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Martes, 19 de marzo de 2024

Apócrifos

De Enciclopedia Católica

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Introducción

Este artículo se refiere a las composiciones que afirman haber sido escritas ya por personajes bíblicos o por hombres íntimamente relacionados con ellos. Obras tan conocidas como el Pastor de Hermas, La Epístola de Bernabé, la Didajé (Enseñanza) de los Doce Apóstoles, los Cánones Apostólicos y Constituciones, aunque inicialmente apócrifos, en realidad pertenecen a la literatura patrística y se consideran independientemente. Se ha estimado mejor clasificar los apócrifos bíblicos de acuerdo con el origen en vez de seguir la división, confusa, de Apócrifos del Antiguo y del Nuevo Testamento. Hablando en general, los apócrifos de origen judío deben ir con el Antiguo Testamento y los de origen cristiano, con el Nuevo. El tema se tratará de la manera siguiente:

Nombre y Noción

Etimológicamente, la derivación de apócrifo es muy simple, del griego apokryphos, oculto. El uso del singular apócrifo "Apocryphon (en lugar del plural Apocrypha) es legítimo y conveniente al referirse a una sola obra. Pero cuando intentamos concretar el significado literario de la palabra la cosa se complica. Ha sido empleada de varias maneras por los primeros escritores patrísticos, que han perdido a veces completamente de vista el sentido de la etimología. Así, con algunos de ellos tiene la connotación de “no canónico”. S. Jerónimo evidentemente aplicaba el término a todo libro “casi –escritural” que en su estimación está fuera del Canon de la Biblia, y los reformadores protestantes, siguiendo el Catálogo de las Escrituras del Antiguo Testamente de Jerónimo – pronto considerado erróneo y singular entre los Padres de la iglesia – aplicaron el nombre de apócrifo a lo que en el Canon Católico del Antiguo Testamente excedía del de los judíos. Naturalmente los católicos rehúsan tal denominación y emplean “deuterocanónico” para designar esa literatura que los no católicos de forma convencional e inapropiada conocen como los Apócrifos (VER CANON DEL ANTIGUO TESTAMENTO) El sentido original y propio del término “Apócrifo”, aplicado a los libros pretendidamente sagrados era inicialmente oscuro. Pero quizá se pueda encontrar una pista en el llamado Cuarto Libro de Esdras, que relata que Estrus (Era) por inspiración divina compuso 94 libros, de los que 24 eran restauraciones del al literatura sagrada de los Israelitas que había perecido en la Cautividad, y debían ser publicados abiertamente, pero los restantes debían ser guardados en secreto para el uso exclusivo de los sabios (cf. Dan., ix, 4, 9, donde se ordena al profeta que calle y que selle un libro inspirado hasta su debido tiempo). En consecuencia se debe aceptar como altamente probable que en su sentido original un escrito apócrifo no conllevaba un sentido desfavorable, sino que simplemente denotaba una composición que reclamaba origen sagrado y supuestamente oculta durante generaciones ya totalmente, esperando el tiempo debido de su revelación o de forma relativa en cuanto que su conocimiento se limitaba a un reducido círculo esotérico. Sin embargo el término Apócrifos pronto vino a tener un significado desfavorable que aún retiene que comporta tanto falta de originalidad y de canonicidad. Estos son los aspectos negativos de la aplicación moderna del nombre. En el aspecto positivo se emplea apropiadamente sólo a esa bien definida clase de literatura, que tiene pretensiones bíblicas y que se originaron en parte entre los hebreos durante los dos siglos anteriores a Cristo y durante un tiempo posterior en parte entre los cristianos, ortodoxos o heterodoxos, en las primeras centurias de nuestra ere.

LOS APOCRIFOS DE ORIGEN JUDIO

La literatura antigua, especialmente en oriente utilizó métodos más libres y elásticos que los que se permiten en nuestra cultura moderna occidental. La composición seudográfica estaba de moda entre los judíos de los dos siglos anteriores a Cristo y durante algún tiempo después. La atribución del verdadero autor de un libro a un nombre de un pasado distante, que así usurpaba su personalidad, era en algunos casos cuando menos una ficción literaria que no engañaba sino a los ignorantes. Así el llamado “Sabiduría de Salomón “, escrito en griego y que pertenece al sagrado Canon de la Iglesia. En otros casos en los que el nombre asignado no se ponía como símbolo de un cierto tipo de literatura, la intención no estaba sin un cierto grado de deshonestidad literaria objetiva.

Apocalipsis judíos

Los más importantes y valiosos apócrifos judíos que se conservan son los que tienen un amplio elemento apocalíptico, es decir, que confiesan contener visiones y revelaciones del mundo invisible y del futuro mesiánico. La literatura apocalíptica judía es un tema que merece y ha recibido un creciente atención de todos los interesados en el pensamiento religioso de Israel, ese cuerpo de conceptos y tendencias que están en las raíces de de los grandes principios doctrinales del cristianismo, de la misma manera que su divino Fundador tomo su generación temporal del tronco del judaísmo ortodoxo.

Los apocalipsis judíos proporcionan los lazos de unión en el progreso de la teología judía y llenan lo que de otra forma sería un vacío, aunque pequeño, entre el estadio avanzado marcado por los libros deuterocanónicos y su completa madurez en tiempos de Nuestro Señor, una madurez tan relativamente perfecta que Jesús pudo suponer que existía en la conciencia popular, sin tener que enseñarlo de novo, las doctrinas de la retribución futura, la resurrección de los cuerpos y a existencia , naturaleza y oficios de los ángeles. La apocalíptica judía es un intento de suplir el lugar de la profecía que llevaba muerta siglos, y tiene sus raíces en los oráculos sagrados de Israel. La profecía hebrea en su parte humana tenía sus fuentes, sus ocasiones y objetos inmediatos en el presente. Los profetas eran hombres inspirados que encontraban temas de agrado y desagrado y aviso en las condiciones actuales de la vida teocrática de Israel. Pero cuando pasaba el tiempo y las brillantes promesas mesiánicas de los profetas no se cumplían, cuando el pueblo judío se había impacientado no durante una o dos sino muchas generaciones, bajo el amargo yugo de señores extranjeros o estaba bajo la constante presión de estados paganos, unos espíritus reflexivos y fervientes , al no encontrar esperanza en el orden actual de las cosas, dejaban de mirar a la tierra y ponían su visión otros mundo ideal donde la justicia divina reinase sin impedimentos para la gloria sempiterna de Israel tanto en la nación como en sus fieles individuos y con la total destrucción y tormentos sin fin de los gentiles opresores perversos La literatura apocalíptica era a la vez un mensaje de esperanza y un esfuerzo para resolver los problemas de los justos que sufrían y de la aparente falta de esperanza d cumplimiento de las profecías del reino de Israel sobre la tierra . Pero la consecuencia inevitable de la desconfianza del presente de los Apocalipsis era su asunción de un pasado remoto y clásico, en otras palabras, su carácter seudónimo. Naturalmente si trataba del Pentateuco o de los Profetas, se revestía ficticiamente con la autoridad de un patriarca o un profeta que iba a revelar un futuro transcendente. Pero en su esfuerzo en ajustar el futuro a la historia que conocían, los escritores apocalípticos desarrollaron también una filosofía sobre el origen y progreso de cosas mundanas. Y así entre los rasgos de la apocalíptica judía se nota una visión más amplia de la política mundial y una especulación cosmológica. El Libro de Daniel es un libro del Antiguo testamento con el que tienen muchísima afinidad los apocalipsis no inspirados y evidentemente les proporciona ideas a varios de ellos. A un elemento apocalíptico que existe en los profetas, en Zacarías (i-vi), en Tobias (, xiii), se le puede seguir la pista retrocediendo a las visiones de Ezequiel, que forman al prototipo de apocalíptico.

Todo esto tuvo su influencia en la nueva literatura. El mesianismo, naturalmente juega una parte importante en la escatología apocalíptica y la idea de Mesías tuvo un gran desarrollo en ciertos libros. Pero aun cuando es transcendente y mística, es intensa y casi fanáticamente nacional y se rodea de accesorios imaginativos y frecuentemente extravagantes. Carece de la visión universal de algunos de los profetas, especialmente el Deutero-Isaías y está muy lejos de tener una fisonomía uniforme y consistente. A veces el reino mesiánico se coloca en una tierra trasfigurada, centrada en una nueva Jerusalén, en otras obras se eleva al cielo, en algunos libros el Mesías es defectuoso o simplemente una apariencia de humano, mientras que en las Parábolas de Enoch con su preexistente Mesías preexistente, se marca el punto más elevado del desarrollo del concepto mesiánico de toda la literatura hebrea.

El Libro de Enoch (Etiopico)

Ver el artículo separado bajo este título.

La Asunción de Moisés

Orígenes, "De Principiis", III, ii, 1, cita la Asunción de Moisés-- Analepsis Mouseos – como el libro citado por la Epístola de Judas, 9, donde hay un alusión a una disputa entre Miguel y Satán sobre el cuerpo de Moisés. Aparte de unas pocas referencias en la literatura patrística nada más se sabía de este apócrifo hasta que el manuscrito latino, que contenía buena parte de él, fue descubierto por Ceriani en la Biblioteca Ambrosiana de Milán y publicado en 1861. Se estableció su identidad con la antigua obra por una cita que hay de ella en las Actas del Concilio de Nicea. El Libro se propone como una serie de predicciones entregadas en forma escrita por Moisés a Josué para que las guardara, cuando, en vista de que se acercaba la muerte, nombró a Josué como su sucesor. El propósito ostensible de estas entregas es confirmar la ley mosaica y las admoniciones del Deuteronomio. Se presenta toda la historia de Israel. En un estilo brillante y vehemente el libro delinea en forma profética la impiedad de los gobernantes Asmoneos de Israel y de los sacerdotes saduceos. Las alusiones históricas llegan hasta el reino del insolente monarca , claramente Herodes el Grande, y un poderoso gobernante que vendrá del Occidente y subyugará al pueblo. Una referencia a la expedición punitiva de Quintilius Varus, 4 a.C. Pero el Mesías intervendrá y ejecutará la ira divina sobre los enemigos de la nación y un cataclismo de la naturaleza, descrito de forma apocalíptica sublimidad, abrirá el principio de una nueva era. Extrañamente, no hay mención alguna a la resurrección o a juicios individuales. El libro se vuelve entonces a los hechos de Moisés y Josué .

El manuscrito se interrumpe bruscamente en el capitulo xii y la parte citada por Juda debe haber pertenecido a la conclusión perdida. Se ha asignado este manuscrito, con razones sólidas, a los primeros años después de la muerte de Herodes, entre el 4 a.C y el 10 d.C. Es evidente que ninguno de los hijos de Herodes, Filipo y Antipas, había aún reinado 34 años puesto que el escritor , atreviéndose a lanzar una predicción que resultó falsa, dice que los hijos reinarán menos tiempo que el padre. Por ello la fecha más tardía posible de composición se fija en el año 30 d.C. El autor era un judío, muy probablemente palestino que no pertenecía ni a los Fariseos del tipo de los contemporáneos de Jesús, ni a los Saduceos, puesto que despelleja a ambos por igual. Debe haber sido o un Zelote, es decir un ultranacionalista y mesianista o un ferviente Esenio. Escribió en hebreo o en arameo. El texto latina está traducido de una versión griega.

El libro de los Secretos de Enoc (Enoc eslavo)

En 1892 se llamó la atención hacia unos manuscritos eslavos que al ser examinados resultó que contenía otro libro de Enoc que difería completamente de la compilación etiópica. “El Libro de los Secretos de Enoc” contiene pasajes que satisfacen las alusiones de Orígenes, a las que no hay nada que corresponda en el Enoc Etiópico. Lo mismo puede decirse respecto a las citas del “Testamento de los Doce Patriarcas”. La evidencia interna muestra que el nuevo Enoc fue compuesto en griego por un judío alejandrino a principios de nuestra Era. El libro se distingue mucho del libro más antiguo por la ausencia de un Mesías y la falta de referencia a la resurrección de los muertos. Mezcla muchos detalles estrafalarios respecto al reino celestial, los ángeles y al castigo de los pecados. El patriarca es llevado por los siete cielos ante el mismísimo trono del Eterno. Algunos de los detalles arrojan interesante luz sobre varias alusiones oscuras de la Biblia, tales como los cielos sobrepuestos, la presencia de los poderes malignos “en lugares celestiales”, las extrañas criaturas de Ezequiel llenas de ojos.

Cuarto libro de Esdras

El personaje que sirve como pantalla del autor real de este libro es Esdras (Ezra), el sacerdote escriba y líder de los israelitas que volvieron de Babilonia a Jerusalén. El hecho de que dos libros canónicos estén asociados a este nombre , junto con un genio literario genuino, un espíritu profundamente religioso impregna el Cuarto de Esdras, además de algunos puntos mesiánicos de contacto con los Evangelios, todo ello se combina para ganar una aceptación entre los cristianos que no tiene ningún otro apócrifo. Tanto los Padres Latinos como los Griegos lo citan como profético, mientras otros, como Ambrosio fueron ardientes admiradores suyos- Sólo Jerónimo es positivamente desfavorable. Pero es un hecho notable que a pesar de la extendida reverencia que tenía en los primeros tiempos, no haya entrado en el Canon o en la liturgia de la Iglesia. Sin embargo, a través de toda la Edad Media mantuvo una posición intermedia entre las composiciones canónicas y las meramente humanas, hasta después del Concilio de Trento. Junto con III Esdras, fue colocado en el Apéndice de la edición oficial de la Vulgata. Además del texto original griego, que no ha sobrevivido, el libro ha aparecido en versiones en latín, siríaco, armenio, etiópico y árabe. Los dos primeros y los dos últimos capítulos de la versión latina no existen en los orientales y se han añadido por una mano cristiana. Y sin embargo no hay duda en la postergación del cuarto libro de Esdras al rango de apócrifo. Para no insistir en la alusión al libro de Daniel en xii, 11, la fecha dada en la primera versión (iii, 1) es errónea, y todo el tenor y carácter de la obra lo coloca en la época de la literatura apocalíptica. La datación crítica dominante lo asigna a un judío que escribía en el reinado de Domiciano 81- 96 d.C. Ciertamente fue compuesto algún tiempo antes del 218 d.C. puesto que es citado expresamente por Clemente de Alejandría, El texto original , iii-xiv, es de una pieza y el trabajo de un solo autor. El motivo del libro es el problema que se presenta a los patriotas judíos después de la destrucción por Tito del Templo de Jerusalén. Las perspectivas eran muy negras y la vida nacional parecía completamente extinguida. El libro está transido de un espíritu triste y el autor usando el disfraz de Esdras que se lamente sobre las tuinas de la primera ciudad y templo, busca insistentemente penetrar en las razones del aparente abandono se su pueblo por parte de Dios y el incumplimiento de Sus promesas. El autor desea saber el futuro de su nación y eso es lo que le interesa, mientras que el universalismo del libro esta atenuado. El apocalipsis se compone de siete visiones. El mesianismo del IV Esdras sufre por el desaliento de la era y está influenciado por el cambio de las condiciones producidas por la llegada del cristianismo. Su Mesías es mortal y su reino es meramente de felicidad en la tierra. Como la escatología, combina dos elementos conflictivos: la redención de Israel y el pequeño número de los elegidos. Toda la humanidad pecó con Adán. Los católicos llaman a veces Segundo libre de Esdras al Cuarto Libro de Esdras puesto que aplican la forma hebrea Ezra, a los libros canónicos.

El Apocalipsis de Baruc

Durante un largo tiempo se ha conocido un fragmento latino, capítulos lxxviii-lxxxvii, de este pseudógrafo. En 1866 fue descubierto un texto completo siríaco por Monseñor Ceriani, cuyas investigaciones en la Biblioteca Ambrosiana de Milán han enriquecido tanto el campo de la literatura antigua. El Siríaco es una traducción del griego, pero el original estaba escrito en hebreo. Hay una íntima relación entre este Apocalipsis y el IV de Esdras, pero los críticos están divididos en cuál ha influido en el otro. Las probabilidades favorecen la hipótesis de que el apócrifo Baruc es una imitación de IX¿V Esdras y por consiguiente posterior. Las fechas aproximadas asignadas van del 50 a.C. al 117. El “Apocalipsis de Baruc” es una producción algo artificial sin la originalidad ni la fuerza de IV Esdras. Trata, en parte, de los mismos problemas, es decir, los sufrimientos del pueblo teocrático y el triunfo final sobre sus opresores. Una vez que se libra a ciertos pasajes de las interpolaciones cristianas, en general su Mesianismo es terrenal, pero en la parte final del libro el reino del Mesías tiende sin duda hacia una concepción más espiritual. Como el IV de Esdras el pecado se origina en la desobediencia de Adán. Se da mayor importancia a la Ley que en las composiciones relacionadas y el punto de contacto con el Nuevo Testamento son más sorprendentes. El autor era un fariseo que, aunque adoptando una postura claramente judía, conocías la Escrituras Cristianas y las usó libremente. Algunos estudios recientes del ”Apocalipsis de Baruc” han visto en él un libro compuesto, pero la mayoría de los críticos mantiene con mejores razones su unidad. El libro es largo, habla en la persona de Baruc, secretario de Jeremías. Comienza con error palpable de cronología: Baruc anuncia la destrucción de la ciudad y el templo de Jerusalén de la época babilónica. Sin embargo no serán los caldeos los que la destruyan, sino los ángeles. Dios conserva otra preexistente y Sagrada ciudad, pues el mundo no puede existir sin Jerusalén. La artificialidad y aburrimiento del apocalipsis se redime por el aire fresco de de su visión y elevación de doctrina, pero con las limitaciones ya señaladas.

El Apocalipsis de Abraham

El Apocalipsis de Abraham se ha traducido recientemente del eslavo al alemán. Relata la circunstancia de las conversiones y las visiones que siguieron. Su guía en el reino celestial es Jael, un ángel distinto de Dios, pero que tiene poderes divinos en algunos aspectos. La obra tiene afinidad con IV Esdras y con el “Apocalipsis de Baruc”. Se explica el origen del mal por la libre voluntad del hombre. El Elegido o Mesías, reunirá a las tribus dispersas, pero sólo Dios castigará a los enemigos de Israel. Las notas de este apocalipsis son el particularismo y la trascendencia del último escenario cósmico. Su datación, sin embargo, es tan vaga que es imposible fijar el tiempo de su composición.

El Apocalipsis de Daniel

El Apocalipsis de Daniel es la obra de un judío persa del siglo doce y es el único que predice dos Mesías: uno, hijo de José (Cristo) cuya carrera termina en su fracaso y muerte y otro hijo de David que librará a Israel y reinará gloriosamente en la tierra.

Apócrifos legendarios de origen Judío

Libro de los Jubileos o Pequeño Génesis

Epifanio, Jerónimo y otros citan una obra con el título de “Los Jubileos” o “Pequeño Génesis •(leptogénesis) S. Jerónimo justifica que el original estaba en hebreo. Es citado por autores bizantinos hasta el siglo doce. Después de esa fecha no volvemos a oír hablar de él hasta que se encontró en un manuscrito etiópico en siglo XIX. También se ha recuperado un considerable fragmento latino. El libro de los Jubileos es la narración del Génesis amplificada y embellecida por un judío del período farisaico. Profesa ser una revelación dada a Moisés por el “Ángel del Rostro”. Hay una cronología sistemática en años semanas y jubileos. Asigna un patriarca a las grandes fiestas judías. La Angelología está muy desarrollada, pero el autor no creía en la resurrección del cuerpo. Se insiste mucho en la observancia de la Ley. Es muy difícil fijar la fecha o el círculo religioso en el que surgió. Aún existen Jerusalén y el templo y se cita el libro de Enoc. Respecto a la fecha inferior, el libro fue utilizado por la parte judía del “Testamento de los Doce Patriarcas”. Una estimación varía entre el 135 a.C. y el 60 d.C.

Entre los apócrifos judíos perdidos hay uno digno de especial mención :

El Libro de Jannes y Mambres

II Tim., iii, 8, aplica esos nombres a los magos egipcios que reprodujeron algunos de los prodigios realizados por Moisés. Los nombres no se hallan en el Antiguo Testamento. Orígenes hace notar que S. Pablo no cita “de los escritos públicos sino de un libro sagrado que se llama Jannes y Mambres”. Plinio conocía los nombre y figura en las tradiciones talmúdicas. R. James en "Journal of Theological Studies", 1901, II, 572-577, declara haber encontrado un fragmento en latín y en una antigua versión inglesa de este apócrifo perdido.

Tercer Libro de Esdras

Los no-católicos le llaman Primer libro de Esdras, puesto que dan al primer libro canónico la forma hebrea de Ezra. Este Esdras es uno de los tres libros no-canónicos que están en el apéndice de de la edición oficial de la Vulgata. Existe en dos de los más antiguos códices de Los Setenta, i.e. el Vaticano y el Alejandrino en el que precede al Esdras canónico. Lo mismo se puede decir de los manuscritos latinos antiguos y otras versiones. El Tercero de Esdras disfrutó de un favor excepcional en los primeros tiempos de la Iglesia, siendo citado como Escritura con fe implícita por los principales Padres latinos y griegos (ver Cornely, Introductio Generalis, I, 201). S. Jerónimo, el gran minimizador de la literatura sagrada, lo rechazó como apócrifo y desde entonces está como tal. El libro, de hecho, está construido con materiales tomados de libros inspirados como Paralipómenos, Esdras, y Nehemías, reunidos sin embargo en una gran confusión cronológica. Debemos suponer que posterior a las Escrituras citadas arriba puesto que fue compuesto en griego y por un judío de Alejandría. La única parte original del libro son los capítulos iii-v, 6, que relata un concurso entre tres jóvenes judíos de la guardia del rey Darío, cada uno de los cuales intentaba formular el dicho más sabio. La victoria la consigue Zorobabel (Zerubbabel), que defiende que la Verdad es la fuerza más potente y la audiencia grita :”Grande el la Verdad y poderosa sobre todas la cosas” (Magna est veritas et proevalebit.) La fecha de la composición no es segura excepto dentro de amplios límites, que son, por una parte alrededor del año 300 a.C, y la más tardía asignada al Paralipómenos-Esdras-Nehemías y por otra , alrededor del 100 d.C , tiempos de Josefo, que empleó el III de Esdras. Es muy probable que se compusiera antes de nuestra era cristiana.

El Tercer Libro de los Macabeos

El Tercer Libro de los Macabeos es el título que se da a una corta narración que se encuentra en el Códice Alejandrino de la Versión de los Setenta y varios manuscritos privados. Narra el intento de profanación del sagrado Templo de Jerusalén por el rey egipcio Ptolomeo IV (Filopator) tras su victoria sobre Antíoco el Grande en Rafia , el 217 a.C, y la frustración milagrosa de su intento de vengarse de los judíos egipcios masacrándolos con elefantes. Este apócrifo abundan absurdos e imposibilidades sicológicas y es una obra de ficción muy floja, escrita en griego por un judío alejandrino, probablemente pensada para animar a sus compatriotas en momentos de persecución. No descansa en hechos históricos comprobables pero aparentemente es una versión extravagante y varia de lo relatado por Josefo en “Contra Apión", 1I, 5. No se puede determinar la fecha. Puesto que el libro muestra un conocimiento de las adiciones griegas a Daniel, no puede ser anterior al primer siglo a.C. y no hubiera tenido el valor de los cristianos si se hubiera compuesto más tarde del primer siglo después de Cristo. La Iglesia Siria fue la primera en recibirlo amigablemente, presumiblemente por la fuerza que le da ser mencionado en las Constituciones Apostólicas. Más tarde, III Macabeos fue admitido en el Canon de la Iglesia Griega poro parece que no fue conocida entre los latinos.

Salmos y Oraciones Apócrifas

Salmos de Salomón

Es una colección de 18 salmos compuestos en hebreo y, como se admite en general, por un fariseo de Palestina de alrededor del tiempo en que Pompeyo se apoderó de Jerusalén, el 63 antes de Cristo. La colección no pretende ser de Salomón por lo que no se puede decirse estrictamente que se aun apócrifo. El nombre del sabio rey se asoció al manuscrito más tarde y sin duda como medio para preservarlo. El espíritu de esos salmos es de una gran seriedad y corrección moral, pero es la corrección farisea, que consiste en la observancia de las tradiciones legales y ley ceremonial. Se denuncia a la dinastía Asmonea y a los Saduceos. Se busca la llegada de un Mesías, pero que será humano solamente. Reinará por santidad y justicia y no por la espada. Se enseña la libre voluntad y la resurrección. Los Salmos de Salomón son valiosos y muestran los puntos de vista religiosos y las actitudes de los Fariseos de tiempo de de Nuestro Señor. El manuscrito de los Setenta contiene al final del Salterio Canónico un salmo corto (cli), que, sin embargo, está “fuera del número” ", i.e., de los Salmos. Su título dice:” Este Salmo fue escrito por el mismo David y añadido al número, cuando luchó con Goliat”. Está basado en varios pasajes del Antiguo Testamento, y no hay evidencia de que fuese escrito en hebreo.

Oración de Manasés (Manasés)

Una Hermosa oración penitencial que se pone en boca de Manasés, rey de Judá, que llevó tan lejos la abominación idolátrica. La composición se basa en II Paralipómenos, xxxiii, 11-13, que afirma que Manasés fue llevado como cautivo a Babilonia y allí se arrepintió, mientras que la misma fuente (18) se refiere a su oración como escrita en ciertas crónicas que se han perdido. Los estudiosos difieren sobre si la oración que nos ha llegado fue escrita en hebreo o en griego. Varios antiguos manuscritos de los Setenta la contiene como un apéndice del Psalterio. También está incorporada en el antiguo llamado Constituciones Apostólicas. En las ediciones de la Vulgata anteriores al Concilio de Trento se colocaba detrás de los libros de Paralipómenos. La Vulgata de Clemente la relega al apéndice donde aún se encuentra en reimpresiones del texto Standard. La oración respira un espíritu cristiano y no está aún un es cierto que sea de origen judío.

Filosofía Judía

Cuarto Libro de los Macabeos.

Es éste una especie de tratado filosófico sobre la supremacía de la razón piadosa, es decir una razón regulada por la ley divina que para el autor es la ley mosaica, poniendo a la razón como dueña de la pasión humana., el autor estaba influido directamente por la filosofía estoica: De ella deriva también las cuatro virtudes cardinales: prudencia , corrección ( o justicia) , fortaleza , templanza phronesis, dikaiosyne, andreia, sophrosyne, y a través de IV Macabeos los primeros escritores cristianos de ascética se apropiaron de esta categoría. La segunda parte del libro exhibe los sufrimientos de Eleazar y de los siete hermanos Macabeos como ejemplos de la razón piadosa. La finalidad del escritor judío helenístico, y desconocido autor, era inculcar la devoción de la Ley. La obra fue erróneamente atribuida a Josefa por Eusebio y otros. Parece que se produjo antes de la caída de Jerusalén, pero la fecha es una cuestión de conjetura.

APÓCRIFOS DE ORIGEN JUDIO CON ADICIONES CRISTIANAS

Oráculos Sibilinoss

Ver el artículo separado sobre este título.

Testamento de los Doce Patriarca

Es un extenso pseudógrafo que consiste en narraciones en las que cada uno de los doce hijos de Jacob relata su vida, embelleciéndola con adiciones midrásicas de los datos bíblicos, exhortaciones de cada uno de los patriarcas para la práctica de las virtudes o el rechazo de los vicios ilustrados en su vida. Partes apocalípticas que se refieren al futuro de las doce tribus y los tiempos mesiánicos- El cuerpo de la obra es sin duda judaico, pero hay muchas interpolaciones de un origen indudablemente cristiano, presentando en el conjunto una cristología bastante completa, pero sospechosa de Docetismo. Estudioso de los Testamentos asignan con mucha probabilidad ela obra básica judía al período asmoneo, en los límites 135-63 a.C. Las partes que exaltan a las tribus de Leví y Judá se interpretan como una apología de los pontífices – reyes asmoneos. El resto de las diez tribus que supone que aún existen y se les urge a que sean fieles a los representantes del poder real sacerdotal. Los Testamentos, probablemente de un escritor de tendencias fariseos, quizá un sacerdote, son únicos en la literatura judía en la defensa de la dinastía Macabea. Es cierto que hay pasajes en los que la casta sacerdotal y las tribus dirigentes son incansablemente denunciados, pero estos son inserciones posteriores. La escatología es muy avanzada. El Mesías ha de brotar de la tribu de Leví (en otros sitios, de Judá) y ha de ser el Sumo Sacerdote eterno - es una característica única del libro – así como gobernador civil de la nación. Durante su reino el pecado cesará gradualmente. Las puertas del paraíso se abrirán y los israelitas y los gentiles convertidos vivirán allí y comerán del árbol de la vida. El reino mesiánico será pues eterno en la tierra, el lo que está de acuerdo con el Enoc etiópico. Los Testamentos existen completos en griego, armenio, latín y la versión eslava. Se conservan fragmentos arameos y siríacos.

La Ascensión de Isaías

La Ascensión de Isaías tiene dos partes: El Martirio de Isaías en el que se dice que el profeta fue serrado en dos por orden del malvado rey Manasés y La Ascensión, propiamente. Pretende ser la descripción del mismo Isaías de una visión en la que fue raptado a los siete cielos a la presencia de la Trinidad y contempla el descenso del Hijo “el Amado” a su misión de redención. Va cambiando su forma al ir pasando por los círculos celestiales inferiores. El profeta ve entonces al Amado glorificado volviendo a ascender. El Martirio es una obra judía, salvando algunas interpolaciones bastante grandes. El resto es obra de manos cristianas o quizás de un solo escritor que unió su Apocalipsis con al Martirio. Hay muestras de que el elemento cristiano es un producto del Gnosticismo y que nuestra obra es la misma que aquella que tuvo mucho predicamento entre varias sectas heréticas y fue conocida por el nombre de "Anabaticon", o "Ascensión de Isaías". La parte judía parece que aparición en el primer siglo de nuestra era y el resto a mediados del segundo. Justino, Tertuliano y Orígenes parecen haber estado familiarizados con el Martirio mientras que S. Jerónimo y Epifanio son posprimeros testigos del la Ascensión propiamente dicha. El apócrifo existe en manuscritos griegos, etiópicos y eslavos.

Apócrifos judeo-cristianos menores

El espacio nos permitirá solamente la enumeración de ejemplares poco importantes de la literatura apócrifa que han sobrevivido completos o en parte y que subsisten en.

Originales judíos rehechos o libremente interpolados por los cristianos, v.gr. eñ ¡Apocalipsis de Elías(Elijah), “Sofonías “(Zephaniah), el “Paralipómenon de Baruc” etc., y

Composiciones cristianes cuyo material fue proporcionado por las Fuentes judías, como el llamado “Apocalipsis de Moisés” el "Apocalipsis de Esdras", el "Testamento de Abraham", el "Testamento de los Tres Patriarcas", la "Oración de José ", la "Oración de Asenet", el "Matrimonio de Asenet", ( las esposa de José). Probablemente haya que incluir en esta segunda clase el “Testamento de Job” y “Zacarías”, el “Libro de Adán”, el “Libro de la Creación”, la “Historia de Aphikia” ( la esposa de Jesús Sirac). Estas obras generalmente aparecieron en oriente y en muchos casos muestran tendencia gnósticas. Más información sobre ellas se encontrará al final de los artículos sobre los personajes arriba indicados.

APÓCRIFOS DE ORIGEN CRISTIANO

El término cristiano se usa aquí en un sentido comprehensivo y abarca obras producidas tanto por católicos como por herejes, éstos últimos son principalmente los miembros de las varias ramas o escuelas de Gnosticismo que florecieron en los siglos segundo y tercero. Los escritos apócrifos cristianos en general, imitan a los libros del Nuevo Testamento y, por consiguiente, con pocas excepciones, caen bajo la descripción de Evangelios, Hechos, Epístolas y Apocalipsis.

Evangelios Apócrifos

El término apócrifos en conexión con Evangelios especiales debe entenderse que no suponen nada desfavorable, excepto que no son canónicos. Esto se aplica al Evangelio de los Hebreos y en un grado inferior al de los egipcios que han sido principalmente el cuerpo de la primitiva tradición o un refundido de los Evangelios canónicos con unas pocas variaciones y simplificaciones. Es verdad que todos los ejemplares que han sobrevivido del os Evangelios apócrifos toman los Evangelios inspirados y canónicos como su unto de partida, Pero los Evangelios genuinos guardan silencio sobre largos períodos de la vida de Nuestro Señor, de la Virgen María y de S. José. Frecuentemente insinúan rápidamente algún episodio del que nos encantaría estar mejor informados. Esta reserva de los Evangelistas no satisfizo la curiosidad comprensible de muchos cristianos ansioso de conocer los detalles y la severa y digna simplicidad de la narración no apaciguó a las imaginaciones que buscaban lo sensaciones y lo maravilloso. Por consiguiente cuando espíritus emprendedores respondieron a ese deseo natural con Evangelios pretendidos llenos de fábulas románticas y detalles fantásticos y asombroso, sus fabricaciones fueron leídas con avidez y ampliamente aceptadas como verdaderos por la gente común, que no tenía ningún sentido crítico y estaban predispuestos a creer los que satisfacía con tanto lujo de detalle su piadosa curiosidad. Estas ficciones fueron escritas tanto por católicos como por gnósticos. Los primeros no tenían otro propósito que esas mentiras piadosas, llevados a veces por celo real pero desviado, como el autor del Pseudo –Mateo : Amor Christi est cui satisfecimus.

Pero los escritores herejes de Apócrifos, mientras que satisfacían la curiosidad, componían Evangelios espurios para basar en el pasado y en el mismo Cristo sus creencias y peculiaridades La iglesia y los Padres se mostraron hostiles hasta con las narraciones de autoría ortodoxa. En la Edad Media se olvidó su origen hasta por los más cultos y estos apócrifos comenzaron a entrar ampliamente en las leyendas sagradas tales como "Aurea Sacra", en las obras de milagros, en arte cristiano y en la poesía. Una comparación de las menos extravagantes de estas producciones con los Evangelios muestra el abismo que las separa. Aunque no tengan valor histórico, los Evangelios apócrifos nos ayudan a entender mejor las condiciones religiosas del segundo y tercer siglo, y son de no poco valor como testigos de la canonicidad de los escritos de los cuatro evangelistas. Las composiciones cuasi-evangelicas sobre Cristo que no pretenden ser Evangelios se tratarán en otro lugar. Todas ellas son de origen ortodoxo (Ver AGRAPHA)

Evangelios apócrifos de origen católico

Protoevangelium Jacobi, o Evangelio de la infancia de Santiago.

Presume de haber sido escrito por “Santiago, el hermano del Señor” i.e. el Apóstol Santiago el Menor. Se basa en el Evangelio canónico que amplia con elementos imaginativos, a veces pueriles o fantásticos. El nacimiento, educación y matrimonio de la Virgen María se describen en los primeros once capítulos que son la fuente de varias tradiciones actuales entre los fieles. Son valiosos e indican la veneración que se dio a María desde los primeros tiempos. Por ejemplo, el "Protoevangelium" el primero que dice que María fue el vástago milagroso de Joaquín y Ana, que antes no habían tenido hijos y que cuando la niña tuvo tres años fue llevada al templo y dedicada a su servicio para cumplir el voto de sus padres. Cuando Maria tuvo doce años, José fue elegido por el sumo sacerdote como su esposo obedeciendo a una señal maravillosa, un pichón que salió de su bastón y se posó en su cabeza. La Natividad es embellecida sin restricciones. Los Críticos hallan que el "Protoevangelium" es una refundición de dos o tres documentos distintos. Orígenes lo conocía como “Libro de Santiago” y hay signos en S. Justino de que estaba familiarizado con él o al menos con una tradición paralela.

La obra, por consiguiente se ha asignada al siglo segundo. Algunas de sus partes muestran familiaridad con costumbres judías y los críticos han asumido que la base de la obra fue escrita por un judío cristiano. El "Protoevangelium" existe en recensiones en griego antiguo y siríaco. Hay también traducciones latinas y armenias.

Evangelio de S. Mateo.

Es una composición latina de los siglos cuarto o quinto. Pretende haber sido escrito por S. mateo y traducido por S. Jerónimo. El Pseudos-Mateo es en gran parte paralelo al "Protoevangelium Jacobi", basado en él o en sus fuentes. Difiere en algunas partes y siempre en dirección a lo más maravilloso. Algunos de sus datos han sustituido en la creencia popular a otras paralelas del más antiguo pseudógrafo. Así la edad de la María al casarse con José son 14 años. La narración de la huída a Egipto se adorna con maravillas poéticas. Dragones, leones y otras bestias salvajes del desierto adoran al niño Jesús. Al oír sus palabras, las palmeras inclinan sus cabezas para que la Sagrada Familia pueda recoger los frutos. Los ídolos de Egipto se destruyen cuando el Niño Divino entra en esa tierra. El “Evangelio de la Natividad de María” es un refundido del Pseudos-mateo, pero llega sólo al nacimiento de Jesús. Existe en un manuscrito latino del siglo décimo.

Evangelio árabe del la Infancia

Es una traducción del original siríaco perdido. El trabajo es una compilación y se refiere expresamente al “libro de José Caifás, el Sumo Sacerdote”, al “Evangelio de la Infancia” y al “Evangelio Perfecto”. Algunas de sus historias se derivan del Evangelio de Tomás y otras de una recensión del Mateo apócrifo. Pero hay milagros que se dice que sucedieron en Egipto que no se hallan en ningún otro Evangelio, espurio o genuino, entre ellos la curación de un leproso por el agua en la que se había lavado a Jesús o las curas efectuadas a través de los vestidos que había llevado. Esto se ha hecho familiar en las leyendas piadosas También menciona el episodio de los ladrones Tito y Dumaco en cuyas manos cayó la Sagrada Familia. Tito soborna a Dumaco para que no los moleste y el niño predice que treinta años después ambos serían crucificados junto a él, Tito a su derecha y Dumaco a su izquierda y que el primero le acom0pañaría al paraíso. El apócrifo abunda en alusiones a caracteres del los Evangelios reales. Lipsius opina que la obra, tal como la tenemos, es un retoque católico de una compilación gnóstica. Es imposible asegurar la fecha pero probablemente se compuso antes de tiempos de Mahoma. Es muy popular entre los nestorianos sirios. Una “Historia de José el Carpintero, original en árabe fue publicada en la colección de apócrifos de Tischendorf. Describe la muerte de S. José, relatada pro Nuestro Señor a sus discípulos. Es un esfuerzo altisonante y sin gusto y parece ser del siglo cuarto.

Evangelio de Gamaliel

El Dr A. Baumstark en la Revue Biblique (Abril, 1906, 253 sqq.), dio este nombre a una colección de fragmentos coptos de un carácter homogéneo, que, según otro erudito en cuestiones coptas, Reveillout, para formar una parte del Evangelio de los Doce Apóstoles”. Estos fragmentos también han sido asignados a un solo Evangelio por Lacau en "Fragments d'apocryphes coptes de la bibliothèque nationale" (Cairo, 1904). La narración es muy dependiente del Evangelio de S. Juan. El autor no se presenta seriamente como un evangelista, puesto que cita explícitamente del cuarto Evangelio. Coloca el relato en boca del Gamaliel de los Hechos v, 34. Baumstark los asigna al siglo quinto. El autor fue evidentemente influenciado por "Acta Pilati".

El Transitus Mariæ o Evangelium Joannis

El Transitus Mariæ o Evangelium Joannis, escrito en nombre del Apóstol S. Juan, describe la muerte de María, gozó de gran popularidad, testificada en las varias recensiones que existen en diferentes idiomas. La griega tiene la inscripción “El Relato de S. Juan el Teólogo de la Tránsito de la Madre de Dios”.

Una de las versiones Latinas lleva como prefacio una carta falsa del obispo Melitón de Sardes explicando que el objeto de la obra era contrarrestar una composición herética del mismo título y tema. Hay indicios de verdad en esta afirmación pues nuestro apócrifo se traiciona con muestras de ser un escrito gnóstico retrabajado en interés ortodoxo. Un "Transitus Mariæ" se menciona entre los apócrifos por la lista oficial del "Decretum of Gelasius" del quinto o sexo siglos. Es problemático, sin embargo, identificarlo o no con muestro Transitus. Los críticos asignan este último a finales del cuarto o principios del quinto siglo. La relación del Transito con la tradición de la Asunción de María aun no ha sido adecuadamente examinado. Sin embargo se puede afirmar con garantía que mientras que la tradición existía en distintas partes de la Iglesia desde un período temprano, y por ello se estaba preparado para aceptar las ampliaciones míticas, las formas posteriores y los detalles se vieron considerablemente influenciados por el Transitus y escritos del mismo estilo. Ciertamente que la homilías de S. Juan Damasceno "In Dormitionem Mariæ", revelan la evidencia de esta influencia, e. g. la segunda homilía xii, xiii, xiv. Yendo más hacia atrás, el "Encomium" de Modesto, Obispo de Jerusalén, en el siglo diecisiete (P.G., LXXXVI, 3311), y el Pseudos-Dionisio del quinto (De divinis nominibus, iii), probablemente supone un conocimiento de las narraciones apócrifas sobre La Muerte y Asunción de la Virgen María.

Estas narraciones tienen una base común, aunque varíen considerablemente en circunstancias menores. Loa Apóstoles son preternaturalmente transportados desde los distintos lugares del globo en que estaban al lecho de muerte de la Virgen, y hasta los que habían muerto fueron resucitados para este propósito. La “Partida” sucede en Jerusalén, aunque la versión griega coloca a María, al principio, en Belén. Un judío que se atreve a tocar el sagrado cuerpo pierde instantáneamente las dos manos, que recupera gracias a la intervención de los Apóstoles. Cristo, acompañado por ángeles baja a recibir el alma de su madre. Los Apóstoles llevan el cuerpo a Getsemaní y lo depositan en una tumba, desde donde es llevado vivo al cielo ( ver ASUNCION, MARIA).

Evangelios judaicos y heréticos

Evangelio según los Hebreos

Clemente de Alejandría, Orígenes, Eusebio y Epifanio hablan de un Evangelio según los Hebreos” que era el único en uso entre los judeocristianos palestinos, también conocidos como Nazarenos. Jerónimo lo tradujo del arameo al griego. Era, evidentemente, muy antiguo y algunos de los escritores mencionados lo asocian con el Evangelio de S. Mateo al que parece haber sustituido en la comunidad judeo-cristiana en fecha muy temprana. La relación entre el Evangelio según los Hebreos y el canónico de Mateo es una cuestión controvertida. Los fragmentos que existen prueban una semejanza literal muy cercana. Harnack afirma que el Evangelio Hebreo era totalmente independiente y la tradición que contenía era paralela a la de Mateo. Zahn, al mismo tiempo que excluye la dependencia de nuestro Mateo canónico griego, la mantiene del primitivo Mateo, según el cual el contenido general del mismo se derivaba de éste último. Este evangelio parece haber sido leído como canónico en algunas iglesias palestinas y los Padres que lo conocen se refieren a él con un cierto grado de respeto. Los escritores eclesiásticos han preservado 24 fragmentos, que indican que tenía un número de secciones en común con los Sinópticos pero también varias narraciones y dichos de Jesús que no se encuentran en los Evangelios canónicos. Los ejemplares que se conservan carecen de la simplicidad y dignidad de los escritos inspirados, y algunos hasta rozan lo grotesco. Podemos decir con garantía que mientras este material extra-canónico probablemente tiene un punto de partida en la tradición primitiva, ha sido desfigurado en interés de la iglesia judaizante ( ver AGRAPHA, Agrafos) .

Evangelio según los Egipcios

Clemente de Alejandría, Orígenes, Hipólito y Epifanio describen una obra no-canónica con este título, que circuló evidentemente por Egipto. Todos coinciden en que era utilizada por las sectas heréticas – principalmente por los Gnósticos. Las escasas citas que se han conservado en los Padres indican una tendencia hacia la condena del matrimonio de los Encratitas y al gnosticismo panteista. El Evangelio según los Egipcios no reemplazó a los canónicos en la iglesia alejandrina, como parece que nos quiso hacer creer Harnack, pero parece que gozó de cierta popularidad entre los coptos nativos, en los distritos agrícolas. Difícilmente podo haber sido compuesto después de mitad del siglo segundo y no es del todo imposible que retocara algún material primitivo no representado en los Evangelios Canónicos.

Evangelio de S. Pedro

La existencia de una composición apócrifa de este nombre el la antigüedad cristiana se sabia desde antiguo por las referencias en ciertos escritores patrísticos primitivos que nos cuentan que se origino y era de uso corriente entre cristianos con puntos de vista docetas. Mucha luz ha vertido sobre este documento con el descubrimiento de un largo fragmento en Akhmîn, en el Alto Egipto, en el invierno de 1886- 87 por la Misión Arqueológica Francesa Está en griego sobre un códice de pergamino de una fecha entre el sexto y al noveno siglos. El fragmento narra parte de la Pasión, el Entierro y la Resurrección. Se nota una dependencia, a veces literal de los cuatro evangelios inspirados y es un testimonio adicional valioso de su temprana aceptación. Mientras que el apócrifo tiene muchos puntos de contacto con el genuino, diverge curiosamente de él en detalles, y evidencia que los ha tratado con mucha libertad. No se hallan notas heréticas en el fragmento recuperado, pero hay pasajes fácilmente susceptibles de significado heterodoxo. Uno de los pocos pasajes extra canónicos que pueden contener una auténtica tradición es el que describe la burla de Cristo sentado en su trono por sus atormentadores. El pseudo-Pedro ocupa un lugar intermedio entre los evangelios genuinos y los apócrifos puramente legendarios. Su composición debe ser asignada al primer cuarto o la mitad el la segunda centuria de la era cristiana. C. Schmidt cree haber hallado restos de los que quizás sea un Segundo Evangelio de Pedro en un antiguo papiro (Schmidt, Sitzungsberichte der königlichen preuss. Akademie zu Berlin, 1895; cf. Bardenhewer, Geschichte, I, 397, 399).

Evangelio de S. Felipe

Solo quedan una o dos citas del Evangelio de S. Felipe mencionado por Epifanio y Leoncio de Bizancio pero son suficientes para probar su coloración gnóstica-

Evangelio de Sto. Tomás

Hay dos redacciones griegas y dos latinas que difieren mucho entre si. Hay también una traducción siríaca. Un evangelio de Tomás era conocido por muchos Padres. El primero en mencionarlo es S. Hipólito (155-235) que nos informa que estaba en uso entre los Naasenos, una secta gnóstica siria, y cita una frase en ola que no aparece en nuestro texto. Orígenes lo relega a los escritos heréticos. S Cirilo de Jerusalén dice que lo empleaban los maniqueos y Eusebio lo rechaza como herético y espurio. Está claro que el Pseudo –Tomás era de origen heterodoxo, que data del siglo segundo y que las citas de Hipólito establecen que era de un tenor palpablemente gnóstico. Pero en el Evangelio de Tomás que se ha conservado no hay manifestaciones formales gnósticas. El prototipo fue expurgado por una mano católica, quien sin embargo no logró borrar todas las huellas de la herejía. El apócrifo en todas las formas presentes magnifica extravagantemente el aspecto divino del joven Jesús. En atrevido contraste con la narración de S. Lucas sobre la infancia, donde la divinidad está casi borrada, el autor hace del Niño un creador de milagros y un prodigio intelectual y en armonía con el Docetismo apenas deja de la humanidad de Jesús nada más que apariencia.. Este Pseudo Evangelio es único entre los apócrifos puesto que describe una parte de la vida oculta de Nuestro Señor entre los cinco y los doce años. Pero hay mucho de fantástico y ofensivo en descripciones de las hazañas del niño Jesús. Sus milagros juveniles los hace a veces por pura fantasía infantil, como cuando formó pichones de arcilla y con una palmada de sus manos salieron volando como pájaros vivos. A veces por beneficencia, pero otras por justo y cruel castigo.

Evangelio de S. Bartolomé

El llamado Decretum de Gelasio clasifica el Evangelio de Bartolomé entre los apócrifos. La primera alusión al mismo aparece en las obra de S. Jerónimo. Recientemente, los eruditos han traído a la luz fragmentos de un manuscrito copto. Uno de estos orientalista Baumstark, pondría su composición en la primera parte del siglo cuarto. Un Evangelio de Matías es mencionado por Orígenes y Eusebio entre la literatura herética junto con los de Pedro y Tomás. Hipólito afirma que los gnósticos de Basílides apelaban a un “discurso secreto” que les había comunicado el gnóstico Matías que había recibido instrucciones privadas del Señor. Clemente de Alejandría, que era crédulo respecto a la literatura apócrifa, cita con respecto varias veces la “Tradición de Matías”.

Evangelio de los Doce Apóstoles

Orígenes (siglo tercero) conocía un Evangelio de los Doce Apóstoles. Otras noticias patrísticas dan pábulo a una incertidumbre: si los Evangelio de los Doce Apóstoles de la antigüedad era realmente distinto del de los Hebreos. Las mayores probabilidades están en contra de esa identidad. M. Revolt, un especialista en copto, dice que el Evangelio perdido ha sido recuperado en gran medida en varios fragmentos coptos, todos los cuales pertenecen al mismo documento. Pero esta posición ha sido combatida con éxito por el Dr. Baumstark en la "Revue Biblique" (April, 1906, 245 sqq.) que permitirá al menos una probabilidad de que ciertas secciones cortas pertenecen a un Evangelio de los Doce Apóstoles, escrito originalmente en griego y corriente entre los Gnósticos Ebionitas ya en el siglo segundo Existe un tardío y completamente ortodoxo “Evangelio de los Doce Apóstoles” siríaco, publicado por J. Rendel Harris (Cambridge, 1900).

Otros Evangelios

Es suficiente con anotar la existencia de otros Pseudos-Evangelios de los que aparte de los nombre, poco se conoce. Hubo un Evangelio de S. Andrés, probablemente idéntico al Gnóstico “Hechos de Andrés”; un Evangelio de Bernabé, un Evangelio de Tadeo, un Evangelio de Eva y hasta uno de Judas Iscariote, utilizado por los gnósticos Cainitas, que glorificaba al traidor.

LITERATURA DE PILATO Y OTROS APÓCRIFOS SOBRE CRISTO

Mientras la cristiandad luchaba contra las fuerzas del paganismo romano, había una tendencia natural a insistir en lo que los representantes del Imperio significaron en los más importantes sucesos de la vida de Nuestro Señor, dando forma al testimonio de Poncio Pilato, el Procurador de Judea, aun con exageraciones y ampliaciones, para usarlo cono arma de defensa apologética, haciendo que fuera testigo de milagros, crucifixión y resurrección de Cristo. De todo ello surgió una considerable literatura apócrifa sobre Pilatos, de la que forma parte el Evangelio de Gamaliel y como éste apócrifo, se caracteriza exagerando la débil defensa de Jesús que se convierte en fuerte simpatía y prácticamente en la aceptación de su divinidad.

Informe del Pilato al emperador

En el apócrifo Hechos de Pedro y Pablo se cuela una carta que dice ser del Poncio Pilato al Emperador Claudio. Relata brevemente el necio crimen de los judíos al perseguir al Santo prometido por su Dios. Enumera sus milagros y afirma que los judíos acusaron a Jesús de ser un mago. Pilato entonces creía esto y se lo entregó a ellos. Después de la resurrección, los soldados que el gobernador había puesto en la tumba fueron sobornados por sus líderes para que guardaran silencio, pero a pesar de ello, divulgaron el hecho. La misiva concluye con una advertencia sobre la mendacidad de los judíos. Esta carta es apócrifa claramente a pesar de su brevedad y contención.

Es natural intentar buscar los parecidos entre este pseudógrafo y ciertas referencias de escritores eclesiásticos en Los Hechos o Gesta de Pilato. Tertuliano (Apología, xxi) después de hacer un esquema de los Milagros u pasión de Cristo, concluye: Todas estas cosas Pilato…las anunció a Tiberio César”. Una comparación entre esta perícopa y el pseudo- Pilato revela una dependencia literaria entre ellos, aunque los críticos difieren respecto a la prioridad de estos documentos. En los capítulos 35, 38 y 48 de la Apología de Justino, éste apela confiadamente, como prueba de los milagros y pasión de Jesús, a los Hechos de Poncio Pilato que existían en los archivos imperiales. Mientras que es posible que Justino hubiera oído hablar de de tal informe y hasta probable que el procurador transmitiera a Roma algún informe de los sucesos de Jerusalén, es por otra parte a admisible que la afirmación de Justino se basara sólo en una hipótesis Esta es la opinión de la mayoría de los expertos. Durante la persecución de Maximino en el siglo cuarto se compusieron en Siria Hechos de Pilato anticristianos, como sabemos pro Eusebio. Es probable que la carta pseudográfica se fraguara en esa ambiente.

Hechos de Pilato (Evangelio de Nicodemos). Ver el artículo separado sobre este tema.

Los Apócrifos menores de Pilatos

Los apócrifos menores de Pilato, los Anaphora Pilati o “Relacion de Pilatos”, se encuentra frecuentemente como apéndice de textos de los Hechos. Presupone esta última obra y no podría haberse compuesto antes de mediado el siglo quinto. Se encuenta en manuscritos combinados con la Paradoseis , la “Rendición de Pilato” que representa la mas antigua forma de la leyenda que trata de la vida posterior de Pilato. Aún se encuentra otra ficción en la posterior Epistola Pilati ad Tiberium latina. Existe una correspondencia pueril que consiste en una pretendida Carta de Herodes a Pilato y “Carta de Pilato a Herodes. Se encuentran en griego y en siríaco en un manuscrito del siglo seis o siete. Estos seudógrafos pueden ser tan antiguos como los del siglo quinto.

La Narrativa de José de Arimatea

La Narrativa de José de Arimatea -- que proporciona detalles imaginarios de los dos ladrones que fueron crucificados con Cristo – y la petición del cuerpo a Pilato – parecen haber gozado de popularidad en el Medievo en el Este bizantino, a juzgar por el número de manuscritos griegos que permanecen. El más antiguo de los publicados pertenence al siglo doce. La relación va como apéndice a algunos textos latinos de los Hechos de Pilato, bajo erl título “Historia Josephi”. Se puede leer en inglés en el La colección de apócrifos de los Padres antenicenos.

La leyenda de Abgar La forma más antigua de la Pseudos correspondencia entre Jesús y Abgar , rey de Edesa, se encuentra en Eusebio (Historia Ecclesiastica, I, xiii), quien afirma que él mismo la tradujo de de los documentos siríacos de los archivos de Edesa., la metrópolis de Siria oriental. Las cos cartas están acompañadas por una introducción que probablemente es un extracto de la misma fuente. Según esto, Abgar V, Toparch o King of Edessa, que sufría una enfermedad incurable, habiendo oido la fama de los milagros de Cristo, envió un correo a Jerusalén con una carta para Jesús, en la que le reconoce como dios o hijo de un dios y le invita a Edesa, justificando esta petición en parte por el deseo de ser curado y en parte para ofrecer una asilo a Jesús contra los malvados Judíos. Nuestro Señor replicó de la siguiente manera: Bendito eres tú porque has creído en mí sin verme. Porque está escrito que aquellos que me han visto, no creerán en mi; y aquellos que no me han visto me amarán. Pero respecto a tu petición de que vaya a ti, es necesario que cumpla aquí aquello para lo que he sido enviado, y después de haberlo cumplido, que sea llevado a Aquel que me envió. Pero después te enviaré uno de mis discípulos que curarán tus dolores, y mantendrán la vida para ti a para los tuyos.

Consecuentemente, después de la Ascensión, “Judas Tomás”, un Apóstol, envía a Edesa a Tadeo, uno de los setenta discípulos, que cura al rey de su enfermedad y predica a Cristo a la gente reunida en asamblea. Esto, añade Eusebio, sucedió en el año 340, i.e. de la era seleúcida, que corresponde al 28-29 dC. La agradable historia se repite con variaciones en fuentes posteriores. La “Enseñanza de Addai” un apócrifo sirio (ver abajo) reproduce la correspondencia con añadidos. La autenticidad del la supuesta carta de Cristo ha sido siempre dudosa o simplemente negada.

El Decreto de Gelasio, desde el siglo sexto, la llama espuria desde el siglo sexto. El legendario ambiente y el hecho de que la iglesia no transmitiera la pretendida carta de Nuestro Señor como documento sagrado, es concluyente contra ella. Respecto a la carta de Agbar, al principio muchos expertos en esta clase de literatura la consideraban positivamente, pero desde el descubrimiento la “Enseñanza de Addai”, publicada en 1876, la presunción contra el auténtico carácter de la epístola de Agbar, debido al mucho parecido de una parte de ella con los Evangelios, se ha convertido en una certeza establecida. Lipsius, una alta autoridad, es de la opinión que la correspondencia de Agbar se retrotrae al reino del primer gobernante cristiano de Edesa, Agbar IX (179- 216) y apareció por un deseo de forzar un lazo de unidad de aquella época con el tiempo de Cristo.

Carta de Léntulos

Una breve carta que dice ser de Léntulo o Publio Lántulo, según algunos manuscritos, Presidente del pueblo de Jerusalén”, dirigida al “Senado y pueblo de Roma”, describe la apariencia de Nuestro Señor. Es evidentemente espuria y tanto el oficio y el nombre del presidente de Jerusalén no son históricos. Ningún escritor antiguo alude a este producto que sólo se encuentra en manuscritos latinos. Se ha conjeturado que se compuso para autenticar un pretendido retrato de Jesús, durante el medievo. Hay una versión inglesa en la obra de Cowper Apocryphal Gospels and Other Doeuments Relating to Christ (New York, 6th ed., 1897).

HECHOS DE LOS APOSTOLES APOCRIFOS

El primer motivo para la fabricación de Hechos de los Apóstoles espurios, es en general para dar validez apostólica a los sistemas heréticos, especialmente las muchas sectas que se comprenden bajo el nombre de Gnosticismo. La oscuridad en la que deja el Nuevo Testamento las carreras misioneras y el final de las vidas de los Apóstoles, los escasos datos trasmitidos por la tradición eclesiástica, dejaron un campo que invitaba al ejercicio de la imaginación y ofrecía un medio apto para la propagación de la herejía. La iglesia Judeo-Cristiana que desarrolló enseguida unas tendencias no-católicas en forma de Ebionitismo, parece ser la primera en producir historias apócrifas de los Apóstoles, aunque tenemos pocos restos fuera del voluminoso Pseudos-Clemente. Los Hechos de Pedro, Andrés, Juan, Tomás y quizá Mateo gnósticos datan de la primera parte del siglo tercero o quizás un poco antes. Abundan en maravillas extravagantes y muy coloridas y llevan intercalados pretendidos discursos de los Apóstoles que sirvieron para la predicación del gnosticismo. Aunque los pastores de la iglesia y los bien informados los repudiaron como escritos heréticos patentes, sin embargo eran una llamada a la imaginación y satisfacía la curiosidad de la gente común. No sólo fueron utilizados por los maniqueos en oriente y por los priscilianistas en occidente sino que encontraron el favor de muchos católicos poco informados.

Puesto que era imposible suprimir completamente esta circulación, se lograron convertir en poco dañosos editándolos de forma ortodoxa expurgando los errores palpables, especialmente en los discursos, dejando los elementos milagrosos que se notaran en so exuberancia. De ahí que la mayoría de los Hechos gnósticos hayan llegado a nosotros con más o menos purificación católica, que sin embargo era tan superficial que no borraba los rastros de su origen heterodoxo. Los Hechos apócrifos originariamente gnósticos fueron reunidos en colecciones que llevaban el nombre de periodoi (circuitos) o praxeis ( Hechos) de los Apóstoles. Y a los que se unía el nombre de Leucius Charinus, que puede haber sido el compilador. Los Hechos Apócrifos eran de varios autores. Otras colecciones se formaron en la iglesia Franca en el siglo sexto, probablemente por un monje. En estos se han conservado los Hechos católicos. No es uniforme en absoluto en los varios manuscritos representativos. Por equivocación se asignó a un tal Abdias, del que se dice que fue el primer obispo de Babilonia y discípulo de los Apóstoles, la autoría del conjunto llamado "Historia Certaminis Apostolorum".

El núcleo de estas colecciones lo formaban las Passiones latinas,o martirologios de aquellos Apóstoles que habían sido olvidados por los Hechos Gnósticos, como los dos Santiagos, Felipe (Mateo), Bartolomé , Simón y Judas. La literatura creció por añadidos de las fuentes heréticas y con el tiempo incluyó a todos los Apóstoles, incluyendo a S. Pablo. El motivo de todos esto apócrifos no heréticos era, en primer lugar, gratificas la piadosa curiosidad de los fieles respecto a los Apóstoles fundadores de la Iglesia. A veces la composición se promovía por intereses locales. Según los modelos de los Hechos gnósticos, de origen oriental, abundan en prodigios y como ellos toman como punto de partida la dispersión de los Doce de Jerusalén. Respecto al valor histórico de estas narraciones apócrifas, se requiere un criticismo muy cuidadoso para extraer de la masa de fábulas y leyendas cualquier grano de verdad histórica. Aunque respeten los campos de las misiones apostólicas, se contradicen a si mismos o son confusos. En general sus detalles no tienen valor científico, a no ser que se confirmen por autoridades independientes, lo que rara vez sucede. Mucha de la materia apócrifa se tomó de los oficios de los Apóstoles de los breviarios y leccionarios en latín, compuestos en los siglos séptimo u octavo en un período extremadamente carente de crítica.

Hechos de los Apóstoles Gnósticos

Hechos de S. Pedro.

Existe un Martirio griego y otro latino de Pedro, el último atribuido al papa Lino, que por las citas patrísticas se reconocen como la conclusión de una antigua narración griega titulada “Hechos o Circuitos de S. Pedro”. Otro manuscrito que lleva el nombre de “Hechos de Pedro con Simón”, contiene una traducción superior con algunos pasajes del relato original que precedió al Martirio. La obra transpira ciertas señales de gnosticismo aunque ha sido expurgada de los más groseros por un revisor católico. Describe el triunfo de S. pedro sobre Simón el mago en Roma y la subsiguiente crucifixión del Apóstol. Estos Hechos, tal como los tenemos, son de mucha antigüedad, aunque no es posible discernir siempre si los escritores patrísticos citan de ellos o de tradiciones anteriores. Sin duda Comodiano (ca 250) empleó los Hechos de Pedro que conservamos .

Hechos de S. Juan

El carácter herético que le atribuyen algunos Padres está completamente confirmado por los fragmentos que existen que indican un Docetismo grosero y una fantasía sin control. Sin duda el autor mezcló fábulas con tradiciones efesias valiosas. Hay razones de peso para pensar que el trabajo lo hizo una sola persona bajo el nombre de un discípulo de S. Juan llamado Leucius, junto con los Hechos de S. Pedro y probablemente los de Santiago, en la segunda mitad del siglo segundo. Clemente de Alejandría conocía al pseudógrafo. Los hechos de S. Juan del Pseudo-Prochorus (comparar con el canónico Hechos 6:5) son un trabajo católico sobre un material gnóstico.

Hechos de S. Andrés

Varios escritores eclesiásticos tempranos los advierten circulando entre las sectas gnósticas y maniqueas, La forma original ha desaparecido excepto en algunas citas patrísticas. Pero tenemos tres Hechos individuales bajo diferentes nombres que son versión ortodoxa de un original gnóstico en su totalidad. Son: "Los Hechos de Andrés y Matías (o Mateo según algunas autoridades) . "Hechos de Pedro y Andrés” (el lenguaje original e griego).

"El Martirio del Apóstol Andrés” ha llegado en recensiones griegas y latinas. El texto latino es el original y no puede ser anterior al siglo quinto. Se muestra como si fuera la relación de la muerte heroica de S. Andrés narrada por testigos oculares que son “presbíteros y diáconos de la iglesia de Acaya”. Ha tenido crédito antes historiadores pasados, pero no se puede confiar en sus datos.

(Ver IGLESIAS APOSTOLICAS ; ANDRES, S APOSTOL).

Los Hechos y Martirio de S. Mateo

Los Hechos y Martirio de S. Mateo tienen dependencia literaria de los Hechos de S. Andrés ( supra) y quizás la lectura de Mateo puede ser un error por Matías, puesto que se trata del compañero de Pedro y Andrés. La obra existe en griego y más tarde en latín, Hay también una leyenda copto-etiópica del martirio de S. Mateo ( er MATERO, S.APOSTOL, IGLESIAS APOSTOLICAS).

Hechos de Tomás

Ningún apócrifos apostólico nos ha llegado tan completo como Los Hechos de Tomas. Se encuentran en griego, siríaco y en recensiones etiópicas. Los rasgos gnósticos se notan bajo correcciones católicas. De hacho el contenido muestra un propósito de exaltar la doctrina dualística de la abstención de relaciones conyugales. Los autores tienden a atribuir al original un origen sirio y a un autor seguidor de Bardesanes. Las señales apuntan fuertemente al tercer siglo de nuestra era. La traslación de los restos de Sto. Tomás a Edesa en el año 232 puede haber inspirado estas composiciones. Los Hechos relatan los prodigios realizados por el Apóstol en la India y su martirio allí. Tiene algunos himnos notables intercalados, algunos de verdadera belleza literaria pero de mucho color gnóstico. Investigaciones recientes han revelado elementos de verdad en el encuadre histórico de la narración. Los Hechos de Sto. Tomás son mencionados por Epifanio y Agustín como de uso en diferentes círculos heréticos. S. Efrén de Siria se refiere al apócrifo Hechos de Tomás como en circulación entre los Bardesanitas ( ver STO . TOMÁS APÓSTOL).

Hechos de S. Bartolomé

Tenemos un Martirio griego que en su forma presente data del siglo quinto o sexto, también una “Pasión de Bartolomé” latina. Ambos están coloreados por el nestorianismo y parece haber derivado de una única leyenda de Bartolomé. El texto griego narra las maravilles con las que el Apóstol derrotó a la Idolatría y convirtió a un rey en “India”. Todo es un tejido legendario ( ver BARTOLOME, S., APOSTOL).

Hechos de los Apostoles católicos apócrifos

Hechos S. Pedro y S. Pablo

Hay que distinguirlos de los Hechos de Pedro gnósticos y de los Hechos de Pablo ortodoxos. Los manuscritos que representan la leyenda se pueden clasificar en dos grupos: Todos menos uno de los textos griegos contiene una narración del viaje de S. Pablo a Roma y el martirio de los dos Apóstoles.

Un manuscrito griego y un gran número de latinos, que presentan sólo la historia de la passio. Lipsius cree que la sección del viaje es una adición del siglo mientras Bardenhewer cree que pertenece al documento original. Esta sección comienza con la salida de Pablo de la isla de Mileto y está basada claramente en la narración de los Hechos canónicos. Los judíos están alterados por la visita que Pablo intenta hacer e inducen a Nerón a que la prohíba. Pero el Apóstol entra secretamente en Italia. En Puteoli confunden a su compañero con Pablo y lo decapitan pero en retribución la ciudad es tragada por el mar. Pedro recibe a Pablo en Roma con alegría. La predicación de los Apóstoles convierte a multitudes y hasta a la emperatriz. Simón el Mago calumnia a los maestros cristianos y hay una prueba de la potencia de los milagros entre el Mago y los Apóstoles en presencia de Nerón. Simón intenta un vuelo al cielo, pero se cae en la Vía sacra y se reduce a trozos. Pero Nerón está inclinado a destruir a Pedro y Pablo. Ëlte es decapitado en el camino a Ostia y Pedro crucificado cabeza abajo a petición suya. Antes de su muerte relata al pueblo la historia del “Quo vadis?” Tres hombres orientales intentan llevarse por la fuerza los cuerpos de los Apóstoles pero son alcanzados. Pedro es enterrado “en el lugar llamado Vaticano” y Pablo en el Camino de Ostia. Estos Hechos son la principal fuente para los detalles del martirio de los dos grandes Apóstoles. También son notables por lo que enfatizan la intima concordia entre los fundadores apostólicos de la iglesia de Roma. La fecha 55 d.C. para la composición está envuelta en oscuridad. Lipsius encuentra pistas de estos Hechos tan temprano como Hipólito (ca. 235) pero no está claro que los Padres aducidos hayan empleado fuentes escritas parta la referencia a la victoria sobre Simón el Mago y el trabajo de los Apóstoles en Roma. Lipsius asigna a el meollo del Martirio al siglo segundo y Bardenhewer refiere todo a la primera mitad del tercero. Lso Hechos de Pedro y Pablo contiene sin duda alguna tradición genuina (ver S. PEDRO, S PABLO, SIMON MAGO).

Hechos de Pablo

Orígenes y Eusebio citan expresamente la praxeis Paulou; Tertuliano habla de escritos falsamente atribuidos a Pablo: "Quod si Pauli perperam inscripta legunt.". Advierte a sus lectores contra la fábula de que predicaba y se bautizó a si misma, por lo que se creía que hablaba de ¡Los Hechos de Pablo y Tecla”. Los "Acta Pauli", que se suponía una composición distinta, se creían perdidos, pero en 1899 un papiro manuscrito copto, muy deteriorado, reencontrado en Egipto contiene casi completo los idénticos Hechos de Pablo a los que aluden unos pocos escritores eclesiásticos. Este hallazgo ha establecido el hecho de que los largamente conocidos Hechos de Pablo y Tecla. Este descubrimiento ha establecido el hecho de que los Hechos de Pablo y Tecla conocidos de antiguo y la correspondencia apócrifa entre S. Pablo y la Iglesia de Corinto así como el Martirio de S. Pablo son en realidad extractos del original Hechos de Pablo. El documento descubierto contiene material desconocido hasta ahora así como las secciones anotadas arriba, que se conocen desde hace tiempo. Comienza con la pretendida fuga de S. pablo de Antioquía de Pisidia y termina con su martirio en Roma. La narración se basa en los datos de los libros canónicos pero abunda en maravillas y peonajes que no aparecen en ellos, además de que desfigura a algunos que si se mencionan en la Sagradas Escrituras. Los Hechos de Pablo no añade nada digno de confianza a los que ya sabemos del apóstol de los gentiles. Afortunadamente el pasaje de Tertuliano (De Baptismo, xvii) citado arriba nos informa de su autor y de su propósito. El escritor africano observa que la pseudos-.historia era el trabajo de un sacerdote de Asia Menor que al descubrirse el fraude fue depuesto de su cargo eclesiástico y confesó que había falsificado el libro por amor a S. Pablo. Los expertos asignan la composición al siglo segundo. Ya se conocía cuando Tertuliano escribió y durante los primeros siglos disfrutó de una popularidad notable en oriente y en occidente. De hecho, Eusebio lo clasifica entre los antilegomena, obras que tenían autoridad casi-canónica localmente.

Los Hechos de Pablo y Tecla

La temprana separación de estos así como el Martirio de los Hechos de Pablo puede deberse al uso eclesiástico como lecciones festivas. A pesar del comentario de tertuliano sobre este pseudógrafo, disfrutó de una inmensa y persistente popularidad durante el período patrístico y el medievo, debido a su espíritu romántico y espiritual que colorea toda la narración. De forma excepcional entre los escritores apócrifos el autor mantiene su fértil imaginación bajo control y su producción se distingue por su simplicidad, claridad y vigor. Trata de las aventuras de Tecla, una joven de Iconium, que, convertida por la predicación de S. Pablo, dejó su noviazgo y vivó una vida de virginidad y actividad misionera llegando a ser compañera de S. Pablo y predicó el evangelio. Es perseguida pero escapa milagrosamente del fuego y de las bestias salvajes de la arena. El alivio con que se trata la abstención de la cama del matrimonio en estos Hechos hace difícil escapar de la conclusión de que está influido por las ideas encratitas. Sin embargo, la tesis de Lipsius, apoyada por Corssen, de que hay una base (Grundschrift) gnóstica en este documento, no es aceptada por Harnack, Zahn, Bardenhewer y otros. El apócrifo sigue los datos de la misión de Pablo muy libremente y está lleno de caracteres y sucesos no históricos. Por ejemplo, el escritor introduce un viaje de los Apóstoles, de que no se encuentra nada análogos en los Libros Sagrados. Sin embargo hay indicios de material histórico en la historia de Tecla. Una virgen cristiana de ese nombre puede haber sido convertida por S. pablo en Iconium y sufrió persecución. Gutschmid ha descubierto que una cierta reina Trifena fue un personaje histórico (Rheinisches Museum für Philologie, X, 1864). (ver TECLA.) .

Hechos de S. Felipe

Los fragmentos griegos conservados nos proporcionan todos menos cinco (10-14) de los Hechos que componen este trabajo. De ellos 1-7 son varias leyendas farragosas, cada uno con historias independientes al parecer. 8-4 es una unidad que es un aumento parasitario de algunas tradiciones algo confusas de la actividad misionera de un Apostol Felipe en Hierápolis de Frigia. El ponto de vista de Zahn de que este es el documento de un monje católico malñ informado del siglo cuarto es una hipótesis satisfactoria. El mayor fragmento fue primero publicado por Batiffol en "Analecta Bollandiana", IX (Paris, 1890). Un “Hechos de Felipe “copto existe también ( ver FELIPE , S. APOSTOL). Hay historias latinas coptas etiópicas y armenias de las misiones y muerte de Santiago el Mayor, el hijo del Zebedeo. Lipsius asigna las latinas al siglo tercero. Hechos coptos y armenios y el Martirio de Santiago el Menor depende sobre todo de la tradición de Hegesipo preservada por Eugenio (Hist. Eccl., IV, xxii).

Hechos de S. Mateo

Los Hechos Apostólicos del Pseudos-Abdías contienen una "Passio Sancti Matthæi", latina que preserva una leyenda Abisinia de S. Mateo posterior el Martirio copto relacionado con los Hechos gnósticos del santo. La ambientación histórica correcta indica que la recensión fue obra de un abisinio del siglo sexto que quería establecer las fechas de la iglesia Abisinia (siglo cuarto) con las tiempos apostólicos. Sin embargo el nudo de la narración se tomas de fuentes anteriores. La Passio de Abdías coloca el martirio de S. mateo en Abisinia (ver MATEO, S., APOSTOL) .

Enseñanzas de Addai (Tadeo)

En 1876 publicó por primera vez un antiguo documento siríaco titulado “Las enseñanzas de Addai, el Apóstol”. Resultó ser un muy parecido paralelo del material Abgar derivado por Eusebio de los archivos de Edesa. De hecho el autor dice que fue confiado a esos archivos que da su nombre como Labubna, el hijo de Senaak. Está lleno de material legendario pero interesante que describe las relaciones entre Jesús y el rey Agbar de Edesa. Tadeo o Addai, uno de los 70 discípulos, es enviado después de la resurrección, de acuerdo con la promesa de Cristo , a Agbar, cura al gobernante y cristianiza Odessa con un éxito inmediato y brillante. Es notable la historia de una pintura de Jesús hecho a petición del enviado de Agbar. Puesto que la narración de un peregrino celta que visitó Edesa en 390 no contiene ninguna alusión a tal retrato podemos concluir razonablemente las Enseñanzas de Addai es posterior: los críticos aceptan el período entre 399-430. La leyenda de Tadeo tiene muchas ramificaciones y ha sufrido variaciones. Hay un “Hechos de Tadeo “ griego que identifica a Addai con Tadeo o Lebbaeus, uno de los Doce ( ver ABGAR, EDESSA) .

Hechos de Simón y Judas

Una Passio latina que Lipsius atribuye al siglo cuarto o quinto, narra los milagros, conversiones y martirios de estos apóstoles. Se halla en la Colección de Abdías. La escena es Persia y Babilonia. Se ha reconocido que la presentación histórica de estos Hechos esta muy de acuerdo con lo que se conoce del imperio Parto en el primer siglo después de Cristo.

Los Hechos de S. Bernabé

Los Hechos de S. Bernabé parecen haber sido compuestos hacia final del siglo quinto por un chipriota. Se atribuyen a S. Marcos el Evangelista y no tienen valor desde el punto de vista histórico. La narración se basa en las relaciones mutuas y actividades de Bernabé, marcos y pablo como se reflejan en los Hechos de los Apóstoles.

Gesta Matthiæ

Este es el ultimo de los Pseudos-Hechos, compuesto por un monje de Treves, en el siglo doce, como preludio a un relato de la traslación de las sagradas reliquias y el cuerpo de S. Matías a esa ciudad y sus subsecuentes redescubrimientos. Pretende haberse inspirado en la historia de la carrera de los Apóstoles, tomada de un manuscrito hebreo. ( ver Matías, S. Apóstol) .

Hechos Cuasi-Apostolicos

Baste mencionar los “Hechos de S. Marcos” de origen alejandrino y escrito en el siglo cuarto o quinto, los “Hechos de S. Lucas”, copto, no anterior al fin del siglo cuarto; los “Hechos de S. Timoteo”, compuesto por un efesio después de 425, “Hechos de S. Tito” de origen de Creta, entre 400-700, los “Hechos de Jantipo y Polixena”, conectado con la leyenda de S. Pablo y S. Andrés.

OBRAS DOCTRINALES APOCRIFAS

Testamentum Domini Nostri Jesu

Se sabía que existía un abra siríaca de este nombre de la que se publicó un extracto en 1856. En 1899 Moneñor Rahmani, Patriarca de los Sirios Unidos, publicó el texto siríaco de un tardío manuscrito, con introducción y traducción latinas. La obra está en dos libros. Comienza con un apocalipsis de los días del Anticristo que se aproximan, supuestamente predichos por Nuestro Señor después de su resurrección. Entre esto y el cuerpo de la obra hay una conexión muy ligera, puesto que la parte principal representa a Cristo legislando hasta los más pequeños detalles las leyes y rituales para el gobierno de la iglesia. El escritor pone en labios del Señor las descripciones de las observancias litúrgicas de su tiempo y de épocas anteriores. Hay evidentes puntos de contacto entre el Testamento y los antiguos cánones eclesiástico – litúrgicos de Hipólito, las Constituciones Apostólicas y los Cánones Apostólicos. Monsegnor Rahmani asigna el testamento al siglo Segundo y dice que las obras arriba citadas dependen de él. Pero los críticos rechazan unánimemente asigna mucha antigüedad al Testamento, datándolo en los siglos cuarto o quinto e invierten la dependencia mencionada. Dr. A. Baumstark, sobre la base del desconocimiento del libro fuera de oriente, de que las recensiones árabes y coptas son conocidas piensa que es una compilación originada en círculos monofisitas y de uso corriente en las iglesias nacionales de esa secta en Siria y Egipto. El principio apocalíptico se ha encontrado en un manuscrito latino del siglo ocho publicado por M.R. James "Apocrypha Anecdota" (Cambridge, 1893).

La predicación de Pedro o Kerigna Petri

Clemente de Alejandría cita repetidamente del kerygma Petrou, y no duda de su credibilidad. Por otra parte Eusebio la clasifica como “apócrifa”. Una cierta “Doctrina de Pedro”, mencionada por un escritor más tardío, era probablemente idéntica a la “Predicación”. Por los escasos restos de su trabajo apenas podemos formarnos una idea imperfecta. Hablaba en nombre de S. Pedro y le representaba sobre todo como un maestro de los Gentiles. La parte doctrinal ocurre en un marco relacionado con los viajes misioneros. El pseudógrafo fue probablemente sugerido por el texto II Peter, i, 5., que era conocido por el “Gnóstico Heracleon” (c. 160-170), y debe tener una antigüedad casi apostólica. Los especialistas prefieren el primer cuarto de la segunda centuria. Los fragmentos que permanecen no muestran signo de origen heterodoxo. Hay una “Predicación de Simón pedro en la ciudad de Roma” en siríaco.

Dos caminos o Judicium Petri

Es un tratado moralizante atribuido a S. Pedro y puesto en el prefacio de la Didajé. No es de origen judeo –cristiano y probablemente se basaba el la llamada “Epístola de Bernabé”.

Predicación de Pablo

El único testigo de esta obra es el tratado "De Rebaptismo" en los escritos del pseudo –Cipriano. De acuerdo con esto, representaba a Cristo confesando pecados personales y obligado por Su madre a recibir el bautismo.

EPISTOLAS APOCRIFAS

Pseudo Epístolas de la Santísima Virgen

Todas compuestas en latín en fechas tardías

•La Epístola de la Santísima Virgen a S. Ignacio Martir , de apenas nueve líneas en la edición de de los Apócrifos de Fabricio. Exhorta a la ve y a la valentía. Hay una contestación de S. Ignacio.

•La Epístola a los Messinenses, i.e. habitantes de Messina, Sicilia, es también muy breve: exhorta a la paz.

•La Epístola a los Florentinos, expuesta en un sermón de Savonarola el 25 de octubre de 1495. No hay otro testimonio de ella. Tiene cuatro líneas.

Pseudo-Epistola de S. Pedro a Santiago el Menor .

La homilies Pseudos-Clementinas contiene como prefacio dos cartas, la primera afirma ser de S. pedro a Santiago el Menor, regándole que mantenga su predicación ( la de Pedro) en secreto ( ver Escritos Pseudo Clementinos).

Pseudo-Epistolas de S.Pablo , correspondencia con los corintios

La Antigua iglesia siria ( de Edesa) reveló como canócica la tercera epístola de S. pablo a los Corintios, que va acompañada por una carta de los pastores de esa iglesia, a los que contesta. Pero a principios del sigl0 quinto la iglesia siria cayó bajo la influencia de los griegos y en consecuencia la carta espuria perdió gradualmente su estado canónico. Fue aceptada por sus vecinos armenios y durante siglos ha asido parte de del Nuevo Testamento Armenio. Los escritores latinos y griegos no dicen nada absolutamente sobre este pseudógrafo, aunque se han encontrado copias latinas y griegas. La inspiración para escribir viene a, obviamente, por la genuina carta paulina perdida a la que se refiere en in I Cor. v, 9; vii, 1. Fue compuesta por un presbítero católico alrededor de 160-170 y es un ataque disimulado a algunos de los errores principales del gnosticismo. Esta correspondencia tuvo una larga circulación, pero recientemente se ha demostrado que el documento se incorporó a los Hechos de S. Pablo .

Pseudo-Epistola a los laocideos

El la genuina epístola a los Colosenses, Pablo, tras instruirles de que envíen su carta a Laocidea, añade: “leed esa que es de los Laodiceos. Esto muy probablemente hace mención de una carta circular, la canónica a los Efesios; pero se ha mantenido que es una carta perdida a los cristiano de Laodicea. La epístola apócrifa es un intento transparente de llenar este supuesto vacío por la pérdida del documento sagrado. Consiste en 20 líneas cortas y está formada por material tomado de los Filipenses y otras epístolas puestas juntas sin secuencia ni finalidad lógica. Nuestro apócrifo existe sólo en latín y traducciones del latín, aunque deja rastro del griego original. No puede ser la carta pseudo-laodicea que el Fragmento Muratoriano dice que se inventó Marción el heresiarca. A pesar de su insípido y sospechoso carácter, esta compilación fue copiada con frecuencia en el Medievo y gozó de un cierto grado de respeto, aunque S. Jerónimo escribió de ella: ab omnibus exploditur (ver LAODICEA). Los fragmentos muratorianos mencionan junto con una epístola espuria de pablo a los Laodiceos, una a los alejandrinos que fue falsificada bajo los auspicios de Marción. No tenemos otro conocimiento cierto de este apócrifo.

Pseudo Correspondencia entre S. Pablo y Séneca

Ocho supuestas cartas del filósofo estoico Séneca y seis contestaciones de S. pablo. Son idénticas a las que alude S. jerónimo (de Viris Illustr., xii), quien sin juzgar su valor, anota que son leídas por muchos. Estas catas, por consiguiente, no pudieron haberse compuesto después de la segunda mitad del siglo cuarto. Se basan en tradiciones anteriores de la inclinación de Séneca hacia el cristianismo y de la coincidencia de de ambos en Roma durante algún tiempo. Simplemente anotaremos de existencia de una carta espuria de S. Juan , el Apóstol, a un hombre hidrópico, curando su enfermedad, en los Hechos de S, Juan por el Pseudos Prochorus; una de Santiago , el obispo de Jerusalén, a Quadratus, en Armenia (Vetter, Litterarische Rundschau, 1896).

APOCALIPSIS CRISTIANOS APÓCRIFOS

Apocalipsis del Testamento de N.S. Jesucristo.

(ver arriba la sección sobre el Testamentum .) 

El Apocalipsis de Maria . De origen medieval y probablemente el resultado de una devoción extravagante. Describe el descensote la Virgen al Limbo y existe en manuscritos griegos. Ha sido impreso en la colección de Tischendorf (Codex Apocryphus Novi Testamenti).

Apocalipsis de S. Pedro.

El Fragmento Muratoriano, escrito en Roma en l última parte del segundo siglo, nombra los apocalipsis de Juan y Pedro uno junto al otro como los únicos recibidos por la Iglesia, haciendo notar que algunos no admiten el de Pedro. Hay abundantes testimonios de que el apocalipsis cetrino se creyó auténtico en muchas partes de la iglesia primitiva y disfrutó de una cierta autoridad canónica. Clemente de Alejandría siempre crédulo respecto a los apócrifos hasta lo honró con un comentario; Eusebio (Hist. Eccl., VI, xiv, 1), lo coloca casi en plano de igualdad con los antilegomena , la clase mejor de los escritos disputados; Jerónimo simplemente lo rechaza. A pesar de todo ello, aún se leía en algunas iglesias de Palestina hacia mediados del siglo quinto. Las pocas citas de los escritores patrísticos no alcanzan a dar una idea de su contenido, pero afortunadamente se descubrió un amplio fragmente de este antiguo documento en Akhmîn, Egipto, junto con el Evangelio Pseudos-Petrino, en el griego original. Una cita de Clemente de Alejandría de las partes recuperadas nos permite identificar el manuscrito con certeza como parte del apocalipsis de antigüedad. El pasaje se relata una visión concedida por Cristo a los Doce, en una montaña, exhibiendo la gloria de dos hermanos que parten, el esplendor del cielo y una horrible visión del infierno. El lenguaje tiene un sabor judeo-cristiano. Los críticos lo asignan al primer cuarto del siglo segundo y es por consiguiente uno de los primeros ejemplares de la literatura no canónica. Existe bajo el nombre de Apocalipsis de S. Pedro y Apocalipsis de S. Pedro a través de Clemente, Liber Clementis, varias recensiones árabes y etiópicas de un apocalipsis que nada tiene en común con el antiguo griego .

El Apocalipsis de s. Pablo

Una noticia introductoria pretende que esta obra se encontró en una caja de mármol bajo la casa de pablo en Tarso, durante el reinado de Teodosio (379-395 d.C.) y por indicación de un ángel. Estro indica la fecha de la fabricación del apócrifo. Intenta desvelar los secretos vistos por el apóstol cuando fue transportado al tercer cielo, como se alude en II Cor. xii, 2: fue compuesta en griego. No hay que confundir este apocalipsis con una obra gnóstica titulada la “Ascensión de Pablo” al que se refiere S. Epifanio pero del que no han sobrevivido restos. Hay un falso “Apocalipsis de Juan”, de origen comparativamente tardío. Respecto al llamado “Apocalipsis de S. Bartolomé” ver Evangelio de S. Bartolomé.

LOS APÓCRIFOS Y LA IGLESIA.

Desde muy temprano los escritores ortodoxos y presumiblemente las autoridades eclesiásticas creyeron necesario distinguir entre libros genuinamente inspirados y una multitud de libros falsos – un hecho que es un elemento muy importante en la formación del canon cristiano. Asi, ya hacia el año 170 d.C. el autor del catálogo latino descriptivo llamado “fragmento Muratoriano” mencionaba ciertas obras como ficticias o discutidas. Al mismo tiempo S. Ireneo llamaba la atención ante la gran masa herética de escritos pseudos-gráficos (inenarrabilis multitudo apocryphorum et perperam scripturarum, Adv., Hær., I, xx). Sin duda fue el uso que los círculos heréticos hacían, especialmente las sectas gnósticas, de esta literatura insinuante lo que atrajo la animadversión de los guardianes oficiales de la pureza doctrinal. Hasta en el oriente, que ya era el hogar de la literatura pseudográfica, Orígenes (muerto en 254) es cauto con respecto a los libros que están fuera del canon (Comment. in Matth., serm. 28). S Atanasio en 387 creyó necesario alertar a su rebaño con una carta pastoral contra los apócrifos judíos y heréticos (P. G., XXVI, 1438). Otro padre griego, Epifanio (312-403), en "Hæreses", 26, se quejaba de que las copias de los apócrifos gnósticos se corrían por miles. Sin embargo hay que confesar que los Padres primitivos y la iglesia, durante los tres primeros siglos, fueron más indulgentes hacia los pseudógrafos judíos que circulaban bajo venerables nombres del Antiguo Testamento. El libro de Esdras y la asunción de Moisés eran citados por la epístola canónica de Judas. Muchos Padres admitían la inspiración de IV Esdras por no mencionar El pastor de Hermas, los Hechos de S. Pablo (al menos la Parte de Tecla) y el Apocalipsis de S. Pedro fueron muy respetados en estos períodos más tardíos. Y con todo, ninguna obra apócrifa consiguió reconocimiento oficial en la iglesia occidental. En el años 447 el papa León el Magno escribió detenidamente sobre los escritos pseudo-apostólicos “que contienen el germen de tantos errores…que debieran no sólo ser prohibidos sino completamente suprimidos y quemados” " (Epist. xv, 15). El llamado “Decretum de recipiendis et no recipiendis libris” se atribuye el papa Gelasio (495) poer es en realidad una compilación que data de principios del siglo. Es un documento oficial, el primero de esta clase que poseemos, y contenía 39 obras además de las atribuidas a Leucius “discípulo del demonio”, y a todas las condena como apócrifas. Por este catálogo es evidente que en la Iglesia Latina, pro este tiempo, los apócrifos, hasta los provenientes de origen católica, tenían las condenas eclesiásticas, con una preocupación constante por el peligro de heterodoxia. El Sínodo de Braga, en Hispania, del año 563, anatematiza a cualquiera que “lea, apruebe o defienda las ficciones injuriosas puestas en circulación por los herejes”. Aunque en el Medievo estas condenas se olvidaron y muchos de los escritos pseuográficos gozaron de cierto favor tanto entre el clero como entre los laicos, sin embargo aun se encuentran mentes superiores como Alcuino, S. Bernardo, Sto. Tomás de Aquino que señalaban su falta de autoridad. Un eco de las antiguas condenas se ve en la obra De Festis B.M.V de Benedicto XIV, declarando que ciertos apócrifos populares eran la fuente no pura de tradición ( Ver Canon de la Sagrada Escritura)

Notas Bibliográficas.

Apócrifos (Notas)

APOCRIFOS DE ORIGEN JUDIO:

DRUMMOND, The Jewish Messiah (1877); PORTER, The Message of the Apocalyptic Writers (New York, 1905); CHARLES, Apocalyptic Literature, in HASTINGS, Dict. of the Bible; BAI.DENS-PERGER, Die messianisch-apokalyptischen Hoffnungen des Judenthums (Strasburg, 1903); BOUSSET, Die jüdische Apokalyptik (Berlin, 1903); VOLZ, Jüdische Eschatologie (Würtemburg, 1903). Además de las obras anotadas arriba: SCHÜRER, History of the Jewish People in the Time of Christ, (Edinburgh, 1886, tr. Del alemán), III, div. II. Especial para el libro de Enoch: CHARLES The Book of Enoch (Oxford, 1893; tr. Y comentario); SCHODDE, The Book of Enoch (1882). Especial para la Asunción de Moisés: CHARLES, The Assumption of Moses (London, 1897; Texto latino e inglés y prolegómenos críticos). BURKITT, en HAST., Dict. of the Bible; LAGRANGE, Notes sur le messianisme au temps de Jesus, en la Revue biblique, Oct., 1905. – Especial para el libro de los Secretos de Enoch: CHARLES AND MORFIL, Book of the Secrets of Enoch (Oxford, 1898; tr. e introducción); LOISY, art. en Revue d'histoire et de littérature religieuses, I, 29 sqq. (1896). – Especial para IV Esdras: El texto latino completo está mejor editado en JAMES AND BENSLY, Texts and Studies (Cambridge, 1895), I, 2d ed.: Las Biblias Latinas, el fragmento que falta en vii. Para traducciones inglesas: Revised Apocrypha of the English Bible (Oxford); CHURTON, Uncanonical and Apocryphal Scriptures (London, 1884). Para estudios: THACKERAY, en HAST., Dict. of the Bible; LAGRANGE, art. Con notas par alas Asunción de Moises, supra. PIFFARD, Le IV livre d'Esdras (Tournay, 1904; comentario). -- Especial para El Apocalipsis de Baruch; CHARLES, The Apocalypse of Baruch (London, 1896; texto, tr., y notas críticas). También en HAST., Dict. of the Bible; LAGRANGE, artículo anotado para la Asunción de Moisés, supra.—Especial para el Apocalipsis de Abraham BONWETSCH, texto alemán en Studien zur Geschichte der Theologie und der Kirche (Leipzig, 1897), I, 1; LAGRANGE, art. en Revue Biblique, Oct., 1905. – Especial para el Apocalipsis de Daniel: DARMESTETER, estudio en Mélanges Renier (Paris, 1887). SCHÜRER, History Of the Jewish People (Edinburgh, 1886) div. II, vol. II. -- Especial para el Libro de los Jubileos: CHARLES, The Book of Jubilees or Little Genesis (London, 1892: text, trans. and criticism); SCHODDE, The Book of Jubilees (Oberlin. O., 1888); HEADLAM, art. en HAST., Dict. of the Bible. -- Especial para el Libro de Jannes y Mambres: MARSHALL, artículos en HASTINGS, Dict. of the Bible. -- Especial for III Esdras; Old Testament in Greek, II (Cambridge, 1896, 2d ed., Greek text) (London, 1884, tr.); THACKERAY, First Book of Esdras; HAST., Dict. of the Bible. -- Especial para III Macabeos: Old Testament, in Greek (2d ed., Cambridge, 1899; Gr. text); CHURTON, The Uncanonical and Apocryphal Scriptures (London, 1884; tr.); FAIRWEATHER en HAST., Dict. Of the Bible. Old Testament, en griego (Cambridge, 2d ed., 1895-99); SCHÜRER, History of the Jewish People (Edinburgh, 1886) div. II, vol. III. – Especial para Salmos de Salomón: RYLE AND JAMES, Psalms of the Pharisees (Cambridge, 1891) introducción y texto inglés; JAMES in HAST., Dict. of the Bible; MOFFAT, The Righteousness of the Scribes and Pharisees, in Expository Times (1902), X, 201-206. -- Especial para 151 Salmos y Oracion de Mananses: CHURTON, Uncanonical and Apocryphal Scriptures, tr. (London, 1884); PORTER, art. Prayer of Manassees in HAST., Dict. of the Bible.

Para el texto del IV Macabeos: Old Testament in Greek, (Cambridge, 1894, 1899) III; Para una version inglesa: CHURTON, Uncanonical and Apocryphal Scriptures (London, 1884); Para la Introducción : SCHÜRER, History of the Jewish People (Edinburgh, 1886) div. II, vol. III; FAIRWEATHER in HAST., Dict. of the Bible.

SCHÜRER, History of the Jewish People (Edinburgh, 1886), div. II, vol. III. -- Especial para el Testamento de los Doce Patriarcas: SINKER, introduction and tr. in vol. VIII of The Ante-Nicene Fathers (New York, 1906; reprint of Edinburgh ed.); CHARLES, art. en Hibbert Journal (1905), III; también en HAST., Dict. of the Bible: SCHNAPP, Die Testamente der zwölf Patriarchen untersucht (Halle, 1884). -- Especial para la Ascensión de Isaías: DILLMAN, Ascensio Isaioe oethiopice et latine (Leipzig, 1877); ROBINSON en HAST., Dict. of the Bible. TASKER en el volumen extra de HAST., Dict. of the Bible; TAPPEHORN, Aüsserbiblische Nachrichten (Paderborn, 1885).

WALKER, Apocryphal Gospels, Acts, and Revelations (Edinburgh, 1873; tr.); The Ante-Nicene Fathers, VIII, edited by ROBERTS AND DONALDSON, tr.; BARDENHEWER, Geschichte der altkirchlichen Literatur (Freiburg, 1902), I; HARNACK, Geschichte der altchristlichen Literatur (Leipzig); 1893, I, 1897, II, 1, 1904, 2; ZAHN, Geschichte des Neutestamentlichen Kanon (Leipzig, 1890), II; HENNEKE UND MEYER, Neutestamentliche Apokryphen (Tübingen, 1904; textos alemanes con prolegómenos de especialistas); TASKER, Apocryphal Gospels; HAST., Dict. of the Bible, volumen extra (1904); LIPSIUS, art, Apocryphal Gospels in Dict. of Christ. Biog.

BARDENHEWER, Geschichte der altkirchlichen Literatur (Freiburg, 1902), I; HARNACK, Geschichte der altchristlichen Literatur (Leipzig) I, 1893; II, 1, 1897, II, 2, 1904; ZAHN, Geschichte des Neutestamentlichen Kanon (Leipzig, 1890), II; TASKER, Apocryphal Gospels; HAST., Dict. of the Bible, Volumen extra; LIPSIUS, Apocryphal Gospels, Dict. of Christ Biog. – Especial para los Evangelios según los Hebreos: todos los frgmentos se reproducen en NICHOLSON, The Gospel according to the Hebrews (London, 1897); ROSE, Etudes sur les Evangiles (Paris, 1902), 18 sqq. – Especial para Los Evangelios según los Egipcios: ROSE, Etudes sur les Evangiles (Paris, 1902) refuta los puntos de vista de HARNACK' sobre la prioridad de la aceptación del Evangelio de los Egipcios a la de los canónicos – Especial para el Evangelio de S. Pedro : RUTHERFORD, Ante-Nicene Fathers (introducción y tr.), IX; ROBINSON, The Gospel according to Peter and Revelation of Peter (London, 1892); ZAHN, Das Evangelium des Petrus (1893); SEMERIA, art. en Revue Biblique (1894), III, 522 ss. – Especial para el Evangelio de Sto. Tomás: WALKER, Apocryphal Gospels, etc. (Edinburgh, 1873, tr.); Ante-Nicene Fathers (New York, 1906). VIII; CONRADY, art en Theologische Studien und Kritiken (1903), LXXVI, 2. – Especial para el Evangelio de S. Bartolomé : LACAU, Fragments d'Apocryphes Coptes (Cairo, 1904; texto); BAUMSTARK, Revue Bibligue, April, 1906, 249-253-263. – Especial para el Evangelio de los Doce Apóstoles: REVEILLOUT, traducción francesa de supuestos fragmentos en Revue Biblique, (1904), 330, 336 ss.; Les Apocryphes Coptes, in Patrologia Orientalis (Paris, 1905) II, 43 ss., 156 ss.

Ver las historias de BARDENHEWER, HARNACK, PREUSCHEN y ZAHN, referents a la bibliografía anterior. Para el Informe de Pilatos al Emperador, HARNACK, Geschichte der altchristlichen Literatur (Leipzig, 1897), II, I, 604 ss., inserta los textos latino y griego. Los antiguos textos de estos apócrifos están editados en TISCHENDORF'S Evangelia Apocrypha (Leipzig, 1853, 1876); Traducciones de Anaphora, Report of Pilate, The Giving Up, de la Epistola ad Tiberium, The Letter of Pontius Pilate ,los proporciones WALKER y Ante-Nicene Fathers, ediciones de los apócrifos , previamente citados. La correspondencia Herodes-Pilato en inglés: Apocryphal Books of the New Testament, anon. (Philadelphia, 1890, 1901). – Especial para la correspondencia de Abgar: Ante-Nicene Fathers (New York, 1906; inglás), VIII; LIPSIUS, Die Edessenische Abgarsage kritisch untersucht (Brunswick, 1883); WRIGHT, Abgar, in Dict. of Chris. Biog; VIGOUROUX, Abgar, in Dict. de la Bible.

LIPSIUS en Dict. of Christ. Biog.; SALMON, art. Leucius, en la misma obra; Historical Introduction to the New Testament (4th ed., 1889); DUCHESNE, Les anciens recueils de légendes apostoliques; Informe de Congreso católico científico de Bruselas (Bruselas , 1895). Consultar las obras de BARDENHEWER, HARNACK, y PREUSCHEN, también ZAHN, citadas en las biografías previas. Para los textos originales: LIPSIUS Y BONNET, Acta Apostolorum Apocrypha (Leipzig, 1891), Pars I; JAMES, Apocrypha Anecdota (Cambridge, 1897), perteneciente a las series de Cambridge sobre los Textos y Estudios; WRIGHT, Apocryphal Acts of the Apostles (London, 1871), contiene una edición y traducción de manuscritos siríacos; Traducciones inglesas en WALKER, Apocryphal Gospels, etc. (Edinburgh, 1873); Ante-Nicene Fathers (New York, 1906), VIII; la obra magistral sobre los apócrifos Hechos y leyendas es: LIPSIUS, Die apokryphen Apostelgeschichten und Apostellegenden (Brunswick, 1883, 1887, 1890), exhaustivo y critico en el espíritu liberal Protestante. El mismo autor ha contribuido con en Artículo al Dict. of Christ Biog. Para los puntos de contacto entre Los Hechos apócrifos y la historia profana: GUTSCHMID, Die Königsnamen in den apokryphen Apostelgeschichten, en el Rheinisches Museum für Philologie (1864), XIX, 161-183, 380-401. – Especial para los Hechos de S. pedro : CHASE, art. Peter (Simon) en HAST., Dict. of the Bible. – Especial para los Hechos de S. Juan : ZAHN. Die Wanderungen des Apostels Johannes in the Neue Kirchliche Zeit schrift (1899), X. – Especial para los Hechso de Sto Tomás: El texto etiópico, editado por MALAN, Conflicts of the Apostles (London, 1871), y traducido al vernacular por BRIDGE (London, 1899); LEVY, en Analecta Bollandiana (1899), XVIII, 275 sqq.; MEDLYCOTT, India and the Apostle Thomas; An Inquiry with a Critical Analysis of the Acta Thomoe (London, 1905).

Ver la literatura común a los Hechos Gnósticos arriba. -- Especial para los Hechos de Pedro y Pablo: CHASE, art. Peter (Simon) en HAST., Dict. of the Bible. -- Especial Para los Hechos de S Pablo: SCHMIDT, Acta Pauli (Leipzig, 1904), investigacions exhaustivas, texto copto y trad. alemana; DEIBER, en Revue Biblique, 1904, 443 ss., sumariza los contenidos; NAU, Revue de l'Orient chrétien (1898), III, publica un Martirio de S. Pablo siriaco. -- Especial para los Hechos de S. pablo y Tecla: GWINN, Thecla, en Dict. of Christ Biog.; REY, Etudes sur les Acta Pauli et Thecloe (Paris, 1890); RAMSEY, The Church in the Roman Empire before 170 A.D. (London, 1893), 375 ss.; HOLZHEY, Die Thekla-Akten. Ihre Verbreitung und Beurteilung in der Kirche (Munich, 1905). -- Especial para las enseñanzas de Addai: PHILLIPS, The Doctrine of Addai, the Apostle (London, 1876), textos siríacos e ingleses con notas; TIXERONT, Les origines de l'Église d'Edesse et la légende d'Abgar (Paris, 1888). -- Especial para Hechos de Simon y Judas: El texto de la Pasión está en FABRICIUS, Codex Apocryphus Novi Testamenti (Hamburg, 1703, 1719). -- Especial para los Hechos de Bernabé: BRAUNSBERGER, Der Apostel Barnabas (Mainz, 1876).

QUASI-APOSTOLIC ACTS: ver LIPSIUS, Die apokryphen Apostelgeschichten (Brunswick, 1884), II, 2; JAMES, Apocrypha Anecdota (Cambridge, 1893).

Además de las frecuentemente mencionadas de BARDENHEWER, etc.; VETTER, Der apokryphe dritte Korintherbrief (Vienna, 1894); HARNACK, Untersuchungen über den apokryphen Briefwechsel der Korinther mit dem Apostel Paulus (Berlin, 1905); ID., Die apokryphen Briefe des Paulus an die Laodicener und Korinther, Germ. trans. (Berlin, 1905); LIGHTFOOT, St. Paul's Epistles to the Colossians and Philemon (2d ed., London, 1876), contiene texto latino de Laodiceos . Para las cartas de Seneca Letters: KRAUS, Seneka, en Theologische Quartalschrift (1867), XLI; Apocryphal New Testament, anon. (Philadelphia, 1890, 1901); LIGHTFOOT, St. Paul's Epistle to the Philippians (3d ed., London, 1873).

Para el Testamentum: RAHMANI, Testamentum Domini Nostri Jesu Christi (Mainz, 1899); FUNK, articulos en Der Katholik (1900), I. 1-14; Theologische Quartalschrift (1900), LXXXII, 161-174; BATIFFOL, en Revue Biblique (1900), 253-260; HARNACK, Vorläufige Bemerkungen zu dem jüngst Syrisch und Lateinisch, publizierten "Testamentum D.N. Jesu Christi" (Berlin, 1899); BAUMSTARK, en Römische Quartalschrift (1900), 1-48; RICKABY, Ritual in the Reign of Maximin, en Am. Cath. Quar. Review (1900), XXV. Para la historia de la discusión: EHRHARD, Die altchristliche Literatur (Freiburg, 1900). Para la Predicación de Pedro: los fragmentos están recogidos en HILGENFELD, Novum Testamentum extra Canonem Receptum (Leipzig, 1884), fasc. IV; DOBSCHÜTZ, Das Kerygma Petri kritisch untersucht, being XI, 1, of HARNACK AND GEBHARDT'S Texte und Untersuchungen. Para estudios menores consultar las historias BARDENHEWER, HARNACK, y ver las historias de BARDENHEWER, HARNACH, ZAHN, citadas en las primeras bibliografías. Traducciones inglesas de los Pseudos-apocalipsis de pedro y Juan en Ante-Nicene Fathers (New York, 1906), VIII. -- Especial para el apocalipsis de Pedro: GEBHARDT, Das Evangelium und die Apokalypse des Petrus (Leipzig, 1893), texto de HARNACK y GEBHARDT'S Texte und Untersuchungen; DIETERICH, Nikyia, Beiträge Erklärung der neuentdeckten Petrusapokalypse (Leipzig); SIMMS, art. in Expositor, Dec., 1898, 460-471. -- Especial para el Apocalipsis de Pablo: TISCHENDORF, Apocalypses Apocryphoe (Leipzig, 1866), Greek y parte en Inglés; JAMES, Apocrypha Anecdota (Cambridge, 1893), latin e inglés. Traducciones inglesas de los Apocalipsis de S. Pablo y S. Juan se encuentran en WALKER, Apocryphal Gospels, Acts, and Revelations (Edinburgh, 1873); Ante-Nicene Fathers (New York, 1906), VIII.

IV. Los Apócrifos y la Iglesia: TAPPEHORN, Aüsserbiblische Nachrichten (Paderborn, 1885).

Escrito por George J. Reid.

Traducido por Pedro Royo.