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Sábado, 21 de diciembre de 2024

Teología Mística

De Enciclopedia Católica

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La teología mística es la ciencia que trata de los actos y las experiencias o estados del alma que no pueden ser producidos por el esfuerzo o industria humana incluso con la ayuda ordinaria de la gracia divina. Entre sus asuntos comprende todas las formas extraordinarias de oración, las formas superiores de contemplación en todas sus variedades o gradaciones, las revelaciones privadas, las visiones y la unión que surge de ellas entre Dios y el alma, conocida como la unión mística. Como ciencia de todo lo extraordinario en las relaciones entre la Divinidad y el espíritu humano, la teología mística es el complemento de la ascética, que trata de la perfección cristiana y de su adquisición por la práctica de la virtud, particularmente por la observancia de los consejos. Los contenidos de la teología mística son tanto doctrinales como experimentales, ya que no sólo registra las experiencias de las almas místicamente favorecidas, sino que también establece reglas para su guía, que se basan en la autoridad de las Escrituras, en las enseñanzas de los Padres de la Iglesia y las explicaciones de los teólogos, muchos de ellos eminentes como místicos. Sus reglas y preceptos suelen estar enmarcados para el uso especial de aquellos que tienen ocasión de dirigir las almas en los caminos del misticismo, a fin de preservarlos del error mientras facilitan su avance.

Debe, por lo tanto, tomar nota de los sistemas erróneos de oración, como el quietismo o semiquietismo, y de la propia ilusión o engaño de las almas que confunden los poderes de las tinieblas con los de la luz o con los impulsos de su propia búsqueda de las comunicaciones divinas. Es esta parte de la ciencia que requiere la investigación de las diversas fases del ocultismo, el diabolismo, etc., de las que escritores como Görres han tratado tan extensamente. La teología mística tiene una nomenclatura propia, que busca expresar actos o estados que son en su mayor parte puramente espirituales en términos que denotan experiencias análogas en el orden material. Por lo general, no forma parte de los estudios ordinarios del aula, pero es impartida por maestros espirituales en su dirección personal de almas, o inculcada, como en seminarios y noviciados, por conferencias especiales y cursos de lectura espiritual. Preliminar al estudio de la teología mística está un conocimiento de las cuatro formas ordinarias de la oración: vocal, mental, afectiva y la oración de simplicidad (VEA ORACIÓN). Las dos últimas, notablemente la oración de simplicidad, bordean lo místico. La oración se suele llamar contemplación activa o adquirida para distinguirla de la contemplación pasiva o superior, en la que realmente consiste la unión mística.

La teología mística comienza por revisar las diversas descripciones de la contemplación extraordinaria que aparecen en las obras de los místicos y de los escritores sobre temas místicos, y las divisiones que ayudan a describir sus diversas fases, indicando principalmente si se trata de una ampliación o elevación del conocimiento, o de absorción en la visión divina, o, además, si predomina el elemento querúbico, es decir, intelectual, o seráfico, es decir, afectivo. Se establecen los objetos de la contemplación: Dios, sus atributos, la Encarnación y todos los sagrados misterios de la vida de Cristo; su presencia en la Eucaristía; el orden sobrenatural, cada criatura de Dios en el orden natural, animada o inanimada, particularmente la Virgen María, los ángeles, los santos, la Providencia, la Iglesia.

Al analizar las causas de la contemplación, luego surge para consideración lo que puede llamarse su psicología, en la medida en que requiere el uso ordinario o excepcional de cualquier facultad humana, de los sentidos del cuerpo o de las facultades del alma. De parte de Dios, se debe considerar la gracia como un principio, o causa, de contemplación, las gracias inusuales o especiales (gratis datoe) así como las gracias ordinarias, las virtudes, teológicas así como morales, los dones del Espíritu Santo. El capítulo final de esta parte de la ciencia se centra en los frutos de la contemplación, especialmente la elevación de espíritu, la alegría, la caridad, el celo; sobre las influencias que pueden contribuir a su duración, interrupción o cesación. Aquí algunos teólogos tratan en detalle sobre las disposiciones preliminares o preparatorias para la contemplación, la aptitud natural o moral, la soledad, la oración, la mortificación o la abnegación, corporal y espiritual, como medio de purificación del alma; estos temas, sin embargo, pertenecen más apropiadamente al dominio de la teología ascética.

Lo que entra estrictamente dentro de la teología mística es el estudio de los procesos de purificación activa y pasiva a través de los cuales un alma debe pasar para alcanzar la unión mística. Aunque los procesos activos también se tratan en cierta medida en la teología ascética, requieren un estudio especial en la medida en que conducen a la contemplación. Ellos consisten de: pureza de conciencia, o aversión incluso al más leve pecado; pureza de corazón, tomando el corazón como símbolo de los afectos, el cual para ser puro debe estar libre de todos los apegos a cualquier cosa que no conduzca a Dios; pureza de espíritu, es decir, de imaginación y memoria; y pureza de acción. Es a estos procesos que San Juan de la Cruz aplica el conocido término "noche", ya que implican tres cosas que son como la noche para el alma en la medida en que están más allá o contrario a sus propias luces, la privación del placer, la fe como sustituto del conocimiento humano, y Dios como incomprensible, u oscuridad, para el alma sin ayuda. Las purificaciones pasivas son las pruebas encontradas por las almas en preparación para la contemplación, conocidas como desolación, o sequedad, y cansancio. Ya que a veces proceden de Dios y a veces pueden ser producidas por el Espíritu Maligno, las reglas para el discernimiento de espíritus se establecen para permitir a los directores determinar su fuente y aplicar los medios adecuados de alivio, sobre todo si sucede que la acción del Maligno tiende a la posesión u obsesión.

Estas purificaciones pasivas afectan el alma cuando todo otro objeto de contemplación se retira de ella, excepto sus propios pecados, defectos, debilidades, que se le revelan en toda su enormidad. Ponen el alma en la "noche oscura", como lo llama San Juan de la Cruz, o en la "gran desolación", para usar la frase del Padre Baker. En este estado, el alma experimenta muchas pruebas y tentaciones, incluso a la infidelidad y la desesperación, todas las cuales se expresan en la terminología peculiar de los escritores sobre la teología mística, así como los frutos derivados de resistirlas. El principal de estos frutos es la purificación del amor, hasta que el alma está tan inflamada de amor a Dios, que se siente herida y languidecida con el deseo de amarle aún más intensamente.

La primera dificultad que encuentran los escritores místicos en sus tratados sobre la contemplación es la terminología apropiada para sus grados, o la clasificación de las experiencias del alma a medida que avanza en la unión mística con Dios efectuada por esta extraordinaria forma de oración. Ribet en "La Mystique Divine" tiene un capítulo (X) sobre este tema, y el presente escritor lo trata en el capítulo XXIX de su "Grace of Interior Prayer" (tr. de la 6ta. edición). Scaramelli sigue este orden: la oración de recogimiento; la oración de silencio espiritual; la oración de quietud; la embriaguez de amor; el sueño espiritual; las ansias de amor; la unión mística de amor, y sus grados desde la unión simple hasta la perfecta y el matrimonio espiritual. En esta unión el alma experimenta diversas impresiones espirituales, que los escritores místicos tratan de describir en la terminología utilizada para describir las impresiones de los sentidos, como si el alma pudiera ver, oír, tocar o disfrutar el sabor u olor de la Divinidad. La unión extática con Dios es otro grado de oración. Esto y el estado de éxtasis requieren una observación cuidadosa para asegurarse de que el Maligno no tiene participación en ellos. Aquí también los escritores místicos tratan en detalle los engaños, las trampas y otras artes practicadas por el Maligno para desviar a las almas en la búsqueda de la unión mística. Finalmente, la contemplación conduce a una unión tan íntima y tan fuerte que sólo puede ser expresada por los términos "matrimonio espiritual" (Vea Matrimonio Místico). El artículo sobre la contemplación describe las características de la unión mística efectuada por la contemplación. Ningún tratado de la teología mística es completo sin capítulos sobre milagros, profecías, revelaciones, visiones, todos los cuales han sido tratados bajo sus respectivos títulos.

En cuanto a la historia o desarrollo del misticismo, es tan difícil de registrar como una historia de las experiencias del alma humana. Lo más que se puede hacer es seguir su literatura, teniendo en cuenta que las experiencias místicas más extraordinarias desafían la expresión en el habla humana, y que Dios, el autor de los estados místicos, actúa sobre las almas cuando y como quiere, para que no pueda haber cuestión de lo que podríamos considerar un desarrollo lógico o cronológico del misticismo como ciencia. Sin embargo, es posible revisar lo que los escritores místicos han dicho en ciertos períodos, y especialmente lo que hizo Santa Teresa para tratar por primera vez los fenómenos místicos como ciencia. Ante ella, los místicos se preocupaban principalmente del éxtasis, visiones y revelaciones; fue la primera en intentar un análisis científico del proceso de unión mística producido por la contemplación. Como la contribución a la ciencia y a la historia de la teología mística por cada uno de los escritores de la siguiente lista ha sido suficientemente señalada en los artículos sobre ellos, bastará con mencionar los títulos de algunas de sus obras características.

Místicos Famosos Anteriores al Siglo XIX


  • Santa Teresa (nació en Ávila en 1515; murió en Alba de Tormes en 1582): “Opera” (Salamanca, 1588).
  • San Juan de la Cruz, fundador de las carmelitas descalzas (nació en Hontiveros en 1542; murió en Ubeda en 1591): “Opera” (Sevilla, 1702).
  • Beato Luis de la Puente (nació en Valladolid en 1554; murió allí en 1624): “Vida del Padre Baltazar Álvarez”, confesor de Santa Teresa (Madrid, 1615); “Guía Espiritual” (Valladolid, 1609); “Vida de Marina de Escobar” (2 vols., Madrid, 1665-73).
  • San Francisco de Sales, obispo de Geneva (nació en Thorens, cerca de Annecy en 1567; murió en Lyon en 1622): “Tratado sobre el Amor de Dios” (Lyon, 1616).
  • Álvarez de Paz, S.J. (nació en Toledo en 1560; murió en Potosí en 1620): “De inquisitione pacis” en “Opera” III (Lyon, 1647).
  • Felipe de la Santísima Trinidad, General de los Carmelitas Descalzos (nació en Malancène, cerca de Aviñón en 1603; murió en Nápoles en 1671): "Summa theologiæ mysticæ" (Lyon, 1656).
  • Jean-Joseph Surin; vea el artículo sobre él.
  • Beata María de la Encarnación (nació en Tours en 1599; murió en Quebec en 1672): "Vida y Cartas", publicado por su hijo Dom Claude Martin, O. S. B. (París, 1677). Bossuet la llamó la “Teresa del Nuevo Mundo”.
  • Bossuet, Obispo de Meaux (nació en Dijon en 1627; murió en París, 1704): "Instruction sur les états d'oraison" (París, 1697).
  • José del Espíritu Santo, definidor general de los carmelitas descalzos (murió en 1739): "Cursus theologiæ mystico-scholasticæ" (6 vols., Sevilla, 1710-40).
  • Emmanuel de la Reguera, S.J. (nació en Aguilàr del Campo en 1668; murió en Roma en 1747): "Praxis theologiæ mysticæ" (2 vols., Roma, 1740-45), un desarrollo de la teología mística de Wadding (Padre Godínez).
  • Scaramelli, S.J. (nació en Roma en 1687; murió en Macerata en 1752): "Direttorio mistico" (Venecia, 1754). Como una descripción, este es el mejor tratado del siglo XVIII a pesar de su clasificación muy complicada; Voss ha publicado un compendio de él, titulado "Directorium Mysticum" (Lovaina, 1857).
  • Schram, O.S.B. (nació en Bamberg en 1722; murió en Bainz en 1797): "Institutiones theologiæ mysticæ (Augsburgo, 1777), principalmente un compendio de La Reguera.

Listas más completas (176 nombres) se hallan en Poulain, "Graces d'Oraison" (7ma. ed., Paris, 1911); tr., "Las Gracias de la Oración Interior" (Londres, 1910); y en Underhill, "Mysticism" (New York, 1912).


Bibliografía: MARÉCHAUX, Le merveilleux divin et le merveilleux démoniaque (París, 1901); MIGNE, Dict. de mystique chrétienne (París, 1858); LEJEUNE, Manuel de théologie mystique (París, 1897); VALLGORNERA, Mystica Theologia Divi Thomoe (Turin, 1891); BAKER, Holy Wisdom (Londres, 1908); CHANDLER, Ara Coeli Studies in Mystical Religion (Londres, 1908); DALGAIRNS, The German Mystics of the Fourteenth Century (Londres, 1858); DELACROIX, Essai sur le mysticisme spéculatif en Allemagne au XIX siècle (París, 1900); IDEM, Etudes d'histoire et de psychologie du mysticisme. Lee grands mystiques chrétiens (París, 1908); DENIFLE, Das geistliche Leben: Blumenlese aus der deutschen Mystikern der 14. Jahrhunderts (Graz, 1895); DEVINE, A Manual of Mystical Theology (Londres, 1903): GARDNER, The Cell of Self-Knowledge (Londres, 1910); GÖRRES, Die Christliche Mystik (Ratisbon, 1836-42); POIRET, Theologioe Mysticoe idea generalis (París, 1702); RIBET, La Mystique Divine (París, 1879); IDEM, L'Ascétique Chrétienne (Paris, 1888); SAUDREAU, La vie d'union à Dieu (París, 1900); IDEM, L'état mystigue (París, 1903); IDEM, Les faits extraordinaires de la vie spirituelle (París, 1908); IDEM, tr. CAMM, The Degrees of the Spiritual Life (Londres, 1907); IDEM, tr. SMITH, The Way that Leads to God (Londres, 1910); THOROLD, An Essay in Aid of the Better Appreciation of Catholic Mysticism (Londres, 1900); VON HUGEL, The Mystical Element of Religion (Londres, 1908).

Fuente: Poulain, Augustin. "Mystical Theology." The Catholic Encyclopedia. Vol. 14, pp.621-622. New York: Robert Appleton Company, 1912. 11 Dec. 2016 <http://www.newadvent.org/cathen/14621a.htm>.

Traducido por Luz María Hernández Medina.