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Martes, 19 de marzo de 2024

Maná

De Enciclopedia Católica

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(Griego man, manna; Latín, man, manna).

La comida enviada milagrosamente a los israelitas durante su estadía de cuarenta años en el desierto (Ex. 16; Núm. 11,6-9). Caía durante la noche en pequeñas hojuelas blancas o granos que cubrían el suelo y tenían la apariencia de escarcha blanca. Estos granos son descritos como semejantes a semilla de cilantro y bedelio, con un sabor a “torta de miel”, o “pan untado con aceite” (Ex. 16,31; Núm. 11,7-8). El maná cayó por primera vez cuando los israelitas estaban en el desierto de Sin, seis semanas después de su salida de Egipto, en respuesta a sus murmuraciones por las privaciones de la vida en el desierto (Ex. 16,1 ss.) y de ahí en adelante caía diariamente, excepto en el Sabbath, hasta que llegaron a Guilgal en la planicie de Jericó (Jos. 5,12). Durante estos años el maná fue su principal pero no único alimento. Sus rebaños le proporcionaban alguna leche y carne; tenían aceite y harina, por lo menos en pequeñas cantidades, y a veces compraban provisiones de los pueblos vecinos (Lev. 2 ss.; 17,1 ss.; [[Deuteronomio|Deut. 2,6.28). El maná debía ser recogido por la mañana, pues el calor del sol lo derretía. La cantidad a ser recogida se limitaba a un gomor (omer, entre seis a siete pintas) por persona; pero en la víspera del Sabbath se debía recoger una porción doble. Cuando se guardaba por la noche se pudría y cogía gusanos, excepto la porción que se reservaba para sábado. Aunque era comestible en su estado natural, usualmente se molía en la muela o se machacaba en un mortero y luego se hervía y se hacían tortas. Como recordatorio para futuras generaciones, una vasija llena con maná se colocaba cerca del Arca de la Alianza. El nombre se relaciona con la exclamación “Man hu”, que los israelitas pronunciaron al verla por primera vez. Desde el tiempo de la Versión de los Setenta esta expresión generalmente se traduce como “¿Qué es esto?”, o “Es maná”. Una substancia llamada mannu se conocía en Egipto en ese tiempo, y la semejanza de la recién caída comida con esa substancia naturalmente produjo la exclamación y sugirió el nombre.

Muchos estudiosos han identificado el maná bíblico con el jugo de una variedad de Tamarix gallica (Tamarix mannifera) cuando es picado por un insecto (Coccus manniparus), y conocido por los árabes como mann es-sama, “regalo del cielo o “maná celestial”. Pero aunque maná en varios aspectos responde a la descripción del maná de la Biblia, carece de algunas de sus cualidades distintivas. No puede ser molido o machacado en el mortero, ni puede ser hervido y hecho en tortas. No se corrompe ni coge gusanos, sino que se conserva indefinidamente después de recogido. Además, al ser casi azúcar puro, difícilmente podría constituir el principal alimento de un pueblo por cuarenta años. Pero incluso si la identificación estuviese correcta, el fenómeno de su caída, según narrada en el Éxodo, no podría ser explicado sino por un milagro. Pues, aunque el tamarisco era más abundante en los días del Éxodo que hoy día, no pudo haber provisto la gran cantidad de maná requerida diariamente por los israelitas. Además, el maná de tamarisco exuda sólo en cierta temporada, mientras que el maná bíblico caía durante todo el año; exuda todos los días durante su temporada, mientras que el maná bíblico no caía los sábados. Muchas de estas objeciones se aplican también al jugo exudado por la espina de camello (alhagi Camelorum), que a veces se considera idéntica al maná bíblico.

Otros piensas que han encontrado el verdadero maná en un liquen, Lenora esculenta (también conocido como Spharothallia esculenta), que se halla en Asia oriental y en el norte de África. Este cae fácilmente en forma de escamas, y es llevado por el viento y a veces cae en forma de lluvia. En tiempos de hambruna se muele y mezcla con otras substancias para hacer una especie de pan. Pero este liquen es seco e insípido, y posee poco valor nutritivo. La caída regular en este caso, también, tendría que ser milagrosa. El maná puede, ciertamente, haber sido una substancia natural, pero debemos aceptar el milagro por lo menos en la manera en que fue provisto. Pues este fenómeno no sólo resiste toda explicación natural, sino que el relato de Éxodo, así como la designación “pan del cielo”, “pan de los ángeles”, es decir, enviado por el ministerio de los ángeles (Sal. 78(77),24-25; Sab. 16,20) sencillamente lo representa como milagroso.

Cristo usó el maná como tipo y símbolo de la Eucaristía, la cual es verdadero “pan del cielo”, y “comida de vida”, es decir, pan que da vida, en un sentido más alto que el maná de antiguo. (Juan 6). San Pablo al llamar al maná “comida espiritual” (1 Cor. 10,3) alude a su significado simbólico con respecto a la Eucaristía así como a su carácter milagroso. De ahí que el maná ha sido siempre un símbolo Eucarístico común en el arte y liturgia cristiana. En Apocalipsis 2,17 el maná aparece como símbolo de la felicidad en el cielo.


Bibliografía: HUMMELAUER, Com. In Exod. (Paris, 1897), 168 sq.; EBERS, Durch Gosen zum Sinai (Leipzig, 1872), 236; RITTER, Die Erdkunde (Berlin, 1848), XIV, 665 sS.; BURCKHARDT, Viajes en Siria (Londres, 1822), 600 ss.; LESETRE en VIG., Dicc de la Biblia, s.v.; ZENNER, Man hu in Zeirschr. der Kath. Theol., XXIII (1899), 164; PETERS, Zu Man hu, ibid., 371.

Fuente: Bechtel, Florentine. "Manna." The Catholic Encyclopedia. Vol. 9. New York: Robert Appleton Company, 1910. <http://www.newadvent.org/cathen/09604a.htm>.

Traducido por Luz María Hernández Medina.