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Domingo, 24 de noviembre de 2024

Filosofía

De Enciclopedia Católica

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Definición de filosofía

Etimología

Según su etimología, la palabra “filosofía” (philosophia, de philein, amar, y sophia, sabiduría) significa “amor a la sabiduría”. Este sentido aparece de nuevo en sapientia, la palabra usada en la Edad Media para designar la filosofía.

En las primeras etapas de la civilización griega, como en todas las demás, la línea divisoria entre la filosofía y las otras ramas del conocimiento humano no estaba claramente definida, y se entendía que filosofía significaba “todo esfuerzo hacia el conocimiento”. Este sentido de la palabra sobrevive en Herodoto (L, XXX) y en Tucídides (II, XL). En el siglo IX de nuestra era, Alcuino, empleándola en el mismo sentido, dice que filosofía es naturarum inquisitio, rerum humanarum divinarumque cognitio quantum homini possibile est aestimare---la investigación de la naturaleza, y tal conocimiento de las cosas humanas como le es posible al hombre (P.L., CI, 952).

En su acepción correcta, filosofía no significa el conjunto de las ciencias humanas, sino "la ciencia general de cosas en el universo por sus determinaciones y razones finales", además, "el conocimiento íntimo de las causas y razones de las cosas", el conocimiento profundo del orden universal. Sin enumerar aquí todas las definiciones históricas de filosofía, se pueden dar algunas de las más significativas: Platón la llama "la adquisición de conocimiento", griego: ktêsis epistêmês (Eutidemo, 288 d). Aristóteles, más poderoso que su maestro en la compresión de las ideas, escribe: griego: ten onomazomeneu sophian peri ta prota aitia kai tas archas upolambanousi pantes. "Todos los hombres consideran que la filosofía se interesa por las causas y principios primarios” (Metaph., I, I). Estas nociones se perpetuaron en las escuelas post-aristotélicas ( estoicismo, el epicureísmo, el neoplatonismo), con la diferencia de que los estoicos y los epicúreos acentuaban el aspecto moral de la filosofía (Philosophia studium summae virtutis, dice Séneca en "Epist." , LXXXIX, 7), y los neoplatónicos su relación mística (véase la sección V infra). Los Padres de la Iglesia y los primeros filósofos de la Edad Media no parecen haber tenido una idea muy clara de la filosofía, por razones que vamos a desarrollar más adelante (sección IX), pero su concepción surge una vez más en toda su pureza entre los filósofos árabes a finales del siglo XII y los maestros del escolasticismo en el XIII. Santo Tomás, adoptando la idea aristotélica, escribe: Sapientia est scientia quit considerat causas primas et universales causas; sapientia causas primas omnium causarum considerat---"La sabiduría [es decir, la filosofía] es la ciencia que considera las causas primeras y universales; la sabiduría considera las primeras causas de todas las causas "(En Metafísica, I, lect. II).

En general, se puede decir que los filósofos modernos han adoptado esta forma de mirarlo. Descartes considera la filosofía como sabiduría: Philosophiat voce sapientiat studium denotamus---"Por el término filosofía denotamos la búsqueda de la sabiduría" (Princ. philos., preface); y entiende por él "cognitio veritatis per primas suas causas"—"el conocimiento de la verdad por sus causas primeras” (ibid). Para Locke, la filosofía es el conocimiento verdadero de las cosas; para Berkeley, "el estudio de la sabiduría y la verdad" (Principio). Las varias concepciones de la filosofía dadas por Kant la reducen a una ciencia de los principios de conocimiento generales y de los objetos esenciales obtenibles por el conocimiento---—"Wissenschaft von den letzten Zwecken der menschlichen Vernunft". Para los numerosos filósofos alemanes que derivan su inspiración de su crítica---Fichte, Hegel, Schelling, Schleiermacher, Schopenhauer, y el resto---es la enseñanza general de la ciencia (Wissenschaftslehre). Muchos autores contemporáneos la consideran como la teoría sintética de las ciencias particulares: "La filosofía", dice Herbert Spencer, "es conocimiento completamente unificado" (First Principles, § 37). Ostwald tiene la misma idea. Para Wundt, el objeto de la filosofía es "la adquisición de una concepción general tal del mundo y de la vida que pueda satisfacer las exigencias de la razón y las necesidades del corazón”---Gewinnung einer allgemeinen Welt- and Lebensanschauung, welche die Forderungen unserer Vernunft and die Bedurfnisse unseres Gemuths befriedigen soil" (Einleit. in d. Philos., 1901, p. 5). Windelband, Doring y otros enfatizan esta idea de filosofía como la ciencia esencial de los valores (Wertlehre).

La lista de concepciones y definiciones podrían prolongarse indefinidamente. Todos ellas afirman el carácter eminentemente sintético de la filosofía. En opinión de este autor, la definición más exacta y completa es la de Aristóteles. Cara a cara con la naturaleza y consigo mismo, el hombre reflexiona y se esfuerza por descubrir cómo es el mundo, y qué es él mismo. Una vez hecho el verdadero objeto de estudios en detalle, cada uno de los cuales constituye la ciencia (véase la sección VIII), se ve arrastrado a un estudio del conjunto, para investigar los principios o razones de la totalidad de las cosas, un estudio que provee las respuestas a los últimos porqués. El último de los porqués descansa sobre todo lo que es y sobre todo lo que pasa a ser: no se aplica, como en cualquier ciencia particular, un (por ejemplo, la química), a tal o cual proceso de llegar a ser, o a este o ese ser (por ejemplo, la combinación de dos cuerpos), sino a todo ser y a todo llegar a ser. Todo ente tiene dentro de sí sus principios constitutivos, los cuales explican su substancia (materia constitutiva y causas formales); todo devenir, o cambio, ya sea superficial o profundo, es provocado por una causa eficiente que no sea su sujeto, y por último las cosas y acontecimientos tienen su sentido a partir de una finalidad o causa final. La armonía de los principios, o causas, produce el orden universal. Y así, la filosofía es el conocimiento profundo del orden universal, en el sentido de que tiene como objeto los principios más simples y más generales, a través de los cuales se explican, en última instancia, todos los demás objetos de pensamiento.

Por estos principios, dice Aristóteles, sabemos otras cosas, pero otras cosas no son suficientes para hacernos conocer estos principios (en griego: dia gar tauta kai ek touton t`alla gnorizetai, all ou ou tauta dia ton upekeimenon —Metaph., I). La expresión orden universal debe ser entendida en el sentido más amplio. El hombre es una parte de ella: por lo tanto, las relaciones del hombre con el mundo de los sentidos y con su Autor pertenecen a la esfera de la filosofía. Ahora el hombre, por una parte, es el autor responsable de estas relaciones, porque es libre, pero está obligado por la misma naturaleza a alcanzar una meta, la cual es el fin moral. Por otra parte, él tiene el poder de reflexionar sobre el conocimiento que adquiere de todas las cosas, y esto le lleva a estudiar la estructura lógica de la ciencia. Así, el conocimiento filosófico lleva a la familiaridad filosófica con la moral y la lógica. Y por lo tanto, tenemos esta definición más amplia de la filosofía: "El conocimiento profundo del orden universal, de los deberes que dicho orden le impone al hombre, y del conocimiento que el hombre adquiere a partir de la realidad”--- "—"La connaissance approfondie de l'ordre universel, des devoirs qui en resultent pour I'homme et de la science que l'homme acquiert de la realite" (Mercier, "Logique", 1904, p. 23). El desarrollo de estas mismas ideas bajo otro aspecto se verá en la sección VIII de este artículo.

Divisiones de la filosofía

Dado que el orden universal entra en el ámbito de la filosofía (que estudia sólo sus principios primeros, y no sus razones en detalle), la filosofía está dirigida a la consideración de todo lo que es: el mundo, Dios (o su causa), y el hombre mismo (su naturaleza, origen, operaciones, fin moral y sus actividades científicas).

Estaría fuera de la cuestión enumerar aquí todos los métodos de dividir la filosofía que se han dado: nos limitamos a los que han desempeñado un papel en la historia y posee el más profundo significado.


A. En la filosofía griega

Dos divisiones históricas dominan la filosofía griega: la platónica y la aristotélica.

1. Platón divide la filosofía en dialéctica, física y ética. Esta división no se encuentra en los propios escritos de Platón, y sería imposible adaptar sus diálogos al marco triple, pero corresponde con el espíritu de la filosofía platónica. Según Zeller, Jenócrates (314 a.C.) su discípulo, y el representante principal de la Vieja Academia, fue el primero en adoptar esta división triádica, que estaba destinada a pasar a través de los tiempos (Grundriss d. Geschichte d. griechi"schen Philosophie, 144), y Aristóteles la sigue en la división de la filosofía de su maestro. La dialéctica es la ciencia de la realidad objetiva, es decir, de la Idea (griego, idea eidos), de modo que por dialéctica platónica debemos entender la metafísica. La física se ocupa de las manifestaciones de la Idea, o de lo Real, en el universo sensible, al que Platón no le atribuye ningún valor real independiente del de la Idea. La ética tiene por objeto los actos humanos. Platón trata con la lógica, pero no tiene un sistema de lógica; el cual fue un producto del genio de Aristóteles.

La clasificación de Platón fue adoptada por su escuela (la Academia), pero no tardó en ceder a la influencia de la división más completa de Aristóteles y en concederle un lugar a la lógica. A raíz de las inspiraciones de los viejos académicos, los estoicos dividieron la filosofía en física (el estudio de lo real), lógica (el estudio de la estructura de la ciencia), y moral (el estudio de los actos morales). Esta clasificación fue perpetuada por los neoplatónicos, quienes la transmitieron a los Padres de la Iglesia, y a través de ellos a la Edad Media.

2. Aristóteles, el ilustre discípulo de Platón, el más didáctico y al mismo tiempo el más sintético, con una mente producto del mundo griego, elaboró un esquema extraordinario de las divisiones de la filosofía. Las ciencias filosóficas se dividen en teóricas, prácticas y poéticas, según que su ámbito sea el puro conocimiento especulativo, la conducta (en griego: Praksis), o la producción externa (poiêsis). La filosofía teórica consta de:

  • (a) la física, o el estudio de las cosas corpóreas que están sujetas a cambios (achorista men all ouk akiveta);
  • (b), matemáticas, o el estudio de la extensión, es decir, de una propiedad corpórea no sujeta a cambios y considerada, por abstracción, aparte de la materia (akinêta men ou chôrista d'isôs, all' hôs en hulê);
  • (c) metafísica, llamada teología, o primera filosofía, es decir, el estudio del ser en sus determinaciones (chôrista kau akinêt) inmutables e incorpóreas (ya sea naturalmente o por abstracción).

La filosofía práctica comprende la ética, la economía y la política; la segunda de las tres a veces se mezcla con la última. La filosofía poética se refiere, en general, con las obras exteriores concebidas por la inteligencia humana. A éstos se puede añadir convenientemente la lógica, el vestíbulo de la filosofía, que Aristóteles estudió extensamente, y de la que puede ser llamado el creador.

En la agrupación de los estudios filosóficos, Aristóteles le concede correctamente el lugar de honor a la metafísica. Él la llama "filosofía primera". Su clasificación fue adoptada por la escuela peripatética y fue famosa en toda la antigüedad; fue eclipsada por la clasificación platónica durante el período alejandrino, pero reapareció en la Edad Media.


B. En la Edad Media

Aunque la división de la filosofía en sus ramas no es uniforme en el primer período de la Edad Media en Occidente, es decir, hasta el final del siglo XII, las clasificaciones de este periodo son en su mayoría similares a la división platónica en lógica, ética y física. La clasificación aristotélica de las ciencias teóricas, aunque dada a conocer por Boecio, no ejerció ninguna influencia debido a que en la Alta Edad Media, Occidente no conocía nada sobre Aristóteles, excepto sus obras sobre lógica y algunos fragmentos de su filosofía especulativa (véase la sección V infra). Cabe añadir aquí que la filosofía, reducida al principio a la dialéctica, o lógica, y colocada como tal en el Trivio, no tardó en erigirse por encima de las artes liberales.

Los filósofos árabes del siglo XII (Avicena, Averroes) aceptaron la clasificación aristotélica, y cuando sus obras---especialmente sus traducciones de los grandes tratados originales de Aristóteles---penetraron en Occidente, la división aristotélica definitivamente tomó su lugar allí. Su venida es anunciada por Gundisalino (véase la sección XII), uno de los traductores toledanos de Aristóteles, y autor de un tratado, "De divisione philosophiae", que fue imitado por Michael Scott y Robert Kilwardby. Santo Tomás no hizo más que adoptarlo y darle una forma científica precisa. Más adelante veremos que, conforme con la noción medieval de un sapientia, a cada parte de la filosofía corresponde el estudio preliminar de un grupo de ciencias especiales. El esquema general de la división de la filosofía en el siglo XIII, con los comentarios de Santo Tomás en él, es el siguiente:

Hay tantas partes de la filosofía como distintos dominios en el orden sometidos a la reflexión del filósofo. Ahora bien, hay un orden que la inteligencia no forma, sino que sólo considera; tal es el orden percibido en la naturaleza. Otro orden, el práctico, se forma ya sea por los actos de nuestra inteligencia, o por los actos de nuestra voluntad, o por la aplicación de esos actos a las cosas externas en las artes: de ahí la división de la filosofía práctica en lógica, filosofía moral y estética, o la filosofía de las artes (Ad philosophiam naturalem pertinet considerare ordinem rerum quem ratio humana considerat sed non facit; ita quod sub naturali philosophia comprehendamus et metaphysicam. Ordo autem quem ratio considerando facit in proprio actu, pertinet ad rationalem philosophiam, cujus est considerare ordinem partium orationis ad invicem et ordinem principiorum ad invicem et ad conclusiones. Ordo autem actionum voluntariarum pertinet ad considerationem moralis philosophiae. Ordo autem quem ratio considerando facit in rebus exterioribus per rationem humanam pertinet ad artes mechanicas." A la filosofía natural le corresponde la consideración del orden de cosas que la razón humana considera pero no crea---así como incluimos también la metafísica bajo la filosofía natural. Pero el orden que la razón crea por su propio movimiento le atañe a la filosofía racional, cuyo oficio es considerar la orden de las partes de un discurso con referencia a otro y el orden de los principios en relación con los otros y con las conclusiones. El orden de las acciones voluntarias le corresponde a la consideración de la filosofía moral, mientras que el orden que la razón crea en las cosas exteriores a través de la razón humana le atañe a las artes mecánicas.---En “X Ethic.ad Nic.”, I,lect. I.

La filosofía de la naturaleza, o la filosofía especulativa, se divide en metafísica, matemática y física, de acuerdo con las tres etapas atravesadas por la inteligencia en su esfuerzo por lograr una comprensión sintética del orden universal, mediante la abstracción del movimiento (física), la cantidad inteligible (matemáticas), el ser (la metafísica) (En lib. Boeth. de Trinitate, Q. v., a. 1). En esta clasificación, es preciso señalar que, al ser el hombre un elemento del mundo de los sentidos, se sitúa a la psicología como parte de la física.


C. En la filosofía moderna

Hablando generalmente, se puede decir que la clasificación escolástica duró, con algunas excepciones, hasta el siglo XVII. A partir de Descartes, nos encontramos que surgen una multitud de clasificaciones que difieren en los principios que los inspiran. Kant, por ejemplo, distingue la metafísica, la filosofía moral, la religión y la antropología. El esquema más ampliamente aceptado, el que rige todavía la división de las ramas de la filosofía en la enseñanza, se debe a Wolff (1679-1755), discípulo de Leibniz, que ha sido llamado el educador de Alemania en el siglo XVIII. Este esquema es el siguiente:

Wolff rompió los vínculos que unían las ciencias particulares a la filosofía, y las colocó por sí mismas; en su opinión la filosofía debe seguir siendo puramente racional. Es fácil ver que los miembros del régimen de Wolff se encuentran en la clasificación aristotélica, en la que la teodicea es un capítulo de la metafísica y la psicología es un capítulo de la física. Incluso puede decirse que la clasificación griega es mejor que la de Wolff en lo que respecta a la filosofía especulativa, donde los antiguos eran guiados por el objeto formal del estudio---es decir, por el grado de abstracción a la que todo el universo está sujeto, mientras que los modernos siempre miran el objeto material---es decir, las tres categorías de seres que es posible estudiar: Dios, el mundo de los sentidos y el hombre.


D. En la filosofía contemporánea

El impulso recibido por la filosofía durante la última mitad del siglo XIX dio lugar a nuevas ciencias filosóficas, en el sentido de que las distintas ramas se han desprendido de los tallos principales. En psicología este fenómeno ha sido notable: criteriología, o la epistemología (el estudio de la certeza del conocimiento) se ha convertido en un estudio especial. Otras ramas que se han formado en las nuevas ciencias de la psicología son: psicología fisiológica, o el estudio de los concomitantes fisiológicos de la actividad psíquica; la didáctica, o la ciencia de la enseñanza; la pedagogía, o ciencia de la educación; la psicología colectiva y la psicología de la los pueblos (Vólkerpsychologie), que estudia los fenómenos psíquicos observables en los grupos humanos como tales y en las diferentes razas. Una parte importante de la lógica (llamada también noética, o canónica) tiene la tendencia a separarse del cuerpo principal, a saber, la metodología, que estudia la formación lógica especial de varias ciencias. En la filosofía moral, en el sentido amplio, se han injertado la filosofía del derecho, la filosofía de la sociedad, o la filosofía social (que es muy parecida a la sociología), y las filosofías de la religión y de la historia.

Principales soluciones sistemáticas

A partir de lo dicho anteriormente, es evidente que la filosofía se ve acosada por un gran número de preguntas. No sería posible enumerar aquí todas esas preguntas, y mucho menos los detalles de las diversas soluciones que se les han dado. La solución de una cuestión filosófica se llama una doctrina o teoría filosófica. Un sistema filosófico (del griego: sunistêmi, reunir, juntar) es un grupo completo y organizado de soluciones. No es un conjunto incoherente o una amalgama enciclopédica de este tipo de soluciones, sino que está dominado por una unidad orgánica. Sólo los sistemas filosóficos que se construyen conforme a las exigencias de la unidad orgánica son realmente de gran alcance: tales son los sistemas de los Upanishads, de Aristóteles, del neoplatonismo, del escolasticismo, de Leibniz, Kant y Hume. De modo que una o varias teorías no constituyen un sistema; pero algunas teorías, es decir, respuestas a una pregunta filosófica, son lo suficientemente importantes para determinar la solución de otros problemas importantes de un sistema. El alcance de esta sección es indicar algunas de estas teorías.

A. Monismo o panteísmo, y pluralismo, individualismo o teísmo

¿Hay muchos entes distintos en su realidad, con un Ser Supremo, Dios, en la cúspide de la jerarquía; o hay sólo una realidad (monas, de ahí monismo), un Todo-Dios (pan-theos) del cual cada individuo es sólo un miembro o fragmento (panteísmo substancialista), o bien una fuerza o energía (panteísmo dinámico)? Tenemos aquí una importante pregunta de metafísica cuya solución reacciona sobre todos los demás dominios de la filosofía. Los sistemas de Aristóteles, de los escolásticos y de Leibniz son pluralistas y teístas; los indio, neoplatónico y hegeliano son monistas. El monismo es una explicación fascinante de lo real, pero sólo pospone las dificultades que se imagina que está resolviendo (por ejemplo, la dificultad de la interacción de las cosas), sin decir nada de la objeción, desde el punto de vista humano, de que se opone a nuestros más profundamente arraigados sentimientos. (vea individualismo).

B. Objetivismo y subjetivismo

¿Posee el ente, ya sea uno o muchos, vida propia, independiente de nuestra mente, de modo que ser conocido por nosotros es sólo accidental al ente, como en el sistema objetivo de la metafísica (por ejemplo, Aristóteles, los escolásticos, Spinoza)? ¿O no es el ente otra realidad que la presencia mental y subjetiva que adquiere en nuestra representación del mismo como en el sistema subjetivo (por ejemplo, Hume)? Es en este sentido que la "Revue de metaphysique et de la moral" (ver bibliografía) utiliza en su título el término metafísica. El subjetivismo no puede explicar la pasividad de nuestras representaciones mentales, que no sacamos de nosotros mismos, y que por tanto nos obligan a inferir la realidad de un no-ego.

C. Substancialismo y fenomenismo

¿Es toda la realidad un flujo de fenómenos (Heráclito, Berkeley, Hume, Taine), o aparece la manifestación sobre una base, o substancia, que se manifiesta a sí misma, y el fenómeno demanda un noúmeno (los escolásticos)? Sin una sustancia subyacente, que sólo conocemos por medio de este fenómeno, ciertas realidades, como caminar y hablar, no se pueden explicar, y hechos como la memoria se vuelven absurdos.

D. Mecanismo y dinamismo (puro y modificado)

Algunos consideran que los organismos naturales son agregaciones de partículas homogéneas de la materia (átomos) que reciben un movimiento que es extrínseco a ellos, de modo que estos organismos sólo se diferencian en el número y disposición de sus átomos (el atomismo, o mecanismo, de Demócrito, Descartes y Hobbes). Otros los reducen a fuerzas específicas, no extendidas, inmateriales, cuya extensión es sólo la manifestación superficial (Leibniz). Entre los dos está el dinamismo modificado (Aristóteles), que distingue en los cuerpos un principio específico inmanente (forma) y un elemento indeterminado (materia) que es la fuente de la limitación y la extensión. Esta teoría explica los caracteres específicos de las entidades en cuestión, así como la realidad de su extensión en el espacio.

E. Materialismo, agnosticismo y espiritualismo

Que todo lo real es material, que todo lo que podría ser inmaterial sería irreal, tal es la doctrina cardinal del materialismo (los estoicos, Hobbes, De la Mettrie). El materialismo contemporáneo es menos franco: se inspira en una ideología positivista (véase la sección VI), y afirma que, si existe algo supra-material, es incognoscible (agnosticismo, a partir de a y gnôsis, conocimiento; Spencer, Huxley). El espiritualismo enseña que existen, o que son posibles, entes incorpóreos o inmateriales ( Platón, Aristóteles, San Agustín, los escolásticos, Descartes, Leibniz). Algunos incluso han afirmado que sólo existen espíritus: Berkeley, Fichte y Hegel son espiritualistas exagerados. La verdad es que hay cuerpos y espíritus; entre los últimos estamos familiarizados (aunque mucho menos que con los cuerpos) con la naturaleza de nuestra alma, la cual es revelada por la naturaleza de nuestros actos inmateriales, y con la naturaleza de Dios, la inteligencia infinita, cuya existencia es demostrada por la misma existencia de las cosas finitas. Junto a estas soluciones relativas a los problemas de lo real, hay otro grupo de soluciones, no menos influyentes en la orientación de un sistema, y relativas a los problemas psíquicos o los del ego humano.

F. Sensualismo y racionalismo, o espiritualismo

Estos son los polos opuestos de la cuestión ideogenética, la cuestión del origen de nuestro conocimiento. Para el sensualismo la única fuente del conocimiento humano es la sensación: todo se reduce a sensaciones transformadas. Esta teoría, expuesta desde hacía mucho tiempo en la filosofía griega ( estoicismo, epicureísmo) fue desarrollada al máximo por los sensualistas ingleses (Locke, Berkeley, Hume) y los asociacionistas (Brown, Hatley, Priestley); su forma moderna es el positivismo (John Stuart Mill, Huxley, Spencer, Comte, Taine, Littré, etc.) Si esta teoría fuese verdadera, seguiría que sólo podemos conocer lo que cae bajo nuestros sentidos, y por lo tanto no podemos pronunciarnos sobre la existencia o no existencia, la realidad o irrealidad, de lo super-sensible. El positivismo es más lógico que el materialismo. En el Nuevo Mundo, el término agnosticismo ha sido empleado afortunadamente para indicar esta actitud de reserva hacia el super-sensible. El racionalismo (de ratio, razón), o espiritualismo, establece la existencia en nosotros de conceptos más altos que las sensaciones, es decir, de conceptos abstractos y generales ( Platón, Aristóteles, San Agustín, los escolásticos, Descartes, Leibniz, Kant, Cousin, etc.). El espiritualismo ideológico ha ganado la adhesión de los más grandes pensadores de la humanidad. Sobre la espiritualidad, o inmaterialidad, de nuestras mayores operaciones mentales se basa la prueba de la espiritualidad del principio del que proceden y, por ende, de la inmortalidad del alma.

G. Escepticismo, dogmatismo y criticismo

Se han dado tantas respuestas a la pregunta de si el hombre puede alcanzar la verdad, y cuál es el fundamento de la certeza, que no vamos a tratar de enumerarlas todas. El escepticismo declara que la razón es incapaz de llegar a la verdad, y afirma que la certeza es un asunto puramente subjetivo (Sexto Empírico, Enesidemo). El dogmatismo afirma que el hombre puede alcanzar la verdad, y que, en medida a determinarse más adelante, nuestras cogniciones son ciertas. Para los tradicionalistas el motivo de la certeza es una revelación divina; para la Escuela Escocesa (Reid) es una inclinación de la naturaleza a afirmar los principios del sentido común; es una necesidad irracional, pero social, de admitir ciertos principios para el dogmatismo práctico (Balfour en su "Foundations of Belief” habla de "impulsos no racionales", mientras que Mallock sostiene que "se encuentra que la certeza es hija, no de la razón, sino de la costumbre" y Brunetière escribe sobre "la quiebra de la ciencia y la necesidad de la creencia"); es un sentimiento afectivo, una necesidad de querer que ciertas cosas puedan ser realidades (voluntarismo; dogmatismo moral de Kant), o el hecho de vivir ciertas verdades (pragmatismo contemporáneo y humanismo; William James, Schiller) . Pero para otros---y esta es la teoría que aceptamos---el motivo de la certeza es la evidencia misma de la relación que aparece entre el predicado y el sujeto de una proposición, una evidencia que la mente percibe, pero que no crea (dogmatismo moderado). Por último, para el criticismo, que es la solución kantiana al problema del conocimiento, la mente crea la evidencia por medio de las funciones estructurales que posee cada intelecto humano (las categorías del entendimiento). De conformidad con estas funciones, conectamos las impresiones de los sentidos y construimos el mundo. El conocimiento, por lo tanto, sólo es válido para el mundo según representado a la mente. El criticismo de Kant termina en un idealismo excesivo, que es llamado también subjetivismo o fenomenalismo, y según el cual la mente saca todas sus representaciones fuera de sí misma, tanto las impresiones sensoriales y las categorías que las conectan: el mundo se convierte en un poema mental, el sujeto crea el objeto como representación (Fichte, Schelling, Hegel).

H. Nominalismo, realismo y conceptualismo

Nominalismo, realismo y conceptualismo son varias respuestas a la pregunta de la objetividad real de nuestras predicaciones, o de la relación de fidelidad existente entre nuestras representaciones generales y el mundo exterior (vea nominalismo, realismo, conceptualismo).

I. Determinismo e indeterminismo

Tiene todo fenómeno o hecho su causa adecuada en un fenómeno antecedente o hecho (determinismo cósmico)? Y, con respecto a los actos de la voluntad, ¿son igualmente determinados en todos sus elementos constitutivos (determinismo moral, estoicismo, Spinoza)? Si es así, entonces desaparece la libertad, y con ella la responsabilidad humana, mérito y demérito. O, por el contrario, ¿existe una categoría de voluntades que no son necesarias, y que dependen de la facultad discrecional de la voluntad de actuar o no actuar y en la actuación a seguir una dirección libremente elegida? ¿Existe la libertad? La mayoría de los espiritualistas de todas las escuelas han adoptado una filosofía libertaria, y afirman que solo la libertad da un sentido aceptable a la vida moral; por varios argumentos han confirmado el testimonio de la conciencia y los datos de común consentimiento. En la naturaleza física rigen la causa y el determinismo; en la vida moral rige la libertad. Otros, no muy numerosos, incluso han pretendido descubrir casos de indeterminismo en la naturaleza física (las llamadas teorías de contingencia, por ejemplo, Boutroux).

J. Utilitarismo y la moralidad de la obligación

¿Qué constituye el fundamento de la moralidad en nuestras acciones? Algunos dicen que s el placer o la utilidad, el placer personal o egoísta (egoísmo -- Hobbes, Bentham y "la aritmética del placer"); o de nuevo, en el placer y la utilidad de todos (altruismo -- John Stuart Mill). Otros afirman que la moralidad consiste en el cumplimiento del deber por amor al deber, la observancia de la ley porque es la ley, independientemente del beneficio personal (el formalismo de los estoicos y de Kant). Según otra doctrina, que en nuestra opinión es más correcta, la utilidad o ventaja personal no es incompatible con el deber, pero la fuente de la obligación de actuar es, en último análisis, como nos dicen las propias exigencias de nuestra naturaleza, la ordenanza de Dios (vea utilitarismo).

Métodos filosóficos

Método (griego, meth odos), un camino seguido para llegar a algún punto objetivo. Por método filosófico se entiende el camino que conduce a la filosofía, que, de nuevo, puede significar el proceso empleado en la construcción de una filosofía (método constructivo, método de la invención), o el camino de la enseñanza de la filosofía (método de enseñanza, método didáctico). Vamos a tratar aquí el primero de estos dos sentidos; el último será tratado en la sección XI. Tres métodos pueden ser y han sido aplicados a la construcción de la filosofía.

A. Método experimental (empírico o analítico)

El método empírico de todos los filósofos es observar, acumular y coordinar los hechos. Llevado a sus últimas consecuencias, el método empírico se niega a subir más allá de los hechos observados y observables hecho; se abstiene de investigar todo lo que es absoluto. Se encuentra entre los materialistas, antiguos y modernos, y es el más aplicado sin reservas en el positivismo contemporáneo. Comte opone el "modo de pensar positivo", basado únicamente en la observación, a los modos teológico y metafísico. Para Mill, Huxley, Bain, Spencer, no es una proposición filosófica sino que es producto, simple y llanamente, de la experiencia; lo que consideramos una idea general es un conjunto de sensaciones; un juicio es la unión de dos sensaciones; un silogismo, el paso de lo particular a lo particular (Mill, "A System of Logic, Rational and Inductive”, ed. Lubbock, 1892; Bain, “Logic”, Nueva York, 1874). Las proposiciones matemáticas, los axiomas fundamentales tales como a = a, el principio de contradicción, el principio de causalidad son solo “generalizaciones a partir de hechos de experiencia” (Mill, op. Cit., VII, # 5). Según este autor, lo que creemos que es superior a la experiencia en la enunciación de leyes científicas se deriva de nuestra incapacidad subjetiva de concebir su contradictoria; de acuerdo a Spencer, lo inconcebible de la negación es desarrollado por la herencia. Aplicado en una forma exagerada y exclusiva, el método experimental mutila los hechos, ya que es incapaz de ascender a las causas y las leyes que rigen los hechos. Suprime el carácter de necesidad objetiva que es inherente a los juicios científicos, y los reduce a fórmulas colectivas de los hechos observados en el pasado. Se nos prohíbe hacer valer, por ejemplo, que los hombres que van a nacer después de nosotros estarán sujetos a la muerte, ya que toda certeza se basa en la experiencia, y que por mera observación no podemos llegar a la naturaleza inmutable de las cosas. El método empírico, dejado a sus propios recursos, comprueba el movimiento ascendente de la mente hacia las causas u objeto de los fenómenos a los que se enfrenta.

B. Método deductivo o sintético a priori

En el polo opuesto al anterior, el método deductivo parte de principios muy generales, de causas más altas, hasta descender ( latín deducere, dirigir hacia abajo) a relaciones más y más complejas y a los hechos. El sueño del deduccionista es tomar como punto de partida una intuición del Absoluto, de la Suprema Realidad---para los teístas, Dios, para los monistas, el Ente Universal---y sacar de esta intuición el conocimiento sintético de todo lo que depende de ello en el universo, de conformidad con la escala metafísica de lo real.

Platón es el padre de la filosofía deductiva: él comienza por el mundo de las Ideas, y a partir de la Idea del Soberano Bien, él conocería la realidad del mundo de los sentidos sólo en las Ideas de las cuales es el reflejo. San Agustín, también, encuentra su satisfacción en el estudio del universo, y del menor de los entes que lo componen, sólo en una contemplación sintética de Dios, la causa ejemplar, creativa y final de todas las cosas. Así, también, en la Edad Media se le concedió gran importancia al método deductivo. "Propongo", escribe Boecio, "que la ciencia se construya por medio de conceptos y máximas, como se hace en matemáticas." San Anselmo de Canterbury extrae de la idea de Dios, no sólo la prueba de la existencia real de un ente infinito, sino también un grupo de teoremas sobre sus atributos y sus relaciones con el mundo.

Dos siglos antes de Anselmo, Escoto Eriúgena, el padre del anti escolasticismo, es el tipo más completo del deduccionista: su metafísica es una larga descripción de la odisea divina, inspirada por los neoplatónicos, la concepción monista del descenso del Uno en sus generaciones sucesivas. Y, en el mismo umbral del siglo XIII, Alain de l’Isle le habría aplicado a la filosofía una metodología matemática. En el siglo XIII, Raimundo Lulio creía que había encontrado el secreto de "el Gran Arte" (ars magna), una especie de silogismo-máquina, construida de tabulaciones generales de ideas, la combinación de lo que daría la solución a cualquier cosa. Descartes, Spinoza y Leibniz son deduccionistas: ellos podrían construir la filosofía a la manera de la geometría (more geometrico), enlazando los más especiales y complicados teoremas a algunos axiomas muy sencillos. La misma tendencia aparece entre los ontologistas y los panteístas post-kantianos en Alemania (Fichte, Schelling, Hegel), que basan su filosofía en la intuición del Ser Absoluto.

Los filósofos deductivos generalmente pretenden desdeñar las ciencias de observación. Su gran defecto es el comprometimiento del hecho, sometiéndolo a una explicación preconcebida o teoría preconcebida asume a priori, mientras que la observación del hecho debería preceder a la asignación de su causa o de su razón adecuada. Este defecto en el método deductivo aparece manifiestamente en una obra de juventud de Leibniz, "Specimen demonstrationum politicarum pro rege Polonorum eligendo", publicada anónimamente en 1669, donde demuestra por métodos geométricos (more geometrico), en sesenta proposiciones, que el Conde Palatino de Neuburg debía ser elegido para el trono de Polonia.

C. Método analítico-sintético

Esta combinación de análisis y síntesis, de observación y deducción, es el único método apropiado a la filosofía. De hecho, ya que se compromete a proporcionar una explicación general del orden universal (véase la sección I), la filosofía debe comenzar con efectos complejos, hechos conocidos por la observación, antes de tratar de incluirlos en una explicación general del universo. Esto se manifiesta en la psicología, donde se comienza con un examen cuidadoso de las actividades, en particular de los fenómenos de los sentidos, la inteligencia y el apetito; en cosmología, donde se observa una serie de cambios, superficiales y profundos, de los cuerpos; en la filosofía moral, que sale de la observación de los hechos morales; en la teodicea, donde interrogamos las creencias y sentimientos religiosos; incluso en la metafísica, el punto de partida de lo que es realmente el ente.

Pero una vez finalizados la observación y el análisis, comienza el trabajo de síntesis. Tenemos que pasar adelante a una psicología sintética que nos permita comprender el destino del principio vital del hombre; a una cosmología que explique la constitución de los cuerpos, sus cambios y la estabilidad de las leyes que los rigen; a una filosofía moral sintética que establezca el fin del hombre y el fundamento último del deber; a una teodicea y a una metafísica deductiva que examine los atributos de Dios y las concepciones fundamentales de todos los seres. En su conjunto y en cada una de sus divisiones, la filosofía aplica el método analítico-sintético. Su ideal sería dar una explicación del universo y del hombre por un conocimiento sintético de Dios, de quien depende toda realidad. Esta vista panorámica---la visión del águila de las cosas---ha seducido a todos los grandes genios. Santo Tomás se expresa admirablemente sobre este conocimiento sintético del universo y su causa primera.

El proceso analítico-sintético es el método, no sólo de la filosofía, sino de todas las ciencias, porque es la ley natural del pensamiento, cuya función correcta es el conocimiento unificado y ordenado. "Sapientis est ordinare." Aristóteles, Santo Tomás, Blas Pascal, Newton, Louis Pasteur, entendieron así el método de las ciencias. Hombres como Helmholtz y Wundt adoptaron puntos de vista sintéticos después de hacer el trabajo analítico. Incluso los positivistas son metafísicos, aunque ellos no lo saben o lo desean. ¿No llama Herbert Spencer sintética a su filosofía? ¿Y acaso no pasa, por razonamiento, más allá de ese dominio de lo “observable" dentro del que profesa a limitarse?

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Bibliografía

Fuente: De Wulf, Maurice. "Philosophy." The Catholic Encyclopedia. Vol. 12. New York: Robert Appleton Company, 1911. <http://www.newadvent.org/cathen/12025c.htm>.

Está siendo traducido por L H M.