina de San León; pero cuando surgió la persecución su arzobispo Sergio se encontró al lado de los perseguidores, no de los mártires.

Está muy claro que Máximo y sus amigos de Constantinopia, San Sofronio y los obispos de Palestina, Sergio y sus sufragáneos, no sabían que la Sede Apostólica había sido comprometida por las cartas de Honorio, pero la miraban como el único puerto de salvación. Igualmente en 646, los obispos de África y de las islas cercanas se reunieron en concilios, en cuyo nombre los primados de Numidia, Bizacena y Mauritania enviaron una carta común al Papa Teodoro, quejándose de la “Ectesis”: “Nadie puede dudar que en la Sede Apostólica hay una fuente grande e inagotable que mana aguas para todos los cristianos”. etc. Le adjuntan cartas para el emperador y el patriarca Pablo para que el Papa las envíe a Constantinopla. Tienen miedo de escribir directamente, pues el anterior gobernador, Gregorio (que había presidido la disputa entre San Máximo y Pirro) se había rebelado y autoproclamado emperador y acababa de ser derrotado; esto era un golpe a la ortodoxia que dejaba en descrédito a Constantinopla. Víctor, elegido primado de Cartago después de que se escribieran las cartas, añadió una suya.

Pablo, el patriarca con quien el emperador Constante II había sustituido a Pirro, no había sido reconocido por el Papa Teodoro, quien exigía que primero un concilio juzgase a Pirro ante dos representantes de la Santa Sede. Todavía se conserva la respuesta de Pablo: las opiniones que expone son las de la “Ectesis”, y las defiende refiriéndose a Honorio y a Sergio. Teodoro pronunció una sentencia de deposición contra él, y Pablo tomó represalias con la destrucción del altar latino que pertenecía a la Sede Romana en el palacio de Placidia en Constantinopla, de modo que los enviados papales no pudiesen ofrecer el Santo Sacrificio; también los persiguió, junto con muchos laicos y sacerdotes ortodoxos, mediante la prisión, el exilio o azotes.

Pero a pesar de esta violencia, Pablo no tenía intención de oponerse a las definiciones de Roma. Hasta ese momento Honorio no había sido repudiado allí, sino defendido; se decía que no había enseñado una voluntad; pero la prohibición de las dos operaciones en la “Ectesis” era solo el reforzamiento del curso que Honorio había aprobado, y hasta el momento parecía que en Roma no se había publicado oficialmente nada sobre el tema. Pablo, algo naturalmente, pensó que sería suficiente si abandonaba la enseñanza de una voluntad y prohibía toda referencia a una o dos voluntades así como a una o dos operaciones; apenas se podría alegar que eso iba contra las enseñanzas del Papa Honorio. Sería una medida pacífica y Oriente y Occidente volverían a unirse.

Por lo tanto, Pablo persuadió al emperador a que retirara la “Ectesis” y que sustituyera esa elaborada confesión de fe por una mera medida disciplinaria que prohibiese las cuatro expresiones bajo las penas más severas; ninguno de los súbditos ortodoxos del emperador tenía ya permiso para disputar sobre ellas, pero no se le adjudicaría culpa a nadie que en el pasado hubiese utilizado cualquiera de las alternativas. La trasgresión de esta ley significaría la deposición para los obispos y clérigos, la excomunión y expulsión para los monjes, la pérdida de oficio y dignidades para los oficiales, multas para los laicos más ricos y castigos corporales y exilio permanente para los más pobres. Con esta cruel ley, conocida como el “Tipo” de Constante, la herejía quedaba irreprochable y la ortodoxia prohibida. No es un documento monotelita, pues prohíbe esa herejía tanto como la fe católica. Su fecha está entre septiembre de 648 y septiembre de 649.

El Papa Teodoro murió el 5 de mayo de 649 y le sucedió San Martín I en julio. En octubre San Martín celebró un gran concilio en Letrán al que asistieron 105 obispos. El discurso inaugural del Papa relata la historia de la herejía y condena la “Ectesis”, a Ciro, Sergio, Pablo, Pirro y el “Tipo”. Juan IV había hablado de Sergio con respeto y Martín no menciona a Honorio pues obviamente era imposible defenderle si se iba a condenar el “Tipo” como herejía. Esteban de Dora, que visitaba Roma por tercera vez, presento un largo memorial, lleno de devoción a la Sede Apostólica. Siguió una delegación de 37 abades griegos que vivían en o cerca de Roma y que aparentemente habían huido de los sarracenos desde sus hogares en Jerusalén, África, Armenia, Cilicia, etc., los cuales exigieron la condenación de Sergio, Pirro, Pablo y Ciro y que la Sede Apostólica y Cabeza anatematizase el “Tipo”.

Los documentos heréticos leídos eran parte de una carta de Teodoro de Farán, la séptima proposición de Ciro, la carta de Sergio a Ciro y extractos de los sínodos celebrados por Sergio y Pirro (que ahora se había retractado de su arrepentimiento) y la aprobación de la “Ectesis” por Ciro. No se leyó la carta de Sergio a Honorio, ni se dijo nada de la correspondencia de éste con Sergio. San Martín hizo un resumen; luego se leyeron la carta de Pablo al Papa Teodoro y el “Tipo”. El concilio aceptó la buena intención de este último documento (para no hacer daño al emperador y condenar a Pablo), pero lo declaró herético por prohibir la enseñanza de dos operaciones y dos voluntades. Se leyó numerosas excerptas de los Padres y de escritores monofisitas, y se concurrió en veinte cánones, cuyo decimoctavo condena bajo anatema a Teodoro de Farán, Ciro, Sergio, Pirro, Pablo, la “Ectesis” y el “Tipo”. Todos firmaron una carta al emperador. Se envió una encíclica a toda la Iglesia en nombre de San Martín y del concilio, dirigida a todos los obispos, sacerdotes, diáconos, abades, monjes, ascetas y a la totalidad de la santa Iglesia Católica. Esta fue una condena final y completa de la política constantinopolitana. Roma había hablado ex cátedra.

Esteban de Dora había sido antes nombrado vicario papal en Oriente, pero por error solo se le había informado de su deber de deponer a los obispos herejes, y no que estaba autorizado a sustituirlos por obispos ortodoxos. Entonces el Papa encargó de esto a Juan, obispo de Filadelfia en Palestina, al que ordenó nombrar obispos, sacerdotes y diáconos en los patriarcados de Antioquía y Jerusalén. Martín también envió cartas a esos patriarcados y a Pedro, que parece haber sido gobernador, pidiéndole que apoyara a su vicario; este Pedro era amigo y corresponsal de San Máximo. El Papa depuso a Juan, arzobispo de Tesalónica, y declaró nulos e inválidos los nombramientos de Macario de Antioquía y Pedro de Alejandría. En represalia Constante mandó a secuestrar a San Martín en Roma y a llevarlo prisionero a Constantinopla. El santo se negó a aceptar la “Ectesis”, y después de muchos sufrimientos, muchos de los cuales él mismo relató en un documento conmovedor, murió cómo mártir en la Crimea en marzo de 655 (Vea MARTÍN I). San Máximo (662), su discípulo el monje Anastasio (662) y otro Anastasio, un enviado papal (666) murieron por maltrato, mártires por su ortodoxia y devoción a la Sede Apostólica.

Mientras San Martín era insultado y torturado en Constantinopla, el patriarca Pablo agonizaba: “¡Ay, esto aumentará la severidad de mi juicio!” exclamó al emperador un día que este lo visitó; lo cual hizo que Constante perdonara la vida al Papa por el momento. Cuando murió Pablo, Pirro fue repuesto. Pedro, su sucesor, envió una carta ambigua al Papa Eugenio, en la que no mencionaba las dos operaciones, observando así las prescripciones del “Tipo”. Cuando se leyó en Santa María la Mayor el pueblo romano se amotinó y no permitió que el Papa continuase su Misa hasta que prometiera rechazar la carta. Constante envió una carta al Papa por manos de un tal Gregorio, con un regalo para la Basílica de San Pedro]. En Constantinopla se rumoraba que los enviados del Papa aceptarían una declaración de “una y dos voluntades” (dos por las naturalezas, una debido a la unión). San Máximo se negó a creer en el informe. De hecho, Pedro le escribió al Papa Vitaliano (657-672) profesando “ una y dos voluntades y operaciones” y añadiendo citas mutiladas de los Padres; pero la explicación fue considerada insatisfactoria quizás porque era solo una excusa para mantener el “Tipo”.

En 663 Constante fue a Roma con la intención de fijar allí su residencia debido a su poca popularidad en Constantinopla, pues además de asesinar a un Papa y proscribir la fe ortodoxa, había asesinado a su hermano Teodosio. El Papa le recibió con los debidos honores y Constante, que había rehusado confirmar las elecciones de Martín y Eugenio, ordenó que el nombre de Vitaliano se inscribiera en los dípticos de Constantinopla. No parece haberse mencionado el “Tipo”. Pero Constante no consideró a Roma agradable. Después de saquear las iglesias se retiró a Sicilia donde oprimió al pueblo. Fue asesinado en su baño en 668.

Vitaliano se opuso vigorosamente a la rebelión en Sicilia, y a su llegada allí Constantino Pogonato, el nuevo emperador, encontró la Isla en paz. No parece que le interesara el “Tipo”, el cual no fue aplicado, aunque no abolido, pues estuvo completamente ocupado en sus guerras contra los sarracenos hasta 678, año en el que decidió reunir un concilio general para poner fin a lo que consideraba una lucha entre las sedes de Roma y Constantinopla. En este sentido escribió al Papa Dono (676-78), que ya había muerto.

Su sucesor San Agatón de inmediato reunió un sínodo en Roma y ordenó que se celebraran otros en Occidente. Así se produjo un retraso de dos años y los patriarcas herejes Teodoro de Constantinopla y Macario de Antioquía aseguraron al emperador que el Papa despreciaba a los orientales y a su monarca, e intentaron infructuosamente borrar de los dípticos el nombre de Vitaliano. El emperador pidió que le enviasen al menos tres representantes de Roma, con doce arzobispos u obispos de Occidente y cuatro monjes de cada uno de los monasterios griegos de Occidente, quizás como intérpretes. También envió a Teodoro al exilio, quizás porque era un obstáculo para la reunión.

La primera sesión del Sexto Concilio Ecuménico tuvo lugar en Constantinopla (7 nov.680) presidida por Constantino Pogonato que tenía a su izquierda, en el lugar de honor, a los legados papales. Macario de Antioquía fue el único prelado que defendió el monotelismo y fue condenado en su momento como hereje (Vea MACARIO DE ANTIOQUÍA). Las cartas de San Agatón y del concilio romano insistían en las decisiones del Concilio de Letrán, y afirmaban repetidamente la inerrancia de la Sede Apostólica. Estos documentos fueron aclamados por el concilio y aceptados por Jorge, el nuevo patriarca de Constantinopla, y por sus sufragáneos. Macario se había remitido a Honorio; y luego de su condena abrieron un paquete que él había enviado al emperador y en el encontraron las cartas de Sergio a Honorio y de Honorio a Sergio. Puesto que eran similares al “Tipo”, ya declarado herético, era inevitable condenarlas.

El Quinto Concilio había fijado el ejemplo de condenar a los escritores muertos, que habían muerto en comunión católica, pero Jorge sugirió que se perdonara a sus predecesores muertos y solo se anatematizara su enseñanza. Los legados podrían haber salvado también el nombre de Honorio si hubiesen concurrido en ello, pero evidentemente tenían instrucciones de Roma de no haber objeción a dicha condenación si pareciese necesaria. El decreto dogmático final contiene las decisiones de los cinco concilios generales anteriores, condena la “Ectesis” y el “Tipo”, y a los herejes por nombre, incluyendo a Honorio, y “acogen con manos elevadas” las cartas del Papa Agatón y su concilio (Vea PAPA HONORIO I). La proclama al emperador, firmada por todos los obispos, declara que han seguido a Agatón y él siguió la enseñanza apostólica. “El príncipe de los apóstoles luchó con nosotros, pues para ayudarnos tuvimos a su imitador y sucesor de su silla. La antigua ciudad de Roma te ha ofrecido una confesión divinamente escrita e hizo brillar la luz de los dogmas por el pergamino occidental. La tinta brilló y ¬¬Pedro habló a través de Agatón; y tú, el rey autócrata, votaste con el Todopoderoso que reina contigo”. Todos los Padres firmaron también una carta para el Papa.

El emperador puso en vigor el decreto en un extenso edicto en el que se hacía eco de las decisiones del concilio, y añadió: “Estas son las enseñanzas de las voces de los Evangelios y de los apóstoles, estas son las doctrinas de los santos sínodos y de las lenguas elegidas y patrísticas; estas se han conservado impolutas por Pedro, la roca de la fe, la cabeza de los apóstoles; y en esta fe vivimos y reinamos”. La carta del emperador al Papa está llena de tales expresiones; como por ejemplo: “Gloria a Dios, que hace cosas maravillosas, que ha mantenido la fe segura e ilesa entre ustedes. Pues, ¿cómo no habría de hacerlo sobre esa roca en la que fundó su Iglesia, y profetizó que las puertas del infierno, las emboscadas de los herejes, no prevalecerían contra ella? De ella, como desde la bóveda del cielo, fulguró la palabra de la verdadera confesión” etc. Pero San Agatón, obrador de muchos milagros, había fallecido y no recibió la carta, así que quedó en manos de San León II confirmar el concilio. Así se unió de nuevo el Oriente al Occidente después de un cisma incompleto pero deplorable.

Parecería que en 687 Justiniano II creía que el Sexto Concilio no se había puesto en vigor completamente, pues escribió al Papa Conón que había convocado a los enviados papales, a los patriarcas, metropolitanos, obispos, senado y oficiales civiles y representantes de sus ejércitos y les hizo firmar las actas originales que él había descubierto recientemente. En 711 el trono fue tomado por Filípico Bardanés, que había sido discípulo del abad Esteban, discípulo a su vez “o más bien líder” de Macario de Antioquía. Filípico restauró en los dípticos a Honorio y a los demás herejes condenados por el concilio; quemó las actas (privadamente, en el palacio), depuso al patriarca Ciro y mandó al destierro a varias personas que se negaron a suscribirse a un rechazo del concilio. Fue depuesto el 4 de junio de 713, y Anastasio II (713-15) restauró la ortodoxia. El Papa Constantino se había negado a reconocer a Bardanés. El patriarca intruso, Juan VI, le escribió una larga carta de apología en la que le explicó que se había sometido a Bardanés para prevenir males peores, y afirmó en muchas palabras la primacía de Roma sobre la Iglesia universal. Este fue el final del monotelismo.


Bibliografía:  : Las principales autoridades antiguas para el conocimiento de los monotelitas son las actas del Concilio de Letrán y del Sexto Concilio, las obras de San Máximo Confesor y Anastasio del Sinaí, las Collectanea de Anastasio Bibliotecario. Solo unas pocas obras posteriores merecen ser mencionadas: COMBÉFIS, Auctarium novum, II (Historia Monothelitarum et Dissertatio apol. pro actis VI synodi (Paris, 1648); PETAVIUS, De Incarnatione, VIII, IX; HEFELE, Hist. De los Concilios); BARDENHEWER, Ungedruckle Excerpte aus einer Schrift des Patriarchen Eulogius von Alexandria (en Theolog. Quartalschrift, 1896, no. 78); OWSEPIAN, Die Entstehungsgeschichte des Monotheletismus nach ihren Quellen geprüft (Leipzig, 1897). Ver también PAPA HONORIO I Y SAN MÁXIMO DE CONSTANTINOPLA.

Fuente: Chapman, John. "Monothelitism and Monothelites." The Catholic Encyclopedia. Vol. 10, pp. 502-508. New York: Robert Appleton Company, 1911. 23 abril. 2020 <http://www.newadvent.org/cathen/10502a.htm>.

Traducido por Pedro Royo. lmhm