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Sábado, 23 de noviembre de 2024

Diferencia entre revisiones de «Humanismo»

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El humanismo es el nombre que se di al movimiento intelectual, literario, y científico del siglo catorce al dieciséis, un movimiento que tuvo como objetivo el basar cada rama de aprendizaje en la literatura y la cultura de la antigüedad clásica.
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El humanismo es el nombre dado al movimiento [[intelecto | intelectual]], literario y científico de los siglos XIV al XVI, un movimiento que tuvo como objetivo el basar todas las ramas del aprendizaje en la literatura y la cultura de la antigüedad clásica.  
Creyendo que una formación clásica solamente podría formar a un hombre perfecto, los supuestos humanistas en oposición a los escolásticos, adoptaron el humaniora del término (la humanidad) como significado del término ancestros. Sin embargo el intervalo entre el período clásico y sus días fueron observados por los humanistas como bárbaros y destructivos igual que el arte y la ciencia, y el humanismo (como fenómeno histórico) fue conectado con el pasado. El uso del latín en la liturgia de la iglesia había preparado a Europa para el movimiento humanístico. En la Edad Media, sin embargo, la literatura clásica fue mirada simplemente como un medio educativo; era conocido solo a través de fuentes secundarias, y la iglesia vio que el concepto universalizante de la vida que había prevalecido entre los ancestros era una alusión al pecado. Con el ascenso del secularismo estas opiniones experimentaron un cambio, especialmente en Italia. En un país en el que el cuerpo diplomático había crecido en alcance, las ciudades habían amontonado gran abundancia, y la libertad cívica era extensa. El placer universalizante se convirtió en un factor fuerte en la vida y un juego más libre fue dado al impulso sensorial. El transcendental, como concepto vital, que hasta entonces había sido dominante, ahora estaba en conflicto con una visión mundana, humana, y naturalista, que se centraba en la naturaleza y el hombre. Estas nuevas ideas encontraron sus prototipos en la antigüedad, que algunos escritores abrazaron y extendieron el disfrute de la vida, las demandas de la individualidad, arte literario y fama, la belleza de la naturaleza. No solamente la cultura romana antigua sino también la cultura griega que hasta ahora estaba descuidada es tomada por el movimiento. El nuevo espíritu se rompió con la teología y la iglesia. El principio de la investigación libre, científica ganó terreno. Era absolutamente natural que el valor del ideal nuevo debía ser exagerado mientras que la cultura nacional medieval era infravalorada.  
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Es costumbre comenzar la historia del humanismo con Dante(1265-1321), y Petrarca (1304-74). De los dos, Dante, por causa de su sublimación poética, era indudablemente mayor; pero, en lo que concierne al humanismo Dante era simplemente su precursor mientras que Petrarca inició el movimiento y lo condujo al éxito. Dante demuestra ciertamente rasgos del cambio que viene; en sus materiales clásicos y cristianos épicos se encuentran frente a frente, mientras que el renombre poético, un objetivo característico de los escritores paganos ajenos al ideal cristiano, era lo que él buscaba. En materias de verdadera importancia, sin embargo, él toma a los Escolásticos como sus guías. Petrarca, por otra parte, es el primer humanista; él está interesado solamente en los antiguos y en poesía. Él toma contacto con los manuscritos perdidos de obras clásicas, y recoge medallas y monedas antiguas. Mientras Dante no hizo caso de los monumentos de Roma y observó sus estatuas antiguas como imágenes idólatras, Petrarca aporta una visión de la ciudad eterna con el entusiasmo de un humanista, no con el de un cristiano piadoso. Las obras clásicas antiguas -especialmente sus estrellas polares, Virgilio y Cicerón - sirvieron no solo para instruírle y encantarle; también lo incitan a la imitación. Con los filósofos de la antigüedad él declaró que la virtud y la verdad eran la meta más alta del esfuerzo humano, algo que en la práctica no resulta tan fastidioso de cultivar. Sin embargo, había un tercer objetivo, la elocuencia, con la que rivalizó a los ancestros. Su ascenso al Mont Ventoux marca un hito en la historia de la literatura. Su susceptibilidad ante la belleza del paisaje, su condolencia profunda con, y la representación gloriosa, de los encantos del mundo alrededor de él era una ruptura con las tradiciones del pasado. En 1341 ganó en Roma la corona el prestigio de poeta laureado. Sus escrituras latinas fueron premiadas y tenidas en estima por sus contemporáneos, que pusieron su "África" en el mismo listón que a la "Eneida" de Virgilio, pero la posteridad prefirió sus sonetos y canciones dulces, melodiosas Su principal mérito fue el impulso que dio a la búsqueda para los tesoros perdidos de la antigüedad clásica. Honraron a su principal discípulo y amigo, Boccacio (1313-75), por su trayectoria vital no por su personalidad erótica y lasciva, a través de su elegante y agudo, "Decameron" (por el cuál, sin embargo, lo recuerda la posteridad), pero para sus trabajos latinos que ayudaron a delimitar el humanismo. Los estudios clásicos de Petrarca y Boccacio fueron compartidos por Coluccio Salutato (m. 1406), el canciller florentino. Introduciendo el estilo epistolar de los antiguos puso la sabiduría clásica al servicio del estado, y por su gusto y prominencia promovió la causa de la literatura.  
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Creyendo que una formación clásica solamente podría formar a un [[hombre]] perfecto, los llamados humanistas en oposición a los [[escolasticismo | escolásticos]], adoptaron el término ''humaniora'' (las humanidades) para denotar la erudición de los antiguos.   Aunque los humanistas consideraban el intervalo entre el período clásico y sus propios días como bárbaro y destructivo igual que el [[las siete artes liberales | arte]] y la [[ciencia y la Iglesia | ciencia]], el humanismo (como todos los demás fenómenos históricos) estaba relacionado con el pasado. El uso del latín en la [[liturgia]] de [[la Iglesia]] ya había preparado a [[Europa]] para el movimiento humanista.  En la [[Edad Media]], sin embargo, la literatura clásica era considerada simplemente como un medio de [[educación]]; era [[conocimiento | conocida]] sólo a través de fuentes secundarias, y la Iglesia vio un atractivo para el [[pecado]] en la concepción mundana de la [[vida]] que había prevalecido entre los antiguos. Con el ascenso de la [[laicización]] estas opiniones experimentaron un cambio, especialmente en [[Italia]]. En ese país el cuerpo político se había vuelto poderoso, las ciudades habían amasado gran [[uso de las riquezas | riqueza]] y la libertad cívica era generalizada.   El placer mundano se convirtió en un factor importante en la vida y se le dio más libertad de acción al impulso sensorial. El concepto de vida [[transcendentalismo | transcendental]], no mundano, que hasta entonces había sido dominante, ahora entró en conflicto con una visión mundana, humana y [[naturalismo | naturalista]], que se centraba en la [[naturaleza]] y el hombre.   Estas nuevas [[idea]]s encontraron sus prototipos en la antigüedad, cuyos escritores apreciaron y alabaron el disfrute de la vida, las reivindicaciones de [[individuo, individualidad | individualidad]], el arte literario y fama, la belleza de la naturaleza.   El nuevo movimiento se ocupó no sólo de la cultura romana antigua sino también de la hasta ahora descuidada cultura [[Grecia | griega]].  El nuevo [[espíritu]] se separó de la [[teología dogmática | teología]] y de la Iglesia. El principio de la investigación libre y científica ganó terreno. Era bastante natural que se debía exagerar el valor del nuevo ideal mientras se infravaloraba la cultura nacional medieval.
  
Una generación de profesores ambulantes y sus eruditos pronto siguieron a los hombres del renacimiento. Los gramáticos y los retóricos viajaron de ciudad en ciudad, y promovieron el entusiasmo por la antigüedad a círculos cada vez más extensos; los estudiantes viajaron de lugar al lugar para conocer las sutilezas de estilo e interpretación de algún autor. Petrarca vivió para ver a Giovanni di Conversino y fijar su profesión como profesor ambulante. Desde Ravena vino Giovanni Malpaghini, dotado con una memoria maravillosa y un celo ardiente para los nuevos estudios, aunque más habilidoso impartir el conocimiento heredado que en la elaboración de un pensamiento original. Otra forma de investigación literaria era la de Poggio (1380-1459), secretario papal y último canciller florentino. Durante las sesiones del Concilio de Constanza (1414-18) saquearon los monasterios y las instituciones de la vecindad, haciendo descubrimientos valiosos, y "ahorraron muchos trabajos" de las "células" (ergastula). Él encontró y transcribió a Quintiliano de su propio puño y letra, hizo las primeras copias de Lucretius, Silius Italicus, y Ammianus Marcellinus, y, probablemente, descubrió los primeros libros de los "anales" de Tacitus. Sobre 1430 prácticamente todos los trabajos del latín ahora sabidos habían sido recogidos, y los eruditos podrían dedicarse a la revisión de los textos. Pero la fuente verdadera de la belleza clásica era la literatura griega. Los italianos habían ido a Grecia a estudiar la lengua, y desde 1396 Manuel Chrysoloras, el primer profesor del Griego en el oeste, fueron llevados afanosamente a Florencia y a otros lugares. Su ejemplo fue seguido por otros. En Grecia también, una búsqueda entusiasta fue instituida para los restos literarios, y en 1423 Aurispa trajo doscientos treinta y seis volúmenes a Italia. El recolector más diligente de inscripciones, de monedas, gemas, y medallas fue Ciriaco mercante de Ancona. Entre los presentes procedentes de Grecia en el consejo de Florencia estaba el Arzobispo(luego cardenal) Bessarion, que presentó en Venecia su colección valiosa de novecientos volúmenes, también Gemistos Plethon, el célebre profesor de la filosofía platónica, que recayó posteriormente en el paganismo. La captura de Constantinopla por los turcos (1453) condujo a los griegos doctos, George de Trebizond, de Theodorus Gaza, de Constantino Lascaris, del etc., a Italia. Uno de los críticos y redactores más acertados de las obras clásicas era Lorenzo Valla (1407-57). Él precisó los defectos de la Vulgata, y declaró la donación de Constantino un fraude. A pesar de sus ataques vehementes contra el papado, Nicolás V lo trajo a Roma. En un período corto de tiempo, los nuevos estudios demandaron un círculo más amplio de candidatos.  
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Se acostumbra comenzar la historia del humanismo con [[Dante Alighieri | Dante]] (1265-1321) y [[Francisco Petrarca | Petrarca]] (1304-74). De los dos, Dante, debido a su sublimidad poética, fue sin [[duda]] el mayor; pero, en lo que concierne al humanismo Dante fue simplemente su precursor mientras que Petrarca inició el movimiento y lo condujo al éxito.  Dante demuestra ciertamente rasgos del cambio venidero; en su gran epopeya se encuentran lado a lado materiales clásicos y [[cristianismo | cristianos]], mientras que lo que busca es el renombre poético, un objetivo tan característico de los escritores [[paganismo | paganos]] aún tan ajenos al ideal cristiano.  En asuntos de verdadera importancia, sin embargo, él toma a los escolásticos como sus guías. Petrarca, por otra parte, es el primer humanista; él está interesado solamente en los antiguos y en la poesía. Él descubre [[manuscritos]] perdidos de obras clásicas, y acumula medallas y [[numismática | monedas]] antiguas. Si Dante ignoró los monumentos de [[Roma]] y consideró sus [[escultura | estatuas]] antiguas como [[veneración de imágenes | imágenes]] [[idolatría | idólatras]], Petrarca ve a la Ciudad Eterna con el entusiasmo de un humanista, no con el de un cristiano [[virtud de religión | piadoso]].   Los antiguos clásicos ---especialmente sus estrellas polares, Virgilio y Cicerón--- sirvieron no solo para instruirle y encantarle; también lo incitaron a la imitación. Con los filósofos de la antigüedad  declaró que la [[virtud]] y la [[verdad]] son la meta más alta del esfuerzo humano, aunque en la práctica no siempre fue muy exigente en cultivarlas.  
  
Las principales casas fueron generosas en su ayuda al movimiento. Debajo de Medici, del Cosimo (1429-64) y del Lorenzo el magnífico (1469-92), Florencia era preminentemente el asiento de nuevo saber. Su digno estadista, Mannetti, un hombre de la gran cultura, piedad, y pureza, era un erudito en griego y latín, y un orador brillante. El monje Ambrogio Traversari de Camaldolese era también un erudito profundo, especialmente versado en griego; él poseyó una colección magnífica de los autores griegos, y era uno de los primeros monjes de época moderna en aprender hebreo. Marsuppini (Carlo Aretino), renombrado y querido como el profesor y canciller municipal, experto en los autores latinos y griegos que leía con tal facilidad que su preparación era una fuente maravillosa, por lo que era citado constantemente. Aunque en materias de religión Marsuppini era un pagano notorio, Nicolás V intentó atraerlo a Roma para traducir a Homero. Entre sus contemporáneos, Leonardo Bruni, un pupilo de Chrysoloras, gozó de gran fama como erudito griego y una reputación única para su actividad política y literaria. Él era, por otra parte, el autor de una historia de Florencia. Niccolo Niccoli era también un ciudadano de Florencia; un mecenas del aprendizaje, él asistió y mandó a hombres jóvenes, y agentes enviados para recoger los manuscritos antiguos y al restos, y amontonó una colección de ochocientos códices (valorados en seis mil gulden de oro), los cuales tras su muerte, y mediante la intercesión de Cosimo, fueron donados al monasterio de San Marco, para formar una biblioteca pública, y es hoy una de las posesiones más valoradas de la biblioteca de Laurentiana en Florencia. Poggio, anteriormente citado, fue un escritor versátil e influyente, que también residió durante mucho tiempo en Florencia, publicó una historia sobre la ciudad, y puso en ridículo al clero y a la nobleza en su "Facetiæ ingenioso, difamatorio". Él era distinguido para su extenso saber clásico, tradujo a algunos de los autores griegos (ej. Luciano, Diodoro Siculo, Jenofonte), las notas de estudiante y listas añadidas, las inscripciones recogidas, los bustos, las medallas, además de escribir una descripción valiosa de las ruinas de Roma. Su éxito en buscar y desenterrar los manuscritos se ha mencionado ya. Plethon, también mencionado arriba, enseñado la filosofía platónica en Florencia.  
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Sin embargo, fue sólo en su tercera meta, la elocuencia, en la que rivalizó con los ancestros.  Su ascenso al Mont Ventoux marca una época en la historia de la literatura. Su [[felicidad | gozo]] ante la belleza de la naturaleza, su susceptibilidad ante la influencia del paisaje, su honda simpatía con y [[gloria | gloriosa]] representación de, los encantos del mundo alrededor de él, fueron una ruptura con las tradiciones del pasado.   En 1341 ganó en Roma la muy codiciada corona al poeta laureado. Sus escritos en latín fueron muy apreciados por sus contemporáneos, quienes clasificaron a su "África" con la "Eneida" de Virgilio, pero la posteridad prefiere sus sonetos y canciones líricas dulces y melodiosos. Su principal [[mérito]] fue el impulso que dio a la búsqueda de los tesoros perdidos de la antigüedad clásica. Su principal [[discípulo]] y amigo, [[Giovanni Boccaccio | Boccaccio]] (1313-75), fue [[honor | honrado]] en vida no por su erótico y [[lascivia | lascivo]], aunque elegante e inteligente “Decameron” (por el cual, sin embargo, lo recuerda la posteridad), sino por sus obras en latín que ayudaron a difundir el humanismo. Los estudios clásicos de Petrarca y Boccacio fueron compartidos por [[Coluccio di Pierio di Salutati | Coluccio Salutato]] (m. 1406), el canciller florentino. Con la introducción del estilo epistolar de los antiguos puso la sabiduría clásica al servicio del [[Iglesia y Estado | estado]], y por sus gustos y prominencia promovió en gran medida la causa de la literatura.  
  
Bessarion era otro panegirista de Platón, que comenzó a desplazar a Aristóteles; esto, junto a la afluencia de los eruditos griegos, condujo a la fundación de la academia platónica que lo incluyó entre sus ciudadanos más prominentes. Marsilio Ficino (m. 1499), filósofo platónico en el sentido completo del término, era uno de sus miembros, y por sus trabajos y letras ejerció una influencia extraordinaria en sus contemporáneos. Junto con sus otros trabajos literarios emprendió la tarea gigantesca de traducir las escrituras de Platón en latín culto, y lo logró con éxito. Cristóforo Landino, un pupilo de Marsuppini, sin compartir sus ideas religiosas, enseñó retórica y poesía en Florencia y era también un estadista. Su comentario sobre Dante, en el cual él da la explicación más detallada del significado alegórico del gran poeta, fue de gran valor. Debajo de Lorenzo de ' Medici, el hombre más importante de letras en Florencia era Angelo Poliziano (m. 1494), primer profesor particular de los príncipes de Medici y posteriormente profesor y escritor versátil. Él era pre-eminentemente filólogo, e hizo traducciones y comentarios como estudiante en los autores clásicos, dedicando atención especial a Homero y a Horacio. El joven y celebrado Pico della Mirandola (1462-94), que, utilizando la frase de Poliziano, "era elocuente y virtuoso, un héroe más que un hombre". Él observó las relaciones entre Helenismo y judaísmo, estudió la Cábala, astrología combatida, y compuso un trabajo inmortal sobre la dignidad del hombre. Un movimiento literario activo también fue fomentado por el Vizconde y los Sforza en Milán, donde el inútil Filelfo (1398-1481) residió; por el Gonzaga en Mantua, donde el noble Feltre (m. 1446) de Vittorino condujo su excelente escuela; por los reyes de Nápoles; por el Este en Ferrara, gozó de los servicios de Guarino, después de que Vittorino el educador fuese un célebre humanista italiano; por duque Federigo de Urbino, e igualmente por el Malatesta libertino en Rimini. El humanismo también fue favorecido por los papas. Nicolás V(1447-55) intentó mediante la erección de edificios y la colección de libros restaurar la gloria de Roma. Los intelectos más capaces de Italia fueron atraídos a la ciudad; a Nicolás la humanidad y el aprendizaje están en deuda con la fundación de la biblioteca de Vaticana, en el número y el valor de sus manuscritos (particularmente griegos) sobrepasó todos los demás. El papa alentó, especialmente, las traducciones del Griego, con resultados importantes, aunque nadie ganó el premio de diez mil gulden ofrecidos para una traducción completa de Homero.  
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Una generación de profesores ambulantes y sus eruditos pronto siguieron a los [[hombre]]s del renacimiento. Los gramáticos y los retóricos viajaban de ciudad en ciudad, y promovían el entusiasmo por la antigüedad a círculos cada vez más amplios; los estudiantes viajaban de lugar en lugar para conocer las sutilezas de estilo e interpretación de algún autor.  Petrarca vivió para ver cuando Giovanni di Conversino emprendió su viaje como profesor ambulante.   Desde [[Rávena]] vino Giovanni Malpaghini, dotado con una [[memoria]] maravillosa y un [[celo]] ardiente por los nuevos estudios, aunque más habilidoso en impartir el [[conocimiento]] heredado y adquirido que en la elaboración de un pensamiento original.   De otra manera el alma de la investigación literaria fue [[Giovanni Francesco Poggio Bracciolini | Poggio]] (1380-1459), secretario [[Papa |papal]] y luego canciller florentino.  Durante las sesiones del [[Concilio de Constanza]] (1414-18) saqueó los [[monasterio]]s e instituciones de la vecindad, hizo descubrimientos valiosos, y "salvó muchas obras" de las "células" '' (ergastula'').  Encontró y transcribió a Quintiliano de su propio puño y letra, mandó a hacer las primeras copias de Lucrecio, Silio Itálico y Amiano Marcelino, y, probablemente, descubrió los primeros libros de los "Anales" de Tácito.  Alrededor de 1430 prácticamente todas las obras en latín ahora conocidas habían sido recogidas, y los eruditos pudieron dedicarse a la revisión de los textos.
  
Pío II (1458-64) era un humanista y había ganado fama como poeta, orador, el intérprete de la antigüedad, jurista, y estadista; después de su elección, sin embargo, él no satisfizo todas las expectativas su mandato se asocia al anterior, aunque él demostró de varias formas que era un mecenas de la literatura y del arte. Sixto IV(1471-84) reestableció la biblioteca del Vaticano, descuidada por sus precursores, y designó la biblioteca Palatina. "aquí reina la libertad de pensamiento", era la descripción de Filelfo de la academia romana de Pomponio Leto (m. 1498), instituto que era el campeón más destacado de la antigüedad en el capital de la cristiandad. Bajo de León X(1513-21) el humanismo y las artes gozaron de una segunda edad de oro. Del círculo ilustre del literati que lo rodeó puede ser llamado Pietro Bembo (m. 1547) -- famoso como escritor de prosa y poesía, como autor latino e italiano, como filólogo e historiador, pero, a pesar de su alto cargo eclesiástico, un hombre verdaderamente universal. Al mismo grupo perteneció Jacopo Sadoleto, también versado en varias ramas de la cultura latina e italiana. El principal mérito del humanismo italiano, como de hecho del humanismo en general, era que abrió las fuentes verdaderas de la cultura antigua y dibujó en ellos, como tema del estudio su propia motivación, la literatura clásica que hasta entonces fue utilizada de una manera simplemente fragmentaria. La filología y la crítica científica fueron inauguradas, y la investigación histórica avanzó. La elegancia clásica substituyó al latín de la Escolástica y de los escritores monásticos. Un modelo más influyente, pero no con buenos resultados, eran las formas religiosas y morales de la antigüedad pagana. El cristianismo y su sistema ético sufrieron un choque serio. Las relaciones morales, especialmente el matrimonio, se convirtieron en tema de discusión. En sus vidas privadas muchos humanistas eran deficientes en sentido moral, mientras que las moralejas de las clases altas degeneraron en un exceso del individualismo liberal. Una expresión política del espíritu humanístico es "el príncipe" ( Il Príncipe) de Niccolo Maquiavelo (m. 1527), el evangelio de la fuerza bruta, del desprecio de toda la moralidad, y del egoísmo cínico.  
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Pero la verdadera fuente de la belleza clásica fue la literatura griega. Los italianos ya habían ido a [[Grecia]] a estudiar el lenguaje, y desde 1396 [[Manuel Crisoloras]], el primer profesor de griego en Occidente, estaba muy ocupado en [[Florencia]] y en otros lugares.  Su ejemplo fue seguido por otros. En Grecia también se instituyó una búsqueda entusiasta de restos literarios, y en 1423 [[Giovanni Aurispa | Aurispa]] trajo doscientos treinta y ocho volúmenes a [[Italia]].  El colector más diligente de [[inscripciones cristianas primitivas | inscripciones]], [[numismática | monedas]], gemas y medallas fue el comerciante [[Ciriaco de Ancona]]. Entre los griegos presentes en el [[Concilio de Florencia]] estaban el [[arzobispo]] (luego [[cardenal]]) [[Juan Bessarion | Bessarion]], quien presentó en [[Venecia]] su valiosa colección de novecientos volúmenes, también [[Georgios Gemistos Plethon | Plethon]], el célebre profesor de [[filosofía]] [[Platón y platonismo | platónica]], que recayó posteriormente en el [[paganismo]].   La captura de [[Constantinopla]] por los [[Turquía | turcos]] (1453) condujo a Italia a los eruditos griegos [[Jorge de Trebisonda]], [[Teodoro de Gaza]], [[Constantino Lascaris, etc.  Uno de los más exitosos críticos y editores de los clásicos fue [[Lorenzo Valla]] (1407-57).  Señaló los defectos de la [[Revisión de la Vulgata | Vulgata]], y declaró que la [[Donación de Constantino]] era una fábula.  A pesar de sus ataques vehementes contra el [[papado]], [[Papa Nicolás V | Nicolás V]] lo trajo a [[Roma]]. En un período corto de [[tiempo]], los nuevos estudios demandaron un círculo más amplio de devotos.
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Las casas principescas fueron generosas en su apoyo al movimiento. Bajo los [[Casa de Medici | Medici]], Cosimo (1429-64) y Lorenzo el Magnífico (1469-92), Florencia fue preeminentemente la sede del nuevo aprendizaje.  Su digno estadista, Mannetti, un [[hombre]] de gran cultura, [[virtud de religión | piedad]] y pureza, fue un excelente erudito griego y latín y un orador brillante.   El [[monje]] [[camaldulense]] Ambrogio Traversari fue también un erudito profundo, especialmente versado en griego; poseía una magnífica colección de los autores griegos, y fue uno de los primeros monjes de la época moderna en aprender [[Lengua y Literatura Hebreas | hebreo]]. Marsuppini (Carlo Aretino), renombrado y querido como profesor y canciller municipal, citaba de los autores latinos y griegos con tanta facilidad que su disposición era una fuente de asombro, incluso para una edad hastiada de la citación constante.  Aunque en materias de [[religión]] Marsuppini era un pagano [[notoriedad | notorio]], Nicolás V intentó atraerlo a Roma para traducir a Homero. Entre sus contemporáneos, [[Leonardo Bruni]], un [[discípulo]] de Crisoloras, gozó de gran fama como erudito griego y una reputación única por su actividad política y literaria.  Fue, además, el autor de una historia de Florencia. Niccolo Niccoli fue también un ciudadano de Florencia; un mecenas del aprendizaje, ayudó e instruyó a los jóvenes, envió agentes a recoger [[manuscritos]] y restos antiguos, y amasó una colección de ochocientos [[códice]]s (valorados en seis mil florines de oro), los cuales tras su muerte, y mediante la mediación de Cosimo, fueron donados al monasterio de San Marco, para formar una [[biblioteca]] pública, y son hoy día una de las posesiones más valiosas de la biblioteca Laurentiana en Florencia.   El antedicho [[Giovanni Francesco Poggio Bracciolini | Poggio]], un escritor versátil e influyente, también residió durante mucho tiempo en Florencia, publicó una historia sobre la ciudad y ridiculizó al [[clero secular | clero]] y a la nobleza en su ingenioso y [[calumnia | difamatorio]] "Facetiæ".  Se distinguió por su extensa erudición clásica, tradujo a algunos de los autores griegos (por ejemplo, Luciano, Diodoro Sículo, Jenofonte), les añadió notas sabias e inteligentes, coleccionó [[inscripciones cristianas primitivas | inscripciones]], bustos, medallas, y escribió una valiosa descripción de las ruinas de Roma.  Ya se ha mencionado su éxito en buscar y desenterrar manuscritos. Plethon, también mencionado arriba, enseñó filosofía platónica en Florencia.  
  
El pillaje en Roma en 1527 dio una muerte sangrienta al humanismo italiano, las complicaciones políticas y eclesiásticas serias que sobrevinieron previnieron su recuperación. La "Alemania bárbara" era su heredera, pero aquí el humanismo nunca penetró tan profundamente. La sinceridad religiosa y moral de los alemanes los mantuvo lejos en su dedicación a la antigüedad, a la belleza, y a los placeres de los sentidos, y dio al movimiento humanístico en Alemania un carácter práctico y educativo. Los directores verdaderos del movimiento alemán eran eruditos y profesores. Solamente Celtes y algunos otros son evocadores de humanismo italiano. La reforma de la escuela y de la universidad era el principal objetivo y servicio del humanismo alemán. Aunque el interés alemán en literatura antigua comenzó debajo de Carlos IV (1347-78), la extensión del humanismo en países alemanes se fecha a partir del décimo quinto siglo. los Æneas Sylvius Piccolomini, luego Pio II, era un apóstol del nuevo movimiento en la corte de Federico III (1440-93). El erudito de renombre Nicolás de Cusa (m. 1464) se versaba en las obras clásicas, mientras que su amigo Georg Peuerbach había estudiado en Italia y dado una conferencia, posteriormente, sobre los poetas antiguos en Viena. Johann Müller de Königsberg (Regiomontanus), un pupilo de Peuerbach, conocía el griego, pero era principalmente renombrado astrónomo y matemático. Aunque Alemania no podría alardear de tantos mecenas de gran alcance como en el caso de Italia, el nuevo movimiento no careció de partidarios. El emperador Maximiliano I, el elector Filipo del Palatinado, y su canciller, Johann von Dalberg (más tarde obispo de Worms), duque Eberhard de Würtemberg, elector Frederick el sabio, duque George de Sajonia, elector Joachim I de Brandenburg, y Arzobispo Albrecht de Maguncia eran todos los partidarios del humanismo.  
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[[Juan Bessarion | Bessarion]] fue otro panegirista de [[Platón y platonismo | Platón]], que ahora comenzó a desplazar a [[Aristóteles]]; esto, junto a la afluencia de los eruditos [[Grecia | griegos]], condujo a la fundación de la academia platónica que incluía entre sus miembros a todos los ciudadanos más prominentes.  [[Marsilio Ficino]] (m. 1499), un filósofo platónico en todo el sentido de la palabra, era uno de sus miembros, y con sus obras y cartas ejerció una influencia extraordinaria en sus contemporáneos.   Junto con sus otros trabajos literarios emprendió la tarea gigantesca de traducir los escritos de Platón al latín elegante, y lo logró con éxito. Cristóforo Landino, un discípulo de Marsuppini, sin compartir sus [[idea]]s religiosas, enseñó retórica y poesía en [[Florencia]] y fue también un [[hombre]] de estado.  Su comentario sobre [[Dante Alighieri | Dante]], en el cual da la explicación más detallada del significado alegórico del gran poeta, es de valor duradero.   Bajo Lorenzo de Medici, el más importante hombre de letras en Florencia fue Angelo Poliziano (m. 1494), primero tutor de los príncipes de [[Casa de Medici | Medici]] y posteriormente profesor y escritor versátil.  Fue preeminentemente un filólogo, e hizo traducciones y comentarios sabios sobre los autores clásicos, dedicando atención especial a Homero y a Horacio. Sin embargo, fue superado por el joven y famoso [[Giovanni Pico della Mirandola | Pico della Mirandola]] (1462-94), quien, utilizando la frase de Poliziano, "era elocuente y [[virtud | virtuoso]], un héroe en lugar de un hombre".   Percibió las relaciones entre el helenismo y el [[judaísmo]], estudió la [[cábala]], combatió la [[astrología]] y compuso una obra [[inmortalidad | inmortal]] sobre la dignidad del hombre.  Un movimiento literario activo también fue fomentado por el Vizconti y los Sforza en [[Milán]], donde vivió el vano y sin principios [[Francesco Filelfo | Filelfo]] (1398-1481); por los Gonzaga en [[Mantua]], donde el noble [[Vittorino da Feltre]] (m. 1446) condujo su excelente [[escuelas | escuela]]; por los reyes de [[Nápoles]]; por los Este en [[Ferrara]], quien gozó de los servicios de [[Guarino Da Verona | Guarino]], después de Vittorino el pedagogo más famoso del humanismo italiano; por el duque [[Federigo Baroccio | Federigo de Urbino]], e incluso por el libertino [[Casa de Malatesta | Malatesta]] en [[Rimini]].  Los [[Papas]] también favorecieron el humanismo. [[Papa Nicolás V | Nicolás V]] (1447-55) intentó restaurar la gloria de [[Roma]] mediante la erección de edificios y la colección de libros. Los [[intelecto]]s más capaces de [[Italia]] se sintieron atraídos a la ciudad; la [[raza humana | humanidad]] y el aprendizaje le deben a Nicolás la fundación de la biblioteca Vaticana, la cual superó a todas las demás en la cantidad y el valor de sus manuscritos (particularmente griegos).  El [[Papa]] alentó, especialmente, las traducciones del griego, con resultados importantes, aunque nadie ganó el premio de diez mil florines ofrecido por una traducción completa de Homero.  
  
Entre los ciudadanos, también, el movimiento fue motivo de estímulo. En Nuremberg fue apoyado por el Regiomontanus anteriormente citado y por los historiadores, Hartmann Schedel y Sigmund Meisterlein, y también por Willibald Pirkheimer (1470-1528), que habían sido educados en Italia, y eran trabajadores infatigables en el campo antiguo e histórico. Su hermana, Caridad, una monja apacible, verdaderamente piadosa fue una intelectal cultivada. Konrad Peutinger (1465-1547), vendedor de la ciudad de Augsburgo, dedicó su ocio al servicio de las artes y de las ciencias, recogiendo las inscripciones y los restos antiguos y publicando, o publicando a través de otros, las fuentes de la historia alemana. El mapa de Roma antigua, que después llevaría el nombre de "Tabula Peutingeriana", le fue legada por su descubridor, Conrad Celtes, pero no fue publicada hasta después de su muerte. Estrasburgo era la plaza alemana más fuerte y temprana en ideas humanísticas. Jacob Wimpheling (m. 1528), campeón del sentimiento y de la nacionalidad alemanes, y Sebastian Barnacla era los principales representantes del movimiento, y lograron una amplia reputación debido a su pelea con Murner, que había publicado un papel en oposición a la "Germania" de Wimpheling, y debido a la controversia referente al concepto inmaculado. Como en Italia así que en Alemania aprendió que las sociedades se originaron, por ejemplo el "Donaugesellschaft" (Danubiana) en Viena -- el miembro más prominente, de Johann Spiessheimer (Cuspinian, 1473-1529), distinguido como redactor e historiador -- y el "gesellschaft de Rheinische" (Rhenana), tras Johann von Dalberg. Al último lo asociaron al abad Johannes Trithemius (1462-1516), hombre de logros universales. La vida de estas dos principales sociedades era Conrad Celtes, el apóstol audaz y el predicador ambulante del humanismo, hombre de los talentos más variados -- filósofo, matemático, historiador, editor de escrituras clásicas y medievales, y poeta latino inteligente, que celebraba con versos ardientes el amor a sus damas y vivió una vida libertina.  
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El propio [[Papa Pío II | Pío II]] (1458-64) fue un humanista y había ganado fama como poeta, orador, intérprete de la antigüedad, jurista y estadista; después de su [[elecciones papales | elección]], sin embargo, no satisfizo todas las expectativas de sus anteriores asociados, aunque se mostró de varias formas el mecenas de la literatura y del arte.  [[Papa Sixto IV | Sixto IV]] (1471-84) restableció la [[biblioteca]] del [[el Vaticano | Vaticano]], descuidada por sus precursores, y nombró bibliotecario a [[Bartolomeo Platina | Platina]]. "Aquí reina una increíble libertad de pensamiento", fue la descripción de Filelfo de la Academia Romana de Pomponio Leto (m. 1498), instituto que fue el campeón más destacado de la antigüedad en la capital de la [[cristiandad]].  Bajo [[Papa León X | León X]] (1513-21) el humanismo y el [[las siete artes liberales | arte]] gozaron de una segunda edad de oro.  Del ilustre círculo de ''literati'' que lo rodeó se puede mencionar a [[Pietro Bembo]] (m. 1547) ---famoso como escritor de prosa y poesía, como autor latino e italiano, como filólogo e historiador, pero, a pesar de su alto rango eclesiástico, un hombre [[verdad]]eramente mundano.  Al mismo grupo pertenecieron [[Jacopo Sadoleto]], también versado en varias ramas de la cultura latina e italiana. El principal [[mérito]] del humanismo italiano, como de hecho del humanismo en general, fue que abrió las fuentes verdaderas de la cultura antigua y sacó de ellas, como tema de estudio por su propio [[bien]], la literatura clásica que hasta entonces había sido utilizada de una manera simplemente fragmentaria.  Se inauguró la crítica filológica y [[ciencia y la Iglesia | científica]], y avanzó la investigación histórica.  El tosco latín de los [[escolasticismo | escolásticos]] y de los escritores [[monacato | monásticos]] fue sustituido por la elegancia clásica.  Más influyentes aun, pero no con buenos resultados, fueron las opiniones [[religión | religiosas]] y [[moral]]es de la antigüedad [[paganismo | pagana]].  El [[cristianismo]] y su sistema [[ética | ético]] sufrieron un choque serio. Las relaciones morales, especialmente en el [[Sacramento del Matrimonio | matrimonio]], se convirtieron en el objeto de burlas obscenas.  En sus [[vida]]s privadas muchos humanistas eran deficientes en sentido moral, mientras que la moral de las clases altas degeneró en un lamentable exceso de [[individualismo]] desenfrenado.   Una expresión política del [[espíritu]] humanista es "El Príncipe" (Il Príncipe) de [[Nicolás Maquiavelo]] (m. 1527), el evangelio de la fuerza bruta, del desprecio de toda moral y del egoísmo cínico.
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El saqueo de Roma en 1527 dio el golpe mortal al humanismo italiano, y las serias complicaciones políticas y eclesiásticas que sobrevinieron previnieron su recuperación.  La "[[Alemania]] bárbara" hacía [[tiempo]] que se había convertido en su heredera, pero allí el humanismo nunca penetró tan profundamente. El fervor religioso y moral de los alemanes les impidió ir muy lejos en su devoción a la antigüedad, a la belleza y a los placeres de los sentidos, y le dio al movimiento humanístico en Alemania un carácter práctico y [[educación | educativo]].  Los verdaderos directores del movimiento alemán eran eruditos y profesores íntegros. Sólo [[Conrad Celtes | Celtes]] y algunos otros son evocadores del humanismo italiano. La reforma de la [[escuelas | escuela]] y de la [[universidad]] fue el principal objetivo y servicio del humanismo alemán.  Aunque el [[interés]] alemán en la literatura antigua comenzó bajo el reinado de Carlos IV (1347-78), la difusión del humanismo en países alemanes [[fechas y datación | data]] del siglo XV.  Æneas Silvio Piccolomini, luego [[Papa Pío II | Pío II]], fue el apóstol del nuevo movimiento en la corte de Federico III (1440-93).  El famoso erudito [[Nicolás de Cusa]] (m. 1464) fue versado en los clásicos, mientras que su amigo [[George von Peuerbach|George Peuerbach]] estudió en [[Italia]] y luego dio lecciones sobre los poetas antiguos en [[Viena]]. [[Johann Müller]] de Königsberg (Regiomontan), un [[discípulo]] de Peuerbach, estaba familiarizado con el [[Grecia | griego]], pero fue principalmente famoso como [[astronomía | astrónomo]] y matemático. Aunque Alemania no podía alardear de tantos poderosos mecenas del aprendizaje como en el caso de Italia, el nuevo movimiento no careció de partidarios.  El emperador [[Maximiliano I]], el elector Filipo del Palatinado, y su canciller, Johann von Dalberg (más tarde [[obispo]] de Worms), el duque Eberhard de [[Reino de Würtemberg | Würtemberg]], el elector Federico el Sabio, el duque Jorge de [[Sajonia]], el elector Joachim I de [[Brandemburgo]] y [[arzobispo]] Albrecht de [[Maguncia]] fueron todos partidarios del humanismo.  
  
En las universidades, también, los representantes de los "languages y belles-lettres" pronto encontraron su lugar. En Basilea, que, en 1474, había designado como profesor de las artes y de la poesía liberales a Heinrich Glareanus (1488-1563), celebrado como geógrafo y músico. El mejor humanista conocido de Tübingia era el poeta Heinrich Bebel (1472-1518), un patriota ardiente y un admirador entusiasta del estilo y de la elocuencia. Su trabajo es muy reconocido es el "Facetiæ obscene". Agricola (m. 1485), en la opinión de Erasmo un estilista y un Latinista perfectos, enseñó en Heidelberg. El inaugurador del humanismo en Maguncia era un autor prolífico, Dietrich Gresemund (1477-1512). El reconocimiento oficial aseguró la pervivencia del movimiento en la universidad en 1502 bajo el elector Berthold, encontrado en el Æsticampianus de Joannes Rhagius su partidario más influyente. En el poeta ambulante Peter Luder, Erfurt tenía en 1460 uno de los representantes más tempranos del humanismo, y en Jodokus Trutfetter (1460-1519), un profesor de Luther, escritor diligente y profesor concienzudo de teología y de filosofía. El verdadero guía de juventud de Erfurt era, sin embargo, Konrad Mutianus Rufus (1471-1526), un canon en Gotha, educado en Italia. Un celo para la enseñanza junto a un temperamento pendenciero, sentía un gran placer por libros pero no en escribirlos, el latitudinarianismo religioso, y el entusiasmo por la antigüedad eran sus principales características. El satirista Crotus Rubianus Euricius Cordus, el epigramatista ingenioso, y compañero elegante del poeta el felíz, Eobanus Hessus, perteneció también al círculo de Erfurt.  
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Entre los ciudadanos, también, el movimiento encontró favor y estímulo. En [[Nuremberg]] fue apoyado por el antedicho Regiomontano, por los historiadores, [[Hartmann Schedel]] y Sigmund Meisterlein, y también por [[Willibald Pirkheimer]] (1470-1528), quien había sido educado en Italia, y era un trabajador infatigable en el campo de lo antiguo e histórico. Su hermana, [[Caridad Pirkheimer | Caridad]], una [[monja]] apacible, unió a una [[verdad]]era [[virtud de religión | piedad]] un [[intelecto]] cultivado.  [[Conrad Peutinger]] (1465-1547), secretario de la ciudad de [[Augsburgo]], dedicó su ocio al servicio de las artes y las [[ciencia y la Iglesia | ciencias]], mediante la colección de inscripciones y restos antiguos y la publicación, él mismo o a través de otros, de las fuentes de la historia alemana.   El mapa de la antigua [[Roma]], que lleva su nombre "Tabula Peutingeriana", le fue legado por su descubridor, Conrado Celtes, pero no fue publicado hasta después de su muerte. [[Estrasburgo]] fue la primera fortaleza alemana de las [[idea]]s humanistas. [[Jakob Wimpfeling]] (m. 1528), campeón del sentimiento y de nacionalidad alemanes, y [[Sebastian Brant]] fueron los principales representantes del movimiento, y lograron una amplia reputación debido a su disputas con [[Thomas Murner | Murner]], que había publicado un artículo en oposición a la "Germania" de Wimpheling, y debido a la controversia referente a la [[Inmaculada Concepción]].  Al igual que en Italia, en [[Alemania]] surgieron [[sociedad]]es de eruditos, tal como el "Donaugesellschaft" (Danubiana) en Viena ---cuyo miembro más prominente, [[Johannes Cuspinian | Johann Spiessheimer]] (Cuspinian, 1473-1529), se distinguió como editor e historiador--- y el "Rheinische Gesellschaft" (Rhenana), bajo el antedicho Johann von Dalberg.  Cercanamente asociado al último estaba el [[abad]] [[Juan Tritemio]] (1462-1516), un [[hombre]] de logros universales. La [[vida]] de estas dos principales sociedades era [[Conrad Celtes]], el apóstol audaz e infatigable apóstol y predicador itinerante del humanismo, hombre de los talentos más variados ---filósofo, matemático, historiador, editor de escritos clásicos y [[Edad Media | medievales]] y poeta latino inteligente, que celebraba con versos ardientes los siempre cambiantes [[amor]]es a sus damas y vivió una vida de complacencia mundana.  
  
En Leipzig también, los primeros rastros de la actividad humanística se datan en el siglo quince. En 1503, cuando el Hermann westphalian von dem Busche colocó en la ciudad, el humanismo tenía allí una representación notable. A partir el Æsticampianus la 1507 a 1511 también trabajó en Leipzig, pero en el año anterior von dem Busche quitó a Colonia. En un principio (1502) Wittenberg estaba bajo influencia humanística. Muchas eran las colisiones entre los campeones de la vieja filosofía y teología y "los poetas", que adoptaron una actitud algo arrogante. En torno a 1520 todas las universidades alemanas habían sido modernizadas en torno al sentír humanístico; la atención a las conferencias en poesía y oratoria era obligatoria, las sillas griegas fueron fundadas, y los comentarios escolásticos en Aristóteles fueron substituidos por nuevas traducciones. El más influyente de las escuelas humanísticas eran, el de Schlettstadt debajo de Ludwig westphalian Dringenberg (d. 1477), el profesor de Wimpheling, que de Deventer tras Alexander Hegius (1433-98), el profesor de Erasmo de Rotterdam, Hermann von dem Busche, y Murmellius, de Münster, que experimentaron la reforma humanística en 1500 bajo Rudolf von Langen (1438-1519), y que debajo del co-rector, de Joannes Murmellius (1480-1517), autor de libros de textos numerosos y largamente-adaptados, por pupilos traídos de partes tan distantes como Pomerania y Silesia. Las buenas instituciones académicas también existieron en Nuremberg, Augsburg, Strasburg, Basilea, el etc.  
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Los representantes de los "lenguajes y bellas letras" pronto encontraron también su lugar en las [[universidad]]es. En [[Basilea-Lugano | Basilea]], que, en 1474, había nombrado un profesor de [[las siete artes liberales | artes liberales]] y poesía, el movimiento fue representado principalmente por [[Enrique Glareano]] (1488-1563), famoso como [[geografía y la Iglesia | geógrafo]] y músico. El humanista más conocido de Tubinga fue el poeta Heinrich Bebel (1472-1518), un [[obediencia civil | patriota]] ardiente y un admirador entusiasta del estilo y la elocuencia. Su obra más ampliamente conocida es la obscena "Facetiæ".  [[Rudolph Agricola | Agrícola]] (m. 1485), en opinión de [[Desiderio Erasmo | Erasmo]] un estilista y latinista perfecto, enseñó en [[Universidad de Heidelberg | Heidelberg]].  El inaugurador del humanismo en [[Maguncia]] fue el prolífico autor [[Dietrich Gresemund]] (1477-1512).    El movimiento aseguró el reconocimiento oficial en la universidad en 1502 bajo el elector Berthold, y encontró en Joannes Rhagius Æsticampianus su partidario más influyente. En el poeta ambulante Peter Luder, Erfurt tuvo en 1460 uno de los primeros representantes del humanismo, y en Jodokus Trutfetter (1460-1519), el maestro de [[Martín Lutero | Lutero]], un  escritor diligente y profesor concienzudo de [[teología dogmática | teología]] y [[filosofía]].  El verdadero guía de la juventud de Erfurt fue, sin embargo, Konrad Mutianus Rufus (1471-1526), un [[canónigo]] en [[Saxe-Coburgo y Gotha | Gotha]], [[educación | educado]] en [[Italia]].  Sus principales características fueron su [[celo]] por la enseñanza junto a un temperamento agresivo, un gran placer por los libros pero no en hacerlos, el latitudinarismo [[religión | religioso]] y el entusiasmo por la antigüedad.   El escritor satírico [[Johann Crotus | Croto Rubiano]], Euricio Cordo, el ingenioso epigramatista, y el elegante poeta y alegre compañero, Eobano Hesso, pertenecían también al círculo de Erfurt.  
  
El movimiento humanístico alcanzó su cénit durante las primeras dos décadas del siglo dieciséis en Reuchlin, Erasmus, y Hutten. Johann Reuchlin (1455-1522), la "Phoenix de Alemania", era experto en todas los ramas del conocimiento que entonces fueron cultivadas. Sobre todo un jurista, un experto en griego, una autoridad de primer orden en los autores romanos, un historiador, y un poeta, él sin embargo logró su principal renombre a través de sus trabajos filosóficos y del hebreo -- especialmente con su "Rudimenta Hebraica" (gramática y léxico) -- en la composición de la cual él aseguró la ayuda de eruditos judíos. Su modelo era Pico della Mirandola, la "cuenta sabia, el más docto de nuestra edad". Él estudió la doctrina esotérica del Cabala, pero se perdió en el laberinto de sus problemas obtusos, y, después en el retiro académico, el orgullo y la gloria de su nación, fue forzado repentinamente por una incidente notoriedad en Europa. Esta ocurrencia no justifica lo que se ha llamado el punto culminante del humanismo. Johann Pfefferkorn, judío bautizado, había declarado el Talmud un insulto deliberado al cristianismo, y había procurado un mandato del emperador en el que suprimía trabajos hebreos. Pedida su opinión, Reuchlin, en los argumentos científicos y legales expresó su desaprobación personal de esta acción. Enfurecido por esta oposición, Pfefferkorn, en su "Handspiegel", atacó a Reuchlin, y como contestación este último compuso el "Augenspiegel". Los teólogos de Colonia, particularmente Hochstraten, fue un declarado enemigo contra Reuchlin, que entonces se marchó a Roma. El obispo de Speier, confiado con el establecimiento de dicha distensión, declaró en favor de Reuchlin. Hochstraten, sin embargo, ahora procedió a marcharse a Roma; en 1516 un mandato papal que posponía el caso fue publicado, pero finalmente en 1520, bajo presión del movimiento luterano, Reuchlin fue condenado para preservar silencio en el futuro sobre dicha materia y pagar el total de los costes.  
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En [[Leipzig]] también, los primeros rastros de la actividad humanista datan de mediados del siglo XV. En 1503, cuando el [[Westfalia | westfaliano]] Hermann von dem Busche se estableció en la ciudad, el humanismo tenía allí una representación notable.  Desde 1507 a 1511 Æsticampiano también trabajó en Leipzig, pero en el año anterior Von Dem Busche se mudó a [[Colonia]].  Desde el principio (1502) [[Wittenberg]] estuvo bajo la influencia humanista. Muchas fueron las colisiones entre los campeones de las antiguas  filosofía y teología y "los poetas", que adoptaron una actitud algo arrogante.  Para el 1520 todas las universidades alemanas habían sido modernizadas en torno al sentir humanístico; la asistencia a las clases sobre poesía y oratoria era [[obligación | obligatoria]], se fundaron las cátedras [[Grecia | griegas]] y los comentarios [[escolasticismo | escolásticos]] sobre [[Aristóteles]] se substituyeron por nuevas traducciones.  Las [[escuelas]] humanistas más influyentes fueron la de Schlettstadt bajo la dirección del westfaliano Ludwig Dringenberg (m. 1477), el profesor de [[Jakob Wimpfeling | Wimpheling]], la de Deventer bajo [[Alexander Hegius]] (1433-98), el profesor de Erasmo de Rotterdam, Hermann von dem Busche, y Murmelio, y la de Münster, que experimentó la reforma humanista en 1500 bajo el [[preboste]] [[Rudolf von Langen]] (1438-1519), y la que bajo el co-rector Joannes Murmellius (1480-1517), autor de numerosos y ampliamente adoptados libros de textos, atrajo [[discípulo]]s de partes tan distantes como [[Pomerania]] y [[Silesia]]. También existieron buenas instituciones académicas en [[Nuremberg]], [[Augsburgo]], [[Estrasburgo]], Basilea, etc.  
  
Pero más importante que el pleito era la guerra literaria que lo acompañó. Esta distensión era un preludio a la reforma. Toda la Alemania fue dividida en dos campos. El Reuchlinilistas, los "desfensores de las artes y del estudio de la humanidad", "los hombres brillantes, renombrados" (viri del clari), que aprobando por las letras (virorum del clarorum de Epistolæ) a Reuchlin habían publicado en 1514, predominando en número e intelecto; el partido de Colonia, labrado por sus opositores "los oscurantistas" (obscuri del viri), era más atento en defender que atacar. El documento más importante de esta pelea literaria es la sátira clásica de los humanistas, "las letras del Oscurantistas" (el virorum del obscurorum de Epistolæ, 1515-17), del cual la primera parte fue compuesta por Crotus Rubianus, el segundo substancialmente por Hutten. Aparentemente estas letras fueron escritas por varios partidarios de la universidad de Colonia a Ortwin Gratius, su poeta y amo, y apoyadas en latín bárbaro. Pretendieron describir la vida y obras de los oscurantistas, sus opiniones y dudas, sus divagaciones y los asuntos del amor. La carencia de cultura, los métodos obsoletos de instrucción y el estudio, el gasto de la ingeniosidad, la pedantería de la perversión de los oscurantistas, fueron puestos en ridículo sin piedad. Aunque el folleto fue dictado por el odio y estaba lleno de exageración imprudente, una originalidad y la energía inimitables de la caricatura aseguraron su éxito. Los humanistas observaron el conflicto según lo dicho, y alabaron el "triunfo de Reuchlin". Este último, sin embargo, seguía siendo siempre un partidario verdadero de la iglesia y del papa.  
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El movimiento humanístico alcanzó su cénit durante las primeras dos décadas del siglo dieciséis en [[Johannes Reuchlin | Reuchlin]], [[Desiderio Erasmo | Erasmo]] y Hutten. Johann Reuchlin (1455-1522), el "fénix de [[Alemania]]", era experto en todas las ramas del [[conocimiento]] que se cultivaban en ese entonces.  Sobre todo un jurista, experto en griego, una autoridad de primer orden sobre los autores romanos, historiador y poeta, sin embargo logró su principal renombre a través de sus obras filosóficas y sobre el [[Lengua y Literatura Hebreas | hebreo]] ---especialmente con su "Rudimenta Hebraica" (gramática y léxico) ---en cuya composición logró la ayuda de eruditos [[judaísmo | judíos]].   Su modelo fue Pico della Mirandola,  el "conde sabio, el más docto de nuestra época".  Estudió la doctrina esotérica de la [[cábala]], pero se perdió en el laberinto de sus problemas abstrusos, y, después de haberse convertido, en el retiro académico, en el [[orgullo]] y la [[gloria]] de su nación, un incidente peculiar lo llevó repentinamente a la [[notoriedad]] [[Europa | europea]].  A este hecho no se le ha llamado [[injusticia | injustamente]] el punto culminante del humanismo.  [[Johannes Pfefferkorn]], un judío [[bautismo | bautizado]], había declarado el [[Talmud]] un insulto deliberado al [[cristianismo]], y había conseguido del emperador un mandato en el que se suprimían las obras hebreas. Al pedírsele su opinión, Reuchlin expresó su [[persona]]l desaprobación de esta acción basado en argumentos [[ciencia y la Iglesia | científicos]] y legales.   [[ira | Enfurecido]] por esta oposición, Pfefferkorn, en su "Handspiegel", atacó a Reuchlin, y como contestación este último compuso el "Augenspiegel".  Los teólogos de Colonia, particularmente Hochstraten, declararon contra Reuchlin, quien entonces [[apelación | apeló]] a [[Roma]].   El [[obispo]] de [[Espira]], a quien se le confió la solución del conflicto, se declaró a favor de Reuchlin. Hochstraten, sin embargo, ahora procedió a Roma; en 1516 se emitió un mandato papal que posponía el caso, pero finalmente en 1520, bajo la presión del movimiento [[luteranismo | luterano]], Reuchlin fue condenado a guardar [[silencio]] en el futuro sobre dicha materia y a pagar el total de los costos.  
  
Desiderius Erasmus de Rotterdam (1467-1536) fue llamado el "segundo ojo de Alemania". Vivaracho, agudo, e ingenioso, él era el líder y oráculo literario del siglo, mientras que su nombre, según el testimonio de un contemporáneo, había pasado en forma de proverbio: " todo lo que es ingenioso, estudiado, y escrito sabiamente, se llama erásmico, es decir, sin error y perfecto." Su actividad literaria fue extraordinariariamente fructuosa y versátil como Latinista profundo y revivalista incomparable del Griego, como crítico y comentarista, como educador, satirista, teólogo, y exegeta bíblico, sería imposible describirlo aquí (véase ERASMUS, DESIDERIUS). Ulrich von Hutten (1488-1523), caballero franco, y campeón entusiástico de las ciencias liberales, seguía siendo mejor conocido como político y traductor. La consolidación de la energía del emperador y la guerra contra Roma eran los principales artículos de su programa político, que él predicó primero en latín y posteriormente en diálogos, poemas, y folletos alemanes. Los juristas y la ley romana, la inmoralidad y el analfabetismo del clero, la fatuidad de la pedantería poco práctica, sin piedad debína por supuesto hacerse visibles. Finalmente, él se alistó al servicio de Lutero y lo celebró en sus escrituras pasadas como un "héroe de la palabra", un profeta y sacerdote, aunque Lutero había mantenido hacia él una actitud de la reserva. La muerte de Hutten se puede mirar como el final del humanismo alemán que habla correctamente. Un movimiento más serio, la reforma, tomó su lugar. La mayoría de los humanistas se fijó en la oposición al nuevo movimiento, aunque no puede ser negado que ellos, especialmente la generación más joven bajo dirección de Erasmo y Mutianus Rufus, tenían el camino hecho para ella.  
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Pero más importante que la demanda fue la guerra literaria que la acompañó. Esta lucha fue el preludio a la [[Reforma Protestante | Reforma]]. Toda Alemania se dividió en dos campos. Los reuchlinistas, los "defensores de las artes y del estudio de la humanidad", "los famosos [[hombre]]s brillantes" (''clari viri''), cuyas cartas aprobatorias (''Epistolæ clarorum virorum'') Reuchlin había publicado en 1514, predominaban en número e [[intelecto]]; el partido de [[Colonia]], al que sus opositores llamaron "los oscurantistas" (''viri obscuri''), estaban más decididos a la defensa que al ataque.  El documento más importante de esta contienda literaria es la sátira clásica de los humanistas, "Las Cartas de los Oscurantistas" (''Epistolæ obscurorum virorum'', 1515-17), cuya primera parte fue compuesta por [[Johann Crotus | Croto Rubiano]], y la segunda, substancialmente por Hutten.   Aparentemente estas cartas fueron escritas por varios partidarios de la [[Universidad de Colonia]] a [[Ortwin Gratius]], su poeta y maestro, y fueron redactadas en latín bárbaro.  Pretendían describir la [[vida]] y obras de los oscurantistas, sus opiniones y [[duda]]s, sus divagaciones y asuntos amorosos. La carencia de cultura, los métodos obsoletos de instrucción y estudio, el gasto perverso de ingenio, la pedantería de los oscurantistas, fueron ridiculizados sin piedad.  Aunque el folleto fue dictado por el [[odio]] y estaba lleno de exageración imprudente, su originalidad inimitable y el poder de la caricatura aseguraron su éxito. Los humanistas consideraron que la disputa estaba decidida, y cantaron el "Triunfo de Reuchlin". Este último, sin embargo, continuó siendo siempre un partidario [[verdad]]ero de [[la Iglesia]] y del [[Papa]].  
  
El progreso del humanismo en otras tierras se puede repasar más brevemente. En Francia la universidad de París ejerció una influencia de gran alcance. Antes de fin del siglo catorce los estudiantes de esta institución eran ya sentendían los autores antiguos. Nicolas de Clémanges (1360-1434) dio una conferencia en el retórico Cicerón, pero el humanista verdadero más precoz de Francia era Jean de Montreuil (m. 1418). En 1455 Gregorio de Città di Castello, que había residido en Grecia, fue instalado en la universidad para dar una conferencia en Griego y retórica. Posteriormente, vinieron los eruditos y los poetas -- ej. Andreas Joannes Lascaris, Julio Cæsar Scaliger, y Andreas Alciati de Italia -- que hicieron a Francia la hija dócil de Italia. Entre los eruditos principales en Francia pueden estar Budé mencionado (Budæus), el primer Helenista de su edad (1467-1540), de las impresiones realizadas Roberto (1503-59) y de Henri (1528-98) Estienne (Stephanus), al cual le debemos el " Thesaurus linguæ Latinæ " y el " Thesaurus linguæ Græcæ "; José Justus Scaliger (1540-1609), famoso por su conocimiento de la epigrafía, numismática, y especialmente de cronología; el filólogo Isaac Casaubon (1559-1614), fue bien conocido por su edición excelente de las obras clásicas, y de Petrus Ramus (1515-72), estudiante profundo de la filosofía griega y medieval.
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[[Desiderio Erasmo]] de Rotterdam (1467-1536) fue llamado el "segundo ojo de [[Alemania]]". Vivaracho, agudo e ingenioso, fue el líder y [[oráculo]] literario del siglo, mientras que su nombre, según el testimonio de un contemporáneo, había pasado al proverbio: " todo lo que es ingenioso, erudito y escrito sabiamente, se llama erásmico, es decir, sin error y perfecto."    Es imposible detenernos aquí en su extraordinariamente fructífera y versátil actividad literaria como latinista profundo y revivalista incomparable del [[Grecia | griego]], como crítico y comentarista, como [[educación | educador]], escritor satírico, [[teología dogmática | teólogo]] y [[exégesis bíblica | exégeta]] [[Biblia | bíblico]] (vea [[Desiderio Erasmo]]).    Ulrich von Hutten (1488-1523), un [[caballería | caballero]] de Franconia y entusiasta defensor de las [[ciencia y la Iglesia | ciencias]] liberales, fue mejor conocido aun como político y agitador.  La consolidación del poder del emperador y la [[guerra]] contra Roma fueron los principales artículos de su programa político, que predicó primero en latín y posteriormente en diálogos, poemas y folletos alemanes.  Azotó despiadadamente a los juristas y al [[derecho romano]], la inmoralidad y el analfabetismo del [[clero secular | clero]], la fatuidad de la pedantería poco práctica, pues su meta, por supuesto, era hacerse notable.  Finalmente, se alistó al servicio de [[Martín Lutero | Lutero]] y lo alabó en sus últimos escritos como un "héroe de la Palabra", un [[profecía, profeta y profetisa | profeta]] y un [[sacerdote]], aunque Lutero siempre mantuvo hacia él una actitud de reserva.  Hablando adecuadamente, la muerte de Hutten se puede considerar como el final del humanismo alemán.  Un movimiento aún más serio, la Reforma, tomó su lugar.  La [[mayoría]] de los humanistas se opusieron al nuevo movimiento, aunque no se puede negar que ellos, especialmente la generación más joven bajo el liderato de Erasmo y Mutiano Rufo, de muchos modos habían pavimentado el camino para ella.  
  
El saber clásico fue estandarizado en España a través de la reina Isabel (1474-1504). El sistema escolar fue reorganizado, y las universidades entraron en una nueva era de la prosperidad intelectual. De los eruditos españoles como Juan Luis Vives (1492-1540) gozaron de una reputación europea. En Inglaterra el humanismo fue recibido con menos favor. Poggio, pasó por un momento en el que el país, e ingleses jóvenes, como William Grey, un pupilo de Guarino, el último obispo de Ely y canciller privado en 1454, que se instruyó en Italia. Pero las preocupantes condiciones de la vida inglesa en el siglo quince no favorecieron el nuevo movimiento.William Caxton (1421-91), el primer impresor inglés, jugó una papel importante. El canciller docto, refinado, caritativo, y valeroso Thomas (1478-1535) era más de una manera las contrapartes intelectuales de Erasmo, con quienes él tenía un trato más íntimo. De especial importancia era la fundación de escuelas excelentes tales como Eton en 1440, y el St. Paul (Londres) en 1508. El fundador era el decano Juan Colet (1466-1519); el primer rector era Guillermo Lilly (1468-1523), que había estudiado Griego en la isla de Rodas, y latín en Italia, y era el pionero de la educación griega en Inglaterra. Durante la estadía de Erasmo en Oxford (1497-9) encontraron almas gemelas emparentadas con la tradición helenística de Guillermo Grocyn y Thomas Linacre, los cuales habían sido educados en Italia. A partir de entonces de1510 a 1513 Erasmo enseñó Griego en Cambridge.  
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El progreso del humanismo en otros países se puede repasar más brevemente. En [[Francia]] la [[Universidad de París]] ejerció una poderosa influencia. Para fines del siglo XIV los estudiantes de esa institución ya eran versados en los autores antiguos. [[Nicolás de Clémanges]] (1360-1434) enseñaba la retórica ciceroniana, pero el primer humanista verdadero de Francia fue Jean de [[Montreuil]] (m. 1418). En 1455 Gregorio de [[Citta di Castello]], que había residido en [[Grecia]], fue instalado en la [[universidad]] para dar clases de griego y retórica.  Posteriormente, vinieron de [[Italia]] eruditos y poetas ---por ejemplo, [[Andreas Joannes Lascaris]], [[Julio César Escalígero]] y [[Andreas Alciati]]--- que hicieron a Francia la hija dócil de Italia. Entre los eruditos principales en Francia se puede mencionar a [[Guillaume Budé | Budé]] (Budæus), el primer helenista de su época (1467-1540), los pintores consumados Roberto (1503-59) y Enrique (1528-98) Estienne (Stephanus), al cual le debemos el "Thesaurus linguæ Latinæ" y el “Thesaurus linguæ Græcæ”; José Justo Escalígero (1540-1609), famoso por su [[conocimiento]] de la epigrafía, la [[numismática]] y especialmente la [[cronología general | cronología]]; el filólogo Isaac Casaubon (1559-1614), bien conocido por su excelente edición de los clásicos, y [[Peter Ramus]] (1515-72), un estudioso profundo de la [[filosofía]] griega y [[Edad Media | medieval]].
  
Traducción: Arantxa Serantes
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El aprendizaje clásico se naturalizó en [[España]] a través de la reina [[Isabel I]] (1474-1504).  Se reorganizó el sistema escolar, y las universidades entraron a una nueva era de prosperidad [[intelecto | intelectual]].  De los eruditos españoles, [[Juan Luis Vives]] (1492-1540) gozó de una reputación [[Europa | europea]].  En [[Inglaterra]] el humanismo fue recibido con menos favor.  [[Giovanni Francesco Poggio Bracciolini | Poggio]], de hecho, pasó algún [[tiempo]] en ese país, e ingleses jóvenes, como William Grey, un [[discípulo]] de [[Guarino Da Verona | Guarino]], luego [[obispo]] de [[Ely]] y canciller privado en 1454, buscó la instrucción en Italia. Pero las [[condición | condiciones]] turbulentas de la [[vida]] inglesa en el siglo XV no favorecieron el nuevo movimiento.  [[William Caxton]] (1421-91), el primer impresor inglés, jugó un papel importante en la difusión del aprendizaje clásico.  El docto, refinado, caritativo y [[fortaleza | valeroso]] [[Tomás Moro]] (1478-1535) fue de cierto modo el equivalente intelectual de [[Desiderio Erasmo | Erasmo]], con quien tenía la más profunda amistad.  De especial importancia fue la fundación de excelentes [[escuelas]] tales como Eton en 1440, y la de San Pablo ([[Londres]]) en 1508. El fundador de esta última fue el [[decano]] [[Juan Colet]] (1466-1519); el primer [[rector]] fue Guillermo Lilly (1468-1523), quien había estudiado griego en la Isla de [[Rodas]], y latín en Italia, y fue el pionero de la [[educación]] griega en Inglaterra. Durante la estadía de Erasmo en [[Oxford]] (1497-9) encontraron [[espíritu]]s helenísticos afines en Guillermo Grocyn y [[Thomas Linacre]], los cuales habían sido educados en Italia.  Desde 1510 a 1513 Erasmo enseñó griego en [[Universidad de Cambridge | Cambridge]].
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'''Bibliografía''': BURCKHARDT, Die Kultur der Renaissance in Italien (Leipzig, 1908), I, II; VOIGT, Die Wiederbelebung des klassischen Altertums (Berlín, 1893), I, II; GEIGER, Renaissance und Humanismus in Italien und Deutschland (Berlín, 1882); PAULSEN, Geschichte des gelehrten Unterrichts, I (Leipzig, 1896); BRANDI, Die Renaissance in Florenz und Rom (Leipzig, 1909); SYMONDS, Renaissance in Italy, I-V (Londres, 1875-81); GEBHART, Les Origines de la Renaissance en Italie (París, 1879); LINDNER, Weltgeschichte, IV (Stuttgart y Berlín, 1905); The Cambridge Modern History, I, The Renaissance (Cambridge, 1902). Sobre el Renacimiento alemán vea JANSSEN, History of the German People since the Middle Ages, tr., I (San Luis, 1896); y para Italia, SHAHAN, On the Italian Renaissance in The Middle Ages (Nueva York, 1904).
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'''Fuente''':  Löffler, Klemens. "Humanism." The Catholic Encyclopedia. Vol. 7. New York: Robert Appleton Company, 1910.  <http://www.newadvent.org/cathen/07538b.htm>.
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Traducido por Arantxa Serantes.  rc

Revisión de 00:41 31 dic 2010

El humanismo es el nombre dado al movimiento intelectual, literario y científico de los siglos XIV al XVI, un movimiento que tuvo como objetivo el basar todas las ramas del aprendizaje en la literatura y la cultura de la antigüedad clásica.

Creyendo que una formación clásica solamente podría formar a un hombre perfecto, los llamados humanistas en oposición a los escolásticos, adoptaron el término humaniora (las humanidades) para denotar la erudición de los antiguos. Aunque los humanistas consideraban el intervalo entre el período clásico y sus propios días como bárbaro y destructivo igual que el arte y la ciencia, el humanismo (como todos los demás fenómenos históricos) estaba relacionado con el pasado. El uso del latín en la liturgia de la Iglesia ya había preparado a Europa para el movimiento humanista. En la Edad Media, sin embargo, la literatura clásica era considerada simplemente como un medio de educación; era conocida sólo a través de fuentes secundarias, y la Iglesia vio un atractivo para el pecado en la concepción mundana de la vida que había prevalecido entre los antiguos. Con el ascenso de la laicización estas opiniones experimentaron un cambio, especialmente en Italia. En ese país el cuerpo político se había vuelto poderoso, las ciudades habían amasado gran riqueza y la libertad cívica era generalizada. El placer mundano se convirtió en un factor importante en la vida y se le dio más libertad de acción al impulso sensorial. El concepto de vida transcendental, no mundano, que hasta entonces había sido dominante, ahora entró en conflicto con una visión mundana, humana y naturalista, que se centraba en la naturaleza y el hombre. Estas nuevas ideas encontraron sus prototipos en la antigüedad, cuyos escritores apreciaron y alabaron el disfrute de la vida, las reivindicaciones de individualidad, el arte literario y fama, la belleza de la naturaleza. El nuevo movimiento se ocupó no sólo de la cultura romana antigua sino también de la hasta ahora descuidada cultura griega. El nuevo espíritu se separó de la teología y de la Iglesia. El principio de la investigación libre y científica ganó terreno. Era bastante natural que se debía exagerar el valor del nuevo ideal mientras se infravaloraba la cultura nacional medieval.

Se acostumbra comenzar la historia del humanismo con Dante (1265-1321) y Petrarca (1304-74). De los dos, Dante, debido a su sublimidad poética, fue sin duda el mayor; pero, en lo que concierne al humanismo Dante fue simplemente su precursor mientras que Petrarca inició el movimiento y lo condujo al éxito. Dante demuestra ciertamente rasgos del cambio venidero; en su gran epopeya se encuentran lado a lado materiales clásicos y cristianos, mientras que lo que busca es el renombre poético, un objetivo tan característico de los escritores paganos aún tan ajenos al ideal cristiano. En asuntos de verdadera importancia, sin embargo, él toma a los escolásticos como sus guías. Petrarca, por otra parte, es el primer humanista; él está interesado solamente en los antiguos y en la poesía. Él descubre manuscritos perdidos de obras clásicas, y acumula medallas y monedas antiguas. Si Dante ignoró los monumentos de Roma y consideró sus estatuas antiguas como imágenes idólatras, Petrarca ve a la Ciudad Eterna con el entusiasmo de un humanista, no con el de un cristiano piadoso. Los antiguos clásicos ---especialmente sus estrellas polares, Virgilio y Cicerón--- sirvieron no solo para instruirle y encantarle; también lo incitaron a la imitación. Con los filósofos de la antigüedad declaró que la virtud y la verdad son la meta más alta del esfuerzo humano, aunque en la práctica no siempre fue muy exigente en cultivarlas.

Sin embargo, fue sólo en su tercera meta, la elocuencia, en la que rivalizó con los ancestros. Su ascenso al Mont Ventoux marca una época en la historia de la literatura. Su gozo ante la belleza de la naturaleza, su susceptibilidad ante la influencia del paisaje, su honda simpatía con y gloriosa representación de, los encantos del mundo alrededor de él, fueron una ruptura con las tradiciones del pasado. En 1341 ganó en Roma la muy codiciada corona al poeta laureado. Sus escritos en latín fueron muy apreciados por sus contemporáneos, quienes clasificaron a su "África" con la "Eneida" de Virgilio, pero la posteridad prefiere sus sonetos y canciones líricas dulces y melodiosos. Su principal mérito fue el impulso que dio a la búsqueda de los tesoros perdidos de la antigüedad clásica. Su principal discípulo y amigo, Boccaccio (1313-75), fue honrado en vida no por su erótico y lascivo, aunque elegante e inteligente “Decameron” (por el cual, sin embargo, lo recuerda la posteridad), sino por sus obras en latín que ayudaron a difundir el humanismo. Los estudios clásicos de Petrarca y Boccacio fueron compartidos por Coluccio Salutato (m. 1406), el canciller florentino. Con la introducción del estilo epistolar de los antiguos puso la sabiduría clásica al servicio del estado, y por sus gustos y prominencia promovió en gran medida la causa de la literatura.

Una generación de profesores ambulantes y sus eruditos pronto siguieron a los hombres del renacimiento. Los gramáticos y los retóricos viajaban de ciudad en ciudad, y promovían el entusiasmo por la antigüedad a círculos cada vez más amplios; los estudiantes viajaban de lugar en lugar para conocer las sutilezas de estilo e interpretación de algún autor. Petrarca vivió para ver cuando Giovanni di Conversino emprendió su viaje como profesor ambulante. Desde Rávena vino Giovanni Malpaghini, dotado con una memoria maravillosa y un celo ardiente por los nuevos estudios, aunque más habilidoso en impartir el conocimiento heredado y adquirido que en la elaboración de un pensamiento original. De otra manera el alma de la investigación literaria fue Poggio (1380-1459), secretario papal y luego canciller florentino. Durante las sesiones del Concilio de Constanza (1414-18) saqueó los monasterios e instituciones de la vecindad, hizo descubrimientos valiosos, y "salvó muchas obras" de las "células" (ergastula). Encontró y transcribió a Quintiliano de su propio puño y letra, mandó a hacer las primeras copias de Lucrecio, Silio Itálico y Amiano Marcelino, y, probablemente, descubrió los primeros libros de los "Anales" de Tácito. Alrededor de 1430 prácticamente todas las obras en latín ahora conocidas habían sido recogidas, y los eruditos pudieron dedicarse a la revisión de los textos.

Pero la verdadera fuente de la belleza clásica fue la literatura griega. Los italianos ya habían ido a Grecia a estudiar el lenguaje, y desde 1396 Manuel Crisoloras, el primer profesor de griego en Occidente, estaba muy ocupado en Florencia y en otros lugares. Su ejemplo fue seguido por otros. En Grecia también se instituyó una búsqueda entusiasta de restos literarios, y en 1423 Aurispa trajo doscientos treinta y ocho volúmenes a Italia. El colector más diligente de inscripciones, monedas, gemas y medallas fue el comerciante Ciriaco de Ancona. Entre los griegos presentes en el Concilio de Florencia estaban el arzobispo (luego cardenal) Bessarion, quien presentó en Venecia su valiosa colección de novecientos volúmenes, también Plethon, el célebre profesor de filosofía platónica, que recayó posteriormente en el paganismo. La captura de Constantinopla por los turcos (1453) condujo a Italia a los eruditos griegos Jorge de Trebisonda, Teodoro de Gaza, [[Constantino Lascaris, etc. Uno de los más exitosos críticos y editores de los clásicos fue Lorenzo Valla (1407-57). Señaló los defectos de la Vulgata, y declaró que la Donación de Constantino era una fábula. A pesar de sus ataques vehementes contra el papado, Nicolás V lo trajo a Roma. En un período corto de tiempo, los nuevos estudios demandaron un círculo más amplio de devotos.

Las casas principescas fueron generosas en su apoyo al movimiento. Bajo los Medici, Cosimo (1429-64) y Lorenzo el Magnífico (1469-92), Florencia fue preeminentemente la sede del nuevo aprendizaje. Su digno estadista, Mannetti, un hombre de gran cultura, piedad y pureza, fue un excelente erudito griego y latín y un orador brillante. El monje camaldulense Ambrogio Traversari fue también un erudito profundo, especialmente versado en griego; poseía una magnífica colección de los autores griegos, y fue uno de los primeros monjes de la época moderna en aprender hebreo. Marsuppini (Carlo Aretino), renombrado y querido como profesor y canciller municipal, citaba de los autores latinos y griegos con tanta facilidad que su disposición era una fuente de asombro, incluso para una edad hastiada de la citación constante. Aunque en materias de religión Marsuppini era un pagano notorio, Nicolás V intentó atraerlo a Roma para traducir a Homero. Entre sus contemporáneos, Leonardo Bruni, un discípulo de Crisoloras, gozó de gran fama como erudito griego y una reputación única por su actividad política y literaria. Fue, además, el autor de una historia de Florencia. Niccolo Niccoli fue también un ciudadano de Florencia; un mecenas del aprendizaje, ayudó e instruyó a los jóvenes, envió agentes a recoger manuscritos y restos antiguos, y amasó una colección de ochocientos códices (valorados en seis mil florines de oro), los cuales tras su muerte, y mediante la mediación de Cosimo, fueron donados al monasterio de San Marco, para formar una biblioteca pública, y son hoy día una de las posesiones más valiosas de la biblioteca Laurentiana en Florencia. El antedicho Poggio, un escritor versátil e influyente, también residió durante mucho tiempo en Florencia, publicó una historia sobre la ciudad y ridiculizó al clero y a la nobleza en su ingenioso y difamatorio "Facetiæ". Se distinguió por su extensa erudición clásica, tradujo a algunos de los autores griegos (por ejemplo, Luciano, Diodoro Sículo, Jenofonte), les añadió notas sabias e inteligentes, coleccionó inscripciones, bustos, medallas, y escribió una valiosa descripción de las ruinas de Roma. Ya se ha mencionado su éxito en buscar y desenterrar manuscritos. Plethon, también mencionado arriba, enseñó filosofía platónica en Florencia.

Bessarion fue otro panegirista de Platón, que ahora comenzó a desplazar a Aristóteles; esto, junto a la afluencia de los eruditos griegos, condujo a la fundación de la academia platónica que incluía entre sus miembros a todos los ciudadanos más prominentes. Marsilio Ficino (m. 1499), un filósofo platónico en todo el sentido de la palabra, era uno de sus miembros, y con sus obras y cartas ejerció una influencia extraordinaria en sus contemporáneos. Junto con sus otros trabajos literarios emprendió la tarea gigantesca de traducir los escritos de Platón al latín elegante, y lo logró con éxito. Cristóforo Landino, un discípulo de Marsuppini, sin compartir sus ideas religiosas, enseñó retórica y poesía en Florencia y fue también un hombre de estado. Su comentario sobre Dante, en el cual da la explicación más detallada del significado alegórico del gran poeta, es de valor duradero. Bajo Lorenzo de Medici, el más importante hombre de letras en Florencia fue Angelo Poliziano (m. 1494), primero tutor de los príncipes de Medici y posteriormente profesor y escritor versátil. Fue preeminentemente un filólogo, e hizo traducciones y comentarios sabios sobre los autores clásicos, dedicando atención especial a Homero y a Horacio. Sin embargo, fue superado por el joven y famoso Pico della Mirandola (1462-94), quien, utilizando la frase de Poliziano, "era elocuente y virtuoso, un héroe en lugar de un hombre". Percibió las relaciones entre el helenismo y el judaísmo, estudió la cábala, combatió la astrología y compuso una obra inmortal sobre la dignidad del hombre. Un movimiento literario activo también fue fomentado por el Vizconti y los Sforza en Milán, donde vivió el vano y sin principios Filelfo (1398-1481); por los Gonzaga en Mantua, donde el noble Vittorino da Feltre (m. 1446) condujo su excelente escuela; por los reyes de Nápoles; por los Este en Ferrara, quien gozó de los servicios de Guarino, después de Vittorino el pedagogo más famoso del humanismo italiano; por el duque Federigo de Urbino, e incluso por el libertino Malatesta en Rimini. Los Papas también favorecieron el humanismo. Nicolás V (1447-55) intentó restaurar la gloria de Roma mediante la erección de edificios y la colección de libros. Los intelectos más capaces de Italia se sintieron atraídos a la ciudad; la humanidad y el aprendizaje le deben a Nicolás la fundación de la biblioteca Vaticana, la cual superó a todas las demás en la cantidad y el valor de sus manuscritos (particularmente griegos). El Papa alentó, especialmente, las traducciones del griego, con resultados importantes, aunque nadie ganó el premio de diez mil florines ofrecido por una traducción completa de Homero.

El propio Pío II (1458-64) fue un humanista y había ganado fama como poeta, orador, intérprete de la antigüedad, jurista y estadista; después de su elección, sin embargo, no satisfizo todas las expectativas de sus anteriores asociados, aunque se mostró de varias formas el mecenas de la literatura y del arte. Sixto IV (1471-84) restableció la biblioteca del Vaticano, descuidada por sus precursores, y nombró bibliotecario a Platina. "Aquí reina una increíble libertad de pensamiento", fue la descripción de Filelfo de la Academia Romana de Pomponio Leto (m. 1498), instituto que fue el campeón más destacado de la antigüedad en la capital de la cristiandad. Bajo León X (1513-21) el humanismo y el arte gozaron de una segunda edad de oro. Del ilustre círculo de literati que lo rodeó se puede mencionar a Pietro Bembo (m. 1547) ---famoso como escritor de prosa y poesía, como autor latino e italiano, como filólogo e historiador, pero, a pesar de su alto rango eclesiástico, un hombre verdaderamente mundano. Al mismo grupo pertenecieron Jacopo Sadoleto, también versado en varias ramas de la cultura latina e italiana. El principal mérito del humanismo italiano, como de hecho del humanismo en general, fue que abrió las fuentes verdaderas de la cultura antigua y sacó de ellas, como tema de estudio por su propio bien, la literatura clásica que hasta entonces había sido utilizada de una manera simplemente fragmentaria. Se inauguró la crítica filológica y científica, y avanzó la investigación histórica. El tosco latín de los escolásticos y de los escritores monásticos fue sustituido por la elegancia clásica. Más influyentes aun, pero no con buenos resultados, fueron las opiniones religiosas y morales de la antigüedad pagana. El cristianismo y su sistema ético sufrieron un choque serio. Las relaciones morales, especialmente en el matrimonio, se convirtieron en el objeto de burlas obscenas. En sus vidas privadas muchos humanistas eran deficientes en sentido moral, mientras que la moral de las clases altas degeneró en un lamentable exceso de individualismo desenfrenado. Una expresión política del espíritu humanista es "El Príncipe" (Il Príncipe) de Nicolás Maquiavelo (m. 1527), el evangelio de la fuerza bruta, del desprecio de toda moral y del egoísmo cínico.

El saqueo de Roma en 1527 dio el golpe mortal al humanismo italiano, y las serias complicaciones políticas y eclesiásticas que sobrevinieron previnieron su recuperación. La "Alemania bárbara" hacía tiempo que se había convertido en su heredera, pero allí el humanismo nunca penetró tan profundamente. El fervor religioso y moral de los alemanes les impidió ir muy lejos en su devoción a la antigüedad, a la belleza y a los placeres de los sentidos, y le dio al movimiento humanístico en Alemania un carácter práctico y educativo. Los verdaderos directores del movimiento alemán eran eruditos y profesores íntegros. Sólo Celtes y algunos otros son evocadores del humanismo italiano. La reforma de la escuela y de la universidad fue el principal objetivo y servicio del humanismo alemán. Aunque el interés alemán en la literatura antigua comenzó bajo el reinado de Carlos IV (1347-78), la difusión del humanismo en países alemanes data del siglo XV. Æneas Silvio Piccolomini, luego Pío II, fue el apóstol del nuevo movimiento en la corte de Federico III (1440-93). El famoso erudito Nicolás de Cusa (m. 1464) fue versado en los clásicos, mientras que su amigo George Peuerbach estudió en Italia y luego dio lecciones sobre los poetas antiguos en Viena. Johann Müller de Königsberg (Regiomontan), un discípulo de Peuerbach, estaba familiarizado con el griego, pero fue principalmente famoso como astrónomo y matemático. Aunque Alemania no podía alardear de tantos poderosos mecenas del aprendizaje como en el caso de Italia, el nuevo movimiento no careció de partidarios. El emperador Maximiliano I, el elector Filipo del Palatinado, y su canciller, Johann von Dalberg (más tarde obispo de Worms), el duque Eberhard de Würtemberg, el elector Federico el Sabio, el duque Jorge de Sajonia, el elector Joachim I de Brandemburgo y arzobispo Albrecht de Maguncia fueron todos partidarios del humanismo.

Entre los ciudadanos, también, el movimiento encontró favor y estímulo. En Nuremberg fue apoyado por el antedicho Regiomontano, por los historiadores, Hartmann Schedel y Sigmund Meisterlein, y también por Willibald Pirkheimer (1470-1528), quien había sido educado en Italia, y era un trabajador infatigable en el campo de lo antiguo e histórico. Su hermana, Caridad, una monja apacible, unió a una verdadera piedad un intelecto cultivado. Conrad Peutinger (1465-1547), secretario de la ciudad de Augsburgo, dedicó su ocio al servicio de las artes y las ciencias, mediante la colección de inscripciones y restos antiguos y la publicación, él mismo o a través de otros, de las fuentes de la historia alemana. El mapa de la antigua Roma, que lleva su nombre "Tabula Peutingeriana", le fue legado por su descubridor, Conrado Celtes, pero no fue publicado hasta después de su muerte. Estrasburgo fue la primera fortaleza alemana de las ideas humanistas. Jakob Wimpfeling (m. 1528), campeón del sentimiento y de nacionalidad alemanes, y Sebastian Brant fueron los principales representantes del movimiento, y lograron una amplia reputación debido a su disputas con Murner, que había publicado un artículo en oposición a la "Germania" de Wimpheling, y debido a la controversia referente a la Inmaculada Concepción. Al igual que en Italia, en Alemania surgieron sociedades de eruditos, tal como el "Donaugesellschaft" (Danubiana) en Viena ---cuyo miembro más prominente, Johann Spiessheimer (Cuspinian, 1473-1529), se distinguió como editor e historiador--- y el "Rheinische Gesellschaft" (Rhenana), bajo el antedicho Johann von Dalberg. Cercanamente asociado al último estaba el abad Juan Tritemio (1462-1516), un hombre de logros universales. La vida de estas dos principales sociedades era Conrad Celtes, el apóstol audaz e infatigable apóstol y predicador itinerante del humanismo, hombre de los talentos más variados ---filósofo, matemático, historiador, editor de escritos clásicos y medievales y poeta latino inteligente, que celebraba con versos ardientes los siempre cambiantes amores a sus damas y vivió una vida de complacencia mundana.

Los representantes de los "lenguajes y bellas letras" pronto encontraron también su lugar en las universidades. En Basilea, que, en 1474, había nombrado un profesor de artes liberales y poesía, el movimiento fue representado principalmente por Enrique Glareano (1488-1563), famoso como geógrafo y músico. El humanista más conocido de Tubinga fue el poeta Heinrich Bebel (1472-1518), un patriota ardiente y un admirador entusiasta del estilo y la elocuencia. Su obra más ampliamente conocida es la obscena "Facetiæ". Agrícola (m. 1485), en opinión de Erasmo un estilista y latinista perfecto, enseñó en Heidelberg. El inaugurador del humanismo en Maguncia fue el prolífico autor Dietrich Gresemund (1477-1512). El movimiento aseguró el reconocimiento oficial en la universidad en 1502 bajo el elector Berthold, y encontró en Joannes Rhagius Æsticampianus su partidario más influyente. En el poeta ambulante Peter Luder, Erfurt tuvo en 1460 uno de los primeros representantes del humanismo, y en Jodokus Trutfetter (1460-1519), el maestro de Lutero, un escritor diligente y profesor concienzudo de teología y filosofía. El verdadero guía de la juventud de Erfurt fue, sin embargo, Konrad Mutianus Rufus (1471-1526), un canónigo en Gotha, educado en Italia. Sus principales características fueron su celo por la enseñanza junto a un temperamento agresivo, un gran placer por los libros pero no en hacerlos, el latitudinarismo religioso y el entusiasmo por la antigüedad. El escritor satírico Croto Rubiano, Euricio Cordo, el ingenioso epigramatista, y el elegante poeta y alegre compañero, Eobano Hesso, pertenecían también al círculo de Erfurt.

En Leipzig también, los primeros rastros de la actividad humanista datan de mediados del siglo XV. En 1503, cuando el westfaliano Hermann von dem Busche se estableció en la ciudad, el humanismo tenía allí una representación notable. Desde 1507 a 1511 Æsticampiano también trabajó en Leipzig, pero en el año anterior Von Dem Busche se mudó a Colonia. Desde el principio (1502) Wittenberg estuvo bajo la influencia humanista. Muchas fueron las colisiones entre los campeones de las antiguas filosofía y teología y "los poetas", que adoptaron una actitud algo arrogante. Para el 1520 todas las universidades alemanas habían sido modernizadas en torno al sentir humanístico; la asistencia a las clases sobre poesía y oratoria era obligatoria, se fundaron las cátedras griegas y los comentarios escolásticos sobre Aristóteles se substituyeron por nuevas traducciones. Las escuelas humanistas más influyentes fueron la de Schlettstadt bajo la dirección del westfaliano Ludwig Dringenberg (m. 1477), el profesor de Wimpheling, la de Deventer bajo Alexander Hegius (1433-98), el profesor de Erasmo de Rotterdam, Hermann von dem Busche, y Murmelio, y la de Münster, que experimentó la reforma humanista en 1500 bajo el preboste Rudolf von Langen (1438-1519), y la que bajo el co-rector Joannes Murmellius (1480-1517), autor de numerosos y ampliamente adoptados libros de textos, atrajo discípulos de partes tan distantes como Pomerania y Silesia. También existieron buenas instituciones académicas en Nuremberg, Augsburgo, Estrasburgo, Basilea, etc.

El movimiento humanístico alcanzó su cénit durante las primeras dos décadas del siglo dieciséis en Reuchlin, Erasmo y Hutten. Johann Reuchlin (1455-1522), el "fénix de Alemania", era experto en todas las ramas del conocimiento que se cultivaban en ese entonces. Sobre todo un jurista, experto en griego, una autoridad de primer orden sobre los autores romanos, historiador y poeta, sin embargo logró su principal renombre a través de sus obras filosóficas y sobre el hebreo ---especialmente con su "Rudimenta Hebraica" (gramática y léxico) ---en cuya composición logró la ayuda de eruditos judíos. Su modelo fue Pico della Mirandola, el "conde sabio, el más docto de nuestra época". Estudió la doctrina esotérica de la cábala, pero se perdió en el laberinto de sus problemas abstrusos, y, después de haberse convertido, en el retiro académico, en el orgullo y la gloria de su nación, un incidente peculiar lo llevó repentinamente a la notoriedad europea. A este hecho no se le ha llamado injustamente el punto culminante del humanismo. Johannes Pfefferkorn, un judío bautizado, había declarado el Talmud un insulto deliberado al cristianismo, y había conseguido del emperador un mandato en el que se suprimían las obras hebreas. Al pedírsele su opinión, Reuchlin expresó su personal desaprobación de esta acción basado en argumentos científicos y legales. Enfurecido por esta oposición, Pfefferkorn, en su "Handspiegel", atacó a Reuchlin, y como contestación este último compuso el "Augenspiegel". Los teólogos de Colonia, particularmente Hochstraten, declararon contra Reuchlin, quien entonces apeló a Roma. El obispo de Espira, a quien se le confió la solución del conflicto, se declaró a favor de Reuchlin. Hochstraten, sin embargo, ahora procedió a Roma; en 1516 se emitió un mandato papal que posponía el caso, pero finalmente en 1520, bajo la presión del movimiento luterano, Reuchlin fue condenado a guardar silencio en el futuro sobre dicha materia y a pagar el total de los costos.

Pero más importante que la demanda fue la guerra literaria que la acompañó. Esta lucha fue el preludio a la Reforma. Toda Alemania se dividió en dos campos. Los reuchlinistas, los "defensores de las artes y del estudio de la humanidad", "los famosos hombres brillantes" (clari viri), cuyas cartas aprobatorias (Epistolæ clarorum virorum) Reuchlin había publicado en 1514, predominaban en número e intelecto; el partido de Colonia, al que sus opositores llamaron "los oscurantistas" (viri obscuri), estaban más decididos a la defensa que al ataque. El documento más importante de esta contienda literaria es la sátira clásica de los humanistas, "Las Cartas de los Oscurantistas" (Epistolæ obscurorum virorum, 1515-17), cuya primera parte fue compuesta por Croto Rubiano, y la segunda, substancialmente por Hutten. Aparentemente estas cartas fueron escritas por varios partidarios de la Universidad de Colonia a Ortwin Gratius, su poeta y maestro, y fueron redactadas en latín bárbaro. Pretendían describir la vida y obras de los oscurantistas, sus opiniones y dudas, sus divagaciones y asuntos amorosos. La carencia de cultura, los métodos obsoletos de instrucción y estudio, el gasto perverso de ingenio, la pedantería de los oscurantistas, fueron ridiculizados sin piedad. Aunque el folleto fue dictado por el odio y estaba lleno de exageración imprudente, su originalidad inimitable y el poder de la caricatura aseguraron su éxito. Los humanistas consideraron que la disputa estaba decidida, y cantaron el "Triunfo de Reuchlin". Este último, sin embargo, continuó siendo siempre un partidario verdadero de la Iglesia y del Papa.

Desiderio Erasmo de Rotterdam (1467-1536) fue llamado el "segundo ojo de Alemania". Vivaracho, agudo e ingenioso, fue el líder y oráculo literario del siglo, mientras que su nombre, según el testimonio de un contemporáneo, había pasado al proverbio: " todo lo que es ingenioso, erudito y escrito sabiamente, se llama erásmico, es decir, sin error y perfecto." Es imposible detenernos aquí en su extraordinariamente fructífera y versátil actividad literaria como latinista profundo y revivalista incomparable del griego, como crítico y comentarista, como educador, escritor satírico, teólogo y exégeta bíblico (vea Desiderio Erasmo). Ulrich von Hutten (1488-1523), un caballero de Franconia y entusiasta defensor de las ciencias liberales, fue mejor conocido aun como político y agitador. La consolidación del poder del emperador y la guerra contra Roma fueron los principales artículos de su programa político, que predicó primero en latín y posteriormente en diálogos, poemas y folletos alemanes. Azotó despiadadamente a los juristas y al derecho romano, la inmoralidad y el analfabetismo del clero, la fatuidad de la pedantería poco práctica, pues su meta, por supuesto, era hacerse notable. Finalmente, se alistó al servicio de Lutero y lo alabó en sus últimos escritos como un "héroe de la Palabra", un profeta y un sacerdote, aunque Lutero siempre mantuvo hacia él una actitud de reserva. Hablando adecuadamente, la muerte de Hutten se puede considerar como el final del humanismo alemán. Un movimiento aún más serio, la Reforma, tomó su lugar. La mayoría de los humanistas se opusieron al nuevo movimiento, aunque no se puede negar que ellos, especialmente la generación más joven bajo el liderato de Erasmo y Mutiano Rufo, de muchos modos habían pavimentado el camino para ella.

El progreso del humanismo en otros países se puede repasar más brevemente. En Francia la Universidad de París ejerció una poderosa influencia. Para fines del siglo XIV los estudiantes de esa institución ya eran versados en los autores antiguos. Nicolás de Clémanges (1360-1434) enseñaba la retórica ciceroniana, pero el primer humanista verdadero de Francia fue Jean de Montreuil (m. 1418). En 1455 Gregorio de Citta di Castello, que había residido en Grecia, fue instalado en la universidad para dar clases de griego y retórica. Posteriormente, vinieron de Italia eruditos y poetas ---por ejemplo, Andreas Joannes Lascaris, Julio César Escalígero y Andreas Alciati--- que hicieron a Francia la hija dócil de Italia. Entre los eruditos principales en Francia se puede mencionar a Budé (Budæus), el primer helenista de su época (1467-1540), los pintores consumados Roberto (1503-59) y Enrique (1528-98) Estienne (Stephanus), al cual le debemos el "Thesaurus linguæ Latinæ" y el “Thesaurus linguæ Græcæ”; José Justo Escalígero (1540-1609), famoso por su conocimiento de la epigrafía, la numismática y especialmente la cronología; el filólogo Isaac Casaubon (1559-1614), bien conocido por su excelente edición de los clásicos, y Peter Ramus (1515-72), un estudioso profundo de la filosofía griega y medieval.

El aprendizaje clásico se naturalizó en España a través de la reina Isabel I (1474-1504). Se reorganizó el sistema escolar, y las universidades entraron a una nueva era de prosperidad intelectual. De los eruditos españoles, Juan Luis Vives (1492-1540) gozó de una reputación europea. En Inglaterra el humanismo fue recibido con menos favor. Poggio, de hecho, pasó algún tiempo en ese país, e ingleses jóvenes, como William Grey, un discípulo de Guarino, luego obispo de Ely y canciller privado en 1454, buscó la instrucción en Italia. Pero las condiciones turbulentas de la vida inglesa en el siglo XV no favorecieron el nuevo movimiento. William Caxton (1421-91), el primer impresor inglés, jugó un papel importante en la difusión del aprendizaje clásico. El docto, refinado, caritativo y valeroso Tomás Moro (1478-1535) fue de cierto modo el equivalente intelectual de Erasmo, con quien tenía la más profunda amistad. De especial importancia fue la fundación de excelentes escuelas tales como Eton en 1440, y la de San Pablo (Londres) en 1508. El fundador de esta última fue el decano Juan Colet (1466-1519); el primer rector fue Guillermo Lilly (1468-1523), quien había estudiado griego en la Isla de Rodas, y latín en Italia, y fue el pionero de la educación griega en Inglaterra. Durante la estadía de Erasmo en Oxford (1497-9) encontraron espíritus helenísticos afines en Guillermo Grocyn y Thomas Linacre, los cuales habían sido educados en Italia. Desde 1510 a 1513 Erasmo enseñó griego en Cambridge.


Bibliografía: BURCKHARDT, Die Kultur der Renaissance in Italien (Leipzig, 1908), I, II; VOIGT, Die Wiederbelebung des klassischen Altertums (Berlín, 1893), I, II; GEIGER, Renaissance und Humanismus in Italien und Deutschland (Berlín, 1882); PAULSEN, Geschichte des gelehrten Unterrichts, I (Leipzig, 1896); BRANDI, Die Renaissance in Florenz und Rom (Leipzig, 1909); SYMONDS, Renaissance in Italy, I-V (Londres, 1875-81); GEBHART, Les Origines de la Renaissance en Italie (París, 1879); LINDNER, Weltgeschichte, IV (Stuttgart y Berlín, 1905); The Cambridge Modern History, I, The Renaissance (Cambridge, 1902). Sobre el Renacimiento alemán vea JANSSEN, History of the German People since the Middle Ages, tr., I (San Luis, 1896); y para Italia, SHAHAN, On the Italian Renaissance in The Middle Ages (Nueva York, 1904).

Fuente: Löffler, Klemens. "Humanism." The Catholic Encyclopedia. Vol. 7. New York: Robert Appleton Company, 1910. <http://www.newadvent.org/cathen/07538b.htm>.

Traducido por Arantxa Serantes. rc