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Martes, 19 de marzo de 2024

Papa León X

De Enciclopedia Católica

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95 tesis de Lutero
(GIOVANNI DE MEDICI).


Nacido en Florencia, 11 dic.1475, muerto en Roma 1 dic.1521, era el segundo hijo de Lorenzo el Magnífico (1449-1492) y Clarisa Orsini, destinado a la iglesia desde su niñez. Recibió la tonsura en 1482 y en 1483 fue nombrado Abad de Font Douce en la diócesis Francesa de Saintes y nombrado Protonotario Apostólico por Sixto IV. Todos los beneficios que los Médicis podían obtener, estuvieron a su disposición y consecuentemente tomó posesión de las rica Abadía de Passignano en 1484 y de Monte Cassino, en 1486. Debido a la constante presión de Lorenzo y sus embajadores, Inocencio VIII en 1489, le creó cardenal, con 13 años, con la condición de que no utilizara las insignias y privilegios de su oficio durante tres años. Mientras tanto completó su formación con los más distinguidos humanistas y sabios Angelo Poliziano, Marsilio Ficino y Bernardo Dovizi (más tarde Cardinal Bibbiena).

De 1489 a 1491 Giovanni de Médicis estudió teología y derecho canónico en Pisa, con Filippo Decio y Bartolomeo Sozzini. El 9 de marzo de 1492, en Fiesole, fue investido con la insignia de cardenal y el 22 de marzo entró en Roma. Al día siguiente fue recibido por el Papa en consistorio con las ceremonias acostumbradas. Los romanos vieron que el joven era más maduro de lo se podía esperar por su edad. Su padre se envió un impresionante carta de consejos llena de sentido común y conocimiento de la naturaleza humana, dando testimonio de los altos y virtuosos sentimientos que Lorenzo, ya viejo, manifestaba en sus últimos días. En la carta le habla de ciertas reglas de conducta y le aconseja que se honorable, virtuoso y ejemplar, más aún puesto que en ese tiempo el colegio de cardenales era deficiente en esas buenas cualidades.

Al mes siguiente se trasladó a Florencia por la muerte de Lorenzo y volvió a Roma para la elección papal, que resultó en la elevación del indigno Alejandro VI, muy en contra de su voluntad, por lo que Giovanni permaneció en Florencia desde agosto 1492 hasta la expulsión de los Médicis en 1494, cuando tuvo que huir de su ciudad natal disfrazado de monje franciscano.

Tras varios intentos inútiles de restaurar la primacía de su familia, llevó una vida de literaria y artística. Su liberalidad, mecenazgo y mala administración de sus recursos le llevaron a dificultades, de hecho permaneció hasta el final como un mal administrador, llevando una forma de vida mundana que sin embargo sobresalía en dignidad, corrección y conducta irreprochable sobre la mayoría de los cardenales. Hacia el final del pontificado de Julio II (1503 -1513) la fortuna volvió a sonreírle. En agosto de 1511 el papa estuvo peligrosamente enfermo y el cardenal Médicis ya espiraba a sucederle. En octubre de 1511 fue legado en Bolonia y Romagna y tenía esperanzas de que su familia recuperara el gobierno de Florencia, porque lo florentinos habían tomado parte en el cisma de los de Pisa (ver Julio II) por cuya razón el papa apoyaba a los Médicis. Pero el cardenal sufrió otro revés. El ejercito, papal y español, con el que estaba, fue derrotado en Rávena en 1512 y él fue hecho prisionero. Pero aquella había sido una victoria pírrica, porque los franceses pronto perdieron todas sus posesiones en Italia y el cardenal que iba a ser llevado a Francia, logró escapar. Se restableció la supremacía de los Médicis en Florencia en septiembre de 1512 y este inesperado cambio de la fortuna de su familia fue el preludio de honores más altos. Julio II murió el 21 de febrero de 1513 y el 11 de marzo Giovanni de Médicis, de 38 años, fue elegido papa. En el primer escrutinio sólo recibió un voto. Sus partidarios, los cardenales jóvenes, esperaron hasta el momento oportuno. La elección halló la aprobación hasta de Francia, aunque aquí y allí surgieron las dudas sobre si el joven papa estaría a la altura de sus responsabilidades. En muchos sitios se crearon esperanzas. Los estudiosos y artistas porque ya era su patrón, los teólogos porque buscaban reformas enérgicas en la iglesia bajo un gobernante pacífico. Desafortunadamente sólo se cumplieron las de los artistas, literatos y gente mundana que buscaba en la corte papal un centro de diversión.

La apariencia personal de León había sido perpetuada para nosotros por una pintura celebrada de Rafael en la Galería Pitti de Florencia que representa a los acardenales Médicis y Rossi. No era un hombre hermoso. Su rostro regordete, brillante, afeminado , con débiles ojos, sobresale en la pintura desde debajo de una capucha apretada. El grueso cuerpo está sostenido por unas piernas delgadas, Sus movimientos son lentos y durante las unciones eclesiásticas su corpulencia le obligaba constantemente a limpiarse el sudor de su rostro y manos, para angustia de los que estaban cerca. Pero cuando reía o hablaba, la impresión desagradable desaparecía. Tenía una voz agradable y sabía como expresarse con elegancia y viveza sus maneras eran fáciles y graciosas. “Disfrutemos del papado que nos ha dado Dios”, dicen que dijo tras su elección.

El embajador de Venecia que lo dijo, no era imparcial, ni estaba en Roma en eses momento, pero la frase expresa la naturaleza amante del placer del papa y la falta de seriedad que le caracterizaba. No ponía atención a los peligros que amenazaban al papado y se entregó sin restricciones a la diversión, que se le proveía con generosa abundancia, poseído por un insaciable amor por el placer, rasgo distintivo de su familia. Música, teatro, arte poesía le llamaba tanto como a los más mundanos. Aunque él mismo era moderado, le encantaba dar banquetes y entretenimientos caros, acompañados de fiestas y reuniones, y a pesar de su indolencia sentía una fuerte pasión por la caza, que cada año emprendía a gran escala. Era desde su juventud un entusiasta amante de la música que atrajo a su corte a los más distinguidos músicos. En la mesa le gustaba oír improvisaciones y, aunque es difícil de creer, a juzgar por su dignidad y gustos artísticos, el hecho es que disfrutaba del humor y los gruesos chistes de los bufones. Su descaro al hablar y sus increíbles apetitos le encantaban. El mismo era un maestro del ridículo y de la caricatura. Tampoco los rechazaba espectáculos preferidos por los romanos buscadores de placer, como las luchas con toros y otras cosas parecidas.

Cada año se divertía, durante el carnaval con máscaras, música, representaciones teatrales, danzas y carreras. Hasta durante los terribles años de 1520 tomó parte en festividades inusualmente brillantes. Las representaciones teatrales, con música agradable y bailes, eran sus diversiones favoritas. El palacio papal se convertía en un teatro y el papa no vacilaba en asistir a obras impropias como la inmoral “Calendra” por Bibbiena y a los indecentes “Suppositi” de Ariosto.. Sus contemporáneos sin excepción alaban su y admiran su permanente buen carácter, que nunca perdió del todo ni en las adversidades y dificultades. El mismo era alegre y quería ver a los demás igual. Era bondadoso y liberal y nunca rehusó un favor ni a sus familiares ni a los compatriotas florentinos que invadieron Roma consiguiendo puestos oficiales. De la misma manera procedía con otros solicitantes, artistas y poetas. Su generosidad era ilimitada, cordial no falsa ni por vanagloria. No era ostentoso ni daba importancia al ceremonial. Generoso en las obras de caridad, con los conventos, hospitales, soldados jubilados, estudiantes pobres, peregrinos, exiliados, impedidos, ciegos enfermos; todos los desafortunados eran tenidos en cuenta y distribuía cada año más de 6000 ducados en limosnas. En estas circunstancias no es sorprendente que el gran tesoro dejado por Julio II desapareciera en dos años. En la primavera de 1515 las arcas estaban vacías y León no volvió a recobrarse de esta ruina financiera.

Se recorrió a varios métodos dudosos y reprensibles para conseguir fondos. Creó nuevas oficinas y dignatarios y los más apetecibles se pusieron a la venta. Indulgencias y jubileos degradados completamente se convirtieron en transacciones monetarias, pero sin aval pues el tesoro estaba exhausto. Los ingresos papales alcanzaban de 500.00 0 a 600.000 ducados. La corte papal que con Julio II necesitaba 48.000 ducados, costaba ahora el doble.

En total León gastó alrededor de cuatro millones y medio de ducados durante su pontificado y dejó una deuda de 400.000 ducados. Cuando murió inesperadamente sus acreedores se enfrentaron a la ruina financiera. Una sátira proclamó que “León X había consumido tres pontificados, los tesoros de Julio II, los ingresos de su propio reinado y los de su sucesor.”

Pero hay que tener también en cuneta las buenas cualidades de León. Muy culto, muy sensible a todo lo bello, orador refinado y escritos inteligente, con una buena memoria y buen juicio de maneras dignas y majestuosas. Se reconocía por todos , hasta por los que no eran amistosos con él, que era religioso sin fingimientos y que cumplía estrictamente sus deberes religiosos. Oía misa y leía su breviario diariamente y ayunaba tres veces a la semana. Su piedad no puede ser descrita como profunda o espiritual pero eso no justifica la continua repetición de su supuesto comentario :”Cuanto hemos aprovechado nosotros y nuestra familia por la leyenda de Cristo, es suficientemente evidente en todas las épocas”.

Juan Bale, el apóstata carmelita inglés , que fue el primero en dar publicidad a estas palabras en tiempos de la reina Isabel ni siquiera fue contemporáneo de León Entre los muchos dichos de León X que nos han llegado no hay ninguno de naturaleza escéptica. En su vida privada como papa mantuvo la irreprochable reputación que tuvo como cardenal. Su carácter muestra una mezcla de cualidades buenas y males.

La fama de León X se debe a su promoción de la literatura, ciencia y arte. Bajó él , Roma se convirtió más que nunca el centro del mundo literario. El cardenal Diario escribió en 15151 Erasmo de Rótterdam:” Hombres de letras se apresuran desde todas partes a venir a la Ciudad Eterna, que su patria común, su apoyo y su protectora” Los poetas eran especialmente numerosos en Roma y pocos príncipes han sido tan alabados en verso como León X. Repartió regalos, puestos, títulos a poetas de verdad y eruditos y también, con cierta frecuencia a poetastros y vulgares cómicos. Tenía una especial estimación por los secretarios papales Bembo y Sadoleto, ambos poetas conocidos y escritores en prosa.

Bembo encantaba a todos por su ingenio; sus cartas clásicas ciceronianas muestran un intercambio con casi todas las celebridades de su tiempo. Entre otras cosas preparó la edición crítica de las obras de Dante, era un dedicado coleccionista de manuscritos, libros y obras de arte. Su conducta no estaba de acuerdo con su posición como notario papal, conde palatino, y propietario de numerosos beneficios, y de espíritu mundano e indulgente consigo mismo. Sadoleto era de otra manera. Llevaba una vida sin mancha y pura, era modelo de sacerdote, unía en si mismo diferentes fases de las culturas antiguas y moderna y era un entusiasta de la antigüedad. No era inferior a Bembo en elegancia y brillo.

Entre los poetas latinos de la Roma de los Médicis podemos mencionar brevemente a Vida, que compuso un poema de gran mérito, "Christiade" y fue alabado por sus contemporáneos como el Virgilio cristiano. Sannazaro, autor de un poema épico sobre el nacimiento de Cristo que es un modelo de estilo. El carmelita español Mantovano con su “Calendario de Fiestas”. Ferreri que reconstruye de forma ingenua los himnos del breviario con términos, imágenes y alusiones paganas. En total hay más de cien de estos poetas y un autor de sátiras de 1521 dice que eran más numerosos que las estrellas del cielo. La mayoría han caído en una bien merecido olvido.

También sucede con la poesía italiana que es más prolífica que notable. Entre los poetas italianos, Trissino escribió una tragedia "Sophonisba", y una epopeya "L'Italia liberata dai Gothi", pero no tuvo éxito con ellas a pesar de su intenso esfuerzo y la belleza del leguaje. Rucellai, un familiar del papa, cuyo simpático poema didáctico sobre las abejas obtuvo la aprobación de sus contemporáneos y que debe su reputación a una obra inferior, la tragedia de "Rosmonda". Tebaldeo, el famoso improvisatore, escribió en latín y en italiano. El papa fue más bien duro con Ariosto.

La arqueología recibió un importante impulso. Uno de sus más ilustres representantes fue Manetti. En 1521 apareció la primera colección de inscripciones topográficas romanas introduciendo una nueva era. Importantes progresos se deben al anticuario Fulvio que con Calvo, Castiglione y Rafael habían planeado un examen arqueológico de la antigua Roma con un texto que acompañaría. Pero la temprana muerte de Rafael frustró el proyecto que continuó Fulvio y Calvo. En lengua griega

También el griego fue favorecido. Aldus Minutius, el publicista veneciano, cuyas excelentes y correctas ediciones de los clásicos griegos se hicieron tan populares, era uno de los protegidos de León. Andreas Johannes Lascaris y Musurus fueron llamados desde Grecia a Roma y fundaron un colegio griego, la “Acedemia Medicea”. Más aún, el papa favoreció la colección de manuscritos y libros.. Recuperó su biblioteca familiar que había sido vendida por los florentinos en 1494 a los monjes de S. Marco, hizo que la llevaran a Toma y reforzó las regulaciones de Sixto IV para la Biblioteca Vaticana Inghirami era uno de los más ilustres de sus bibliotecarios, más que por sus sabias obras, por u elocuencia.

Fue llamado el Cicerón de su época y jugó un papel importante en la corte. En 1516 le sucedió el humanista de Bolonia Beroaldo. León intentó, como Nicolás V había hecho antes, aumentar los tesoros de la Biblioteca Vaticana y para ello envió emisarios en todas direcciones, hasta a Escandinavia y Oriente, para descubrir tesoros literarios y obtenerlos o pedirlos prestados para hacer copias. Sin embargo lo resultados no fueron importantes. La universidad romana, es había comenzado a decaer, fue reformada pero no floreció durante mucho tiempo. En general, León, como mecenas literario, ha sido sobrevalorado por su biógrafo Giovio y panegiristas posteriores. Se logró relativamente poco, en parte por la constante falta de dinero y en parte por la rudeza y precipitación que mostraba el papa al distribuir sus favores. En realidad era solo un diletante, pero dio un importante estímulo a la vida científica y literaria y fue un potente factor en el desarrollo cultural de Occidente

En la promoción del arte se lograron mejores resultados aunque él era inferior en gusto y juicio que su predecesor Julio II. León favoreció la pintura sobre otras ramas del arte, y ahí están las producciones inmortales de Rafael, que había sido llamado a Roma en 1508 por Julio II y permaneció en ella hasta su muerte en 1520. La protección que también dio al genio de su maestro es lo más importante que puede reclamar León a la posteridad. Lo mucho que ya había conseguido Rafael, se convirtió en más digno y grande bajo León. pintó, hizo esbozos y grabados de obras de arte antiguas, modeló en arcilla, diseñó palacios, dirigió obras de otros por orden del papa, aconsejó y ayudó tanto a los maestros de la obra como a los obreros. “Todo lo que trata del arte se lo pasa el papa a Rafael”, escribió un embajador en 1518.

No es este el lugar para tratar la prodigiosa actividad de Rafael. Nos limitamos a mencionar brevemente unas pocas de sus obras. Terminó la decoración de las salas vaticanas o “Stanze” comenzadas bajo Julio II y en la tercera sala reflejó inteligentemente e a León introduciendo escenas de los pontificados de León III y León IV. Un importante encargo fue pintar los cartones para los tapices de la Capilla Sixtina, el más alto logro de Rafael y el más magnífico de todos el de “S. Pedro y la pesca milagrosa” y “S. Pablo predicando en Atenas”.

El tercer encargo famoso fue la decoración de los Logia Vaticanos que hicieron los discípulos de Rafael bajo su dirección y con sus diseños. La más exquisita de estas pinturas es la Madona sixtina y la “Transfiguración “. Sin embargo la Escultura declinó bajo León X. Miguelángel ofreció sus servicios y trabajó de 1516 a 1520 en una fachada de mármol para la iglesia de S. Lorenzo en Florencia, pero no la terminó.

Por otra parte el papa puso mucha atención al fomento de fomento de artes menores, e.g. tallas decorativas, y ayudó a las artes industriales. La más grande y difícil tarea de León en el campo de la arquitectura, heredada de su predecesor, es decir, la continuación de nuevo Pedro. Bramante permaneció como arquitecto principal hasta su muerte en 1514, sucediéndole Rafael, aunque lamentablemente en los seis años siguientes apenas se hizo nada pro falta de medios. Y ahora hemos de volver a los sucesos políticos y religiosos del pontificado de León. Aquí el brillante esplendor se difunde sobre su patronazgo artístico y literario, pronto se cambia en negros nubarrones. Sus bien conocidas inclinaciones pacifistas hicieron de la situación política un herencia desagradable y aunque trató de mantener la tranquilidad con exhortaciones, nadie le escuchó.

Francia quería venganza de la derrota de 1512 y reconquistar Milán. Venecia se alió con ella con lo que el emperador Maximiliano, España e Inglaterra firmaron en 1513 la Santa Alianza contra Francia. El papa quiso permanecer neutral al principio pero como eso le había aislado decidió ser fiel a la política de sus predecesores y oponerse a los designios de Francia, aunque evitando la severidad al hacerlo. En 1513 los franceses fueron definitivamente derrotados en Novara y obligados a reconciliarse con Roma. Los cardenales cismáticos ( ver Julio II) se sometieron y fueron perdonados y entonces Francia tomó parte en el concilio laterano que León había continuado.

Sin embargo el éxito se vio pronto empañado. Francia intentó formar una alianza con España y obtener Milán y Génova a través de alianzas matrimoniales. León temía por la independencia de los Estados Pontificios y por la llamada libertad de Italia. Negoció con todas las partes sin comprometerse y en 1514 logró que se hiciera una alianza anglo-francesa. El miedo a España pasó a convertirse en temor de la supremacía francesa y el papa comenzó a negociar de forma engañosa y desleal con Francia y simultáneamente con sus enemigos. Entes de decidirse por un lado o por el otro, Luis XII murió y el joven y ardiente Francisco I le sucedió. León buscaba retrasar las cosas: Apoyaba a la Liga contra Francia pero hasta el último momento esperaba entenderse con Francisco I. Pero éste ganó la batalla de Marignano de invadir Italia, 13-14 septiembre 1515, y el papa decidió echarse en los brazos del Muy Cristiano Rey pidiendo misericordia.

Se le obligó a cambiar completamente su política y entregar al francés Parma y Piacenza se con habían vuelto a unir con Milán. Una entrevista con el rey francés en Bolonia dio como resultado el Concordato Francés (1516) que tuvo tantas y tan importantes consecuencias para la Iglesia.

La Pragmática Sanción d Bourges (1438), profundamente antipapal, fue revocada pero el papa pagó un alto precio con esta concesión cuando concedió al rey el derecho de nombramiento de todas las sedes, abadías y prioratos de Francia.La influencia de rey sobre la iglesia francesa quedaba así asegurada con estas y otras concesiones de jurisdicción eclesiástica. Surgió un gran descontento entre el clero y el parlamento. La abolición de la Pragmática Sanción, que había sido hecha para cumplir con los decretos del concilio de Basilea , afectaba a los defensores del sistema conciliar del gobierno de la iglesia.

La abolición de las elecciones eclesiásticas libres afectó fatalmente a los intereses de muchos y la oposición al Concordato se mantuvo durante siglos. La ventaja para la iglesia de tal sacrificio fue que Francia, hasta entonces de una actitud cismática, ahora permanecía firmemente unida a la Santa Sede, alejando así el peligro de ruptura. Sin embargo, la forma en que la corona francesa abusó de ese control sobre la iglesia trajo consigo más tarde un período de grandes peligros. Mientras el concilio de Letrán, continuado por León después de ser elegido papa, llegaba a su fin, habiendo producido numerosos y muy oportunos decretos e.g. contra las falsas enseñanzas filosóficas del profesor de padua Pietro Pompanazzi, que negaba la inmortalidad del alma. La intrusión del humanismo pagano en la vida espiritual fue contrarrestada con un nuevo programa de estudios filosóficos y teológicos.

En la novena sesión se comulgó una bula que trataba exclusivamente de las reformas de la Curia y de la Iglesia. Abadía y beneficios sólo se podían entregar en adelante a personas de mérito y según el derecho canónico. Se regularon la provisión de beneficios procedimientos consistoriales, haciendo más difíciles la deposiciones eclesiásticas y los traslados, al mismo tiempo que se prohibían los beneficiaos comendatarios y se restringían las uniones y reservas de beneficios y las dispensas para obtenerlos. Se tomaron medidas para reformar la administración de la Curia y las vidas de los cardenales, clérigos y fieles. Se declaró la obligación de la instrucción religiosa de los niños. Se establecieron severos castigos para los eclesiásticos blasfemos, incontinentes, negligentes o simoníacos. Los beneficios de la Iglesia no podían dedicarse a fines seculares. Debían respetarse las inmunidades del clero y abolir toda clase de supersticiones. La sesión undécima trató de la cura de almas, particularmente con la predicación. Estas medidas, infelizmente, no fueron lo impuestas con suficiente rigor y la muy necesitada genuina reforma no se realizó. Al cerrar el concilio (1517) el noble y altamente cultivado laico Gianfrancesco Pico della Mirandola, pronunció un notable discurso sobre la necesidad de la reforma de la moral, Su relato de las condiciones morales del clero es muy triste y revela la muy grandes dificultades que se oponían a una reforma genuina. Concluía con la advertencia a León X si permitía que tales ofensas siguieran sin ser castigadas y requisaba aplicar los remedios curativos a esas heridas de la Iglesia, había que temer que el mismo Dios cortara los miembros podridos y destruirlos con el fuego y la espada. Ese mismo año se cumplió su profética advertencia, las reformas saludables del Concilio Laterano no se aplicaron en la práctica y se mantuvo el pluralismo y los beneficios comendatarios y la siguió la costumbre de conceder beneficios eclesiásticos a niños.

El mismo León no tuvo escrúpulos en dejar a un lado repetidamente los decretos del concilio. La curia romana, muy despreciada entonces y muy atacada por muchos con violencia, permaneció tan mundana como siempre. El papa o no quería o no estaba en posición de regular la conducta indigna e inmoral de muchos cortesanos romanos. La situación política absorbía su atención y fue a la larga responsable de la prematura clausura del concilio. En marzo de 1516 el emperador Maximiliano cruzó los Alpes para hacer la guerra a Francia y Venecia. El papa siguió con su forma normal de cambios y disimulos. Al principio, cunado los sucesos parecían favorables a los franceses apoyaba a Francisco. Pero su dobles había puesto al rey francés de tan mal humor que ahora se adhirió a una política a antipapal con lo que León tomó una actitud contraria al rey francés.

Sus relaciones aún se tensaron más con ocasión del ducado de Urbino. Durante la invasión francesa, el duque de Urbino no había asistido al papa como era su obligación y éste le exiló, dando el título a su propio sobrino Lorenzo de Médicis. El rey francés estaba muy disgustado con la política papal y ciando Francisco I y Maximiliano firmaron la Alianza de Cambrai en 1517 y se pusieron de acuerdo en repartirse la Italia norte y central, el papa León se encontró en una desagradable posición. Por sus constantes vacilaciones se encontraba solo. El duque de urbino reconquisto su ducado y para colmo se dio una conspiración de cardenales contra la vida del papa. El líder del circulo de conspiradores era el joven cardenal Petrucci que solo pensaba en el dinero y en el placer. Junto con otros cardenales que habían contribuido a la elección de León hicieron después tales y tan insistentes demandas que el papa no podía concederlas.

Las causas de descontento se hallaban en la desafortunada guerra con Urbino y en la supresión de las capitulaciones de la elección y los excesivos privilegios de los cardenales. Petrucci le tenía muy mala voluntad al “papa ingrato” que había quitado a su hermano el gobierno de Siena. Intentó que un médico le envenenara, pero surgieron sospechas y una carta descubrió la conjura. Las investigaciones implicaron a los cardenales Sauri, Diario, Soderini y Castellesi, que al menos eran culpables de haber escuchado a Petrucci y quizás de desear que tuviera éxito. Petrucci fue ejecutado y los otros castigados con multas. Diario pagó la enorme suma de 150.000 ducados. El asunto muestra con claridad el grado de corrupción existente en los más altos círculos eclesiásticos. Sin preocuparse por el escándalo que estaba dando, León aprovechó la ocasión para crear 31 nuevos cardenales, con lo que consiguió un colegio completamente sometido además de dinero para seguir con la desafortunada guerra contra Urbino.

No pocos de esos cardenales fueron elegidos por las grandes sumas de dinero que adelantaron. Pero también hubo algunos virtuosos y distinguidos. Fue importante porque definitivamente estableció la superioridad del papa sobre el colegio cardenalicio. La guerra de Urbino fomentada por Francisco I y Maximiliano para crear dificultades al papa, terminó por fin, después de gastar enormes sumas de dinero y vaciar el tesoro papal. Lorenzo de Médicis permaneció en posesión del ducado (1517).

Fiel a la antigua tradición de la Santa Sede, León, desde el principio de su reinado, defendió celosamente la necesidad de una cruzada contra el turco y al terminas la guerra de Urbino retomó la causa con determinación renovada. En 1517 envió un exhaustivo memorial a todos los príncipes de Europa tratando, en vano, de de unirlos en un esfuerzo común. Las respuestas de los poderes fueron muy variadas. Sospechaban unos de otros y naturalmente cada uno trataba de conseguir propósitos secundarios propios. León respondió a una amenazadora carta del sultán declarando una tregua de 5 años en la cristiandad, realizando procesiones religiosas y predicando la cruzada (1518). El papa mostró gran resolución pero sus esfuerzos fracasaron por falta de cooperación por parte de los poderes. Más aún, el cardenal Wosley, Lord Canciller de Inglaterra frustró los esfuerzas pacificadores del papa dando así un gran golpe al prestigio internacional del papado. Cuando se predicó la cruzada en Alemania, encontró muchas gentes fuertemente predispuestos contra la Curia y con ello les dio una ocasión de expresar claramente sus puntos de vista. Se tenía la opinión de que la Curia lo único que quería era obtener más dinero. Uno de los numerosos y despreciables panfletos publicados declaraba que los turcos de verdad estaban en Italia y que esos demonios solo podían ser pacificados con ríos de oro.

La buena cause fue mezclándose con una cuestión política importante, la sucesión al trono imperial. Maximiliano trataba que fuera elegido su nieto Carlos de España. Francisco I también optaba como rival y ambos intentaban ganarse el favor del papa repitiendo y asegurando su voluntad de moverse contra los turcos. La elección hizo que se relegase el asunto de la cruzada. En 1519 el papa se convenció de que no había posibilidad de realizar ese proyecto.

La actitud de León respecto a la sucesión imperial estaba influida en primer lugar por su preocupación por el poder e independencia de la Santa Sede y la llamada libertad de Italia. Ninguno de los candidatos era aceptable para él y Carlos, si era posible, menos que Francisco debido a la preponderancia que se seguiría de su elección. El papa hubiera preferido a un príncipe elector alemán, el de Sajonia o más tarde el de Brandenburgo. Navegaba, como siempre, con dos brújulas, manteniéndose a distancia de los dos rivales con un doble juego que jugó con maestría inigualada; hasta logró concluir simultáneamente una alianza con ambos. No se puede excusar la falta de sinceridad y engaño de estas formas políticas de proceder, ni por la difícil posición en que estaba ni por ejemplo de sus contemporáneos seglares. La muerte de Maximiliano en enero de 1519 terminó con la falta de resolución papal. En primer lugar traté de derrotar a ambos candidatos proponiendo él a un elector alemán, después intentó que fuera Francisco I y por fin trató de conseguirse la amistad de Carlos si accedía al imperio, que parecía cada día más probable. Y sólo al final, cuando ya fue elegido emperador, se pasó a su campo. Después de la elección mostró gran ansiedad ante la postura Carlos que pudiera adoptar.

El suceso más importante durante el pontificado de León, y que tuvo las más graves consecuencias para la Iglesia, fue la Reforma, que comenzó en 1517. No podemos entrar a explicar detenidamente este movimiento cuya causa remota está en las condiciones religiosas, políticas y sociales de Alemania Es cierto, sin embargo, que las semillas del descontento entre las que Lutero lanzó su agitación, habían ido germinando durante siglos. La causa inmediata se relacionó con la odiosa voracidad de dinero de la Curia romana y muestran cuán lejos de su objetivo se habían quedado todos los intentos de reforma. Alberto de Brandenburgo, obispo de Magdeburgo, recibió además el arzobispado de Maguncia y el obispado de Hallerstar, pero con la condición de que recolectara 10.000 ducados, sobre los pagos normales por la confirmación en su cargo. Para indemnizarle y ayudarle a conseguirlo, Roma le permitió que se predicara en su territorio la promesa de una indulgencia plenaria para todos los que contribuyeran a la construcción del nuevo San Pedro, autorizándole a que se quedara la mitad de lo conseguido, una transacción que trajo deshonor a todos los que participaron en ella. Además, durante la predicación de la Indulgencia surgieron abusos. El dinero, algo accesorio en sí, se convirtió en objeto principal de la predicación y la “indulgencias para los muertos” se convirtieron en un medio de enseñanzas inadmisibles.

León X falló en proporcionar las directrices que la iglesia necesitaba en aquella crisis, la más grave para la Iglesia, como ya hemos visto arriba, No se dio cuenta de la gravedad de la situación ni de las causas que obraban bajo la revuelta. Si se hubieran producido medidas de reforma, se habría logrado un eficaz antídoto, pero León esta profundamente implicado en los asuntos políticos y permitió que la elección imperial ocultara en la sombra la rebelión de Lutero; es más, se entregó sin restricciones a sus aficiones y placeres sin entender del todo las obligaciones de su alto oficio.

Los esfuerzos del papa iban dirigidos a expandir los Estados Pontificios estableciendo un poder dominante en Italia central por medio de la adquisición de ferrara. En 1519 concluyó un tratado con Francisco I contra el emperador Carlos V. pero el egoismo del francés y la lucha contra el movimiento luterano, le llevaron pronto a pasarse al lado de Carlos, después de haber intentado una vez mas el doble juego con ambos.

En 1521 el papa y el emperador firmaron un tratado defensivo para expulsar a los franceses de Italia. Tras algunas dificultades los aliado ocuparon Milán y Lombardía pero el papa murió repentinamente, de una malaria maligna, mientras se celebraban estos acontecimientos. Se acusó equivocadamente a sus enemigos de haberle envenenado. El magnífico papa recibió un funeral simple y hasta tiempos de Paulo III no se le erigió monumento alguno en su memoria, en la iglesia de Santa Maria sopra Minerva. Es un monumento frío, prosaico y muy poco digno del “connoseur” que fue León X.

El único posible veredicto sobre el pontífice León X es que fue desafortunado para la Iglesia. Sigismondo Tizio, cuya devoción a la Santa Sede está fuera de duda, escribe verdaderamente: " En la opinión general, fue injurioso para la iglesia que su cabeza visible se deleitara en juegos, música, la caza y demás, en vez de poner atención seria a las se necesidades de su súbditos y guardar luto por sus desgracias”. Von Reumont dice – “ Leon X es culpable en gran medida del hecho de que se hundieran tan profundamente la fe en la integridad y mérito del papado, en su poder de regeneración moral y hasta en sus buenas intenciones, de manera que se declarara extinguido el verdadero antiguo espíritu de la Iglesia”

Bibliografía

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KLEMENS LÖFFLER.


TranscrIto por WGKofron, agradecido a la Iglesia de Sta. Maria en , Akron, Ohio.


Traducido por Pedro Royo.