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Jueves, 21 de noviembre de 2024

Epístola de Santiago

De Enciclopedia Católica

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Autor y Autenticidad

Al autor se le identifica comúnmente con el hermano del Señor, el obispo de Jerusalén (véase Santiago el Menor, la opinión de que el hermano del Señor debe ser identificado con Santiago, el hijo de Alfeo, es por mucho la más probable). La evidencia interna (contenido de la epístola, su estilo, dirección, fecha y lugar de composición) señalan indudablemente a Santiago, el hermano del Señor, el obispo de Jerusalén, como el autor; él exactamente, y sólo él, cumple las condiciones requeridas en el autor de la epístola. La evidencia externa comienza en una fecha relativamente tardía. Algunas coincidencias, o analogías, existen entre la Epístola y los Padres Apostólicos (Papa San Clemente I, el Pastor de Hermas, San Justino, San Ireneo; ver Mienertz, "Der Jacobusbrief", Friburgo im Br.., 1905, p. 55 y ss.). La relación literaria entre la Epístola de Santiago y la Epístola a los Romanos es dudosa. Su reconocimiento posterior en la Iglesia, especialmente en Occidente, puede explicarse por el hecho de que fue escrita para cristianos judíos, y por lo tanto no circuló ampliamente entre las iglesias gentiles. Desde mediados del siglo III, los autores eclesiásticos citan la Epístola como escrita por Santiago, el hermano del Señor. Vea los testimonios en la sección siguiente. La mayoría de los Padres de la Iglesia Latina identifican al autor con Santiago el Apóstol. En la Iglesia Oriental, sin embargo, la autoridad de Eusebio y San Epifanio puede explicar algunas dudas eclesiásticos sobre el origen apostólico de la Epístola, y en consecuencia sobre su estatus en el canon.

Tradición en Cuanto a su Pertenencia al Canon

En los primeros siglos de la Iglesia la autenticidad de la Epístola fue cuestionada por algunos, y entre otros, por Teodoro de Mopsuestia; es por lo tanto deuterocanónica. No aparece en el Canon Muratorio, y debido al silencio de varias de las Iglesias Occidentales sobre ella, Eusebio la clasifica entre los “Antilegomena” o escritos impugnados (Hist. Ecl.., III, XXV, II, XXIII); San Jerónimo da información similar (De vir. Ill., II), pero añade que con el tiempo su autenticidad fue universalmente admitida. En el siglo XVI Erasmo y Cayetano impugnaron su naturaleza inspirada; Lutero repudió enérgicamente la Epístola como "una carta de paja" e "indigna del espíritu apostólico", y esto únicamente por razones dogmáticas, y debido a sus ideas preconcebidas, pues la Epístola refuta la doctrina herética de que la fe sola es necesaria para la salvación. El Concilio de Trento definió dogmáticamente que la Epístola de Santiago es canónica.

Dado que la solución a la cuestión de la historia del lugar en el Canon depende principalmente del testimonio de los antiguos Padres, queda por verse si es citada por ellos como Escritura.

  • (c) En la Iglesia siria, el Peshito, aunque omite las epístolas católicas menores, si posee la de Santiago; San Efrén la utiliza a menudo en sus escritos. Además, los herejes más notorios de Siria la reconocieron como auténtica. Así encontramos que Nestorio la clasificó en el canon de los libros sagrados, y Santiago de Edesa aduce el testimonio de Santiago, v. 14. La Epístola se encuentra en las versiones copta, sahídica, etíope, árabe y armenia de la Biblia. Aunque, por lo tanto, la pertenencia al canon de la Epístola de Santiago fue cuestionada por unos pocos durante los primeros siglos, en diferentes partes de la Iglesia se hallarán desde época temprana numerosos testimonios a favor de su pertenencia al mismo. Desde finales del siglo III ha sido universal su aceptación como inspirada y como obrao de Santiago, como claramente se desprende de las diversas listas de los libros sagrados elaboradas a partir del siglo IV.

Análisis y Contenido de la Epístola

Los temas tratados en la Epístola son muchos y variados y, además, Santiago no pocas veces, mientras que dilucida un punto determinado, pasa abruptamente a otro, y actualmente se reanuda una vez más su argumento anterior, por lo tanto es difícil hacer una división exacta de la Epístola. Es dudoso si el autor sagrado pretendía cualquier disposición sistemática del tema, de hecho, lo más probable es que no lo hizo, en los libros sapienciales hebreos del Antiguo Testamento, Proverbios, Eclesiastés, Eclesiástico, con los cuales la presente Epístola se puede asemejar de muchas formas, el orden en que se presentan las sentencias morales no parece sugerir una conexión entre ellos. Por lo tanto, será más conveniente dar una simple enumeración de los temas tratados en la epístola:

  • Inscripción (1,1);
  • hay que sufrir las persecuciones con paciencia y alegría (2-4);
  • la sabiduría se debe pedir confiadamente a Dios (5-8);
  • se recomienda la humildad (9-11);
  • Dios no es el autor del mal, sino del bien (12-18);
  • debemos ser lentos a la ira (19-21);
  • no sólo es necesaria la fe, sino también las buenas obras (22-27).
  • contra la acepción de personas (2,1-13);
  • otra exhortación a las buenas obras (14-26).
  • contra los males de la lengua (3,1-12);
  • contra la envidia y la discordia, 13-18.
  • contra las guerras y contiendas (4,1-3);
  • contra el espíritu del mundo y el orgullo (4-10);
  • contra la detracción (11-13a);
  • contra la vana confianza en las cosas materiales (13b-16).
  • contra el rico que oprime al pobre (5,1-6);
  • exhortación a la paciencia en tiempos de opresión (7-11), y evitar jurar (12);
  • sobre la unción de los enfermos (13-15);
  • sobre la oración (16);
  • debemos tener en el corazón la conversión de los pecadores (19-20).

Esta enumeración demuestra que Santiago inculca especialmente: la paciencia y la perseverancia en la adversidad, en las tentaciones y en las persecuciones; la necesidad de las buenas obras, la misericordia y la caridad. Para la cuestión de la aparente oposición entre Santiago y San Pablo respecto a "la fe y las obras" vea Epístola a los Romanos.

Ocasión y Objeto

Ocasión

Santiago parece haber sido impulsado a escribir su Epístola al ser testigo de que el primer fervor de los cristianos judíos se había enfriado, y que, debido a diversas causas, tanto externas como internas, un cierto espíritu de desaliento se había declarado entre ellos.

(1) Causas Externas: Los nuevos conversos cristianos primero se encontraron ser el objeto de la indiferencia sólo de sus compueblanos, cuya mayoría permanecían aún en la incredulidad, pero esta actitud cambió muy pronto a una de hostilidad e incluso de persecución. Estos primeros conversos, pertenecientes en su mayoría a las clases más pobres, se vieron oprimidos por los infieles ricos; a algunos se les negó el empleo; a otros, sus salarios (v. 4); otras veces eran arrastrados despiadadamente ante los tribunales (2,6); fueron perseguidos en las sinagogas, y fueron, además, reducidos a una extrema miseria e incluso la inanición (2,15-17).

(2) Causas Internas: En medio de estos juicios la fe de muchos comenzó a languidecer (2,14.20.26), y poco a poco fueron permitiendo nuevamente los malos caminos que habían abandonado al convertirse. Así sucedió que en las asambleas sagradas se despreciaba a los pobres (2,1-9); hubo rupturas de la caridad fraterna (2,7); algunos se arrogaron el puesto de maestro para el cual no estaban capacitados (3,1.13), muchos eran culpables de detracción y otros pecados de la lengua (3,1-12; 4,11-13); hubo contiendas y demandas judiciales (4,1-2), y algunos se entregaron a los juramentos (5,12); otros descuidaron la oración asidua (5,13, 17-18); otros cedieron ante el orgullo y la vanagloria (4,6-10); incluso parece que se pasaron por alto algunos de los ritos sagrados (5,14-16). Tales eran los males que la Epístola trató de remediar

Objeto

Santiago escribió su epístola con un propósito moral, y se dirigió a sus correligionarios como su pastor, en su calidad de obispo de Jerusalén, para: (1) para exhortarlos a la constancia en la fe, a pesar de las persecuciones y los juicios a que estaban siendo sometidos, y para consolarlos en sus tribulaciones, (2) para corregir los abusos y extirpar los males entre ellos, instándolos a hacer su conducta consistente con su fe, y recordándoles encarecidamente que la fe sola no les salvaría a menos que le añadiesen las buenas obras.

Destinatarios

Santiago escribió su epístola para los cristianos judíos fuera de Palestina, que, en su mayoría, eran pobres y oprimidos. Sabemos esto con certeza por la inscripción (1,1) y por varias indicaciones en el texto.

A. Las palabras (1,1), "a las doce tribus" puede significar toda la nación judía; pero las siguientes palabras, "de la Dispersión” designan claramente a los judíos de la diáspora. Los judíos en Palestina, rodeados por los gentiles, no eran considerados como "dispersos". Que se dirigió a los cristianos judíos solamente se hace evidente por el hecho de que el autor se llama a sí mismo "el siervo de Dios y de nuestro Señor Jesucristo”, y con este título indica claramente que le escribe a los discípulos de Cristo solamente.

B. Que los lectores eran judíos parece aún más evidente por la Epístola misma. Santiago da por sentado que aquellos a quienes se dirigía estaban bien versados en los escritos del Antiguo Testamento. Además, él los llama no sólo sus "hermanos", cuyo nombre tomado por sí solo no remueve toda duda, sino que demuestra tan claramente que cristianos que no se comprende cómo los críticos entienden que los "hermanos" a los que la Epístola fue escrita son judíos no conversos. Así, en 1,18, escribe a aquellos a quienes Dios "engendró por su propia voluntad con palabra de verdad, para que fuésemos como las primicias de sus criaturas"; en 2,1 le advierte de la siguiente manera: "Hermanos míos , no entre la acepción de personas en la fe que tenéis en nuestro Señor Jesucristo glorificado”; en 2,7, se refiere a ellos cuando habla de "el nombre que ha sido es invocado sobre vosotros"; en 5,7 les exhorta a ser pacientes "hasta la venida del Señor"; etc. La fecha de composición aporta más pruebas al respecto.

C. El contexto no revela quiénes fueron los conversos judíos particulares a quienes iba dirigida la Epístola. Deducimos, sin embargo, que Santiago apela a ciertos cristianos, que trabajan bajo la presión de circunstancias particulares, a fin de advertirles contra peligros especiales; nadie admitirá fácilmente que los vicios contra los que vitupera y los errores que condena habrían de hallarse en todas y cada comunidad de judíos conversos. Por lo tanto, la conclusión de que se dirigió a algunas Iglesias particulares se impone en nuestras mentes. Como, según la opinión más probable, la epístola no fue escrita a más tardar hacia el año 50, podemos concluir que fue escrita a algunas de las Iglesias de Siria o de otro país, no muy lejos de Jerusalén.

Estilo

El estilo es sentencioso, figurativo, a menudo poético, y puede ser comparado al de los libros proféticos y sapienciales del Antiguo Testamento. Es rápido, denota la emoción, y no carece de las vehementes explosiones de sentimientos habituales en los escritores de la época, y que tan poderosamente establecen la fuerza del argumento ante el lector. Ya se ha señalado que las distintas oraciones de la Epístola se pueden dividir en hemistiquios de sentido paralelo; lo que está plenamente conforme con el marcado estilo hebreo de toda la epístola; es un hecho bien conocido que la época clásica no se halla en hebreo, sino que los miembros de una proposición corta están continuamente en yuxtaposición.

Tiempo y Lugar de Composición

A. Tiempo

La epístola fue escrita probablemente alrededor del año 47. La referencia a las persecuciones (2,6) está en el tiempo presente, e indica una etapa de sufrimiento que aún no ha retrocedido en el pasado de la historia. Ahora, en el año 44 d.C. las iglesias de Judea fueron expuestas a la persecución infligida por Herodes Agripa, en la que Santiago, el hijo de Zebedeo, fue asesinado (Hch. 12,1 ss). Además, el autor no podría haber escrito después del Concilio de Jerusalén (51 d.C.), donde Santiago actuó como presidente, sin una alusión a su decisión aceptada por unanimidad (Hch. 15,4 ss). Otra indicación que también se deriva de la evidencia interna indirecta, es una alusión a los pobres hambrientos y desnudos (de Jerusalén, 2,15 ss.); ellos sufrieron probablemente de la hambruna predicha por Ágabo (Hch. 11,28-30), y normalmente se identifican con el mencionado por Flavio Josefo (Antiq., XX, II, 5), 45 d.C.

B. Lugar de Composición

La epístola probablemente fue escrita por Santiago en Jerusalén, lo que podemos deducir del estudio de la vida del autor (véase Santiago el Menor), y esta opinión encuentra el favor de casi todos sus críticos.


Bibliografía: Consulte las Introducciones al Nuevo Testamento. Será suficiente indicar algunos comentarios recientes y estudios especiales en los que se menciona la bibliografía anterior. OBRAS CATÓlICAS:-ERMONI EN VIGOUROUX, Dict. de la Bible, s.vv. Jacques (Saint) le Majeur, Jacques (Saint) le Mineur, Jacques (Epître de Saint); JACQUIER, Histoire des livres de Nouveau Testament (París, 1909); MEINERTZ, Der Jacobusbrief und sein Verfasser in Schrift und Ueberlieferung (Friburgo im Br., 1905); CALMES, Epître catholiques, Apocalypse (París, 1905); VAN STEENKISTE-CAMERLYNCK, Commentarius in Epistolas Catholicas (Bruges, 1909). OBRAS NO CATÓLICAS: LIPSIUS, Die apocryphen Apostelgeschichten und Apostellegenden (Braunschweig, 1883-1890); SPITTA, Der Brief des Jacobus (Göttingen, 1896); MAYOR, The Epistle of St. James (Londres, 1892); IDEM in HASTINGS, Dict. of the Bible, s.vv. James and James, The General Epistle of; PLUMPTRE, The General Epistle of St. James (Cambridge, 1901); EMMETT in HASTINGS-SELBIE, Dict. of the Bible, s.v. James, Epistle of.

Fuente: Camerlynck, Achille. "Epistle of St. James." The Catholic Encyclopedia. Vol. 8. New York: Robert Appleton Company, 1910. <http://www.newadvent.org/cathen/08275b.htm>.

Traducido por Luz María Hernández Medina