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Sábado, 23 de noviembre de 2024

Eusebio de Dorileo

De Enciclopedia Católica

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Eusebio, Obispo de Dorileo en Asia Menor, fue la fuerza motriz a favor de la ortodoxia católica contra las herejías de Nestorio y Eutiques. Durante la primera parte de su vida ejerció la profesión de abogado en Constantinopla, y ya era considerado como un laico de considerables conocimientos cuando protestó públicamente (423) contra las doctrinas erróneas de un discurso pronunciado por Anastasio, el sincelo, o capellán de Nestorio. Poco después dio testimonio público contra la herejía nestoriana sobre la naturaleza de Cristo, esta vez durante un discurso de Nestorio mismo, al cual interrumpió con la exclamación de que “el Verbo eterno ha experimentado una segunda generación”, es decir, de una mujer, según la carne. Surgió mucho desorden, pero Nestorio replicó con argumentos contra la “segunda generación”.

Después del Concilio de Éfeso (431) en el cual se condenó las enseñanzas de Nestorio, se hizo público un documento que el consenso general atribuía a Eusebio, en el cual se mostraba que la doctrina de Nestorio era igual que la de Pablo de Samosata. En algún tiempo Eusebio había sido amigo de Eutiques, basada, podemos suponer, en su común oposición al error nestoriano. Pero cuando Eutiques se dejó llevar por opiniones que, aunque eran directamente opuestas a las de Nestorio, eran igualmente contrarias a la fe de la Iglesia, Eusebio, ahora obispo de Dorileo, no fue menos celoso contra su antiguo amigo que lo que había sido contra su oponente común. Después de repetidos intentos de persuasión, Eusebio radicó un cargo formal de falsas enseñanzas contra Eutiques, ante San Flaviano, quien en ese tiempo (448) presidía un sínodo en Constantinopla. Flaviano estaba renuente a proceder contra Eutiques, e instó a Eusebio a regañarlo en privado una vez más. Sin embargo, Eusebio se negó diciendo que ya él había hecho todo lo posible para disuadir a Eutiques de sus errores, y que más esfuerzos serían inútiles. Entonces citaron a Eutiques a asistir, pero no lo hizo hasta que lo citaron tres veces; justificó su negativa a obedecer afirmando que él se había resuelto a nunca dejar su monasterio y alegando que desconfiaba de Eusebio, a quien ahora veía como su enemigo. Sin embargo, por fin llegó, ayudado por una gran escolta de soldados y monjes. Fue interrogado por Eusebio, quien mientras tanto había estado empujando su caso fuertemente, y quien ahora, según dijo él, se sentía alarmado de que Eutiques lograra evadir la condenación y se vengara de su acusador obteniendo un decreto de destierro contra él. No obstante, Eutiques fue condenado y depuesto; él inmediatamente le escribió una carta al Papa quejándose de las actuaciones de Eusebio, las cuales atribuía a instigaciones del diablo.

Al siguiente año (449) en Constantinopla, se efectuó un examen, por autoridad imperial, de las actas del sínodo que habían condenado a Eutiques, las cuales él alegaba que habían sido falsificadas. Eutiques fue representado por tres delegados; Eusebio, que quería retirarse pero no se lo permitieron, instó a que el asunto doctrinal no se considerara en esa ocasión, sino que se remitiera a un concilio general. En la asamblea del concilio citado entonces para Éfeso (vea Concilio Ladrón de Éfeso) Eusebio fue excluido a la fuerza por la influencia de Dióscoro de Alejandría, quien había obtenido el apoyo del emperador. La lectura de su parte en el sínodo en Constantinopla provocó un estallido de reproches y amenazas: “¡Fuera Eusebio! ¡Quémenlo! ¡Según él ha dividido, vamos a dividirlo!” San Flaviano y Eusebio fueron depuestos y exiliados, y San Flaviano sobrevivió sólo por tres días el daño físico que recibió en el tumultuoso concilio.

Eusebio les escribió a los emperadores Valentiniano III y Marciano, pidiéndoles una nueva audiencia; y ambos Eusebio y Flaviano enviaron cartas de apelación a Roma. El texto de dichas apelaciones fue descubierto en 1879 por Amelli [quien era entonces guardián de la Biblioteca Ambrosiana en Milán y luego se convirtió en abad de Montecasino) descubrió el texto de dichas apelaciones en 1879, las cuales publicó en 1882. Eusebio basó su apelación en el hecho de que lo condenaron antes de oírlo, y le ruega al Papa que revoque la sentencia (pronuntiate evacuari et inanem fieri meam iniquam condemnationem); también mencionó una apelación escrita que había entregado a los legados papales en Éfeso, en la cual le rogaba a la Santa Sede que tomara jurisdicción sobre el asunto (in quibus vestræ sedis cognitionem poposci). Eusebio huyó a Roma, donde el Papa León I lo recibió cálidamente. En dos cartas escritas ese mismo día (13 de abril de 451) a Pulqueria y a Anatolio, el Papa les solicita sus buenos oficios a favor de Eusebio; en la carta anterior él menciona un informe de que la diócesis de Dorileo estaba siendo desordenada por un intruso (quam dicitur vastare qui illi injuste asseritur subrogatus). Pero Liberato (Breviario, c. XII) dice que no se colocó a nadie en el lugar de Eusebio, y que el informe era meramente de origen local.

Eusebio tomó parte en el Concilio de Calcedonia, en el cual aparece como acusador de Dióscoro. Fue uno de los miembros de la comisión que redactó la definición de fe que se adoptó finalmente. El concilio anuló su condenación, e hizo mención especial del hecho en la carta al Papa, en la cual pedía la confirmación de las actas. El rescripto del emperador Marciano (451), emitido para limpiar la memoria de San Flaviano, declaraba que la reputación de Eusebio estaba ilesa por la sentencia del Concilio Ladrón de Éfeso (injusta sententia nihil obsit Eusebio). Fue uno de los obispos que firmó el vigésimo octavo canon de Calcedonia, el cual le concedía a Constantinopla derechos patriarcales sobre Ponto y Asia. Cuando los legados papales objetaron la aprobación de los cánones en su ausencia, y se le preguntó a los firmantes de las regiones afectadas que declararan si ellos habían firmado voluntariamente o no, Eusebio dijo que él había firmado porque él le había leído el canon al Papa en Roma y éste lo había aceptado. Aunque sin duda el estaba errado sobre el hecho alegado (no se puede determinar cómo surgió el error), el motivo que declaró es significativo. Su nombre aparece entre las firmas de las actas del concilio sostenido en Roma en 503, pero es poco probable que él estuviese vivo todavía en sea fecha. Baronio considera que las firmas de numerosos obispos orientales añadidas a esas actas estaban fuera de lugar, y que propiamente pertenecen a un concilio muy anterior, ya que no se oyó de ningún otro modo de ninguno de los obispos luego de diez años después del Concilio de Calcedonia, en el cual estuvieron todos presente.

San Flaviano dijo de Eusebio en Constantinopla que “el fuego parecía frío comparado con su celo por la ortodoxia, y el Papa León I escribió de él que era un hombre “que había sufrido grandes peligros y trabajos por la fe.” En estas dos oraciones se resume adecuadamente todo lo que se sabe sobre él.


Bibliografía: SAN CIRILO DE ALEJANDRIA, Adv. Nestor., I, 20; MARIO MERCATOR, Part II; EVAGRIO, Hist. Eccl.; TEÓFANES, Chronographia; LEONCIO BIZ, Contra Nestor. et Eutych.; LEO, Epp. XXI, LXXIX, LXXX (todos en P.G. y P.L.); LABBE y COSSART, Concilia, IV; LIBERATO, Gesta de nom. Acac., also Breviarium (GALLANDI, X y XII); HEFELE, Historia de los Concilios, III (tr. Edimburgo, 1883); AMELLI, S. Leone Magno e l'Oriente (Milan, 1882). Vea también BARDENHEWER, Patrología, SHAHAN tr. (Friburgo-im-B., San Louis, 1908), 525; LACEY, Apellatio Flaviani, con introducción histórica (pub. Sociedad de Historia Eclesiástica, No. 70, Londres, 1891), y la edición del mismo escritor de las (dos) cartas de Amelli (Cambridge, 1903), Anglican; SMITH Y WACE, Dict. of Christ. Biog (Londres, 1880), s.v.

Fuente: Sharpe, Alfred. "Eusebius of Dorylæum." The Catholic Encyclopedia. Vol. 5. New York: Robert Appleton Company, 1909. <http://www.newadvent.org/cathen/05622a.htm>.

Traducido por Luz María Hernández Medina.