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Martes, 19 de marzo de 2024

Circuncisión

De Enciclopedia Católica

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ESTE ARTÍCULO FUE ESCRITO EN 1908 Y ESTÁ EN PROCESO DE ACTUALIZACIÓN.

Circuncisión en hebreo TVLH, como el griego (peritome), y el latín (circumcisio), significa un corte y, específicamente, la eliminación del prepucio, o piel, que cubre el pene. Es sorprendente el número y la variedad de tribus y naciones que lo practican; un estimado conservador sitúa el número que lo practica en nuestros días (1908) en 200 millones. Herodoto dice que los egipcios, cólquidos y etíopes, desde tiempos muy remotos, eran circuncidados; y menciona otras razas, los fenicios y los sirios de Palestina (los judíos, como afirma Josefo), quien dice que ellos aprendieron de los egipcios el uso de la circuncisión (Herod., II, 104;. Jos., C. Ap, I, 22). Incluso algunos cristianos circuncidan a sus hijos, los coptos, por ejemplo, y los abisinios en África; y entre los filipinos, lo mismo puede decirse de la mayoría de los tagalos, que son católicos. Para estos últimos, sin embargo, es una mera ceremonia sin significado religiosa. Pudiese ser que los moros mahometanos lo hayan introducido a las islas, donde aún se practica, a pesar de siglos de influencia cristiana en contra de ello (C. N. Barney, vea la bibliografía). Los abisinios están completamente bajo la influencia judía, aunque profesan el cristianismo: observan el sábado judío, circuncidan al octavo día y observar muchas otras costumbres. (Ver Andree, citado más abajo, p. 189). Andree establece también que la costumbre de circuncidar se encuentra en Sumatra (pp. 191, 192), en la costa este de Nueva Guinea (p. 197), y entre los samoanos, quienes llaman a los europeos "los incircuncisos". Incluso en América, la circuncisión estaba en uso entre las razas azteca y maya (op. cit. 201, 202). El hecho de su existencia en Australia (Spencer y Gillen, Tribus de Australia Central, p. 218 ss.), y en una gran parte de las islas de Oceanía, por no hablar de América, parece arrojar algunas dudas sobre la afirmación de Herodoto de que tuvo su origen en Egipto.

No es fácil asignar razones satisfactorias para un uso tan generalizado. Aquellos que piensan que fue una marca tribal, como los tatuajes o los golpes de los dientes anteriores, deben considerar que tales marcas suelen ser visibles. ¿Estaba conectado con el culto fálico, y por lo tanto considerado como una ofrenda a la deidad de la fertilidad? ¿O fue, como algunos piensan, un sustituto para el sacrificio humano? Del hecho de que los sacerdotes de Egipto eran, fuera de toda duda, circuncidados (G. Rawlinson, Antiguo Egipto, vol. I, p. 452), como también del hecho de que las clases altas entre las tribus aztecas y célebes la practicaron, se puede concluir que la circuncisión no era considerada como un signo de esclavitud o sometimiento, sino más bien de nobleza y superioridad. El Padre Lagrange sostiene que tenía un significado religioso, y que, ya que no se menciona en los monumentos caldeos, no era una práctica protosemítica, sino que puede haber tenido su origen en Arabia (Etudes sur les religiones semitiques, 1903, págs. 239 -243).

Muchos le han asignado simplemente motivos utilitaristas: incluso Filo (De Circumcisione, II, 211, ed Mangey) da la limpieza, la ausencia de enfermedad, descendencia y pureza de corazón; al ser esta última el único motivo místico o sacramental entre los cuatro, el que Herodoto también menciona como motivo de los egipcios, kathariotetos eineka (II, 37). Los médicos prescriben la circuncisión en algunos casos, por ejemplo, para evitar la fimosis, balanitis y otros males, además, Rosenzweig recomendó su adopción general en el ejército prusiano (Zur Beschneidungsfrage, 1878). Que la ceremonia tuvo alguna relación con la iniciación a la adultez, a la edad mínima para contraer matrimonio, parece apoyarse en la costumbre de ciertas tribus de circuncidar en la edad de la pubertad y el hecho de que la palabra arábiga khatan significa circuncidar y sea afín con el matrimonio.

Es extraño que la práctica universal de la circuncisión entre los que profesan el islamismo ni está basada en, ni es sancionada por, el Corán. ¿Se debió el silencio observado por el Profeta del Islam a que no había necesidad de prescribir lo que ya tenía fuerza de ley o, tal vez, porque no le pareció que tuviera algún significado religioso? Sin embargo, explicamos su silencio, la tradición, apelando a su autoridad, pronto le dio a la práctica todo el peso de su sanción. La edad a la que los árabes eran circuncidados era, según Josefo (Ant., I, XII, 2), a los trece años, a imitación de Ismael (Gén. 17,25). En la actualidad (1908) el tiempo regular para circuncidar a los niños mahometanos está entre las edades de siete y doce años. Las tribus beduinas también, aunque no islamitas escrupulosos, se han adherido fielmente a este uso de sus antepasados. Una breve descripción de la ceremonia de la circuncisión entre los nómadas de la península del Sinaí se puede leer en el "Fondo de Exploración de Palestina, Declaración Trimestral" (enero de 1906, p. 28). El escritor dice que la ceremonia no tiene "nada religioso" al respecto; sin embargo, como él afirma, en esa ocasión se recita el comienzo del Corán.

La relación, si hay alguna, entre la circuncisión de los gentiles y la de los judíos es un tema interesante. La clara afirmación de la Biblia de que la circuncisión fue dada a Abraham, como "señal de la alianza" (Gén. 17,11) no nos obliga a creer que hasta ahora era desconocida en el mundo. Al igual que la ley de pureza e impureza, en la comida y la vida diaria, puede ser considerada como una práctica de la antigüedad venerable que fue adoptada y adaptada para expresar lo que no había expresado antes. El arcoíris existía desde los primeros días de lluvia y sol, ya que es el resultado de los dos, pero el Señor le dio su significado futuro a Noé. Lo mismo es cierto para el incienso, el sacrificio y el agua lustral, que, aunque existían muy temprano entre las naciones no en contacto con la revelación, aun así son prescritas por ordenanza divina y usadas en el culto divino. Por lo tanto, si cuestionamos la afirmación de Herodoto, que la circuncisión era de origen egipcio, y las naciones vecinas la adoptaron de los egipcios, y fue adoptada de los egipcios por las naciones vecinas, entre éstas, por los sirios (judíos) de Palestina, no es debido a escrúpulos teológicos, sino más bien por falta de argumentos. Lo que se pueda decir de Herodoto como testigo en asuntos que caen bajo su observación personal, cuando argumenta, su autoridad es sólo en proporción al peso de sus argumentos, y estos son, en muchos casos, meras conjeturas. Artapano, citado por Eusebio (Praepar. Evan., IX, XXVIII), va tan lejos como para decir que los egipcios adoptaron la práctica de la circuncisión de Moisés.

La ilustración de la ceremonia de la circuncisión que aparece en las ruinas de Karnak es probablemente posterior que la bajada de Israel hacia Egipto. Aparece en la obra de Andree, págs. 187, 188 (véase más adelante); y también en Ebers, "Aegypten etc.", págs. 278-284 (vea más abajo), que, por otra parte, analizan las inferencias que deben del hallazgo de una momia circuncidada. Podemos decir con seguridad, sin embargo, que hasta nuestros días los monumentos de la antigüedad no suministran ninguna prueba concluyente de que la circuncisión era practicada por doquier antes de la época bíblica, en la que Dios la hizo "una señal de la alianza" entre Él y Abraham ( Gén. 17,11). Para los judíos tenía un significado sacramental, derivado de su institución y sanción divina. Al igual que Isaac, así sus niños eran circuncidados al octavo día, de acuerdo con la ley: "A los ocho días será circuncidado entre vosotros todo varón, de generación en generación: tanto el nacido en casa como el comprado con dinero a cualquier extraño que no sea de tu raza. … de modo que mi alianza esté en vuestra carne como alianza eterna. El incircunciso, el varón a quien no se le circuncidar la carne de su prepucio, ese tal será borrado de entre los suyos por haber violado mi alianza” (Gén. 17,12-14; 21,4). Por alguna razón, no dada en el texto, mientras Moisés estuvo en Madián descuidó circuncidar a su hijo, Eliezer, debido a lo cual Dios “lo habría matado", es decir, no a Eliezer, como algunos piensan, sino a Moisés, como indica el pasaje. Séfora tomó un cuchillo de pedernal y circuncidó a su hijo, y dijo: "Tú eres para mí esposo de sangre”; tras lo cual Yahveh “lo soltó” ( Éx. 4,24-26). La lectura del griego, "la sangre de la circuncisión de mi hijo ha dejado de fluir", es oscura. Séfora muy probablemente quiso decir que con lo que ella había hecho había salvado la vida de su marido y se confirmó su matrimonio con el derramamiento de sangre.

Durante la estadía de cuarenta años en el desierto no se observó la ley de la circuncisión, puesto que los cambios incidentes a la vida nómada, en una comunidad tan grande, hicieron casi imposible su cumplimiento. Sin embargo, cuando el pueblo entró a la tierra prometida, el Señor dijo a Josué: "Hazte cuchillos de pedernal, y vuelve a circuncidar (por segunda vez) a los israelitas" ( Jos. 5,2). Por segunda vez, es decir, renovar la práctica que se había omitido durante el período nómada. Como Séfora utilizó un cuchillo de piedra, asimismo en esta ocasión se utilizaron cuchillos de piedra, lo cual es prueba de que los hechos narrados son de gran antigüedad. Las palabras del Señor a Josué: "Hoy he quitado de vosotros el oprobio de Egipto", parece que no se refieren a la circuncisión, como algunos piensan, sino a la desgracia de ser esclavos de los egipcios, en contraste con el honor de entrar a la verdadera libertad de los hijos de Dios. Josefo las interpreta en este sentido: “Ahora el lugar donde Josué levantó su campamento se llamó "Gilgal", que significa" libertad", ya que desde ahora habían pasado el Jordán, se veían a sí mismos como libres de las miserias a que habían sido sometidos a manos de los egipcios, y en el desierto" (Ant., V, I,11). Muchos eruditos modernos, sin embargo, traducen Guilgal como "ir rodando", "círculo" (Gesenio, sv), y piensan que el texto hebreo de Josué (5,9), "he quitado de vosotros el oprobio de Egipto", se refiere a la eliminación de la desgracia de la no circuncisión, pues en ese momento ellos suponen que la mayoría de los egipcios, y no unos pocos judíos en Egipto, no estaban circuncidados. La ley es clara y perentoria: "El incircunciso será destruido de su pueblo" ( Gén. 17,14), y tanto para judíos como para los extranjeros la circuncisión era una preparación necesaria para comer el cordero pascual (Éx. 12,48 ) “Arel”, "incircunciso", se utiliza con frecuencia como un término de reproche, es decir, profano, impuro (Jueces 15,18; 1 Sam. 14,6; 17,36; 31,4; Isaías 52,1; Eze. 28,10; 32,25.26, etc.). La escuela de Shamai, por lo tanto, era conservadora, e insistía en la observancia rigurosa de la ley, mientras que la de Hillel era más inclinada a la indulgencia en el trato con los prosélitos y extraños. Josefo, en el consejo de Eleazar y Ananías a Izates, rey de Adiabene, da los puntos de vista de los rigoristas y los laxistas en referencia a la necesidad de la circuncisión (Ant., XX, 4; Cf Graetz, Geschichte d. Juden, III, págs. 172 y ss.). La rigurosa doctrina fue adoptada por Juan Hircano, que obligó a los idumeos a circuncidarse. Recibieron, además, toda la ley judía, por lo que Josefo dice que "de ahí en adelante no fueron otra cosa más que judíos" (Ant., XIII, IX, 1). Por lo tanto, el hecho de que Herodes era idumeo le ayudó a subir al trono. Los de Iturea también fueron obligados a "vivir de acuerdo con las leyes judías" (Jos., Ant., XIII, XI, 3).

Mucho antes de esto, muchos de los persas fueron circuncidados y "se convirtieron en judíos por el temor de que los judíos cayeran sobre ellos" (Ester 8,17, texto heb.; Josefo, Ant., XI, VI, 13). El Libro de los Jubileos insiste en la observancia estricta de la ley, y las protestas contra aquéllos que "hacen que los miembros de su cuerpo aparezcan como los de los gentiles" (XV, 26, 27). Durante el período de la dominación griega en Palestina, cuando los tiranos gentiles condenaron a muerte a los que guardaban las leyes de Moisés (1 Mac. 1,63; 2 Mac. 6,10), algunos judíos, bajo la influencia griega, "se hicieron prepucios" y se alejaron de las formas y tradiciones de sus padres (1 Mac. 15-16; Jos. Ant., XII, V, 1.). San Pablo alude a esta operación epispástica a los atletas para ocultar las marcas de la circuncisión, me epispastho (1 Cor. 7,18). Por lo tanto, la circuncisión judía en tiempos posteriores rompe la membrana que queda después de la circuncisión dada en la forma ordinaria, entre los árabes, por ejemplo, y así derrota incluso la habilidad del cirujano.

Para 1908 muchos judíos no eran tan celosos en guardar la ley como lo hacían sus padres; ni tampoco creen que sea necesario tener la "señal de la alianza" en su carne. La ceremonia es considerada cruel, ni tiene ninguna importancia sacramental en la vida nacional judía. El movimiento reformista en Fráncfort del Meno, 1843 la consideró un elemento innecesario del judaísmo. Esta doctrina laxa no pudo encontrar ninguna expresión más fuerte que en el caso del Gran Rabino Einhorn de Mecklenburg, que en 1847 defendió su acto de nombrar y consagrar un niño no circuncidado en la sinagoga, ya que un niño, aunque no circuncidado, nacido de padres judíos, disfruta de todos los privilegios y asume todas las obligaciones de un judío. (Ver Encic. Judía., s.vv. Circuncisión, Einhorn.)

La ley de la circuncisión no designa ni el lugar ni el ministro. La madre, a veces, más a menudo el padre, circuncida al niño. Más tarde, un experto en la operación, llamado un mohel, normalmente un cirujano, realizaba la misma. En Josefo, Ant., XX, II, 4, leemos que Izates, el rey de Adiabene, con el deseo de vivir como un judío, "mandó a buscar un cirujano" y fue circuncidado, evidentemente, en el hogar, como en los tiempos modernos también la ceremonia puede llevarse a cabo ya sea en casa o por lo general en la sinagoga. Se prescribió para el octavo día, aunque cayese en sábado (vea Juan 7,22-23). Se le ponía el nombre, como en Lucas 1,59 y 2,21, para conmemorar el cambio de nombre del patriarca de Abram a Abraham, cuando Dios hizo la alianza con él e hizo de la circuncisión la señal de ella ( Gén. 17,5). El que carga al niño durante la ceremonia se llama Sandek, del griego sunteknos, equivalente a nuestro padrino en el bautismo; y como Elías fue un celoso defensor de la ley, por la cual sufrió mucho, hay una silla vacía para él en cada circuncisión

Los judíos estaban orgullosos de ser descendientes de Abraham, pero no siempre "hacían las obras de Abraham" (Juan 8,39). Se daba tanta importancia al acto externo, que mientras atendían la letra descuidaban el espíritu de la ley. Jeremías (4,4; 9,25-26) llama su atención sobre la necesidad de la circuncisión del corazón, como lo más importante. Incluso en Deuteronomio 10,16 y 30,6 esta circuncisión espiritual se expone en un lenguaje muy certero. Dado que incircunciso significa profano, impuro, imperfecto, “Soy incircunciso de labios” ( Éx. 6,12), “su oído es incircunciso” (Jer. 6,10) y se aplicaba también a cosas inanimadas, como en Lev. 19,23, “consideraréis impuro ( Heb. Incircunciso) su fruto”, de modo que circuncidar el corazón ( Rom. 2,29) significa reformar al hombre interior, al cortar los vicios y corregir los desórdenes que le hacen desagradable ante los ojos de Dios. Salir de la sinagoga era renunciar a lo que la caracterizaba más que cualquier otra cosa (ver Gál. 2,7-8). Sin embargo, San Pablo, mientras mostraba su libertad de las legalidades de la antigua ley al no circuncidar a Tito (Gal. 2,3), quiso enterrar la sinagoga con honor al someter a Timoteo a la ley de la circuncisión ( Hch. 16,3). A pesar de que Cristo mismo, como un verdadero hijo de Abraham, se sometió a la ley, sus seguidores serían hijos de Abraham por la fe, y “ adorarían al Padre en espíritu y en verdad" (Jn. 4,23).

El Concilio de Jerusalén decidió en contra de la necesidad del rito, y San Pablo, en su Epístola a los Gálatas, condena a los maestros que querían hacer de la Iglesia de Cristo sólo la continuación de la sinagoga: "Soy yo, Pablo, quien os lo dice: Si os dejáis circuncidar, Cristo no os aprovechará nada" (5,2). Aquí se refiere a la supuesta eficacia y necesidad de la circuncisión, y no a la mera ceremonia; pues no consideró equivocado circuncidar a Timoteo. Sin embargo, fue un error para los gálatas, después de haber sido bautizados, y habiendo asumido la responsabilidad de las obligaciones de la ley de Cristo con todos sus privilegios, ser circuncidados como un medio necesario para la salvación, ya que, al ir por la salvación de la iglesia a la sinagoga, prácticamente negaron la suficiencia de los méritos de Cristo (cf. Piconio, "Trip. Exp. en Gal.", V, 2). El apóstol da la esencia del cristianismo, cuando dice: "Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión ni la no circuncisión tienen valor; sino solamente la fe que actúa por la caridad" (Gál. 5,6). En el capítulo 4 de su Epístola a los Romanos muestra que Abraham fue justificado por la fe antes de que se le diese la circuncisión como una señal de la alianza, de modo que la no circuncisión de la nueva ley es la continuación de las primeras épocas de la fe sobre la tierra. La Iglesia gentil de la no circuncisión, según San Gregorio Magno, se compone de hombres desde la época de Abel el Justo hasta el final de las edades (Hom. XIX in Evan.). San Justino dice también que según Henoc y los justos de la antigüedad recibieron la circuncisión espiritual, así mismo nosotros la recibimos en el sacramento del bautismo (Dial. cum Tryph., N. XLIII).

Santo Tomás sostiene que la circuncisión fue una figura del bautismo: éste reduce y frena el hombre animal, según aquella eliminó una parte de su cuerpo ---cuyo acto físico indica el efecto espiritual del sacramento (De Sac, Summa, III, Q. LXX, a. 1). Él da tres razones por las cuales el órgano de la generación, más que cualquier otro, habría de ser circuncidado;

  • (a) Abraham iba a ser bendito en su descendencia,
  • (b) El rito era para quitar el pecado original, que viene por generación,
  • (c) Refrenaría la concupiscencia, que se encuentra sobre todo en los órganos genitales (III, Q. LXX, a. 3).

Según su enseñanza, como el bautismo perdona el pecado original y los pecados actuales cometidos antes de su recepción, así mismo la circuncisión los remitía ambos, pero ex opere operantis, es decir, por la fe del beneficiario, o, en el caso de los niños, por la fe de los padres. Los bebés que morían antes de ser circuncidados podían salvarse, al igual que los que vivieron antes de la institución de la circuncisión, y como las mujeres incluso después de su institución, por alguna señal ---las oraciones de los padres, por ejemplo--- expresiva de la fe. Los adultos no recibían la remisión de toda la pena temporal debida al pecado como en el bautismo: --- "Adulti, quando circumcidebantur, consequebantur remissionem, non solum originalis peccati, sed etiam actualium peccatorum; non tamen ita quod liberarentur ab omni reatu paenae, sicut in baptismo, in quo confertur copiosior gratia" (III, Q. LXX, a. 4). Los principales puntos de la doctrina del Doctor Angélico se afirmaban comúnmente en la Iglesia, incluso antes de los tiempos de San Agustín, quien con otros Padres sostenía que la circuncisión no era una mera ceremonia, sino un rito sacramental. (Cf. De Civ. Dei, XVI, 27).


Bibliografía: Autoridades, patrísticas y escolásticas pueden ser encontradas en DE AUGUSTINIS, De Re Sacram., I, par. I, art. II, th. III. ASHER, The Jewish Rite of Circumcision. (Londres, 1873); SCHECHTER, Studies in Judaism (1896), 288, 89, 343; REMONDINO, History of Circumcision (Fil. y Londres, 1891); ANDREE, Ethnographische Parallelen und Vergleiche (Leipzig, 1889), Beschneidung, pp. 166-213; BARNEY, Circumcision and Flagellation among the Filipinos (Carlisle, Pa., 1903); ARNOLD, Circumcision in New York Medical Jour. (13 feb. 1886); EBERS, Aegypten und die Bücher Moses (Leipzig, 1868); MACALESTER en HASTINGS, Dict. of the Bible, s.v.

Fuente: Tierney, John. "Circumcision." The Catholic Encyclopedia. Vol. 3. New York: Robert Appleton Company, 1908. 03 Feb. 2013 <http://www.newadvent.org/cathen/03777a.htm>.

Traducido por Luz María Hernández Medina