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Miércoles, 30 de octubre de 2024

Maronitas

De Enciclopedia Católica

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Este artículo mostrará, en primer lugar, el estado actual 1 de la nación Maronita y su Iglesia; después se estudiará su historia, con una especial revisión del muy discutido problema del origen de la Iglesia y de la nación y su inconmovible ortodoxia.

I. SITUACIÓN ACTUAL DE LOS MARÓNNITAS A. Etnografía y Política

Los Marónnitas (Siríaco Marunôye; Árabe Mawarinah) son unas 300 mil almas, distribuidas entre Siria, Palestina, Chipre y Egipto. De este número, alrededor de 230 mil viven en Líbano, formando casi cinco octavos de la población de ese territorio y la parte principal de la población en cuatro de los siete kaïmakats 2 , a saber, aquellos de Batrum, Kasrawan, Meten y Gizzin (los Ortodoxos Griegos predominan en Koura, los Católicos Griegos en Zahlé, y los Drusos en Shûf). Son de raza Siria, pero durante muchos siglos han hablado sólo Árabe, si bien en un dialecto que ha retenido muchas particularidades siríacas. En los distritos de la montaña las costumbres son muy simples, y los Marónnitas se ocupan en cultivar la tierra, la ganadería o la industria de la seda; en las ciudades se ocupan del comercio. Sangrientas campañas, debidas a las rivalidades de familias o clanes, todavía se sostienen en las montañas. La población crece muy rápidamente, y gran número de Marónnitas emigran a las diferentes provincias del Imperio Otomano, a Europa, particularmente a Francia, y a las colonias francesas, pero la mayoría va a los Estados Unidos. Los emigrantes vuelven con sus fortunas hechas, y con demasiada frecuencia traen con ellos un gusto por el lujo y el placer, a veces también una clara indiferencia hacia la religión que en algunos casos, degenera en hostilidad.

Durante muchos siglos los Marónnitas montañeses han sido capaces de mantenerse casi independientes del Imperio Otomano. En los comienzos del siglo diecinueve su organización era enteramente feudal. Las familias aristocráticas –que, especialmente cuando viajaban a Europa, mostraban rango principesco- elegían el emir. El poder del emir Marónnita era preponderante en el Líbano, especialmente cuando la familia Siria de Benî Shibâb renunció al Islamismo por el Cristianismo. El famoso emir Beshîr, en apariencia Musulmán, era realmente Marónnita; pero después de su caída la condición de los Marónnitas cambió a peor. Una lucha inmisericorde contra los Drusos, iniciada en 1845, devastó totalmente el Líbano. Entonces se crearon dos emires, uno Marónnita y uno Druso, ambos portadores del título de Kaïmakam, y que respondían ante el Pachá de Saïda. En 1860 los Drusos, empujados por su fanatismo, masacraron un gran número de Marónnitas en Damasco y en el Líbano. Dado que el Gobierno Turco miraba abúlicamente este proceso de exterminación, Francia intervino: una expedición guiada por el General de Beaufort d'Hautpoult restableció el orden. En 1861 se inauguró el presente sistema, con un sólo gobernador para todo el Líbano. Este gobernador lo nombra, para cinco años, el Gobierno Turco. No hay más derechos feudales; todos son iguales ante la ley, sin distinción de raza; cada nación tiene su sheik, o jefe, quien tiene conocimiento (o autoridad; n.d.t.) sobre los asuntos comunes, y es juez en el consejo provincial. Cada Marónnita entre las edades de quince y sesenta años paga impuestos, con la excepción de los clérigos, siendo ligeras las contribuciones sobre las propiedades monásticas. En contraste con la norma sobre otros ritos, el patriarca Marónnita no está obligado a solicitar la confirmación de su investidura al sultán; pero, por otro lado, él no es la cabeza temporal de la nación, y no tiene representante en la Sublime Puerta, estando los Marónnitas, junto a otras comunidades Uniatas (ortodoxos católicos u orientales unidos en obediencia a Roma, n.d.t.) representados por el Vakeel de los Latinos. Fuera de Líbano están enteramente sujetos a los Turcos; en estas regiones los obispos –Vg., el Arzobispo de Beirut- deben conseguir su bérat, (aprobación; n.d.t.) en cuyo defecto no tendrían que ver con el gobierno civil, y no podrían ocupar asiento en el consejo provincial.

Como otras comunidades Católicas en el Imperio Turco, los Marónnitas están bajo la protección de Francia, pero en su caso el protectorado está combinado con unas relaciones más cordiales que datan del contacto entre este pueblo y el Francés tan pronto como del siglo doce.

Esta cordialidad ha sido reforzada por numerosas intervenciones Francesas, desde las Capitulaciones de Francisco I hasta la campaña de 1861, y por la amplia difusión de la lengua Francesa y la cultura, gracias a los numerosos establecimientos en Líbano bajo la dirección de misioneros Franceses –Jesuitas, Lazaristas, y mujeres religiosas de diferentes órdenes.

Es imposible prever qué cambios traerá a la situación de los Marónnitas, nacional e internacional, la subida al poder de los “Jóvenes Turcos”.

B. La Iglesia Marónnita

La Iglesia Marónnita se divide en nueve diócesis: Gibail y Batrun (60.000 almas); Beirut y una parte de Líbano (50.000); Tiro y Sidón (47.000); Baalbek y Kesraouan (40.000); Trípoli (35.000); Chipre y otra parte de Líbano (30.000); Damasco y Hauran (25.000); Aleppo y Cilicia (5.000); Egipto (7.000). La última diócesis nombrada está bajo un vicario patriarcal, que también está al cargo de las comunidades Marónnitas en lugares extranjeros – Leghorn, Marsella, París- y particularmente de aquellas de América.

(1) El Patriarca

El título oficial es Patriarca Marónnita Antioqueno. El patriarca Marónnita comparte el título de Antioquía con otros tres patriarcas Católicos – el Melquita, el Sirio Católico, y el Latino (titular) - uno cismático (Ortodoxo), y uno herético (Sirio Jacobita).

La cuestión que se considerará más tarde es si, aparte de la concesión de la Santa Sede, el patriarca Marónnita puede alegar derechos históricos al título de Antioquía. Desde el siglo XV su residencia tradicional ha sido el claustro de Santa María de Kanôbim, donde están las tumbas de los patriarcas. En invierno reside en Bkerke, al sur de Beirut, en el distrito de Kesraouan. Por sí mismo administra la Diócesis de Gibail-Batrun aunque con la ayuda de los Obispos titulares de San Juan de Acre, Tarso, y Nazaret, quienes también le asisten en la administración general del patriarcado. Ostenta el derecho de nombrar a otros, y hay, también, varios vicarios patriarcales que no son obispos. El patriarca es elegido por los obispos Marónnitas, usualmente en el noveno día después que la sede ha sido declarada vacante. No debe ser menor de cuarenta años, y son necesarios dos tercios del total de votos para ser elegido. La entronización se realiza al día siguiente, y entonces el recién elegido patriarca hace una bendición solemne. El desarrollo de la asamblea se transmite a Roma; el Papa puede o aprobar o no aprobar la elección; si la aprueba, envía el palio al nuevo Patriarca; si no, anula las actas de la asamblea y puede nombrar un candidato de su propia elección. Las principales prerrogativas del patriarca son: convocar concilios nacionales; elegir y consagrar obispos; oír y juzgar las demandas contra obispos; visitar las diócesis, aparte de la suya, una vez cada tres años. Él bendice los santos óleos y los distribuye a clérigos y laicos; concede indulgencias, recibe los diezmos y las tasas por administración, y puede aceptar legados, personales o para la Iglesia. Antes de 1736 recibía honorarios por las ordenaciones y la bendición de los santos óleos; habiéndose suprimido este privilegio, Benedicto XIV lo sustituyó por el permiso para recibir un subsidium caritativum. La insignia distintiva del patriarca son el masnaftô (un tipo de cubre-cabeza 3 ), el phainô (una especie de capa o capa pluvial), el orarion (una especie de palio 4 ), la tiara, o mitra (los otros obispos llevan solamente el orarion y la mitra), el báculo pastoral coronado con una cruz, y, según el modelo Latino, el anillo de pastor y la cruz pectoral. En suma, el patriarca Marónnita ejerce sobre sus súbditos, virtualmente, la autoridad de un metropolitano. Él mismo es sólo responsable ante el papa y la Congregación de Propaganda; está obligado a hacer su visita ad limina sólo una vez cada diez años. El actual (1910) ocupante del trono patriarcal es Monseñor Elías Hoyek, elegido en 1899.

(2) El Episcopado

Los obispos son nombrados por el Patriarca. El título de Arzobispo (metropolitano), que acompaña a las Sedes de Aleppo, Beirut, Damasco, Tiro y Sidón, y Trípoli, es puramente honorífico. Un obispo sin diócesis reside en Ehden. Como se ha dicho más arriba el patriarca nombra un cierto número de obispos titulares. El obispo, además de sus funciones espirituales, ejerce, especialmente fuera del territorio de Líbano, una jurisdicción civil y judicial.

Los obispos están asistidos 5 por corepíscopos, archidiáconos, ecónomos y periodeutes (bardût). El corepíscopo visita y también puede consagrar iglesias. El corepíscopo de la residencia del obispo ocupa el primer puesto en la catedral en ausencia del obispo. Los periodeutes, como su nombre indica, son una especie de vicario sufragáneo que actúa para el obispo en la inspección del clero rural- El ecónomo es el coadjutor del obispo para la administración de la propiedad de la iglesia y la mesa episcopal.

(3) El clero

Algunas de las 300 parroquias son concedidas por el obispo a regulares, y otras a seculares (todos presbíteros; n.d.t.). Los presbíteros sin parroquia son célibes y dependen del patriarca. Los demás están casados – es decir, se pueden casar mientras sólo tienen las órdenes menores, pero no pueden casarse por segunda vez. Hay alrededor de 1100 presbíteros seculares y 800 regulares. La formación de los clérigos se lleva a cabo en cinco seminarios patriarcales y nueve diocesanos. Muchos estudian en Roma, y un gran número en Francia, gracias a la “Obra de San Luis” y las becas concedidas por el Gobierno Francés. El nivel intelectual del clero Marónnita es decididamente más alto que el del clero cismático o herético de su alrededor. Los presbíteros casados de las parroquias rurales son a menudo, hombres muy sencillos, y todavía más a menudo están lejos de ser gente adinerada, viviendo casi exclusivamente de los honorarios percibidos por las Misas y los regalos de productos de granja que les hacen las gentes del campo. Muchos de ellos tienen que estirar estos recursos cultivando sus pequeñas parcelas de tierra o empleándose en alguna industria modesta.

(4) Los religiosos

Estos cuentan unos 2000, de los que 800 son presbíteros. Observan la regla conocida como de San Antonio, pero están divididos en tres congregaciones: la más antigua, la de San Antonio, o de Eliseo, fue aprobada en 1732. Posteriormente fue dividida en Aleppinos y campesinos o Baladitos, división aprobada por Clemente XIV en 1770. Por el mismo tiempo otra congregación Antoniana había sido fundada bajo el patronazgo de Isaías, y aprobada en 1740. Los Aleppinos tienen 6 monasterios; los Isaianos, 13 o 14; los Baladitos, 25. Los Aleppinos tienen un procurador en Roma, cerca de S. Pietro in Víncoli. Los hermanos legos se dedican a trabajos manuales; los presbíteros a los intelectuales con la cura de almas, teniendo a su cargo muchas parroquias. El hábito monacal consiste en túnica negra con un cinturón de piel, túnica con capucha, manto, y sandalias. Hay otros siete monasterios con unos 200 religiosos, bajo una regla fundada por el anterior Obispo de Aleppo. En Aintoura, también, hay algunas hermanas Marónnitas que siguen la Regla Salesiana.

(5) La Liturgia

El Marónnita es un Rito Siríaco, siendo Siríaco la lengua litúrgica, aunque el Evangelio se lee en Árabe en beneficio del pueblo. Muchos presbíteros, que no están suficientemente formados para seguir la Liturgia en Siríaco, usan el Árabe en su lugar, pero Árabe escrito en caracteres Siríacos ( Karshuni ). La Liturgia es de tipo Siríaco, es decir, la liturgia de Santiago, pero muy desfigurada por las adaptaciones a los usos romanos. La adaptación, a menudo inútil y servil, a las costumbres romanas es la característica distintiva del Marónnita entre los Ritos Orientales. Esto se hace notar, no sólo en la Liturgia, sino también en la administración de todos los Sacramentos. Los Marónnitas consagran pan sin levadura, no mezclan agua tibia en el Cáliz, y celebran muchas Misas en el mismo altar. La Comunión bajo las dos especies fue desaconsejada por Gregorio XIII y, al fin, formalmente prohibida en 1736, aunque todavía le es permitida al diácono en la Misa grande. Benedicto XIV prohibió la comunicación de los niños recientemente bautizados. El Bautismo se celebra en la manera Latina, y desde 1736 la confirmación, reservada al obispo, se celebra separadamente 6 . La fórmula de la absolución no es deprecativa, como es en otros Ritos Orientales, sino indicativa, como en el Latino, y los presbíteros Marónnitas pueden absolver válidamente a los Católicos de cualquier rito. Las órdenes son: tonsura, psalte, o cantor, lector, sub-diácono, diácono, presbítero. La ordenación como psalte puede recibirse con siete años; como diácono, con veintiuno; como presbítero, a los treinta, o, con dispensa, con veinticinco. Miércoles y Viernes de cada semana son días de abstinencia; el ayuno dura hasta mediodía, y la abstinencia es de carne y huevos. La Cuaresma dura siete semanas, comenzando en Quincuagésima; el ayuno se guarda todos los días excepción hecha de Sábados, Domingos, y ciertos días de fiesta; el pescado está permitido. No hay días de las estaciones 7 ni vigilias, pero se guarda abstinencia durante veinte días de Adviento y los catorce días precedentes a la fiesta de los Santos Pedro y Pablo. Las prácticas devocionales latinas son más frecuentes entre los Marónnitas que en ninguna otra Iglesia Oriental Unida – bendición con el Santo Sacramento, el Vía Crucis, el Rosario, la devoción al Sagrado Corazón, etc.

(6) Los Fieles

En el interior del país los fieles están fuertemente apegados a su fe y son muy respetuosos con los monjes y demás clérigos. Rodeados por Musulmanes, cismáticos y herejes, ellos están orgullosos de poder llamarse a sí mismos Católicos Romanos; pero la formación no está sino poco desarrollada, a pesar de los laudables esfuerzos de algunos de los obispos, y aunque se hayan establecido escuelas, a través, en gran parte, de los esfuerzos de los misioneros Latinos y el apoyo de la sociedad de las Escuelas de Oriente, además del Colegio de la Sabiduría en Beirut.

Los emigrantes que vuelven no hacen nada por elevar el nivel moral y religioso. La influencia de la prensa de Occidente es escandalosamente perjudicial. Los Marónnitas acaudalados, indiferentes con demasiada frecuencia, si no peor, no se sienten afectados por esta situación de los asuntos, que causa, seriamente, ansiedad a los más inteligentes y esclarecidos de entre el clero. Pero la nación Marónnita como un todo permanece fiel a sus tradiciones. Si no son, exactamente, la más importante comunidad de los Uniatas Orientales en cuanto a su número, es al menos verdad decir que forman el más efectivo punto de apoyo para el ejercicio de una propaganda Católica en Líbano y en la costa siria.

II. HISTORIA DE LOS MARÓNNITAS Todas las autoridades competentes están de acuerdo sobre la historia de los Marónnitas desde hoy hasta el siglo dieciséis, pero más allá de ese período se acaba la unanimidad. Ellos mismos aseguran firmemente la gran antigüedad y la continua ortodoxia de su nación; pero estas dos pretensiones han sido repetidamente negadas por sus rivales Cristianos – incluso Católicos- en Siria, los Melkitas, ya Católicos ya Ortodoxos, los Jacobitas Siríacos, y los Católicos Siríacos. Algunos académicos Europeos aceptan la visión Marónnita; la mayoría la rehúsa. Tantos puntos de la primitiva historia de la nación son todavía oscuros de manera que sólo podemos presentar los argumentos adelantados por cada parte, sin deducir conclusión alguna.

La entera discusión gravita alrededor de un texto del siglo doce. Guillermo de Tiro (De Bello Sacro, XX, viii) relata la conversión de 40.000 Marónnitas en el año 1182. La esencia del texto conductor es como sigue: “Después ellos [la nación que se había convertido, en las cercanías de Byblos] estuvieron durante quinientos años adheridos a las falsas enseñanzas de un heresiarca llamado Marón, por lo que toMarónn de él el nombre de Marónnitas, y, estando separados de la verdadera Iglesia han seguido su propia peculiar liturgia [ab ecclesia fidelium sequestrati seorsim sacramenta conficerent sua], acudieron al Patriarca de Antioquía, Aymery, el tercero de los patriarcas Latinos, y habiendo adjurado de sus errores, fueron, con su patriarca y algunos obispos, acogidos en la verdadera Iglesia. Se declararon preparados para aceptar y observar las prescripciones de la Iglesia Romana. Eran más de 40.000, ocupaban la entera región de Líbano, y fueron de gran ayuda a los Latinos en la guerra contra los Sarracenos. El error de Marón y sus seguidores es y era, como puede leerse en el Sexto Concilio, que en Jesucristo había, y había habido desde el principio sólo una voluntad y una potencia. Y después de su separación habían abrazado otras doctrinas perniciosas.”

Veremos ahora las varias interpretaciones dadas a este texto.

A. La Posición Marónnita Marón, un monje Siríaco, que murió en el siglo quinto del que da noticias Teodoreto (Religionis Historia, xvi) había reunido varios discípulos de las orillas del Orontes 8 , entre Emesa y Apamea. Después de su muerte los fieles construyeron en el lugar donde había vivido un monasterio y le pusieron su nombre. Cuando Siria se dividió por las herejías, los monjes de Beit-Marun permanecieron firmemente fieles a la causa de la ortodoxia, y congregaron en ella a los habitantes de las cercanías. Esta fue la cuna de la nación Marónnita. Los cronistas Jacobitas tienen conocimiento de que este pueblo ayudó al Emperador Heracleo en el enfrentamiento contra el Monofisismo incluso por la fuerza (630). Aún más, treinta años mas tarde cuando Mu'awyah, el futuro califa, era gobernador de Damasco (658), ellos disputaron con los Jacobitas en su presencia y los Jacobitas fueron vencidos y tuvieron que pagar las consecuencias. El Emperador Heracleo y sus sucesores, habiendo sucumbido mientras tanto a la herejía Monotelita, que fue luego condenada en el Concilio de 681, los Marónnitas, que hasta entonces habían sido partidarios del emperador Bizantino (Melkitas), rompieron con él para no estar en comunión con un hereje. Desde este acontecimiento data la independencia nacional de los Marónnitas. Justiniano II (Rhinotmetes) quiso someterlos: en 694 sus fuerzas atacaron el monasterio, lo destruyeron, y marcharon sobre la montaña hacia Trípoli para completar la conquista. Pero los Marónnitas con el Patriarca Católico de Antioquía, San Juan Marón, a la cabeza aplastaron a los Griegos cerca de Amium, y salvaron la autonomía que fueron capaces de mantener a lo largo de sucesivas etapas. Pueden ser comparados con los Mardaïtas de Siria, quienes, en Líbano, en la frontera del Imperio lucharon con éxito con los Bizantinos y los Árabes. Allí los encontraron los Cruzados y crearon con ellos unas relaciones muy estrechas. Guillermo de Tiro relata que, en 1182, los Marónnitas en número de 40.000 se convirtieron del Monotelismo; pero, o esto es un error de información debido a que Guillermo copió acríticamente los Anales de Eutiquio, un Egipcio Melkita que calumnió a los Marónnitas, o, en todo caso, estos 40.000 eran solamente una pequeña parte de la nación que, por ignorancia, se dejaron llevar por la propaganda Monotelita de un obispo llamado Tomás de Kefar-tas. Además, los Marónnitas pueden mostrar una lista no interrumpida de patriarcas entre el tiempo de San Juan Marón y el del Papa Inocencio III; estos patriarcas, no habiendo errado nunca en cuestión de fe, o apartado en el cisma, son los únicos legítimos herederos del Patriarcado de Antioquía, o por lo menos ellos tienen una reivindicación al título no menor que la reivindicación de cualquier rival.

Este es el caso presentado con frecuencia por los Marónnitas, y últimamente por Monseñor Debs, Arzobispo de Beirut (Ortodoxia perpetua de los Marónnitas).

B. Crítica a la posición Marónnita (1) El Monasterio de San Marón antes de la Controversia Monotelita

La existencia desde el siglo sexto de un convento de San Marón, o de Beit-Marun, entre Apamea y Elmesa, en la orilla derecha del Orontes, es un hecho establecido y puede muy bien haber sido construido en el tiempo en que vivió Marón el solitario, de quien habla Teodoreto. Este convento sufrió por su devoción a la fe verdadera, como es sorprendentemente evidente en un escrito dirigido por sus monjes al Metropolitano de Apamea en 517, y al Papa Hormisdas, quejándose de los Monofisitas, que habían masacrado 350 monjes por alinearse con el Concilio de Calcedonia. En 536 el apocrisarius 9 Pablo aparece en Constantinopla suscribiendo las Actas del Cuarto Concilio Ecuménico en nombre de los monjes de San Marón. En 553, este mismo convento está representado en el Quinto Concilio Ecuménico por el presbítero Juan y el diácono Pablo. Los emperadores ortodoxos, particularmente Justiniano (Procopio, “De Aedific.”, V, ix) y Heracleo dieron numerosas muestras de su buena opinión sobre el monasterio. El papel jugado por los monjes de San Marón, aislados en medio de una población casi enteramente Monofisita, no debería subestimarse. Pero deberá observarse que en los textos citados se cita un convento en singular y de ninguna manera una población tal que pudiera haber originado la nación Marónnita en tiempos más tardíos.

(2) San Juan Marón

El verdadero fundador de la nación Maronita, el patriarca San Juan Marón, pudo haber vivido hacia el final del siglo séptimo, pero, desafortunadamente, su existencia real es extremadamente dudosa. Todos los autores Siríacos y el presbítero Bizantino Timoteo derivan el nombre Marónnita de aquel del convento Beit-Marun. Las palabras de Timoteo son: Marónnîtai dè kèklentai àpò toû monasteríon aútôn Marò kalonménou èn Suria (en Patrología Griega LXXXVI, 65 y nota 53). Renaudot niega absolutamente la existencia de Juan Marón. Pero, suponiendo que existió, como puede ser inferido del testimonio del Patriarca Melkita Eutiquio del siglo diez (el más temprano texto sobre este punto), su identidad ha desconcertado todas las investigaciones. Su nombre no está en ninguna lista de Patriarcas Melkitas de Antioquía, sean Griegos o Siríacos. Como los patriarcas de los siglos séptimo y octavo eran ortodoxos, no hay razón alguna por la que San Juan Marón debiera ser colocado a la cabeza de una pretendida rama ortodoxa de la Iglesia de Antioquía. Los registros episcopales de Antioquía de este período en cuestión pueden resumirse como sigue: 685, elección de Teófanes; 686, probable elección de Alejandro; 692, Jorge asiste al Concilio Trullano; 702-742, Sede de Antioquía vacante a causa de las persecuciones Musulmanas; 742, elección de Esteban. Pero, de acuerdo con Monseñor Debs, el último historiador Marónnita, San Juan Marón debería haber ocupado la Sede patriarcal de Antioquía desde el 685 al 707.

Los Marónnitas insisten afirmando que San Juan Marón tiene que haber sido Patriarca de Antioquía porque sus trabajos lo presentan bajo este título. Los referidos trabajos de Juan Marón son una exposición de la Liturgia de Santiago y un tratado sobre la Fe. El primero los publica José Aloisio Assemani en su “Codex Liturgicus” y ciertamente lleva el nombre de Juan Marón, pero el presente escritor ha mostrado por todas partes que este pretendido comentario de San Juan Marón no es otro que el famoso comentario de Dionisio bar-Salibi, un autor Monofisita del siglo doce, con mutilaciones, adiciones y acomodaciones para encajar los cambios por los cuales los Marónnitas se habían esforzado para hacer la Liturgia Siríaca parecida a la Romana (Dionisio bar-Salibi, “expositio liturgiae”, ed. Labourt, pref.). El tratado sobre la Fe no parece ser más auténtico que el trabajo litúrgico: tiene un notable parecido a un tratado teológico de Leoncio de Bizancio, y por consiguiente es muy probable que se sitúe en la segunda mitad del siglo sexto y la primera mitad del séptimo, un período mucho más temprano que aquél que los Marónnitas asignan a San Juan Marón. Además, no contiene nada sobre el Monotelismo el cual, de hecho, todavía no existía. Juan Marón, debemos concluir, por consiguiente, es una personalidad muy problemática; si él existió en absoluto fue como un simple monje, no como Patriarca Melkita de Antioquía de ninguna de las maneras.

(3) Ortodoxia ininterrumpida de los Marónnitas

Debemos recordar que antes de la aparición del Monotelismo, los monjes de San Marón, a quien los Marónnitas remontan su origen, eran fieles al Concilio de Calcedonia en cuanto aceptado por los emperadores Bizantinos; ellos eran Melkitas en el pleno sentido del término – es decir, Imperialistas, representando el credo Bizantino entre los pueblos que lo habían abandonado, y podemos añadir, representando la lengua y la cultura Bizantina entre pueblos cuya lengua y costumbres eran aquellas de Siria. No hay razón para creer que, cuando los emperadores Bizantinos, por un último intento para la unión con sus súbditos Jacobitas, Sirios y Egipcios, se esforzaron en asegurar el triunfo del Monotelismo – una especie de compromiso entre el Monofisismo y la ortodoxia Calcedoniana – los monjes de San Marón abandonaron el partido Imperialista y fielmente se adhirieron a la ortodoxia. Por el contrario, todos los documentos sugieren que los monjes de Beit-Marun abrazaron el Monotelismo, y permanecieron en esa herejía incluso después del Concilio de 681, cuando los emperadores abjuraron de ella.

No es muy difícil sacar la evidencia de esto de un texto de Dionisio de Tell-Mahré (+845) que nos ha sido preservado en la crónica de Miguel el Sirio, quien muestra a Heracleo forzando a la mayoría de los monjes sirios a aceptar su Ecthesis 10 , y aquellos de Beit-Marun se cuentan entre los más acérrimos partidarios del emperador. Un pasaje muy instructivo de esta misma crónica, referido al año 727, narra largamente una disputa entre las dos ramas de los Calcedonianos, la ortodoxa y la Monotelita, donde los primeros son llamados Maximistas, por San Máximo el confesor, adversario irreductible de los Monotelitas, mientras la última es descrita como el “partido de Beit-Marun” y “monjes de Beit-Marun”. Se nos dice aquí que los monjes de San Marón tienen un obispo en su monasterio, cómo ellos convirtieron a la mayoría de los Melkitas del país al Monotelismo e incluso contendieron con los Maximistas (es decir, los Católicos) por la posesión de una iglesia en Aleppo. A partir de entonces, estando fuera de la comunión con el Patriarca Melkita (Católico) de Antioquía, ellos hacen lo mismo que hicieron los Jacobitas antes que ellos y por las mismas razones: establecieron una Iglesia separada, evitando sin embargo con el mismo horror a los Monofisitas, que rehúsan el Concilio de Calcedonia, y a los Católicos que condenan la Ecthesis Monotelita de Heracleo y aceptan el Sexto Concilio Ecuménico. Por qué los monjes de Beit-Marun, hasta la fecha tan fieles a los emperadores Bizantinos, los abandonaron cuando volvieron a la ortodoxia, no lo sabemos; pero es cierto que en esta defección tiene su origen la Iglesia Marónnita, y que el nombre Marónnita desde aquel entonces viene a ser sinónimo de Monotelita, así como con Bizantino como con Nestoriano o escritores Monofisitas. Dice la Crónica de Miguel el Sirio, refiriéndose a este período: “Los Marónnitas permanecieron como están hoy. Ellos ordenan un patriarca y obispos de su convento. Están separados de Máximo, en lo que ellos confiesan de una sola voluntad en Cristo, y dicen: “Quien fue crucificado por nosotros”. Pero ellos aceptan el Sínodo de Calcedonia”. San Germano de Constantinopla, en su tratado “De Haeresibus et Synodis” (alrededor del año 735), escribe: “Hay algunos herejes que, rechazando el Quinto y Sexto Concilio, no obstante luchan contra los Jacobitas. Los últimos los tratan como hombres sin sentido, porque, mientras aceptan el Cuarto Concilio, ellos rechazan los otros dos. Estos tales son los Marónnitas, cuyo monasterio está situado en las mismas montañas de Siria.” (El Cuarto Concilio fue el de Calcedonia). San Juan Damasceno, Doctor de la Iglesia (+749), también consideró herejes a los Marónnitas. Les reprocha, entre otras cosas, que continúen añadiendo las palabras staurotheis dì emâs (Quien sufrió por nosotros en la Cruz) al Trisagio, un añadido susceptible de un sentido ortodoxo, pero que había sido prohibido eventualmente a fin de prevenir malos entendidos [ Marónnísomen prosthémenoi tô Trisagío tèn staúrosin (Estaremos siguiendo a Marón, si añadimos la Crucifixión a nuestro Trisagio” – “De Hymno Trisagio”). [Cf. perì òrthoû phronematos]. Un poco más tarde, Timoteo I, Patriarca de los Nestorianos, recibe una carta de los Marónnitas, proponiendo que los admita en su comunión. Su respuesta existe, aunque no publicada, y en ella los felicita por rehusar, como él mismo hace, la idea de más de una energía y una voluntad en Cristo (Monotelismo), pero establece ciertas condiciones que suponen una aceptación de su Nestorianismo, aunque en forma mitigada. Análogo testimonio puede encontrarse en los trabajos del disputador Teodoro Abukara (820) y el teólogo Jacobita Habib Abu-Raïta (en el mismo período), como también en el tratado “De Receptione Hareticorum” atribuido al presbítero Timoteo (P.G., 86, 65). Por lo tanto, en el siglo octavo existe allí una Iglesia Marónnita distinta de la Iglesia Católica y de la Iglesia Monofisita; esta Iglesia se extiende lejos hasta la planicie de Siria y prevalece especialmente en la región montañosa alrededor del monasterio de Beit-Marun. En el siglo noveno esta Iglesia quedó confinada a la región montañosa. La destrucción del monasterio de Beit-Marun no terminó con ella; completó su organización estableciendo un patriarca, datándose en 1121 el primer patriarca Marónnita conocido, aunque puede haber habido otros antes que él. Los montañeses Marónnitas conservaron una relativa autonomía con los emperadores Bizantinos por una parte, quienes reconquistaron Antioquía en el siglo décimo, y por otra parte, con los Musulmanes. Los Cruzados entraron en contacto con ellos. En 1182, casi la nación entera – 40.000 de ellos – se convirtió. Desde el momento en que su influencia cesó de extenderse sobre las tierras bajas helenizadas de Siria, los Marónnitas dejaron de hablar cualquier lengua menos Siríaco, y no usaron ningún otro en su liturgia. Es imposible señalar fecha para esta desaparición del helenismo de entre ellos. Al final del siglo octavo el Marónnita Teófilo de Edesa conocía bastante el Griego como para traducir y comentar los poemas de Homero. Es verosímil que el Griego fuera el idioma principal que se usó en el monasterio de Beit-Marun, al menos hasta el siglo noveno; destruido que fue aquel monasterio, allí permanecieron solamente la tierra y los pueblos de las montañas donde ninguna lengua se usó nunca ni coloquialmente ni en la liturgia sino el Siríaco.

Sería agradable poder decir, por lo menos, que la ortodoxia de los Marónnitas ha sido constante desde 1182, pero desgraciadamente, ni siquiera esto puede asegurarse. Ha habido, como mínimo, defecciones parciales entre ellos. No hay duda que el patriarca Jeremías al Amshîsti visitó a Inocencio III en Roma en 1215, y se conoce que se llevó a casa con él algunos proyectos de reforma litúrgica. Pero en 1445, después del Concilio de Florencia, los Marónnitas de Chipre vuelven al Catolicismo (Hefele, Histoire des counciles”, tr. Delare, XI, 540). En 1451, Pío II, en su carta a Mahomet II, todavía los clasifica entre los herejes. Gryphone, un ilustre Franciscano Flamenco de finales del siglo quince, convirtió un gran número de ellos, recibiendo a varios en la Orden de San Francisco, y uno de ellos, Gabriel Glaï (Barclaïus, o Benclaïus), a quien había impulsado para ser ordenado obispo de Lefkosia en Chipre, fue el primer Marónnita académico en intentar establecer la reivindicación de su nación acerca de la invariabilidad de su ortodoxia: en una carta escrita en 1495 da lo que pretende ser una lista de dieciocho patriarcas Marónnitas sucesivos, desde el comienzo de su Iglesia hasta su propio tiempo, tomada de documentos que asume llegan hasta el año 1315. Es obvio señalar cómo es de reciente todo esto. El Franciscano Suriano (“Il trattato di Terra Santa e dell'Oriente di fr. Fr. Suriano”, ed. Golubovith), que fue delegado para los Marónnitas por León X, en 1515, resalta muchos puntos de ignorancia y muchos abusos dentro de ellos, y considera a Marón como Monotelita. Sin embargo, se puede asegurar que los Marónnitas nunca recayeron en el Monotelismo después de la misión de Gryphone. Desde Santiago de Hadat (1439-48) todos los patriarcas han sido estrictamente ortodoxos.

C. La Iglesia Marónnita desde el Siglo XVI El Concilio Lateranense de 1516 fue el principio de una nueva era, que ha sido también la más brillante de la historia Marónnita. Los escritos del patriarca Simón Pedro y sus obispos se encuentran en la sesión undécima de aquel concilio (19 Diciembre, 1516). Desde aquel tiempo los Marónnitas estuvieron en permanente e ininterrumpido contacto con Roma. Moisés de Akbar (1526-67) recibió una carta de Pío IV. El patriarca Miguel buscó la intervención de Gregorio XIII y recibió el palio de sus manos. El gran pontífice fue el más distinguido benefactor de la Iglesia Marónnita: estableció para ellos un hospital en Roma y al mismo tiempo el Colegio Marónnita al cual los obispos podían enviar seis de sus súbditos. Muchos famosos savants (sabios; n.d.t.) han salido de este colegio: Jorge Amira, el gramático, que murió patriarca en 1633; Isaac de Schadrê; Gabriel Siouni, profesor en La Sapienza, y después intérprete para el Rey Luis XIII y colaborador en la Biblia Políglota (+1648); Abrahám de Hakel (Ecchelensis), un escritor muy prolífico, profesor en Roma y después en Paris, y colaborador en la Biblia Políglota; sobre todos, el Assemani, José Simeón, editor de la “Biblioteca Oriental”, Estéfano Evodio, y José Aloisio. Otro colegio Marónnita fue fundado en Rávena por Inocencio X, pero fue fusionado con aquel de Roma en 1665. Después de la Revolución Francesa el Colegio Marónnita fue anexionado a la Congregación de Propaganda.

En el patriarcado de Sergio Risio, el sucesor de Miguel, el Jesuita Jerome Dandini, por orden de Clemente VIII, dirigió un concilio general de los Marónnitas en Kannobin en 1616, que produjo veintiún cánones, corrigiendo abusos y realizando reformas en asuntos litúrgicos; las reformas litúrgicas del concilio de 1596, fueron, sin embargo, extremadamente moderadas. Otros patriarcas fueron: José II Risio, quien, en 1606, introdujo el Calendario Gregoriano; Juan XI (+ 1633), a quien Pablo V envió el palio en 1610; Gregorio Amira (1633-44); José III de Akur (1644-47); Juan XII de Soffra (+1656). Estos dos últimos prelados convirtieron a gran número de Jacobitas. Estéfano de Ehdem (+ 1704) compuso la historia de sus predecesores desde 1095 a 1699. Pedro Santiago II fue depuesto en 1705, pero José Mubarak, que fue elegido en su lugar, no fue reconocido por Clemente XI, y por la intervención de Propaganda que pidió mantener otro concilio, Pedro Santiago II fue reelegido en 1713.

Bajo José IV (1733-42) se celebró un segundo concilio nacional, el cual es de la mayor importancia. El Papa Clemente XII envió como delegado a José Simeón Assemani, que estuvo asistido por su sobrino Estéfano Evodio, con un mandato expreso de conseguir que el Concilio de Trento fuese promulgado en el Líbano. El Jesuita Fromage fue designado como relator sinodal. Según la carta que él envió a sus superiores (publicada en el comienzo del volumen treinta y ocho de Mansi), los mayores abusos a corregir por el delegado eran: (1) Los obispos Marónnitas, en virtud de una antigua costumbre, tenían entre el personal de sus casas un cierto número de religiosas, cuyas habitaciones estaban, como norma, separadas de las del obispo solamente por una puerta de comunicación. (2) El patriarca se había reservado en exclusiva el derecho de consagrar los sagrados óleos y distribuirlos entre los obispos y el clero mediante pagos en dinero. (3) Dispensas para el matrimonio se vendían por un precio en dinero. (4) El Santo Sacramento no se reservaba en la mayoría de las iglesias rurales y casi nunca se le encontraba salvo en las iglesias de comunidades religiosas. (5) Los presbíteros casados podían volver a casarse. (6) Las Iglesias carecían de los ornamentos apropiados y “los miembros de Jesucristo, del necesario socorro”, mientras que por otro lado, habían demasiados obispos – quince para ciento cincuenta parroquias. (7) Los Marónnitas de Aleppo habían estado cantando, durante diez o doce años atrás, la Liturgia solamente en Árabe.

Con gran dificultad, J. S. Assemani superó la mala voluntad del patriarca y las intrigas de los obispos: el Concilio del Líbano reunió por fin en el monasterio de Santa María de Luweïza a catorce obispos Marónnitas, uno Siríaco, y uno Armenio. Los abusos arriba citados fueron reformados, y se toMarónn medidas para combatir la ignorancia estableciendo escuelas. Se toMarónn también las siguientes decisiones: el Filioque fue introducido en el Credo; en el Synaxary, no sólo se mencionarían los seis primeros concilios, sino también el Séptimo (Nicea, 787), el Octavo (Constantinopla, 869), el Concilio de Florencia (1439), y el Concilio de Trento; el papa se nombraría en las Misas y otras partes de la liturgia; la confirmación se reservaba a los obispos; la consagración del santo crisma y los santos óleos se establecían para el Jueves Santo; el pan del altar debería tener forma circular como se usa en Roma, debe estar hecho con harina y agua, y no debe contener ni aceite ni sal, según la tradición Siríaca; el vino debe mezclarse con un poco de agua; la comunión bajo las dos especies no se permitiría excepto para presbíteros y diáconos; la jerarquía eclesiástica fue definitivamente organizada, y fijado el ceremonial de la ordenación; el número de obispados fue reducido a ocho.

La publicación de los decretos de este concilio, naturalmente, no transformó completamente las maneras y costumbres de los Marónnitas. En 1743, dos candidatos al patriarcado fueron elegidos. Clemente XIV se vio obligado a anular la elección: escogió a Simón Evodio, Arzobispo de Damasco (+ 1756) que fue sucedido por Tobías Pedro (1756-66). En el siguiente reinado patriarcal, el de José Pedro Stefani, una cierta Ana Agsmi fundó una congregación de mujeres religiosas del Sagrado Corazón; la Santa Sede suprimió la congregación y condenó a su fundadora, quien, al amparo de su reputación de santidad, estaba esparciendo errores graves. José Pedro, quien la defendió a pesar de todo, fue colocado bajo interdicto en 1779, pero fue reconciliado algunos años más tarde. Después de él vino Miguel Fadl (+ 1795), Pedro Gemaïl (+1797), Pedro Thian (1797-1809), y José Dolci (1809-23). El último, en 1818, abolió, por medio de un sínodo, la costumbre según la cual, en muchos lugares, existían monasterios dobles, uno para hombres, otro para mujeres. Bajo José Habaïsch comenzaron las luchas con los Drusos (ver I, arriba), continuando con su sucesor, José Ghazm (1846-55). Pedro Pablo Massaad (1855-90) durante su largo y fructuoso período en el trono patriarcal fue testigo de acontecimientos de extrema gravedad, la revuelta del pueblo contra los sheiks y las masacres de 1860. La Iglesia Marónnita le debe mucho: su firmeza de carácter y lo elevado de sus objetivos tuvieron el máximo efecto posible en reducir las malas consecuencias y acabar con la dureza de estos conflictos. El inmediato predecesor del actual (1910) patriarca, Monseñor Hoyek, fue Juan Pedro Hadj (1890-99).

Información de la publicación.

Escrito por J. Labourt. Transcrito por WGKofron. Con agradecimiento a la Iglesia de Santa María, Akron, Ohio.

Bibliografía

• Para los concilios de 1596 y 1736 ver MANSI, Sacrarum conciliorum nova et amplissima collectio (Florencia y Venecia, 1759-98). Para la historia de los Marónnitas, MIGUEL EL SIRIO, Crónicas, ed. NAU en Opuscules Marónnites en Revue de l'Orient Chrétien, IV.

• OBRAS ANTERIORES. – Marónnita: NAÏRONI, Dissertatio de origine nomine ac religione Marónnitarum (Roma, 1679); IDEM, Evoplia fidei (Roma, 1694); J. S. Assemani, Bibliotheca Orientalis, I (Roma, 1719), 496 ss. Occidentales: DANDINI, Missione apostolica al Patriarca e Marónniti (Cesena, 1656), Francés, SIMON, Voyage du Mont. Libano (Paris, 1685); LE QUIEN, Oriens Christianus, III: Ecclesia Marónnitarum de Monte Libano, 1-100. Ver también los trabajos de los viajeros y misioneros de los Marónnitas; los principales, además de GUILLERMO DE TIRO, son JACQUES DE VITRY; LUDOLF OF SUCHEN, De itinere hierosolymitano ; GRYPHONE, SURIANO, FROMAGE.

• OBRAS MODERNAS. – Marónnita: DEBS, La perpétuelle orthodoxie des Marónnites (Beirut, sin fecha); CHEBLI, Le patriarcat Marónnite d'Antioche en Revue de l'Or. Chrét., VIII, 133 ss.; para la teoría Marónnita, NAU, Opuscules Marónnites en Rev. De l'Or. Chrét., IV. Occidental: LAMMENSA, Fr. Gryphon et le Liban au XVIe siècle en Revue de l'Or. Chrét., IV, 68 ss.; y especialmente los artículos de VAILHÉ en Echos d'Orient, Origines religieuses del Marónnites, IV, 96, 154; V, 281; Melchites et Marónnites, VI, 271; Fra Suriano et la perpétuelle orthodoxie des Marónnites, VII, 99; Le monothélisme del Marónnites d'après les auteurs Melchites, IX, 91; L'Eglise Marónnite du Ve au IXe siècle, IX, 257, 344; también NEHER, en Kirchenlex., s.v. Marónniten ; KESSLER en Realencyc. Für prot. Theol., s.v. Marónniten.

NOTAS DEL TRADUCCTOR

Este trabajo fue publicado en The Catholic Encyclopedia, Volumen IX. Nueva York: Robert Appleton Company. Con Nihil Obstat, del 1 de Octubre de 1910, Remy Lafort, Censor. Imprimatur. +John M. Farley, Arzobispo de Nueva York. Por lo tanto se ha de tener en cuenta que todos los datos se refieren al año 1910. Estos datos aparecen, en el trabajo original, al final del mismo. Parece oportuno incluirlos aquí a fin de tener una cierta perspectiva a lo largo de la lectura (Nota del traductor).

2 Ámbito de la autoridad de los dos Kaïmakan o jefes del pueblo, creados, uno para los Marónnitas y otro para los Drusos. (N.d.t.)

3 Que en su origen pudo ser una especie de turbante, cuyo uso se atribuye, en algunos medios pero sin confirmación, a San Pedro, como un sudario o un símbolo del Espíritu Santo. (N.d.t.)

4 Banda de tela de unos diez centímetros de ancho y unos tres metros de largo con siete cruces bordadas y, opcionalmente, tres veces la palabra Santo; llevada por los diáconos sobre el hombro izquierdo en la liturgia.

5 Ver las definiciones de las palabras que siguen en los artículos correspondientes. (N.d.t.)

6 En otro tiempo; (n.d.t.)

7 “Ember days” en el original inglés. Eran días que señalaban algunas labores agrícolas, como la cosecha, y se dedicaban a la oración y a leer la escritura. Ver esta voz. (N.d.t.)

8 Rio de unos 400 kilómetros que sube hasta Turquía donde tuerce al Oeste y desemboca en el Mar Mediterráneo. Se le considera el límite de la tierra de Canaán y de la zona de influencia de los filisteos. (N.d.t.)

9 Especie de embajador papal (N.d.t.)

10 Carta o edicto del año 638 del emperador bizantino que definía el monotelismo como doctrina oficial cristiana del imperio (N.d.t.)


Escrito por J. Labourt.

Trascrito por WGKofron.

Traducido por Andrés Peral Martín