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Miércoles, 25 de diciembre de 2024

Domingo de Ramos

De Enciclopedia Católica

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El Domingo de Ramos es el sexto y último domingo de Cuaresma y el comienzo de la Semana Santa, un domingo del más alto rango, en el que no se permite siquiera conmemoración de ningún tipo en la Misa. En el derecho común marca el comienzo de los deberes de la Pascua. El misal romano señala la estación de San Juan de Letrán (véase días de estación) y antes de septiembre de 1870, el Papa realizaba la ceremonia allí. Los griegos celebran el día con gran solemnidad; lo llaman kyriake o heorte ton baion o heorte baiophoros o también domingo de Lázaro, porque el día antes ellos tienen la fiesta de la resurrección de Lázaro. Los emperadores solían distribuir ramas de palma y pequeños regalos entre sus nobles y domésticos.

Los libros litúrgicos latinos lo llaman Dominica in Palmis, Dominica o Dies Palmarum. El día ha recibido el nombre de Dominica Hosanna o simplemente Hosanna (Ozanna) a partir del grito del pueblo durante la procesión. Debido a que cada gran fiesta era de alguna manera un recuerdo de la Resurrección de Jesucristo y, en consecuencia, era llamada Pascha, nos encontramos con los nombres Pascha floridum, en francés Pâques fleuries, en español Pascua florida, y fue a partir de este día de 1512 que el estado de la Florida (EE. UU. AA) recibió su nombre (Nilles, II, 205). Los términos Dominica florida y dies floridus surgieron de la costumbre de bendecir las flores y entrelazarlas entre las palmas. El Domingo de Flores era muy conocido en Inglaterra, en Alemania, como Blumensonntag o Blumentag, como también entre los serbios, croatas y rutenos, en el breviario y misal glagolítico y entre los armenios. Estos últimos celebran otro Domingo de Ramos en el séptimo domingo después de Pascua para conmemorar el "Ingressus Domini in coelum juxta visionem Gregorii Illuminatoris" llamado Secundus floricultus o Secunda palmarum dominica (Nilles, II, 519).

Dado que este domingo es el comienzo de la Semana Santa, durante la cual los pecadores se reconciliaron, se le llamaba Dominica indulgentioe, cormpetentium y capitilavium por la práctica de lavado y afeitado de la cabeza como una preparación física para el bautismo. Durante los primeros siglos de la Iglesia este sacramento era conferido solemnemente sólo en la noche del Sábado Santo, tras habérsele dado a conocer el texto del Credo a los catecúmenos en el anterior Domingo de Ramos. Esta práctica fue seguida en España (Isidoro, "De off. eccl.", I, 27), en la Galia (P.L., LXXII, 265), y en Milán (Ambrosio, Ep. XX). En Inglaterra al día se le llamaba Domingo de Ramas u Olivos, Domingo de Tejo, Sauce o Domingo en Flor, o Domingo de las Ramas de Sauces. Puesto que la celebración recordaba la solemne entrada de Cristo en Jerusalén, la gente hacía uso de muchas representaciones pintorescas y realistas; así, una figura de Cristo sentado en un asno, tallada en madera, era llevada en la procesión, e incluso traída a la iglesia. Estas figuras aún pueden verse en los museos de Basilea, Zurich, Munich y Nuremberg (Kellner, 50).

En algunos lugares de Alemania y Francia existía la costumbre de esparcir flores y ramas verdes alrededor de la Cruz en el cementerio. Después de la recitación de la Pasión en la Misa, se traían palmas y esta Cruz (en consecuencia, a veces llamada la Cruz de Palma) era envuelta y adornada con ellas para simbolizar la victoria de Cristo. En la Baja Baviera los muchachos iban por las calles cantando el "Pueri hebraeorum" y otros villancicos, de donde recibieron el nombre de Pueribuben ("Theologisch-praktische Quartalschrift", 1892, 81). A veces un crucifijo al descubierto, o el libro del Evangelio, y con frecuencia el Santísimo Sacramento, eran llevados en procesión. En muchas partes de Inglaterra se preparaba una tienda de campaña grande y hermosa en el cementerio. Dos sacerdotes acompañados por luces traían el Santísimo Sacramento en una bella taza o píxide colgada en un santuario de obra libre a esta tienda de campaña. Una larga procesión con palmas y flores salía de la iglesia y hacía cuatro estaciones en el cementerio de los laicos al norte de la iglesia, en el lado sur, en la puerta oeste y ante la cruz del cementerio, que era entonces descubierta. En cada una de estas estaciones se cantaban los Evangelios. Después del canto del primer Evangelio, se llevaba hacia adelante la urna con el Santísimo Sacramento. Al reunirse, todos se postraban y besaban el suelo; entonces la procesión continuaba. Se abría la puerta de la iglesia, los sacerdotes sostenían en alto el vaso con el Santísimo Sacramento, de modo que todos los que entraban tenían que pasar por debajo del mismo, y así la procesión regresaba a la iglesia. La introducción del Santísimo Sacramento en la procesión del Domingo de Ramos se atribuye generalmente al beato Lanfranco, quien ordenó la ceremonia para su Abadía de Bec.

Los escritores litúrgicos difieren en la asignación de un tiempo para la introducción de la bendición de palmas y de la procesión. Martène, ("De Antiq. eccl. discipl.", XX, 288), no encuentra ninguna mención de ellos antes del siglo VIII o IX. Peliccia, ("Christian. Eccl. politia", II, 308), es de la misma opinión, y menciona a Amalario, ("De div. Off., I, X) como el primero en hablar de ellos. Binterim, (V, I, 173) basado en la autoridad de Severo, patriarca de Antioquía, y de Josué Estilitas, establece que Pedro, obispo de Edesa, alrededor del año 397, ordenó la bendición de las palmas para todas las iglesias de Mesopotamia. Las ceremonias tuvieron su origen probablemente en Jerusalén. En la "Peregrinatio Sylviae", llevada a cabo entre 378 y 394, son descritas así: En el Día del Señor, que comienza la semana pascual, o semana mayor, después de haberse realizado todos los ejercicios habituales desde el canto del gallo hasta la mañana en la Anastasia y en la Cruz, se iban a la iglesia mayor detrás de la Cruz del Gólgota, llamada el Martirio, y allí se celebraban los servicios del domingo ordinario. En la séptima hora (una de la tarde) todos procedían al Monte de los Olivos, Eleona, la cueva en la que Nuestro Señor solía enseñar, y durante dos horas se recitaban himnos, antífonas y lecturas. Cerca de la hora de nona (3:00 p.m.) todos iban, cantando himnos, a la Imbomon, donde Nuestro Señor ascendió al cielo. Aquí se pasaban dos horas más en ejercicios devocionales, hasta las cinco de la tarde, cuando se leía el pasaje del Evangelio que relata cómo los niños que llevaban ramas y palmas recibieron al Señor, diciendo: "¡Bendito el que viene en el Nombre del Señor". Al oír estas palabras todos volvían a la ciudad, repitiendo "¡Bendito el que viene en el Nombre del Señor." Todos los niños llevaban ramas de palma o de olivo. Los fieles cruzaban la ciudad hacia la Anastasia, y allí recitaban las vísperas. Luego, después de una oración en la iglesia de la Santa Cruz todos regresaban a sus hogares.

En los tres sacramentarios romanos más antiguos no se halla mención ya sea de la bendición de las palmas o de la procesión. La primera mención se encuentra en el "Gregorianum", utilizado en Francia en los siglos IX y X. En él se encuentra entre las oraciones del día una que pronuncia una bendición sobre los portadores de las palmas, pero no sobre las palmas. El nombre Dominica in palmis, De passione Domini aparece en el “Gelasiano”, pero solo como un sobrescrito, y Probst ("Sacramentarien und Ordines", Münster, 1892, 202) está probablemente correcto al sospechar que la primera parte es una adición, y que la inscripción original es De passione Domini. Parece cierto que el llevar palmas durante los servicios era la práctica anterior, luego vino la procesión y más tarde la bendición de las palmas.

Las ceremonias principales del día son la bendición de las palmas, la procesión, la Misa, y, durante la Misa, el canto de la Pasión. La bendición de las palmas sigue un ritual similar al de la Misa. En las ramas de las palmas del altar se colocan entre las velas en lugar de flores se utilizan habitualmente. En medio de los candeleros sobre el altar, se colocan ramas de palmas en lugar de las flores usadas de ordinario. Las palmas a ser bendecidas están sobre una mesa al lado de la epístola o, en las catedrales, entre el trono y el altar. El obispo lleva a cabo la ceremonia desde el trono, el sacerdote en el lado de la Epístola del altar. Una antífona, "¡Hosanna al Hijo de David!" es seguida por una oración. Se lee la epístola de Éxodo 15,27 – 16,7, la cual narra la murmuración de los hijos de Israel en el desierto de Sin, y suspirando por las ollas de Egipto, y les da la promesa de que les enviará maná como alimento del cielo. El gradual contiene las palabras proféticas pronunciadas por el sumo sacerdote Caifás “que era necesario que un hombre muera por el pueblo”; y otro la oración de Cristo en el Huerto de los Olivos para que pasara ese cáliz; también su exhortación a los discípulos a velar y a orar. El Evangelio, tomado de San Mateo, 16,1-9, describe la entrada triunfal de Cristo en Jerusalén cuando el pueblo cortaba ramas de los árboles y las tendían a su paso, gritando: “¡Hosanna al Hijo de David, bendito es el que viene en el nombre del Señor”. (En las Misas privadas este Evangelio se lee al final de la Misa en lugar del de San Juan). A continuación sigue un discurso, un prefacio, el Santo y el Benedictus.

En las cinco oraciones que se dicen luego el obispo o el sacerdote piden a Dios que bendiga a las ramas de palma o de olivo, que sean una protección a todos los lugares a los que sean llevadas, que la mano derecha de Dios expulse todas las adversidades, bendiga y proteja a todos los que habitan en ellos, que han sido redimidos por nuestro Señor Jesucristo. Las oraciones hacen referencia a la paloma que trajo de vuelta la rama de olivo al arca de Noé y a la multitud que saludó a Nuestro Señor; dicen que las ramas de palmas significan la victoria sobre el príncipe de la muerte y las de olivo el advenimiento de la unción espiritual por medio de Cristo. El sacerdote oficiante rocía las palmas con agua bendita, las incensa, y, después de otra oración, las distribuye. Durante la distribución el coro canta el "Pueri hebraeorum". Los niños hebreos tienden sus mantos en el camino, y alzan la voz diciendo: "¡Hosanna al Hijo de David! Bendito el que viene en el nombre del Señor." Luego sigue la procesión del clero y el pueblo, que llevan las palmas benditas, entretanto, el coro canta las antífonas "Cum appropinquaret", "Cum audisset" y otras. Todos marchan fuera de la iglesia. Al regreso de la procesión dos o cuatro cantores entran a la iglesia, cierran la puerta y cantan el himno "Gloria, laus", que es repetido por los de fuera. Al final del himno el subdiácono toca la puerta con el báculo de la cruz, se abre la puerta y todos entran cantando "Ingrediente Domino". Se celebra la Misa, cuya característica principal es el canto de la Pasión según San Mateo, durante la cual todos tienen las palmas en sus manos.

Las ramas de palma han sido utilizadas por todas las naciones como un emblema de la alegría y la victoria sobre los enemigos; en el cristianismo como un signo de victoria sobre la carne y el mundo de acuerdo al Salmo 92(91),13, “Florece el justo como la palmera ("Justus ut palma florebit"); de aquí que se le asocie sobre todo con la memoria de los mártires. Las palmas bendecidas el Domingo de Ramos se utilizan en la procesión del día, luego los fieles se las llevan a sus casa y las utilizan como un sacramental. Se conservaban en lugares prominentes en la casa, en los establos y en los campos, y se echaban al fuego durante las tormentas. En el Bajo Rin existe la costumbre de adornar la tumba con palmas benditas. Las cenizas para el Miércoles de Ceniza se obtienen de la quema de las palmas benditas. En los lugares donde no se pueden encontrar palmas, se utilizan ramas de olivo, de saúco, de abeto o de otros árboles, y el "Caeremoniale Episcoporum", II, XXI, 2, sugiere que en estos casos, al menos se le adjuntarán a las ramas de olivo flores o cruces hechas de palma. En Roma, se les distribuyen ramas de olivo a las personas, mientras que el clero lleva palmas con frecuencia secas y retorcidas en diferentes formas. En algunas partes de Baviera ramas de sauce negro, con sus amentos, y adornado con flores y cintas.


Bibliografía: ROCK, The Church of Our Fathers (Londres, 1904); DUCHESNE, Christian Worship (Londres, 1904), 247; American Ecclesiastical Review (1908), 361; Kirchenlexicon; KELLNER, Heortology (tr. Londres, 1908); KRAUS, Realencyklopädie; NILLES, Kalendarium Manuale (Innsbruck, 1897).

Fuente: Mershman, Francis. "Palm Sunday." The Catholic Encyclopedia. Vol. 11. New York: Robert Appleton Company, 1911. 18 Feb. 2012 <http://www.newadvent.org/cathen/11432b.htm>.

Traducido por Luz María Hernández Medina.