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Jueves, 21 de noviembre de 2024

Papa San Agapito I

De Enciclopedia Católica

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Papa San Agapito I (también Agapeto), su pontificado duró de 535-536. Su fecha de nacimiento es incierta; murió el 22 de abril de 536. Fue el hijo de Gordiano, un sacerdote romano que había sido asesinado durante los disturbios en los días del Papa Símaco.

Su primer acto oficial fue quemar, en presencia del clero reunido, el anatema que Bonifacio II había pronunciado contra el rival de este último, Dióscoro, y que había ordenado se conservara en los archivos romanos. Confirmó los decretos del concilio celebrado en Cartago, después de la liberación de África del yugo de los vándalos, según los cuales los conversos del arrianismo eran declarados inelegibles para las órdenes sagradas y aquellos ya ordenados eran admitidos solamente a la comunión de los laicos. Aceptó una apelación de Contumelioso, obispo de Riez, a quien un concilio en Marsella había condenado por inmoralidad, y le ordenó a San Cesáreo de Arlés que le celebrase al acusado un nuevo juicio ante los legados papales.

Mientras tanto, Belisario, después de la muy fácil conquista de Sicilia, se preparaba para una invasión a Italia. El rey ostrogodo, Teodeado, como último recurso, suplicó al anciano pontífice que se dirigiera a Constantinopla y ejerciera su influencia personal para convencer al emperador Justiniano I. Para sufragar los costos de la embajada, Agapito se vio obligado a empeñar los vasos sagrados de la Iglesia de Roma. Se embarcó en pleno invierno con cinco obispos y un séquito imponente. En febrero del 536 se presentó en la capital de Oriente y fue recibido con todos los honores dignos de la cabeza de la Iglesia Católica. Como él había previsto sin duda, el objetivo aparente de su visita fue condenado al fracaso. Justiniano no se apartó de su resolución para restablecer los derechos del Imperio en Italia.

Pero desde el punto de vista eclesiástico, la visita del Papa a Constantinopla marcó un triunfo escasamente menos memorable que las campañas de Belisario. El entonces ocupante de la sede bizantina era un cierto Antimo, quien sin la autoridad de los cánones había dejado su sede episcopal en Trebisonda para unirse a los cripto-monofisitas que, en unión con la emperatriz Teodora, intrigaban para socavar la autoridad del Concilio de Calcedonia. Contra las protestas de los ortodoxos, la emperatriz finalmente sentó a Antimo en la silla patriarcal. No bien hubo llegado el Papa, la mayoría prominente del clero radicó cargos contra el nuevo patriarca como un intruso y un hereje. Agapito le ordenó que hiciera una profesión de fe escrita y volviera a su sede abandonada; después de su negativa, se negó a tener más tratos con él.

Esto enfadó al emperador, que había sido engañado por su esposa en cuanto a la ortodoxia de su favorito, y llegó al extremo de amenazar al Papa con el destierro. Agapito contestó con valor: "Con deseo entusiasta he venido a contemplar al muy cristiano emperador Justiniano. En su lugar encuentro a un Diocleciano, cuyas amenazas, sin embargo, no me aterrorizan." Este atrevido lenguaje hizo que Justiniano se calmara; al ser convencido finalmente de que Antimo era poco sólido en la fe, no puso ninguna objeción a que el Papa ejerciera la plenitud de sus poderes para deponer y suspender al intruso, y, por primera vez en la historia de la Iglesia, consagrara personalmente a su sucesor legalmente electo, Menas. Los orientales no olvidaron pronto este memorable ejercicio de la prerrogativa papal, que, junto con los latinos, lo veneran como un santo.

Para limpiarse a sí mismo de cualquier sospecha de alentar la herejía, Justiniano entregó al Papa una confesión de fe escrita, que este último aceptó con la juiciosa estipulación que, «aunque no podía admitir en un laico el derecho de enseñar la religión, observaba con placer que el celo del emperador estaba en perfecto acuerdo con las decisiones de los Padres». Poco después Agapito cayó enfermo y murió, después de un glorioso reinado de diez meses. Sus restos fueron traídos a Roma en un ataúd plomizo y depositados en la Basílica de en San Pedro. Su memoria se guarda el 20 de septiembre, el día de su deposición. Los griegos lo conmemoran el 22 abril, día de su muerte.


Bibliografía: Liber Pontificalis (ed. Duchesne), I, 287-289; Cleus in Acta SS., sept., VI, 163-179; Artaud de Montor, Lives of the Popes (Nueva York, 1867), I, 123, 124.

Fuente: Loughlin, James. "Pope St. Agapetus I." The Catholic Encyclopedia. Vol. 1, págs. 202-203. New York: Robert Appleton Company, 1907. 26 sept. 2021 <http://www.newadvent.org/cathen/01202c.htm>.

Traducido por Alonso Teullet. lmhm