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Viernes, 22 de noviembre de 2024

Diferencia entre revisiones de «Colecciones de Cánones Antiguos»

De Enciclopedia Católica

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'''(1) Versión Latina de los Cánones de Nicea y Sárdica''':  El [[Primer Concilio de Nicea]] (325) fue tenido en la más alta estima a través de Occidente, donde sus [[Cánones Eclesiásticos |cánones]] estuvieron en vigor junto con los de [[Concilio de Sárdica |Sárdica]], el complemento de la legislación anti [[arrianismo |arriana]] de Nicea, y cuyos [[decreto]]s habían sido redactados originalmente tanto en latín como en [[Grecia |griego]].  Los cánones de ambos [[concilio]]s fueron numerados en orden consecutivo, como si fuesen la obra de un solo concilio (un rasgo que se halla en diversas colecciones latinas), lo cual explica por qué los primeros escritores a veces llaman [[Los 21 Concilios Ecuménicos |ecuménico]] al [[Concilio de Sárdica]], y sus cánones se atribuyen al Primer Concilio de Nicea.  Para el texto de la versión según se halla en varias colecciones vea a [[Friedrich Bernard Christian Maassen |Maassen]], op. cit., p. 8 ss.  Ya no existen las versiones más antiguas de estos cánones citadas en las [[Decretales Papales |decretales papales]]. 
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'''(2) La versión "Hispana" o "Isidoriana"''':  Hacia mediados del siglo V, quizás antes, apareció una versión latina de los antedichos [[Cánones Eclesiásticos |cánones]] de [[Primer Concilio de Nicea |Nicea]],  [[Concilios de Ancira |Ancira]], [[Neocesarea]] y [[Gangra]], antes mencionados, a los que se agregaron un poco más tarde los de [[Iglesia de Antioquía#Sínodos de Antioquía |Antioquía]], [[Laodicea]] y [[Primer Concilio Ecuménico de Constantinopla |Constantinopla]]; los cánones de [[Concilio de Sárdica |Sárdica]] se insertaron casi al mismo tiempo después de los de Gangra. [[Gustav Bickell |Bickell]] considera posible que esta versión se haya hecho en el norte de [[África]], mientras que [[Ferdinand Walter |Walter]] se inclina por [[España]]; ahora se cree generalmente que la versión se hizo en [[Italia]].  Sin embargo, durante mucho tiempo se creyó que provenía de España, de ahí el nombre de "Hispana" o "Isidoriana", este término derivado de su inserción en la colección atribuida a [[San Isidoro de Sevilla]] (ver más abajo, Colecciones Españolas), en el que fue editada, por supuesto según el texto seguido por el compilador español.
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'''(3) Versión "Prisca" o "Itala"''':  Esta, también, parece haber crecido gradualmente en el transcurso del siglo V, y en su forma presente exhibe los antedichos cánones de [[Concilios de Ancira |Ancira]], [[Neocesarea]], [[Primer Concilio de Nicea |Nicea]], [[Concilio de Sárdica |Sárdica]], [[Gangra]], [[Iglesia de Antioquía#Sínodos de Antioquía |Antioquía]], [[Concilio de Calcedonia |Calcedonia]] y [[Primer Concilio Ecuménico de Constantinopla |Constantinopla]].  Vino a ser conocida como la “Itala” por su lugar de origen,  y como “Prisca” debido a una conclusión precipitada de que [[Dionisio el Exiguo]]  se refirió a ella en el prefacio de su primera colección cuando escribió: "Laurencio ofendido por la confusión que reinaba en la versión antigua [''priscœ versionis'']". Fue editada por Voel y Justel en el primer volumen de su "Bibliotheca juris canonici veteris" citada anteriormente; un texto mejor es el de los [[Girolamo y Pietro Ballerini |hermanos Ballerini]] en el tercer volumen de su edición de las obras de [[Papa San León I Magno |San León]] (P.L., LVI, 746).
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'''(4) Colección de Dionisio el Exiguo:'''    Las colecciones que describiremos a continuación fueron justificadas y solicitadas por el creciente material canónico del Occidente latino en el transcurso del siglo V.  Se puede decir de inmediato que estaban lejos de ser satisfactorias.  Hacia el año 500 un [[monje]] escita, conocido como [[Dionisio el Exiguo]], que había venido de [[Roma]] después de la muerte del [[Papa]] [[Papa San Gelasio I |Gelasio]] (496), y que era muy hábil tanto en latín como en [[Grecia |griego]], emprendió la tarea de hacer una traducción más exacta de los [[Cánones Eclesiásticos |cánones]] de los [[concilio]]s griegos. En un segundo esfuerzo, recolectó las [[Decretales Papales |decretales papales]] desde el [[Papa San Siricio |Siricio]] (384-89) hasta [[Papa Anastasio II |Anastasio II]] (496-98), inclusive, anterior, por lo tanto, al Papa [[Papa San Símaco |Símaco]] (514-23).    Por orden del [[Papa San Hormisdas |Papa Hormisdas]] (514-23), Dionisio hizo una tercera colección, en la que incluyó el texto original de todos los cánones de los concilios griegos, junto con una versión latina del mismo.  De esta colección solo ha sobrevivido el prefacio. 
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Finalmente, combinó la primera y segunda en una sola colección, que unió así los [[Cánones Eclesiásticos |cánones]] de los [[concilio]]s y las [[Decretales Papales |decretales papales]]; es en esta forma que nos ha llegado la obra de [[Dionisio el Exiguo |Dionisio]].  Esta colección comienza con una tabla o lista de títulos, cada uno de los cuales luego se repite antes de los respectivos cánones; luego vienen los primeros cincuenta cánones de los [[apóstoles]], los cánones de los concilios griegos, los cánones de [[Concilios de África |Cartago]] (419) y los cánones de los [[Concilios de África |sínodos africanos]] anteriores bajo [[San Aurelio |Aurelio]], que habían sido leídos e insertados en el Concilio de Cartago.  Esta primera parte de la colección se cierra con una carta del [[Papa]] [[Papa San Bonifacio I |Bonifacio I]], leída en el mismo concilio, cartas de San Cirilo de Alejandría |Cirilo de Alejandría]] y [[Ático]] de [[Constantinopla]] a los [[Padres de la Iglesia |Padres]] africanos, y una carta del [[Papa San Celestino I |Papa Celestino I]].  La segunda parte de la colección abre asimismo con un prefacio, en forma de una carta al [[sacerdote]] Julián, y una tabla de títulos;  luego sigue una [[Decretales Papales |decretal]] de [[Papa San Siricio |Siricio]], veintiuna de [[Papa San Inocencio I |Inocencio I]], una de [[Papa San Zósimo |Zósimo]], cuatro de Bonifacio I, tres de Celestino I, siete de [[Papa San León I Magno |León I]] una de [[Papa San Gelasio I |Gelasio I]] y una de [[Papa Anastasio II |Anastasio II]].  Las adiciones que se encuentran en Voel y Justel (op. cit.) se tomaron de [[manuscritos]] inferiores. 
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Había lagunas en la obra de [[Dionisio el Exiguo |Dionisio]]; parece, en particular, que tomó las [[Decretales Papales |decretales papales]], no de los [[''Regesta'' Papal |archivos]] de la [[Santa Sede |Iglesia Romana]], sino de compilaciones anteriores, de ahí ciertas omisiones, que no tienen por qué despertar sospechas de la autenticidad de los documentos no citados.  A pesar de sus defectos, esta colección superó con creces todos los anteriores esfuerzos de esta clase, no solo por su buen orden, sino también por el texto claro e inteligible de su versión y por la importancia de sus documentos.  Muy pronto reemplazó a todas las colecciones anteriores y fue muy utilizada (''celeberimo usu''), especialmente en la Iglesia Romana, dice [[Casiodoro]]. Se hizo popular en [[España]] y [[África]] e incluso antes de que [[Carlomagno]] llegara a [[la Galia Cristiana |la Galia]] y a [[Inglaterra |Gran Bretaña]].  Fue el medio por el cual los [[Cánones Eclesiásticos |cánones]] africanos llegaron a Oriente.  Los copistas lo usaron para corregir el texto de las otras colecciones, un hecho que no debe perderse de vista a riesgo de tomar una interdependencia de [[manuscritos]] por una interdependencia de colecciones.
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A pesar de su autoridad de uso diario y su servicio ocasional en la cancillería papal, nunca tuvo un carácter verdaderamente oficial; incluso parece que los [[Papas]] solían citar sus propias [[Decretales Papales |cartas decretales]] no de [[Dionisio el Exiguo |Dionisio]], sino directamente de los [[''Regesta'' Papal |registros papales]].  Con el tiempo la “Collectio Dionysiana”, como se le llegó a conocer, fue ampliada y algunas de sus adiciones entraron a la “Collectio Hadriana”, que el [[Papa]] [[Papa Adriano I |Adriano]] envió (774) a [[Carlomagno]], y la cual fue recibida por los [[obispo]]s del imperio en [[Aquisgrán]] en 802.  No es otra que la “Collectio Dionysiana”, con algunas adiciones en cada una de sus dos partes.  De esta forma, adquirió y mantuvo el título de "Codex Canonum". Ni la acción del papa Adriano ni la aceptación por el Sínodo de Aquisgrán confirieron al libro un carácter oficial, ni lo convirtieron en un código de [[ley]]es universalmente vinculantes; con una razón mucho mayor puede decirse que no se convirtió así en un código autoritativo exclusivamente de la [[Derecho Canónico#Ley Eclesiástica |ley eclesiástica]]. Fue impresa por primera vez en el primer volumen de Voel y Justel (op. cit.), reeditado por Lepelletier (París, 1687) y reimpreso en P.L., LXVII. Una edición nueva y más satisfactoria es la de Cuthbert Hamilton Turner, en "Ecclesiæ Occidentalis Monumenta Juris Antiquissima" (Oxford, 1899-1908), vol. II, fasc. II.
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'''(5) La Colección "Avellana":'''  La Colección Avellana, llamada así porque su [[manuscritos |manuscrito]] más antiguo conocido fue comprado por la [[Abadía de la Santa Cruz]] Avellana por [[San Pedro Damián]] (m. 1073).  La colección probablemente [[Fechas y Datación |data]] de mediados del siglo VI.  No sigue un orden cronológico ni [[lógica |lógico]], y parece haber llegado a su forma  actual según el compilador se encontraba con los materiales que nos ha transmitido.  Sin embargo, los [[Girolamo y Pietro Ballerini |Ballerini]] la declararon una colección muy valiosa debido al gran número de documentos canónicos primitivos (casi 200) que no se encuentran en ninguna otra colección.  Todos sus textos son [[auténtico]]s, excepto ocho cartas de diversas [[persona]]s a Pedro, [[obispo]] de [[Iglesia de Antioquía |Antioquía]].  La “Avellana”  nunca ha sido editada como tal, aunque todos sus documentos han pasado a grandes obras de [[Jacques Sirmond |Sirmond]], [[Pierre Coustant |Coustant]], [[Venerable César Baronio |Baronio]] y Foggini, con la excepción de dos cartas cuyo texto es dado por Ballerini, en cuya obra, citada arriba, se indican también los lugares donde se pueden leer los diversos textos de la “Avellana”. 
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'''(6) Otras Diversas Colecciones:'''  A pesar de la excepcional popularidad de [[Dionisio el Exiguo]], que causó que las compilaciones previas cayeran en desuso y pronto en el olvido, varias de ellas se conservaron, como así también algunas colecciones contemporáneas —entre ellas varias que todavía ofrecen cierto [[interés]].    Vea la disertación de [[Girolamo y Pietro Ballerini |Ballerini]], II, IV y [[Friedrich Bernard Christian Maassen |Maassen]] ( op. cit., 476, 526, 721) citada anteriormente.  Bastará mencionar la colección conocida como la “Chieti” o “Vaticana Reginæ”, a través de la cual nos ha llegado una versión muy antigua y distinta de los [[decreto]]s del [[Primer Concilio de Nicea |Concilio de Nicea]].  Fue editada por los Ballerini (P.L., LVI, 818).
  
 
===Colección de la Iglesia Africana===
 
===Colección de la Iglesia Africana===

Revisión de 23:13 24 sep 2019

Clasificación

Colecciones de Cánones Antiguos: Mientras que los principios esenciales de la constitución y gobierno de la Iglesia fueron inmutablemente fijados por su Divino Fundador, la legislación eclesiástica, que emana de la autoridad establecida por Cristo en su sociedad, ha compartido todas las vicisitudes de esta. Esto significa que no fue un producto terminado desde el principio, sino un crecimiento gradual, cada una de cuyas fases fue dictada por la sabiduría eclesiástica de la época. Esto es especialmente cierto en los primeros siglos cristianos, cuando la Iglesia todavía vivía en gran medida de la tradición y la costumbre, y cuando las leyes escritas que existían no eran originalmente leyes universales sino estatutos locales o provinciales, a las que más tarde se agregó una obligación más amplia a través de la aprobación expresa o tácita de la autoridad legítima. De ahí surgió la necesidad de recopilar, o de alguna manera codificar, dicha legislación.

Estas colecciones antiguas se pueden clasificar ya sea de acuerdo a su autoridad histórica o según el método del compilador:

Autoridad: Si consideramos solo su autoridad histórica estas colecciones son genuinas (por ejemplo, la “Versio Hispanica”), o apócrifas, es decir, hechas con la ayuda de documentos falsificados, interpolados, atribuidos erróneamente o de otro modo defectuosos (por ejemplo, la colección de Pseudo-Isidoro). Si consideramos su autoridad jurídica son oficiales, auténticas, es decir promulgadas por la autoridad competente; o privadas, la obra de individuos, y que no poseen otro valor que el intrínseco o el derivado del uso habitual.

Método: Si consideramos el método del compilador, estas colecciones son cronológicas, en caso de que sus leyes se clasifiquen según el momento de la promulgación, o sistemáticas (lógicas, metódicas), si la colección sigue un orden racional. Naturalmente, en los primeros siglos las colecciones eran breves y contenían pocas leyes cronológicamente ciertas. Solo con el aumento de la legislación se hizo necesaria una clasificación metódica, o al menos la adición de tablas metódicas (ver más abajo, colecciones africana y españolas).

En este artículo se describirán las colecciones de cánones antiguos:

  • (1) Desde los primeros tiempos cristianos hasta el período de las colecciones apócrifas (mediados del siglo IX);
  • (2) Desde fines del siglo IX hasta el “Decretum” de Graciano (1139-50).

Las colecciones falsificadas de mediados del siglo IX serán tratadas en el artículo FALSAS DECRETALES. Gran parte de nuestro conocimiento de estos asuntos se debe a las investigaciones históricas iniciadas a fines del siglo XVI, de donde se emitieron las ediciones críticas de los Padres, los concilios y las decretales papales. Sin embargo, estamos particularmente en deuda con dos obras de importancia primordial:

  • (1) la disertación (P.L., LVI) de los hermanos Ballerini de Verona (siglo XVIII) “Respecto a las antiguas colecciones y recopiladores de cánones hasta Graciano” —un estudio casi único por su erudición y perspicacia crítica;
  • la historia de las fuentes y literatura del derecho canónico por Frederic Maassen (Geschichte der Quellen und Literatur des Canonischen Rechts, Gratz, 1870, vol. I), en la cual el erudito profesor de Gratz tomó este tema donde lo dejó Ballerini, pero con un suministro de documentos mucho más rico. Lamentablemente se detuvo en Pseudo-Isidoro.

Desde los Primeros Tiempos hasta las Colecciones Apócrifas

Colecciones del Período Apostólico

Los apóstoles ciertamente emitieron regulaciones disciplinarias, ya sea como autores inspirados (ley apostólica divina, relativa al depósito inmutable de la fe), o simplemente como legislación eclesiástica (ley apostólica humana). En la época cristiana primitiva estaban en boga diversas colecciones atribuidas a los apóstoles. Estas colecciones eran apócrifas, aunque pudo haber en ellas algunas regulaciones de origen realmente apostólico. Todo es muy interesante, en parte debido a los vestigios que ofrece de la vida cristiana primitiva, y en parte porque, de hecho, muchas de estas regulaciones fueron consideradas verdaderamente apostólicas y, como tales, influyeron seriamente en la formación de la ley eclesiástica. Las más importantes de estas colecciones son la Doctrina de los Doce Apóstoles, las Constituciones Apostólicas y los Cánones Apostólicos. (Vea CÁNONES APOSTÓLICOS). Las Constituciones Apostólicas, aunque originalmente fueron aceptadas en todo Oriente, fueron declaradas apócrifas en el Concilio in Trullo (Quinisexto) de 692; nunca fueron aceptadas como ley eclesiástica en Occidente. Los Cánones Apostólicos (85) fueron, por el contrario, aprobados por el antedicho Concilio in Trullo. Dionisio el Exiguo, un canonista occidental de la primera mitad del siglo VI, señaló que "muchos aceptan con dificultad los llamados cánones de los apóstoles". Sin embargo, admitió en su colección los primeros cincuenta de estos cánones. El llamado “Decretum Gelasianum”, de libris non recipiendis (alrededor del siglo VI), los coloca entre los apócrifos. De la colección de Dionisio el Exiguo pasaron a diversas colecciones occidentales, aunque su autoridad nunca estuvo en un nivel. Los encontramos admitidos en Roma en el siglo IX en decisiones eclesiásticas; en el siglo XI, el cardenal Humberto aceptó solo los primeros cincuenta (Adversus Simoniacos, I, 8, y Contra Nicætam, 16 P.L., CXLIII). Solo dos de ellos (20, 29) llegaron a las Decretales de Gregorio IX.

Decretales Papales

En los siglos cristianos primitivos, los Papas llevaban a cabo el gobierno eclesiástico mediante una correspondencia activa y extensa. Aprendemos de un sínodo del año 370, bajo el Papa Dámaso, que las actas de sus cartas o decretales se guardaban en los archivos papales. Estos archivos desaparecieron hasta la época de Juan VIII (m. 882). En los siglos XVIII y XIX se intentó reconstruirlos; el más exitoso es el de Jaffé ("Regesta RR. Pont.", 2da ed., 1885; cf. la importante revisión de Jaffé por P. Kehr, "Italia Pontificia", Berlín, 1906 ss.). Durante el período en discusión (es decir, hasta mediados del siglo XI) notaremos un uso constante de las decretales papales por parte de los compiladores de colecciones canónicas del siglo VI en adelante.

Colecciones Griegas

(1) En 451 se citó en el Concilio de Calcedonia una colección de concilios que ya no existe, ni se ha revelado el nombre del compilador. Parece haberse basado en los cánones de Ancira (314) y Neocæsarea (314-25), a los que se agregaron más tarde los de Gangra (336-70). Al comienzo de la colección se colocaron los decretos de Nicæa (325); posteriormente se incluyeron los cánones de Antioquía (341), en cuya forma eran conocidos por los Padres de Calcedonia. En la última parte del siglo V, los cánones de Laodicea (343-81), Constantinopla (381), Éfeso (431) y Calcedonia (451) se incorporaron a este código eclesiástico, y finalmente (según los cánones de Neocesarea) los decretos de Sárdica (343-44), en la forma en que la colección estuvo en uso durante el siglo VI. Aunque de carácter no oficial, representa (incluidos los sesenta y ocho cánones tomados de las "Epístolas Canónicas" de San Basilio, I, III) la disciplina conciliar de la Iglesia Griega entre 500 y 600.

(2) Esta colección estaba en orden cronológico. Hacia 535 un compilador desconocido clasificó sus materiales en un modo metódico bajo sesenta títulos, y le añadió a los cánones veintiún constituciones imperiales relativas a asuntos eclesiásticos tomados del Código de Justiniano. Esta colección se perdió.

(3) Algunos años después (540-550) Juan Escolástico patriarca de Constantinopla, utilizó este código para compilar una nueva colección metódica, que dividió en cincuenta libros. Está impresa en el segundo volumen de Voel and Justel, "Bibliotheca Juris Canonici veteris" (París, 1661). Después de la muerte del emperador (565), el patriarca extrajo de diez de las constituciones anteriores, conocidas como "Novellæ", unos ochenta y siete capítulos y los agregó a la colección antes mencionada.

(4) De este modo surgieron las colecciones mixtas conocidas como Nomocánones (griego nomoi, "leyes", kanones, "cánones"), que contenían no solo leyes eclesiásticas sino también leyes imperiales relacionadas con los mismos asuntos. La primera de ellas fue publicada bajo el emperador Mauricio (582-602); debajo de cada título, después de los cánones, aparecían las leyes civiles correspondientes. Esta colección (atribuida erróneamente al patriarca mencionado anteriormente) también se encuentra en el segundo volumen de Voel y Justel (op. cit.).

(5) El Concilio Quinisexto (692) de Constantinopla, llamado in Trullo por el salón del palacio (in trullo) donde se celebró, emitió 102 cánones disciplinarios; incluía también los cánones de los concilios anteriores y ciertas regulaciones patrísticas, todo lo cual consideraba elementos constitutivos de la ley eclesiástica de Oriente. Esta colección contiene, por lo tanto, una enumeración oficial de los cánones que luego gobernaron la Iglesia Oriental, pero ninguna aprobación oficial de una colección dada o texto particular de estos cánones. Cabe señalar que la Sede Apostólica nunca aprobó completamente este concilio. En 787, el Segundo Concilio de Nicea hizo una recapitulación similar de los cánones antiguos.

Colecciones Italo-Latinas

(1) Versión Latina de los Cánones de Nicea y Sárdica: El Primer Concilio de Nicea (325) fue tenido en la más alta estima a través de Occidente, donde sus cánones estuvieron en vigor junto con los de Sárdica, el complemento de la legislación anti arriana de Nicea, y cuyos decretos habían sido redactados originalmente tanto en latín como en griego. Los cánones de ambos concilios fueron numerados en orden consecutivo, como si fuesen la obra de un solo concilio (un rasgo que se halla en diversas colecciones latinas), lo cual explica por qué los primeros escritores a veces llaman ecuménico al Concilio de Sárdica, y sus cánones se atribuyen al Primer Concilio de Nicea. Para el texto de la versión según se halla en varias colecciones vea a Maassen, op. cit., p. 8 ss. Ya no existen las versiones más antiguas de estos cánones citadas en las decretales papales.

(2) La versión "Hispana" o "Isidoriana": Hacia mediados del siglo V, quizás antes, apareció una versión latina de los antedichos cánones de Nicea, Ancira, Neocesarea y Gangra, antes mencionados, a los que se agregaron un poco más tarde los de Antioquía, Laodicea y Constantinopla; los cánones de Sárdica se insertaron casi al mismo tiempo después de los de Gangra. Bickell considera posible que esta versión se haya hecho en el norte de África, mientras que Walter se inclina por España; ahora se cree generalmente que la versión se hizo en Italia. Sin embargo, durante mucho tiempo se creyó que provenía de España, de ahí el nombre de "Hispana" o "Isidoriana", este término derivado de su inserción en la colección atribuida a San Isidoro de Sevilla (ver más abajo, Colecciones Españolas), en el que fue editada, por supuesto según el texto seguido por el compilador español.

(3) Versión "Prisca" o "Itala": Esta, también, parece haber crecido gradualmente en el transcurso del siglo V, y en su forma presente exhibe los antedichos cánones de Ancira, Neocesarea, Nicea, Sárdica, Gangra, Antioquía, Calcedonia y Constantinopla. Vino a ser conocida como la “Itala” por su lugar de origen, y como “Prisca” debido a una conclusión precipitada de que Dionisio el Exiguo se refirió a ella en el prefacio de su primera colección cuando escribió: "Laurencio ofendido por la confusión que reinaba en la versión antigua [priscœ versionis]". Fue editada por Voel y Justel en el primer volumen de su "Bibliotheca juris canonici veteris" citada anteriormente; un texto mejor es el de los hermanos Ballerini en el tercer volumen de su edición de las obras de San León (P.L., LVI, 746).

(4) Colección de Dionisio el Exiguo: Las colecciones que describiremos a continuación fueron justificadas y solicitadas por el creciente material canónico del Occidente latino en el transcurso del siglo V. Se puede decir de inmediato que estaban lejos de ser satisfactorias. Hacia el año 500 un monje escita, conocido como Dionisio el Exiguo, que había venido de Roma después de la muerte del Papa Gelasio (496), y que era muy hábil tanto en latín como en griego, emprendió la tarea de hacer una traducción más exacta de los cánones de los concilios griegos. En un segundo esfuerzo, recolectó las decretales papales desde el Siricio (384-89) hasta Anastasio II (496-98), inclusive, anterior, por lo tanto, al Papa Símaco (514-23). Por orden del Papa Hormisdas (514-23), Dionisio hizo una tercera colección, en la que incluyó el texto original de todos los cánones de los concilios griegos, junto con una versión latina del mismo. De esta colección solo ha sobrevivido el prefacio.

Finalmente, combinó la primera y segunda en una sola colección, que unió así los cánones de los concilios y las decretales papales; es en esta forma que nos ha llegado la obra de Dionisio. Esta colección comienza con una tabla o lista de títulos, cada uno de los cuales luego se repite antes de los respectivos cánones; luego vienen los primeros cincuenta cánones de los apóstoles, los cánones de los concilios griegos, los cánones de Cartago (419) y los cánones de los sínodos africanos anteriores bajo Aurelio, que habían sido leídos e insertados en el Concilio de Cartago. Esta primera parte de la colección se cierra con una carta del Papa Bonifacio I, leída en el mismo concilio, cartas de San Cirilo de Alejandría |Cirilo de Alejandría]] y Ático de Constantinopla a los Padres africanos, y una carta del Papa Celestino I. La segunda parte de la colección abre asimismo con un prefacio, en forma de una carta al sacerdote Julián, y una tabla de títulos; luego sigue una decretal de Siricio, veintiuna de Inocencio I, una de Zósimo, cuatro de Bonifacio I, tres de Celestino I, siete de León I una de Gelasio I y una de Anastasio II. Las adiciones que se encuentran en Voel y Justel (op. cit.) se tomaron de manuscritos inferiores.

Había lagunas en la obra de Dionisio; parece, en particular, que tomó las decretales papales, no de los archivos de la Iglesia Romana, sino de compilaciones anteriores, de ahí ciertas omisiones, que no tienen por qué despertar sospechas de la autenticidad de los documentos no citados. A pesar de sus defectos, esta colección superó con creces todos los anteriores esfuerzos de esta clase, no solo por su buen orden, sino también por el texto claro e inteligible de su versión y por la importancia de sus documentos. Muy pronto reemplazó a todas las colecciones anteriores y fue muy utilizada (celeberimo usu), especialmente en la Iglesia Romana, dice Casiodoro. Se hizo popular en España y África e incluso antes de que Carlomagno llegara a la Galia y a Gran Bretaña. Fue el medio por el cual los cánones africanos llegaron a Oriente. Los copistas lo usaron para corregir el texto de las otras colecciones, un hecho que no debe perderse de vista a riesgo de tomar una interdependencia de manuscritos por una interdependencia de colecciones.

A pesar de su autoridad de uso diario y su servicio ocasional en la cancillería papal, nunca tuvo un carácter verdaderamente oficial; incluso parece que los Papas solían citar sus propias cartas decretales no de Dionisio, sino directamente de los registros papales. Con el tiempo la “Collectio Dionysiana”, como se le llegó a conocer, fue ampliada y algunas de sus adiciones entraron a la “Collectio Hadriana”, que el Papa Adriano envió (774) a Carlomagno, y la cual fue recibida por los obispos del imperio en Aquisgrán en 802. No es otra que la “Collectio Dionysiana”, con algunas adiciones en cada una de sus dos partes. De esta forma, adquirió y mantuvo el título de "Codex Canonum". Ni la acción del papa Adriano ni la aceptación por el Sínodo de Aquisgrán confirieron al libro un carácter oficial, ni lo convirtieron en un código de leyes universalmente vinculantes; con una razón mucho mayor puede decirse que no se convirtió así en un código autoritativo exclusivamente de la ley eclesiástica. Fue impresa por primera vez en el primer volumen de Voel y Justel (op. cit.), reeditado por Lepelletier (París, 1687) y reimpreso en P.L., LXVII. Una edición nueva y más satisfactoria es la de Cuthbert Hamilton Turner, en "Ecclesiæ Occidentalis Monumenta Juris Antiquissima" (Oxford, 1899-1908), vol. II, fasc. II.

(5) La Colección "Avellana": La Colección Avellana, llamada así porque su manuscrito más antiguo conocido fue comprado por la Abadía de la Santa Cruz Avellana por San Pedro Damián (m. 1073). La colección probablemente data de mediados del siglo VI. No sigue un orden cronológico ni lógico, y parece haber llegado a su forma actual según el compilador se encontraba con los materiales que nos ha transmitido. Sin embargo, los Ballerini la declararon una colección muy valiosa debido al gran número de documentos canónicos primitivos (casi 200) que no se encuentran en ninguna otra colección. Todos sus textos son auténticos, excepto ocho cartas de diversas personas a Pedro, obispo de Antioquía. La “Avellana” nunca ha sido editada como tal, aunque todos sus documentos han pasado a grandes obras de Sirmond, Coustant, Baronio y Foggini, con la excepción de dos cartas cuyo texto es dado por Ballerini, en cuya obra, citada arriba, se indican también los lugares donde se pueden leer los diversos textos de la “Avellana”.

(6) Otras Diversas Colecciones: A pesar de la excepcional popularidad de Dionisio el Exiguo, que causó que las compilaciones previas cayeran en desuso y pronto en el olvido, varias de ellas se conservaron, como así también algunas colecciones contemporáneas —entre ellas varias que todavía ofrecen cierto interés. Vea la disertación de Ballerini, II, IV y Maassen ( op. cit., 476, 526, 721) citada anteriormente. Bastará mencionar la colección conocida como la “Chieti” o “Vaticana Reginæ”, a través de la cual nos ha llegado una versión muy antigua y distinta de los decretos del Concilio de Nicea. Fue editada por los Ballerini (P.L., LVI, 818).

Colección de la Iglesia Africana

Colecciones de la Iglesia Española

Colecciones Galas

Colecciones Inglesas e Irlandesas

Colecciones Particulares

Colecciones de Leyes Eclesiástico-Civiles

Desde finales del Siglo IX hasta Graciano (1139-1150)

Bibliografía: BALLERINI, De antiquis Collectionibus et collectoribus canonum in P.L., LVI; MAASSEN, Gesch. der Quellen und der Lit. des canon. Rechts (Gratz, 1870); A. TARDIF, Hist. des sources du droit canonique (París, 1887); HUBLER, Kirchenrechtsquellen (Berlin, 1898); PHILIPPS, Kirchenrechts (Ratisbona, 1845), IV, and Droit ecclésiastique dans ses sources (tr. CROUZET, Paris, 1852); WERNZ, Jus Decretalium (Roma, 1905), I. tit. xi; SCHERER, Handbuch des Kirchenrechts (Gratz, 1898), I; SÄGMÜLLER, Lehrbuch des Kathol. Kirchenrechts (Ratisbona, 1900); VERING, Lehrbuch d. Kath.-Orient. u. Prot. Kirchenrechts (Friburgo, 1893); BICKELL, Gesch. des Kirchenrechts (Giessen, 1843), I; WALTER, Lehrbuch des Kirchenrechts aller christlichen Confessionen (Bonn, 1871); POHLE in Kirchenlex., II, 1845.

Fuente: Besson, Jules. "Collections of Ancient Canons." The Catholic Encyclopedia. Vol. 3, pp. 281-287. New York: Robert Appleton Company, 1908. 23 sep. 2019 <http://www.newadvent.org/cathen/03281a.htm>.

Está siendo traducido por Luz María Hernández Medina