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Martes, 19 de marzo de 2024

Eones

De Enciclopedia Católica

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Es el término apropiado por los heresiarcas Gnósticos para designar la serie de poderes espirituales evolucionados por la emanación progresiva del Ser eterno, y constituyendo el Pleroma o mundo espiritual invisible, como distinto del Kenoma, o mundo material visible.


La palabra aeon (aion) significa “edad”, “el siempre-existente”, “eternidad”, llegaron a ser aplicados al poder eterno divino, y a los atributos personificados de ese poder, de dónde se fue extendido para designar las emanaciones sucesivas de la divinidad que los Gnósticos concibieron como los intermediarios necesarios entre lo espiritual y los mundos materiales. El concepto Gnóstico del aeon quizá encontrado en la influencia de una filosofía que postuló una divinidad incapaz de cualquier contacto con el mundo material o con el mal, y el deseo de reconciliar esta filosofía con la noción Cristiana de una interferencia directa de Dios en los asuntos del mundo material, y particularmente en la Creación y Redención del hombre. La angelología Judía, que representaban a Jehováh atendida por una corte de seres celestiales, y sistemas religiosos Helénicos, que imaginaron a un número de intermediarios entre lo finito y lo infinito, sugirieron la emanación de la divinidad de una serie de poderes celestiales subordinados, cada uno menos perfecto, el más removido fue desde la deidad suprema, hasta la imperfección extensamente creciente serviría como el eslabón unido entre el mundo espiritual y el mundo material del maligno. En diferentes sistemas Gnósticos la jerarquía de Aeons fue elaborada diversamente. Pero en todas estaba una mezcla reconocible de elementos Platónicos, mitológicos, y Cristianos. Siempre hay el todo-perfecto primitivo Æon, la cabeza-fuente de la divinidad, y un compañero Æon coeterno. De esto emana un segundo par quien, sucesivamente, engendra otros, generalmente en pares, o en grupos de pares, de acuerdo con la idea Egipcia de parejas divinas. Uno de estos Æons inferiores, deseando saber lo desconocido, para penetrar los secretos del Æon original, trae el desorden en el mundo-Æon, es desterrado, y trae sucesivamente a un Æon muy imperfecto, quien, es un ser indigno de un lugar en el Pleroma, trae la chispa divina al mundo de las tinieblas. Entonces sigue la creación del universo material. Finalmente, allí evoluciona el Æon Cristo, quien es el que restaura la armonía en el mundo-Æon y sana el desorden en la consecuencia del mundo material sobre la catástrofe en el orden ideal, dando al hombre el conocimiento que lo rescatará del dominio de la materia y el mal. El número de Æons varía con los sistemas diferentes, siendo determinado en algunos por las ideas Pitagóricas y Platónicas sobre la eficacia mística de los números; en otros, por las épocas, o la duración de, la vida de Cristo. A los Æons les fueron dados nombres, cada sistema Gnóstico tiene su propio catálogo, sugerido por la terminología Cristiana, y por la Oriental, o la nomenclatura filosófica y mitológica. Había casi tantas jerarquías aeonicas como había sistemas Gnósticos, pero el más elaborado de éstos, hasta donde es conocido, fue ese de Valentino, quién fusiona el Platonismo y el Cristianismo que es así descrito completamente en la refutación de este sistema por San Ireneo y Tertuliano. (Vea el GNOSTICISMO, VALENTINO, BASILIDES, PTOLEMEO.)


La mejor descripción de los sistemas AEONICOS será encontrada en las refutaciones del Gnosticismo por los primeros escritores cristianos: Ireneo, Adv. Haereses, en P.G., VII, I. II, tr. En Ante-Nicene Fathers (New York, 1903), I, 315 sq.; Tertuliano, Contra Valentinianos, en P.L., II, 523. La introducción contiene el schemata gráfico que ilustra la genealogía Aeonica, vi sq. (tr. As above III, 503); Hipólito, Philosophumena, en P.G., XVI, 3, atribuidos a Orígenes, tr. La refutación de todas las Herejías, como sobre V, 9; Baur, Christliche Gnosis (Tubingen, 1835); DeFaye, Introduction a l'etude du gnosticisme, in Revue de l'histoire des religions, (1902, 166 sq.); DuFourcq, La pensee chretienne, Saint Irenee (Paris, 1905), 41-112; Duchesne, Histoire ancienne de l'Eglise (Paris, 1906), I, 153-194; Mead, Fragmentos de una Fe Olvidada (Londres, 1900). También vea los trabajos del Gnosticismo y del heresiarca referidos anteriormente. JOHN B. PETERSON Traducción por: Ph. D. Angel R. Cepeda Dovala M. A. Sonia Margarita Cepeda Ballesteros Julio 2006, México.