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Miércoles, 30 de octubre de 2024

Cánones Apostólicos

De Enciclopedia Católica

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Los Cánones Apostólicos son una colección de decretos eclesiásticos antiguos (85 en la Iglesia Oriental, 50 en la Occidental) respecto al gobierno y disciplina de la Iglesia Cristiana, incorporados con las Constituciones Apostólicas (VIII, 47). Tratan principalmente sobre el oficio y deberes de un obispo cristiano, las cualificaciones y la conducta del clero, la vida religiosa del rebaño cristiano (abstinencia, ayuno), su administración externa (excomunión, sínodos, relaciones con paganos y judíos), los sacramentos (bautismo, Eucaristía, matrimonio); en una palabra, son un resumen útil de la legislación estatutaria de la Iglesia primitiva. El último de estos decretos contiene una lista muy importante o canon de la Sagrada Escritura (Vea CANON DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS bajo el tema Canon del Nuevo Testamento).

En el texto griego original afirman ser la legislación misma de los apóstoles, al menos según lo promulgó su gran discípulo, Clemente. Sin embargo, aunque es un venerable espejo de la antigua vida cristiana y de doctrina intachable, su afirmación de un origen apostólico genuino es bastante falso e insostenible. Algunos, como Beveridge y Hefele, creen que fueron redactados originalmente a fines del siglo II o principios del III. La mayoría de los críticos modernos están de acuerdo en que no pudieron haber sido compuestos antes del Concilio de Antioquía (341), unos veinte de cuyos cánones ellos citan; ni siquiera antes de finales del siglo IV, ya que ciertamente son posteriores a las Constituciones Apostólicas. Von Funk, sin duda una autoridad principal en estas últimas y en todos los textos canónicos tempranos similares, ubica la composición de los cánones apostólicos en el siglo V, cerca del año 400. De este modo se acerca a la opinión de su predecesor académico, Drey, el primero de los escritores modernos que estudió profundamente estos cánones antiguos; distinguió dos ediciones de ellos, una más corta (cincuenta) a mediados del siglo V, y otra más larga (ochenta y cinco) a principios del siglo VI. Von Funk admite solo una edición.

Ciertamente estaban en boga en la Iglesia Oriental en el primer cuarto del siglo VI, pues alrededor de 520 Severo de Antioquía cita los cánones 21-23 [E. W. Brooks, "Select Letters of Severus of Antioch", Londres, 1904 (texto siríaco), I, 463-64. Para varias opiniones respecto a la fecha de composición vea F. Nau, en Dict. de théol. cath., II, 1607-8, y la nueva traducción al francés de la "History of the Councils" de Hefele, París, 1907, 1206-11]. La patria del autor parece ser Siria. Él usa el calendario siro-macedonio (Can. 26), toma prestado mucho de un concilio sirio (Antioquía, 341), y según von Funk es idéntico al compilador o interpolador de las Constituciones Apostólicas, que ciertamente fue un sirio (Die apóstol. Konstitutionen, 204-5).

Como ya se indicó, el número de estos cánones ha hecho surgir bastante controversia. En las Constituciones Apostólicas (loc. Cit.) son 85 (a menudo 84,una variante en los manuscritos que surge del conteo ocasional de dos cánones como uno). En la segunda mitad del siglo VI, Juan Escolástico (Juan de Antioquía), patriarca de Constantinopla de 565 a 577, publicó una colección de decretos sinodales en la que incluyó estos 85 cánones (Vea Justel-Voellus, Bibliotheca Juris Canonici veteris, Paris, 1661, II, 501), y este número fue finalmente consagrado para la Iglesia Griega por el Concilio in Trullo (692), el cual también confirmó la actual tradición griega de su origen apostólico. Por otro lado la Iglesia Latina, a través de la Edad Media, reconoció solo 50 cánones de los apóstoles. Este fue el número finalmente adoptado por Dionisio el Exiguo, quien fue el primero en traducir estos cánones al latín alrededor del año 500. No está muy claro el porqué de su omisión de los cánones 51-85; parece que estaba familiarizado con ellos y había usado las Constituciones Apostólicas. En realidad Dionisio hizo tres versiones de los Cánones Apostólicos (el más antiguo de ellos primero editado por C. H. Turner, Ecclesiæ Occidentalis monumenta juris antiquissima, Oxford, 1899, fasc. I, 1-32); es la segunda de estas versiones la que obtuvo la estimación general en Europa por su incorporación como el texto de apertura de su famosa colección latina de cánones (tanto decretos sinodales como papales) conocida como la “Dionysiana Collectio” (P.L., LXVII, 9 ss.) hecha pública en la primera década del siglo VI:

Colecciones de cánones posteriores (Italia, España, Francia, Alemania, etc.) tomaron prestado de él; el texto pasó a Pseudo-Isidoro, y eventualmente Graciano incluyó (c.1140) algunos fragmentos de estos cánones en su “Decretum”, por medio del cual ganaron un uso y reconocimiento universal en las facultades de derecho. En una fecha muy anterior Justiniano I (en su Sexta Novela) los había reconocido como la obra de los apóstoles y los confirmó como ley eclesiástica. (Para las referencias occidentales en la Alta Edad Media vea a Von Funk, “Didascalia” etc. citada más abajo, II, 40-50, y para su inserción en las primeras colecciones de cánones occidentales, Maassen, "Gesch. der Quellen und Literatur des canonischen Rechts im Abendlande, Gratz, 1872, 438-40.)

Sin embargo, desde su primera aparición en Occidente levantaron sospechas. Por ejemplo, el canon 46, que rechazaba todo bautismo herético, se oponía notablemente a la práctica romana y occidental. En el llamado “Decretum” del Papa Gelasio (429-96) son denunciados como libro apócrifo, es decir, no reconocido por la Iglesia (Thiel, epistolæ Rom. pontificum genuinæ, 1867, I, 53-58, 454-71; Von Funk, op. cit., II, 40), aunque esta nota de censura probablemente no estaba en el “Decretum” original, sino que se añadió con otras bajo el pontificado del Papa San Hormisdas (514-23). En consecuencia, en una segunda edición (perdida, excepto el prefacio) de su “Collectio canonum”, preparada bajo este último Papa, Dionisio el Exiguo las omitió; incluso en la primera edición él admitió que muchos en Occidente detestaban reconocerlos (quamplurimi quidem assensum non prœbuere facilem). Hincmar de Reims (murió en 882) declaró que no fueron escritos por los apóstoles, y para mediados del siglo XI los teólogos occidentales (cardenal Humbert, 1054) distinguía entre los 85 cánones griegos que declararon apócrifos, y los 50 cánones latinos reconocidos como “reglas ortodoxas” por la antigüedad.

La influencia de los Cánones Apostólicos se incrementó en gran medida por las diversas versiones de ellos que pronto entraron en vigencia en la Iglesia Cristiana oriental y occidental. Ya hemos indicado la influencia de la segunda versión latina de Dionisio el Exiguo. Fueron traducidos (más o menos en su totalidad) al siríaco, arábigo, copto y armenio; en general parece que durante los siglos V y VI suministraron un gran elemento de legislación eclesiástica en la Iglesia Oriental (vea la descripción detallada de los llamados "127 cánones copto-árabes", por F. Nau en Dict. de théol. cath., II, 1612-19; también Funk, Die apostolischen Konstitutionen, Rottenburg, 1891, y los artículos ORDENANZA ECLESIÁSTICA APOSTÓLICA, ORDENANZA ECLESIÁSTICA EGIPCIA, DIDAJÉ, DIDASCALIA APOSTOLORUM). Los manuscritos de los Cánones Apostólicos (griego son descritos por Pitra, "Juris ecc. Græcorum historia et monumenta", Roma, 1864, I, 3-4; los manuscritos de las versiones latinas de Dionisio el Exiguo, por C. H. Turner, op. cit. supra, fasc. I. p. 1; cf. Von Funk, "Didascalia et Constitutiones apostolorum", (Paderborn, 1906), I, XLVIII-LIV, también XXIV-XLVIII. Los cincuenta cánones latinos fueron impresos por primera vez en la edición de los concilios de Jacques Merlin (París, 1524); los 85 cánones griegos por G. Holoander, en su edición de las Novelas de [[Justiniano I {Justiniano]] (Nuremberg, 1531), desde donde se abrieron paso a las primeras ediciones del “Corpus Juris Civilis”, el “Corpus Juris Canonici” y las grandes colecciones de actas y decretos de los concilios.

Algunos otros textos canónicos antiguos que pretenden tener origen apostólico son descritos por F. Nau, op. cit., 1620-26; el más interesante de ellos es una breve colección de nueve cánones que aparenta datar de un imaginario Concilio Apostólico de Antioquía. Se pueden leer en Pitra, "Hist. et monumenta Juris eccl. Græcorum" (Roma, 1864), I, 88-91; también en Lagarde, "Reliquiæ juris eccl. antiquissimæ græce", 18-20, y en Harnack, "Mission und Ausbreitung" (Leipzig, 1902). Les recomiendan a los fieles no practicar la circuncisión, admitir a los gentiles, evitar las costumbres paganas y judías, la distinción de comidas puras e impuras, el culto a los ídolos, los vicios de la avaricia y la gula, el frecuentar los teatros y tomar juramentos. La literatura cristiana más antigua ofrece numerosos paralelismos con el contenido de estos cánones, que, en general, recuerdan los Hechos de los Apóstoles, la Epístola de Bernabé y la Didajé.

En el siglo XVI el jesuita Turriano (Francisco Torres) defendió su autenticidad, con el principal argumento de una referencia de Inocencio I (401-17) a un concilio apostólico de Antioquía (Mansi, III, 1055). Siguió una controversia literaria notable que todavía no se ha cerrado (Vea Nau, op. cit., 1621-22). El interés se centra principalmente en el primer canon, que decreta que los galileos en adelante se llamarán cristianos (Vea Hch. 11,26), un pueblo santo, un sacerdocio real (Vea 1 Ped. 2,9) de acuerdo a la gracia y título del bautismo. Algunos críticos ven en este canon una respuesta desafiante al uso despectivo de “galileos” por Juliano el Apóstata (Harnack, "Mission und Ausbreitung des Christentums", Leipzig, 1902; Paul Lejay, en "Revue du clergé français", 15 oct. 1903, 349-55, con una traducción al francés de los nueve cánones).

F. Nau opina que son muy anteriores al último cuarto del siglo IV y llama la atención hacia Orígenes (Against Celsus VIII.29 — "les pareció bien a los apóstoles y a los ancianos reunidos en Antioquía, y en sus propias palabras al Espíritu Santo escribir una carta a los gentiles creyentes”). Esta declaración contradice a Hch. 15,6-28, según el cual la carta apostólica fue escrita desde Jerusalén. Sin embargo, parece que Orígenes conocía esta colección de cánones, más aún cuando afirma (en el título) que proviene de la biblioteca de Orígenes en Cesarea y de haber sido hallada allí por el bendito mártir; Pánfilo (cf. Eusebio, Hist. Ecl., VI.32.3). F. Nau piensa que ellos pueden representar una regla de conducta personal redactada por algún cristiano del siglo II (basado en los preceptos apostólicos) que copió erróneamente Hechos 11,26, en la forma del antedicho canon 1, y luego le añadió otros preceptos —el canon 9 reproduce el decreto de Hch. 15,29.

De todos modos Dallaæus (Daillé) se equivocó al culpar a Turriano de falsificar completamente todos estos cánones (De pseudepigraphis apostolicis libri tres, 1653, III, cc. XXII-XXV, pp. 687-737), y corrupción deliberada del texto del Salmo 17(16),14, “están llenos de hijos” (hyion), haciéndolo leer hyieon —es decir, “están llenos de carne de cerdo”. Esta lectura del quinto canon de Antioquía se encuentra no solo en los salterios latinos más antiguos, y en otras testigos latinos confiables del texto de la Escritura de los siglos IV y VI, sino también en los mejores manuscritos griegos (Vaticano, Sinaítico). En otras palabras el texto de la Escritura usado por estos cánones es anterior a Orígenes y es en sí mismo una evidencia de su gran antigüedad. (Vea Antioquía.)


Bibliografía: El texto crítico de los Cánones Apostolicos es el de IGNAZ VON FUNK, un monumento de erudición exacta:: Didascalia et Constitutiones Apostolorum (Paderborn, 1906, I, 565-95, con notas valiosas. El mejor estudio histórico de su origen y naturaleza también se debe a von Funk VON FUNK, Die apostolischen Konstitutionen (Rottenburg, 1891), 180-206; IDEM, Das achte Buck der apostolischen Konstitutionen und die verwandten Schriften (Tübingen, 1893), y su Kirchengeschichtliche Abhandlungen (Paderborn, 1899, 1907), II, 369-72, III, 355 ss. Fue precedido en el siglo XIX por SEBASTIAN DREY (al igual que Funk, un profesor de la Facultad de Teología Católica en la Universidad de Tübinga, donde el estudio de estos textos antiguos se ha vuelto un herencia académica), Neue Untersuchungen über die Constitutionen und Kanones der Apostel (Tübinga, 1832), y por el erudito J. W. BICKELL, Gesch d. Kirckenrechts (Giessen, 1843).

Entre las investigaciones eruditas más antiguas sobre la historia y estudio de los Cánones Apostólicos se le debe honor especialmente al sabio anglicano G. BEVERIDGE, Synodicon sive Pandectæ canonum sanctorum Apostolorum et conciliorum ab ecclesiâ græcâ receptorum (Oxford, 1672-82; Vea P.G., CXXXVII, 36-217, Para los Cánones Apostólicos, texto y comentario de BEVERIDGE); JUSTEL, Codex canonum ecclesiæ universæ a Justiniano imperatore confirmatus . . . . C. J(ustel) latinum fecit et notisillustravit (París, 1610-1618; reeditado por VŒLLUS como Bibliotheca juris canonici veteris, Paris, 1661); DE MARCA, Dissertatio de veterum canonum collectionibus in his Opuscula (París, 1681); GALLAND, De vetustis canonum collectionibus dissertationum sylloge (Venecia, 1778). Vea MACNALLAY, The Apostolical Canons in Greek, Latin and English with Notes (Londres, 1867); LIGHTFOOT, San Clement de Roma (Londres, 1890), I, III, 187, 308; LAUCHERT, Die kanones der wichtigsten altkirchlichen Concilien, nebst den apostolischen Kanones (Leipzig, 1896); NAU, Canons des Apótres in Dict. de théol. cath. (1905), II, 5-12; HEFELE, tr. LECLERCQ, Histoire des Conciles, nouvelle traduction française faite sur la deuxième éd. allemande, corrigée et augmentée de notes critiques et biblioqraphiques (Paris, 1907), I, ii, 1203-21, con una excelente bibliografía, 1216-21; ACHELIS in Real-Encyc. f. prot. Theol. und Kirche (Leipzig, 1896), I, 734-41, s.v. Apostolische Kanones; BAUDENHEWER, Patrologie (Friburgo, 1901), 310-14.

Fuente: Shahan, Thomas. "Apostolic Canons." The Catholic Encyclopedia. Vol. 3, pp. 279-281. New York: Robert Appleton Company, 1908. 25 Aug. 2019 <http://www.newadvent.org/cathen/03279a.htm>.

Traducido por Luz María Hernández Medina