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Miércoles, 6 de noviembre de 2024

Epístola a los Filipenses

De Enciclopedia Católica

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Circunstancias históricas y carácter

Los filipenses, muy queridos de S, Pablo (i, 3, 7; iv, 1) ya le habían enviado en variadas circunstancias ayuda pecuniaria y al saber que estaba preso en Roma (Hechos 27-28) enviaron a Epafrodito, uno de ellos, para llevarle limosnas y ayudarle en sus necesidades. S. Pablo lo recibió con alegría, regocijándose en los sentimientos de afecto y cristianos de los Filipenses (iv, 10-19) y en general por la condición satisfactoria de su iglesia como le comunicaba Epafrodito. Puede que éste fuera su compañero y asistente en Filipo (ii, 25); o al menos lo fue en Roma (ii, 30), pero enfermó peligrosamente y estuvo a punto de morir (ii, 27). Esto produjo tristeza en los filipenses y en cuanto se recuperó tenía deseos de volver a casa (ii, 26). Hablo, naturalmente se apresuró a enviarle (ii, 26-28) y aprovechado la oportunidad de enviar con él una carta a los fieles y a las autoridades de su iglesia. En esta carta, probablemente escrita al dictado por Timoteo, Pablo expresa sus sentimientos de alegría y gratitud que atesora en relación a los filipenses. Esta es la clave de la carta. Es una manifestación de su corazón, que respira una intimidad paternal totalmente espontánea En su amante corazón el Apóstoles se manifiesta completamente y el tono afectivo, la sinceridad y delicadeza de sentimientos deben haber encantado a sus lectores y ganando su admiración y amor. D e ahí que esta carta sea mucho mas epistolar en su estilo que otras de S. Pablo. Expresiones familiares de gozo y gratitud se mezclan con reflexiones dogmáticas y exhortaciones morales y es inútil buscar un arreglo ordenado y secuencias estrictas.

Por otra parte, aunque la condición general de la iglesia de los Filipenses era excelente y S. Pablo no tenía que tratar de grandes vicios, aunque había cosas que no eran completamente satisfactorias y que producían aprensión. Pablo había oído que el orgullo y vanagloria de algunos, especialmente de dos mujeres, Evodia y Sintaque, habían causado malos entendimientos y rivalidades.

Además les amenazaba un peligro más serio y mayor, quizá por parte de los judaizantes que, aunque no se necesita asumir que estuvieran presentes e hicieran proselitismo en el mismo Filipos al parecer habían diseminado sus vanas doctrinas por las regiones vecinas. De ahí las exhortaciones a la caridad fraterna y a la concordia así a no ser interesado. Pablo basa estas exhortaciones (i, 8, 27; ii, 2, 3, 14, 16; iv, 2 ss.) en exaltadas consideraciones dogmáticas tomando como ejemplo a Cristo, al mismo tiempo les propone el ejemplo de su forma de pensar y actuar que no tiene mas que un propósito, la gloria de Dios y Cristo. Pero cuando advierte a los Filipenses contra los judaizantes el tono es de profunda tristeza e indignación que caracteriza la Epístola a los Gálatas.

Análisis

Por las razones que se han indicado arriba, no hay que buscar en esta epístola un plan definido o una visión clara. La carta es una sucesión de exhortaciones y efusiones que pueden ser recogidos bajo los siguientes encabezamientos: Introducción

Después de la introducción en la que se dirige a los obispos, diáconos y fieles (i, 1-2), S. Pablo se alegra de la excelente condición de la iglesia de los Filipenses y agradece que por sus limosnas han compartido el merito de su cautividad y la difusión del evangelio (3-8); los ama con amor intenso, deseando ardientemente y pidiendo urgentemente que Dios se digne completar en ellos la obra de la perfección (9-11).

Cuerpo de la Epístola

(1) Comienza Pablo dando noticias, en general muy satisfactorias – respecto a su propia situación y la de la iglesia de Roma. Pero lo que relata respecto si mismo debe haber tenido la intención de ser una llamada tácita pero no por ello menos elocuente a la abnegación y al alejamiento, ya que se pinta a si mismo buscando en todas las cosas no su gloria o ventaja personal sino solamente la gloria de Cristo. Su cautividad se convierte para él en causa de gozo, puesto que sirve a la propagación del evangelio (i, 12-14). ¿Qué le importa a él que el evangelio sea predicado por indignos celos, si es predicado? (15-18); Si se le diera a elegir no sabe si prefiere la vida o la muerte; la vida le permita hacer el bien a las almas, y la muerte que será el testimonio por Cristo y le unirá a El (19-25). Sin embargo, piensa que será liberado y podrá aun trabajar por el progreso de los Filipenses.

(2) Les exhorta más directamente a llevar una vida digna del Evangelio (i, 27a) y especialmente para estar de acuerdo y con abnegación (i, 27b-ii, 4) (i) por el ejemplo de Cristo que estando en forma de Divinidad y poseyendo la suprema independencia sin embargo , por nuestro bien , se aniquiló a sí mismo y asumió la condición de esclavo, sometiéndose a la muerte; (ii) por el deseo de un premio celestial tal como Cristo lo recibió (ii, 5-11). Concluye repitiendo so exhortación general a la perfección cristiana y afirmando que daría alegremente su vida para conseguírsela a ellos. (3) El Apóstol dice a los Filipenses que tan pronto como sepa el resultado de sus asuntos les enviará a Timoteo, su devoto compañero, que está tan bien dispuesto sobre los Filipenses (ii, 19-24); mientras tanto les envía a Epafrodito, so colega en los trabajos y su delegado ante él (ver arriba); despide que lo reciban con alegría y que le honren mucho por el amor que les lleva y el peligro de muerte al que se expuso mientras cumplía su misión honor (25-30).

(4) Deseando abreviar o concluir la epístola Pablo comienza la conclusión (iii, 1a, To loipon), pero repentinamente la interrumpo para poner de nuevo en guardia a los Filipenses contra los maestros judaizantes lo que hace presentándoles su propio ejemplo: ¿No tiene él todos los beneficios y títulos en las que acostumbran a gloriarse los judaizantes y muchos más? Pero todo lo ha despreciado y rechazado y contado como deshechos para poder ganar la verdadera justicia y perfección, que se aseguran no por las obras de la ley, sino por la fe (iii, 1-11). El no había conseguido aún, es verdad, esta perfección, es verdad, pero nunca ha dejado pero nunca ha dejado de ir hacia ella y hacia el premio que Dios le había llamado, refutando así con su propio ejemplo a los que en su orgullo se llaman a si mismos perfectos (12-16); incita a sus lectores a imitarle (17) y a que no sigan a los que amando las cosas de este mundo, tienen hábitos depravados (18-iv, 1).

(5) Pablo añade a esta exhortación general una admonición especial. Pide a dos mujeres, Evodia y Sintaque, que busquen la concordia (iv, 2-3), y exhorta a todos a la alegría espiritual, urgiendo la observancia de la bondad y amabilidad entre ellos (5), ordenándoles que no se dejen alterar por nada, pero que recurran a Dios en sus preocupaciones (6-7), y que tratan de conseguir la perfección cristiana en todas las cosas (8-9). Epílogo Pablo concluye esta epístola con una renovación más explicita de su agradecimiento a los Filipenses por sus limosnas, usando las expresiones más delicadas y haciendo de su forma de aceptarlas una exhortación final a la renuncia y abnegación (11-19). A esto le sigue la doxología y los saludos. Especialmente notables son sus saludos a los de la familia de servidores del emperador (20-23).

Autenticidad, unidad e identidad

La autenticidad de la Epístola como untado, que fue aceptada en general hasta mediados del siglo diecinueve, fue negada en primer lugar por la Escuela de Tubinga (Baur, 1845; Zeller; Volckmar). Sus argumentos, i.e., falta de originalidad, aparición de una idea semi-gnóstica, una idea de la justificación que no podía ser la de S. Pablo, fueron exitosamente refutados por Lünemann, Brückner, Schenkel etc. Pero surgieron otros que se oponían, hombres como van Manen y especialmente Holsten (para su argumento principal, ver abajo). Se puede decir que la autenticidad es generalmente admitida no solo por los exegetas católicos sino también por la mayoría de los protestantes y de los racionalistas (Hilgenfeld, Harnack, Zahn, Jülicher, Pfleiderer, Lightfood, Gibb, Holtzmann). Critica externa

Los argumentos de la crítica externa no permiten duda alguna. No trataremos de las citas de o reminiscencias de la Epístola que algunos autores creen encontrar en los primitivos escritores eclesiásticos, como Clemente de Roma, Ignacio de Antioquia, El Pastor de Hermas etc. (ver. Cornely "Introductio", IV, 491; Jacquier, p. 347; Toussaint en "Dict. De la Bible", v. Filipenses). Hacia el 120 S. Policarpo habla explícitamente a los Filipenses de las cartas (o la carta, epistolai) que Pablo les ha escrito, y algunos pasajes de esta carta prueban que había leído la Carta a los Filipenses. Más tarde, el Canon Muratoriano, S. Ireneo, Clemente de Alejandría, Tertuliano y el Apostolicón de Marción la atribuyen expresamente a S. Pablo. Después de Tertuliano los testimonios se hacen numerosos incontestables y la unanimidad se mantiene sin la menos excepción hasta mediado el siglo diecinueve.

Critica Interna

Las dificultades sacadas de la misma epístola, que algunos autores han presentado contra la tradición, son equívocas, como se admite por los más prominentes racionalistas y protestantes. (a) Lenguaje y estilo. Los hapax legomena (que se dan unas cuarenta veces) nada demuestran contra el origen paulino de la epístola, puesto que una cantidad similar reencuentra en otras epístolas ciertamente auténticas. Más aún, ciertas palabras (alrededor de veinte) muy peculiares en las epístolas de S. Pablo, ciertas formas de expresión, figuras, método de estilo (i, 22, 27, 29; iii, 8, 14), y repeticiones de palabras demuestran el carácter paulino de la epístola.

(b) Doctrina. Las dos principales objeciones presentadas por Holsten (Jahrb. Für Prot. Theol., I, 125; II, 58, 282) han hallado poco crédito entre los exégetas, mientras que Holsgten en su obra ("Das Evangelium des Paulus", Berlín, 1898, II, 4) concede que la teología de la Epístola a los filipenses es completamente paulina. De hecho (a) la Cristología de Filipenses, que presenta a Cristo preexistente en forma de Dios y hecho hombre en la Encarnación, no contradice a la Primera Corintios (xv, 45), que describe a Cristo resucitado como hombre celestial, vestido con su cuerpo glorificado, o la de las otras epístolas que en una forma más simple también nos muestra a Cristo preexistente como un ser divino hecho hombre en la Encarnación (Gal. 4:4; Rom. 7:3; 2 Cor. 8:9). (b) La doctrina sobre la justificación por la fe y no por las obras establecida en la Epístola a los Romanos y en Gálatas, no se contradice en ésta (iii, 6); si de hecho S. Pablo habla aquí de justicia legal es obvio mostrar su falta de poder y su inutilidad. (7-9).

La unidad e integridad de la Epístola ha sido también negada o puesta en duda por otros autores. Völter y Spitta mantenían que esta epístola es una compilación de otra auténtica a los Filipenses y una apócrifa escrita alrededor del año 120. Clamen vio en ella una compilación de dos epístolas auténticas. Todas estas teorías han tenido poco éxito mientras que los argumentos que se han presentado a su favor, por ejemplo, la doble conclusión (iii, 1, y iv, 4) mezclada con detalles personales, consejos morales, instrucciones doctrinales etc. Están suficientemente explicados por el carácter familiar y consiguientemente libre y sin restricciones de la Epístola.

Lugar y fecha

No hay no sombra de duda de que la Epístola a los Filipenses fue escrita durante la cautividad del Apóstol (i, 7, 13, 14, 17; ii, 24). Más aun, es cierto que fue escrita no en Cesarea, como algunos mantienen, sino en Roma (62-64 d.C.). Tal es la opinión casi unánime hasta de los que dicen que las otras tres epístolas de la cautividad fueron escritas en Cesarea [ver i, 13 (el prætorium); iv, 22 (la casa de César); i, 17 ss. (Esto supone una iglesia más importante que la de Cesarea). Los críticos no se ponen de acuerdo si fue escrita al principio de su estancia en Roma o al final, antes o después de las otras tres epístolas de la cautividad. La mayoría se inclinan hacia el segundo punto de vista (Meyer, Weiss, Holtzmann, Zahn, Jülicher etc.). Para los argumentos a favor y en contra se pueden consultar los libros de varios críticos. El autor de este artículo es de la opinión de que fue escrita hacia el final de la cautividad.

Fuentes

Las siguientes son obras generales y comentarios en los que el lector encontrará una bibliografía más extensa e información sobre las obras anteriores y comentarios. BEELEN, Commentarius in Epistolam S. Pauli ad Philippenses (2nd ed., Louvain, 1852); IDEM, Het nieuwe Testament (Bruges, 1892); BISPING, Erklärung der Briefe an die Epheser, Philipper und Kolosser (Münster, 1866); LIPSIUS, Brief an die Galater, Römer, Philipper (Handcommentar zum N. T.), adaptada por Holtzmann (2ª ed., Freiburg, 1892); MOULE, The Epistle to the Philippians (Cambridge, 1895); CORNELY, Introductio specialis in singulos N. T. libros (Paris, 1897); MÜLLER, Der Ap. Paulus Brief an die Philipper (Freiburg, 1899); VAN STEENKISTE, Commentarius in omnes S. Pauli Epistolas (Bruges, 1899); FUNK, Patres Apostolici (Tübingen, 1901); VINCENT, The Epistles to the Philippians and to Philemon (2nd ed., Edinburgh, 1902); HAUPT, Die Gefangenschaftsbriefe (8ªh ed., Göttingen, 1902); JACQUIER, Historie des livres du Nouveau Testament, I (Paris, 1904); SHAW, The Pauline Epistles (2ªd ed., Edinburgh, 1904); CLEMEN, Paulus, sein Leben und Wirken (Giessen, 1904); BELSER, Einleitung in das neue Testament (2nd ed., Freiburg, 1905); LE CAMUS, L'œuvre des Apotres (Paris, 1905) PÖLZL, Der Weltapostel Paulus (Ratisbon, 1905); LIGHTFOOT, St. Paul's Epistle to the Philippians (16th ed., London, 1908); FILLION IN VIGOUROUX, Dict. De la Bible, s. v. Philippes; TOUSSAINT, ibid, s. v. Philippiens; IDEM, Epitres de S. Paul (Paris, 1910); PRAT, La Théologie de S. Paul (Paris, 1909); FOUARD, Saint Paul, ses dernières années (Paris, 1910); VIGOUROUX-BACUEZ-BRASSAC, Manuel Biblique, IV (Paris, 1911).


Vander Heeren, A. (1911).

Transcrito por Paula J. Eckardt. Dedicado en amorosa memoria y con profunda gratitud a mi padre Paul A. Eckardt, 1917-2000.

Traducido por Pedro Royo