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Martes, 19 de marzo de 2024

Arca de Noé

De Enciclopedia Católica

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El nombre hebreo para designar el Arca de Noé, el que aparece de nuevo en la historia de la niñez de Moisés, sugiere la idea de una caja de grandes proporciones, aunque el autor del Libro de Sabiduría la nombra barco (Sab. 16,6). Se llega a la misma conclusión de las dimensiones que le atribuye el relato de la Biblia: trescientos codos de longitud (N.T.: 45 cms. o 1.5 pies), cincuenta de ancho y treinta de alto. La forma, muy probablemente cuadrada, ciertamente que no era muy apropiada para la navegación, pero como ha sido probado por los experimentos de Peter Jansen y M. Vogt, hacía el Arca muy apropiada para llevar carga pesada y flotar sobre las olas sin cabecear ni oscilar. El Arca estaba construida de cañizo, o ciprés, untado por dentro y por fuera de brea o betún para hacerla impermeable. El interior contenía un cierto número de cuartos distribuidos en tres pisos. El texto menciona sólo una ventana que medía un codo de alto, pero probablemente existían algunas otras para dar aire y luz a los ocupantes del Arca. También se había dispuesto una puerta en el costado del Arca; Dios la cerró desde afuera cuando hubieron subido Noé y su familia.

Aparte de la familia de Noé, el Arca debía recibir y conservar animales que repoblarían la tierra (Gén. 6,19.20; 7,2-3) y todo el alimento que fuera necesario para ellos. Después del Diluvio, el Arca se posó en las montañas de Armenia (Gén. 8,4---según la Vulgata y Douay; las montañas de Ararat, de acuerdo a la Versión Autorizada). La tradición está dividida en cuanto al lugar exacto donde se posó el Arca. Flavio Josefo (Ant., I, III, 6), Beroso (Eusebio, Praep. Ev., IX, II, P.G., XXI, 697), Onkelos, Pseudo-Jonatán y San Efrén, la ubican en Kurdistán. Beroso relata que una parte del barco de Xisuthrus aún permanecía ahí, y que los peregrinos acostumbraban raspar el betún de los restos y hacer de él amuletos contra la brujería. Las tradiciones armenia y judía admiten el Monte Ararat como el lugar de descanso del Arca. En el siglo I a.C. los armenios afirmaban que aún se podían ver los restos. Los primeros cristianos de Apamea, en Frigia erigieron en este lugar un convento llamado el monasterio del Arca, donde se celebraba anualmente una fiesta para conmemorar la salida de Noé del Arca después del Diluvio.

Baste señalar que el texto del Génesis (8,4) que menciona el Monte Ararat está más bien falto de claridad, y que nada se dice en la Escritura concerniente a que pasó con el Arca después del Diluvio. Han surgido muchas dificultades, especialmente en nuestra época, contra las páginas de la Biblia en que se narra la historia del Diluvio y del Arca. Este no es el lugar para ahondar en estas dificultades, independientemente de cuan considerables parezcan ser. Todas convergen hacia la pregunta de si estas páginas deben ser consideradas estrictamente históricas en su totalidad o solo en su forma externa. Algunos eruditos no católicos sostienen la opinión de que estos capítulos son meramente cuentos legendarios, folklore oriental; según otros, a los que se unen varios católicos, preservan, bajo el encaje de las formas literarias, la memoria de un hecho que nos ha llegado mediante una tradición muy antigua. Esta opinión, si estuviera apoyada por buenos argumentos, podría ser aceptada fácilmente por un católico; tiene la ventaja, por encima de la viejísima opinión que cada detalle de la narración debe ser interpretado literalmente y creído por el historiador, de suprimir como sin sentido algunas dificultades que antes parecían incontestables.


Fuente: Souvay, Charles. "Noah's Ark." The Catholic Encyclopedia. Vol. 1. New York: Robert Appleton Company, 1907. <http://www.newadvent.org/cathen/01720a.htm>.

Traducido por Javier L. Ochoa Medina. L H M