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Jueves, 5 de diciembre de 2024

Incienso

De Enciclopedia Católica

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Turiferario. Fotografía de Ghevond Vardapet
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Fotografía de Jaime del Rosario Calderón Rovira

Naturaleza

(Latín, thus, griego, thumiama). Sustancia aromática que se obtiene de ciertos árboles resinosos y empleado principalmente con fines de culto religioso. La palabra también se utiliza para señalar el humo o perfume que surge cuando se quema el incienso.

En tiempos antiguos el incienso se extraía de dos árboles, es decir, el Boswellia sacra de Arabia Felix, y el Boswellia papyrifera de la India, ambos pertenecientes a la familia de los terebintos. Se le menciona en Núm. 7,14; Deut. 33,10, etc. Se extraía de la corteza igual que se obtiene la goma al presente. Con el propósito de aumentar la fragancia y producir un humo más denso, se le añadían varios elementos extraños (cf. Josefo, "Bell. Jud.", V, 5). Estos ingredientes generalmente eran cuatro, pero algunas veces tantos como trece, y la tarea de mezclarlos en la debida proporción era asignada bajo las ordenanzas de la Ley antigua a ciertas familias. (Cant. 3,6).

Uso

El uso del incienso era muy común. Era utilizado con propósitos profanos como un antídoto contra el cansancio producido por el calor excesivo, tal como se utilizan los perfumes hoy día. Los escritores clásicos mencionan su introducción al culto pagano. (cf. Ovidio, "Metamorph.", VI, 14, Virgilio, "Eneida", I, 146). Herodoto atestigua de su uso entre los asirios y babilonios, mientras que en las tabletas monumentales egipcias se representa a los reyes balanceando incensarios. Entró extensamente al ritual judío, en el cual se utilizaba especialmente en relación con las ofrendas eucarísticas de aceite, frutas y vino o los sacrificios incruentos ((Lev. 6,15). Por mandato de Dios, Moisés construyó un altar del incienso (cf. Éx. 30), sobre el cual se quemaban las especies y gomas más dulces, y la función de la renovación diaria se le encomendó a una rama especial de la tribu levítica (1 Crón. 9,29).

No es fácil precisar cuándo exactamente se introdujo el incienso en los servicios religiosos de la Iglesia. No existe evidencia de su uso durante los primeros cuatro siglos. Sin embargo, su uso común en el Templo y las referencias a él en el Nuevo Testamento (Lc. 1,10; Apoc. 8,3-5) sugerirían una temprana familiaridad con él en el culto cristiano. La primera referencia auténtica de su uso en el servicio de la Iglesia se encuentra en Seudo-Dionisio ("De Hier. Ecc.", III, 2). Las liturgias de Santiago y Marcos ---que en su forma actual no son anteriores al siglo V--- se refieren a su uso en los Sagrados Misterios (cf. Brightman, "Liturgias Orientales"). Un ordo romano del siglo VII menciona que el incienso era utilizado en la procesión del obispo al altar y el Viernes Santo. cf. "Ordo Romanus VIII de San Amando; para el Ordo en Einsiedeln MS., cf. Duchesne, "Christian Worship", 481).

La peregrina Eteria lo vio empleado en la vigilia de los Oficios del domingo en Jerusalén (cf. Peregrinatio, II). Casi todas las liturgias orientales dan testimonio de su uso en la celebración de la Misa, especialmente en el ofertorio (cf. Goar, "Euchologium Grecorum", 73; Renaudot, "Coll. liturgiarum orient.", I, 200). En la Iglesia Romana la incensación en el Evangelio de la Misa aparece muy temprano ---en el ofertorio en el siglo XI, y en el introito en el siglo XII, en el Benedictus y en el Magníficat de las horas canónicas alrededor del siglo XIII, y en relación con la elevación y la bendición del Santísimo Sacramento, alrededor del siglo XIV. El “Ordo Romano VI” describe la incensación del celebrante, y en la época de Durando (Rat. Off. Div) se incensaba a los clérigos ayudantes. En la actual disciplina de la Iglesia Occidental se utiliza el incienso en las Misas solemnes, bendiciones solemnes, funciones y procesiones, oficios corales y en las absoluciones para los difuntos. En estas ocasiones se inciensa a las personas, lugares y cosas tales como las reliquias de Cristo y de los santos, el crucifijo, el altar, libro de los Evangelios, los féretros, los restos, la sepultura, etc. Cuando se usa el incienso, generalmente es quemado. Sin embargo, existen dos casos donde no se consume: (1) los granos colocados en el cirio pascual y (2) los granos colocados en el sepulcro de los altares consagrados. Durante la Misa, el incienso generalmente se bendice antes de ser utilizado.

Simbolismo y Manera de Incensar

El Incienso, con su dulce aroma de perfume y el humo que asciende es típico de las buenas oraciones cristianas, las cuales, avivadas en el corazón por el fuego del amor de Dios y exhalando el olor de Cristo, eleva una ofrenda agradable a sus ojos (cf Amalario "De eccles. officiis" en P.L., CV). Incensar es el acto de impartir el olor del incienso. Se toma el incensario con la mano derecha a la altura del pecho, agarrado por una cadena cerca de la cubierta; la mano izquierda, que sostiene la parte superior de la cadena, se coloca en el pecho. Entonces se eleva el incensario hasta llegar a la altura de los ojos, y se le da un movimiento hacia afuera y ligeramente ascendente hacia el objeto a ser incensado, y de inmediato se lleva al punto de partida. Esto constituye una sola oscilación. Para una doble oscilación, se debe repetir el movimiento hacia afuera, haciendo más pronunciado el segundo movimiento que el primero. La dignidad de la persona o cosa determinará si la oscilación es sencilla o doble, y también si se oscilará una o más veces. La naveta es el recipiente que contiene el incienso para su uso inmediato, y se le llama así debido a su forma. Generalmente lo lleva un turiferario en la mano desocupada.


Fuente: Morrisroe, Patrick. "Incense." The Catholic Encyclopedia. Vol. 7. New York: Robert Appleton Company, 1910. 26 Jan. 2012 <http://www.newadvent.org/cathen/07716a.htm>.

Traducido por Ana Laura Cox. lhm.


Enlaces relacionados

  • Fotografías del rito oriental, de Ghevond Vardapet [1]
  • Afecto oriental del Papa Francisco [2]
  • Afecto oriental de los Papas [3]