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Lunes, 25 de noviembre de 2024

Maniqueísmo

De Enciclopedia Católica

Revisión de 18:28 27 ago 2016 por Luz María Hernández Medina (Discusión | contribuciones) (Historia en Occidente)

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El maniqueísmo fue una religión fundada por el persa Manes en la segunda mitad del siglo III. Aparentaba ser la verdadera síntesis de todos los sistemas religiosos conocidos hasta entonces, y en realidad consistía en dualismo zoroástrico, el folclore de Babilonia, la ética budista y algunas pequeñas y superficiales adiciones de elementos cristianos. Dado que la teoría de los dos principios eternos, el bien y el mal, es predominante en esta fusión de ideas y da color al conjunto, el maniqueísmo se clasifica como una forma de dualismo religioso. Se extendió con extraordinaria rapidez tanto en Oriente como en Occidente y mantuvo una existencia esporádica e intermitente en Occidente (África, España, Francia, el norte de Italia, los Balcanes) durante mil años, pero floreció principalmente en la tierra de su nacimiento, (Mesopotamia, Babilonia, Turquestán) e incluso más al este en el norte de la India, China occidental y el Tíbet, donde cerca del año 1000 d.C., la mayor parte de la población profesaba sus principios y donde se extinguió en una fecha incierta.

Vida del Fundador

Manes (o Mani) (griego Manys; gen. usualmente Manytos; algunas veces Manentos; raramente Manou; o Manichios; latín Manes; gen. Manetis; En Agustín siempre Manichaeus) es un título y término de respeto en lugar de un nombre personal. Su significado exacto no es del todo seguro; dos interpretaciones griegas antiguas eran skeuos y homilia, pero su verdadera derivación es probablemente del babilonio-arameo Mânâ, el cual, entre los mandeanos era el término para un espíritu de luz, al ser mânâ rabba "Rey de la Luz"; por lo tanto habría significado "el ilustre". El fundador mismo asumió este título y sustituyó tan completamente su nombre personal que no se conoce la forma precisa de éste último; sin embargo, nos han llegado dos formas latinizadas, Cubrico y Ubrico, y parece probable que estas formas son una corrupción del nombre poco usual de Shuraik.

Aunque el nombre personal de Manes está así sujeto a duda, no hay duda respecto al de su padre y familia. El nombre de su padre era Fâtâk Bâbâk (Ratekios, o el “bien conservado"), un ciudadano de, la antigua capital de Media y miembro del famoso “Chascanian Gens” (¿clan chascanio?). El niño nació en el año 215 o 216 d.C. en la villa de Mardinu en Babilonia, de una madre de ascendencia noble (arsácidas) cuyo nombre se da variamente como Mes, Utâchîm, Marmarjam y Karossa. El padre era evidentemente un hombre de fuertes inclinaciones religiosas, puesto que salió de Ecbatana para unirse a los puritanos del sur de Babilonia (Menakkede) o mandeos e hizo educar a su hijo bajo sus principios. El propio padre de Manes debió haber desplegado considerables actividades como un reformador religioso y debió haber sido una especie de precursor de su hijo más famoso, en cuyos primeros años de vida pública él tuvo alguna participación. Es posible que algunos de los escritos de Patekio se hallen incorporados en la literatura mandea que nos ha llegado.

Debido a malos entendidos de la palabra aramea para discípulo (Tarbitha, stat abs. Tarbi), las fuentes griegas y latinas hablan de un cierto Terebinthos, Terebinthus de Turbo, como una persona distinta, a quien confundieron parcialmente con Manes, parcialmente con Patekios, y como también olvidaron que Manes, además de ser el gran discípulo de Patekios, era su hijo biológico, y que en consecuencia el maestro escita, Scitiano, es sólo Fatak Babak de Hamadan, la metrópolis escita, sus relatos de los primeros orígenes del maniqueísmo difieren considerablemente del dado en las fuentes orientales. A pesar de las ingeniosas investigaciones de Kessler en este campo, no podemos decir que la relación entre las fuentes orientales y occidentales sobre este punto ha sido suficientemente aclarada, y bien puede ser que la tradición occidental que se remonta a través del "Acta Archelai" hasta dentro de un siglo de la muerte de Manes, contenga algo de verdad.

Aparentemente, al principio el padre de Manes fue un idólatra, pues, cuando rendía culto a sus dioses en un templo se supone que oyó una voz que le instaba a abstenerse de carne, vino y mujeres. En obediencia a esta voz emigró hacia el sur y se unió a los mughtasilah, o bautistas mandeos, a donde se llevó con él al muchacho Manes, pero posiblemente dejó atrás a la madre de Manes. Allí, a la edad de doce se supone que Manes recibió su primera revelación. El ángel Eltaum (Dios de la Alianza; Tamiel de la tradición rabínica judía) se le apareció, le ordenó que dejara los mandeos, y viviera castamente, pero que esperara todavía algunos doce años antes de proclamarse al pueblo. Es probable que el niño fue entrenado para la profesión de pintor, como a menudo se le designa así en fuentes orientales (aunque tardías).

Babilonia era todavía un centro del sacerdocio pagano; allí Manes se empapó totalmente de las especulaciones antiguas. El domingo, 20 de marzo de 242 d.C., Manes proclamó su evangelio por primera vez en la residencia real, Gundesapor, el día de la coronación de Sapor I, cuando se reunían enormes multitudes de todas partes. “"Como una vez Buda llegó a la India, Zoroastro a Persia y Jesús a las tierras de Occidente, así vino en el momento actual, esta profecía a través de mí, el Manes, a la tierra de Babilonia", sonaba la proclamación de este "Apóstol del Dios verdadero ". Parece que tuvo poco éxito inmediato y se vio obligado a abandonar el país. Durante muchos años viajó por el extranjero, fundando comunidades maniqueas en Turkestán y la India. Cuando por fin regresó a Persia logró convertir a su doctrina a Peroz, el hermano de Sapor I, y le dedicó una de sus obras más importantes, el "Shapurikan". Peroz obtuvo para Manes una audiencia con el rey y Manes pronunció su mensaje profético en la presencia real.

Pronto encontramos de nuevo a Manes como fugitivo de su tierra natal; aunque aquí y allá, como en Bet Garmia, su enseñanza parece haber echado raíces temprano. Mientras viajaba, Manes diseminó y afianzó su doctrina mediante epístolas, o cartas encíclicas, de las cuales conocemos por título unas ochenta. Se dice que después Manes cayó en manos de Sapor I, fue echado a la prisión, y sólo fue liberado a la muerte del rey en 274. Parece cierto que el sucesor de Sapor, Ormuz I, fue favorable al nuevo profeta; tal vez incluso personalmente lo liberó de su calabozo, a menos que, de hecho, Manes ya había efectuado su fuga tras sobornar a un guardia y huir a través de la frontera romana. Sin embargo, el favor de Ormuz le fue de poca utilidad, ya que ocupó el trono persa solo un año, y Bahram I, su sucesor, poco después de su advenimiento al trono, ordenó la crucifixión de Manes, mandó a desollar el cadáver, a disecar la piel y colgarla en la puerta de la ciudad, como un espectáculo aterrador para sus seguidores, a los que persiguió con severidad implacable. La fecha de su muerte se fija en el año 276 a 277 d.C.

Sistema de Doctrina y Disciplina

Doctrina

La clave para el sistema de Manes es su cosmogonía (N. de la T.: Cosmogonía: Relato mítico relativo a los orígenes del mundo). Una vez que esto se sabe hay poco más que aprender. En este sentido Manes fue un verdadero gnóstico, ya que trajo la salvación por el conocimiento. El maniqueísmo profesaba ser una religión de la razón pura a diferencia de la credulidad cristiana; profesaba explicar el origen, la composición y el futuro del universo; tenía una respuesta para todo y despreciaba el cristianismo, que estaba lleno de misterios. Estaba completamente inconsciente de que cada una de sus respuestas era una mistificación o una invención fantástica; de hecho, ganó el dominio sobre las mentes de los hombres por la asombrosa integridad, minuciosidad y consistencia de sus afirmaciones.

Daremos la cosmogonía según aparece en Theodore Bar Khoni, que incorpora los resultados del estudio de François Cumont. Antes de la existencia del cielo y la tierra y todo lo que está en ella, había dos principios, uno bueno, el otro malo. El principio bueno habita en el reino de la luz y es llamado el Padre de la Majestad (grandioso o grandeza, Megethos, Abba D'rabbutha), o el Padre con las cuatro caras o personas (tetraprosopon), probablemente debido a que los zervanitas (véase Cosmogonía: Iraní) consideraban al tiempo, la luz, la fuerza y la bondad como manifestaciones esenciales del Primer Ser. Fuera del Padre están sus cinco tabernáculos o shechinatha, la inteligencia, la razón, el pensamiento, la reflexión y la voluntad. La designación de "tabernáculo" contiene un juego con el sonido shechina, que significa tanto morada o tienda de campaña y "gloria o presencia divina" y se usa en el Antiguo Testamento para designar la presencia de Dios entre los querubines. Estos cinco tabernáculos eran descritos como los pisos de un edificio –siendo la voluntad el piso más alto--- y por otra parte como miembros del cuerpo de Dios. Él mora y los posee a todos, con el fin de ser, en cierto sentido, idéntico a ellos, una vez más, en cierto sentido, a ser distinto de ellos. También son llamados eones o mundos, beata secula en los escritos de San Agustín. En otras fuentes los cinco miembros son: longanimidad, conocimiento, razón, discreción y entendimiento. Y de nuevo, estos cinco como miembros del cuerpo espiritual del Padre a veces se distinguían de los cinco atributos de su inteligencia pura: amor, fe, verdad, magnanimidad y sabiduría. Este padre de luz, junto con el aire y la tierra de luz, el primero con cinco atributos paralelos al propio, y el segundo con los cinco miembros de respiración, viento, luz, agua y fuego, constituyen el pleroma maniqueo. Este mundo de luz es de alcance infinito en cinco direcciones y sólo tiene un límite, fijado a él por debajo de la esfera de la oscuridad, que también es infinita en todas las direcciones salvo la de arriba, donde limita con el reino de la luz. Opuesto al Padre de la Grandeza está el rey de la oscuridad. A él nunca realmente se le llama “dios”, pero por lo demás, él y su reino inferior son exactamente paralelos al gobernante y al reino de la luz de arriba. El oscuro pleroma también es triple, como si fuera el firmamento, el aire y la tierra invertidos. Los dos primeros (Heshuha y Humana) tienen los cinco atributos, miembros, eones o mundos: aliento pestilente, viento abrasador, oscuridad, niebla, fuego consumidor; el último tiene los cinco siguientes: pozos de veneno, columnas de humo, profundidades abismales, fétidos pantanos así como columnas de fuego. Esta última quíntuple división está claramente tomada de las ideas de los antiguos caldeos ideas en boga en Mesopotamia.

Estos dos poderes podrían haber vivido eternamente en paz, si el Príncipe de la Oscuridad no hubiese decidido invadir el reino de la luz. Al acercarse el monarca del caos, el terror se apoderó de los cinco eones de luz. Esta encarnación del mal llamado Satán o Ur-diablo (Diabolos protos, Iblis Kadim, en las fuentes árabes), un monstruo mitad pez, mitad pájaro, aunque con cuatro pies y cabeza de león, se lanzó hacia arriba, hacia los confines de la luz. El eco del trueno de su embestida fue a través de los eones benditos hasta llegar al Padre de Majestad, quien recapacitó y dijo: “No voy a enviar a mis cinco eones, hechos para el reposo bendito, a participar en esta guerra, iré yo mismo y daré la batalla.” A partir de esto el Padre de Majestad emanó a la Madre de la Vida y la Madre de la Vida emanó al primer hombre. Estos dos constituyen, junto con el Padre, una especie de trinidad en unidad, de ahí que el Padre pudo decir: “Yo mismo iré”. Aquí Manes asimila ideas ya conocidas del gnosticismo (ver el subtítulo El Mito de Sofía y que se asemejan a la doctrina cristiana, especialmente cuando se tiene en mente que “espíritu” es femenino en el hebreo-arameo y así podía ser fácilmente concebida como la madre de todos los vivientes. El protanthropos o “primer hombre” es una concepción claramente iraní, que asimismo encontró su camino una serie de sistemas gnósticos, pero que se convirtió en la figura central en el maniqueísmo. El mito del origen del mundo a partir de los miembros de un gigante muerto o Ur-hombre es muy antiguo, no sólo en especulaciones iraníes, sino también en la mitología india (Rig-Veda, X, 90), De hecho, si el mito del gigante Ymir en las cosmogonías escandinavas no es más que una invención medieval, como a veces se afirma, esta leyenda debe ser una de las primeras posesiones de la raza aria.

De acuerdo con Manes el primer-hombre ahora emana hijos como un hombre que se pone su armadura para el combate. Estos cinco hijos son los cinco elementos opuestos a los cinco eones de oscuridad: aire claro, viento refrescante, luz brillante, aguas vivificantes y fuego calefactor. Se puso la primera brisa aérea, y luego se arrojó encima la luz como un manto en llamas, y sobre esta luz una cubierta de agua; se rodeó de ráfagas de viento, tomó la luz como su lanza y escudo, y se arrojó hacia abajo, hacia la línea de peligro. Un ángel llamado Nahashbat (?) iba delante de él llevando una corona de la victoria. El primer-hombre proyecta su luz delante de él, y el rey de la oscuridad al verlo, pensó y dijo: "Lo que he buscado desde lejos, lo encuentro cerca de mí.” También se vistió con sus cinco elementos, y entabló combate con el primer-hombre. La lucha fue a favor del rey de la oscuridad. El primer hombre, al ser vencido, se dio a sí mismo y a sus cinco hijos como alimento a los cinco hijos de la oscuridad, “como un hombre que tiene un enemigo, mezcla un veneno mortal en un pastel, y se lo da a su enemigo." Cuando estas cinco resplandeciente deidades hubieron sido absorbidas por los hijos de la oscuridad, se les quitó la razón y se convirtieron a través de la mezcla venenosa con los hijos de la oscuridad, semejante a un hombre mordido por un perro salvaje o por una serpiente. Así el maligno conquistó por un momento. Pero el primer-hombre recuperó su razón y oró siete veces al Padre de Majestad, quien se movió a misericordia, emanó como segunda creación al amigo de luz; este amigo de luz emanó al Gran Edicto (Great Ban) y el Gran Edicto emanó el espíritu de vida. Así vino a la existencia una segunda trinidad paralela a la primera (Padre de Luz, Madre de Luz, Primer-Hombre).

Los dos primeros personajes de la última trinidad todavía no se han explicado y sobre todo el significado del Gran Edicto es un rompecabezas, pero al igual que en la antigua trinidad, es la tercera persona la que hace el trabajo real, el Espíritu de Vida (To Zon Pneuma ), que se convierte en el demiurgo o mundo anterior. Al igual que el primer-hombre, emana cinco personalidades: desde su inteligencia el ornamento del esplendor (Sefath Ziva, Splenditenens, phegotatochos en fuentes griegas y latinas); desde su razón, el gran rey de honor; desde su pensamiento Adamas, Luz; desde su autorreflexión, el rey de la gloria; y desde su voluntad el sostenedor (Sabhla, Atlas y Omothoros de fuentes griegas y latinas). Estas cinco deidades eran objetos de culto especial entre los maniqueos, y San Agustín (Contra Faustum, XV) nos da descripción de ellos extraídas de himnos maniqueos.

Estos cinco descienden al reino de la oscuridad, encuentran al primer-hombre en su degradación y lo rescatan por la palabra del poder de ellos; su armadura se queda atrás, al levantarlo por la mano derecha el espíritu de vida lo trae de nuevo a la Madre de Vida. Ahora comienza la formación del mundo. Algunos de los hijos del espíritu de la vida matar y desuellan a los arcontes o hijos de la oscuridad y los llevan a la Madre de la Vida. Ella extiende sus pieles y forma doce cielos. Sus cadáveres son arrojados al reino de la oscuridad y se hacen ocho mundos, sus huesos se forman las cordilleras. El ornamento de esplendor sostiene a las cinco deidades resplandecientes por su cintura y se extienden los cielos por debajo de su cintura. Atlas lleva todos sobre sus hombros, el gran rey de honor se sienta encima de los cielos y vigila todo. El espíritu de vida obliga a los hijos de la oscuridad a entregar algo de la luz que ellos habían absorbido de los cinco elementos y con ésta forma el sol y la luna (vasos de luz, lucidae naves en San Agustín) y las estrellas. El espíritu de vida luego hace las ruedas del viento debajo la tierra cerca del sostenedor. El rey de gloria por alguna u otra creación habilita estas ruedas para montar la superficie de la tierra y así evita que las cinco deidades resplandecientes sean incendiadas por el veneno de los arcontes. El texto de Theodore Bar Khoni es aquí tan confuso y corrupto que es difícil captar el significado; probablemente el viento, el agua, el aire y el fuego se consideran revestimientos de protección, que rodea y envuelven el material bruto de la tierra y giran a su alrededor.

En esta etapa de la cosmogonía la madre de la vida, el primer-hombre y el espíritu de vida le suplican y le imploran al Padre de Majestad por una creación adicional y por una tercera creación emanó al mensajero; en fuentes latinas este es llamado Legatus Tertius. Este mensajero emana a doce vírgenes con sus vestidos, coronas, y guirnaldas, a saber, realeza, sabiduría, victoria, persuasión, pureza, verdad, fe, paciencia, rectitud, bondad, justicia y luz. El mensajero mora en el sol y, viniendo hacia estas doce vírgenes-vasos les ordena a sus tres asistentes hacerlas girar y pronto alcanzan la altura de los cielos. Todo esto es una metáfora transparente para el sistema planetario y los signos del zodiaco. Tan pronto como hace girar los cielos el mensajero ordena a la gran prohibición que renueve la tierra y haga montar las grandes ruedas (aire, fuego y agua). El gran universo ahora se mueve pero hasta el momento no hay vida de plantas, bestias u hombre. La producción de vida vegetal, animal y racional en la tierra es un proceso de la obscenidad, el canibalismo, el aborto y el combate por el premio entre el mensajero y los hijos e hijas de la oscuridad, los detalles del cual es mejor pasar por alto.

Por último, Naimrael, una mujer y Ashaklun, un diablo varón engendran dos hijos, Adán y Eva. En el cuerpo de Adán fueron aprisionados un gran número de gérmenes de luz. Él fue el gran cautivo del poder del mal. Los poderes de la luz tuvieron piedad y enviaron a un Salvador, Jesús el luminoso. Este Jesús se acercó al inocente Adán, lo despertó del sueño de la muerte, lo hizo moverse, lo sacó de su letargo, se alejó al [[demonio] seductor, y lo encadenó lejos del poderoso arconte femenino. Adán reflexionó sobre sí mismo y supo que existía. Entonces Jesús instruyó a Adán y le mostró la morada del Padre en las alturas celestes, y Jesús le mostró su propia personalidad, expuesto a todas las cosas, a los dientes de la pantera, los dientes del elefante, devorados por los codiciosos, tragado por los glotones, comido por los perros, mezclado con y preso en todo lo que existe, rodeado por los malos olores de la oscuridad. La extraña pero poderosa imaginación de Manes había creado así a un “salvador sufriente” y le había dado el nombre de Jesús. Pero este Salvador es solo la personificación de la luz cósmica en la medida en que está aprisionado en la materia, por lo tanto está difundido a través de toda la naturaleza, que nace, sufre y muere todos los días, que es crucificado en cada árbol, que es comido todos los días en cada comida. Esta cautiva luz cósmica se llama Jesus patibilis. Entonces Jesús hizo que Adán se pusiese de pie y probara del árbol de la vida. Adán luego miró a su alrededor y lloró. Levantó su voz poderosamente como un león rugiente. Se arrancó el pelo, se golpeó el pecho y dijo: "Maldito el creador de mi cuerpo y el que ató mi alma y que me han hecho su esclavo." De ahí en adelante el deber del hombre es mantener su cuerpo limpio de toda mancha corporal mediante la práctica de la auto-negación y ayudar también en la gran obra de purificación a través del universo.

La escatología maniquea está en consonancia con su cosmogonía. Cuando, principalmente a través de la actividad de los elegidos, todas las partículas de luz se han reunido, el mensajero, o legatus tertius, el Espíritu de Vida viene desde el oeste, el primer hombre con sus anfitriones viene desde el norte, sur y este, junto con todos los eones de luz, y todos los maniqueos perfectos. Atlas, el sostén del mundo, lanza su carga, el ornamento de esplendor arriba se deja ir, y así el cielo y la tierra se hunden en el abismo. Luego sigue una conflagración universal y arde hasta que no queda nada más que cenizas sin luz. Este fuego continúa durante 1,486 años, durante los cuales los tormentos de los impíos son las delicias de los justos. Cuando se complete finalmente la separación de la luz de la oscuridad, todos los ángeles de luz que tuvieron funciones en la creación regresan a lo alto; el oscuro mundo-alma se hunde distante en la profundidad, la cual se cierra para siempre y reina la tranquilidad eterna en el reino de la luz, que ya no será invadido por la oscuridad.

Respecto a después de la muerte del individuo, el maniqueísmo enseñó un estado triple preparado por el Perfecto, los oyentes y los pecadores (no maniqueos). Las almas de los primeros son recibidas después de la muerte por Jesús, quien es enviado por el primer-hombre acompañado por tres eones de luz y la Doncella de Luz. Ellos le dan al difunto una vasija con agua, ropa, un turbante, una corona y una guirnalda de luz. En vano los ángeles malos yacen a su paso, él los desprecia y en una escalera de alabanza sube primero a la luna, luego al primer hombre, al sol, la madre de la vida y finalmente a la luz suprema. Los cuerpos de los perfectos son purificados por el sol, la luna y las estrellas; sus partículas de luz, dejadas libres, suben al primer hombre y son convertidas en deidades menores, rodeando su persona. El destino de los oyentes es finalmente el mismo que el del perfecto, pero tienen que pasar a través de un largo purgatorio antes de llegar a la bienaventuranza eterna. Los pecadores, sin embargo, deben después de la muerte vagar en tormento y angustia, rodeados de demonios, y condenados por los ángeles, hasta el fin del mundo, cuando son arrojados al infierno en cuerpo y alma.

Disciplina

El objeto último de toda vida maniquea era liberar la luz-substancia de la contaminación de la materia. Los que se dedicaban enteramente a este trabajo eran los "elegidos" o los "perfectos", los Primates Manichaeorum; aquellos que por la fragilidad humana se sentían incapaces de abstenerse de todos los placeres mundanos, aunque aceptaban los principios maniqueos, eran "los oyentes", auditores o catecúmenos. Lo anterior tiene una sorprendente similitud con los monjes budistas, solo con la diferencia de que eran siempre itinerantes, pues se les prohibía establecerse en cualquier lugar de forma permanente. La vida de estos ascetas era muy dura. Se les prohibía tener propiedades, comer carne o beber vino, gratificar cualquier deseo sexual, participar en cualquier ocupación servil, el comercio o el intercambio, poseer casa u hogar, practicar la magia o practicar cualquier otra religión. Sus deberes se resumían en los tres signacula,es decir, sellos o cierres, el de la boca, de las manos y el del pecho (oris, manuum, sinus). El primero prohibía toda mala palabra y toda mala comida. El comer animales despertaba el demonio de la oscuridad dentro del hombre, de ahí que a los “perfectos” sólo se les permitía comer vegetales. Se les recomendaba especialmente algunos vegetales, como los melones y las frutas que contienen aceite, pues pensaban que contenían ciertas partículas de luz, y cuando los perfectos las consumían esas partículas de luz eran liberadas. El segundo prohibía todas las acciones perjudiciales a la luz-substancia: matar animales, arrancar las frutas, etc. El tercero prohibía todos los malos pensamientos, ya fuese contra la fe maniquea o contra la castidad. San Agustín (especialmente “De Moribus Manich.”) arremete vigorosamente contra el repudio maniqueo al matrimonio. Ellos lo consideraban como un mal en sí mismo porque la propagación de la raza humana significaba el continuo aprisionamiento de la luz-substancia en la materia y en un retraso de la feliz consumación de todas las cosas; la maternidad era una calamidad y un pecado y los maniqueos se regocijaban al hablar de la seducción de Adán por Eva y su final castigo en la condenación eterna. En consecuencia, existía el peligro de que lo que aborrecían era el acto de la generación, más que el acto de impureza, y los escritos de Agustín testifican que ese era un peligro real.

El número de los “perfectos” era naturalmente muy pequeño y al estudiar el maniqueísmo uno se impresiona particularmente por la escasez extrema de los individuos “perfectos” conocidos en la historia. La gran mayoría de los seguidores de Manes ---noventa y nueve de cada cien--- eran oyentes. Estaban obligados por los diez mandamientos de Manes, que prohibían la idolatría, la mentira, la avaricia, el asesinato (es decir, todos los asesinatos), la fornicación, el robo, la seducción para engañar, la magia, la hipocresía (infidelidad secreta al maniqueísmo) y la indiferencia religiosa. El primer deber positivo parece haber sido el mantenimiento y casi el culto de los elegidos. Les suministraban verduras para la alimentación y les rendían homenaje de rodillas, pidiendo su bendición. Les consideraban seres superiores, es más, colectivamente, pensaban que constituían el eón de la justicia. Más allá de estos diez mandamientos negativos estaban las dos funciones comunes a todos, la oración y el ayuno.

La oración era obligatoria cuatro veces al día: al mediodía, tarde en la tarde, después de la puesta del sol y tres horas más tarde. Oraban de cara al sol o, en la noche, de cara a la luna; cuando ni el sol ni la luna eran visibles, oraban de cara al norte, al trono de la Luz-Rey. Era precedida por una ceremonia de purificación con agua o, a falta de agua, con alguna otra substancia al modo mahometano. Las oraciones diarias eran acompañadas por doce postraciones y dirigidas a las diversas personalidades en el reino de la luz: el Padre de Majestad, el Primer-Hombre, el Legatus Tertius, el Paráclito (Manes), los Cinco Elementos, y así sucesivamente. Consisten principalmente de una serie de epítetos laudatorios y contienen muy poca súplica. Como el tiempo y la actitud de la oración estaban íntimamente relacionados con los fenómenos astronómicos, así también era el deber del ayuno. Todos ayunaban en el primer día de la semana en honor al sol, los Perfectos también ayunaban en el segundo día en honor a la luna. Todos mantenían el ayuno durante dos días después de cada luna nueva; y una vez al año en la luna llena, y al comienzo del cuarto creciente de la luna. Además, en el octavo día de cada mes se iniciaba un ayuno que se observaba hasta el atardecer.

Se conoce muy poco sobre los ritos y ceremonias entre los maniqueos. Tenían una gran solemnidad, la del Bema, el aniversario de la muerte de Manes. Esta se celebraba con una vigilia de oraciones y lectura espiritual. Se colocaba una silla vacía en la plataforma elevada a la que se subía por cinco escalones. Todavía no se conocen más detalles. San Agustín se queja de que aunque los maniqueos pretendían ser cristianos, su fiesta de la muerte de Manes excedía en solemnidad a la de la Muerte y Resurrección de Jesucristo.

Los maniqueos deben haber poseído una especie de bautismo y eucaristía. La epístola sobre el bautismo, que se produjo entre la literatura sagrada de los maniqueos, por desgracia se perdió, y en las fuentes orientales no se menciona el asunto, pero las fuentes cristianas suponen la existencia de estos dos ritos. De mayor importancia que el bautismo era el Consolamentum o "consolación", una imposición de manos por uno de los elegidos por el cual se recibía a un oyente a su grupo. La jerarquía y constitución maniqueas todavía están envueltas en oscuridad. Manes, evidentemente, tenía la intención de proporcionar una cabeza suprema para la multitud de sus seguidores. Incluso decidió que su sucesor en su dignidad residiría en Babilonia. Este sumo sacerdocio es conocido en las fuentes arábigas como el Imamate. En Oriente parece haber poseído al menos alguna importancia temporal, en Occidente parece apenas conocido o reconocido. No nos ha llegado ninguna lista de estos sumos pontífices del maniqueísmo; apenas uno o dos nombres se conocen en la historia. Es dudoso incluso si la silla de Manes no permaneció vacante durante largos períodos de tiempo.

Actualmente no se posee información sobre los deberes y privilegios de los Imamate. Según fuentes occidentales y orientales la iglesia maniquea se dividía en cinco clases jerárquicas; San Agustín nombra los magistri, episcopi, presbyteri, electi y auditores; esta terminología cristianizada representa en el lenguaje místico Maniqueo los hijos de la mansedumbre, de la razón, del conocimiento, del misterio y del entendimiento. Las predilecciones astrológicas de Manes por el número cinco, tan evidente en su cosmogonía, evidentemente, sugirieron esta división para su iglesia o reino de la luz en la tierra. Los maestros y administradores (magistri y episcopi) son probablemente una adaptación de los legontes y drontes, los portavoces y los hacedores, conocidos en los misterios griegos y babilonios; y el nombre de "sacerdotes" es probablemente tomado del Kura sabeo.

En cuanto a la relación del maniqueísmo con el cristianismo, dos cosas son claras:

(1) Desde el principio mismo el propio Manes intentó alguna relación con el cristianismo, no fue una decisión posterior, introducida cuando el maniqueísmo entró en contacto con Occidente, como a veces se afirma. El cristianismo era la religión predominante en Osrhoene, y tal vez la principal en toda la Mesopotamia en tiempos de Manes. Manes, cuyo objeto era fundar un sistema comprehensivo de todas las religiones conocidas entonces, sólo pudo tratar de incorporar el cristianismo. En las primeras palabras de su proclamación el día de la coronación de Sapor I, mencionó a Jesús, que había llegado a los países de Occidente.

(2) La relación era puramente externa y artificial. La substancia del maniqueísmo era la astrología y el folklore caldeos lanzados a un molde dualista rígido; si introdujo el cristianismo fue solo por la fuerza de las circunstancias históricas. El cristianismo no podía ser ignorado. En consecuencia: (a) Manes se proclamó a sí mismo el Paráclito prometido por Jesús. (b) Rechazó todo el Antiguo Testamento, pero admitió gran parte del Nuevo a su conveniencia; en particular, rechazó los Hechos de los Apóstoles, ya que habla de la venida del Espíritu Santo en el pasado. Los Evangelios fueron corrompidos en muchos lugares, pero cuando un texto parecía favorecerle el maniqueo sabía cómo exhibirlo. Uno tiene que leer las disputas antimaniqueas de San Agustín para darse cuenta de la habilidad extrema con la que se recogieron y se interpretaron los textos de la Escritura. (c) Aunque Manes se llamaba a sí mismo el Paráclito, no reclamaba ninguna divinidad, pero en muestra de humildad se llamaba a sí mismo “Apóstol de Jesucristo por la providencia de Dios Padre”; una designación que fue obviamente adaptada de los títulos de las epístolas paulinas. Sin embargo, Manes era el apóstol de Jesucristo, es decir el mensajero de la promesa de Cristo, el Paráclito enviado por Él (apostolos a partir de apostellos, enviar). La presunción blasfema de Manes se matizaba así un poco a los oídos de los cristianos. (d) Para Manes, Jesucristo era sólo un eón o personificación persistente de la Luz en el mundo; en la medida en que había sido liberado, era Jesús el luminoso, o Jesús patibilis. (e) Manes repudiaba totalmente al Jesús de Nazaret histórico. “El hijo de una pobre viuda (María), “el Mesías judío a quien los judíos crucificaron”, “un diablo que fue justamente castigado por interferir en la obra del eón Jesús”, tal era, según manes, el Cristo que los cristianos adoraban como Dios. La cristología de Manes era puramente docética, su Cristo parecía ser hombre, vivir, sufrir y morir para simbolizar el sufrimiento de la luz en este mundo. Aunque Manes usaba la palabra “evangelio” para su mensaje, su evangelio claramente no era en ningún sentido real el de los cristianos. (f) Manes, finalmente, engañó a los incautos por el uso de términos aparentemente tan cristianos como Padre, Hijo, y Espíritu Santo para designar a las personalidades divinas, pero una ojeada a su cosmogonía muestra cuan endeble era el disfraz. Sin embargo, habló con tanta cautela, instando sólo la fe en Dios, su luz, su poder y su sabiduría (en realidad "el Padre de Majestad", el sol y la luna; los cinco eones benditos, sus hijos, y la religión maniquea), que engañó a muchos.

Historia en Oriente

A pesar de la persecución muy encarnizada por los sasánidas en Persia, así como por los emperadores en Roma, el maniqueísmo se extendió muy rápidamente. Alcanzó su mayor éxito en los países al este de Persia. En el año 1000 d.C. el historiador árabe Al-Beruni escribió: "La mayoría de los turcos orientales, los habitantes de China y el Tíbet, y un número en la India, pertenecen a la religión de Manes". El reciente hallazgo de pinturas y literatura maniquea en Turfan corrobora esta declaración. Dentro de una generación después de la muerte de Manes sus seguidores se habían asentado en la costa de Malabar y le dieron el nombre a Minigrama, es decir, "Asentamiento de Manes". Las inscripciones chinas de Kara Belgassum, que una vez se pensó se referían a los nestorianos, sin duda, se refieren a la existencia del maniqueísmo. La gran tribu turca de los Tuguzguz en 930 amenazó a los mahometanos con represalias contra su poder si los maniqueos en Samarcanda eran molestados por el Príncipe de Chorazan, en cuyo dominio eran muy numerosos. Todavía carecemos de información detallada sobre los extremos maniqueos del Oriente. En Persia y Babilonia mismas, parece que el maniqueísmo nunca ha sido la religión predominante, pero los maniqueos disfrutaron allí de una gran prosperidad y tolerancia bajo el dominio musulmán. Algunos califas eran realmente favorables al maniqueísmo, y tenía un número de simpatizantes secretos en todo el Islam. Aunque no son numerosos en la capital, Bagdad, estaban esparcidos en los pueblos y aldeas de Iraq. Su prosperidad y la intimidad de las relaciones sociales con los no maniqueos despertaron la indignación del partido puritano entre los seguidores de Manes, y esto condujo a la formación de la herejía de Miklas, un asceta persa en el siglo VIII.

Como el maniqueísmo adoptó tres apócrifos cristianos, el Evangelio de Tomás, la Enseñanza de Addas y el Pastor de Hermas, pronto se formó la leyenda de que Tomás, Addas y Hermas fueron los tres primeros grandes apóstoles del sistema de Manes. Se supone que Addas lo difundió en Oriente (ta ates anatoles), Tomás en Siria y Hermas en Egipto. El maniqueísmo era ciertamente conocido en Judea antes de la muerte de Manes; Akouas lo trajo a Eleuterópolis en el año 274 (Epifanio, "Haer.", LXVI, I). San Efrén (378) se quejó de que no había ningún país más infectado del maniqueísmo que Mesopotamia en su época, y el maniqueísmo mantuvo su base en Edessa incluso en 450 d.C. El hecho de que fue combatido por Eusebio de Emeso, Jorge y Apolinario de Laodicea, Diodoro de Tarso, San Juan Crisóstomo de Antioquía, San Epifanio de Salamina y Tito, Obispo de Bostra muestra cuan temprano y ubicuo era el peligro del maniqueísmo en Asia occidental. Hacia el año 404 d.C., Julia, una señora de Antioquía, trató por medio de su riqueza y cultura, de pervertir a la ciudad de Gaza al maniqueísmo, pero sin éxito. En Jerusalén San Cirilo tenía muchos maniqueos convertidos entre sus catecúmenos y refutó sus errores en detalle. San Nilo sabía de maniqueos secretos en el Sinaí antes del año 430 d.C.

En ningún país el maniqueísmo entró más insidiosamente en la vida cristiana que en Egipto. Uno de los gobernadores de Alejandría bajo Constantino era maniqueo, el cual trataba a los obispos católicos con inaudita severidad. San Atanasio dice de San Antonio el Ermitaño (330) que prohibió toda relación con "los maniqueos y otros herejes".

En el Imperio Romano oriental llegó al cenit de su poder hacia el año 375-400 d.C., pero luego disminuyó rápidamente. Pero a mediados del siglo VI una vez más ascendió a la prominencia. El propio emperador Justiniano I discutió con ellos; Fotino el maniqueo discutió públicamente con Pablo el Persa. El maniqueísmo obtuvo adeptos entre las clases más altas de la sociedad. Barsimes, el prefecto nestoriano de Teodora, era un maniqueo declarado. Pero este recrudecimiento del maniqueísmo fue suprimido pronto.

Pronto, sin embargo, ya sea bajo el nombre de paulicianos, o bogomilas, invadieron de nuevo el Imperio Bizantino, después de haber permanecido ocultos durante un tiempo en el territorio musulmán. Los siguientes son los edictos imperiales lanzados contra el maniqueísmo: Diocleciano Alejandría, 31 de marzo de 296) ordena al procónsul de África que los persiga; habla de ellos como una secta sórdida e impura recientemente llegada de Persia, de la cual está determinado a destruir raíz y rama (stirpitus amputari). Sus líderes y propagadores deben ser quemados, junto con sus libros; el rango y las filas, decapitados; la gente notoria, condenados a las minas y sus bienes confiscados. Este edicto se mantuvo en vigor al menos nominalmente en tiempos de Constantino y Constancio. Bajo Juliano el Apóstata parece que se toleró el maniqueísmo. Valentiniano I y Graciano, aunque toleraron otras sectas]] hicieron excepción con los maniqueos. Teodosio I, mediante un edicto de 381, declaró a los maniqueos sin derechos civiles e incapaces de disposición testamentaria. Al año siguiente los condenó a muerte bajo el nombre de encratitas, sacofores e hidroparastataes. Valentiniano II confiscó sus bienes, anuló sus testamentos y los envió al exilio. Honorio, en 405, renovó los edictos de sus predecesores, y multó a todos los gobernadores de ciudades o provincias que fueron negligentes en el cumplimiento de sus órdenes; invalidó todos sus contratos, los declaró fuera de la ley y criminales públicos. En 445 Valentiniano III renovó los edictos de sus predecesores; Anastasio condenó a muerte a todos los maniqueos; Justino y Justiniano decretaron la pena de muerte, no solo contra los maniqueos que permanecían obstinados en su herejía, sino incluso contra los conversos salidos del maniqueísmo que se mantenían en contacto con sus antiguos correligionarios, o que no los denunciaban el todo a los magistrados. Asimismo se decretaron duras penas contra todos los oficiales de estado que no denunciaran a sus colegas, si estaban infectados con el maniqueísmo, y contra todos los que tuviesen libros maniqueos. Fue una guerra de exterminación y aparentemente fue exitosa, dentro de los confines del Imperio Bizantino.

Historia en Occidente

En Occidente, el hogar especial del maniqueísmo estaba en África Proconsular, donde parece haber tenido un segundo apóstol inferior sólo a Manes, una nueva encarnación del paráclito, Adimanto. Antes de 296 el Procónsul Juliano le había escrito al emperador que los maniqueos alteraban la paz de la población y causaban daño a los pueblos. Tras el edicto de Diocleciano no se oyó más de ellos hasta los días de San Agustín. Su campeón más notorio fue Fausto de Mileve. Nacido en Mileve de padres pobres, se había ido a Roma, y tras convertirse al maniqueísmo comenzó a estudiar retórica un poco tarde en su vida. No era un hombre de profunda erudición, pero él era un orador suave y agradable. Su fama en los círculos maniqueos era muy grande. Era episcopus maniqueo y se jactaba de haber dejado a su esposa e hijos y todo lo que tenía por su religión. Llegó a Cartago en el año 383, y fue arrestado, pero los cristianos obtuvieron la conmutación de su sentencia a destierro, e incluso esto no se realizó. Hacia el año 400, escribió una obra en favor del maniqueísmo, o más bien contra el cristianismo, en el que trató de tergiversar el Nuevo Testamento para el apoyo del maniqueísmo. San Agustín le contestó en treinta y tres libros que contenían literalmente gran parte de su enseñanza.

El 28 y 29 de agosto de 32 San Agustín refutó a un cierto Fortunato en una discusión pública efectuada en los Baños de Sossio. Fortunato reconoció su derrota y desapareció del pueblo. El 7 de diciembre de 404 San Agustín sostuvo una disputa con Félix, un sacerdote maniqueo. Lo convenció del error de sus caminos y le hizo decir: “anatema a Manes”. San Agustín sabía cómo usar la severidad para extirpar la herejía. Victorino, un diácono se había convertido en auditor y propagandista de los maniqueos. Fue descubierto, tras lo cual aparentemente se arrepintió y pidió la reconciliación, pero San Agustín lo castigó y lo desterró de la ciudad, advirtiendo a todo el pueblo contra él. No oiría sobre su arrepentimiento a menos que denunciara a todos los maniqueos que conocía en la provincia. San Agustín no escribió contra los maniqueos durante los últimos veinte años de su vida; de ahí que se cree que importancia de la secta había disminuido durante ese tiempo. Sin embargo, en 420, Urso, el prefecto imperial, arrestó a algunos maniqueos en Cartago y los hizo retractarse. Cuando los vándalos arrianos conquistaron África los maniqueos pensaron en ganarse el clero arriano mediante la infiltración secreta en sus filas, pero Hunerico (477-484), rey de los vándalos, al darse cuenta del peligro, quemó a muchos de ellos y transportó a los otros. Sin embargo, a finales del siglo VI Gregorio Magno consideraba a África como el semillero del maniqueísmo. La misma advertencia fue repetida por Gregorio II (731), y Nicolás II (1061).

La difusión del maniqueísmo en España y Galia está envuelto en obscuridad debido a la incertidumbre respecto a la enseñanza real de Prisciliano.

Es bien sabido cómo San Agustín (383) encontró un hogar en Roma en la comunidad maniquea, que debe haber sido considerable. Según el "Liber Pontificalis", el Papa Melquíades (311-314) ya había descubierto adeptos a la secta en la ciudad. El edicto de Valentiniano I (372), dirigido al prefecto de la ciudad, fue claramente lanzado principalmente contra los maniqueos romanos. El llamado “Ambrosiastro” combatió el maniqueísmo en una gran cantidad de sus escritos (370-380). En los años 384-388 surgió en Roma una secta especial de maniqueos, llamada martari, o mat-colonos, quienes, apoyados por un hombre rico llamado Constancio, trataron de comenzar una especie de vida monástica para los elegidos en contravención del mandato de Manes de que los elegidos debían vagar alrededor del mundo predicando el evangelio maniqueo. La nueva secta se encontró con la oposición más amarga entre sus correligionarios. En Roma parecen haber hechos esfuerzos extraordinarios para ocultarse mediante una casi completa conformidad con las costumbres cristianas.

A partir de mediados del siglo VI el maniqueísmo aparentemente murió en Occidente. A través de un número de sociedades secretas y sectas dualistas puede haber existido aquí y allí en la oscuridad, aparentemente no hay conexión directa y consciente con el profeta de Babilonia y su doctrina. Sin embargo, cuando los paulicianos y los bogomilos de Bulgaria entraron en contacto con Occidente en el siglo XI, y los misioneros orientales expulsados por los emperadores bizantinos enseñaron doctrinas dualistas en el norte de Italia y el sur de Francia se encontraron con la levadura del maniqueísmo todavía impregnando tan profundamente la mente de muchos que pudieron hacerla fermentar y crecer hasta convertirse en las formidables herejías de los cátaros.

Escritores Maniqueos

Escritores Anti-maniqueísmo

BIBLIOGRAFÍA:

Fuentes: --Theodore bar Khoni, Obispo Nestoriano de Cascar (c. finales de siglo VI), escribió un libro de "Scholia" o Memorias. El Libro XI de su obra contiene una lista de "sectas que surgieron en diferentes épocas”; entre estas da un relato sobre los maniqueos y relata en detalle la cosmogonía maniquea. Esta es especialmente interesante y valiosa pues retiene las designaciones siríacas originales de las figuras cosmogónicas y probablemente del propio relato de Mani verbalmente a partir de la Epístola Fundamental; en Pognon, Inscriptions mandaites des coupes de Khouabir (París, 1898), tr. al francés (vea también M. Noldere Wiener, Zeitsch. Kund. Morg., XII, 355); Abu' Lfaradsh usualmente llamado En Nadim ("El Brillante"), un historiador árabe que en 908 d.C. escribió su Firhist al'ulum o Compendio de Ciencias". Los capítulos que tartan sobre los maniqueos fueron publicados en alemán tr. por Fluegel en su Mani. Al Biruni, un cronólogo árabe (1000 d.C.), en su Cronología de las Naciones Orientales, Ed. Ing. Sachau, Or transl. Fund (Londres, 1879) e India, Ed. Ing. Sachau, truebn, Or. ser. (Londres, 1888)

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Fuente: Arendzen, John. "Manichæism." The Catholic Encyclopedia. Vol. 9. New York: Robert Appleton Company, 1910. 13 Aug. 2016 <http://www.newadvent.org/cathen/09591a.htm>.

Está siendo traducido por Luz María Hernández Medina