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Martes, 19 de marzo de 2024

Códice Alejandrino

De Enciclopedia Católica

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Es un valiosísimo manuscrito griego del Antiguo y Nuevo Testamento llamado así porque fue traído a Europa desde Alejandría y había sido propiedad del patriarca de esa sede. En aras de la brevedad, Walton le asignó la letra A en su Biblia políglota y así creó la moda de llamar a los manuscritos de la Biblia con esos símbolos. El Códice A fue el primero de los grandes unciales que se conoció en el mundo ilustrado. Se cree que cuando Cyril Lucar, patriarca de Alejandría, pasó en 1621 al patriarcado de Constantinopla trajo consigo el códice. Más tarde lo envió como un regalo al rey James I de Inglaterra, que murió antes de que el regalo le fuera presentado y Carlos I, en 1627, lo aceptó en su lugar. Ahora es la gloria principal del departamento de de manuscritos del Museo Británico, donde se exhibe. (Nota del Editor: El Museo Británico y le Biblioteca Británica se separaron en 1973, y el códice se guarda ahora en ella).

El Códice A contiene la Biblia del Canon Católico, y, por lo tanto, incluye los libros deuterocanónicos y partes de libros del Antiguo Testamento. Además, une los apócrifos 3 y 4 Macabeos, de origen muy posterior, a los Macabeos canónicos. Al Nuevo Testamento se añaden la Epístola de San Clemente de Roma y la homilía que se conocía con el título de Segunda Epístola de Clemente---las únicas copias conocidas existentes. Éstas están incluidas en la lista de los libros del Nuevo Testamento que va prefijado y que parece que el escriba consideraba parte del Nuevo Testamento. La misma lista muestra que los Salmos de Salomón, que ahora faltan, estaban originalmente en el volumen, pero el espacio que separa este libro de los otros en la lista indica que no estaba clasificado entre los libros del Nuevo Testamento. Como prefacio al Salterio se inserta una “Epístola a Marcelino” atribuida a San Atanasio, junto con el resumen de los Salmos atribuido a Eusebio de Cesarea; se anexan el Salmo 151 y ciertos cantos seleccionados del Antiguo Testamento y se indica el uso litúrgico de los Salmos. No todos los libros están completos. En el Antiguo Testamento ha de notarse particularmente la laguna de treinta salmos, desde 5,20 a 80,11; más aún, del Génesis 14,14-17; 15,1-5; 16-19; 16,6-9; 1 Samuel 12,20 - 14,9.

El Nuevo Testamento perdió las primeras veinticinco hojas del Evangelio según San Mateo, hasta el capítulo 25,6, e igualmente las dos hojas que van desde Juan 6,50 a 8,52 (que, sin embargo, como muestra el espacio que deja, omitía el antes muy disputado pasaje de la mujer adúltera) y tres hojas que contenían 2 Corintios 4,13 - 12,6. Falta una hoja de I Clemente y probablemente dos al final de II Clemente. El Códice A apoya a la Vulgata Sixtina en relación a la conclusión de San Marcos y Juan 5,4, pero, como todos los manuscritos griegos anteriores al siglo XIV, omite el texto de los tres testigos celestiales, 1 Juan 5,7. El orden de los libros del Antiguo Testamento es peculiar. En el Nuevo Testamento el orden es: Evangelios, Hechos, Epístolas Católicas, Epístolas Paulinas, Apocalipsis, con Hebreos colocada antes de las Epístolas Pastorales. Aunque originalmente era un solo volumen, ahora está encuadernado en cuatro, con las armas de Carlos I en las cubiertas. Tres volúmenes contienen el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento con Clemente en el otro. Las delgadas hojas de pergamino, de 12 ¾ pulgadas de alto por 10 pulgadas de ancho, son hoy en día 773, pero originalmente fueron 822, de acuerdo con el cálculo ordinario. Cada página tiene dos columnas de 49 a 51 líneas.

El Códice es el primero en contener los capítulos principales con sus títulos, las Secciones Amonianas y los Cánones de Eusebio completos (Schrivener). Un nuevo párrafo se indica con una mayúscula grande y frecuentemente con espacio, no comenzando con una nueva línea; la mayúscula agrandada se coloca en el margen de la línea siguiente, aunque, curiosamente, puede no coincidir con el principio del párrafo o de la palabra. El manuscrito está escrito en caracteres unciales a la vez firmes, elegantes, sencillos; Gregorio le atribuye la mayor parte del volumen III a una mano diferente de las otras. Woide distingue en el Nuevo Testamento dos manos; Sir E Maunde, Thompson y Kenyon, tres---los expertos difieren en estos puntos. Generalmente se estima que la escritura pertenece a principios o mediados del siglo V o posiblemente a fines del IV. Una nota arábiga indica que fue escrito por la mártir Tecla; y el Patriarca Cirilo Lucar añade en su nota que la tradición afirma que ella era una noble egipcia y que escribió el códice poco después del Primer Concilio de Nicea. Pero nada se conoce de tal mártir en esa fecha, y el valor de su testimonio se debilita por la presencia de los Cánones de Eusebio (murió en 340) y destruido por la inserción de una carta de San Atanasio (murió en 373). Por otro lado, Scrivener considera que la ausencia de las divisiones de Eutalio son prueba de que apenas puede ser posterior al año 450. Esto no es decisivo y Gregorio podría traerlo hasta la segunda mitad del siglo V. El carácter de las letras y la historia del manuscrito apuntan a Egipto como su lugar de origen.

El texto del Códice A es considerado como uno de los más valiosos testigos de la Versión de los Setenta. Sin embargo, tiene una gran afinidad con el texto de la Hexapla de Orígenes y ha sido corregido en un sinnúmero de pasajes, según el hebreo. El texto de los códices de los Setenta está en una condición demasiado caótica, y su criticismo muy atrasado, para permitir un juicio seguro sobre el valor textual de los grandes manuscritos. El texto del Nuevo Testamento tiene aquí un carácter mixto. En los Evangelios tenemos el mejor ejemplo del llamado tipo de texto siríaco, antecesor de la forma tradicional y menos pura forma encontrada en el textus receptus. Sin embargo, el texto siríaco es rechazado por la mayoría de los eruditos a favor del tipo “neutral”, mejor representado en el Códice Vaticano. En los Hechos, en las Epístolas Católicas, y más aún en las Epístolas de San Pablo y en el Apocalipsis, el Códice A se acerca más o pertenece más al tipo neutral. Esta mezcla de tipos textuales se explica con la teoría de que A o su prototipo no fueron copiados de un manuscrito único sino de varios de distinto valor y origen diversos. Los errores de copistas en este manuscrito son bastante frecuentes.

El Códice Alejandrino jugó un papel importante en el desarrollo del criticismo textual de la Biblia, particularmente del Nuevo Testamento. Grabe editó el Nuevo Testamento en Oxford en 1707-20 y esta edición fue reproducida en Zurich en 1730-32 y en Leipzig, 1750-51, y además en Oxford, por Field, en 1859. Woide publicó el Nuevo Testamento en 1786, que B. H. Cowper reprodujo en 1860. Las variantes del Códice A se anotaron en la Políglota de Walton, 1657, y en toda colación importante hecha desde entonces. Baber publicó una edición del Antiguo Testamento en tipo facsímil en 1816-28; pero todas las ediciones previas fueron sobreseídas por un magnífico facsímil fotográfico de ambos Testamentos producidos bajo el cuidado de Sir E. Maunde Thompson (El Nuevo Testamento en 1879, el Antiguo Testamento en 1881-83) con una introducción en la que el editor da la mejor descripción obtenible del códice. (Londres 1879-90).


Fuente: Fenlon, John Francis. "Codex Alexandrinus." The Catholic Encyclopedia. Vol. 4. New York: Robert Appleton Company, 1908. <http://www.newadvent.org/cathen/04080c.htm>.JOHN F. FENLON

Traducido por Pedro Royo. lhm