Sinaí
De Enciclopedia Católica
Montaña en la cual Yahveh le entregó las Tablas de la Ley a Moisés.
San Jerónimo ("De situ et nom. Hebr.", en P.L., XXIII, 889), W. Gesenius y, más recientemente, G. Ebers (p. 381) consideran sinónimas las palabras Horeb y Sinaí. Ewald, Ed. Robinson. E.H. Palmer y otros piensan que Horeb denotaba más el sentido de la región montañosa del Sinaí (Ex. 17,6). El origen del nombre Sinaí es algo muy discutido. Parece ser un adjetivo del hebreo para “desierto” (Ewald y Ebers) o “el dios luna” (E. Schrader y otros). El monte fue llamado Sinaí o “Monte de Dios” probablemente antes del tiempo de Moisés (Flavio Josefo “Antiq. Jud.” II, XII). El nombre se adjudica ahora a la península triangular que se encuentra entre el desierto del sur de Palestina, el Mar Rojo, y los golfos de Acaba y Suez; contiene un área de cerca de 10,000 millas cuadradas, la cual fue el escenario de la marcha de cuarenta años de los israelitas después del Éxodo de Egipto.
Sus características topográficas principales son dos: Al norte de Jabal et-Tih (3200 a 3950 pies) se extiende una árida meseta, el desierto de Tih, marcado por numerosos riachuelos, notablemente El-Arish, el “Río de Egipto”, que formaba la frontera sur de la Tierra Prometida (Gen. 15,18; Num. 34,5). Al sur del Jabal et-Tih, se levanta una masa montañosa de granito rayada con pórfidos, que se divide en tres grupos principales: el occidental, Jabal Serbal (6750 pies); el central, Jabal Musa (7380 pies), Jabal Catherine (8560 pies), y Jabal Um Schomer (8470 pies); la oriental, Jabal Thebt (7906 pies) y Jabal Tarfa, que termina en Ras Mohammed. Es en medio de estas montañas en donde la tradición judía y cristiana colocan el Sinaí de la Biblia, pero el lugar preciso es incierto. Fue en Jabal Musa, de conformidad con la tradición que se puede remontar al siglo IV, cuando Santa Silvia de Aquitania estuvo allí. E. H. y H. S. Palmer, Vigouroux, Lagrange y otros defienden a Jabal Musa. Sin embargo, la dificultad en aplicar Ex. 19,12 a Jabal Musa y las inscripciones encontradas cerca de Jabal Serbal han llevado a algunos a favorecer a Serbal. Esta fue la opinión de San Jerónimo (P.L., XXIII, 916, 933) y Cosmas (P.G., LXXXVIII, 217), y de más recientemente Birkhard y Lepsius, y últimamente ha sido defendido vigorosamente por G. Ebers, para no mencionar a Beke, Gressmann, y otros, quienes consideran la historia completa del Sinaí (Ex. 19) solamente una interpretación mítica acerca de una erupción volcánica.
Los críticos más liberales, aunque concuerdan generalmente con las tradiciones judías representadas por el “Código Sacerdotal” y los “documentos elohístas” colocan al Sinaí entre las montañas de la parte sur-central de la península, están en desacuerdo sobre su localización por la más antigua tradición “yahvista” (Ex. 2,15.16.21; 18,1.5). A. von Gall, cuya opinión Welhausen considera la mejor fundada, alega que Meribá (D.V. Tentación. - Ex., 17,7), que los israelitas nunca fueron tan lejos hacia el sur como Jabal Mûsa, y por tanto, que el Sinaí se debe buscar en Madián, en la costa este de Adabar. Otros (cf. Winckler, II, p. 29; Smend, p. 35, n. 2; y Weill, opp. Cit. Infra en bibliografía) colocan al Sinaí en las vecindad cercana a Cadés (Ayn Qâdis) en el sur de Palestina.
Sinaí fue el refugio de muchos anacoretas cristianos durante las persecuciones que sufrió la Iglesia en el siglo III. Hay restos de un monasterio del siglo IV en las cercanías del Monte Serbal. En el 527 el emperador Justiniano I construyó el famoso convento del Monte Sinaí en la ladera norte de Jabal Mûsa, el cual ha sido conocido desde el siglo IX como el de Santa Catalina. Su pequeña biblioteca contiene cerca de 500 volúmenes de valiosos manuscritos en griego, árabe, siríaco, etíope, etc. Fue aquí donde Tischendorf, durante sus investigaciones en 1844, 1853 y 1859, encontró un manuscrito griego muy antiguo (conocido desde entonces como el “Códice Sinaítico”, que contenía la mayor parte de la Septuaginta, todo el Nuevo Testamento, la “Epístola de Barnabé” y la primera parte del “Pastor” de Hermas. Cuarenta y tres páginas en manuscrito encontradas por él se conservan en la Universidad de Leipzig y son conocidas como el "Códice Federico-Augustano". En 1892 la Sra. Smith Lewis encontró en el Sinaí un texto siríaco palimpsesto del siglo IV perteneciente al Evangelio según San Lucas. El Sinaí es rico en inscripciones de valor. M. de Vogüé provee 3200 inscripciones egipcias y semíticas que encontró en Wâdi Mukatteb, las ruinas del templo de Ischta, o Astaroth-Carmain, y en las minas de turquesa, hierro, granito y mármol en las cuales habían trabajado las décimo segunda y décimo octava dinastías egipcias.
La población del Sinaí a principios del siglo XX era de 4,000 a 6,000 árabes semi nómadas, mahometanos, gobernados por sheiks tribales e inmediatamente sujetos al gobierno de la guarnición Qal' at un-Nakhl, bajo el Departamento de Inteligencia de la Oficina de Guerra de El Cairo.
Fuente: Reagan, Nicholas. "Sinai." The Catholic Encyclopedia. Vol. 14. New York: Robert Appleton Company, 1912. <http://www.newadvent.org/cathen/14011a.htm>.
Traducido por Luz María Hernández Medina y Giovanni E. Reyes