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Martes, 19 de noviembre de 2024

Saúl

De Enciclopedia Católica

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Hebreo para postulatus, probablemente en referencia a la petición mencionada en 1 Samuel 8,5.

Primer rey de Israel, hijo de Quis, de la tribu de Benjamín (9,1.2). Evitando discusiones críticas de las fuentes paralelas, aunque a menudo divergentes, subyacentes en el primer Libro de Samuel, es suficiente aquí decir que la narrativa de la vida y tiempos de Saúl se construye sobre dos relatos tradicionales, cada uno de los cuales tiene su particular punto de vista. Esto aparece especialmente en los relatos divergentes en relación con las circunstancias de la elección de Saúl y su caída del favor divino. El profeta Samuel, quien es considerado el último de los grandes Jueces de Israel, se estaba haciendo viejo y la administración de los asuntos cívicos y religiosos se había confiado a sus hijos. Ellos fueron infieles a su confianza y la gente se mostró insatisfecha, por lo cual le solicitaron a Samuel que seleccionara a un rey que los gobernara, como las otras naciones. Samuel se resintió de esta petición, y aunque el Señor afirmó que era una ofensa contra Él, un rechazo virtual al régimen teocrático, sin embargo instruyó al profeta a acceder a las demandas del pueblo. Samuel les informó acerca del disgusto de Dios y predijo los males retributivos que vendrían sobre ellos a través de las exigencias de los futuros reyes (1 Sam. 8).

La selección de un nuevo gobernante es determinada por un incidente proverbial. Saúl, buscando las asnas perdidas de su padre, le consultó a Samuel el “vidente” con la esperanza de obtener información acerca de su paradero. El profeta le garantizó que las mismas estaban seguras, y al cabo de un rato, le reveló a Saúl su misión respecto al pueblo escogido y le ungió rey. Inmediatamente el corazón de Saúl cambió y para sorpresa de muchos, profetizó en medio de otros profetas (1 Sam. 10,10). Un mes después de esos eventos, el recién escogido rey, quien se había abstenido de afirmar sus prerrogativas reales, justificó su elección derrotando a los amonitas y liberó a Yabés de Galaad. Más tarde se enfrentó en guerra a los filisteos y estando en apuros, se atrevió a ofrecer el holocausto debido a la inexplicable tardanza de Samuel en llegar a la escena. El profeta le reprochó esta usurpación de la función sacerdotal y desde ya le anunció el final de su reinado (1 Sam. 13).

Algo que ilustra el carácter compuesto de esta narrativa es el hecho de que en el capítulo 15 se indica un motivo diferente para su rechazo, es decir, su fracaso en realizar cabalmente la orden del Señor en cuanto a destruir totalmente la tribu de Amalec. Consecuentemente con la desaprobación de Dios, se le ordena a Samuel que unja a David para ser rey “según el corazón de Dios”, y aunque David era sólo un muchacho pastor, es llevado a la casa de Saúl. En 1 Samuel 18 - 27 se narran los muchos incidentes gráficos ocurridos a raíz de los celos de Saúl y de la persecución a David. Según esta narrativa, al enfrentar una nueva invasión de los filisteos, Saúl, al estar abandonado por Yahveh y buscando guía sobrehumana, recurrió a una nigromante a Endor. Por su mediación fue evocado el espíritu de Samuel, que mientras tanto había pasado a su merecido. El profeta fallecido le reprochó su infidelidad y le vaticinó su destino inminente a manos de los filisteos (1 Sam. 28). El cumplimiento de esta terrible predicción constituye el capítulo final del Primer Libro de Samuel. Saúl y sus fuerzas son avasallados por los filisteos, el valiente Jonatán y sus hermanos mueren en la batalla. El rey, temiendo caer en manos de incircuncisos, le suplica a su escudero que le quite la vida. El escudero se niega, pues teme poner sus manos sobre el ungido del Señor, y Saúl, desesperado. se quita la vida cayendo sobre su propia espada. Fue decapitado por los victoriosos filisteos y su cabeza enviada como trofeo a varios pueblos del país, mientras que su cuerpo y los de sus hijos colgados en los muros de Bet San. Pero los habitantes de Yabes de Galaad oyendo esas cosas, llegaron de noche y removieron los cuerpos. Los llevaron a su propia ciudad donde los quemaron y enterraron las cenizas en los bosques cercanos (1 Sam. 31). Se menciona a Ajinoam como la esposa de Saúl (1 Sam. 14,50). Tres de sus hijos murieron con él (1 Sam. 31,2) y otro, Isbaal, quién intentaba continuar la dinastía de su padre, fue asesinado por dos capitanes de su propio ejército (2 Sam. 4,6). Esto removió el último obstáculo para la accesión del rey David al trono.


Bibliografía: SCHULTZ, Diss. Saul regimen antecedentia exhibens (Strasburg, 1674).

Fuente: Driscoll, James F. "Saul." The Catholic Encyclopedia. Vol. 13. New York: Robert Appleton Company, 1912. <http://www.newadvent.org/cathen/13486d.htm>.

Traducido por Giovanni E. Reyes. L H M