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Martes, 19 de marzo de 2024

Débora

De Enciclopedia Católica

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Profetisa y jueza, mujer de Lappidot. Dios la dotó con dones proféticos que le merecieron la veneración de las divididas tribus israelitas y obtuvo una gran autoridad sobre ellas. Mostró desde un principio su sabiduría al mediar en los litigios que le eran presentados: “Se sentaba bajo la palmera de Débora, entre Ramá y Betel, en la montaña de Efraín; y los israelitas subían donde ella en busca de justicia.” (Jc. 4,5). Débora era así una jueza en el sentido corriente de la palabra. En el caso de las otras personas cuya historia se halla en el Libro de los Jueces, parece que se le daba dicho título en calidad de “libertadores y caudillos” del pueblo elegido, sin que se haga mención a las funciones judiciales ordinarias. Fue más bien la confianza que inspiraba Débora en el desempeño de tales funciones la que le permitió promover la liberación de la patria, que sufría en aquella época bajo la opresión de los cananeos.

Aquello que hacía del ejército enemigo una fuerza formidable era en particular los novecientos carros de hierro que poseía. Estaba capitaneado por Sísara, cuyos cuarteles generales estaban en Jaroset Haggoyim, probablemente la actual El-Haritiyeh, entre Haifa y Nazaret, a orillas del Nahr Muquatt’a (torrente de Cisón), en la llanura de Esdrelón. Al ocupar esta posición en el centro del país, a los cananeos les era posible hostigar a las tribus al norte y al sur, dificultando cualquier intento de aunar esfuerzos en una empresa común. El enemigo llevaba “veinte años oprimiendo duramente” a los hijos de Israel, cuando Débora manifestó que la voluntad de Dios era la de liberar a Su pueblo. Dio a conocer el designio divino en primer lugar a Baraq, que vivía en Quédes de Neftalí (en la actualidad Qedeis, una de las ruinas principales en el norte de Galilea. Débora le conminó a que reuniera sus fuerzas y ocupara el Tabor, una montaña situada al este de la llanura de Esdrelón, con un ejército de diez mil hombres, al tiempo que le prometía que Dios pondría en sus manos a Sísara junto con el ejército cananeo. Baraq se avino a cumplir estas instrucciones, pero sólo con la condición de que le acompañara la propia profetisa. Ésta aceptó, prediciéndole sin embargo que la gloria de haber liberado al territorio de Sísara pertenecería a una mujer. La profecía no se refería a Débora misma, sino a Yael, cuya historia se narra en la parte final del capítulo 4. No obstante, Débora compartió la gloria de Baraq. La llamada a la batalla no se dirigió meramente a las tribus norteñas de Neftalí y Zabulón; el “Cántico de Débora” que aparece en el capítulo 5 ensalza a las tribus de Efraín y de Benjamín, en el seno de las cuales había vivido la profetisa, así como a las tribus occidentales de Manasés y de Isacar, por proveer sus contingentes, en tanto que reprueba a las de Rubén, Gad y Aser por su negativa a tomar parte en la contienda. Al parecer las tribus de Judá y Simeón no fueron llamadas a la lucha.

En la batalla del monte Tabor, que señaló un hito en la historia de Israel, Débora desempeñó un papel importante. Fue ella la que indicó el momento de atacar al enemigo, y alentó a Baraq a que descendiera con resolución desde las montañas para luchar en la llanura a pesar de la ventaja de los cananeos en terreno llano gracias a los carros con que contaban sus tropas. Dios cumplió las expectativas que había suscitado a través de la profetisa. Una furiosa tormenta provocó la crecida del torrente de Cisón e hizo del terreno un cenagal desventajoso para los movimientos de los pesados carros de hierro. El pánico se apoderó del ejército de Sísara, y su derrota fue total. El propio general murió a manos de Jael. En el texto sagrado se atribuye el “Cántico de Débora” a Baraq y a la misma Débora. Este antiquísimo poema constituye uno de los documentos más preciados que nos ilustran sobre la historia del período de los Jueces. La fe en el Dios del Sinaí de las tribus, cuya interconexión era todavía precaria, encuentra viva expresión en el cántico, que describe de forma extraordinaria la aflicción del territorio, “hasta que surgió Débora, una madre que surgió en Israel”, y la heroica lucha por la libertad a la que estimuló a sus compatriotas. Una vez liberada, “la tierra descansó durante cuarenta años”. No se nos dice qué papel desempeñó Débora en los asuntos de su nación durante este período de paz, pero es probable que su influencia se viera incrementada por los gloriosos acontecimientos a los que su nombre ha quedado por siempre asociado.


Bibliografía: LAGRANGE, Le livre des Juges (París, 1903); DE HUMMELAUER, Commentarius in libros Judicum et Ruth (París, 1888); PALIS in VIG. Dict. de la Bible, s. v.; VON ORELLI in Realencyk. für prot. Theol., s. v.

Fuente: Reilly, Wendell. "Debbora." The Catholic Encyclopedia. Vol. 4. New York: Robert Appleton Company, 1908. <http://www.newadvent.org/cathen/04663a.htm>.

Traducido por Jordi Giménez Samanes. L H M.