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Martes, 19 de marzo de 2024

Naturaleza

De Enciclopedia Católica

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El término naturaleza, etimológicamente (latín natura de nasci, nacer, como el correspondiente griego physis de phyein, dar a luz) hace referencia a la producción de cosas, y de ahí generalmente incluye en su connotación las ideas de energía y actividad. Será conveniente reducir las dos clases de los variados significados del término naturaleza de acuerdo a si se aplica a la naturaleza de los seres individuales o a la naturaleza en general.

A. Naturaleza de los Seres Individuales:

En un ser individual, especialmente si sus elementos constitutivos y sus actividades son múltiples y complejas, el término naturaleza se aplica a veces a la colección de rasgos distintivos, originales o adquiridos, por los cuales dicho individuo se caracteriza y se distingue de los demás. De ahí que se puede decir que es la naturaleza de un hombre el ser más alto, más fuerte, más inteligente o más sociable que otro. Este significado, sin embargo, es superficial; en la terminología filosófica e incluso en el lenguaje ordinario, naturaleza se refiere a algo más profundo y más fundamental. Estas características son manifestaciones de la naturaleza del hombre; no son su naturaleza.

Naturaleza significa propiamente lo que es primitivo y original, o, según la etimología, lo que una cosa es al momento del nacimiento, a diferencia de lo que se adquiere o se añade a partir de fuentes externas. Pero no se puede dibujar con precisión la línea que divide lo natural de lo artificial. Los seres inorgánicos nunca cambian, excepto bajo la influencia de las agencias externas, y en las mismas circunstancias, su modo de actividad es uniforme y constante. Los organismos presentan una mayor complejidad de estructura, poder de adaptación y variedad de funciones. Para su desarrollo a partir de un germen primitivo requieren la cooperación de muchos factores externos, sin embargo, tienen en sí mismos el principio de la actividad por el cual se elaboran y asimilan las substancias externas. En cualquier ser los cambios debidos a causas necesarias son llamados naturales, mientras que los producidos por la actividad humana intencional son llamados artificiales. Pero está claro que el arte supone la naturaleza y no es más que una adaptación especial de aptitudes, capacidades, o actividades naturales para cierta estética o fines útiles. Las estrellas, los ríos, los bosques, son obras de la naturaleza; los parques, los canales, los jardines y las máquinas son obras de arte. Si se realizan las condiciones necesarias, donde cae la semilla crecerá una planta naturalmente. Pero la semilla se puede colocar deliberadamente en medio de un entorno determinado, se puede acelerar el crecimiento de la planta, se puede alterar su forma y, en general, se puede modificar el resultado que se espera de las actividades naturales. Mediante el entrenamiento se utilizan las aptitudes de un animal y se adaptan sus instintos para fines específicos. En tales casos, el resultado final es más o menos natural o artificial de acuerdo con el modo y la cantidad de intervención humana.

En la filosofía escolástica naturaleza, esencia y substancia son términos estrechamente relacionados. Tanto esencia como substancia implican un punto de vista estático y se refieren a componentes o modo de existencia, mientras que naturaleza implica un punto de vista dinámico y se refiere a tendencias innatas. Además, substancia se opone a accidentes, mientras que podemos hablar de la naturaleza y la esencia no sólo de substancias, sino también de accidentes como el color, el sonido, la inteligencia y de ideales abstractos como la virtud o el deber. Sin embargo, cuando se aplica al mismo ser substancial, los términos substancia, esencia y naturaleza en realidad son sólo diferentes aspectos de la misma cosa, y la distinción entre ellos es una mental. Sustancia connota que la cosa no requiere apoyo, sino que es ella misma el apoyo necesario de los accidentes; esencia propiamente denota los elementos constitutivos intrínsecos por los cuales una cosa es lo que es y se distingue de todas las demás; naturaleza denota la sustancia o esencia considerada como la fuente de actividades. "La naturaleza propiamente dicha es la esencia (o substancia) de las cosas que tienen en sí mismas como tal principio de actividad (Aristóteles,"Metafísica", 1015a, 13). Por un proceso de abstracción la mente se levanta de las naturalezas individuales y concretas a los de las especies y géneros.

Aquí se deben añadir algunas observaciones especiales respecto a la naturaleza humana. Esta expresión puede significar algo concreto, más o menos diferentes en varios individuos, o más generalmente algo común a todos los hombres, es decir, la naturaleza humana abstracta por la que la humanidad como un todo se distingue de otras clases de seres vivos. En ambos casos se concibe como que incluye características primitivas y fundamentales, y que se refiere a la fuente de todas las actividades. De ahí que la naturaleza, como el principio interno de la acción, se opone en primer lugar a la violencia y a la coacción que son principios externos de acción y evitan el funcionamiento normal de las facultades humanas. Se opone también, pero en forma menos estricta, a la educación y a la cultura que a veces puede ser la comprobación de las tendencias naturales, a veces también su desarrollo y perfeccionamiento. La educación, física y mental, no es una dotación primitiva; debe ser adquirida y se construye sobre la naturaleza como su base. En este sentido se le ha llamado al hábito una segunda naturaleza. Pero aunque la educación se debe en gran parte a causas e influencias externas que actúan sobre la mente y el organismo, desde otro punto de vista es también el desarrollo de las aptitudes innatas, y por lo tanto en parte naturales.

Al igual que entre la naturaleza en general y el arte, así entre la naturaleza humana y la educación no hay una línea divisoria clara. Natural es también frecuentemente contrastado con convencional; el lenguaje, el estilo, los gestos, las expresiones de sentimientos, etc., se llama más o menos naturales. Esta oposición se agudiza en las teorías de Hobbes y Rousseau que enfatizan la antítesis entre el estado primitivo o natural del hombre y la presente condición social debido al contrato por el cual los hombres acordaron ceder sus derechos en manos de la autoridad común .

Desde el punto de vista teológico las distinciones entre naturaleza y persona, y entre el orden natural y el sobrenatural son de importancia primordial. El primero surdió a partir del dogma de la Trinidad, es decir, de una naturaleza divina en tres personas, y principalmente del de la la Encarnación, es decir, de las dos naturalezas, divina y humana, en la persona divina en Cristo. La naturaleza humana en Cristo es completa y perfecta como naturaleza, sin embargo, carece de lo que la haría una persona, ya sea algo negativo, como afirman los escotistas, a saber, el mero hecho de que la naturaleza no es asumida por una persona superior, o, como afirman los tomistas, alguna realidad positiva distinta de la naturaleza y que la hace incomunicable.

Las facultades del hombre son capaces de desarrollo y perfección, y, no importa qué influencias externas pueden estar en juego, esto no es sino el despliegue de las capacidades naturales. Incluso las producciones artificiales se rigen por las leyes de la naturaleza, y, en el hombre, las actividades naturales, después que se perfeccionan, difieren no en clase sino solo en grado, de las que están menos desarrolladas. El orden sobrenatural está por encima de las exigencias y capacidades de toda la naturaleza humana. Consiste en un fin por alcanzar, a saber, la visión intuitiva de Dios en el cielo ---no el simple conocimiento discursivo e imperfecto que se adquiere por la luz de la razón--- y en los medios para alcanzar tal fin, es decir, un principio que se debe añadir a las facultades naturales con el fin de elevarlas y hacerlas capaces de conocer y alcanzar este destino superior. Más específicamente, incluye una iluminación del intelecto por una revelación positiva de Dios que manifiesta el fin sobrenatural del hombre y las condiciones para su obtención; también implica para cada individuo la ayuda indispensable de la gracia divina, tanto la actual, por la cual Dios ilumina y fortalece las facultades humanas, como la santificante, por la que la naturaleza humana es elevada a un modo más alto de actividad. De ahí que los teólogos oponen al estado de naturaleza pura en el que Dios pudo haber colocado al hombre, al estado sobrenatural al cual de hecho el hombre fue elevado.

B. Naturaleza en General:

El término “naturaleza” se toma con frecuencia para la totalidad de las naturalezas concretas y sus leyes. Pero aquí de nuevo se debe distinguir un significado más estrecho y uno más amplio. Naturaleza se refiere especialmente al mundo de la materia, en tiempo y en espacio, que se rige por leyes ciegas y necesarias, y así excluye el mundo mental. Las obras de la naturaleza, a diferencia de las obras de arte, resultan de causas físicas, no de la adaptación real por la inteligencia humana. Esta significación se encuentra en expresiones tales como historia natural, filosofía natural y en general, ciencias naturales, que tratan sólo con la constitución, la producción, las propiedades y las leyes de substancias materiales. A veces también la naturaleza lo comprende todo, abarca tanto la mente como la materia; es todo nuestro mundo de experiencia, tanto interno como externo. Y con frecuencia la naturaleza es considerada como una abstracción personificada, como la única causa de lo que ocurre en el universo, dotada de cualidades, tendencias, esfuerzos y voluntad, y con objetivos y fines que se esfuerza por realizar.

Son numerosos los problemas que han surgido debido al estudio filosófico de la naturaleza. Sin embargo, todos se centran en la cuestión de la unidad de la naturaleza: ¿Pueden todos los seres del mundo ser reducidos a un principio común, y si es así, cuál es este principio? Los primeros filósofos griegos, que fueron casi exclusivamente filósofos de la naturaleza, lucharon por encontrar algún elemento primitivo del cual fueron hechas todas las cosas; se supuso que el aire, el agua, el fuego y la tierra en turno o todos juntos fueron este principio común. El problema ha persistido a través de todas las edades y ha recibido muchas respuestas. La materia prima de Aristóteles, por ejemplo, es de la misma naturaleza en todas las cosas, y muchos han defendido el éter actual, o alguna otra substancia o energía, como el sustrato común de todas las sustancias materiales. Después de la unidad estática se busca la unidad dinámica, es decir, todos los cambios que tienen lugar en el universo son referidos al mismo principio. El dinamismo admite fuerzas de diversos tipos que, sin embargo, trata de reducir a un número lo más pequeño posible, si no a una sola forma de energía que se manifiesta de diferentes maneras. El mecanismo sostiene que todo es explicable por el único supuesto de movimiento comunicado de una sustancia a otra. Las opiniones teleológicas le dan a las causas finales una gran importancia, y ven los fines de varios seres como subordinados al único fin que el universo tiende a realizar.

Si la naturaleza incluye tanto los fenómenos mentales como los físicos, ¿cuáles son las relaciones entre estas dos clases? Sobre este punto también la historia de la filosofía ofrece muchos intentos de sustituir alguna forma de monismo por el dualismo de mente y materia, al reducir la mente a una función especial de la materia, o la materia a una apariencia especial de la mente, o ambas a un substrato común.

Por último, ¿es la naturaleza como un todo autosuficiente, o requiere una base transcendente como su causa y principio? Es la natura naturans una y la misma que la natura naturata? Algunos usan estas expresiones en un sentido panteísta, la misma substancia subyace todos los fenómenos; otros afirman que la natura naturans, como causa primera, es realmente distinta de la natura naturata, como efecto. Esta es la cuestión de la existencia y naturaleza de Dios y de su distinción del mundo. Aquí se sugiere el asunto de la posibilidad de los milagros. Si la naturaleza existe por sí sola, y si todos sus cambios son absolutamente necesarios, todo se lleva a cabo de acuerdo con un estricto determinismo. Si, por el contrario, Dios existe como una causa trascendente, inteligente y libre de la naturaleza y sus leyes, no sólo la naturaleza en todos sus detalles depende en última instancia de la voluntad de Dios, sino que su curso ordinario puede ser suspendido por una intervención milagrosa de la Primera Causa. (Vea NATURALISMO, ORDEN SOBRENATURAL, GRACIA.


Bibliografía: EISLER, Worterbuch der philos. Begriffe; RICKABY, General Metaphysics (Nueva York, 1900); GUTBERLET, Naturphilosophie (Münster, 1894); HARPER, Metaphysics of the School (Londres, 1879-84); MERCIER, Ontologie (Lovaina, 1902); NYS, Cosmologie (Lovaina, 1906), y la literatura bajo NATURALISMO.

Fuente: Dubray, Charles. "Nature." The Catholic Encyclopedia. Vol. 10. New York: Robert Appleton Company, 1911. 17 Aug. 2016 <http://www.newadvent.org/cathen/10715a.htm>.

Traducido por Luz María Hernández Medina