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Martes, 19 de marzo de 2024

Apolinarismo

De Enciclopedia Católica

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Su vida y obras

Teoría cristológica según la cual Cristo tenía un cuerpo humano y un alma sensitiva humana, pero no una mente racional humana, ya que el Logos Divino había tomado el lugar de ésta.

El autor de esta teoría, Apolinar (Apolinarios) el Joven, obispo de Laodicea floreció en la segunda mitad del siglo IV y fue muy estimado al principio por hombres como San Atanasio, San Basilio y San Jerónimo por su cultura clásica, su conocimiento bíblico su defensa del cristianismo y su lealtad a la fe de Nicea. Asistió a su padre, Apolinario (el Mayor) en la reconstrucción de las Escrituras sobre modelos clásicos para compensar a los cristianos por la pérdida de la literatura griega de la que les había privado el edicto de Juliano. San Jerónimo le atribuye muchos volúmenes sobre las Escrituras, dos apologías del cristianismo, una contra Porfirio y otra contra Juliano; una refutación de Eunomio, un arriano radical etc., pero todas ellas se han perdido. Hemos tenido más suerte respecto a los escritos de Apolinar que versan sobre la presente teoría. Un libro anónimo contemporáneo: Adversus fraudes Apollinaristarum, nos informa que para dar crédito a su error, los apolinaristas circularon una serie folletos bajo nombres como los de San Gregorio Taumaturgo (He kata meros pistis, Exposición de Fe), San Atanasio (Peri sarkoseos, Sobre la Encarnación), el Papa Julio (Peri tes en Christo enotetos, Sobre la unidad en Cristo), etc. Siguiendo esa pista, Lequien (1740), Caspari (1879) y Dräseke (1892), han mostrado que con toda probabilidad son escritos de Apolinar. Más aún, Los Padres de la Iglesia que escribieron en defensa de la ortodoxia, como por ejemplo Atanasio, en dos libros contra Apolinar; San Gregorio Nacianceno en varias cartas; San Gregorio de Nisa en su Antirretikos; Teodoreto en su Haereticae Fabulae y Dialogues, etc., nos dan incidentalmente amplia información del sistema real del laodiceo.

No se sabe el momento exacto en el que Apolinar presentó su herejía. Hay claramente dos períodos en la controversia apolinarista. Hasta 376, ya por su actitud oculta o por el respeto que se le tenía, el nombre de Apolinar nunca fue mencionado por sus oponentes, es decir, por individuos como Atanasio, el Papa Dámaso o por concilios como el de Alejandría (362) y el de Roma (376). En ésta última fecha comenzó la guerra abierta. Otros dos concilios romanos, de 377 y 381, y algunos Padres, denunciaron abiertamente y condenaron como heréticas las doctrinas de Apolinar. No se quiso someter ni a la más solemne condena del Primer Concilio Ecuménico de Constantinopla de 381, cuyo primer canon incluyó el apolinarismo en la lista de herejías, y murió en su error, alrededor del 392. Sus seguidores, que una vez fueron numerosos en Constantinopla, Siria y Fenicia, apenas le sobrevivieron. Unos pocos discípulos como Vitalis, Valentino, Filemón y Timoteo trataron de perpetuar el error del maestro y posiblemente son los responsables de las falsificaciones antes mencionadas. La secta se extinguió inmediatamente. Hacia 416 muchos volvieron a la Madre Iglesia mientras que el resto se desvió hacia el monofisismo.

Teoría

Apolinar basó su teoría en dos principios o suposiciones, uno ontológico u objetivo y uno psicológico o subjetivo. Ontológicamente le parecía que la unión de Dios completo con el hombre completo no podía ser otra cosa que una yuxtaposición o colocación. Dos seres perfectos con todos sus atributos, argüía, no pueden ser uno. A lo más son un compuesto incongruente, parecido a los monstruos de la mitología. Puesto que la fe de Nicea le prohibía decrecer al Logos, como había hecho Arrio, inmediatamente procedió a mutilar la humanidad de Cristo y a despojarla de de su más noble atributo, y esto, reclamaba, por amor a la verdadera unidad y verdadera Encarnación.

Psicológicamente, Apolinar, al considerar el alma racional o espíritu como esencialmente predispuesta al pecado y capaz, en su mejor momento, apenas de esfuerzos precarios, no vio forma de salvar la impecabilidad de Cristo y el infinito valor de la redención, a no ser eliminando el espíritu humano de la humanidad de Cristo sustituyéndolo por el Logos divino. Para la parte constructiva de su teoría Apolinar recurrió a la bien conocida división platónica de la naturaleza humana: cuerpo (sarx, soma), alma (psyche halogos), espíritu (nous, pneuma, psyche logike). Cristo, decía, asumió el cuerpo humano y el alma humana o principio de vida animal, pero no el espíritu humano. El Logos mismo es o se pone en lugar del espíritu humano, convirtiéndose así en el centro racional y espiritual, el asiento de laauto-conciencia y auto-determinación. Por este simple mecanismo el laodiceo pensó que Cristo estaba seguro, Su unidad sustancial asegurada, su inmutabilidad moral garantizada y el valor infinito de la Redención evidentemente manifestado. Para confirmarlo todo, citaba a San Juan 1,14 "y el Verbo se hizo carne”; a San Pablo, Flp. 2,7, “…haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre”; y en 1 Cor. 15,47 “El primer hombre, salido de la tierra, es terreno; el segundo, celestial, viene del cielo”.

Doctrina de la Iglesia

Se encuentra en el séptimo anatema del Papa Dámaso en el concilio de Roma de 381: “Pronunciamos anatema contra los que dicen que el Verbo de Dios está en la carne humana en lugar del alma humana racional e intelectiva. Porque la Palabra de Dios es el Hijo mismo. Ni vino a la carne para remplazar sino más bien para asumir y preservar del pecado y salvar al alma racional e intelectiva del hombre. En contestación a los principios básicos de Apolinar, los Padres simplemente negaron el segundo como maniqueo. Respecto al primero hay que recordar que los concilios de Éfeso y de Calcedonia aún no habían formulado la doctrina de la Unión Hipostática. Por ello se entenderá que los Padres simplemente se conformaran con ofrecer argumentos en refutación, como por ejemplo:

  • La Escritura afirma que el Logos asumió todo lo que es humano---por consiguiente el Pneuma también---con la excepción del pecado; que Cristo experimentaba alegría y tristeza y ambas son propiedades del alma racional.
  • Cristo no es hombre si no tiene un alma racional; el compuesto incongruo imaginado por Apolinar no puede ser llamado Dios-hombre ni es el modelo para la vida cristiana.
  • Lo que Cristo no ha asumido, no lo ha curado. Así la parte más noble del hombre está excluida de la Redención.

También señalaron el significado correcto de los pasajes de la Escritura aducidos por Apolinar, haciendo notar que la palabra sarx, en San Juan, como en otras partes de las Sagradas Escrituras, fue utilizada como sinécdoque para toda la naturaleza humana; y que el verdadero significado de San Pablo (Filipenses y 1 Corintios) estaba determinado por la clara enseñanza de las epístolas pastorales. Sin embargo, algunos de ellos insistieron incautamente sobre las limitaciones del conocimiento de Jesucristo como prueba positiva de que su mente era verdaderamente humana. Pero cuando el heresiarca les llevó más adentro en el misterio de la unidad de Cristo, tuvieron miedo de no reconocer su ignorancia y se rieron amablemente del espíritu matemático de Apolinar y la implícita dependencia de una mera especulación y razonar humano. La controversia apolinarista, que hoy parece cosa infantil, tuvo su importancia en la historia del dogma cristiano: transfirió la discusión sobre la Santísima Trinidad al campo de la cristología; es más, abrió la larga línea de debates cristológicos que dieron como resultado el símbolo de Calcedonia.


Fuente: Sollier, Joseph. "Apollinarianism." The Catholic Encyclopedia. Vol. 1. New York: Robert Appleton Company, 1907. <http://www.newadvent.org/cathen/01615b.htm>.

Traducido por Pedro Royo. lhm