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Lunes, 23 de diciembre de 2024

Gloria in Excelsis Deo

De Enciclopedia Católica

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La gran doxología (hymnus angelicus) en la Misa es una versión de un forma griega muy antigua. Comienza con las palabras cantadas por los ángeles en el nacimiento de Cristo (Lucas 2,14). Muy pronto se añadieron otros versículos a éste, para formar una doxología. En una forma ligeramente diferente aparece en el comienzo de una "oración de la mañana (proseuche eothine)” en las "Constituciones Apostólicas", VII, XLVII. Este texto, que tiene una apariencia subordinada (su monos kyrios Iesou Christou), se encuentra en Duchesne, "Origines du Culte Chretien" (2da. ed., París, 1898, p. 158, n. I). Se remonta al menos al siglo III; Probst (Lehre und Gebet drei ersten Christl Jahrhunderte ", Tubinga, 1870,0. 290) piensa incluso que al siglo I. Una forma muy similar se encuentra en el Códice Alejandrino (siglo V) y en el Pseudo-Atanasio, "de virginitate", § 20 (antes del siglo IV), en PG, XXVIII, 275. Extendido aún más, y con todo rastro de subordinacionismo corregido, es cantado por la Iglesia Bizantina en el “orthros”[1]. En esta forma tiene más versos que en la latina, y termina con el trisagio (horologion to mega, Roma, 1876, p. 57).

Ninguna Iglesia Oriental la utiliza en la liturgia. Sólo la primera frase (el texto de Lc. 2,14) ocurre como parte de la respuesta del pueblo a las palabras, "Las cosas santas para los santos", en la elevación en la liturgia de las Constituciones Apostólicas (Brightman, Eastern Liturgies, Oxford, 1896, p. 25), como parte del ofertorio y oraciones de Comunión en la liturgia de Santiago (ibíd., págs. 45, 64), en el beso de la paz en el rito abisinio (p. 227), en la “prothesis” [2] nestoriana (p. 248) y de nuevo al comienzo de su liturgia (p. 252), en la “prothesis” bizantina (p. 361). La tradición es que fue traducida al latín por San Hilario de Poitiers (m. 366). Es muy posible que él la aprendiese durante su exilio en Oriente (360) y trajo con él una versión de ella (así también Belethus, “Rationale divinorum officiorum”, c. 36; Durando, “Rationale”, IV, 13, quien piensa que él sólo le añadió desde “Laudamus te” hasta la Misa, y señala que Inocencio III se la atribuye a Telesforo, otros a Símaco). En cualquier caso, la versión latina difiere de la forma griega actual. Corresponden hasta el final del latín, el cual, sin embargo, añade: "Tu solus altissimus" y "Cum Sancto Spiritu". El griego luego continúa: "Cada día te bendeciré, y glorificará tu nombre para siempre, y por los siglos de los siglos" y continúa con más de diez versos, principalmente de los Salmos, con el trisagio y el Gloria Patri.

El "Liber Pontificalis" dice que "el Papa Telesforo [128 - 139?] ordenó que ... en el Nacimiento del Señor se debía decir Misas en la noche ... y que el himno angélico, es decir el Gloria in Excelsis Deo, debía decirse antes del sacrificio" (ed. Duchesne, I, 129); también" que el Papa Papa Símaco [498-514] ordenó que el himno Gloria in Excelsis, debía decirse todos los domingos y en las fiestas [natalicia] de los mártires". El Gloria se dirá en su lugar actual, después del introito y del Kirie, pero sólo por los obispos (ibíd., 263). Lo vemos luego introducido para Navidad, en la fiesta a la cual pertenece especialmente, luego se extendió a los domingos y a algunas grandes fiestas, pero sólo para los obispos. El Ordo Romanus I dice que cuando se termina el Kirie “el pontífice se vuelve hacia el pueblo, comienza el Gloria in Excelsis, si es ocasión para él [si tempus fuerit]” y señala especialmente que los sacerdotes deben decirlo en Pascua (ed. C. Atchelely, Londres, 1905, págs. 130, 148).

El "Ordo de San Amando" (Duchesne, "Origines", apéndice, p. 460) les da permiso para hacerlo sólo en la víspera de Pascua y el día de su ordenación. El Sacramentario Gregoriano (dicitur Gloria in excelsis Deo, si episcopus fuerit, tantummodo die dominico sive diebus festis; a presbyteris autem minime dicitur nisi solo in Pascha) y Estrabón, "Liber de exordiis", c. 22, en PL, CXIV, 945, señalan lo mismo. Bernoldo de Constanza lo considera un motivo de queja todavía en el siglo XI (Libellus de quibusdam rebus ad Missæ officium pertinentibus, c. 2, en PL, CXLII, 1059). Pero hacia el final del mismo siglo tanto los sacerdotes como el obispo decían el Gloria. El "Micrologus" (por el mismo Berno de Constanza, 1048) nos dice que "En cada fiesta que tenga un oficio completo, excepto en el Adviento y la septuagésima, y en la fiesta de los Santos Inocentes, tanto los sacerdotes y el obispo dice el Gloria in excelsis" (c. II).

Luego se convirtió, como lo es ahora, en un elemento de cada Misa, excepto en tiempos de penitencia. Se decía incluso en Adviento, hasta que comenzó a ser considerado un tiempo como tal. Ya en Amalario de Metz (siglo IX) (De officiis Eccl. Libri IV, IV, 30), se decía durante el Adviento "en algunos lugares". Esto aplicaría, por supuesto, a las Misas de los obispos los domingos y fiestas en esa época. Así también Honorio de Autun (1145) en el siglo XII, “Gemma animæ”, III, 1. Hasta finales del siglo XII en Roma se usaban vestimentas blancas y se decía el Gloria durante el Adviento, "Ordo Romano XI", 4. Después de eso, el Adviento se consideró poco a poco un tiempo de penitencia, a imitación de la Cuaresma. El Te Deum y Gloria fueron dejados fuera durante el mismo, y se introdujo el uso de vestimentas color púrpura.

Los llamados Glorias ampliados fueron un desarrollo medieval. Al igual que en el caso del Kirie, se le introdujeron versos a su texto para ocasiones especiales. Tales formas expandidas fueron muy populares, especialmente uno para las fiestas de la Santísima Virgen que parece haber sido utilizado en toda Europa. Así, en el Misal de Sarum, después de las palabras "Domine Fili unigenite, Jesu Christe", se añade "Spiritus et paraclyte orphanorum Alme"; después de "Patris Filius" se inserta "Primogenitus Mariæ virginis matris". Una vez más: "Suscipe deprecationem nostram, ad Maria gloriam", y al final: "Quoniam to solus sanctus, Mariam sanctificans, Tu solus Dominus, Mariam gubernans, Tu solus altissimus, Mariam coronans, Jesu Christe" (ed. Burntisland, 1861-1883, col. 585-6). La siguiente rúbrica dice: "In omnibus aliis missis quando dicendum est, dicitur sine prosa"; es decir, en otras Misas que no sean las de la Santísima Virgen, se omiten los tropos adicionales ---llamados prosa. Estos tropos añadidos a los textos litúrgicos ad libitum aparecían en libros especiales, “Libri troparii”. A pesar de las repetidas órdenes de eliminarlos, aún se cantaban en lugares donde el Misal fue revisado por orden de Pío V en 1570. En la Bula "Quo primum" de ese año (impreso al principio del Misal) el Papa prohíbe que se añada o cambie nada en el texto de los libros entonces publicados. La popularidad de las formas sobre la Santísima Virgen explican la rúbrica en el Misal después del Gloria: "Sic dicitur Gloria in excelsis, etiam in missis B. Mariæ quando dicendum est.” Desde entonces, estas formas "ampliadas" han desaparecido felizmente. Cabe señalar aquí que el Gloria, originalmente ajeno a los ritos mozárabe y milanés, ha desplazado al antiguo trisagio en ellos desde el siglo VII ---una obvia importación romana (Duchesne, op. cit., P. 183 y nota).

La ley hasta 1909 sobre el uso del Gloria aparece en las "Rubricæ generales" del Misal, VIII, 3. Se debe decir en la Misa cada vez que se diga el Te Deum en maitines, con dos excepciones. Por lo tanto, se omite en ferias (excepto en tiempo de Pascua, las cuatro témporas, vigilias, durante el Adviento, y desde septuagésima hasta Pascua, cuando la Misa es de tempore. La fiesta de los Santos Inocentes, pero no su octava, se celebra con vestimentas púrpura y sin el Te Deum o el Gloria. Ya hemos visto esto en el "Micrologus" (arriba). En el Réquiem o Misas votivas no se dice el Gloria, con tres excepciones: con tres excepciones: las Misas votivas a la Santísima Virgen los sábados, a los ángeles, y las celebradas "pro re gravi" o por una causa pública de la Iglesia, a menos que se usen las vestimentas púrpura, tienen el Gloria. Los dos casos en los que se produce en el oficio sin el Te Deum son el Jueves Santo (cuando toda la Misa es una excepción en el tiempo de la Pasión y no tiene correspondencia con las horas canónicas) y el Sábado Santo en la primera Misa de Pascua. El Gloria siempre implica "Ite missa est" al final de la Misa. Cuando no se dice, se cambia ese versículo a "Benedicamus Domino" o, en réquiems, a "Requiescant in pace."

La manera de decirlo se describe en el "Ritus celebrandi Missam", IV, 7. En el "Ordo Romano I" (arriba), el celebrante se dirige al pueblo a decir las primeras palabras; esto ya no se observa. En la Misa mayor tan pronto se termina el Kirie el celebrante mirando al altar en el centro, entona: "Gloria in excelsis Deo"; luego eleva, une y baja sus manos y baja la cabeza ante la palabra Deo. Mientras tanto, el diácono y el subdiácono están detrás de él en línea. A continuación, van a su derecha e izquierda y con él continúan el Gloria en voz baja. Todos se inclinan ante el santo nombre (que ocurre dos veces) y ante las palabras: “Adoramus te”, “Gratis agimus tibi”, “Suscipe deprecationem nostram” y se hacen la Señal de la Cruz en la última cláusula. Luego se van per viam breviorem (haciendo primero una genuflexión, según la regla usual) a las sedes y se sientan. Mientras tanto, el coro continúa inmediatamente: "Et in terra pax", y canta el texto completo.

En el Misal anterior había cuatro cantos para ser entonados por el celebrante (para dobles, Misas de la Virgen María, domingos y simples). Esta entonación debe ser parte en todos los sentidos ---el comienzo--- de la melodía continuada por el coro; de modo que en la nueva edición ("Vaticano") del Misal se dan dieciocho cantos alternativas, una para cada Gloria en el Gradual. Obviamente, cuando se canta una Misa en canto llano, el celebrante debe entonar el Gloria al mismo canto (y en el mismo tono) que su continuación por el coro. Lo ideal es que el coro continúe a la vez sin ningún tipo de preludio por el órgano; "Et in terra pax”, etc. es la segunda mitad de la misma oración que “Gloria in excelsis Deo”. En una misa figurada no es posible una correspondencia exacta. Pero en cualquier caso, el coro no puede repetir las palabras del celebrante. Cada Gloria en una Misa figurada debe empezar: "Et in terra pax". La costumbre ---una vez muy común--- de ignorar al celebrante y comenzar de nuevo "Gloria in excelsis" es una abominación imperdonable que debe ser eliminada sin piedad, si es que todavía existe en cualquier lugar. Mientras se canta el Gloria, el celebrante, los ministros y servidores se inclinan (o descubren) ante el santo nombre y las otras cláusulas, como en el anterior. Durante la última cláusula el celebrante y los ministros se levantan y van al altar per viam longiorem (con genuflexión en el pie, según la regla) y se van a sus lugares para el “Dominus Vobiscum” antes de la colecta. En una Misa cantada se observa el mismo orden solo por el celebrante. En la Misa rezada recita el Gloria completo a clara voce, y se hace la Señal de la Cruz durante la última cláusula (In gloria Dei Patris. Amén).

Reflexiones místicas y edificantes sobre el Gloria se encuentra en Durando y Gihr (véase más adelante). Durando ve mucho simbolismo en el hecho que la Iglesia (es decir, los hombres) continúen el himno de los ángeles. Por el nacimiento de Cristo, que restaura todas las cosas en el cielo y en la tierra (Efesios 1,10), los ángeles y los hombres, separados por el pecado original, ahora se reconcilian; los hombres pueden ahora esperar algún día poder unirse a los himnos de los ángeles. Gihr da un comentario devocional en el texto, palabra por palabra. Él ve una razón mística para el orden de las palabras: Laudamus, benedicimus, adoramus, glorificamus. Uno puede ser edificado por tales consideraciones, sin atribuirle tanta sutileza al subordinacionista desconocido que aparentemente las arregló por primera vez. Se notará que el Gloria es un himno de alabanza dirigido a cada Persona de la Santísima Trinidad, a su vez, a pesar que la cláusula sobre el Espíritu Santo es muy corta (cum sancto Spiritu) y es evidentemente una idea de último momento, la cual no aparece en el texto de las Constituciones Apostólicas. También se observa que las cláusulas están dispuestas en paralelo con un cierto ritmo libre. Este ritmo es mucho más evidente en el griego original (medido por supuesto por el acento), por ejemplo

Kyrie basileu epouranie,
Thee pater pantokrator

Por último sería difícil encontrar en alguna liturgia un ejemplo más bello de poesía que nuestro hymnus angelicus. El Gloria y el Te Deum son los único remanentes que tenemos de los psalmi idiotici (salmos compuestos por personas privadas en lugar de ser tomados del salterio bíblico) que eran muy populares en los siglos II y III. Estos salmos privados fácilmente se convirtieron en órganos de las ideas heréticas, y así cayeron en desgracia en el siglo IV (Batiffol, "Histoire du Bréviaire romain", París, 1895, 9-12). La extraordinaria belleza de estos dos (a los que se debe añadir el phos hilaron)[3] es testigo del esplendor de aquel estallido de poesía lírica entre los cristianos durante la época de persecución.


NOTAS:

[1] Orthros: el servicio de maitines en las Iglesias Cristianas Orientales.

[2] Prothesis: En la Iglesia Ortodoxa Oriental, la preparación del pan y el vino para la Eucaristía; la mesa usada para esta preparación.

[3] Phos Hilaron: (Φῶς Ἱλαρόν) es un himno cristiano antiguo escrito originalmente en el Nuevo Testamento griego. El himno se conoce como “Salve brillante luz” u “Oh, luz resplandeciente”. Es el himno cristiano conocido más antiguo registrado fuera de la Biblia, y el que está todavía en uso hoy día. El himno se destaca en las vísperas de la liturgia bizantina usada por las tradiciones ortodoxas y católicas orientales, y también aparece en algunas liturgias modernas anglicanas y luteranas.


Bibliografía: Para textos y variaciones del Gloria vea BUNSEN, "Analecta ante-nicæna" (Londres, 1854), III; PROBST, "Lehre u. Gebet, "p.289; WARREN, "The Liturgy and Ritual of the Celtic Church" (Oxford, 1881); "The Mass of Flacius Illyricus" in P.L. CXXXVIII,1314; DURANDO, "Rationale divinorum officiorum "IV, 13; BONA, "Rerum liturgicarum libri duo", II, 2; BENEDICT XIV, "De SS. sacrificio Missæ", II, IV, 9-17; DUCHESNE, "Origines du culte chretien" (2da. ed., París, 1898), 158; GIHR, "Das heilige Messopfer" (6ta. ed., Friburgo im Br., 1897), 361-374; CABROL "Le livre de la priere antique "(París, 1900), IX, 150-156; DE HERDT, "Sacræ Liturgiæ praxis" (9na. ed., Lovaina, 1894). §§211, 314; THALHOFER, "Handbuch der kath. Liturgik" (Friburgo im Br., 1890), I, 361 sqq.

Fuente: Fortescue, Adrian. "Gloria in Excelsis Deo." The Catholic Encyclopedia. Vol. 6. New York: Robert Appleton Company, 1909. <http://www.newadvent.org/cathen/06583a.htm>.

Traducido por Luz María Hernández Medina. rc Selección de imagen: José Gálvez Krüger.