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Miércoles, 18 de diciembre de 2024

Reginald Pole

De Enciclopedia Católica

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Reginald Pole: Cardenal; nació en Stourton Castle, Staffordshire, Inglaterra, en marzo de 1500; murió en Lambeth Palace el 17 de noviembre de 1558; era el tercer hijo de Sir Richard Pole, Caballero de la Jarretera y de Margaret, hija de George, Duque de Clarence, hermano de Eduardo IV. Desde el comienzo de su reinado, Enrique VIII lo reconoció como un pariente muy cercano, le mostró un favor especial y en 1513 nombró condesa de Salisbury a su madre viuda, un acto de reparación tardía por la proscripción y ejecución bajo Enrique VII del único hermano de ella, Eduardo, conde de Warwick. También la nombró tutora de la princesa María en 1516 y podemos asumir que la intimidad de Pole con María Tudor, a la que después serviría con tanta devoción, comenzó antes de marcharse él de Inglaterra.

Reginald recibió su educación elemental en la cartuja en Sheen, donde pasó cinco años. Luego a la edad de doce o trece se fue a Oxford y se graduó poco después de cumplir los quince. Parece que estaba destinado para la Iglesia, una elección a la que asintió de buen grado y, aunque no había recibido las órdenes y apenas era un muchacho, recibió muchos beneficios, entre otros una prebenda que conllevaba el título de deán de la colegiata de Wimborne (15 feb. 1518).

A lo largo de toda su carrera Pole tuvo una fuerte inclinación por los estudios. Por su propia voluntad y con la ayuda pecuniaria de Enrique VIII salió en febrero de 1521 hacia Padua, en aquel momento un gran centro del saber, y entre el conjunto de intelectuales del lugar pronto el pariente del rey de Inglaterra se convirtió en un gran favorito. Hombres como Lungolius (de Longueil) que murió poco después y le dejó a Pole su biblioteca, o Leonicos, que le enseñó griego; Bembo el humanista, y más tarde el cardenal Contarini, también un día destinado a adornar el Sacro Colegio y el erudito inglés Lupset, todos buscaban su amistad, mientras que más tarde y en otras circunstancias se ganó la amistad y gran estima de Erasmo y de Moro.

Todos estos hombres no solo eran instruidos sino hombres de ideas liberales, y el solo hecho de elegir a tales amigos bastaría para probar que Pole no era el fanático que a veces se le ha representado. Pole permaneció en Italia hasta 1527. Después de una visita a Roma en 1526 y ya de vuelta continuó sus estudios, y residía en el recinto de los cartujos en Sheen. Incluso para esta fecha no había recibido siquiera las órdenes menores, pero sin embargo fue elegido deán de Exeter (12 agosto 1527).

Poco después de esto, el gran asunto del divorcio del rey llegó a un punto crítico, y Pole, para evitar tener que tomar partido en una complicación en que la conciencia, la amistad y la gratitud hacia su pariente real estaban indisolublemente entrelazadas, obtuvo permiso para continuar sus estudios en París. Pero ni así logró escapar de la embarazosa situación pues el rey le pidió su ayuda para conseguir de la universidad una opinión favorable al divorcio. Cuando el joven estudiante alegó inexperiencia, enviaron a Fox a ayudarlo. La situación era delicada y Pole probablemente hizo poco para adelantar una causa tan desagradable para sus propios sentimientos (la presión efectiva, como sabemos, la aplicó Francisco I), pero Pole se llevó el crédito por haber manejado el asunto y se le agradecieron sus esfuerzos (vea Calendar, IV, 6252, 6483, 6505).

Sin embargo, Enrique le solicitó a su pariente que volviera a Inglaterra, y cuando a Wolsey le sobrevino la muerte poco después de su desgracia, Pole fue invitado a sucederle como arzobispo de York o a aceptar la Sede de Winchester. Que esto fuese simplemente un soborno para conseguir su apoyo no era tan claro entonces como nos parece a nosotros a la luz de los acontecimientos posteriores. Pole dudó y pidió un mes para tomar una decisión. Por fin obtuvo una entrevista con el rey y parece que expresó sus sentimientos sobre la cuestión del divorcio con tanta valentía que Enrique en su furia puso su mano sobre su daga. Para explicar su posición envió después un memorial sobre el tema que, incluso según el hostil testimonio de Cranmer, era un documento magistral (Strype, "Cranmer", Ap. 1), redactado con moderación y tacto. “El rey”, alegó Pole —esto era a principios de 1531— “está parado incluso al borde del agua y aún puede salvar todo su honor, pero si da un solo paso adelante, todo su honor se ahoga”.

El curso de la historia posterior justificó plenamente la predicción de Pole, y de hecho, por un momento parece que el rey vaciló, pero los malos consejos lo instaron a avanzar por el camino de la destrucción. Pero como Pole no había hecho pública su oposición, Enrique fue lo suficientemente magnánimo en este momento y le dio permiso (enero 1532) para retirarse al Continente, y continuó como antes pagando su asignación con el tesoro real. Eventualmente Pole reanudó su pacífica vida en Padua y renovó o estableció amistad con los lideres del mundo de las letras; hombres como Sadoleto (entonces obispo de Carpentras), Contarini y Ludovico Priuli. Los dos o tres años que siguieron fueron probablemente los más felices que iba a conocer.

Mientras tanto los acontecimientos avanzaban con rapidez en Inglaterra. En 1534 el rey había cortado los últimos lazos que unían a Inglaterra con Roma. La situación era desesperada y muchos pensaban que Pole podía ayudar. La princesa María y su primo Carlos V le hicieron acercamientos en junio de 1535 y tras algunas objeciones, accedió a intentar mediar. Por otra parte, parece que Enrique seguía aferrado a la idea de ganar su apoyo para el divorcio y, por medio del capellán de Pole, Starkey, que estaba en Inglaterra a fines de 1534, el rey le presionó para que escribiera sobre la legalidad jure divino del matrimonio con la viuda de un hermano fallecido y también sobre la divina institución de la supremacía papal.

Pole consintió a regañadientes y su respuesta, después de una larga demora, finalmente tomó la forma de un tratado, "Pro ecclesiasticæ; Unitatis defensione". Este era un documento muy firme en el lenguaje y en los argumentos, y no podemos dudar de que los sucesos en Inglaterra, especialmente la tragedia de la ejecución de Fisher, de Moro y de sus amigos los cartujos habían convencido a Pole de que era su deber ante Dios hablar claramente, sin importar cuál fuese el costo para él y su familia. Sin embargo, el libro no se hizo público hasta una fecha posterior.

Primero se le envío privadamente al rey (27 mayo 1536); Enrique le echó un vistazo y envió de inmediato al mensajero que lo había traído de regreso a Pole, exigiendo su presencia en Inglaterra para explicar ciertas dificultades de lo que había escrito. Pole, sin embargo, aunque usando un leguaje educado y respetuoso con el rey y pidiendo perdón a su madre en otra carta por lo que debía hacer, decidió desobedecer la citación. En esta coyuntura el Papa Paulo III lo llamó a Roma, cuya invitación, al ser aceptada, sería claramente ante los ojos de todos ponerse del lado del Papa y contra el rey, su benefactor. Pole recibía cartas de Inglaterra de su madre y parientes en Inglaterra en las que lo instaban con halagos o lo amenazaban, y durante algún tiempo parece que dudó sobre cuál era su deber. Pero sus consejeros, hombres como Ghiberti, obispo de Verona, Caraffa, el fundador de los teatinos, luego Paulo IV, le aconsejaron que hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. Así pues, aceptó la invitación papal y hacia mediados de noviembre de 1536, Pole, que aún no había recibido orden alguna, se encontró alojado en el Vaticano.

El llamado de Paulo III hacía referencia a la comisión que había convocado bajo la presidencia de Contarini para elaborar un plan de reforma interna de la Iglesia. El Papa deseaba que Pole participara en esa comisión y poco después anunció su intención de crearlo cardenal. Quizás influenciado por el pensamiento de la siniestra interpretación que probablemente se le daría a su conducta en Inglaterra, Pole se resistió, sin duda, sincera y enérgicamente a dicha propuesta. Pero sus objeciones fueron superadas y, tras recibir la tonsura, fue elevado a la púrpura junto con Sadoleto, Caraffa y otros nueve el 22 de diciembre de 1536.

La comisión debió haber terminado sus sesiones para mediados de febrero (Pastor, "Geschichte der Päpste", V, 118), y Pole fue enviado a una misión al norte (18 feb.) con el título de legado, pues se esperaba que el levantamiento llamado “Peregrinaje de Gracia” hubiese creado una oportunidad favorable para intervenir en Inglaterra. Pero la rivalidad entre Carlos V y Francisco I privó a la misión de Pole de cualquier pequeña posibilidad de éxito. De hecho, se encontró con rechazos tanto de franceses como de españoles y tuvo que refugiarse con el cardenal obispo de Lieja. Llamado de nuevo a Roma, estuvo presente en la primavera de 1538 en la reunión entre Carlos V y Francisco I en Niza.

Mientras tanto los hermanos de Pole habían sido arrestados en Inglaterra, y había buena razón para creer que su propia vida corría peligro incluso en territorio de Venecia por los asesinos a sueldo de Enrique (cf. Pastor, op. cit., V, 685). Entonces, con la autorización del Papa, Pole se propuso organizar una liga europea contra Enrique. Se reunió con Carlos V en Toledo (feb. 1539) pero se le excluyó educadamente del territorio francés, y después de conocer las tristes noticias del martirio de su madre, fue llamado a Roma, donde fue nombrado legado para gobernar desde Viterbo el distrito conocido como el “Patrimonio de San Pedro”. Su gobierno fue notablemente suave, y cuando dos ingleses fueron arrestados y confesaron que habían sido enviados a asesinarlo, les remitió de la pena de muerte y se contentó con enviarlos por un período muy corto a las galeras.

En 1542 Pole fue uno de los tres legados nombrados para presidir la apertura del Concilio de Trento. Debido a retrasos imprevistos, los Padres no se reunieron realmente hasta diciembre de 1545, y el cardenal inglés empleó el intervalo en escribir el tratado "De Concilio". En la segunda sesión del Concilio (7 enero 1546) Pole redactó la impresionante "Admonitio Legatorum ad Patres Concilii" (ver Ehses, "Conc. Trid.", IV, 548- 53). El 28 de junio se vio obligado a salir de Trento por razones de salud, pero parece haber pruebas convincentes de que su enfermedad era muy real, y no fingida, como algunos han pretendido, debido a la divergencia de sus puntos de vista y los de la mayoría sobre el asunto de la justificación (Pastor, op. cit., V, 578, nota 3). Sin embargo, antes de la Dieta de Ratisbona indudablemente había compartido ciertas opiniones de su amigo Contarini sobre este asunto que después fueron reprobadas por el Concilio (ibid., V, 335-37). Pero en ese momento (1541) el concilio no había hablado aún y Pole se sometió toda su vida a la autoridad dogmática de forma absoluta y completa. Es posible que una idea exagerada de esos errores produjese más tarde en la mente de Caraffa esa predisposición le llevó violentamente a sospechar que Pole y de Morone tenían opiniones heréticas.

Al morir Enrique VIII Pole hizo persistentes esfuerzos, con la aprobación de Paulo III, para inducir al Protector Sommerset y al Consejo Privado a tratar con la Santa Sede, pero aunque estos intentos fueron recibidos con cierta cortesía, no se les dio ningún estímulo. Paulo III murió el 10 de noviembre de 1549 y en el cónclave que siguió el cardenal era considerado el candidato favorito. De hecho, parece que si en una ocasión particular Pole hubiese deseado presentarse a los cardenales, cuando tenía casi dos tercios de los votos, habría sido elegido “por adoracion” [N.T.: El método de elección “por adoración” consistía en que dos tercios de los cardenales se arrodillasen ante el candidato y lo proclamasen Papa]. Luego la mayoría a su favor comenzó a declinar, y él voluntariamente llegó a un acuerdo que resultó en la elección del cardenal Giammaria Ciocchi Del Monte (Julio III). Sobre los votos que dieron a Pole, ver "The Tablet", 28 agoto 1909, pp. 340-341.

La muerte de Eduardo VI (6 julio 1553) devolvió una vez más a Pole a la vida activa. Aunque el cardenal estaba ausente de Roma, Julio III le nombró inmediatamente legado en Inglaterra y Pole escribió a la reina pidiendo consejo sobre la forma de proceder. Tanto los consejeros de María en Inglaterra como el emperador Carlos V, que desde el principio estaba ansioso por casar a su hijo Felipe con la nueva reina, consideraron que el país aún no estaba listo para recibir a un legado papal. A modo de cubrir el crédito de su enviado por los retrasos que pudieran producirse, Julio confió a Pole la nueva comisión de intentar que Carlos V y Enrique II de Francia establecieran relaciones amistosas. Todo le trajo al cardenal muchos desaires aunque fue cortésmente recibido en París. Sin embargo, Carlos V trató de detener a Pole en el Continente hasta que se hubiese celebrado el matrimonio de Felipe y María. (vea María Tudor). Finalmente, a Pole no se le permitió llegar a Dover antes del 20 de noviembre de 1554, ya que se había establecido previamente que los poseedores de propiedades de la iglesia no deberían ser obligados a restaurar las tierras que habían enajenado.

Al llegar a Londres, el 30 de noviembre, se le dio una gran recepción al legado. Aunque todavía no era sacerdote, Pole absolvió a las dos cámaras del parlamento de la culpa de cisma. Debido a su ascendencia real y su amistad con la reina, ejerció una considerable e indirecta influencia sobre los asuntos de estado y recibió el encargo especial de Felipe de vigilar el reino durante su ausencia. Pero por otra parte tampoco parece que Pole tuviera prisa en aceptar nuevas responsabilidades y cuando el arzobispo Cranmer fue privado de su cargo, no mostró interés excesivo en sucederle como arzobispo. Aun así, celebró un sínodo de ambas convocaciones, como legado, en noviembre de 1555, que aprobó muchos decretos útiles para la reforma eclesiástica, necesarios por la condición perturbada de la Iglesia después de veinte años de separación de la autoridad romana.

El 20 de marzo de 1557 Pole fue ordenado sacerdote y dos días después fue consagrado arzobispo, mientras que recibió solemnemente el palio en la Fiesta de la Anunciación, en la iglesia de St. Mary -le-Bow, donde pronunció un discurso que aún se conserva. Parece que Pole tuvo poco que ver con las persecuciones que han arrojado tantas sombras sobre el reinado de María (Dixon, "Hist. of the Ch. of Eng.", IV, 572). “Tres herejes condenados de la diócesis de Bonner fueron perdonados cuando apelaron a él; simplemente les impuso una penitencia y les dio la absolución“ (ibid., 582).

Ahora el cardenal estaba un poco enfermo y sus últimos días, así como los de su señora la reina, fueron entristecidos por los numerosos malentendidos con Roma, debido principalmente al impetuoso temperamento y amargo sentimiento anti-español de Paulo IV. Como napolitano, Paulo estaba inclinado a expulsar a los españoles de Nápoles, y estalló la guerra en Italia entre el Papa y el rey Felipe II. El Papa se alió con Francia y Felipe trató deliberadamente de implicar a Inglaterra en la contienda, tras lo cual Paulo retiró sus legados de los dominios españoles y canceló la legación de Pole. Aunque la tensión de este estado de cosas fue en cierta medida remediada por concesiones por parte del Papa, que le fueron arrancadas por el éxito de las armas de Felipe, los nubarrones no desaparecieron del todo, agravado por la perversa convicción del Papa de la falta de solidez doctrinal de Pole. En noviembre de 1558 el cardenal contrajo una enfermedad mortal y murió pocas horas después de morir la reina María.

A lo largo de su vida, la conducta moral]] de Pole fue irreprochable, su piedad sincera y sus habitos ascéticos eran la admiración de todos. “Rara vez” —escribe el Dr. James Gairdner, y nadie más competente para emitir un juicio— “vida alguna ha estado animada por un propósito tan determinado”. Comparado con la mayoría de sus contemporáneos, Pole era notoriamente amable, tanto en sus opiniones como en su lenguaje. Tenía el don de inspirar cálidas amistades y era muy generoso y caritativo en la administración de sus ingresos.



Bibliografía: Una vida de Pole fue escrita por su secretario BECCATELLI. Se puede hallar impresa en la gran colección de QUIRINI, Epistola Reginaldi Poli et aliorum ad se (5 vols., Brescia, 1744-57); sobre estos materiales se encontró la History of the Life of Reginald Pole por PHILIPPS (Oxford, 1764), que todavía conserva su valor. Una biografía más moderna es la de "MARTIN HAILE" (Miss Mary Hallé), The Life of Reginald Pole (Londres, 1910); compare también ZIMMERMANN, Caridnal Pole (Friburgo, 1893); ANTONY, The Angelical Cardinal (Londres, 1909); LEE, Reginald Pole (Londres, 1888); un admirable relato de Pole por GAIRDNER aparece en Dict. Nat. Biog.; por otro lado la Life of Pole en Archbishops of Canterbury de HOOK (Londres, 1860-84) está desfigurada por ánimos anti-católicos notables. Hay información complementaria útil en Monumenta Concilii Tridentini, vols. I y IV (Friburgo, 1901-04), y en PASTOR, Geschichte der Päpste (Friburgo, 1908-10), IV, V. Vea también "The Tablet", 28 agosto 1909, p. 340. La edición de las cartas publicadas por QUIRINI está lejos de ser completa y muchas todavía permanecen en manuscritos.

Fuente: Thurston, Herbert. "Reginald Pole." The Catholic Encyclopedia. Vol. 12, págs. 201-204. New York: Robert Appleton Company, 1911. 30 oct. 2021 <http://www.newadvent.org/cathen/12201b.htm>.

Traducido por Pedro Royo. lmhm