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Viernes, 22 de noviembre de 2024

Diferencia entre revisiones de «Monofisismo»

De Enciclopedia Católica

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¿Fueron realmente herejes los monofisitas o fueron sólo cismáticos? Esta pregunta fue contestada afirmativamente por Assemani, más recientemente por el erudito oriental Nau y por Lebon, que dedicó una obra importante llena de evidencia de fuentes inéditas para establecer esta tesis. Se alega que los monofisitas enseñarban que no hay sino una Naturaleza en Cristo, mia physis, porque identifican las palabras physis e hypostasis. Pero de la misma manera se ha justificado a los [[Nestorianismo|nestorianos]].  Un simple esquema hará el asunto más sencillo:
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Nestorianos:  Una [[persona]], dos hipóstasis, dos naturalezas.
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[[Católico]]s:      Una persona, una hipóstasis, dos naturalezas.
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Monofisitas:  Una persona, una hipóstasis, una [[naturaleza]].
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El punto de vista de Bethune-Baker es que [[Nestorio]] y sus amigos tomaron la palabra hipóstasis en el sentido de naturaleza y Lebon dice que los monofisitas tomaron la palabra naturaleza en el sentido de hipóstasis de manera que ambos intentaban realmente expresar la [[doctrina católica]]. Hay un argumento prima facie contra estas dos afirmaciones. Concediendo que durante siglos los controversistas llenos de odium theologicum pudieron no entenderse unos a otros y que lucharon por cuestión de palabras mientras que estaban de acuerdo en las doctrinas, sin embargo las palabras persona, hipóstasis, naturaleza (prosopon, hypostasis, physis) en la segunda mitad del siglo IV recibieron un significado perfectamente definido, que toda la [[Iglesia]] aceptó unánimemente. Todos estuvieron de acuerdo en que en la [[Santísima Trinidad]] hay una Naturaleza (physia  or physis) que tiene tres Hipóstasis o Personas.  Si en [[Cristología]], los nestorianos usaron hipóstasis y los monofisitas physis en un nuevo sentido, no sólo se sigue que su uso de las palabras era singularmente inconsistente e inexcusable, sino (lo que es más importante) no pudieron tener dificultad en saber cuál era el [[verdad]]ero significado de los [[concilio]]s católicos, [[Papas]] y [[Teología|teólogos]] que usaban consistentemente las palabras en uno y mismo sentido tanto respecto a la Trinidad como a la Encarnación. Podría excusarse a los católicos si no entendieran tal extraño "desorden de epitafios” por parte de los cismáticos, pero los cismáticos pudieron entender fácilmente la posición católica. Los de Antioquía no tuvieron en verdad dificultades en llegar a acuerdos con [[Papa San León I Magno|San León]], le entendieron muy bien y declararon que siempre habían querido decir lo que él decía. Hasta que punto esto es un hecho debe discutirse bajo [[Nestorianismo]]. Pero los monofisitas siempre entendieron la doctrina católica, declarando que era nestoriana o seminestoriana y que dividía a Cristo en dos.
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Lebon afirma que el mismo Severo explica varias veces que hay una diferencia en el uso de las palabras en “teología” (Doctrina de la Trinidad) y en la “economía” (Encarnación): "admitidamente hipóstasis y ousia o physis no son lo mismo en teología, sin embargo, en la economía son lo mismo” (P.G., LXXXVI, 1921), y trae el ejemplo de San Gregorio Nacianceno para mostrar que en un nuevo misterio los términos deben tomar nuevos significados. Pero seguramente que este mismo pasaje hace evidente que Severo distingue entre physis e hipóstasis. Dejando aparte la Trinidad y la Encarnación, toda physis es una hypostasis, y toda hypostasis es una physis---afirmación en la que están de acuerdo los monofisitas y los católicos. Pero esto quiere decir que las palabra denotan lo mismo no que no hay diferencia de connotación. Physis es una abstracción, y no puede existir sino en como algo concreto, es decir, como una hypostasis. Pero “admitidamente” en la Trinidad, la denotación así como la connotación de las palabras es diversa, es ciertamente verdad que cada una de las tres Hipóstasis se identifica con la Naturaleza Divina (es decir, cada persona es Dios); pero si cada Hipóstasis es por consiguiente también una physis, sin embargo la physis no es una por tres Hipóstasis. Las palabras retienen su antiguo sentido (connotación) pero han recibido un nuevo sentido en una nueva relación. Es obvio que este es el fenómeno al que se refería Severo. Los católicos añadirían que en la Encarnación por el contrario dos naturalezas son una hipóstasis. Así los significados de physis (abstracto = ousia) e hypostasis (subsistente physis, physis hyphestosa o enhypostatos) en la Santísima Trinidad eran una posesión común; y más aún, todos estaban de acuerdo en que en el universo creado no puede existir una naturaleza que no subsista, no hay una cosa tal como una physis physis anhypostatos.
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* Pero los católicos mantienen que la naturaleza de Cristo considerada en si misma es anhypostatos, pero que la segunda Persona de la Santísima Trinidad es su hipóstasis.  Como la Infinidad de la Divina Naturaleza es capaz de una subsistencia triple, así la infinitud de la Hipóstasis del Verbo es capaz de ser la Hipóstasis de la Naturaleza Humana asumida también como de la Divina. La unión de Cristo no es una unión de dos naturalezas directamente de una con otra sino la unión de las dos en una Hipóstasis; así pues son distintas pero inseparables y cada una actúa en comunicación con la otra.
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* Los Nestorianos argüían así: Hay, según los Padres, dos naturalezas en Cristo, pero puesto que cada naturaleza es una hipóstasis, la Naturaleza Humana de Cristo es una hipóstasis. Para hacer un Cristo intentaron (en vano) explicar cómo dos hipóstasis pueden estar unidas en una persona (prosopon). No querían dividir a Cristo, pero su unión prosópica hacías aguas; era difícil explicarlo o argüir sobre ello sin caer en la [[herejía]]. Los antioquenos se alegraron de abandonar una formula tan inadecuada porque era cierto que “persona” en la Santísima Trinidad era solamente otro nombre para “hipóstasis”.  Los seguidores de Cirilo estaban atónitos y no se les pudo convencer de que creyeran (aunque San Cirilo sí lo creía) que los nestorianizantes no querían decir en realidad dos Cristos, dos Hijos.
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* Por el contrario, comenzando por la misma proposición de que toda physis es una hipóstasis, los monofisitas argüían que un Cristo es una Persona, una Hipóstasis y por ende es una Naturaleza y preferían “es una Naturaleza “al equivalente “tiene una Naturaleza”. Aducían tener altas autoridades para su fórmula, no solo San Cirilo, sino detrás de él [[San Atanasio]], el [[Papa San Julio I]] y [[San Gregorio de Neocesarea]]. Pero estas autoridades eran falsificaciones [[Apolinarismo|apolinaristas]]. La fórmula favorita de San Cirilo mia physis sesarkomene, la había tomado sin saberlo de una fuente apolinarista y había tenido en el inventor original un sentido herético. No, la “una naturalaza” se remontaba a los arrianos y había sudo utilizada por el mismo Eudoxio para expresar que la naturaleza de Cristo no estaba completa.
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Pero los monofisitas estaban muy lejos de ser apolinaristas y menos aún arrianos; Claramente y desde el principio decían que Cristo es un hombre perfecto y que El asumió una Naturaleza Humana completa como la nuestra. [[Dióscoro]] enfatiza este punto en su carta a Secundino (Hist. Misc., III, I) y lógicamente, porque había absuelto a [[Eutiques]] que negaba la “consustancialidad del Señor con nosotros”. Aeluro es también tan claro en las cartas con las que refutaba y excomulgaba a Isaías de Hermópolis y a Teófilo como “eutiquianos” (hist. Misc., IV, XII), y Severo mantenía una aguda controversia con Sergio el Gramático sobre este mismo punto. Todos ellos declaraban con una voz que Cristo es mia physis, pero ek duo physeon, que su naturaleza Divina se combina con una Naturaleza Humana completa en una hipóstasis y por ende las dos se han juntado en Una Naturaleza de esa una hipóstasis sin mezcla ni confusión o disminución. Aeluro insiste en que después de la unión las propiedades de cada naturaleza permanecen sin cambio, pero ellos hablaban “de las cosas divinas y humanas”, divina et humana, no naturalezas; cada naturaleza permanece en su estado natural con sus propias características (en idioteti te kata physin) pero no como una unidad sino como una parte, una cualidad (poiotes physike), ni como una physis. Todas las cualidades de las dos naturalezas se combinan en una hypostasis synthetos y forman la una naturaleza de una hipóstasis. Hasta aquí no hay herejía en la intención, sino una definición errónea: que una hipóstasis puede tener sólo una naturaleza.
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Pero no importa cuán inofensiva pudiera resultar la formula “una naturaleza” a primera vista, llevaba inmediatamente a consecuencias serias y desastrosas. La Naturaleza Divina del Verbo es no sólo específicamente sino numéricamente una con la Naturaleza Divina del Hijo y del [[Espíritu Santo]].  Este es el significado de la palabra [[homoousion]] aplicada a las Tres Personas, y si Harnack tuviera razón al suponer que en el Concilio de Constantinopla de 384 la palabra se tomó para implicar solamente tres Personas de una especie, entonces el concilio aceptaba tres dioses y no tres Personas distintas pero inseparables en un solo [[Dios]].  Ahora bien, si las naturalezas Divina y Humana se unen en el Verbo en una Naturaleza, es imposible evitar una de dos conclusiones, o que toda la Naturaleza Divina se hizo hombre y sufrió y murió o por el contrario cada una de las Tres Personas tenía una Naturaleza Divina propia. De hecho los monofisitas se dividieron en este tema. Æluro y Severo parecen haber evitado la dificultad, pero no pasó mucho tiempo antes de que los que rehusaban esta última alternativa fueron motivo de burla por la necesidad de abrazar la primera y se les llamó Teopasquitas por hacer sufrir a Dios. Severo y su [[escuela]] declararon vehementemente que hacían sufrir a la Divinidad no como Dios sino solo como hombre, lo que era una contestación insuficiente.  Su fórmula no era “El Verbo hecho carne”, “el [[Hijo de Dios]] hecho [[Hombre]]”, sino “una Naturaleza del Verbo hecho carne”---La Naturaleza hecha carne, es decir toda la Naturaleza Divina. No contestaron “queremos decir hipóstasis cuando decimos naturaleza, no queremos decir la Naturaleza Divina (que el Verbo tiene en común con el Padre y el Espíritu Santo), sino su Divina Persona, que en este caso llamamos Su physis “, porque la physis tou Theou Logou, antes de que se añada la palabra sesarkomene, está en la esfera de la “teología”, no de la “economía”, y su significado no puede [[duda]]rse.
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Así como entre los monofisitas había muchos eutiquianos que negaban que Cristo es consustancial con nosotros, también se encontraban muchos que abrazaban valientemente la paradoja de que la Naturaleza Divina se ha encarnado. [[Pedro Fullo]] añadió a las alabanzas a la Trinidad las palabras “que fue crucificado por nosotros” y rehusó conceder que la natural deducción diera razones convincentes. Esteban Niobes y los niobitas negaron expresamente toda distinción entre las Naturalezas Divina y Humana después de la unión. Los Actistetas declararon que la naturaleza humana se convirtió en “increada” por la unión. Si los grandes teólogos de la [[secta]], Severo y Filoxeno, evitaron estos excesos, fue porque rehusaron a ser [[lógica]]mente monofisitas.
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No sólo se [[Escándalo|escandalizaron]] los [[Ortodoxia|ortodoxos]] por estas posturas extremas, sino que una muy bien informada e influyente sección del [[cisma]] se rebeló y eligió la segunda de las dos alternativas: la de hacer Triple a la Naturaleza Divina, para asegurarse de que la Naturaleza Humana de Cristo fuera una solamente con la Naturaleza del Hijo y no con toda la Naturaleza Divina. Juan Filopono, el comentador de [[Aristóteles]], enseñó en consecuencia que hay en la Trinidad tres sustancias parciales (merikai ousiai) y una sustancia común (mia koine), cayendo así en el [[politeísmo]], con tres o mejor cuatro dioses. Este grupo de [[triteístas]] fue tratado con clemencia. Se rompió en dos secciones y aunque fueron [[Excomunión|excomulgados]] en [[Alejandría]], el [[patriarca]] Damián tenía una opinión no muy distinta.  Él distinguía entre la Divina ousia y las tres Hipóstasis que tomaban parte en ella (metechousin) concediendo que la ousia existía por si misma (enyparktos); sus seguidores fueron llamados Tetradatitas.  Así pues Pedro Fullo, los actistetas y los niobitas por una parte y los triteistas y damianistas por la otra, desarrollaron las fórmulas monofisitas en las dos únicas direcciones posibles. Es obvio que las fórmulas que suponían tales alternativas eran heréticas de hecho y de origen. Severo intentó ser ortodoxo pero a costa de la consistencia.  Su postura “corruptibilista” es verdadera si la Naturaleza Humana se considera en abstracto aparte de la unión (ver [[Eutiquianismo]]) pero para considerarlo así como una entidad era ciertamente una admisión de las Dos Naturalezas. Todo cambio y sufrimiento en Cristo debe ser estrictamente voluntario (como los julianistas y Justiniano vieron con razón) en cuanto que la Unión da a la Sagrada humanidad derecho y reclamo a la beatificación (en algún sentido) a la deificación. Pero Severo quería dividir las Naturalezas no simplemente “antes” de la unión (es decir, lógicamente, previamente a ella) sino hasta después de la unión “teóricamente”, llegando tan lejos en su controversia con el ortodoxo Juan el Gramático como conceder duo physeis en theoria.  Esto era ciertamente una concesión inmensa, pero considerando cuánto más ortodoxas eran las intenciones de Severo que sus palabras, es apenas asombroso, pues San Cirilo había concedido mucho más.
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Pero aunque Severo llegó tan lejos como esto, se muestra en otros lugares (ver [[Eutiquianismo]], Máximo Confesor y especialmente [[Monotelismo]]) que él no evitó el [[error]] de dar una actividad a Nuestro Señor, una voluntad y un [[conocimiento]]. Es [[verdad]] suficiente que no tenía intención de admitir ningun estado incompleto en la Humanidad de Cristo y de que él y todos los monofisitas partían simplemente de la proposición de que toda actividad, toda voluntad e inteligencia provenían de la persona, como principio último, y solamente sobre esta base afirmaban la unidad de cada una en Cristo. Pero precisamente fue sobre esta base que se condenó al monotelismo. Los mejores teólogos católicos que atacaron la doctrina no suponían que los monofisitas negaran que Cristo había realizado actividades humanas, [[actos humanos]] de la voluntad, actos humanos de conocimiento; se reconocía claramente que el error estaba en el fallo en distinguir la actividad humana o mixta (teándrica) de Cristo como Hombre y la actividad , voluntad y conocimiento puramente divinos que el Hijo tiene en común con el Padre y con el Espíritu Santo, que son de hecho la Naturaleza Divina. Al hablar de una actividad, una voluntad, un conocimiento en Cristo, Severo reducía el monofisismo a una pura [[herejía]] tanto como lo hacían los niobitas o los triteístas a los que él tenía horror; pues él rehusaba distinguir entre facultades humanas de Cristo (actividad, voluntad, intelecto) y la Naturaleza Divina misma. Esto no es [[apolinarismo]] pero se le parece tanto que la distinción es teórica más que real. Es la consecuencia directa de usar fórmulas apolinaristas. San Cirilo no llegó tan lejos y en este error monotelita podemos ver la esencia de la herejía de los monofisitas. Todos cayeron en esta trampa excepto los triteistas, puesto que era el resultado lógico de su punto de vista equivocado.
  
  

Revisión de 14:49 23 dic 2008

La historia de esta secta y de sus ramificaciones ha sido resumida bajo Eutiquianismo (nombre algo injusto dado por los polemistas católicos). La teología del monofisismo ha sido también resumida bajo el mismo título. En el siguiente artículo se discuten dos puntos: primero, la actividad literaria de los monofisitas tanto en griego como en siríaco; en segundo lugar, la pregunta de si pueden ser exculpados de herejía material en su cristología.

Historia Literaria

Desde muchos puntos de vista, los monofisitas son la más importante de las primeras herejías y ninguna de ellas o grupo de ellas hasta el siglo XVI ha producido una literatura tan vasta e importante. Una buena parte se ha perdido, pero algunas permanecen en manuscritos en los últimos años publicaciones importantes han traído mucho de este material a la luz del día. Casi toda la literatura griega ha perecido en su forma original, pero mucho permanece en las traducciones siríacas antiguas y la literatura siríaca ha subsistido en su mayor parte. Los escritos científicos, filosóficos y gramaticales de los monofisitas deben ser tratados aquí. La historia eclesiástica y la biografía, así como los escritos polémicos y dogmáticos se describirán para los siglos V y VI junto con unas pocas de las obras principales de los siglos inmediatamente siguientes.

'''Dióscoro''': Nos ha dejado solo unos pocos fragmentos, El más importante está en "Hist. Misc.", III, I, de una carta escrita en el exilio en Gangra, en la que el deportado patriarca declara la realidad y totalidad del cuerpo humano del Señor, intentado evidentemente negar que había aprobado la negación de Eutiques a admitir la consustancialidad de Cristo con nosotros.

Timoteo Ælurus (m. 477): Había sido ordenado sacerdote por San Cirilo de Alejandría mismo y conservado un profundo lazo afectuoso con el santo, publicó una edición de algunas de sus obras. Acompañó a Dióscoro al Concilio Ladrón de Éfeso de 449, como dice él mismo “junto con mi hermano el bendito sacerdote Anatolio” (el secretario de Dióscoro, promovido por él a la sede de Constantinopla). No es necesario inferir que Timoteo y Anatolio eran hermanos. Cuando se supo que Dióscoro había muerto en el exilio (septiembre 454) Timoteo asumió el liderazgo de los que no reconocían al patriarca ortodoxo Proterio y exigió un nuevo obispo. Le seguían cuatro o cinco obispos depuestos. Los motines que siguieron volvieron a renovarse a la muerte del emperador Marciano y Proterio fue asesinado. Antes de todo esto Timoteo había sido consagrado patriarca por dos obispos Eusebio de Pelsium y el famoso Pedro Ibérico, obispo de Maïuma, que ni siquiera era egipcio. En Constantinopla Anatolio era apenas su enemigo, el ministro Aspar probablemente era su amigo, pero el emperador León deseaba la aquiescencia en las exigencias para la deposición de Timoteo que le dirigían los obispos ortodoxos de Egipto y el Papa León; y castigó inmediatamente a los asesinos de Proterio. Mientras tanto, Ælurus expulsaba de sus sedes a los obispos que aceptaban el Concilio de Calcedonia. Sin embargo, no fue hasta que Anatolio murió (3 de julio de 458) y le sucedió San Genadio, que el emperador ejecutó la opinión que había obtenido de todos los obispos orientales en la "Encyclica", exilando entonces a Ælurus a Gangro en Paflagonia, y más tarde al Queroneso. Durante el reinado de Basílico fue restaurado, a finales del año 475, y Zenón libró su ancianidad de molestias.

En el artículo sobre eutiquianismo se ha dicho algo sobre su teología y abajo se hallará más. Un fragmento de sus obras sobre las dos naturalezas se halla en Jacques-Paul MigneMigne (P.G., LXXXVI, 273). La colección siríaca inédita de sus obras (Museo Británico, manuscrito Addit. 12156, Sexta cent.) contiene

  • Un tratado contra “diofisitas” (católicos) que consiste principalmente en una colección de extractos de los Padres contra las dos naturalezas; la última cita es de las cartas de Dióscoro. Sin embargo, esta es sólo un sumario de una obra más amplia, que se ha publicado completa en una traducción Armenia bajo el título “Refutación del Concilio de Calcedonia”. Sabemos por Justiniano que el original fue escrito en el exilio
  • Extractos de una carta a la ciudad de Constantinopla contra el eutiquiano Isaías de Hermópolis y Teófilo, seguida por otro florilegio de “los Padres” (casi completamente de las falsificaciones de apolinaristas). La carta se conserva completa en Zacarías (en Hist. Misc., IV, XII, donde le sigue la segunda carta) y también en la “Crónica” de Miguel el Sirio.
  • Una segunda carta contra los mismos.
  • Extractos de dos cartas a todos los egipcios, la Tebaida y Pentápolis sobre el tratamiento a los obispos católicos, sacerdotes y monjes que se unieran a los monofisitas.
  • Una refutación del Sínodo de Calcedonia y del Tomo de León, escrita entre 454 y 460, en dos partes, según el título y que concluye con extractos de las “actas” del Concilio Ladrón de Éfeso y cuatro documentos relacionados con ello.
  • Una breve oración que el beato Timoteo solía recitar para los que volvían de la comunión con los diofisitas.
  • Exposición de la fe de Timoteo, enviada al emperador León por el conde Rústico y una narración abreviada de lo que le sucedió después. Anastacio Sinaíta menciona una súplica similar de Aeluro a León enviada por el silenciario Diomedes. Lebon cita ampliamente el contenido de este manuscrito.

'''Genadio Massil''' hizo una traducción al latín de los testimonios patrísticos recogidos por Aeluro que hay que identificar con la colección armenia. Una lista copta de las obras de Timoteo menciona una sobre el Cantar de los Cantares. La "Plerophoria" (33, 36) habla de su libro de “Narraciones”, del que Crum (p. 71) deduce una historia eclesiástica escrita por Timoteo en doce libros. Lebon no acepta la atribución de los fragmentos coptos a Timoteo de los que Crum dedujo la existencia de dicha obra, pero encuentra otra referencia a la obra histórica del patriarca (p. 110) en el manuscrito Addit. 14602 (Chabot, "Documenta", 225 ss.).

'''Pedro Mongo''', de Alejandría no era escritor. Sus cartas en copto no son auténticas, aunque se ha publicado un texto armenio completo de ellas, que se dice que probablemente puede ser auténtico.

'''Pedro Fullo''' de Alejandría tampoco dejó escritos. Existen cartas dirigidas a él, pero ciertamente son espurias.

Timoteo IV, patriarca de Alejandría (517-535), compuso "Antirrhetica" en muchos libros. Esta polémica obra se perdió, pero se conserva una de sus homilías y unos pocos fragmentos.

Teodosio, patriarca de Alejandría (10-11 febrero de 535, y de nuevo en julio de 535-537 ó 538) ha dejado unos fragmentos y dos cartas. Los severinos de Alejandría fueron llamados teodosianos según él para distinguirles de los gaianitas que seguían a su rival incorruptibilista Gauianus, el cual no dejó escritos.

Severo: El más famoso y más fértil de todos los escritores monofisitas. Fue patriarca de Antioquía (512-518), murió en 538. Su amigo Zacarías Escolástico escribió sobre su juventud; Juan, el superior del monasterio donde Severo había abrazado por primera vez la vida monástica, escribió una biografía completa de él poco después de su muerte. Nació en Sozópolis en Pisidia, donde su padre era senador; y descendía del obispo de Sozopolis que había asistido al Concilio de Éfeso de 431. Después de la muerte de su padre, fue enviado a estudiar retórica a Alejandría, siendo todavía un catecúmeno; era costumbre en Pisidia posponer el bautismo hasta que aparecía la barba. Zacarías, que era su condiscípulo, testimonia su brillante talento y el gran progreso que logró en el estudio de la retórica. Sentía entusiasmo por los antiguos oradores y por Libanio. Zacarías le animó a leer la correspondencia entre Libanio y San Basilio, las obras de éste y de San Gregorio Nacianceno y el poder de la oratoria cristina lo conquistó. Severo se fue a estudiar leyes a Berito en el otoño de 486, a donde le siguió Zacarías un año después. Severo fue acusado de haber sido en su juventud un adorador de ídolos y un tratante en artes mágicas (tal fue el libelo de los monjes palestinos en el concilio de 536), y Zacarías se esfuerza por refutar esta calumnia indirectamente, aunque a gran extremo, relatando historias interesantes sobre el descubrimiento de un escondite de ídolos en Menuthis en Egipto y la expulsión de los nigromantes y encantadores en Berytus; en ambos hazañas los amigos de Severo jugaron un papel importante, y Zacarías pregunta triunfalmente si ellos se hubiesen juntado con Severo si él no hubiera estado de acuerdo con ellos en el odio al paganismo y la brujería. Zacarías siguió ejerciendo influencia sobre él, por cuenta propia, y le indujo a dedicar al estudio de los Padres el tiempo libre que tenían los estudiantes los sábados por la tarde y los domingos. Otros estudiantes se unieron al piadoso grupo, del cual se volvió líder un asceta llamado Evagrio. Todas las tardes oraban juntos en la iglesia de la Resurrección. Severos fue persuadido y se bautizó. Zacarías rehusó ser el padrino porque no se comunicaba con los obispos de Fenicia, así que lo fue Evagrio, y Severo fue bautizado en la iglesia del mártir Leoncio en Trípolis.

Después del bautismo Severo renunció a tomar los baños y se dedicó al ayuno y las vigilias. Dos de sus compañeros se fueron a hacerse monjes con Pedro el Ibérico. Cuando llegó la noticias de la muerte de este famoso monje (488), Zacarías y muchos otros entraron en su monasterio de Beith-Aphthonia, en el lugar natal de Zacarías, el puerto de Gaza (conocido como Maïuma), donde Pedro había sido obispo. Zacarías no perseveró y volvió a la práctica de la ley. Severo intentó ejercer en su propio país, pero primero visitó el sepulcro de San Leoncio de Trípoli, la cabeza de San Juan Bautista en Emea y los lugares sagrados de Jerusalén, con el resultado de que se unió a Evagrio que ya era monje en Maïuma. Las grandes austeridades de ese lugar no bastaron a Severo que prefirió la vida de soledad en el desierto de Eleuterópolis. Adelgazó y se puso muy débil, por lo cual fue obligado a pasar algún tiempo en el monasterio fundado por Romano, después de lo cual volvió a la laura del puerto de Gaza, en la que estaba el convento de Pedro el Ibérico. Allí gastó lo que quedó de su patrimonio, después de sus caridades, en construir un monasterio para los ascetas que desearan vivir bajo su dirección.

Pero su tranquilidad se vio violentamente alterada por Nefalio un antiguo dirigente de los acéfalos, del que se decía que una vez tuvo 30,000 monjes dispuestos a marchar sobre Alejandría cuando a finales de 482 Pedro Mongo aceptó el Henoticón y se hizo patriarca. Más tarde Nefalio se unió a los monofisitas más moderados, y por fin a los católicos aceptando el Concilio de Calcedonia. Hacia 507-8 llegó a Maïuma, predicó contra Severo y obtuvo la expulsión de los monjes de sus conventos. Severo se trasladó a Constantinopla con 200 monjes, permaneció allí tres años, influyendo todo lo que pudo en el emperador Anastasio a favor del Henoticon, contra los católicos por una parte y contra los irreconciliables acéfalos por otra. Se habló de él como sucesor del patriarca Macedonio que murió en agosto de 511. El nuevo patriarca, Timoteo, compartía las opiniones de Severo y éste volvió a su claustro. Al año siguiente fue consagrado patriarca de Antioquía el 6 de noviembre de 512, sucediendo a San Flaviano, que había sido desterrado a Arabia por el emperador debido a la tibieza de sus concesiones al monofisismo. Elías de Jerusalén no quiso reconocer a Severo como patriarca y otros muchos obispos también le fueron hostiles, Sin embargo, en Alejandría y Constantinopla le apoyaron y Elías fue depuesto. Severo ejerció mucha actividad en su episcopado, viviendo aún como un monje, destruyó los baños de su palacio y despidió al cocinero. Fue depuesto en septiembre de 518, cuando Justino ascendió al trono, como preparación para volver a la unión con Occidente. Severo huyó a Alejandría..

En el reinado de Justiniano recobraron las esperanzas debido al patrocinio que les concedía Teodora a los monofisitas. Severo se fue a Constantinopla donde confraternizó con el ascético patriarca Antimo que ya había intercambiado amigables cartas con él y con Teodosio de Alejandría, quien había sido depuesto por herejía por el Papa San Agapito I a su llegada a Constantinopla en 536. Su sucesor Menas reunió un gran concilio de sesenta y nueve obispos el mismo año, después que se fue el Papa, en presencia de los legados papales, oyó solemnemente el caso de Antimo reiteró su deposición. Menas conocía la mentalidad de Justiniano que estaba determinado a ser ortodoxo: “Nosotros, como sabes”, le dijo al concilio, “seguimos y obedecemos a la Sede Apostólica y aquellos que están en comunión con ella lo están con nosotros y aquellos a los que condena, nosotros les condenamos”. Los orientales fueron consecuentemente alentados a presentar peticiones contra Severo y Pedro de Apamea. Es por estos documentos que tenemos nuestro principal conocimiento de Severo desde el punto de vista de sus oponentes ortodoxos. Una petición fue de siete obispos de Siria Secunda, otras dos de noventa y siete monasterios de Palestina y Siria Secunda al emperador y al concilio. Se leyeron 518 peticiones anteriores.

Los cargos son algo imprecisos (o se supone que se conocían los hechos): asesinato, prisión, cadenas, así como de herejía. Menas pronunció la condena de estos herejes que despreciaban la sucesión apostólica en la Sede Apostólica, por despreciar la sede patriarcal de la ciudad real y su concilio, la sucesión apostólica de Nuestro Señor en los santos lugares (Jerusalén) y la sentencia de toda la diócesis de Oriens. Severo se retiró de nuevo a Egipto y a su vida eremítica. Murió el 8 de febrero de 538, rehusando bañarse, hasta para salvar su vida, aunque se le pudo persuadir de dejarse bañar con sus vestidos puestos. Se dice que tras su muerte ocurrieron maravillas y que sus reliquias obraron milagros. Ha sido venerado siempre por la Iglesia Jacobita como uno de sus principales doctores.

Su producción literaria fue enorme. Assemani da un largo catálogo de sus obras. Solo se han conservado unos fragmentos en el griego original pero hay muchos en traducciones siríacas, algunas de las cuales se han impreso. Las obras iniciales contra Nefalio se han perdido. El diálogo "Filaletes", contra los que apoyaban el Concilio de Calcedonia fue compuesto durante la primera estancia de Severo en Constantinopla, 509-11. Era una réplica a una colección ortodoxa de 250 extractos de las obras de San Cirilo. Parece que Juan el Gramático de Cesarea escribió una contestación a la que replicó Severo con una “Apología para “Filaletes” (restos del ataque y contestación en Cod. Vat. Syr. 140 y Cod. Venet. Marc. 165). Una obra "Contra Joannem Grammaticum" que tuvo un gran éxito y que para los monofisitas fue siempre un gran triunfo, fue escrita probablemente en el exilio después de 519. Severo no fue un teólogo original. Había estudiado a los capadocios y dependía mucho de las falsificaciones de Apolinar; pero en lo principal seguía a San Cirilo en casi todo sin variación consciente.

En el manuscrito Addit. 17154 se conserva una controversia con Sergio el Gramático, que había ido demasiado lejos en su celo por “Una Naturaleza” y a quien Severo tacha de eutiquianismo. Esta polémica permitió a Severo definir más precisamente la posición monofisita y guardarse contra las exageraciones que era lógico que resultaran del hábito de restringir la teología a atacar a Calcedonia. En su exilio egipcio Severo se ocupó en la controversia con Julián de Halicarnaso. También oímos de obras sobre las dos naturalezas “contra Felicísimo” y “Contra los Codicilos de Alejandro”. Como todos los monofisitas, su teología se limita a las cuestiones controvertidas. Más allá de ellas no muestra su opinión. Los numerosos sermones de Severo, los que predicó en Antioquía, se citan como "Homilae cathedrales". Nos han llegado en dos versiones siríacas: una de ellas probablemente hecha por Pablo, obispo de Calínico, al principio del siglo VI, la otra por Jacobo Barandai, completada en 701. Las que se han impreso son de asombrosa elocuencia. Es muy notable una diatriba contra el hipódromo, pues es muy moderna en su denuncia de la crueldad contra los caballos de las carreras de carrozas. En el mismo sermón hay una exhortación a la Comunión frecuente. Las cartas de Severo fueron recopiladas en veintitrés libros y numeradas no menos de 3759. Todavía existe el sexto libro, el cual contiene las cartas teológicas además de muchas pruebas de las variadas actividades del patriarca en sus funciones episcopales. También compuso himnos para la gente de Antioquía, cuando vio que eran aficionados a cantar. Su correspondencia con Antimo de Constantinopla se encuentra en "Hist. Misc.", IX, XXI-XXII.

Julián, Obispo de Halicarnaso: Se unió Severo en la intriga para deponer a Macedonio del patriarcado de Constantinopla en 511. Cuando Justino ascendió al trono en 518, fue exiliado y se retiró al monasterio de Enaton a nueve millas de Alejandría. Ya entonces era un anciano. Allí escribió la obra “Contra los Difisitas” en el que hablaba incorrectamente según Severo, pero éste no replicó. Pero el mismo Julián comenzó una correspondencia con él (que se conserva en una traducción siríaca de 528 hecha por Pablo de Calínico y también, parcialmente, en "Hist. Misc.", IX, X-XIV) en la que pedía su opinión sobre la cuestión de la incorruptibilidad del Cuerpo de Cristo. Severo respondió dando una opinión, que se ha perdido, y en contestación a una segunda carta de Julián, escribió una larga epístola que Julián entendió carente de respeto, sobre todo porque había tenido que esperar un año y un mes para recibirla.

Se formaron grupos: los julianistas mantenían la incorruptibilidad del cuerpo de Cristo, queriendo decir que Cristo no estaba naturalmente sujeto a las necesidades ordinarias de hambre, sed, cansancio, dolor etc. pero que las asumió por libre voluntad por nuestra causa. Admitían que Él es “consustancial con nosotros”, contra Eutiques, pero los seguidores de Severo los acusaban de eutiquianismo, maniqueísmo y docetismo, y les pusieron los nombres de fantasistas, aftartodocetas o incorruptícolas. Ellos replicaron llamando a los Severino ftartólotras (corruptícolas) o ktistólatras, porque Severo enseñaba que el Cuerpo del Señor era “corruptible” por su propia naturaleza; eso apenas era consistente puesto que solo puede ser por si mismo “corruptible” si se considera aparte de la unión, y los monofisitas rehusaban considerar la Naturaleza Humana de Cristo aparte de la unión. Justiniano, que en su vejez quería más que nunca reconciliar a los monofisitas (a pesar de su fracaso en complacerlos al condenar los “Tres Capítulos”), probablemente fue llevado a favorecer a Julián porque era oponente de Severo, que era considerado universalmente como el enemigo de la ortodoxia. El emperador emitió un edicto en 565 haciendo la “incorruptibilidad” una doctrina obligatoria, a pesar del hecho de que Julián había sido anatematizado por el Concilio de Constantinopla en 536, en cuya fecha ya llevaba varios años de muerto.

Un comentario de Julián al Libro de Job, en una versión latina, se imprimió en París en una vieja edición de Orígenes (ed. Genebrardus, 1574). Angelo Mai menciona un manuscrito del original griegoel cual se cita abundantemente en la catena sobre Job de Nicetas de Heraclea. La gran obra de Julián contra Severo parece perdida; permanecen diez anatematismos. Moisés Barkepha (P.G., CXI, 551) cita uno de sus comentarios sobre Mateo. Es de esperar que algunas de las obras de Julián se recuperen de las traducciones del siríaco o copto. Una catena antijulianista en el Museo Británico (manuscrito Addit. 12155) menciona los escritos de Julián. Un tratado escrito por él “Contra los Eutiquianistas y maniqueos”, muestra que Julián, como su gran oponente Severo, tenían que estar en guardia contra monofisitas extravagantes. Parte del tratado que Pedro de Calínico, patriarca de Antioquía (578-591), escribió contra los damianistas se ha conservado en manuscritos siríacos (Ver los catálogos de Assemani y Wright).

Juan Filopono de Cesarea: Los escritores de la secta triteista demandan a continuación nuestra atención. El principal entre ellos era Juan Filopono de Cesarea, patriarca de los triteístas en Alejandría a principios del siglo VI, quien fue el principal escritor de su grupo. Era un gramático, un filósofo y astrónomo así como teólogo. Su principal obra teológica Diaitetes e peri henoseos, en 10 libros, se ha perdido. Trataba de las controversias cristológicas y trinitarias de su tiempo y se pueden encontrar algunos fragmentos en Leoncio (De sectis, Oct. 5) en San Juan Damasceno (De haer., I, 101-107, ed. Le Quien) y en Niceph. Call., XCIII (ver Mansi, XI, 301). Una traducción siríaca completa existe en manuscritos del Museo Británico y del Vaticano. Otra obra teológica perdida, peri anastaseos, describía la teoría del autor sobre la creación de nuevos cuerpos en la resurrección universal; la mencionan Focio (cod. 21-23), Timoteo Presbítero y San Nicéforo.

Como filósofo, Filópono era aristotélico y discípulo del comentarista aristotélico Amonio, hijo de Hermeas. Sus propios comentarios a Aristóteles fueron impresos por Aldus en Venecia (en "De generatione et interitu", 1527; "Analytica posteriora", 1534; "Analytica priora", 1536; "De nat. auscult.", I-IV, y "De anima", 1535; "Meteorologica", I, 1551; "Metaphysica", 1583). También escribió mucho contra el Epicheiremata de Proclo, el último gran neoplatónico: dieciocho libros sobre la eternidad del mundo (Venecia, 1535), compuesto en 529 y peri kosmopoitas (impreso por Corderius, Viena, 1630, y en Gallandi, XII; nueva ed. por Reichert, 1897), sobre el Hexamerón en el que sigue a San Basilio y otros Padres, y muestra un amplio conocimiento de la literatura y ciencia accesible en su tiempo. Esta última obra está dedicada a un cierto Sergio que puede quizás ser identificado con Sergio el Gramático, el corresponsal de Severo de tendencias eutiquianas. La obra fue quizás escrita hacia el 517 (porque 617 de las ediciones es evidentemente un error clerical). Una "Computatio de Pascha", impresa después de su obra arguye que la Última Cena fue el 13 de Nisan y no fue una verdadera Pascua. Miguel el Sirio (Crónica, II, 69) resume una obra teológica perdida titulada tmemata. Focio (cod. 55) menciona un libro contra el Concilio de Calcedonia y la obra “Contra Andream” se ha conservado en un manuscrito siríaco. Existe otra obra “Contra los Acéfalos” en un manuscrito y puede ser la obra de Filopono que escribió en la controversia con Severo. Su maestro en gramática fue Romano y lo que queda de sus obras sobre el tema se basa sobre el katholike de Herodiano (tonika paraggelmata, ed. Dindorf, 1825; peri ton diaphoros tonoumenon, ed. Egenolff, 1880).

Hay que distinguir a este monofisita del siglo VI de un gramático anterior, también llamado Filópono, que floreció bajo Augusto y Tiberio. Poco se sabe de su vida. Justiniano le llamó a Constantinopla a dar cuenta de sus ideas triteistas, pero se excusó por su edad y enfermedad. Dirigió al emperador un tratado “De divisione, differentia, et numero", que parece ser el mismo del que se ha mencionado como "De differentia quae manere creditur in Christo post unionem"; pero se ha perdido. Dedicó a Atanasio Monachus un ensayo sobre el triteismo y por ello fue condenado en Alejandría. En una disputa celebrada por orden del emperador en Alejandría ante el patriarca de Constantinopla Juan Escolástico, Conon y Eugenio representaban a los triteístas. Juan condenó a Filópono y el emperador emitió un edicto contra la secta (Focio cod. 24). En 568 Filópono aún vivía, pues publicó un panfleto contra Juan que Focio describe con gran severidad (cod. 75). El estilo de Filópono, dice, es siempre claro pero sin dignidad y su argumentación es pueril (respecto a las ideas teológicas de la secta ver {{Triteístas]]).

Conon, obispo de Tarso, aunque era triteísta, y con Eugenio, un seguidor de Juan Filópono ante el emperador, no estaba de acuerdo con ese escritor sobre la igualdad de las Tres Personas de la Santísima Trinidad (v. triteístas) y junto con Eugenio y Temistios escribió un libro kata Ioannou, contra sus posturas sobre la Resurrección. Juan de Éfeso llama a Eugenio obispo cilicio, pero Bar Hebreo le hace obispo de Seleucia en Isauria. Temistios, llamado Calónimo, era un diácono de Alejandría que se separó de su patriarca, Timoteo IV (517-535), y fundó la secta de los agnoetas. Escribió un libro contra Severo llamado “Apología por el difunto Teofobio” al que contestó un tal Teodoro, monje severiano; y la contestación de Temisto fue de nuevo refutada por Teodoro en tres libros (Focio, cod. 108). San Máximo Confesor hace referencia a otras obras de Temistios, [[Gian Domenico Mansi|Mansi (X, 981 y 1117) cita otros fragmentos. Stephen Gobarus, el triteista es conocido solamente porque Focio (cod. 232) da un elaborado análisis de su libro; era un "Sic et Non" como el de Pedro Abelardo, que proveía autoridades para una proposición y luego para la contraria. Al final había algunos comentarios sobre ideas curiosas de algunos Padres. Como hace notar Focio, evidentemente era una obra de más trabajo que utilidad.

Historia

Ahora veamos a los historiadores. Zacarías de Gaza, hermano de Procopio de Gaza, el retórico, Zacarías Escolástico, Zacarías el Retórico, Zacarías de Mitilene, parecen ser todos la misma persona (según las últimas opiniones de Kegener, Kruger y Brooks). Tenemos unas vívidas imágenes de su juventud en sus memorias de Severo, con el que estudió en Alejandría y Berito, unas vívidas imágenes de su juventud. Su casa estaba en el puerto de Iberian. Era muy ferviente hacia Severo y creía que Pedro había profetizado su ineptitud para la vida monástica. De hecho él no se convirtió en monje, cuando sus amigos Evagrio, Severo y otros lo hicieron, sino que se dedicó a la práctica de la ley en Constantinopla, llegando a ser eminente en esta profesión. De sus escritos, un diálogo “que el mundo no existió desde la eternidad” fue probablemente compuesto en su juventud mientras vivía en Berito. Su “Historia Eclesiástica” existe sólo en un epítome en siríaco que forma cuatro libros (III-VI) de la "Historia Miscellanea". Comienza con un corto relato desde un punto de vista monofisita del Concilio de Calcedonia y continua la historia, sobre todo de Palestina y Alejandría hasta la muerte de Zenón (491). De la misma historia se deriva una curiosa descripción estadística de Roma en "Hist. Misc.", X, XVI. La muy interesante vida de Severo lleva sus memorias hasta el acceso de su héroe a la sede de Antioquía en 512. Se escribió después de la historia puesto que el cubicularius Eupraxius, al que se dedica la obra, ya estaba muerto. Sus recuerdos de Pedro el de Iberia y de Teodoro, obispo de Antinoe, se han perdido pero su biografía de Isaías, un asceta egipcio, se conserva en siríaco. Una disputa contra los maniqueos publicada por el cardenal Pitra en griego, fue probablemente escrita después del edicto de Justiniano contra los maniqueos en 527. Parece que aún era un laico. Hasta el momento que escribió la vida de Severo, era un seguidor del Henoticon, que era lo más fácil bajo Zeno y Anastasio. Parece que creyó que era mejor volver a la ortodoxia bajo Justino y Justiniano porque estuvo presente como obispo de Mitilene en el concilio de Mennas en Constantinopla en 536 en el que era uno de los tres metropolitanos que fueron enviados a citar a Antimio ante el concilio. Su nombre no aparece en la incompleta lista impresa de los que pedían la deposición del patriarca, pero Labbe testifica que se encuentra en algunos manuscritos (Mansi, VIII, 975); está ausente de la condenación de Severo en una sesión posterior. Zacarías había muerto antes del Segundo Concilio Ecuménico de Constantinopla de 553.

Una obra histórica importante que se presenta en forma de anécdotas es la "Plerophoria" de Juan de Maïuma, escrito hacia 515; contiene historias de los monofisitas importantes hasta la fecha, especialmente Pedro el Ibérico, cuya vida fue escrita también por Zacarías, y que se ha perdido. Una vida de Pedro escrita más tarde se ha impreso, la cual contiene curiosa información sobre los príncipes ibéricos de los que descendía el obispo monofisita. La acompaña la vida del asceta Isaías, escrita por Zacarías.

La interesante "Historia Miscellanea", la que se cita con frecuencia como el Pseudo-Zacarías, fue compuesta en siríaco en doce libros por un autor desconocido que vivía al parecer en Amida. Aunque la obra se terminó en 569 parece que usó parte de la historia de Juan de Éfeso, que fue terminada en 571. Ciertas partes fueron escritas antes (o tomadas prestadas de otros escritores), VII, XV, antes de 523; X, XII, en 545; XII, VII en 555; XII IV en 561. El primer libro contiene mucho material legendario de fuentes griegas que aún existen; se añaden unas pocas palabras sobre los doctores siríacos Isaac y Dodo. El libro II tiene la historia de los Siete Durmientes. La historia comienza en II, II con una relación de Eutiques y luego sigue la carta de Proclo a los armenios. Los siguientes cuatro libros son un epítome de la obra perdida de Zacarías Rhetor. El séptimo libro continúa la historia desde el acceso de Anastasio (491) y junto con la historia eclesiástica general combina algunos detalles interesantes de las guerras con los persas en Mesopotamia.

Un curioso capítulo da el Prólogo de Moro, o Mara, obispo de Amida (escritor siríaco cuyas obras parecen haberse perdido), a su edición de los cuatro Evangelios en griego, a los que añade como apéndice el pericope de la mujer descubierta en adulterio (Juan 8) que Moro había insertado en el canon 89; “no se encuentra en otros manuscritos”. El libro VIII, III, trae la carta de Beit-Arsham sobre los mártires del Yemen, que es quizás un documento apócrifo. El libro XI se ha perdido con la mayor parte del X y XII. Algo del X ha sido restaurado por Brooks siguiendo la “Crónica” de Miguel el Sirio (murió 1199). Es necesario mencionar la “Crónica de Edesa”, del 495 al 506, que está insertada en la “crónica” atribuida a Joshua el Estilita (que al parecer era católico); esta carta está incluida en el segundo libro de la “Crónica” atribuida al patriarca de Antioquía Dionisio de Tell-Mahre, una compilación que tiene un cuarto libro (desde el final del siglo VI a 775), obra original del compilador, que era en realidad un monje de Zonkenin (norte de Amida), posiblemente el mismo Joshua el Estilita.

Algunas pequeñas crónicas de los siglos VI, VII, VIII y IX se han publicado como “Crónica minora” en el “Corpus Script. Or.” De historias posteriores hay que notar la de Bar Hebreo (murió 1286). Su "Chronicon Syriacum" es un resumen de Miguel con continuación; el "Chronicon ecclesiasticum" contiene la historia eclesiástica, en primer lugar de Siria occidental y después de la oriental con las vidas de los patriarcas de Antioquía, de los obispos misioneros jacobitas (llamados mafrianos) y de los patriarcas nestorianos. La “Crónica” de Elías de Nisibis de 1008 es importante porque menciona sus fuentes, pero es defectuosa respecto a los primeros tiempos por la pérdida de algunas páginas del manuscrito. Erhard (en Krumbacher, p. 53) cuenta a Masil de Cilicia y Juan de Ægea entre los escritores monofisitas, pero Focio los califica claramente como nestorianos (cod. 41, 55, 107), y por un desliz conjetura que Basilio es el autor de una obra contra Nestorio.

Escritores Siríacos

Ninguno de los escritores siríacos monofisitas es más importante que Filoxeno, o Xenaias, obispo de Mabug (Hierápolis) desde el 485. Para su vida y la versión de las Escrituras que se hizo por su encargo ver Filoxeno. Sus escritos dogmáticos es lo que nos importa aquí. Su carta al emperador Zenón, publicada por Vaschalde (1902) es de 485, fecha de su consagración episcopal y de su aceptación del Henoticon. Sus tratados sobre la Encarnación datan quizás de antes del 500; al mismo período pertenecen dos obras cortas, “Una Confesión de Fe” y “Contra Todos los Nestorianos”. Escribió también sobre la Trinidad. Una carta a Marco, lector de Anazarbus, se atribuye a los años 515-518. Después de que fuera exiliado por Justino a Filipolis en Tracia (518), atacó a Pablo de Antioquía, patriarca ortodoxo, en una carta a los monjes de Teleda y escribió otra carta de la que se hallan fragmentos en el manuscrito Addit. 14533, en los que admite que a veces es sabio aceptar bautismos y ordenaciones hechos por herejes en aras de la paz; no parece que se le ocurriera nada sobre la cuestión de la validez sacramental. También se hallan fragmentos de sus comentarios al Evangelio en los manuscritos. Budge publicó trece homilías sobre la vida religiosa, que apenas tocan el dogma. Eusebio Renaudot da una de sus tres liturgias. De la gran cantidad de sus obras en manuscritos que hay en Roma, París, Oxford, Cambridge y Londres sólo se han publicado una fracción. Fue un controversista ávido, un intelectual y un escritor consumado, cuyo estilo siríaco es muy admirado. Su secta no tuvo otro líder más enérgico hasta Jacobo Baradeo. Fue presidente del sínodo que elevó a Severo a la sede de Antioquía y había sido el agente principal en la expulsión de San Flaviano. Fue un enérgico enemigo del catolicismo y sus obras están casi a la altura de las de Severo como testigos de las creencias de su partido. Fue exiliado por Justino en 519 a Filipolis y después a Gangra donde murió asfixiado por el humo en la habitación en la que fue confinado.

Jacobo de Sarugh (451-521) era periodeutes, o visitador, de Haura en ese distrito en 505 y obispo de su capital, Batnan, en 519. Casi todos sus numerosos escritos son métricos. Se dice que se usaron setenta amanuenses para copiar sus 760 homilías métricas, las que en opinión de Wright son más amenas que las de San Efrén o Isaac de Antioquía. Muchas se han ido publicando a lo largo del tiempo. Hay 233 en manuscritos en el Vaticano, 140 en Londres y 100 en París. Son muy citadas en la liturgia siríaca y se le atribuye una liturgia y un rito bautismal. Muchas de sus cartas se conservan en el Museo Británico, manuscritos Addit 14587 y 17163. Aunque los maronitas e incluso los nestorianos celebran su fiesta, no hay duda de que aceptó el Henoticon y después estuvo en contacto con los principales monofisitas y rechazó el Concilio de Calcedonia hasta el final de sus días.

Esteban Bar Soudaili fue un monofisita de Edessa que cayó en el panteísmo y en el origenismo. Fue atacado por Filoxeno y Jacobo de Sarugh y se retiró a Jerusalén. Todavía existe la confesión de fe de Juan de Tella (483-538; obispo, 519-521), y su comentario sobre el Trisagion, y sus cánones para el clero, y respuestas a las preguntas del presbítero Sergio---todos ellos en manuscritos conservados en el Museo Británico. El gran Jacobo Baradeo, el héroe epónimo de los jacobitas que proporcionó obispos y clero a los monofisitas cuanto se separaron definitivamente de los católicos orientales en 543, escribió poco; se conservan una liturgia, unas pocas cartas, un sermón y una confesión de fe. No es necesario hablar de los traductores siríacos, ni tampoco del científico monofisita Sergio de Rescaina, el escritor sobre filosofía, Ahoudemmeh, y muchos otros.

Juan de Éfeso, llamado también Juan de Asia, era un sirio de Amida, donde fue ordenado diácono en 529. Debido a la persecución a su secta, se marchó a Constantinopla donde Justiniano le nombró administrador de los asuntos temporales de los monofisitas y al año siguiente lo envió como obispo misionero a los paganos de Asia Menor. Dice de si mismo que convirtió a 60,000 y que hizo construir 96 iglesias. En 546 volvió a la capital para combatir también allí la adoración de los ídolos. Pero al morir Justiniano fue perseguido continuamente, lo cual describe en su “Historia”, como excusa por su confusión y repeticiones. Lo que permanece de su obra es de gran valor por los datos que trae de su época. Tiene un estilo florido y lleno de expresiones griegas. Alrededor de 565-566 reunió las vidas de los santos orientales, que han sido publicadas por Land. Incluye las de grandes hombres como Severo, Jacobo Baradaeo, Teodosio etc. (Para una descripción de estas obras y para la bibliografía, vea Juan de Éfeso)

Jorge, obispo de los árabes (nació alrededor de 640, murió en 724) fue uno de los principales escritores de los jacobitas asirios. Era seguidor de Jacobo de Edesa cuyo poema sobre el Hexamerón completó tras la muerte de Jacobo en 708. En esta obra enseña el Apocatastasis, o restauración de todas las cosas, incluyendo la destrucción del infierno, que tantos Padres Griegos aprendieron de Orígenes. Jorge nació en Tehouma en la diócesis de Antioquía y fue consagrado obispo de los árabes trashumantes en noviembre de 686; su sede estaba en Akoula. Era un hombre de considerables conocimientos. Se conserva su traducción del Organon de Aristóteles, con un comentario e introducción ("Catagories", "De Interpretatione", y "Analítica Prior") en el (Museo Británico, manuscrito Addit. 14659), así como la colección que hizo de los escolios sobre San Gregorio Nacianceno y la explicación de los tres sacramentos (Bautismo, Sagrada Comunión y consagración del crisma, siguiendo al Pseudo-Dionisio). Se conservan sus cartas de 714 hasta 718 en el mismo manuscrito que su última obra (Mus. Brit., manuscrito Addit. 12154). Tratan de muchas cosas, cuestiones de astronomía, exégesis, liturgia, explicaciones de proverbios y fábulas griegos, de dogma y polémicas; contienen material histórico sobre Afraates y Gregorio el Iluminador.

Sus poemas incluyen uno en dodecasílabos sobre el poco prometedor tema del cálculo de las fiestas movibles y correcciones de los ciclos solares y lunares, otro sobre la vida monástica y dos sobre la consagración des santo crisma. Sus obras son importantes para nuestro conocimiento de la literatura e Iglesia Siríaca. Su educación literaria era vasta, la cual incluía a los Padres Griegos, entre los que pone a Severo y a Dionisio el Pseudo-Areopagita; conocía las Pseudo-Clementinas y a Flavio Josefo; y de entre los escritores siríacos, a Bardesanes, Afraates, y San Efrén. Su correspondencia va dirigida a monjes cultos de su secta. Los cánones atribuidos a Jorge en el "Nomocanon" de Bar Hebreo parecen ser extractos de sus escritos reducidos a la forma de cánones.

Jacobo de Edessa (cerca de 633-708) fue el principal escritor siríaco de su tiempo y el último que necesitamos mencionar aquí. Sus obras están suficientemente descritas en un artículo separado. (Vea Jacobo de Edesa. La literatura siríaca de los monofisitas continuó durante la Edad Media. Su literatura copta, arábiga y armenia es amplia pero no puede tratarse en un artículo como éste.

Ortodoxia

¿Fueron realmente herejes los monofisitas o fueron sólo cismáticos? Esta pregunta fue contestada afirmativamente por Assemani, más recientemente por el erudito oriental Nau y por Lebon, que dedicó una obra importante llena de evidencia de fuentes inéditas para establecer esta tesis. Se alega que los monofisitas enseñarban que no hay sino una Naturaleza en Cristo, mia physis, porque identifican las palabras physis e hypostasis. Pero de la misma manera se ha justificado a los nestorianos. Un simple esquema hará el asunto más sencillo:

Nestorianos: Una persona, dos hipóstasis, dos naturalezas. Católicos: Una persona, una hipóstasis, dos naturalezas. Monofisitas: Una persona, una hipóstasis, una naturaleza.

El punto de vista de Bethune-Baker es que Nestorio y sus amigos tomaron la palabra hipóstasis en el sentido de naturaleza y Lebon dice que los monofisitas tomaron la palabra naturaleza en el sentido de hipóstasis de manera que ambos intentaban realmente expresar la doctrina católica. Hay un argumento prima facie contra estas dos afirmaciones. Concediendo que durante siglos los controversistas llenos de odium theologicum pudieron no entenderse unos a otros y que lucharon por cuestión de palabras mientras que estaban de acuerdo en las doctrinas, sin embargo las palabras persona, hipóstasis, naturaleza (prosopon, hypostasis, physis) en la segunda mitad del siglo IV recibieron un significado perfectamente definido, que toda la Iglesia aceptó unánimemente. Todos estuvieron de acuerdo en que en la Santísima Trinidad hay una Naturaleza (physia or physis) que tiene tres Hipóstasis o Personas. Si en Cristología, los nestorianos usaron hipóstasis y los monofisitas physis en un nuevo sentido, no sólo se sigue que su uso de las palabras era singularmente inconsistente e inexcusable, sino (lo que es más importante) no pudieron tener dificultad en saber cuál era el verdadero significado de los concilios católicos, Papas y teólogos que usaban consistentemente las palabras en uno y mismo sentido tanto respecto a la Trinidad como a la Encarnación. Podría excusarse a los católicos si no entendieran tal extraño "desorden de epitafios” por parte de los cismáticos, pero los cismáticos pudieron entender fácilmente la posición católica. Los de Antioquía no tuvieron en verdad dificultades en llegar a acuerdos con San León, le entendieron muy bien y declararon que siempre habían querido decir lo que él decía. Hasta que punto esto es un hecho debe discutirse bajo Nestorianismo. Pero los monofisitas siempre entendieron la doctrina católica, declarando que era nestoriana o seminestoriana y que dividía a Cristo en dos.

Lebon afirma que el mismo Severo explica varias veces que hay una diferencia en el uso de las palabras en “teología” (Doctrina de la Trinidad) y en la “economía” (Encarnación): "admitidamente hipóstasis y ousia o physis no son lo mismo en teología, sin embargo, en la economía son lo mismo” (P.G., LXXXVI, 1921), y trae el ejemplo de San Gregorio Nacianceno para mostrar que en un nuevo misterio los términos deben tomar nuevos significados. Pero seguramente que este mismo pasaje hace evidente que Severo distingue entre physis e hipóstasis. Dejando aparte la Trinidad y la Encarnación, toda physis es una hypostasis, y toda hypostasis es una physis---afirmación en la que están de acuerdo los monofisitas y los católicos. Pero esto quiere decir que las palabra denotan lo mismo no que no hay diferencia de connotación. Physis es una abstracción, y no puede existir sino en como algo concreto, es decir, como una hypostasis. Pero “admitidamente” en la Trinidad, la denotación así como la connotación de las palabras es diversa, es ciertamente verdad que cada una de las tres Hipóstasis se identifica con la Naturaleza Divina (es decir, cada persona es Dios); pero si cada Hipóstasis es por consiguiente también una physis, sin embargo la physis no es una por tres Hipóstasis. Las palabras retienen su antiguo sentido (connotación) pero han recibido un nuevo sentido en una nueva relación. Es obvio que este es el fenómeno al que se refería Severo. Los católicos añadirían que en la Encarnación por el contrario dos naturalezas son una hipóstasis. Así los significados de physis (abstracto = ousia) e hypostasis (subsistente physis, physis hyphestosa o enhypostatos) en la Santísima Trinidad eran una posesión común; y más aún, todos estaban de acuerdo en que en el universo creado no puede existir una naturaleza que no subsista, no hay una cosa tal como una physis physis anhypostatos.

  • Pero los católicos mantienen que la naturaleza de Cristo considerada en si misma es anhypostatos, pero que la segunda Persona de la Santísima Trinidad es su hipóstasis. Como la Infinidad de la Divina Naturaleza es capaz de una subsistencia triple, así la infinitud de la Hipóstasis del Verbo es capaz de ser la Hipóstasis de la Naturaleza Humana asumida también como de la Divina. La unión de Cristo no es una unión de dos naturalezas directamente de una con otra sino la unión de las dos en una Hipóstasis; así pues son distintas pero inseparables y cada una actúa en comunicación con la otra.
  • Los Nestorianos argüían así: Hay, según los Padres, dos naturalezas en Cristo, pero puesto que cada naturaleza es una hipóstasis, la Naturaleza Humana de Cristo es una hipóstasis. Para hacer un Cristo intentaron (en vano) explicar cómo dos hipóstasis pueden estar unidas en una persona (prosopon). No querían dividir a Cristo, pero su unión prosópica hacías aguas; era difícil explicarlo o argüir sobre ello sin caer en la herejía. Los antioquenos se alegraron de abandonar una formula tan inadecuada porque era cierto que “persona” en la Santísima Trinidad era solamente otro nombre para “hipóstasis”. Los seguidores de Cirilo estaban atónitos y no se les pudo convencer de que creyeran (aunque San Cirilo sí lo creía) que los nestorianizantes no querían decir en realidad dos Cristos, dos Hijos.
  • Por el contrario, comenzando por la misma proposición de que toda physis es una hipóstasis, los monofisitas argüían que un Cristo es una Persona, una Hipóstasis y por ende es una Naturaleza y preferían “es una Naturaleza “al equivalente “tiene una Naturaleza”. Aducían tener altas autoridades para su fórmula, no solo San Cirilo, sino detrás de él San Atanasio, el Papa San Julio I y San Gregorio de Neocesarea. Pero estas autoridades eran falsificaciones apolinaristas. La fórmula favorita de San Cirilo mia physis sesarkomene, la había tomado sin saberlo de una fuente apolinarista y había tenido en el inventor original un sentido herético. No, la “una naturalaza” se remontaba a los arrianos y había sudo utilizada por el mismo Eudoxio para expresar que la naturaleza de Cristo no estaba completa.

Pero los monofisitas estaban muy lejos de ser apolinaristas y menos aún arrianos; Claramente y desde el principio decían que Cristo es un hombre perfecto y que El asumió una Naturaleza Humana completa como la nuestra. Dióscoro enfatiza este punto en su carta a Secundino (Hist. Misc., III, I) y lógicamente, porque había absuelto a Eutiques que negaba la “consustancialidad del Señor con nosotros”. Aeluro es también tan claro en las cartas con las que refutaba y excomulgaba a Isaías de Hermópolis y a Teófilo como “eutiquianos” (hist. Misc., IV, XII), y Severo mantenía una aguda controversia con Sergio el Gramático sobre este mismo punto. Todos ellos declaraban con una voz que Cristo es mia physis, pero ek duo physeon, que su naturaleza Divina se combina con una Naturaleza Humana completa en una hipóstasis y por ende las dos se han juntado en Una Naturaleza de esa una hipóstasis sin mezcla ni confusión o disminución. Aeluro insiste en que después de la unión las propiedades de cada naturaleza permanecen sin cambio, pero ellos hablaban “de las cosas divinas y humanas”, divina et humana, no naturalezas; cada naturaleza permanece en su estado natural con sus propias características (en idioteti te kata physin) pero no como una unidad sino como una parte, una cualidad (poiotes physike), ni como una physis. Todas las cualidades de las dos naturalezas se combinan en una hypostasis synthetos y forman la una naturaleza de una hipóstasis. Hasta aquí no hay herejía en la intención, sino una definición errónea: que una hipóstasis puede tener sólo una naturaleza.

Pero no importa cuán inofensiva pudiera resultar la formula “una naturaleza” a primera vista, llevaba inmediatamente a consecuencias serias y desastrosas. La Naturaleza Divina del Verbo es no sólo específicamente sino numéricamente una con la Naturaleza Divina del Hijo y del Espíritu Santo. Este es el significado de la palabra homoousion aplicada a las Tres Personas, y si Harnack tuviera razón al suponer que en el Concilio de Constantinopla de 384 la palabra se tomó para implicar solamente tres Personas de una especie, entonces el concilio aceptaba tres dioses y no tres Personas distintas pero inseparables en un solo Dios. Ahora bien, si las naturalezas Divina y Humana se unen en el Verbo en una Naturaleza, es imposible evitar una de dos conclusiones, o que toda la Naturaleza Divina se hizo hombre y sufrió y murió o por el contrario cada una de las Tres Personas tenía una Naturaleza Divina propia. De hecho los monofisitas se dividieron en este tema. Æluro y Severo parecen haber evitado la dificultad, pero no pasó mucho tiempo antes de que los que rehusaban esta última alternativa fueron motivo de burla por la necesidad de abrazar la primera y se les llamó Teopasquitas por hacer sufrir a Dios. Severo y su escuela declararon vehementemente que hacían sufrir a la Divinidad no como Dios sino solo como hombre, lo que era una contestación insuficiente. Su fórmula no era “El Verbo hecho carne”, “el Hijo de Dios hecho Hombre”, sino “una Naturaleza del Verbo hecho carne”---La Naturaleza hecha carne, es decir toda la Naturaleza Divina. No contestaron “queremos decir hipóstasis cuando decimos naturaleza, no queremos decir la Naturaleza Divina (que el Verbo tiene en común con el Padre y el Espíritu Santo), sino su Divina Persona, que en este caso llamamos Su physis “, porque la physis tou Theou Logou, antes de que se añada la palabra sesarkomene, está en la esfera de la “teología”, no de la “economía”, y su significado no puede dudarse.

Así como entre los monofisitas había muchos eutiquianos que negaban que Cristo es consustancial con nosotros, también se encontraban muchos que abrazaban valientemente la paradoja de que la Naturaleza Divina se ha encarnado. Pedro Fullo añadió a las alabanzas a la Trinidad las palabras “que fue crucificado por nosotros” y rehusó conceder que la natural deducción diera razones convincentes. Esteban Niobes y los niobitas negaron expresamente toda distinción entre las Naturalezas Divina y Humana después de la unión. Los Actistetas declararon que la naturaleza humana se convirtió en “increada” por la unión. Si los grandes teólogos de la secta, Severo y Filoxeno, evitaron estos excesos, fue porque rehusaron a ser lógicamente monofisitas.

No sólo se escandalizaron los ortodoxos por estas posturas extremas, sino que una muy bien informada e influyente sección del cisma se rebeló y eligió la segunda de las dos alternativas: la de hacer Triple a la Naturaleza Divina, para asegurarse de que la Naturaleza Humana de Cristo fuera una solamente con la Naturaleza del Hijo y no con toda la Naturaleza Divina. Juan Filopono, el comentador de Aristóteles, enseñó en consecuencia que hay en la Trinidad tres sustancias parciales (merikai ousiai) y una sustancia común (mia koine), cayendo así en el politeísmo, con tres o mejor cuatro dioses. Este grupo de triteístas fue tratado con clemencia. Se rompió en dos secciones y aunque fueron excomulgados en Alejandría, el patriarca Damián tenía una opinión no muy distinta. Él distinguía entre la Divina ousia y las tres Hipóstasis que tomaban parte en ella (metechousin) concediendo que la ousia existía por si misma (enyparktos); sus seguidores fueron llamados Tetradatitas. Así pues Pedro Fullo, los actistetas y los niobitas por una parte y los triteistas y damianistas por la otra, desarrollaron las fórmulas monofisitas en las dos únicas direcciones posibles. Es obvio que las fórmulas que suponían tales alternativas eran heréticas de hecho y de origen. Severo intentó ser ortodoxo pero a costa de la consistencia. Su postura “corruptibilista” es verdadera si la Naturaleza Humana se considera en abstracto aparte de la unión (ver Eutiquianismo) pero para considerarlo así como una entidad era ciertamente una admisión de las Dos Naturalezas. Todo cambio y sufrimiento en Cristo debe ser estrictamente voluntario (como los julianistas y Justiniano vieron con razón) en cuanto que la Unión da a la Sagrada humanidad derecho y reclamo a la beatificación (en algún sentido) a la deificación. Pero Severo quería dividir las Naturalezas no simplemente “antes” de la unión (es decir, lógicamente, previamente a ella) sino hasta después de la unión “teóricamente”, llegando tan lejos en su controversia con el ortodoxo Juan el Gramático como conceder duo physeis en theoria. Esto era ciertamente una concesión inmensa, pero considerando cuánto más ortodoxas eran las intenciones de Severo que sus palabras, es apenas asombroso, pues San Cirilo había concedido mucho más.

Pero aunque Severo llegó tan lejos como esto, se muestra en otros lugares (ver Eutiquianismo, Máximo Confesor y especialmente Monotelismo) que él no evitó el error de dar una actividad a Nuestro Señor, una voluntad y un conocimiento. Es verdad suficiente que no tenía intención de admitir ningun estado incompleto en la Humanidad de Cristo y de que él y todos los monofisitas partían simplemente de la proposición de que toda actividad, toda voluntad e inteligencia provenían de la persona, como principio último, y solamente sobre esta base afirmaban la unidad de cada una en Cristo. Pero precisamente fue sobre esta base que se condenó al monotelismo. Los mejores teólogos católicos que atacaron la doctrina no suponían que los monofisitas negaran que Cristo había realizado actividades humanas, actos humanos de la voluntad, actos humanos de conocimiento; se reconocía claramente que el error estaba en el fallo en distinguir la actividad humana o mixta (teándrica) de Cristo como Hombre y la actividad , voluntad y conocimiento puramente divinos que el Hijo tiene en común con el Padre y con el Espíritu Santo, que son de hecho la Naturaleza Divina. Al hablar de una actividad, una voluntad, un conocimiento en Cristo, Severo reducía el monofisismo a una pura herejía tanto como lo hacían los niobitas o los triteístas a los que él tenía horror; pues él rehusaba distinguir entre facultades humanas de Cristo (actividad, voluntad, intelecto) y la Naturaleza Divina misma. Esto no es apolinarismo pero se le parece tanto que la distinción es teórica más que real. Es la consecuencia directa de usar fórmulas apolinaristas. San Cirilo no llegó tan lejos y en este error monotelita podemos ver la esencia de la herejía de los monofisitas. Todos cayeron en esta trampa excepto los triteistas, puesto que era el resultado lógico de su punto de vista equivocado.


Bibliografía: Para literatura general vea Eutiquianismo En P.G. hay más fragmentos que escritos completos. Colecciones importantes son ASSEMANI, Bibliotheca Orientalis (Rome, 1719-28); CHABOT y otros, Corp. Script. Christ. Orient., Script. Syri; GRAFFIN y NAU, Patrología Oriental (1905-, en progreso); también DE LAGARDE, Analecta Syriaca (Leipzig, 1858); LAND, Anecdota Syriaca (Leyden, 1870). Para los muchos escritos monofisitas contenidos en manuscritos siríacos, vea especialmente los siguientes catálogos: ASSEMANI, Bibl. Medicaeae Laurentianae et Palatinae MS. Orient. catal. (Florence, 1742); IDEM, Bibl. Apost. Vatic. catal., parte I, vol. II-III (Roma, 1758-9); WRIGHT, Catálogo de los manuscritos siríacos en el Museo Británico adquirido desde 1838 (Londres, 1870-2); WRIGHT AND COOK, Catálogo de manuscritos siríacos de la Universidad de Cambridge (Cambridge, 1901); SACHAU, Handschrift- Verzeichnisse der K. Bibl. zu Berlin, XXIII, Syrische MSS. (Berlin, 1899), etc. Sobre la literature en general vea ASSEMANI, op. cit., II, Dissertatio de Monophysitis: GIESELER, Commentatio qua Monophysitarum veterum errores ex corum scriptis recends editis illustrantur (Gottingen, 1835-8); WRIGHT, Literatura siríaca (Encyclop. Brit., 9th ed., 1887; publicada separadamente como Una Historia Corta de Literatura Siríaca, Londres, 1894); DUBAL, La litterature Syriaque (3rd ed., Paris, 1907); muchos artículos excelentes por KRUEGER in Realencyclopadie. Sobre TIMOTEO ÆLURO vea CRUM, Eusebio y la Historia de la Iglesia Copta en Proc. of Soc. of Bibl. Arch. (Londres, 1902); TER-MEKERTTSCHIAN y TER-MINASSIANTZ, Tim. Ælurus' des Patriarchen von Alexandrien, Widerlegung der auf der Synode zu Chalcedon festgesetzten Lehre, texto armenio (Leipzig, 1908); LEBON, La Christologie de Tim. Ælure in Revue d'hist. ecc. (Oct. 1908); IDEM, Le Monophysisme severien (Lovaina, 1909), 93-111.

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Sobre SEVERO vea ASSEMANI; KRUGER en Realencycl. s.v.; VENABLES in Dict. Christ. Biog.; SPANUTH, Zacharias Rhetor, Das Leben des Severus (Syr. text, Gottingen, 1893); vidas por ZACHARIAS y JOHN OF BEITH-APHTHONIA, seguidas por una colección de documentos respecto a Severo, editadas por KUGENER en Patrol. Orient., II; El Conflicto de Severo, por ATANASIO, texto etíope con una traducción al ingles, editada por GOODSPEED, junto con fragmentos en copto de la misma obra, editados por CRUM, en Patrol. Orient., III; DUVAL, Homelies cathedrales de Severe, 52-7, siríaco y francés, en Patr. Orient., II; BROOKS, Sexto libro de cartas selectas de Severo en la version siríaca de Atanasio de Nisibis (Texto y Traducción Soc., Londres, 1904); EUSTRACIO, Seuneos ho Monophysites (Leipzig, 1894); PEISKER, Severus von Antiochien, ein Kritischer Quellenbetrag zur Geschichte des Monophysismus (Halle, 1903); y especialmente LEBON, Le Monophysisme severien, ampliamente encontrado en el estudio sobre los manuscritos siríacos inéditos en el Museo Británico (Lovaina, 1909).

Sobre JULIAN vea FABRICIO, CAVE, GIESELER, DORNER, HARNACK; también DAVIDS en Dict. Christ. Biog. (1882); KRUGER en Realencycl. (1901); LIETZMANN, Catenen (Friburgo, 1897); IDEM, Aus Julian von Hal. in Rheinisch. Mus., LV (1900), 321. Sobre JOHN FILOPONO vea CAVE, FABRICIO, ASSEMANI, DORNER, etc.; SCHARFENBERG, Dissert. de Joanne Philop. (Leipzig, 1768); DAVIDS en Dict. Christ. Biog.; NAUCK en Allgemeine Encycl.; STOCKL en Kirchenlex., s.v. Joannes Philoponus; GASS y MEYER en Realencyckl.; RITTER, Gesch. der Philos., VI; KRUMBACHER, Gesch. der byz. Litt. (2nd ed., 1897), 53 y 581, etc.; LUDWICH, De Joanne Philopono grammatico (Konigsberg, 1888-9). Sobre ZACARIAS vea KUGENER, La compilation historique de Ps.-Zach. le rheteur in Revue de l'Orient Chret., V (1900), 201; IDEM, Observations sur la vie de l'ascete Isaie et sur les vies de Pierre l'Iv. et de Theodore d'Antinoe par Zach. le Schol. in Byzant. Zeitschr., IX (1900), 464; en estos artículos KUGENER distingue el Rhetor del Escolástico, al cual él identifica con el Obispo; pero ha cambiado de opinión según KRUGER, Zach. Schol., en Realencycl. (1908). Vea tamibén abajo bajo Historia Miscelánea.

La Pleroforia de JOHN de MAIUMA son conservadas abreviadas en la Crónica de MICHAEL SYR. Una traducción al francés por NAU, Les Plerophories de Jean, eveque de Maiouma in Revue de l'Orient chret. (1898-9, y por separado, París, 1899). La vida de PEDRO EL IBERICO, RAABE, Petrus der Iberer (Leipzig, 1895); BROOKS, Vitae virorum apud Monophysitas celeberrimorum En Corp. Script. Orient., Script. Syri, 3rd series, 25, incluyendo la vida de Isaías, que está también en LAND, III (Paris, 1907); una version Georgiana de la biografía publicada por MARR (San Petersburgo, 1896); KUGENER en Byzant. Zeitschr., IX (Leipzig, 1900), 464; CHABOT, Pierre l'Iberien d'apres une recente publicación en Revue de l'Orient latin, III (1895), 3. La Historia Miscelaánea de PSEUDO-ZACARIAS fue publicada por LAND, loc. cit., III, en siríaco; traducción al alemán por AHRENS y KUGLER, Die sogennante Kirchengeschichte von Zach. Rh. (Leipzig, 1899); HAMILTON y BROOKS, La Crónica Siríaca conocida como la de Zacarías de Mitilene (Londres, 1899, sólo en inglés); Vea KUGENER, op. cit. Para MICHAEL THE SYRIAN, CHABOT, Chronique de Michel le Syrien (Paris, 1901-2, en progreso). Hay una traducción Latina abreviada de la Crónica de JOSHUA en ASSEMANI, loc. cit., I, 262-283; Siríaco y francés por MARTIN, Chronique de Josue le St. in Abhandlungen fur die kunde des Morgenlandes, VI (Leipzig, 1876), 1; en siríaco e ingles por WRIGHT, La Crónica de J. el Santo (Cambridge, 1882); siríaco y latín (Crónica de Edesa sólo) en Corpus Script. Orient., Chronica minora (Paris, 1902); HALLIER, Untersuchungen uber die Edessenische Chreonik in Texte und Unters., IX (Leipzig, 1892), 1; NAU en Bulletin critique, 25 enero., 1897; IDEM, Analyse des parties inedites de la chronique attribuee a Denys de Tell-mahre in Suppl. to Revue de l'Orient chret. (1897); TULLBERG, Dionysii Tellmahrensis chronici lib. I (Upsala, 1851); CHABOT, Chronique de Denys de T., quatreme partie (Paris, 1895); BEDJAN, Barhebraei Chronicon syriacum (con traducción al latín, París, 1890); ABBELOOS y LAMY, Barhebraei Chron. eccles. (Con traducción al latín, Lovaina, 1872-7); LAMY, Elie de Misibe, sa chronologie (earlier portion, with French tr., Brussels, 1888).

Sobre FILOXENO vea ASSEMANI, WRIGHT, DUVAL; un buen artículo de KRÜGER en Realencycl.; BUDGE, Los discursos de Filoxeno, Obispo de Mabbogh, Syríaco e ingles, con una introducción que contiene muchos escritos dogmáticos cortos, y una lista de las obras de Filóxeno, en vol. 2 (Londres, 1894); VASCHALDE, Tres cartas de Filóxeno Obispo de M., siríaco e inglés (Roma, 1902); IDEM, Philoxeni Mabbugensis tractatus de Trinitate et Incarnatione en Corpus Script. Or., Scriptores Syri, XXVII (París y Roma, 1907); DUVAL, Hist. politique, religieuse et litteraire d'Edesse (Paris, 1892); GUIDI, La lettera de Filosseno ai Monaci di Tell Adda in Mem. dell' Acad. dei Lincei (1886); vea especialmente LEBON, op. cit., 111-118, and passim. Sobre JAMES OF SARUG vea ABBELOOS, De vita et scriptis S. Jacobi (con tres biografías siríacas antiguas, Lovaina, 1867); ASSEMANI, WRIGHT, DUVAL, loc. cit.; Acta SS., 29 octubre.; BARDENHEWER en Kirchenlex.; NESTLE en Realencycl.; MARTIN, Un eveque poete au xxx et xxxx siecles in Revue des Sciences eccl. (oct. a nov., 1876); IDEM, Correspondance de Jacques de Saroug avec les moines de Mar Bassus en Zeitschr. der deutschen Morganlandl. Gesellsch., XXX (1876), 217; Liturgia en Latín en RENAUDOT, Liturg. Or. coll., II, 356; ZINGERLR, Sechs homilien des h. Jacob von S. (Bonn, 1867); BEDJAN, 70 Homiliae selectae Mar Jacobi S. (Paris and Leipzig, 1905-6); homilías sencillas se encuentran en varias publicaciones; muchas en CURETON, Documentos siríacos antiguos (1864).

FROTHINGHAM, Stephen Bar Sudaili, el místico sirio, y el libro de Hierotheos (Leyden, 1886). Sobre JOHN OF TELLA, KLEYN, Het leven van Johannes van Tella (Leyden, 1882); otra vida en BROOKS, Vitae virorum, loc. cit.; su confesión de fe es citada por LEBON, loc. cit. Sobre GEORGE THE ARABIAN vea ASSEMANI, WRIGHT, DUVAL, un buen artículo por RYSSEL en Realencycl. (1899); IDEM, Ein Brief Georgs, Bischop der Ar. an den Presb. Josua aus dem Syrischen ubersetzt and erlautert, mit einer Einleitung uber sein Leben und seine Schriften (Gotha, 1888); IDEM, Georges des Araberbischofs Gedichte und Briefe (Leipzig, 1891), esta obra da una traducción en alemán de todas las obras auténticas de George, aparte de los comentarios; Syríaco de la carta a Josua en LAGARDE, Analecta; parte del poema sobre el crisma en CARDAHI, Liber thesauri de arte poetica Syrorum (1875); complete, con el que trata sobre la vida monástica, ed. por RYSSEL en Atti della R. Acad. dei Lincei, IX (Roma, 1892), 1, quien editó las cartas astronómicas también, ibi d., VIII, 1. Sobre la ortodoxia, vea ASSEMANI, II; NAU, Dans quelle mesure les Jacobites sont-ils Monophysites? en Revue de L'Orient chretien, 1905, no. 2, p. 113; LEBON, op. cit., passim.

Fuente: Chapman, John. "Monophysites and Monophysitism." The Catholic Encyclopedia. Vol. 10. New York: Robert Appleton Company, 1911 <http://www.newadvent.org/cathen/10489b.htm>.

Traducido por Pedro Royo. L H M.