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Martes, 19 de marzo de 2024

Cronología Bíblica

De Enciclopedia Católica

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En este artículo, los datos que existen para la formación de una cronología de la Biblia se discuten brevemente bajo los siguientes títulos:

Introducción

La cronología bíblica trata sobre las fechas de los distintos eventos registrados en la Biblia. Debe considerar hasta qué punto la Biblia contiene una cronología en absoluto; hasta qué punto los escritores sagrados apuntaron a la exactitud, o estaban satisfechos con números redondos; si, y en qué medida, los errores textuales y otras fuentes de corrupción se han introducido en los números de la Biblia; y, por último, qué relación existe entre las cronologías transmitidas por las naciones vecinas y las que existen en la Biblia.

"No hay una cronología de la Biblia", escribió Silvestre de Sacy, y aunque esta frase es demasiado general, puede decirse con verdad que para gran parte de la Biblia hay poco que nos guíe a una determinación exacta de cuándo sucedieron los eventos relatados. No se trata simplemente de que en el asunto de los números el texto hebreo no siempre nos ha llegado incorrupto (cf. las diferencias entre el Pentateuco hebreo, los Setenta y el samaritano), sino que los libros de la Escritura, por otra parte, no son una mera historia. Algunos de ellos, como los Salmos, no están en tal sentido. E incluso los que están así, no fueron escritos principalmente desde el punto de vista de la historia. Si no, por ejemplo, ¿por qué dos historias paralelas del reino, Reyes y Crónicas? Es porque, como dice el Padre Cornely sobre el Libro de los Reyes ("Introductio", II vol., I, p. 284), tuvo un fin más alto que el histórico, a saber, mostrar a los pueblos de Israel y de Judá que fue su maldad la que les trajo la destrucción, y, poner ante ellos las pruebas de la misericordia de Dios, para llevarlos de nuevo a la observancia de la Ley.

Por otra parte, el Libro de las Crónicas (Paralipómenos B. D.), escrito después del Exilio, al manifestar los esplendores del antiguo ritual, intentó moverlos a la digna celebración del culto divino (op. cit., p. 324). Lo que complica los primeros períodos de la historia bíblica es el hecho de que no había una era reconocida (como la era dionisíaca de nuestros días) para contar eventos a partir de ella, aunque para el mundo romano la fundación de Roma, en el siglo VIII a.C., comenzó gradualmente a ser reconocida como tal y, en épocas posteriores, entre los judíos, la fecha de la derrota de Nicanor por Seleuco Nicator, y el establecimiento de la dominación seléucida en Siria (312 a.C.) llegó a ser considerada como una era fija.

Creación del mundo

En un artículo sobre la cronología bíblica casi no es necesario discutir la fecha de la Creación. Se han sugerido al menos 200 fechas, que varían desde 3483 hasta 6934 años a.C., todas ellas basadas en la suposición de que la Biblia nos permite resolver la cuestión; pero no hace nada por el estilo. Fue natural que en los primeros tiempos de la Iglesia, los Padres, escribiendo con poco conocimiento científico, tuviesen una tendencia a explicar los días del cap. 1 del Génesis como días naturales de veinticuatro horas; aun así, no todos lo hicieron. Así, los Padres de Alejandría (San Clemente, Orígenes, San Atanasio y San Cirilo) interpretaron los días de la Creación idealmente, y sostuvieron que Dios creó todas las cosas al mismo tiempo. Así lo hizo San Agustín; y Santo Tomás de Aquino vaciló entre el idealismo y la exactitud literal. La interpretación literal ha sido totalmente abandonada, y se admite que el mundo es de inmensa antigüedad. El Profesor Dana declara que su edad es 50 millones de años; otros sugieren cifras aún más alarmantes (cf. Guibert, "In the Beginning"; Molloy, "Geology and Revelation"; Hummelauer, "Genesis"; Hastings, "Dictionary of the Bible"; Mangenot en Vig., "Dict. de la Bible"; Driver, "Genesis"). Quizás las palabras de Génesis (1,2), "La tierra era caos y confusión y oscuridad por encima del abismo”, se refieren a la primera fase de la Creación, la astronómica, antes de que comenzara la era geológica. No tenemos evidencia bíblica para tales cuestiones, y el católico es libre seguir la enseñanza de la ciencia.

Creación del hombre

La pregunta que este tema sugiere es: ¿Podemos limitar el tiempo que el hombre ha existido en la tierra dentro de los límites normalmente asignados, es decir, dentro de unos 4,000 años del nacimiento de Cristo? La Iglesia no interfiere con la libertad de los científicos para examinar este tema y formar el mejor criterio que puedan con la ayuda de la ciencia. Evidentemente ella no atribuye una influencia decisiva a la cronología de la Vulgata, la versión oficial de la Iglesia de Occidente, ya que en el martirologio en el día de Navidad, la creación de Adán se sitúa en el año 5199 a.C., la cual es la lectura de los Setenta. Sin embargo, es cierto que no podemos confinar los años de permanencia del hombre en la tierra a los usualmente establecidos.

Pero, por otro lado, de ninguna manera estamos impulsados a aceptar las conclusiones extravagantes de algunos científicos. Como dice Mangenot (Vig., Dict. de la Bible, II, 720 sq}s.), hablando del derecho de los católicos a seguir la enseñanza de la ciencia ---“certains tenants de l'archeologie prehistorique ont abuse de cette liberty et assigne une antiquity tres reculee a I'humanite" (ciertos campeones de la arqueología prehistórica han abusado de esta libertad y han asignado a la raza humana una antigüedad sumamente remota). Así Guibert escribe (op. cit, p 28.): "Haeckel nombra más de cien mil años; Burmeister supone que Egipto estaba poblado hace más de 72,000 años atrás; Draper le atribuye al europeo más de 250,000 años; según M. Joly, ciertos geólogos le otorgan a la raza humana 100,000 siglos; y G. de Mortillet muestra que la existencia de ese hombre llega a unas 240,000 años". Añade, sin embargo: "Estas cifras se han construido sobre bases tan arbitrarias y frágiles, que la verdadera ciencia no podía tolerarlas mucho tiempo."

De hecho, M. Guibert opina que con nuestro conocimiento actual no hay nada que nos obligue a extender la existencia del hombre más allá de 10,000 años. Cuestiones tales como la antigüedad de la civilización, que había llegado a un punto alto en Babilonia y Egipto 4,000 a.C., las diferencias radicales del lenguaje en el mismo período temprano, las diferencias de raza (cf. las razas blancas, negra y amarilla), que no parece que hayan sido modificadas durante el período histórico, y los restos de la mano de obra humana que se remontan a una antigüedad muy remota: todas estas cosas parecen llevar a la conclusión de que la existencia del hombre en la tierra se remonta mucho más allá de los tradicionales 4,000 años. El profesor Driver dice ("Génesis", p XXXVI): "Sobre la estimación más moderada, no puede ser inferior a 20,000 años."

Desde la Creación hasta el Diluvio

El periodo desde la Creación hasta el Diluvio se mide por la tabla genealógica de los diez patriarcas en Génesis 5 y Gén. 7,6; pero el significado exacto del Cap. 5 no ha sido claramente definido. Escritores críticos señalan que el número diez es muy común entre los pueblos antiguos en la lista de sus héroes prehistóricos, y que atribuyen longitudes fabulosas a las vidas de estos hombres; así, los caldeos cuentan para sus primeros diez héroes, que vivieron en el período desde la Creación hasta el Diluvio, un espacio de 432,000 años. Esto parece apuntar a un cierto núcleo común de verdad o de tradición primitiva, que se distorsionó y exageró en el curso de las edades. Se han dado diversas explicaciones del capítulo 5 para explicar el poco tiempo que parece permitir entre la Creación y el Diluvio. Uno de ellos es la existencia de lagunas en el mismo, y, aunque no es fácil ver cómo puede ser eso, todavía hay que tener en cuenta que existen en San Mateo (1,8) en circunstancias precisamente similares. Sabemos que hay dificultades sobre la tabla genealógica en el capítulo V; pues, como puede verse en la tabla adjunta, el número total de años en la Biblia Hebrea]], la samaritana, y la los Setenta difieren: en el hebreo, 1,656, en la samaritana, 1,307, y en los Setenta, 2,242.

Nombres de los patriarcas______ Edad al nacer el hijo
Hebreo _____ Samaritano Versión de los Setenta
Adán 130 130 230
Set 105 105 205
Enós 90 90 190
Quenán 70 70 170
Mahalalel 65 65 165
Yéred 162 62 162
Henoc 65 65 165
Matusalén 187 67 167
Lámek 182 53 188
Noé 500 500 500
Desde Noé hasta el Diluvio 100 100 100
Creación hasta el Diluvio 1656 1307 2342

A partir de una inspección de la tabla anterior, es evidente que la diversidad se debe al cambio sistemático ---no sabemos si fue para aumentar la longitud total del período o para reducir la edad a la que los patriarcas tuvieron hijos o por alguna otra razón. Una cosa se puede afirmar con seguridad, que el período de tiempo entre la creación de Adán y el Diluvio no puede restringirse dentro del plazo establecido tradicionalmente. También se puede decir que "para este período, la cronología de la Biblia es muy incierta" (Vigouroux, Dict., 273), y que la libertad de los católicos para la investigación de la cronología de este período es poco restringida.

Desde el Diluvio hasta el nacimiento de Abraham

Los años entre el Diluvio y el nacimiento de Abraham se computan en el Libro del Génesis por la genealogía de 11,10-26.

Edad al nacer el hijo
Nombres de los patriarcas................. Biblia Hebrea Samaritana los Setenta
Sem (padre de Arpakšad) 102 102 102
Arpakšad (padre de Cainán) 35 35 135
Cainán (padre de Šélaj) 130
Šélaj (padre de Héber) 30 130 130
Héber (padre de Péleg) 34 134 134
Péleg (padre de Reú) 30 130 130
Reú (padre de Serug) 32 132 132
Serug (padre de Najor) 30 130 130
Najor (padre de Téraj) 29 79 79
Téraj (padre de Abraham) 70 70 70
_________________________ ____________ ____________ ____________
Años desde el nacimiento de Sem
hasta el nacimiento de Abraham 392 1042 1172
Deducir los años de la edad de
Sem en la época del Diluvio 100 100 100
_____________ _____________ _____________
292 942 1072
Añada la edad de Abraham
en la época de su llamada 75 75 75
______________ ______________ ______________
Por lo tanto, número de años desde el
Diluvio hasta la llamada de Abraham 367 1017 1147

Una vez más, sin embargo, las cifras de la tabla anterior se diferencian en las Biblias hebrea, samaritana y los Setenta, siendo respectivamente 367, 1017 y 1147; y se observará que, por regla general, la griega y la Samaritana concuerdan contra la Hebrea. De hecho son idénticas, salvo que el nombre de Cainán, cuya edad en el nacimiento de Sélaj se da como de 130 años, se encuentra en el griego solamente. No podemos decir si la tabla original contenía el nombre Cainán. Algunos sostienen que fue introducido en los Setenta para aumentar la longitud de tiempo entre el Diluvio y Abraham, o también para igualar el número de los patriarcas entre el Diluvio y Abraham al de los que hay entre Adán y el Diluvio.

En cualquier caso esta genealogía da lugar a muchas preguntas, por ejemplo: ¿Es el nombre Cainán una inserción posterior, o salió del hebreo? Es dada por San Lucas (3,36). Además, ¿hay algunas lagunas? Pues, según la ciencia, la duración de este período fue mucho mayor que lo que aparece a partir de la tabla genealógica. No hay dificultad en admitir tales lagunas, ya que sabemos que San Mateo (1,8), dice: "Joram engendró a Ozías", aunque entre los dos estuvieron Ocozías, Joab y Amasías. Pues, como dice el profesor Sayce (Historia Primitiva de los Hebreos, 144), "el el idioma semítico la palabra hijo era a menudo equivalente a descendiente". Tenemos también casos de omisiones similares en 1 Crón. 6,1 y Esdras 7,1-5. Para los eruditos críticos el Diluvio fue un asunto muy parcial. No es, sin embargo, asunto del cronologista entrar en una discusión de esa materia. En cualquier caso, si seguimos la visión tradicional o la crítica, los números obtenidos de la genealogía de los patriarcas en el Cap. 11 debe estar muy aumentada, con el fin de dar tiempo para tal desarrollo de la civilización, la lengua y el tipo raza como las que se habían alcanzado para la época de Abraham.

Desde el nacimiento de Abraham hasta el Éxodo

Se dice que cuando nació Isaac Abraham tenía cien años de edad (Gén. 21,5); Isaac tenía sesenta cuando nació Jacob (Gen. 25,26); Jacob llegó a Egipto a la edad de 130 años (47,9). Si se suman estos dos números, dan 290; a esto se añade 430 (el número de años que Israel pasó en Egipto) y obtenemos 720 años, lo cual podría ser el período de tiempo entre el nacimiento de Abraham y el Éxodo. Se plantea una dificultad, ya que el Pentateuco Samaritano y la variante de la Versión de los Setenta en Éx. 12,40 es: "Los israelitas estuvieron en Egipto cuatrocientos treinta años.” Si esto es correcto, entonces sólo quedan 215 años para la estancia en Egipto, al ser 215 años necesarios para la permanencia en Canaán, ya que a 290 tenemos que restar 75, la edad de Abraham cuando llegó a Canaán (véase más arriba). Sin embargo, no todos los manuscritos de los Setenta adoptan esta lectura; y, en todo caso, estamos sólo cara a cara con otra tal diversidad entre la griega y la hebrea como se encuentra en las genealogías de los Patriarcas.

Traigamos ahora estos hechos en relación con la era cristiana. Pues en 1 Rey. 6,1 dice que el cuarto año del rey Salomón cayó en el año 480 después del Éxodo; y Ussher data el reinado del rey Salomón desde 1,014 a 975 a.C. Pero como el Templo se inició en el cuarto año de ese rey, o en 1,010, el Éxodo tuvo lugar en el año 1,490 a.C. ¿Cómo cuadran estos resultados con la enseñanza de la ciencia? El profesor Sayce, a partir de la relación de Abraham con Amrafel en el episodio relatado en Gén. 14, dice que "aproximadamente puede fijar el plazo en que la familia de Téraj emigró desde Ur de los caldeos. Si es correcta la cronología de los historiadores nativos de babilonios, fue alrededor de 2,300 a.C.” (Early History of the Hebrews, 12). Por otra parte, nos dice que "Canaán no pudo haber sido invadida por los israelitas hasta después de la caída de la décimo octava dinastía. Cuando murió Khu-naten era aún una provincia egipcia, guarnecida por tropas egipcias" (Alta Crítica y Monumentos, 241 ), lo cual sabemos esto a partir de las Tablas de Tell el-Amarna. Así somos llevados a un período posterior a la muerte de Ramsés II en 1281 a.C. para la fecha del Éxodo, que probablemente tuvo lugar durante el reinado de Meneftá I, hijo y sucesor de Ramsés, antes del año 1,200 a.C. Esta no es la fecha tradicional del Éxodo, pero como dice el Padre Hummelauer (Génesis, p. 29), es la conclusión de la mayoría de los hombres en estos días. Tampoco hay nada que evite que el estudiante del Antiguo Testamento procure arrojar toda la luz que pueda sobre la controvertida cuestión de la cronología bíblica, teniendo en cuán envuelta en la oscuridad está a menudo.

Desde el Éxodo hasta la construcción del Templo de Salomón

El Primer Libro de los Reyes (6,1) establece que Salomón comenzó la construcción del Templo en el 480vo año (los Setenta dice 440 años) después del Éxodo. Para el católico, ese pasaje parece resolver la cuestión. Sin embargo, surge una dificultad del hecho de que hay casi un consenso de la opinión científica de que el Éxodo de Egipto tuvo lugar durante el reinado de Meneftá I, o, posiblemente, la de su sucesor, Seti II. Además nos impulsa a una fecha posterior a la del año 1,400 para el Éxodo, ya que hasta esa fecha, los asiriólogos y egiptólogos concurren en que Palestina era una provincia egipcia, con un gobernador egipcio (Driver, "Génesis", p XXIX). Ramsés II, el constructor de Pitón y Ramsés, fue el faraón de la opresión, y como él reinó desde 1348-1281 (Sayce) tenemos que descender a uno de sus sucesores para encontrar el faraón del Éxodo. Por lo tanto somos llevados a su sucesor inmediato, Meneftá I, como el más temprano, y hasta aproximadamente el año 1277 (Historia antigua de los hebreos, 150) para la fecha del Éxodo.

Por otra parte, la fecha de la construcción del Templo no se puede situar más tarde de mediados del siglo X a.C. Pero si tomamos el tiempo entre estas dos fechas, nos quedan sólo unos 327 años, frente a 480 requeridos por 1 Rey. 6,1. Wellhausen no trata la cronología en serio (Prolegómenos, 229), pero, en compañía de muchos otros críticos, pronuncia que es meramente artificial. Dicen que el número 480 está compuesto por doce veces 40; siendo cuarenta tomado como una generación, y así el número 40 predomina entre los números cronológicos en esta parte de la Escritura. Así, el tiempo en el desierto fue de 40 años; Otoniel, Débora, Gedeón, cada uno gobernó por 40 años. Ehúd gobernó por dos veces 40, u 80 años; la tierra estuvo bajo los filisteos 40 años, y David reinó durante ese mismo período. Pero se deben tomar en consideración los siguientes datos. El profesor Sayce señala que "40 años en el idioma hebreo simplemente significaba un período de tiempo indeterminado y desconocido, y la Piedra Moabita muestra que el mismo lenguaje existía también en la lengua moabita" (Early History of the Hebrews, 146). En esos días la cronología estaba en su infancia; y, a partir de la repetición de números redondos, es obvio que las fechas se daban sólo aproximadamente. Si tuviéramos que escribir todos los números que se producen durante este período, como lo hace el Padre Hummelauer en su comentario sobre los Jueces (p. 12), encontraríamos que el número 40 no se repite de ninguna manera con la frecuencia que nos lleva a suponer. Queda la dificultad de que 1 Rey. 6,1 da para la duración de este período 480 años; la ciencia parece decir "no más de 327". Pero hay que darse cuenta de las incertidumbres que rodean la cronología de este período. También tenemos que señalar que Wellhausen y Stade consideran 6,1 como una inserción tardía (Burney, "Hebrew Text of Kings”, 58). Si este fuera el caso, resolvería la dificultad; y tal vez se hace más probable por el hecho de que en el griego este versículo está insertado entre 5,31-32 y también que se lee 440 en lugar de 480. Concluimos, pues, que la fecha del Éxodo fue alrededor del 1277, la monarquía fue fundada por Saúl en 1,020; David subió al trono en 1,002; Salomón en el 962, y el Templo se inició en el 958 a.C.

Desde la construcción del Templo hasta su destrucción

"On gvoit", dice Mangenot (en Vig., Dict. de la Bible, s.v. "Chronologie", 732), "la chronologie de l'époque des rois d'Israël et de Juda n'est pas aussi ferme et aussi assurée qu'on le croit communément. Elle aurrait besoin d'être raccordée avec la chronologie assyrienne" Es evidente que la cronología de la época de los reyes de Israel y de Judá no está tan resuelta y determinada como se supone comúnmente. Se debe armonizar con la cronología asiria). Ciertamente hay errores textuales entre los números. Al comparar 2 Rey. 8,26 con 2 Crón. (B.D. Paralipómenos), 22,2, nos encontramos con que en el primero se dice que Ocozías tenía veintidós años cuando comenzó a reinar; en el segundo, cuarenta y dos. Tampoco un escritor crítico puede decir que el cronista estaba mal informado; uno de los principios de Wellhausen y toda su escuela es que Reyes fue la principal fuente de Crónicas. ¿No es éste un caso evidente de corrupción de un texto? ¿Cómo si no, también, podemos explicar el hecho de que el Libro de los Reyes da la suma de los reinados de los reyes que reinaron desde Roboam a la muerte de Ocozías como 95, mientras que da la suma de los años desde Jeroboam hasta la muerte de Joram como noventa y ocho, aunque Jeroboam subió al trono el mismo año de Roboam, y Ocozías murió el mismo día que Joram? Pues si el escritor de Reyes hizo uso de todos los recursos artificiales inteligentes, con los que lo acreditan los escritores críticos, es bastante increíble él hubiese cometido un error tan obvio. Y lo mismo puede decirse de que da la suma de los años desde la accesión de Jehú de Israel a la caída de Samaria como 143 años, mientras que da el intervalo entre la accesión de Atalía de Judá (que comenzó su reinado en el mismo año que Jehú) y el mismo evento como 165 años.

Parece que durante este período entre los judíos tuvo lugar un desarrollo en el método de registrar las fechas. En Babilonia databan los eventos por el reinado de los reyes; en Asiria, cada año se nombraban funcionarios regulares, llamado limmi, por cuyo nombre se conoció el año, al igual que los cónsules en Roma y los arcontes epónimos en Atenas. Se han descubierto listas de los limmi para los años 909-666 a.C. (Sayce, "Historia Temprana de los Hebreos", 147). Este sistema cronológico afectó a los judíos; así se mantuvo entre ellos registros para crónicas, a los cuales se hace referencia a menudo en los Libros de los Reyes. Así, también, se lee, entre las listas de los oficiales reales, de un registrador o cronista. Es verdad que a veces se plantea la objeción (cf. Hastings, Dict., I, 400) de que las referencias no son a las crónicas mismas, sino a las obras basadas en alguna forma sobre ellas. Esta, sin embargo, parece una afirmación puramente gratuita. El que las referencias son al Libro de las Crónicas, y no simplemente a las crónicas, parecería dar a entender no más que las crónicas de los diferentes reyes estaban de alguna manera unidas para formar un solo volumen, del cual es muy posible que se hiciesen copias. Tampoco es exagerado suponer que se pudieron haber hecho grandes esfuerzos para salvaguardar los registros reales en la destrucción de Samaria, sobre todo porque había un funcionario real, llamado el cronista, quien estaría al cuidado de ellos.

Si llegamos ahora a las cifras reales en sí, no hay una divergencia grave entre ellas y los resultados de la historia profana, mientras que en muchos casos corresponden exactamente. Lo que se debe esperar, naturalmente, es que cuanto más nos remontamos, más general sería el conocimiento de la cronología mostrada, y así encontramos que refiere a la historia de los reyes. El hecho de que para la mayoría se descuidan las fracciones del año deja claro que el escritor trabajaba con números redondos. Y sin embargo, nos encontramos con que desde la muerte de Salomón hasta la accesión de Atalía y Jehú, quien comenzó a reinar en el mismo año, sólo hay una divergencia de tres años en 90 entre los reinos de Judá e Israel, mientras que desde esa fecha a la destrucción de Samaria la diferencia es sólo de 21 años en el otro lado. De modo que la diferencia total, en un período de aproximadamente 255 años, es solo 19 años. Pero entonces ya no se puede admitir que esto es un error puro. Muchos escritores dicen que la deficiencia en la duración de los años de los reyes de Israel ha de ser suplida por la introducción de dos interregnos en la lista de los reyes de Israel, quizás uno después de Jeroboam II, el otro después de Pecaj; o también, que dos de los reyes de Judá reinaron contemporáneamente con sus padres. No se puede pretender que se ha encontrado la verdadera explicación. El punto práctico es que el alumno tiene la libertad de arrojar toda luz que pueda sobre el problema de fuentes externas; y que la cronología de los Libros de los Reyes, en su forma actual, es muy adecuada para los fines para los que fue suministrada.

Una cosa es cierta, que la ecuación de la "Biblica Encyclopaedia" de Cheyne (I, 779) es una mera caricatura: "Este cuadro muestra que a finales del año 258 después de la división del reino, habían transcurrido 258 años sincrónicos, 241 7/12 años de reinado en Israel, y 260 años de tales años en Judá; y tenemos por tanto la ecuación singular 258 = 241 7/12 = 260". Sin duda esto es muy inteligente; si es igualmente instructivo, desde el punto de vista de la historia seria, es otra cuestión. Dejemos que una ilustración nos muestre: en 1 Rey. 15,1 se nos dice que Abiyyam reinó sobre Judá en el año dieciocho de Jeroboam, rey de Israel. En el versículo 9 nos dice que, después de su muerte, registrada en el versículo 8, su hijo Asá se convirtió en rey, en el año veinte de Jeroboam. En el segundo verso leemos que Abiyyam "reinó tres años en Jerusalén". Ahora, ¿qué hace la "Enciclopedia" de Cheyne en la "ecuación singular"? Al calcular los años desde el decimoctavo al vigésimo año de Jeroboam, según la moda actual, los pone bajo una sola partida de la ecuación como dos años, y luego en otra partida le da el mismo período, calculada, como se sabe perfectamente, de acuerdo a la antigua manera judía, como tres años; y, después de haber finalmente redactado de esta manera tres listas diferentes de números, se produce "una ecuación singular" ---no es de extrañar. Sin embargo, el escritor, además del pasaje en cuestión, debe haber sabido que los judíos contaban desde el cuarto hasta el sexto año de Ezequías como tres años (2 Rey. 18,9-10), y que desde el viernes hasta el domingo también se contaban como tres días (Lucas 24,7).

En algunos lugares la cronología de los reyes está lejos de ser clara. ¿Qué luz arroja sobre ella la cronología de las naciones vecinas? Egipto se puede quedar fuera, porque de ella se puede obtener poca ayuda. Sayce dice de su cronología que "es más discutible aún que la de Israel" (“Hebreos”, 453). Trayendo en nuestra ayuda el fragmento de los anales de Tiro citado por Josefo, la fundación del Templo se puede fijar, de acuerdo con Sayce, para cerca del año 969, la cual estaría muy cerca de la fecha dada anteriormente. Después de haber fijado el año en que se comenzó el Templo, sabemos que Salomón reinó desde 973 hasta 936, y David desde 1013-973. Así que, para hablar a grandes rasgos, la rebelión de las diez tribus debió haber ocurrido en algún lugar alrededor del año 936.

Aunque San Jerónimo dice, en su carta al sacerdote Vitalis, que hacer hincapié en estos asuntos es más bien para un hombre de ocio que para una persona estudiosa, aun así tenemos que confesar que sería satisfactorio saber cómo surgió la discrepancia general entre las fechas bíblicas y las correspondientes fechas asirias, desde la accesión de Roboam hasta la toma de Samaria. Hemos fijado más o menos la fecha de la rebelión de las diez tribus en el año 936 a.C. Sin embargo, la fecha tradicional es 975, y si seguimos las fechas de los reyes hasta la toma de Samaria, se encontrará que la interpretación usual de la cronología bíblica coloca esas fechas unos cuarenta años antes de lo que es posible de acuerdo con el canon cronológico asirio. Así, el rey Ajab de Israel reinó desde 918 hasta 896, pero en las inscripciones asirias se dice que estuvo presente en la batalla de Karkar en el 854. Ozías fue rey de Judá desde 810 a 758, pero, de acuerdo a las inscripciones, él estaba en guerra con Tiglat-pileser alrededor del año 741. Una vez más, el reinado de Menajem sobre Israel extendió desde el 770 hasta el 759, pero en los monumentos se le inscribe como un tributario de Tiglat-pileser en 738. Estos ejemplos parecen demostrar que, de acuerdo con la interpretación tradicional, las fechas de los reyes están demasiado adelantadas por unos 40 años.

Por otro lado, hay que tener en cuenta que no existe una cronología fija de la Biblia, aunque en los Libros de los Reyes se dan sincronismos y longitudes de los reinados. Hay, por otra parte, errores textuales, incertidumbre en cuanto al fechado anterior y posterior, falta de fiabilidad en cuanto a la exactitud y la interpretación de los nombres en las tabletas asirias. Así que, como era de esperar, "pocas de las tablas de fechas proporcionadas por los cronólogos del Antiguo Testamento coinciden exactamente" (Hastings, "Dict Biblia.", I, 403). Hay que recordar otro punto: se dan explicaciones artificiales elaboradas de la cronología de la Biblia desde la construcción del Templo hasta la caída de Jerusalén. Estas explicaciones abarcan no sólo el período desde Salomón a Ajaz (741 a.C.), sino desde esa época hasta la caída de Jerusalén (586 a.C.). Pero lo cierto es que la cronología de los Libros de los Reyes desde Ajaz a la destrucción de Jerusalén, un período de 155 años, no es artificial (cf. Hastings, 401), sino que está de acuerdo con la cronología asiria. ¿Y acaso este hecho no arroja dudas considerables sobre la teoría de la artificialidad?

Por último, la Piedra Moabita, antes mencionada, establece que Israel habitaba en Medeba durante los días de Omrí y la mitad de los días de su hijo ---un total de 40 años. El profesor Sayce dice sobre esto: "La duración real del tiempo no fue más de 15 años" (Early History of the Hebrews, 146). Ahora bien, si esto fuese así, ¿no podemos al menos argumentar que la Piedra Moabita está correcta o no? Si está correcta, entonces el número 40 se utilizaba de una manera más libre como un número redondo en aquellos días; si está incorrecta, entonces es claro que no se puede confiar incluso en los registros de piedra contemporáneos de la época de los reyes. ¿Cómo afecta esto a las tablillas babilónicas y su evidencia?

Se concluye entonces que el Templo fue construido alrededor de 969. La secesión de las diez tribus se llevó a cabo alrededor del año 937. La caída de Samaria en el 722 ó 721, y la destrucción de Jerusalén en el año 536 a.C.

Desde la destrucción de Jerusalén hasta el nacimiento de Jesucristo

Las dos grandes autoridades para la cronología judía después de la destrucción de Jerusalén son los Libros de Esdras y el Libro Primero de los Macabeos. Hay otros libros también, pero su evidencia es tan incierta, y en algunos casos tan disputada, que no hay intención de utilizarlas. Tales son, por ejemplo, la profecía de Daniel y las profecías de Ageo y Zacarías. En el Primer Libro de los Macabeos y en los libros de Esdras y Nehemías hemos admitido en general autoridades de primer nivel. Así Cheyne ("Enciclopedia" III, 2865) escribe sobre 1 Macabeos, "El libro se ha mostrado digno de poseer el más alto rango como cronología confiable", y también: "puesto que la precisión de las fechas que figuran están en su mayoría fuera de toda duda". El libro abarca los años 175-135 a.C., y los principales acontecimientos fueron datados de acuerdo a la época seléucida, 312 a.C. Sobre los libros de Esdras, Batten dice, en Hastings, "El valor histórico de estos libros es muy grande". Existen dificultades en cuanto a los nombres de Darío y Artajerjes. ¿Es el Darío mencionado Darío I o Darío II?---sin mucha duda, Darío I. Van Hoonacker se inclina a identificar el Artajerjes del capítulo 7 con el segundo de ese nombre, por lo que situaría el regreso de Esdras a Jerusalén bajo Artajerjes II, en el 404, contrario a la opinión de la mayoría de los comentaristas. Él dice que Nehemías regresó durante el gobierno de Artajerjes I en 444. Sin embargo, se suele considerar que Esdras regresó en 457 y Nehemías en 444 a.C. El primer grupo de cautivos regresó a Jerusalén bajo Zorobabel en el año primero de Ciro, es decir, 536 a.C. Ellos pusieron los cimientos del Templo, el cual fue terminado en el año 516.

No sabemos nada de la cronología de los judíos después de esto hasta la época de los Macabeos. Sin embargo, el Primer Libro de los Macabeos da información sobre el período 174-135; abre con una descripción de la posición de los judíos bajo Antíoco Epífanes. Luego viene un relato de la sublevación dirigida por Matatías, en 167, y su muerte. A continuación siguió su hijo Judas, que continuó la lucha hasta su muerte en 161. Jonatán, el hermano de Judas, fue el siguiente líder hasta 143. Al año siguiente los judíos recuperaron su independencia bajo Simón. Simón fue hecho gobernante en 141, fue asesinado en el año 135, y fue sucedido por su hijo Juan Hircano en el mismo año.

Fecha del nacimiento de Jesucristo

A primera vista parece una cosa simple fijar la fecha del nacimiento de Jesucristo. ¿No fue en el comienzo del primer año de la era cristiana? Fue un monje del siglo VI, llamado Dionisio el Exiguo (el pequeño), quien fijó nuestra era cristiana actual, que establece que Jesucristo nació el 25 de diciembre, A.U.C. (N. de la T.: ab urbe condita, desde la fundación de Roma) 753, y el inicio de la nueva era a partir del año siguiente, 754. Esa fecha, como veremos, no puede ser correcta y, en lugar de ser una mejora al respecto, está más lejos de la verdad que las fechas asignadas por los primeros Padres, San Ireneo y Tertuliano, quienes fijaron la fecha de la Natividad en el 41er año de Augusto, es decir, 3 a.C., o A.U.C. 751.

Hay que señalar en primer lugar que San Mateo dice (2,1) que nuestro Salvador nació "en los días del rey Herodes". Josefo nos dice (Antigüedades, XVII, VIII, 1), que Herodes murió "después de haber reinado 34 años de facto desde la muerte de Antígono, y 37 años de jure desde el decreto romano que lo declaró rey". Sabemos también que comenzó a reinar en el consulado de Domicio Calvino y Asinio Polión (40 a.C.) en la Olimpiada 184ta (Ant., XIV, 5), y que se convirtió en rey de facto en el consulado de Marco Agripa y Canidio Gallo, en la Olimpiada 185ta (Ant., XIV, XVI, 4). Estos cálculos no aseguran si Herodes murió en el año 3, 4 ó 5 a.C., pero es más probable que fuese en el año 4 a.C. Esta fecha es corroborada por un eclipse de luna que ocurrió (Ant., XVII, VI, 4) la misma noche en que Herodes quemó vivo a Matías, pocos días antes de su propia muerte; pues hubo un eclipse de luna del 12 de marzo al 13 de marzo del año 4 a.C. Todo esto apunta al hecho de que Herodes murió en el año 4 a.C., y que así mismo el Salvador debió haber nacido antes de esa fecha. En mayo, octubre y diciembre del año 7 a.C. ocurrió una conjunción de los planetas Júpiter y Saturno. Kepler, el astrónomo, sugirió que tal vez este fenómeno estaba relacionado con la estrella que vieron los Reyes Magos (Mt. 2,2). Pero esta idea es del todo demasiado incierta para ser considerada seriamente, o para formar una base para cualquier cronología fiable.

Tampoco podemos llegar a una conclusión más definitiva a partir de lo que San Mateo dice sobre la permanencia del niño Jesús en Egipto (2,14.19.22), donde permaneció hasta la muerte de Herodes. Herodes ordenó una matanza de los niños de hasta dos años de edad de acuerdo a la información sobre la fecha de la Natividad, que había recibido de los Reyes Magos. En sí no hay nada improbable en eso, pues sabemos que Herodes era un hombre muy cruel y caprichoso, que, por ejemplo, llamó al lado de su cama a todos los hombres principales de la nación judía, con el fin de que les tirasen dardos al momento de su muerte, de modo que hubiese lamentación universal cuando él dejase esta vida. No sabemos, sin embargo, qué información poseía Herodes en cuanto a la fecha de la Natividad, si los Reyes Magos le dieron una información precisa, o si la poseían ellos mismos; lo que el incidente parece indicar es que nuestro Salvador nació algún tiempo antes de la muerte de Herodes, probablemente dos años o más. Así que, si Herodes murió en el año 4 a.C., podríamos tomar el año 6 ó 7 a.C. como el año de la Natividad.

Sin embargo, se plantea una dificultad en cuanto a la fecha de la Natividad en relación con el censo romano mencionado en el capítulo 2 de San Lucas. La Natividad ocurrió después de un decreto emitido por Augusto César, que ordenaba el empadronamiento de todas las personas del Imperio. La fuente de la dificultad son las palabras: "Este primer empadronamiento fue hecho por Cirino" (versículo 2), o, más correctamente, "Este primer censo fue tomado mientras Quirino era gobernador de Siria". Puesto que sabemos que Publio Sulpicio Quirino fue gobernador de Siria, y que se hizo un censo en el año 7, unos once años después de la muerte de Herodes, y no se niega que Cirino era Quirino. Schürer, in "The Jewish People in the Time of Jesus Christ" (Div. I, Vol. II, 105-143), se esfuerza por demostrar que la declaración es una inexactitud por parte de San Lucas, y, con más o menos énfasis, prácticamente toda la escuela crítica toma la misma actitud. Sin embargo, a primera vista, no estamos dispuestos a aceptar la afirmación de que San Lucas ignorara un tema tan elemental. C. H. Turner, en el "Diccionario de la Biblia” de Hastings, cree que pudo haber estado mal informado, ya que "su conocimiento de Palestina quizás se limitaba a los dos años de prisión de San Pablo en Cesarea". Tal idea parece muy poco probable. San Lucas había realizado una investigación minuciosa de los hechos que relata en su Evangelio; había "investigado diligentemente todas las cosas desde el principio", y también de aquellos que "fueron testigos oculares y ministros de la palabra" (1,2-3). Parece increíble que un hombre como ese no se hubiera tomado la molestia de preguntar, no en cuanto a una pequeña costumbre judía, sino en cuanto a un evento público tan importante como el censo romano, y que no se hubiese familiarizado con el nombre del gobernador romano de la época.

Al mismo tiempo, no está claro cuál es la explicación a la nota sobre Quirino. Algunos sugieren que próte tiene, como sin duda lo tiene a veces en el griego clásico, la fuerza de prótera, por lo que el sentido del pasaje sería: "Este censo se llevó a cabo antes del que tuvo lugar cuando Quirino era gobernador de Siria". Pero hay otra explicación. Es cierto que el autor del artículo sobre cronología en la "Enciclopedia" de Cheine, dice, con positividad característica, que "no es imposible algún censo en Judea antes del muy conocida del año 7 a.C.”. Pero, por otra parte, Turner, en el "Diccionario" de Hastings, piensa que no hay improbabilidad inherente a la hipótesis de un censo en Judea en algún lugar dentro de los años 8-5 a.C. Hay muy poca duda, a partir de una inscripción encontrada en Tívoli en 1764, que Quirino fue gobernador de Siria dos veces; una, como es bien sabido, desde el año 6-11 a.C., pero también una vez en un período anterior. No en el momento de la muerte de Herodes, pues Quintilio Varo era entonces gobernador; y antes de él vino Sencio Saturnino 9-6 a.C., y antes de él, Titio. Pero no hay ninguna razón por la que no deba colocarse a Quirino después de Varo. En ese caso, Saturnino habría sido el que iniciara el censo; hubiera sido suspendido durante un tiempo, a causa de la muerte de Herodes, y luego continuado y concluido bajo Quirino, de modo que su nombre se asociase a él. Quizás esto podría explicar por qué Tertuliano habla de un censo realizado por Sencio Saturnino bajo Augusto (Adv. Marcionem, IV, 19); pero es muy poco probable, si hubiera encontrado otro y, al parecer, un nombre equivocado en San Lucas, que no hubiese hecho caso o dado alguna explicación.

A partir de la evidencia, parece que la fecha de la Natividad dada por Dionisio el Exiguo no es la adecuada, ya que es después de la muerte de Herodes. Tertuliano e Ireneo están más cerca de la verdad con los años 2 ó 3 a.C., pero debe ser colocado aún más atrás, y probablemente el año 7 a.C. no estará muy errado.

Fecha de comienzo del ministerio

No hay razón para suponer que los primeros Padres (como Clemente de Alejandría y Tertuliano) y los escritores posteriores (como Dionisio el Exiguo), al tratar de fijar una fecha para la Natividad, argumentaran a partir de los sincronismos relacionados con el comienzo de la vida pública de Nuestro Salvador, unidos a las palabras de San Lucas: “Tenía Jesús, al comenzar, unos treinta años…” (3,23; ---a’utòs ên ’Iesoûs ’archómenos ‘oseì ’etôn triákonta); pues ellos tomaron ese pasaje con el sentido de que Jesucristo no había cumplido treinta años, sino que estaba comenzando su trigésimo año (cf. Epifanio, "Hær.", LI, 16). Pero ’archómenos no conlleva tal sentido aquí; No se conecta inmediatamente con la frase ‘oseì ’etôn triákonta, la cual significa “alrededor de treinta años”, y podría utilizarse, sin ningún esfuerzo de su sentido, para uno o dos años más o menos de treinta. Así que, para determinar la fecha del bautismo de Nuestro Señor a partir de este pasaje, tendríamos que añadir unos treinta años a la fecha de la Natividad (unos 7 años a.C.), lo que nos deja con el resultado indefinido de que podría haber ocurrido en cualquier lugar entre los años 23 y 27 d.C.

Pero en el Evangelio según San Juan (2,20), poco antes de la Pascua, y después del milagro de Caná, Jesús echó a los compradores y vendedores del Templo; y los judíos usaron las siguientes palabras para reprenderlo: tessarakonta kai eks etesin pskodomethe o naos outo s (cuarenta y seis años se han tardado en construir este santuario), es decir, que en ese momento los judíos llevaban cuarenta y seis años en la construcción del Templo. En ese pasaje se encuentra una clara marca de tiempo. Pues aunque Josefo nos dice en un algún lugar (Bell. Jud., I, XXI, 1), que el Templo se inició en el año decimoquinto de Herodes, y, en otro (Ant., XV, II, 1) en el décimo octavo, aún con toda probabilidad, como dice Turner en Hastings (p. 405), la anterior es una corrección de esta última fecha, y el hecho es que el Templo se inició en el año décimo octavo del reinado de facto de Herodes (el cual comenzó en 37 a.C.); o en otras palabras, que se comenzó en el año 19 a.C. Entonces debemos llegar al año 27 d.C., para la fecha de la Pascua después del bautismo de nuestro Salvador.

Una vez más, San Lucas (3,1), al asignar una fecha para el comienzo de la misión de San Juan Bautista, dice que fue "en el año quince del imperio de Tiberio César". El año decimoquinto de Tiberio César sería el año 28 d.C, y, si es correcto, haría necesario cambiar la fecha fijada para el bautismo de Nuestro Salvador. Pero el profesor Ramsay (San Pablo el Viajero, p. 387) piensa que el año decimoquinto de Tiberio se cuenta desde el año 12 d.C., cuando se asoció con Augusto en el gobierno del imperio. Eso nos llevaría al año 6 d.C. para el inicio del ministerio de San Juan, y daría tiempo suficiente para el bautismo de Nuestro Señor en el año 27 d.C.

Duración del ministerio

Se han defendido varios períodos para la duración del ministerio de Cristo. San Ireneo (Hær., II, XXII, 3-6) va tan lejos como para sugerir un período de quince años. Por otro lado, muchos de los primeros Padres, así como muchos escritores de nuestro tiempo, limitan la vida pública de Jesús a un año. Así Von Soden, en la “Enciclopedia” de Cheyne, dice: "La evidencia aquí apunta en general a un año". La diferencia de opinión se basa, en su mayor parte, en los diferentes relatos de la vida pública de Cristo dados por San Juan y los sinópticos. Mientras que el cuarto Evangelio indica tres o incluso más Pascuas, no es tan fácil de deducir incluso dos a partir de la narrativa sinóptica. Sería posible interpretar el Evangelio según San Juan con el fin de ajustarlo a la teoría de que el ministerio duró sólo un año, siempre que podamos omitir, con Westcott y Hort, las palabras tò páscha del pasaje (6,4), ên dè ’eggùs tò páscha ‘e ‘eortè tôn ’Ioudaíon (“Estaba próxima la Pascua, la fiesta de los judíos). Pero incluso los grandes nombres de estos dos críticos textuales no pueden superar el hecho de que todos los manuscritos y versiones, y casi todos los Padres, contienen tò páscha.

En consecuencia, San Juan menciona al menos tres Pascuas en el curso de su ministerio. Una (2,13), poco después del bautismo, otra de la que acabamos de hablar (6,4), y la tercera, en el momento de la Pasión (11,55). De modo que la explicación más simple de la longitud del ministerio sería decir que se prolongó durante dos años. Pero, ¿cómo esa conclusión encaja con el relato de los sinópticos? La dificultad es que San Marcos, el testigo más completo de lo que se llama la "tradición sinóptica", no toma en cuenta mucho el tiempo. Como dijo Papías, "él escribió con exactitud, si no ordenadamente" (’akribôs ’égraphen, o’u méntoi táksei -Eus., III, XL). Sin embargo, incluso si San Marcos no menciona las Pascuas, no se deduce que no hubo ninguna. Por lo tanto, sabemos que hubo una Pascua poco después del bautismo de nuestro Salvador (Juan 2,13), y sin embargo, San Marcos no la menciona. Sin embargo, él menciona una en 14,1, la Pascua de la Pasión. Y si él no menciona otra Pascua, hace observaciones a partir de las cuales podemos inferir la existencia de uno. Así, en 2,23, habla del pelado de las mazorcas de maíz y evidentemente se refiere a principios del verano, mientras que en 6,39, con su alusión a la hierba verde, parece llevarnos a la primavera. A partir de los sucesos relatados entre estos dos puntos, parece claro que transcurrió un año, y así, como en San Juan, tenemos que encontrar espacio para otra Pascua. Nuestra conclusión es que la explicación más natural de San Marcos nos llevaría a una duración de dos años para el ministerio.

Fecha de la crucifixión

Es evidente que la crucifixión tuvo lugar bajo el poder de Poncio Pilato, y por lo tanto nuestro Salvador debe haber muerto entre los años 26 y 36 d.C. (Ant., XVIII, IV, 2). También está claramente establecido en los Evangelios que la crucifixión tuvo lugar un viernes. Puesto que se nos dice que la Resurrección tuvo lugar el domingo, y también que se produjo tres días después de la crucifixión, pero según el modo de contar griego y judío, el tercer día es lo que deberíamos llamar el segundo día. Sin embargo, surge una dificultad en cuanto a si nuestro Salvador murió el día 14 o el 15 de nisán. Algunos opinan que, si bien San Juan afirmó que la crucifixión fue el 14 (Jn. 19,31), los sinópticos se mostraron a favor del 15 (Mc. 15,42). Sin embargo, no parece posible que San Juan o San Mateo, que estaban tan íntimamente relacionados con los hechos relatados, estuviesen equivocados sobre este asunto, o que, de la misma manera, los sinópticos o el Cuarto Evangelio estuviesen errados. Tampoco estamos sin explicaciones para reconciliar las aparentes diferencias entre los Evangelios. Sabemos que San Juan favorece el 14 de nisán; pero San Marcos, también, nos dice como Simón de Cirene ayudó a Cristo a llevar la cruz (15,21), y cómo San José de Arimatea enterró el cuerpo ---hechos que parecen expresarse en contra del parasceve (15,43ss.). Además, el peso de la antigüedad cristiana está a favor del 14 de nisán, al igual que esos eruditos competentes modernos como el profesor Sanday y el fallecido obispo Westcott.

Si pudiéramos determinar absolutamente que la crucifixión tuvo lugar el día 14 de nisán, nos ayudaría a determinar en qué año sucedió. Pues aunque no siempre se puede estar seguro de si un viernes cayó en el 14 ó 15 de nisán, todavía podemos estar bastante satisfechos de que los años 29, 30 y 33 cumplieron las condiciones necesarias, aunque von Soden, en la "Enciclopedia" de Cheyne, opina que el año 29 no las cumple. Ya se ha visto que la Crucifixión debe haber sucedido en algún lugar entre el 26 y el 36. También puede considerarse que no ocurrió después del año 33, ya que en el próximo año Vitelio depuso a Caifás del sumo sacerdocio. Nos quedan, pues, para elegir los años 29, 30 y 33 para la muerte de Jesucristo; no podemos estar seguros de nuestra elección. Pero, naturalmente, debemos esperar que la fecha de un evento tan importante fuese transmitida por la tradición; y nos encontramos con una tradición muy antigua, que se remonta al año 150 d.C., para la fecha del 29 d.C. durante el consulado de Géminis. A favor de ella están Clemente de Alejandría, Orígenes, los Hechos Apócrifos de Pilato, Hipólito y el Pseudo-Tertuliano.

Los apóstoles

Sobre la cronología de los Hechos de los Apóstoles, Frederick Blass (Acta Apostolorum, p. 21) nos dice que no podemos estar seguros de nuestras citas dentro de un período menor de diez años. Esa es una afirmación fuerte, pero nada probará de manera concluyente cuan ambigua es la cronología como el gran número de sistemas diferentes que han sido adoptados por los intérpretes de este libro.

Tomando el año 29 como el de la Crucifixión, se fijan al mismo tiempo otras tres fechas. Pues la Resurrección tuvo lugar tres días después de la crucifixión; la Ascensión 40 días después de eso, y diez días después el Espíritu Santo descendió sobre los Apóstoles. Otras fechas no son tan simples. En Hechos 12,1-25 se da un relato de la persecución de Herodes, el martirio de Santiago, la liberación milagrosa de San Pedro de la prisión, la muerte de Herodes y el regreso de San Pablo y San Bernabé a Jerusalén, adonde habían viajado para llevar las limosnas a la Iglesia de Antioquía (11,30). Todos estos acontecimientos parecen estrechamente relacionados con la muerte de Herodes (12,23); y a partir de lo que dice Josefo, y la evidencia de la moneda, no podemos estar muy equivocados al colocar ese evento en el año 44. A partir de la fecha de la retirada de Félix, gobernador de Judea, y la llegada de su sucesor, Festo, deberíamos ser capaces de decidir el año del fin de la carrera de San Pablo, según ilustrada en los Hechos. Pues poco después de la llegada de Festo, San Pablo fue enviado prisionero a Roma. Harnack sitúa este evento en el año 57, Lightfoot, en el 61, Ramsay en el 60. Tal vez podemos decir el año 62, pues fue enviado a Roma por Festo, poco después de su llegada a Judea. Pero esto no sucedió mucho tiempo antes de la muerte de Palas, en el año 62 (Tac., Ann., XIV, LXV). San Pablo permaneció dos años en Roma, por lo tanto, hasta el 64 (Hch. 28,30). Los Hechos terminan aquí, pero la tradición dice que San Pablo fue liberado después de un cautiverio de dos años en Roma, e hizo su tan esperada visita a España (San Clemente, Fragmento de Muratori, etc.). También visitó el sur de la Galia y, como sabemos por las Epístolas a Timoteo y Tito, entre otros lugares, Creta, Macedonia, y Mileto. Esta expedición habría durado cerca de tres años.

Los viajes misioneros registrados de San Pablo, que comenzaron cuando el Espíritu Santo los envió a él y a Bernabé a predicar (13,4), terminaron con su arresto en Jerusalén en el año 59 (22) antes de su encarcelamiento en Cesarea y Roma. El tercer viaje misionero (18,23 – 21,15) debe haber ocupado realmente cuatro años, pues pasó más de dos años en Éfeso (19,10), además de pasar por Macedonia y Grecia, y pasar lentamente a través de Macedonia y permanecer tres meses en Corinto. Este viaje habría comenzado, por lo que podemos ver, en el verano del 55. El segundo viaje (15,36 - 18,22), una obra mayormente de volver a visitar iglesias (15,36), terminó poco antes de que comenzara la tercera expedición misionera, probablemente en el año 54 años, y comenzó unos tres años antes, en el año 51. Los primeros 29 versículos del capítulo 15 tratan sobre el Concilio de Jerusalén. Hay mucha diferencia de opinión en cuanto a la fecha que se le asigna; así Harnack lo sitúa en el 47, Lightfoot, en el 51 y Ramsay, en el 50. Parece más probable que haya ocurrido en el año 51, el año de inicio del segundo viaje misionero, pues concluyó sólo "algunos días" (15,36) antes del inicio de tal expedición. Habiendo fijado la fecha del Concilio de Jerusalén, estamos en condiciones de decidir la fecha de la primera visita de San Pablo a Jerusalén después de su conversión. Según (Gál. 2,1) ocurrió 14 años antes del concilio, o en el año 37. A partir de la misma epístola (1,18) sabemos que la conversión de San Pablo ocurrió tres años antes, en el 34. Podemos colocar el martirio de San Esteban un año antes (es decir, en el 33), no más, pues Saulo todavía estaba "respirando aún amenazas y muerte" (Hch. 9,1) en la fecha de su conversión. Todavía queda por tratar la fecha del primer viaje misionero (13,1; 14,26). Herodes murió en el 44, y el primer viaje de San Pablo no comenzó hasta después de ese evento; por otra parte, terminó antes del Concilio de Jerusalén (51). En los Hechos no hay ninguna indicación suficientemente clara para resolver la cuestión. Sin embargo, se puede establecer con seguridad que el viaje debió haber terminado en algún momento anterior al concilio; porque entre los dos eventos Pablo y Bernabé "permanecieron no poco tiempo con los discípulos" (14,27).

Será bueno explicar aquí que las incertidumbres que rodean su cronología de ningún modo van en detrimento de la credibilidad de la Biblia como un documento histórico, o de su autoridad como un registro inspirado. Cuanto más atrás vamos, más generales y en esquema son nuestras ideas de la historia; y así, en el Génesis, la historia completa del mundo hasta el Diluvio aparece en unos breves capítulos. Como sucede con la narración de los hechos, lo mismo ocurre con la cronología. Yendo más lejos en la historia judía, es obvio que en lo que se refiere a los números del texto es a menudo equivocado, igualmente obvio que el escritor inspirado muchas veces sólo desea poner ante nosotros los números redondos. Del último período la evidencia que poseemos para fijar la cronología de la Biblia es a menudo poco concluyente. Puede afirmarse con seguridad que aún no ha llegado el tiempo de fijar una cronología autorizada de la Biblia. Aún no se ha eliminado una buena parte de la oscuridad y la incertidumbre. Pero cuando llegue el momento, se podrá afirmar con seguridad que el resultado final no contendrá nada perjudicial a la autoridad de la Biblia.


Bibliografía: HUMMELAUER, Genesis (París, 1895); Judges (1888); Samuel (1886); CORNELY, Introductio (París, 1886); VIGOUROUX, Dict. de la Bible (París, 1899); DRIVER, Genesis (Londres, 1904); BURNEY, Hebrew Text of the Books of Kings (Oxford, 1903); SAYCE, Early History of the Hebrews (Londres, 1897); SAYCE, Higher Criticism and the Monuments (Londres, 1894); GIGOT, Introduction (Nueva York, 1900); WELLHAUSEN, Prolegomena (tr. Edimburgo, 1885); HASTINGS, Dict. of the Bible (Edimburgo, 1898); CHEYNE, Encyclopædia Biblica (Londres, 1899); VAN HOONACKER, Varias obras sobre el regreso del Exilio (París y Ghent); LENORMANT, The Beginnings of History (Eng. tr., Londres, 1893); RAMSAY, St. Paul the Traveller (Londres, 1895); SCHÜRER, Jewish People in the Time of Jesus Christ (tr. Edimburgo, 1906); BLASS, Acta Apostolorum (Göttingen, 1895). Vea también las obras mencionadas en el artículo.

Fuente: Howlett, James. "Biblical Chronology." The Catholic Encyclopedia. Vol. 3. New York: Robert Appleton Company, 1908. 6 Nov. 2012 <http://www.newadvent.org/cathen/03731a.htm>.

Está siendo traducido por Luz María Hernández Medina