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Martes, 19 de marzo de 2024

Nestorio y Nestorianismo

De Enciclopedia Católica

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EL HERESIARCA

Nestorio, que dio su nombre a la herejía nestoriana, nació en Germanicia en Siria Eufratense (fecha desconocida) y murió en la Tebaida, Egipto cerca del año 451. Vivía como sacerdote y monje en el monasterio de Euprepio cerca de las murallas, cuando fue elegido por el emperador Teodosio II como patriarca de Constantinopla, para suceder a Sisinio. Era famoso por su elocuencia, y la popularidad de la memoria de San Juan Crisóstomo entre la gente de la ciudad imperial pudo haber influido para que el emperador eligiera a otro sacerdote de Antioquía como obispo de la corte. Fue consagrado en abril de 428 y parece que dejó una excelente impresión.

No perdió tiempo en mostrar su celo contra los herejes. A los pocos días de su consagración mandó a derrumbar una capilla arriana, y persuadió a Teodosio que emitiera un severo edicto contra la herejía al mes siguiente. Confiscó las iglesias macedonias en el Helesponto, y tomó medidas contra los cuartodecimanos (N. del T.: los que celebraban la Pascua en la luna de marzo, aunque no cayese domingo) que quedaban en Asia Menor. También atacó a los novacianos a pesar de la buena reputación de su obispo. Sin embargo, no expulsó a los refugiados pelagianos de Occidente, por no estar bien informado de su condena diez años antes. Le escribió dos veces al Papa Celestino pidiendo información sobre el tema. No recibió contestación, pero Mario Mercator, un discípulo de San Agustín, publicó una memoria sobre el asunto en Constantinopla, y la presentó al emperador, que debidamente proscribió a los herejes.

A finales de 428 o a más tardar a principios de 429, Nestorio predicó el primero de sus famosos sermones contra la palabra Theotokos, y detalló su doctrina antioquena sobre la Encarnación. El primero en levantar la voz contra él fue Eusebio, un laico, después obispo de Dorileo y acusador de Eutiques. Dos sacerdotes de la ciudad, Felipe y Proclo ambos candidatos fracasados al patriarcado, predicaban contra Nestorio. Felipe, conocido como Sidetes, por Sides, su lugar de nacimiento, autor de una historia larga y discursiva, hoy perdida, acusó al patriarca de herejía. Proclo (que le sucedería más tarde en la candidatura) predicó un florido pero perfectamente ortodoxo sermón, existente, al que Nestorio respondió en un discurso improvisado que también se conserva.

Todo esto causó, naturalmente, gran conmoción en Constantinopla, sobre todo entre el clero, que no estaba bien dispuesto hacia los forasteros de Antioquía. San Celestino condenó inmediatamente la doctrina. Nestorio había acordado con el emperador en 430 la reunión de un concilio. Ahora intentó acelerarlo y se emitieron las convocatorias a los patriarcas y metropolitanos el 19 de noviembre, antes de que la sentencia del Papa, entregada a través de San Cirilo de Alejandría, se hubiera comunicado a Nestorio (6 de diciembre). Nestorio fue condenado y el emperador, tras mucho retraso y vacilación, la ratificó y fue confirmada por Sixto III.

La suerte de Nestorio era una muy ardua. Había sido entregado por el Papa a la misericordia de su rival Cirilo; se le había conminado a aceptar antes de diez días, bajo pena de deposición, no una definición papal, sino una serie de anatemas redactados en Alejandría bajo la influencia de falsificaciones de apolinaristas. No todo el concilio le había condenado, sino sólo una parte, que no había esperado a la llegada de los obispos de Antioquía. Él se había negado a reconocer la jurisdicción de este número incompleto y había rehusado a comparecer o presentar alguna defensa. No fue expulsado de su sede porque el débil emperador cambió de idea.

Pero Nestorio era orgulloso: no dio muestras de ceder o ponerse de acuerdo, no presentó ningún recurso de apelación a Roma. Se retiró a su monasterio de Antioquía con dignidad y aparente sensación de alivio. Sus amigos; Juan de Antioquía y sus partidarios, le abandonaron y por el deseo del emperador, a principio de 433 hizo las paces con Cirilo y después con Teodoreto. Los obispos sospechosos de apoyarle fueron depuestos y un edicto de Teodosio II, del 30 de julio de 435, condenó sus escritos a la hoguera. Unos años después, Nestorio fue obligado a dejar su retiro y fue exiliado al Oasis. Una vez en una incursión de los nubios (no los blemis) se lo llevaron y lo devolvieron a la Tebaida con una mano y una costilla fracturadas. Se entregó al gobernador para que no se le acusara de haber huido.

El descubrimiento de la versión siríaca de la (perdida) apología griega por Nestorio, escrita por él mismo, ha despertado nuevo interés sobre el asunto de su ortodoxia personal. El (mutilado) manuscrito, de una antigüedad de casi 800 años, conocido como el “Bazar de Héraclides” y reeditado como “Liber Heraclidas” por el P. Bedjan (Paris, 1910), revelan el persistente odio vinculado al nombre de Nestorio, que al final de su vida tuvo que sustituir por un pseudónimo. En esa obra proclama que su fe es la del famoso “Tomo”, o Carta de León Magno a San Flaviano y excusa su fallo de no apelar a Roma, por el prejuicio general del que fue víctima. Debemos citar aquí un bello pasaje en el “Bazar” sobre el Sacrificio Eucarístico que dice así: “Hay algo incorrecto en ti que quiero poner ante ti en una pocas palabras, para inducirte a corregirlo, porque eres rápido en ver lo que es apropiado. ¿Cuál es esta falta? Actualmente los misterios se presentan ante los fieles como la comida concedida por el rey a su soldados. Pero el ejército de los creyentes no se ve por ninguna parte, sino que el viento de la indiferencia los barre como paja junto con los catecúmenos. Y Cristo es crucificado en el símbolo [kata ton tupon], sacrificado por la espada de la oración del sacerdote; pero igual que cuando estaba en la Cruz, ve que sus discípulos han huido. Terrible es esta falta---una traición a Cristo cundo no hay persecución, una deserción de los discípulos que abandonan al maestro cuando no hay guerra (Loofs, "Nestoriana", Halls, 1905, p. 341).

Los escritos de Nestorio fueron originalmente muy numerosos. Como se dijo arriba, el “Bazar” se publicó en París en 1910 en la única traducción en que sobrevivió: la siríaca. Loofs examinó minuciosamente, juntó y editó el resto de los fragmentos de Nestorio. Sus sermones muestran una elocuencia real, pero queda muy poco del original griego. Las traducciones latinas de Mario Mercator son muy pobres de estilo y el texto está mal conservado. Batiffol ha atribuido a Nestorio muchos sermones que nos han llegado bajo el nombre de otros autores; tres de San Atanasio, dos de San Hipólito, tres de Anfiloquio de Iconio, treinta y ocho de Basilio de Seleucia, siete de San Juan Crisóstomo; pero Loofs y Baker no aceptan esa atribución. Mercati ha señalado cuatro fragmentos en un escrito de Inocencio, obispo de Maronia (ed. Amelli in "Spicil. Cassin.", I, 1887), y fragmentos armenios que han sido publicados por Ludtke.

LA HEREJIA

Nestorio era discípulo de la escuela de Antioquía y su cristología era esencialmente la de Diodoro de Tarso y Teodoro de Mopsuestia, ambos obispos de Cilicia y grandes oponentes al arrianismo. Ambos murieron en la Iglesia Católica. Diodoro era un hombre santo muy venerado por San Juan Crisóstomo. Sin embargo, el Segundo Concilio general de 553 condenó a Teodoro tanto en persona como en sus escritos. En oposición a muchos arrianos, que enseñaban que en la Encarnación, el Hijo de Dios asumió un cuerpo humano en el que su Naturaleza Divina tomó el lugar del alma, y a los seguidores de Apolinar de Laodicea, que sostenían que la Naturaleza Divina proporcionaba las funciones del alma intelectual o superior, los antioquenos insistían en que el Verbo asumió la plenitud de la humanidad. Desafortunadamente representaban esta naturaleza humana como un hombre completo, y representaban la Encarnación como la asunción de un hombre por el Verbo.

La misma forma de hablar era bastante común entre los escritores latinos (assumere hominem, homo assumptus) y lo usaban en un sentido ortodoxo. Aún cantamos en el Te Deum: "Tu ad liberandum suscepturus hominem", donde debemos entender "ad liberandum hominem, humanam naturam suscepisti". Pero los escritores antioquenos no querían decir que el “hombre asumido” (ho lephtheis anthropos) fuera elevado a una hipóstasis con la Segunda Persona de la Santísima Trinidad. Ellos preferían hablar de synapheia, “reunión”, en vez de enosis, "unificación” y decían que las dos eran una persona en dignidad y poder, y deben ser adoradas juntas. La palabra persona en su forma griega prosopon puede significar una unidad jurídica o ficticia; no implica necesariamente lo que la palabra persona significa para nosotros, es decir, la unidad de la conciencia y todas las actividades internas y externas del sujeto. De aquí que no nos sorprenda encontrar que Diodoro admitía dos Hijos, y que Teodoro prácticamente hacía dos Cristos y aún así no se puede probar que hayan hecho dos sujetos en Cristo. Dos cosas son ciertas: primera, que, creyeran o no en la unidad del sujeto en el Verbo Encarnado, por lo menos explicaban esa unidad erróneamente; en segundo lugar, que utilizaron el lenguaje más desafortunado y engañoso cuando hablaron de la unión de la humanidad con la Divinidad---lenguaje que es objetivamente herético aunque la intención de los autores fuera buena.

Nestorio, como Teodoro, insistió repetidamente en que no admitía dos Cristos o dos Hijos y con frecuencia afirmaba la unidad de la prosopon. Al llegar a Constantinopla llegó a la conclusión de que la teología muy diferente en boga allí era una forma de arrianismo o error apolinarista. No se equivocó completamente en esto, como probó el brote de eutiquianismo veinte años después. En los primeros meses de su pontificado el pelagiano Julián de Eclana y otros obispos expulsados de su partido le imploraron que reconociera su ortodoxia y obtuviera su reinstalación. Escribió al menos tres cartas al Papa San Celestino I para averiguar si estos expulsados habían sido debidamente condenados o no, pero no recibió contestación (como se ha repetido frecuentemente), no porque el Papa se imaginara que él no respetaba la condenación de los pelagianos hechas por el Papa y por el emperador de Occidente, sino porque añadía en sus cartas, que se han conservado, denuncias de los supuestos arrianos y apolinaristas de Constantinopla y al hacerlo daban señales claras de los errores antioquenos que pronto se conocerían como nestorianos. En concreto, denunciaba a aquellos que empleaban la palabra Theotokos, aunque estaba listo para admitirla en cierto sentido: "Ferri tamen potest hoc vocabulum proper ipsum considerationem, quod solum nominetur de virgine hoc verbum hoc propter inseparable templum Dei Verbi ex ipsa, non quia mater sit Dei Verbi; nemo enim antiquiorem se parit." Tal admisión es peor que inútil, porque implica el completo error de que la Santísima Virgen no es la madre de la Segunda Persona de la Trinidad. Por lo tanto, es desafortunado que Loofs y otros que defienden a Nestorio apelen a la frecuencia con que repetía que aceptaría Theotokos sólo si se entendía apropiadamente. En la misma carta habla correctamente de “dos Naturalezas que son adoradas en la única Persona del Unigénito por una unión perfecta y clara”; pero esto no podía paliar su error de que la Virgen es madre de una naturaleza, no de la persona (un hijo es necesariamente una persona, no una naturaleza) ni la falacia: “Nadie puede dar a luz a un hijo mayor que uno mismo”.

El diácono León, quien como Papa definiría toda la doctrina veinte años después, dio esas cartas a Juan Casiano de Marsella, que inmediatamente escribió contra Nestorio sus siete libros, "De incarnatione Christi". Antes de completar su obra, había conseguido varios sermones de Nestorio, de los que cita en los libros. Él malinterpreta y exagera las enseñanzas de su oponente, pero su tratado es importante porque estereotipó para siempre la doctrina que Occidente aceptaría como nestorianismo. Después de explicar que la nueva herejía era una renovación del pelagianismo y del ebionismo. Casiano representa al patriarca de Constantinopla como enseñando que Cristo es meramente un hombre (homo solitarius) que mereció unirse a la Divinidad como premio a su Pasión. Casiano mismo expresa claramente tanto la unidad de persona y la distinción de las dos naturalezas, aunque la fórmula “dos naturalezas y una persona” no la enuncia él tan claramente como el mismo Nestorio y la discusión carece de distinciones y definiciones exactas.

Mientras tanto, Nestorio era atacado por su propio clero y simultáneamente por San Cirilo, patriarca de Alejandría, que fue el primero en denunciarle, aunque sin dar su nombre, en una epístola a todos los monjes de Egipto, entonces le reconvino personalmente por carta y, finalmente, apeló al Papa. Loofs opina que Nestorio nunca se hubiera alterado a no ser por San Cirilo, pero no hay razón para relacionar a San Cirilo con la oposición al heresiarca en Constantinopla y Roma. Sus rivales Felipe de Side, Proclo y el laico Eusebio (después obispo de Dorileo), así como el romano León, parecen haber actuado sin ningún impulso de Alejandría. Se podía esperar que el Papa Celestino especificara ciertas herejías de Nestorio y que las condenara o que emitiera una definición de la fe tradicional que estaba arriesgando; desafortunadamente, no hizo nada de eso. San Cirilo había enviado a Roma las cartas entre él y Nestorio, una colección de los sermones del patriarca y una obra propia que había recién compuesto, en cinco libros "Contra Nestorium". El Papa las mandó a traducir al latín y entonces, tras reunir el acostumbrado concilio, se contentó con hacer una condena general de Nestorio y una aprobación general de la conducta de San Cirilo, mientras que entregaba la ejecución de este vago decreto a Cirilo, quien, como patriarca de Alejandría, eral el enemigo hereditario de la enemistad de los teólogos antioquenos y del obispo de Constantinopla.

Se le requirió a Nestorio que se retractara dentro de diez días. La sentencia era tan rigurosa como se puede imaginar. El mismo San Cirilo se sintió obligado a redactar una fórmula de retractación. Con la ayuda de un concilio egipcio formuló un conjunto de doce anatemas que simplemente epitoman los errores que ya había señalado en sus cinco libros "Contra Nestorio", pues el Papa parecía haber concordado con la doctrina de su obra. Es muy importante hacer notar que hasta este momento San Cirilo no había basado su caso sobre documentos apolinaristas y no había adoptado la formula apolinarista mia physis sesarkomene del Pseudo-Anastasio. No enseña en tantas palabras “dos naturalezas después de la unión”, pero su obra contra Nestorio, con la profundidad y precisión de San León, es una admirable exposición de la doctrina católica, digna de un Doctor de la Iglesia, que sobrepasa ampliamente el tratado de Casiano. Los doce anatemas no son tan afortunados, ya que San Cirilo era un escritor algo difuso y su solitario intento de brevedad hay que leerlo en conexión con la obra que resume.

Andrés de Samosata y el gran Teodoreto de Ciro atacaron inmediatamente los anatemas, a nombre de Juan, patriarca de Antioquía y en defensa de la escuela antioquena. El primero escribió en Antioquía; sus objeciones fueron adoptadas por un sínodo que tuvo lugar allí y fueron enviadas a San Cirilo como la postura oficial de todos los obispos orientales. San Cirilo preparó contestaciones por separado a estos dos antagonistas, y trató a Andrés con más respeto que a Teodoreto, con quien se mostró desdeñoso y sarcástico. Teodoreto era sin duda el mejor de toda la escuela de Alejandría en talento y sabiduría, pero en este momento no era rival para él como teólogo. Tanto Andrés como Teodoreto se mostraron capciosos e injustos; en el mejor de los casos prueban a veces que las palabras de San Cirilo eran ambiguas e inapropiadas.

Ellos sostenían la objetable fraseología antioquena, respetaban la unión hipostática (enosis kath hypostasin) así como la physike enosis tan heterodoxa como sin base bíblica. Esta última expresión es ciertamente inadecuada y puede confundir. Cirilo tuvo que explicar que no estaba resumiendo o definiendo la fe sobre la Encarnación, sino simplemente juntando los principales errores de Nestorio usando las propias palabras del hereje. En sus libros contra Nestorio ocasionalmente lo había tergiversado, pero en los doce anatemas hizo un retrato fiel de la postura de Nestorio, pues de hecho Nestorio no negó como propias las proposiciones, ni Andrés de Samosata ni Teodoreto negaron favorecerlas. Los anatemas fueron ciertamente aprobados en general por el Concilio de Éfeso, aunque la Iglesia nunca los adoptó formalmente. Nestorio por su parte respondió con un conjunto de doce contra-anatemas. Algunos iban dirigidos contra los enseñanzas de San Cirilo, otros atacan errores que San Cirilo ni siquiera soñó enseñarlos, por ejemplo que a través de la unión la Naturaleza Humana de Cristo se convirtió en no-creada y sin principio, una conclusión bastante tonta que después se asignó a la secta del monofisismo llamada Actistetae. En conjunto el nuevo programa de Nestorio enfatizaba su antigua postura, como también hicieron los violentos sermones que predicó contra San Cirilo el sábado y domingo, 13 y 14 de diciembre de 430.

No tenemos dificultad en definir la doctrina de Nestorio hasta donde a palabras se refiere: María no dio a luz a Dios como tal (verdad) ni al Verbo de Dios (falso), sino al órgano, el templo del Dios Padre. El hombre Jesucristo es el templo “la púrpura animada del rey”, como dice en un elocuente pasaje. El Dios Encarnado ni sufrió ni murió, sino que levantó de entre los muertos a Aquel en quien se había encarnado. El Verbo y el Hombre han de ser adorados juntos, y añade: dia ton phorounta ton phoroumenon sebo (A través de Aquel que lleva adoro al que es llevado). Si San Pablo habla del Señor de la Gloria crucificado, quiere decir el hombre por “el Dios de la Gloria”. Hay dos naturalezas, dice, y una persona; pero de las dos naturalezas se habla regularmente como si fueran dos personas y las palabras de la Escritura sobre Cristo deben ser adjudicadas unas al hombre, otras al Verbo. Si se llama a María Madre de Dios, sería endiosarla y los gentiles se escandalizarían.

Esto es todo malo en lo que a palabras se refiere. Pero ¿no quiso Nestorio decir algo mejor que lo que expresaron sus palabras? No todos los obispos orientales eran no creyentes en la unidad de sujeto en el Cristo Encarnado y de hecho San Cirilo hizo las paces con ellos en 433. Uno puede señalar que Nestorio enfáticamente declaró que hay un Cristo y un Hijo, y San Cirilo mismo preservó para nosotros algunos pasajes de sus sermones que el santo admite como perfectamente ortodoxos y, por lo tanto, completamente inconsistentes con el resto. Por ejemplo: “¡Grande es el misterio de los dones! Pues este infante visible, que parece tan joven, que necesita pañales para su Cuerpo, que en la sustancia que vemos es recién nacido, es el Hijo Eterno, como está escrito, El Hijo que es el Hacedor de todo, el Hijo que junta en los ropajes de su poder toda la creación que de otra manera se disolvería en la nada”. Y en otra ocasión: “Hasta el Niño es el Dios Todopoderoso, y así, oh, Arrio, es Dios Verbo de ser sujeto de Dios”. Y: “Reconocemos la humanidad del Niño y su Divinidad; la unidad de su filiación la guardamos en la naturaleza de la humanidad y divinidad.”

Probablemente sólo hubiera sido justo para Nestorio admitir que intentó completamente salvaguardar la unidad de sujeto en Cristo; pero dio explicaciones equivocadas respecto a la unidad y sus enseñanzas llevaron lógicamente a dos Cristos, aunque él no admitiría este hecho. No sólo sus palabras son inductoras al error, sino también la doctrina subyacente en ellas, y tienden a destruir el significado completo de la Encarnación. Es imposible negar que tanto las doctrinas como las palabras que llevan a tales consecuencias constituyen herejía. Por lo tanto, fue condenado inevitablemente. Reiteró los mismos puntos de vista veinte años después en el "Bazar de Heráclides", lo que muestra que no hubo cambio de opinión, aunque declara su adhesión al Tomo de San León.

Después que el emperador había convertido en ley el Concilio de 431, el partido antioqueno no cedió inmediatamente. Pero el Papa San Sixto III, que había sucedido a San Celestino, confirmó el concilio, el cual fue aceptado por todo Occidente. Antioquía quedó así aislada y al mismo tiempo San Cirilo se mostró dispuesto a dar explicaciones. Los patriarcas de Antioquía y Alejandría acordaron un “credo de unión” en 433 (ver Eutiquianismo). Andrés de Samosata y otros no lo aceptaron, sino que declararon que la palabra "Theotokos" era herética. Teodoreto reunió un concilio en Zeuguma que rehusó anatematizar a Nestorio. Pero el prudente obispo de Ciro luego de un tiempo percibió que en el “credo de unión” Antioquía ganaba más que Alejandría, así que aceptó el un tanto vacío compromiso. Él mismo dice que recomendaba la persona de Nestorio mientras anatematizaba su doctrina.

Al morir San Cirilo en el año 444, surgió un nuevo estado de cosas al desaparecer la mano firme que refrenaba a sus intemperantes seguidores. El amigo de Nestorio, el conde Ireneo, se había convertido en obispo de Tiro y era perseguido por el partido de de Cirilo, al igual que Ibas, obispo de Edesa, que había sido un gran maestro en esa ciudad. Estos obispos, junto con Teodoreto y Domno, el sobrino y sucesor de Juan de Antioquía, fueron depuestos por Dióscoro de Alejandría en el Concilio Ladrón de Éfeso (449). Ibas estaba imbuido de la teología antioquena, pero en su famosa carta a Maris el persa desaprueba a Nestorio tanto como a Cirilo, y en el Concilio de Calcedonia estaba dispuesto a gritar mil anatemas a Nestorio. El y Teodoreto fueron ambos reinstalados por dicho concilio y parece que ambos creyeron que el Tomo de San León era una rehabilitación de la teología antioquena. Lo mismo creyeron los monofisitas que veían en San León al adversario de las enseñanzas de San Cirilo. Nestorio, en su exilio, se alegró de este cambio en la política romana, tal como él creía. Loofs, seguido por muchos escritores, incluso católicos, opina igual. Pero San León creía estaba completando y no deshaciendo la obra del concilio de Éfeso, y de hecho su enseñanza no es más que una forma más clara de las anteriores enseñanzas de Cirilo tal como las había expuesto en los cinco libros contra Nestorio. Pero es verdad que la última fraseología de Cirilo, de la que las dos cartas a Succenso son el tipo, se basa en la fórmula que se sintió obligado a adoptar de un tratado apolinarista que se creía que era de su gran predecesor San Atanasio: mia physis ton Theou Logou sesarkomene. San Cirilo hallaba incómoda esta fórmula, como muestra la forma en que la trata, y de hecho se convirtió en la consigna de la herejía. Pero San Cirilo hizo lo mejor que pudo por entenderla en un sentido correcto y se sale de su camino para admitir dos naturalezas hasta después de la unión en theoria, una admisión que iba a salvar al mismo Severo de una buena parte de su herejía.

Es fácilmente explicable que Loofs y Harnack no perciban la diferencia vital entre los antioquenos y San León, puesto que no creen en la doctrina católica de las dos naturalezas y por consiguiente no captan la perfectamente simple explicación dada por San León. Así como algunos escritores declaran que los monofisitas siempre tomaron physis en el sentido de hipóstasis, así Loofs y otros mantienen que Nestorio tomó hipóstasis siempre en el sentido de physis, y que quería decir por dos hipóstasis no más de lo que quería decir por dos naturalezas. Pero las palabras parecen haber tenido significados perfectamente definidos para todos los teólogos del período. Es probable que los monofisitas las distinguieran (ver Monofisismo) y todos admiten que incuestionablemente querían decir por hipóstasis una naturaleza subsistente. Es bastante obvio que Nestorio no puede, por el contrario, haber creído que naturaleza significaba lo mismo que hipóstasis, y que ambas significaran esencia, por tres razones: primera, él no pudo haber querido decir algo tan absolutamente opuesto al significado dado a la palabra hipóstasis por los monofisitas; segundo, si quería decir naturaleza por hipóstasis no le quedaba ninguna palabra para “subsistencia” (ya que ciertamente usó ousia queriendo decir “esencia” en vez de “subsistencia”); tercero, toda la doctrina de Teodoro de Mopsuestia, y la propia negación de Nestorio a admitir casi cualquier forma de communicatio idiomatum, nos fuerza a tomar sus “dos naturalezas” en el sentido de naturalezas subsistentes.

Los críticos modernos también consideran que la doctrina ortodoxa de los griegos contra el monofisismo---de hecho la doctrina de Calcedonia tal cual se defendió durante muchos años---era prácticamente la doctrina antioquena o nestoriana, hasta que Leoncio la modificó en el sentido de la conciliación. Esta teoría es completamente arbitraria, pues de Calcedonia en adelante no hay controversista ortodoxo alguno que nos haya dejado texto alguno considerable en griego por el que podamos juzgar hasta que punto Leoncio fue un innovador. En todo caso, sabemos, por los ataques de los mismos monofisitas, que aunque consideraban a sus oponentes católicos como cripto-nestorianos, al hacerlo así los distinguían de los verdaderos nestorianos que profesaban abiertamente dos hipóstasis y condenaban la palabra Theotokos. De hecho podemos decir que después de que Juan de Antioquía y Teodoreto hicieron las paces con San Cirilo, no volvió a oírse hablar en el mundo griego de la teología antioquena. La escuela había sido distinguida pero pequeña. En la misma Antioquía, en Siria y en Palestina, los monjes, que tenían muchísima influencia, eran seguidores de Cirilo, y una gran parte de ellos acabaron siendo monofisitas. Era más allá del mundo griego que el nestorianismo tendría su desarrollo.

Había en Edesa una famosa escuela para persas, que probablemente había sido fundada en los días de San Efrén, cuando Nisibis había dejado de pertenecer al imperio romano (363). Los cristianos de Persia habían sufrido terrible persecución y la Edesa romana había atraído a persas para el estudio pacífico. Bajo la dirección de Ibas, la escuela persa de Edesa se empapó de la teología antioquena. Pero Rábulas, el famoso obispo de Edesa, aunque se había mantenido aparte de San Cirilo en el Concilio de Éfeso junto con otros obispos del patriarcado antioqueno, después del concilio se convirtió en un convencido y hasta violento seguidor de Cirilo, e intentó lo que pudo contra la escuela de los persas. El mismo Ibas le sucedió. Pero a la muerte de su protector (457) los persas fueron expulsados de Edesa por los monofisitas, que se convirtieron en todopoderosos. Entonces Siria se convirtió en monofisita y surgieron Filoxeno y muchos otros escritores. Persia se hizo nestoriana. De los exilados de Edesa a su propio país, nueve llegaron a ser obispos, incluidos Barsumas, o Barsauma, de Nisibis y Acacio de Beit Aramage. La escuela de Edesa se cerró por fin en 489.

En este momento, la iglesia de Persia era autónoma, habiendo renunciado a toda sujeción a Antioquía y a los obispos “occidentales” en el concilio de Seleucia en 410. El superior eclesiástico de todos ellos era el obispo de Seleucia-Tesifonte, que había asumido el rango de catholicos. Este prelado era Babaeus o Babowai (457-84) en tiempos de la llegada de los profesores nestorianos de Edesa. Parece que los recibió con los brazos abiertos. Pero Barsauma, una vez que fue obispo de Nisibis, cerca de la gran ciudad de Edesa, rompió con el débil catholicos y en un concilio celebrado en Beit Lapat en abril de 484, pronunció su deposición. Ese mismo año Babowai fue acusado ante el rey de conspirar con Constantinopla y fue matado cruelmente, colgado por el dedo anular y, se dice, crucificado y azotado. No hay suficiente evidencia para la historia de que fue Barsauma quien lo acusó.

El obispo de Nisibis era, en todo caso, muy estimado por el rey Peroz (457-84) y había logrado convencerle de que sería una buena cosa para Persia que los cristianos persas fueran todos de naturaleza distinta de los del imperio y no tuvieran tendencia a inclinarse hacia Antioquía y Constantinopla, que no estaban oficialmente en la línea de influencia del "Henoticon" de Zenon. Así pues, los cristianos que no fueran nestorianos fueron expulsados de Persia. Pero generalmente no se considera confiable la historia de esta persecución,, tal como la narra la carta de Simeón de Beit Arsam; el número de 7,700 mártires monofisitas es bastante increíble. Solo la ciudad de Tagrit permaneció monofisita. Los armenios, sin embargo no se convirtieron y en 491 condenaron en Valarsapat al Concilio de Calcedonia, a San León y a Barsauma. Peroz murió en 484, poco después de haber asesinado a Babowai y el enérgico obispo de Nisibis tenía menos que esperar de su sucesor, Balash.

Aunque al principio Barsauma se oponía al nuevo catholicos, en agosto de 485 Acacio se entrevistó con él y se sometió reconociendo la necesidad de estar sujeto a Seleucia. Sin embargo, se excusó de estar presente en el concilio de Acacio de 484 en Seleucia, en el que estuvieron presentes doce obispos. En esta asamblea se afirmó la teología antioquena y se repitió un canon de Beit Lapat que permitía el matrimonio del clero. El concilio declaró que despreciaban la vanagloria y se sintieron forzados a humillarse a sí mismos para poner fin al horrible escándalo clerical que no edificaban a los magos persas ni a los fieles; por lo tanto, decretaron que los clérigos debían emitir un voto de castidad, los diáconos podían casarse, y que en el futuros no serían ordenados sacerdotes excepto los diáconos que tuvieran una esposa legal e hijos. Aunque no se daba permiso a los sacerdotes u obispos para casarse (porque iba contra los cánones de la Iglesia Oriental), parece que en la practica se toleró, posiblemente para regularizar las uniones ilícitas. El mismo Barsauma parece haberse casado con una monja llamada Mamoé, aunque según Mare, fue por inspiración del rey Peroz y fue solo un matrimonio de nombre con la intención de que la fortuna de la señora no fuera confiscada.

La Iglesia Persa estaba ahora organizada, aunque no estaba completamente unida, estaba formalmente comprometida con la teología antioquena. Sin embargo, Acacio cundo fue enviado como legado del rey a Constantinopla, fue obligado a aceptar el anatema contra Nestorio para ser recibido en la comunión allí. A su regreso se quejaba amargamente de ser llamado nestoriano por el monofisita Filoxeno, declarando que “no sabía nada” de Nestorio. Sin embargo, Nestorio siempre ha sido venerado como santo por la Iglesia Persa.

Solo faltaba una cosa para la iglesia nestoriana: necesitaba escuelas teológicas propias para que su clero pudieran defender sus argumentos teológicos sin ser tentados para estudiar en centros ortodoxos del Oriente o en las numerosas y brillantes escuelas que los monofisitas estaban estableciendo. Barsauma abrió una escuela en Nisibis que se convertiría en más famosa que la de Edesa. El rector era Narses el leproso, un escritor muy prolífico, del que se ha preservado poco. Esta universidad tenía un solo colegio, con la vida regular de un monasterio. Sus reglas se guardan aún (ver Nisibis). En algún momento llego a tener 800 estudiantes y su gran doctor fue Teodoro de Mopsuestia. Sus comentarios se estudiaban en las traducciones de Ibas y tratadas casi como infalibles. Se adoptó el canon de las escrituras de Teodoro como sabemos por el "De Partibus Divinae Legis" de Junilius, (P.L., LXVIII y ed. por Kihn), obra que es una traducción y adaptación de las conferencias publicadas por un cierto Pablo, profesor en Nisibis. El método es aristotélico y debe haber entrado en contacto con el renacimiento aristotélico que se dio en Grecia y asociado principalmente al nombre de Filópono y en Occidente con el de Boecio. La fama de este seminario teológico fue tan grande que el Papa San Agapito I y Casiodoro quisieron fundar uno similar en Italia, aunque resultó imposible en esos agitados días. Sin embargo el monasterio de Casiodoro en Vivario se inspiró en el de Nisibis. Hubo otras escuelas importantes en Seleucia y otros sitios, hasta en pequeñas ciudades.

Barsauma murió entre 492 y 495, Acacio en 496 ó 497, Narses parece que vivió algo más. La iglesia nestoriana que fundaron, aunque separada de la Iglesia Católica por exigencias políticas, nunca intentó hacer otra cosa que practicar una autonomía como la de los patriarcados orientales. Su herejía consistía principalmente en su negación a aceptar los Concilio de Éfeso y Calcedonia. Es interesante notar que ni Junilio ni Casiodoro hablan de la escuela de Nisibis como herética. Probablemente eran conscientes de que no era muy ortodoxa, pero los persas que aparecían en los Santos Lugares como peregrinos o en Constantinopla pueden haber parecido como católicos por su odio a los monofisitas, que eran los grandes enemigos en Oriente.

La enseñanza oficial de la iglesia nestoriana en tiempos del rey Cosroes (Khusran) II (murió en 628) nos ha llegado bien en el tratado "De unione" compuesto por el enérgico monje Babai el Grande, preservado en un manuscrito del que Labourt ha sacado extractos (pp. 280-87). Babai niega que hipóstasis y persona tengan el mismo significado. Una hipóstasis es una esencia (ousia) singular que subsiste en su ser independiente, numéricamente uno, separado de otros por sus accidentes. Una persona es esa propiedad de la hipóstasis que la distingue de otros (esto parece más bien “personalidad” que “persona”) como siendo ella misma y no otra, así que Pedro es Pedro y Pablo es Pablo. Como hipóstasis Pedro y Pablo no se distinguen puesto que tienen las mismas cualidades específicas, pero se distinguen por sus cualidades particulares, su sabiduría u otra cosa, su altura y su temperamento etc. Y puesto que la propiedad singular que posee la hipóstasis no es la hipóstasis misma, la propiedad particular que la distingue se llama “persona”.

Parece que Babai quiere decir que “un hombre” (individuum vagum) es la hipóstasis, pero no la persona, hasta que se añaden las características individuales por las que se sabe que es Pedro o Pablo. Esto no es de modo alguno lo mismo que la distinción entre naturaleza e hipóstasis, ni se puede afirmar que por hipóstasis Babai quisiera decir que deberíamos decir naturaleza específica y por persona lo que debemos llamar hipóstasis. La teoría parece ser un intento sin éxito para justificar la formula tradicional nestoriana: dos hipóstasis en una persona. Respecto a la naturaleza de la unión, Babai cae en el dicho antioqueno de que es inefable y prefiere las metáforas usuales---asunción, inhabitación, templo, vestidura, reunión---a cualquier definición de unión. Rechaza la communicatio idiomatum porque crea confusión de la naturaleza, pero permite un cierto” intercambio de nombres”, que explica con gran cuidado.

Los cristianos persas fueron llamados “orientales “o “nestorianos” por sus vecinos del oeste. Se daban a si mismo el nombre de caldeos, pero esta denominación está generalmente reservada para una gran parte de los restos aun existentes que se han unido a la Iglesia Católica. La situación de estos Uniatas, así como la rama en la India conocidos como cristianos malabares, se describe en Cristianos Caldeos. La historia de la iglesia nestoriana aparece en el artículo Persia. Los nestorianos también penetraron en China y Mongolia y dejaron detrás de ellos una piedra inscrita, colocada en febrero de 781, que describe la introducción del cristianismo en China desde Persia en el reinado de T'ai-tsong (627-49). La piedra se halla en Chou-Chih, 50 millas al sur de Sai-an Fu, que en el siglo VII era la capital de China. Se le conoce como “el monumento nestoriano”


Bibliografía: Para bibliografía vea San Cirilo de Alejandría, Concilio de Éfeso, Dióscoro. Aquí se puede añadir, sobre Nestorio: GARNIER, Opera Marii Mercatoris, II (Paríis, 1673); P.L., XLVII, 669; TILLEMONT, Memoires, XIV; ASSEMANI, Bibliotheca Orient., III, pt 2 (Rome, 1728); LOOFS en Realencyklopadie, s.v. Nestorio; FENDT, Die Christologie des Nestorius (Munich, 1910); BATIFFOL en Revue Biblique, IX (1900), 329-53; MERCATI en Theolog. Revue VI (1907), 63; LUDTKE en Zeitschr. Fur Kirchengesch. XXIX (1909), 385.

Sobre la lucha temprana con el Nestorianismo: ASSEMANI, Bibliotheca Orentalis, III, partes 1 y 2 (Roma, 1728); DOUCIN, Histoire du Nestorianisme (1689).

Sobre los nestorianos persas: los historiadores monofisitas MICHAEL SYRUS, ed. CHABOT (París, 1899) y BAR HEBREO, ed. ABBELOOS Y LAMY (París, 1872-77); el SAHRASTANI islámico, ed. CURETON (Londres, 1842); y especialmente la rica información en los textos nestorianos mismos; GISMONDI, Maris Amri et Slibae de patriarchis Nestoranis commentaria, e codd. Vat.; the Liber Turris (Arábigo y latín, 4 partes, Roma, (1896-99); BEDJAN, Histoire de Mar Jab-Alaha (1317), patriarche, et de Raban Saumo (2nd ed., Paris, 1895); Synodicon of Ebedjesu en MAI, Scriptorum vett. Nova. Coll., X (1838); BRAUN, Das Buch der Synhados (Stuttgart y Viena, 1900); CHABOT, Synodicon Orientale, ou recueil de Synodes Nestoriens in Notes of Extraits, Synhados (Stuttgart y Viena, 1900); Chabot Synodicon Orentale, ou recueil de Synodes Nestoriens in Notes et Extraits, XXXVII (París, 1902); GUIDI, Ostsyrische bischofe und Bischofsitze in Zeitschrift der Morgen landl. Gesellsch., (1889), XLII, 388; IDEM, Gli statuti della scuola di Nisibi (Syriac text) en Giornaale della Soc. Asiatica Ital., IV; ADDAI SCHER, Chronique de Seert, histoire Nestorienne (arábigo y francés), y Cause de la fondation des ecoles (Edessa and Nisibis) en Patrologia Orentalis, IV (Paris, 1908). -See also PETERMANN AND KESSLER in Realencyklop., s.v. Nestorianer; FUNK en Kirchenlex., s.v. Nestorius und die Nestorianer; DUCHESNE, Hist. Ancienne de l'eglise, III (París, 1910). –Sobre el "Monumento Nestoriano", vea PARKER en Revista de Dublín, CXXXI (1902), 2, p. 3880; CARO Y HOLM, El Monumento Nestoriano (Londres, 1910).

Fuente: Chapman, John. "Nestorius and Nestorianism." The Catholic Encyclopedia. Vol. 10. New York: Robert Appleton Company, 1911. <http://www.newadvent.org/cathen/10755a.htm>.

Traducido por Pedro Royo. L H M.