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Viernes, 22 de noviembre de 2024

Animales en la Biblia

De Enciclopedia Católica

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Introducción

La Biblia no pretende ser ciencia; por consiguiente no debemos esperar encontrar en sus páginas cualquier tipo de clasificación elaborada, zoológica o de otra clase. Los Libros Sagrados, en cambio, fueron compuestos por y para un pueblo casi exclusivamente dedicado a la agricultura y a la vida pastoral, por tanto, en comunicación constante con la naturaleza. Para esta gente eran bastante naturales las referencias al mundo animal y a las costumbres de los animales, etc., y mientras más animales abundasen en el país, más frecuentes y variadas se podía esperar que fuesen estas alusiones. De hecho, en la Escritura aparecen los nombres de un gran número de animales---más de ciento veinte especies. Un examen más detenido de la manera en que se introducen las referencias a los animales, la frecuencia de las alusiones a determinadas especies, y la fecha de los documentos en que se encuentran, pueden dar una idea clara de las condiciones del país en las diferentes etapas de su historia. La especie, por ejemplo, llamada en hebreo re'em, muy probablemente el uro o toro salvaje, totalmente desaparecido en la época de la cautividad de Babilonia, el burro salvaje, el león, y otros pocos se extinguieron en Palestina hace mucho tiempo; otras especies son ahora tan escasas que apenas podrían ofrecer un tema conocido para ilustración.

La variedad de animales mencionados en la Biblia es notable; el avestruz, por ejemplo, un habitante de las regiones tórridas, y el camello, de los barrios sin agua alrededor de Palestina, se mencionan junto con el corzo y el ciervo de las cumbres leñosas del Líbano. Esta variedad, probablemente mayor en Palestina que en cualquier otro país en la misma latitud, podría atribuirse a los grandes extremos de elevación y temperatura en este pequeño país. Por otra parte, no es de extrañar que la fauna de Palestina no sea ahora tan rica como solía serlo en los tiempos bíblicos, pues la tierra, ahora al descubierto, era entonces muy arbolada, sobre todo en las colinas al este del Jordán; de ahí los cambios.

Aunque en la Biblia no se debe buscar una clasificación regular, es fácil ver, sin embargo, que en ella la creación animal está prácticamente dividida en cuatro clases, según los cuatro modos diferentes de locomoción; entre los animales, algunos caminan, otros vuelan, muchos son esencialmente nadadores, otros se arrastran sobre el terreno. Esta clasificación, más empírica que lógico, de ningún modo satisfaría a un científico moderno; sin embargo, debe conocerse si se quiere comprender bastante el lenguaje de las Escrituras sobre los asuntos relacionadas a ello. La primera clase, el behemôth, o bestias, en el lenguaje bíblico incluye todos los cuadrúpedos que viven en la tierra, con la excepción de los anfibios y animales pequeños tales como los topos, ratones, etc. Las bestias se dividen en ganado, o domesticados (behemôth en el sentido estricto), y las bestias del campo, es decir, los animales salvajes. Las aves, que constituyen la segunda clase, no sólo incluyen a los pájaros sino también "todas las cosas que vuelan", incluso "si van sobre cuatro patas", como los distintos tipos de langostas. De los muchos "seres vivos que nadan en el agua" no se menciona ninguna especie en particular; las "grandes ballenas" son puestas aparte de esa clase, mientras que el resto se dividen de acuerdo a si tienen o no aletas y escamas (Lev. 11,9-10). Los reptiles, o "cosas que se arrastran", forman la cuarta clase. Las referencias a esta clase son relativamente pocas, sin embargo, hay que señalar que los "reptiles" incluyen no sólo los reptiles propiamente dichos, sino también todos los animales de patas cortas o insectos que parecen arrastrarse en vez de caminar, como los topos, lagartos , etc.

Desde el punto de vista religioso, todos estos animales se dividen en dos clases, puros e impuros, de acuerdo a sí pueden o no pueden comerse. En este artículo daremos, en orden alfabético, la lista de los animales cuyos nombres aparecen en la Biblia; siempre que sea necesario para la identificación, se indicará el nombre hebreo, así como el término específico utilizado por los naturalistas. Esta lista incluirá incluso nombres como grifo, lamia, sirena o unicornio, que, aunque por lo general se aplican a seres fabulosos, sin embargo, a causa de algunos malentendidos o prejuicios educativos de los traductores griegos y latinos, se han introducido en las versiones, y se han aplicado a animales reales. En la siguiente lista se usarán las siguientes abreviaturas:

A

ABEJA: Según las Escrituras, Palestina es una tierra que fluye miel ( Éx. 3,8). Su clima seco, su gran abundancia y variedad de flores aromáticas y sus rocas de piedra caliza la hacen especialmente idónea para las abejas. No es de extrañar entonces que abunden allí las abejas de miel, tanto silvestres como en colmenas. Todas las especies conocidas por los nombres de bombus, nomia, andrena, osmia, megachile, anthophora, están ampliamente diseminadas por el país. La abeja de colmena de Palestina, fasciata apis, pertenece a una variedad ligeramente diferente de la nuestra, caracterizada por rayas amarillas en el abdomen. Se dice que las abejas silvestres viven no sólo en las rocas Sal. 81(80),17), sino también en huecos de árboles (1 Sam. 14,25), incluso en carroña seca ( Jc. 14,8). Las colmenas de Siria y Egipto están hechas de una pasta de arcilla y paja para la frescura. En los tiempos del Antiguo Testamento, la miel era un artículo de exportación ( Gén. 43,11; Ez. 27,17). Las abejas se mencionan en la Sagrada Escritura como término de comparación para un numeroso ejército que acosa implacablemente a sus enemigos. Debôrah, el nombre hebreo de las abejas, era un nombre favorito para las mujeres.

ABUBILLA: ( Lev. 11,19; Deut. 14,18). La analogía del hebreo con el siríaco y copto para el nombre de esta ave hace dudosa la identificación, aunque algunos, siguiendo el ejemplo de la V.A., ven en el hebreo dûkhîpháth, el avefría. Los egipcios adoraban la abubilla y la hicieron el emblema de Horus.

ÁGUILA: Así es traducido generalmente el hebreo néshér, pero hay una duda acerca de si se quiso denotar el águila o una especie de buitre. Parece incluso probable que los hebreos no distinguían muy cuidadosamente estas diferentes aves de presa grandes, y que se habla de todas como si fuesen de una sola clase. De todos modos, se sabe que en Palestina viven cuatro especies de águila: aquila chrysœtos, aquila nœvia, aquila heliaca y circœtos gallicus. En la Escritura hay muchas alusiones al águila: a menudo se menciona su costumbre de habitar en los más vertiginosas acantilados para anidar, su visión aguda, su costumbre de congregarse para alimentarse de los muertos, su rapidez, su longevidad, su notable cuidado en la formación de sus crías (véase, en particular, Job 39,27-30). Cuando las relaciones de Israel con sus vecinos se hicieron más frecuentes, el águila se convirtió, bajo la pluma de los profetas y poetas judíos, en emblema, primero de los asirios, luego de los babilonios y por último de los reyes persas.

ÁGUILA BARBUDA: (gypœtus barbatus) muy probablemente designada con el hebreo pérés, traducido por buitre en la Biblia de Douay.

AGUILA PESCADORA: (Lev. 11,13) (Hebreo, óznîyyah) El águila pescadora, cuyo nombre probablemente denota a todas las águilas más pequeñas.

ALCOTÁN, SACRE: (falco subbuteo). Vea Halcón.

ALFANEQUE: BUZZARD (Hebr., rã'ah). Probablemente el milano de la B.D. y el halcón de la V.A. (Deut. 14,13), posiblemente, a través de un error de escriba, puede ser identificado con el milano negro, da'ah, de Lev. 11,14. El alfaneque, tres especies del cual existen en Palestina, ha sido siempre común allí.

ALIMOCHE: Así la V.A. traduce el hebreo rãhãm (Lev. 11,18) o rãhãmah (Deut. 14,17). Generalmente se cree que el alimoche denota al buitre hebreo (neophron percnopterus), o gallina del faraón. Sin embargo, no es fácil decidir si se debe reconocer a esta ave en el hebreo rãhãm; pues mientras que, por un lado, la semejanza del nombre arábigo para el buitre egipcio con el hebreo rãhãm parece bastante para apoyar la identificación, la mención del rãhãm en una lista de aves zancudas, por el contrario, arroja una duda seria sobre su corrección.

ANTÍLOPE: La palabra, aplicada por primera vez como cualificación para la gacela, debido al brillo y expresión dulce de sus ojos, se ha convertido en el nombre de un género de cuadrúpedos rumiantes intermedios entre el ciervo y la cabra. En la Biblia se mencionan cuatro especies, a saber:

  • (1), el dîshon (B.D., pigargo; Deut. 14,5), comúnmente identificado con el antilope addax;
  • (2) el çebhî (Deut. 12,15, etc.; B.D.) o gacela, antilope dorcas;
  • (3) el the'ô (Deut. 14,5; B.D. cabra montés; Isaías 51,20, B.D. toro salvaje), que parece ser el búbalo (antilope bubalis), y
  • (4) el yáhmûr (Deut. 14,5), cuyo nombre es dado por los árabes a los corzos del norte de Siria y el orix (antílope blanco, antilope oryx) del desierto.

ANTÍLOPE ADDAX: Una especie de antílope (antilope addax) con cuernos retorcidos; que muy probablemente corresponde al dîshõn de los hebreos y al pigargo de las diversas traducciones (Deut. 14,5).

AÑUBLO: Ciertamente en Deut. 28,42 (B.J., insectos) designa un insecto voraz; el hebreo çelãçál, "chirrido", sugiere que se denota el grillo y, posiblemente, podría ser sustituido por añublo. En el Sal. 78(77),46 (B.J., langosta) representa a hãsîl, “el destructor", tal vez la langosta en su estado de oruga, en el que es sumamente perjudicial.

ARAÑA: Un insecto del que hay millones en Palestina, donde se han identificado varios cientos de especies. Su telaraña ofrece una ilustración muy popular para las empresas frágiles y efímeras (Job 8,14; Is. 59,5); sin embargo, en tres pasajes los traductores parecen haber escrito erróneamente araña por polilla [Sal. 39(39),12], suspiro [Sal. 90(89),9 y piezas (Oseas 8,6).

ASNA, POLLINO DE: Este es más especialmente el símbolo de la paz y la obediencia sumisa ( Juan 12,15).

ASNO: El asno siempre ha gozado de un marcado favor sobre todas las otras bestias de carga en Palestina. Esto se evidencia por dos observaciones muy sencillas. Mientras, por un lado, la mención de este animal ocurre más de ciento treinta veces en la Sagrada Escritura, por el otro lado, para designar el asno el vocabulario hebreo posee, de acuerdo a su color, sexo, edad, etc, un surtido de palabras en fuerte contraste con la penuria ordinaria del lenguaje sagrado. De estos diversos nombres el más común es hamôr, "rojizo", pues en general el pelo del asno oriental es de ese color. Los asnos blancos, más raros, eran también más apreciados y se reservaban para el uso de los nobles ( Jc. 5,10). Parece que la costumbre se introdujo muy temprano, y todavía prevalece, de pintar los burros mejor formados y valiosos en rayas de distintos colores. En el Oriente el asno es mucho más grande y más fino que en otros países, y en varios lugares las genealogías de las mejores razas son cuidadosamente preservadas. Los asnos han sido siempre un elemento importante en los recursos de los pueblos de Oriente, y en la Biblia se nos habla repetidamente sobre los rebaños de estos animales que poseían los patriarcas ( Gén. 12,16; 30,43, 36,24, etc .), y los israelitas ricos (1 Sam. 9,3; 1 Crón. 27,30, etc.); de ahí las varias regulaciones producidas por el legislador de Israel sobre este tema. “no codiciarás… ni su asno…”( Éx. 20,17); además, si encuentras el asno extraviado de tu vecino, no te desentenderás, y debes ayudar a su dueño a cuidar esta parte de su rebaño ( Deut. 22,3-4).

En Oriente el asno sirve para muchos propósitos. Su andar parejo y seguro, tan bien adaptado a los caminos ásperos de la Tierra Santa, lo hicieron en todo momento el más popular de todos los animales de montar en las regiones montañosas (Gén. 22,3, Lucas 19,30). Tampoco fue montado sólo por la gente común, sino también por personas del más alto rango (Jc. 5,10; 10,4; 2 Sam. 17,23; 19,26, etc.). No es de extrañar, pues, que Nuestro Señor a punto de entrar triunfalmente a Jerusalén, mandó a sus discípulos que le trajeran una asna y su pollino; no fue ninguna lección de humildad, como pretenden algunos, sino la afirmación del carácter pacífico de su reino.

Aunque la Escritura habla de "ensillar" el asno, por lo general, el jinete no usaba silla; un paño extendido sobre el lomo del asno y sujetado con una correa era todo el equipo. El jinete se sentaba sobre esta tela, y generalmente un criado caminaba a un lado. En caso de un viaje familiar, las mujeres y los niños montaban el asno, ayudados por el padre (Éx. 4,20). Este modo de viajar ha sido popularizado por pintores cristianos, que copiaban las costumbres orientales en sus representaciones de la huida de la Sagrada Familia a Egipto. Decenas de pasajes de la Biblia aluden a asnos que llevan cargas; los Evangelios, al menos en el texto griego, hablan de muelas giradas por asnos ( Mateo 18,6; Marcos 9,41; Lc. 17,2); Josefo y los monumentos egipcios nos enseñan que este animal se utilizó para trillar el trigo. Por último, leemos en repetidas ocasiones en el Antiguo Testamento de asnos atados a un arado (Deut. 22,10; Is. 30,24, etc.) y, en referencia a esta costumbre, la Ley prohibía arar con un buey y un asno juntos (Deut. 22,10).

Por Isaías 21,7, confirmado por las declaraciones de los escritores griegos, nos enteramos de que parte de la fuerza de caballería en el ejército persa cabalgó en burros; tal vez deberíamos entender de 2 Reyes 7,7 que los ejércitos sirios siguieron la misma práctica, pero tal costumbre parece no haber prevalecido alguna vez entre los hebreos. Para ellos el asno era esencialmente para usos pacíficos, el emblema de la paz, como el caballo era el símbolo de la guerra. La carne del asno era impura y prohibida por la Ley. Sin embargo, en algunas circunstancias particulares ninguna ley podía prevalecer sobre la necesidad, y leemos que durante el reinado de Joram, cuando Benadád sitió a Samaria, el hambre era tan extrema en esa ciudad, que la cabeza de un asno se vendía por ochenta piezas de plata (2 Rey. 6,25).

ÁSPIDE: (áspide): Esta palabra, que aparece diez veces en la B.D., representa cuatro nombres hebreos:

  • (1) Péthén: (Deut. 32,33; Job 20,14.16; Sal. 58(57),5; Is. 11,8). Por varias alusiones, tanto a su veneno mortal (Deut. 32,33), y su utilización por los encantadores de serpientes (Sal. 58(57),5-6) parece que denota más probablemente la cobra (Naja aspis). Segura para pararse sobre su cuerpo, e incluso quedarse en el hoyo donde se enrosca, es manifiestamente un signo de la particular protección de Dios. (Sal. 91(90),13; Is. 11,8). Sofar, uno de los amigos de Job, dice de los malvados que chupan el veneno de Péthén, en castigo de lo cual los alimentos que ingieren se convertirán dentro de ellos en hiel de este venenoso reptil. (Job 20,14.16).
  • (2) ’Akhshûbh, mencionada sólo una vez en la Biblia Hebrea, a saber, Sal. 140(139),4, pero manifiestamente mencionada en Sal. 13,3 y Rom. 3,13, parece haber sido una de las especies de víbora más altamente venenosas, quizás la toxicoa, también llamada echis arenicola o scytale de las Pirámides, muy común en Siria y el norte de África.
  • (3) Sháhál también se halla sólo una vez denotando una serpiente, Sal. 91(90),13; pero no podemos determinar qué tipo de serpiente es. Debido a algún error de un copista, la palabra Sháhál pudo haberse colado en el lugar de otro nombre ahora imposible de restaurar.
  • (4) çphônî (Is. 59,5) "la sibilante”, generalmente traducido como basilisco en la B.D. y en las traducciones antiguas, en estas últimas a veces se llamaba régulo. Esta serpiente era considerada tan mortal que, según el dicho popular, su silbido solo, incluso su aspecto, era fatal. Probablemente era una víbora pequeña, tal vez una cerastes, posiblemente la daboia zanthina, según Cheyne.

ATTACUS: ( Lev. 11,22) .- En lugar de esta palabra latina, la V.A. lee langosta calva. De acuerdo con la tradición consagrada en el Talmud, probablemente denota el truxalis común, una langosta con una cabeza lisa muy larga. (B.J.: solam).

AUTILLO: El equivalente en Sal. 102(101),7 de la palabra hebrea traducida en Lev. 11,17 por búho, parece denotar el tordo azul (petrocynela cyanea), un ave solitaria muy conocida en el país, que es aficionada a sentarse sola en un techo o una roca.

AVE CANTORA: Este pájaro cantor de Sof. 2,14, de acuerdo a la B.D., debe su origen a una mala traducción del original, que probablemente debería leerse: "Y su voz cantará en la ventana" (B.J., “El búho cantará en la ventana”), a menos que por un error de algún escriba, la palabra qôl, voz, haya sido substituida por el nombre de algún ave en particular.

AVE TEÑIDA: Así la versión inglesa interpreta erróneamente la palabra hebrea ’áyit ( Jer. 12,9), la cual significa bestia de presa, a veces también ave de rapiña (B.J., rapaces).

AVES: Esta palabra que, en su sentido más general, se aplica a cualquier cosa que vuele ( Gén. 1,20-21), y que aparece con frecuencia en la Biblia con este significado, a veces también se utiliza en un sentido más estricto, como, por ejemplo, 1 Rey. 4,23, donde representa a todas las aves gordas que pueden contarse entre las exquisiteces de la mesa de un rey; así también en Gén. 15,11 e Is. 18,6, donde significa las aves de presa en general. En este último significado se alude a su costumbre de posarse en los árboles desnudos o muertos, o de ir juntos en bandada en gran número.

AVESTRUZ: (B.J.: Lev. 11,16; Deut. 14,15; Job 30,29; 39,13; Is. 13,21; 34,13; 43,20; Lam. 4,3; Miq. 1,8) Ocasionalmente se encuentra al avestruz en los desiertos del sudeste de Palestina, y si hemos de juzgar por las muchas menciones que se hacen de él, era muy conocido entre los hebreos. Se alude varias veces a la belleza de su plumaje, a su ligereza, a su famosa estupidez, y a su costumbre de dejar sus huevos en la arena para que se incuben por el calor del sol.

AVETORO: Bothaurus vulgaris, ave zancuda tímida, solitaria, relacionada con la garza y que habita en las profundidades de los pantanos, donde su grito alarmante y tronador en la noche da una impresión de desolación aterradora. En la B.D. avetoro traduce la palabra hebrea qã'ãth ( Lev. 11,18; Is. 34,11; Sof. 2,14), aunque por alguna inconsistencia la misma palabra hebrea es traducida en Deut. 14,17 como cormorán, y en el Sal. 102(101),7 como pelícano. El pelícano reúne todos los requisitos de todos los pasajes donde se menciona qã'ãth, y tal vez sería una traducción mejor que avetoro (B.J.: pelícano).

AVISPÓN: HORNET (Heb. çíre'ah; vespa crabro). Una de las avispas más grandes y beligerantes; cuando se les molesta atacan al ganado y a los caballos; su picadura es muy severa, capaz no sólo de llevar a los hombres y al ganado a la locura, sino incluso de matarlos ( Éx. 23,28; Deut. 7,20; Josué 24,12).

B

C

Bibliografía: CARPENTER, Scripture Natural History (Londres, 1828); HARRIS, Natural History of the Bible (ed. Conder, Londres, 1833-34); WOOD, Animals of the Bible (Londres, 1883); TRISTRAM, Natural History of the Bible (Londres, 1883); The Fauna and Flora of Palestine (Londres, 1889); The Animal Creation in the Bible, in Aids to the Student of the Bible (Londres, 1898); HART, The Animals Mentioned in the Bible (Londres, 1888); KNIGHT, Bible Plants and Animals (Londres, 1889); BOCHART, Hierozoicon (Londres, 1663, 1712); ROSENMÜLLER, Biblische Naturalgeschichte (Leipzig, 1820); SCHEGG AND WIRTHMÜLLER, Biblische Archäologie (Friburgo, 1887); CULTRERA, Fauna biblica (Palermo, 1880); HAGEN, Lex. bibl. (París, 1905), I; Dictionaries of the Bible.

Fuente: Souvay, Charles. "Animals in the Bible." The Catholic Encyclopedia. Vol. 1. New York: Robert Appleton Company, 1907. <http://www.newadvent.org/cathen/01517a.htm>.

Está siendo traducido por Luz María Hernández Medina.