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Jueves, 21 de noviembre de 2024

Diferencia entre revisiones de «Primeros Documentos Históricos sobre Jesucristo»

De Enciclopedia Católica

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Los documentos históricos que se refieren a la vida y obra de Cristo pueden dividirse en tres clases: fuentes paganas, fuentes judías y fuentes cristianas. Estudiaremos las tres seguidamente.  
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Los documentos históricos referentes a la vida y obra de [[Jesucristo|Cristo]] pueden ser divididos en tres clases: fuentes [[paganismo|paganas]], fuentes [[judaísmo|judías]] y fuentes [[cristianismo|cristianas.]] Estudiaremos las tres sucesivamente.  
  
I. Fuentes Paganas
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==Fuentes Paganas==
  
A. Tacito
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Las fuentes no cristianas para la [[verdad]] histórica de los [[Evangelios]] son pocas y están contaminadas por el [[odio]] y el prejuicio. Se han propuesto varias razones para explicar esta condición de las fuentes paganas:
B. Suetonio
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* El lugar de la historia de los [[Evangelios|Evangelios]] es la remota [[Galilea]];
C. Plinio el Joven
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* Se percibía a los judíos como una raza supersticiosa, si creemos a Horacio (Credat Judoeus Apella, I, Sat., v, 100);
D. Otros escritores paganos
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* El [[Dios]] de los judíos era desconocido e ininteligible para la [[mayoría]] de los paganos de ese período:
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* Los judíos en cuyo seno había nacido el [[cristianismo]] estaban dispersos entre naciones paganas que los odiaban;
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* La [[religión]] cristiana misma era frecuentemente confundida con una de las muchas [[secta]]s que habían surgido del [[judaísmo]], y las cuales no excitaban el [[Interés|interés]] del espectador pagano.  
  
II. Fuentes Judías
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Al menos es cierto que ni los judíos ni los [[gentiles]] sospechaban en absoluto la enorme importancia de la religión de cuyo nacimiento entre ellos estaban siendo [[testigo]]s. Estas consideraciones explican la rareza y aspereza con que los autores paganos mencionan los sucesos cristianos. Pero aunque los escritores [[Gentiles|gentiles]] no nos [[Dan|dan]] información acerca de Cristo y las primeras etapas del [[Cristianismo|cristianismo]] que no tengamos en los [[Evangelios|Evangelios]], y aunque sus afirmaciones estén hechas con [[Odio|odio]] y desprecio manifiestos, aún así [[prueba]]n involuntariamente el valor histórico de los hechos relatados por los [[evangelista]]s.  
  
A. Filo
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No es necesario demorarse sobre un escrito titulado “Actas de Pilato” ([[Acta Pilati]]), que debió haber existido ya en el siglo II ([[San Justino]], "Apol.", I, 35), y debió haber sido utilizado en las [[escuelas]] paganas para advertir a los jóvenes contra la [[creencia]] de los cristianos ([[Eusebio de Cesarea|Eusebio]]., "Hist. Ecl.", I.9; IX.5); ni necesitamos ahora inquirir la cuestión de si existieron tablas censales auténticas de Quirino.  
B. Josefus
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C. Otras fuentes judías 
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III. Fuentes Cristianas
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===Tácito===
  
   
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Tenemos al menos el testimonio de Tácito (54-119 d.C.) para las afirmaciones de que el fundador de la religión cristiana, una [[superstición]] mortal a los ojos de los romanos, había sido condenado a [[pena capital|muerte]] por el [[procurador]] [[Poncio Pilato]] en el reinado de [[Tiberio]]; que su religión, aunque suprimida durante un tiempo, volvió a resurgir, no sólo en [[Judea]], donde se había originado, sino hasta en [[Roma]], la confluencia de todos los ríos de [[mal]]dad e impudor; más aún, que [[Nerón]] había desviado la sospecha que recaía sobre él, acusando a los cristianos de haber quemado Roma; que éstos no eran culpables, pero que merecían su [[Destino|destino]] por su misantropía universal. Además Tácito describe algunos de los terribles tormentos a los que [[Nerón|Nerón]] sometió a los cristianos (Ann., XV, XLIV). El escritor romano confunde a los cristianos con los judíos, a los que considera como una secta especialmente abyecta. Y se puede inferir cuán poco investigó la [[Verdad|verdad]] histórica hasta de los documentos judíos, por la credulidad con la que aceptó las absurdas leyendas y [[calumnia]]s sobre el origen del pueblo hebreo (Hist., V, III, IV)
  
I. Fuentes Paganas
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===Suetonio (75-160 d.C.)===
  
Las fuentes no cristianas sobre la verdad histórica de los Evangelios son escasas y están contaminadas de odio y prejuicio. Existe un número de razones que se han propuesto para explicar esta condición en las fuentes paganas:
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Otro escritor romano que muestra su familiaridad con Cristo y los cristianos es Suetonio (75-160 d.C.).  Se ha notado que Suetonio consideraba a Cristo (Chrestus) como un insurgente contra Roma que urdió sediciones en el reinado de Claudio (41-54 d.C.): "Judaeos, impulsore Chresto, assidue tumultuantes (Claudius) Roma expulit" (Clau., XXV).  En su vida de [[Nerón|Nerón]] considera a ese emperador como un benefactor público por su severo tratamiento a los cristianos: "Multa sub eo et animadversa severe, et coercita, nec minus instituta… afflicti Christiani, genus hominum superstitious novae et maleficae" (Nero, XVI)El escritor romano no entiende que los problemas con los judíos surgieron por el antagonismo judío al [[carácter]] [[Mesías|mesiánico]] de [[Jesucristo|Jesucristo]] y a los [[derecho]]s de [[la Iglesia]] cristiana.  
El campo en donde se desarrolla la historia de los Evangelios fue la remota Galilea; Los judíos eran percibidos como una raza supersticiosa, si damos crédito a Horacio (Credat Judoeus Apella, I, Sat., v, 100); El Dios de los judíos era desconocido e incomprensible para la mayoría de los paganos de ese período; Los judíos en cuyo seno la Cristiandad tomó sus orígenes estaban dispersos y eran odiados por todas las naciones paganas; La religión cristiana era a menudo confundida con una de las tantas sectas que habían surgido del judaísmo, y que no podría despertar el interés del espectador pagano.
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Es por lo menos cierto que ni los judíos ni los gentiles sospechaban en lo más mínimo la importancia monumental de la religión de cuyo crecimiento eran testigos. Estas consideraciones dan razón de la escasez y aspereza con la que los eventos cristianos son mencionados por los autores paganos. Pero aunque los autores gentiles no nos dan ninguna información sobre Cristo y los primeros estadios de la cristiandad que no tenemos en los Evangelios, y aunque sus afirmaciones son hechas con un odio y desprecio sin disimulo, de todas formas, y sin quererlo, prueban el valor histórico de los hechos relatados por los Evangelistas. No necesitamos demorarnos mucho en un escrito titulado "Los Actos de Pilato", que debe haber existido en el siglo II (Justino, "Apol"., I, 35), y debe haberse utilizado en las escuelas paganas para advertir a los jóvenes contra las creencias cristianas (Euseb., "Hist. Eccl.", I, ix; IX, v); ni necesitamos preguntarnos si existieron realmente las tablas de censo de Quirinius.
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===Plinio el Joven===
  
A. Tácito
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De mayor importancia es la carta de Plinio el Joven al emperador [[Trajano]] (alrededor de 61-115 d.C.) en la que el gobernador de Bitinia consulta a su majestad imperial sobre cómo tratar con los cristianos que vivían en su jurisdicción.  Por una parte sus vidas eran claramente inocentes; no se les podía probar crimen alguno, excepto sus creencias cristianas, que aparecían ante los romanos como una superstición extravagante y perversa.  Por otra parte no se les podía hacer tambalearse en su [[obediencia]] a Cristo a quien celebraban como su [[Dios|Dios]] en las reuniones matutinas tempranas (Ep., X, 97, 98). El [[Cristianismo|cristianismo]] ya no aparece aquí como una religión de criminales, como en los textos de Tácito y Suetonio. Plinio reconoce los altos principios morales de los cristianos, admira su constancia en la [[fe]] (pervicacia et inflexibilis obstinatio), que parece retrotraer a su [[adoración]] de Cristo (carmenque Christo, quasi Deo, dicere).
  
Poseemos al menos el testimonio de Tácito (A.D. 54-119) para la aseveración que el Fundador de la religión cristiana, una superstición mortífera a los ojos de los romanos, había sido ejecutado por el procurador Poncio Pilato bajo el reinado de Tiberio.; que Su religión, aunque suprimida por un tiempo, renació nuevamente no solo en toda Judea donde se había originado, pero hasta en Roma, el nudo de convergencia de todas las corrientes de maldad y desvergüenza; lo que es más, que Nerón había desviado de sí mismo las sospechas de la quema de Roma acusando a los cristianos de este crimen; que estos últimos no eran culpables del incendio, aunque merecían su destino en razón de su misantropía universal. Tácito, además, describe algunos de los horribles tormentos a los que Nerón sometía a los cristianos (Ann., XV, xliv). El escritor romano confunde a los cristianos con los judíos, considerándolos una secta judía particularmente abyecta; se puede inferir lo poco que había investigado la verdad histórica de los documentos judíos por la credulidad con la que aceptaba las absurdas leyendas y calumnias sobre los orígenes del pueblo Hebreo. (Hist., V, iii, iv).
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===Otros escritores paganos===
  
B. Suetonio
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El resto de los testigos paganos son de menor importancia.  En el siglo II Luciano se burló de Cristo y los cristianos, de la misma manera que se mofó de los dioses paganos.  Alude a la [[Devoción a la Pasión de Cristo|muerte de Cristo]] en la [[Cruz]], a sus [[milagro]]s, al [[amor]] mutuo que prevalece entre los cristianos ("Philopseudes", nn. 13, 16; "De Morte Pereg").  También hay supuestas alusiones a Cristo en Numenio (Orígenes, "Contra Celsus", IV.51), a sus [[parábolas]] en [[Galerio|Galerio]], al terremoto que ocurrió en la crucifixión en Flegón (Orígenes, "Contra Celso", II.14). Antes del final del siglo II el “logos alethes” de Celso, citado por [[Orígenes y Origenismo|Orígenes]] (Contra Celso, passim), testifica que en aquel tiempo los hechos relatados en los [[Evangelios|Evangelios]] eran generalmente aceptados como históricamente verdaderos. A pesar de lo escasos que son los testimonios paganos sobre la vida de Cristo, al menos [[Dan|dan]] testimonio de su existencia, de sus milagros, de sus parábolas de su reclamación al culto divino, su muerte en la Cruz y de las más impactantes características de su religión.  
  
Otro escritor romano que muestra su conocimiento de Cristo y los cristianos es Suetonio (A.D. 75-160). Debe notarse que Suetonio consideraba a Cristo (Chrestus) como un insurgente romano que incitó sediciones bajo el reino de Claudio (A.D. 41-54): "Judaeos, impulsore Chresto, assidue tumultuantes (Claudius) Roma expulit" (Clau., xxv). En su vida de Nerón, considera a este emperador como un benefactor público por su severo tratamiento hacia los cristianos: "Multa sub eo et animadversa severe, et coercita, nec minus instituta . . . . afflicti Christiani, genus hominum superstitious novae et maleficae" (Nero, xvi). El escritor romano no comprende que los problemas con los judíos surgían del antagonismo de los mismos hacia el carácter mesiánico de Jesucristo y hacia los derechos de la Iglesia Cristiana.
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==Fuentes Judías==
  
C. Plinio el Joven
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===[[Filo_Judeo|Filo Judeo]]===
  
De gran importancia es la carta de Plinio el Joven al Emperador Trajano (cerca del A.D. 61-115), en la cual el Gobernador de Bithynia consulta a su majestad imperial sobre cómo manejar a los cristianos que vivían en su jurisdicción. Por una parte, sus vidas eran confesamente inocentes, no podía probarse ningún crimen contra ellos excepto su creencia cristiana, que le parecía al romano una superstición extravagante y perversa. Por otra parte, a los cristianos no se los podía desvincular de su alianza con Cristo, a Quien celebraban como su Dios en las reuniones temprano a la mañana (Ep., X, 97, 98). La cristiandad aparece aquí ya no como una religión de criminales, como lo hacía en los textos de Tácito y Suetonio; Plinio reconoce los altos principios morales de los cristianos, admira su constancia en la fe (pervicacia et inflexibilis obstinatio), que parece remontarse a su culto de Cristo (carmenque Christo, quasi Deo, dicere).
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[[Filo Judeo]], quien murió después del año 40 d.C., es muy importante por la luz que arroja sobre ciertos modos de pensamiento y fraseología encontrados de nuevo en algunos de [[los Apóstoles]]. [[Eusebio de Cesarea|Eusebio]] (Hist. Ecl. II.4) ciertamente preserva la leyenda de que Filón se había encontrado con [[San Pedro]] en Roma durante su misión al emperador [[Cayo|Cayo]]; más aún, que en su obra sobre la vida contemplativa describe la vida de la [[Iglesia de Alejandría]], fundada por [[San Marcos]], y no la de los [[esenios]] y terapeutas. Pero es apenas probable que Filón hubiera oído hablar lo suficiente de Cristo y de sus seguidores para dar una base histórica a las leyendas corrientes.  
  
D. Otros escritores paganos
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===Josefo===
  
Los testigos paganos restantes son de menor importancia: en el segundo siglo Luciano desprecia a Cristo y a los cristianos de la misma forma que se mofa de los dioses paganos. Hace alusión a la muerte de Cristo en la cruz, a Sus milagros, al amor mutuo que prevalecía entre los cristianos ("Philopseudes", nn. 13, 16; "De Morte Pereg"). Hay también supuestas alusiones a Cristo en Numenius (Origen, "Contra Cels", IV, 51), a sus Parábolas en Galerius, al terremoto en la Crucifixión en Phlegon ( Origen, "Contra Cels.", II, 14). Antes de finalizar el siglo II el logos alethes de Celsus, citado por Orígenes (Contra Cels., passim), testifica que para esa época los hechos relatados en los Evangelios estaban generalmente aceptados como verdaderos históricamente. Sin importar cuan escasas sean las fuentes paganas sobre la vida de Cristo, dan por lo menos testimonio de Su existencia, de Sus milagros, Sus parábolas, Su testimonio de ser de carácter divino, Su muerte en la Cruz, y de las características más sobresalientes de Su religión.
+
El primer escritor no cristiano que se refiere a Cristo es el historiador judío [[Flavio Josefo]]; nació el 37 d.C., fue contemporáneo de [[Los_Apóstoles|los Apóstoles]] y murió en Roma el 94 d.C. Son indiscutibles dos pasajes en sus “Antigüedades” que confirman dos hechos de los [[Nuevo Testamento|registros cristianos]] [[Inspiración de la Biblia|inspirados]]. En uno de ellos informa del [[homicidio|asesinato]] de “[[San Juan el Bautista|Juan]] llamado el Bautista”, por [[Herodes]] (Ant., XVIII, V, 2), y además describe el [[carácter]] y obras de Juan; en el otro (Ant., XX, IX, 1) desaprueba la sentencia pronunciada por el [[sumo sacerdote]] [[Anás|Anás]] contra “Santiago, [[Hermanos del Señor|hermano de Jesús]] que es llamado Cristo”. Es anteriormente probable que un escritor tan bien informado como Josefo debiera estar muy familiarizado con la historia y la [[doctrina cristiana|doctrina]] de [[Jesucristo|Jesucristo]]. Viendo, además, que recoge sucesos de menor importancia en la historia de los judíos, sería sorprendente que guardara silencio sobre Jesucristo. Su respeto a los [[sacerdote]]s y [[fariseos]] no impidió que mencionara los asesinatos judiciales de Juan el Bautista y de [[Santiago el Mayor|Santiago]] el Apóstol. Su intento de encontrar el cumplimiento de las [[profecía]]s mesiánicas en [[Vespasiano]] no le indujo a pasar en silencio sobre varias sectas judías, aunque sus creencias aparecieran como inconsistentes con las demandas vespasianas. Era de esperarse, por consiguiente, alguna noticia sobre Jesús en los escritos de Josefo.  
  
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Las Antigüedades XVIII, III, 3, parecen satisfacer estas expectativas:  "Por estos tiempos apareció Jesús, un hombre sabio (si en [[Verdad|verdad]] es correcto llamarle [[hombre]], porque realizaba obras sorprendentes, un maestro de los hombres que reciben la [[Verdad|verdad]] con [[felicidad|alegría]]) y Él atrajo a sí a muchos judíos (también a muchos griegos. Este era Cristo) y cuando Pilatos, por la denuncia de los más importantes entre nosotros, le había condenado a la Cruz, aquellos que le habían [[amor|amado]] primero no le abandonaron (porque apareció vivo de nuevo al tercer día, como ya habían dicho de él los [[profecía, profeta y profetisa|profetas]] y otras muchas maravillas acerca de El). La tribu de cristianos llamados así por causa de él no ha desaparecido hasta este día”.
  
II. Fuentes Judías
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Un testimonio tan importante como el anterior no podía escapar al análisis de los críticos. Sus conclusiones pueden reducirse a tres: los que consideran el pasaje completamente falso; los que lo consideran completamente [[auténtico]] y los que lo consideran un poco de cada uno.  
  
A. Filo
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1. Los que consideran falso el pasaje:  Primero están los que consideran el pasaje como completamente falso. Las principales razones parecen ser las siguientes:
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* Josefo no podía representar a [[Jesucristo|Jesucristo]] como un simple moralista, y por otra parte no podía enfatizar las profecías y expectativas mesiánicas sin ofender las susceptibilidades romanas;
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* Se dice que Orígenes y los primeros [[Padres Apostólicos|escritores patrísticos]] desconocían el pasaje de Josefo citado arriba;
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* Es incierto el lugar exacto en que se encuentra en el texto de Josefo, puesto que Eusebio (Hist. Eccl., II.6) puede haberlo encontrado antes de las noticias que conciernen a Pilato, mientras que ahora está colocado detrás.  
  
Filo, que murió luego del A.D. 40, es importante principalmente por la luz que arroja en ciertos modos de pensar y fraseología que encontramos en algunos de los Apóstoles. Eusebio (Hist. Eccl., II, iv) incluso preserva una leyenda en la que cuenta que Filo conoció a San Pedro en Roma durante sus misiones con el emperador Cayo; lo que es más, que en su trabajo sobre la vida contemplativa describe la vida de la Iglesia Cristiana en Alejandría fundada por San Marcos, más que aquella de los Espesenos y Terapeutas. Pero es poco probable que Filo haya escuchado lo suficiente acerca de los cristianos como para darle un asidero histórico a estas leyendas.
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Pero la [[Falsedad|falsedad]] del pasaje disputado de Josefo no implica la [[ignorancia]] del historiador sobre los hechos conectados con [[Jesucristo|Jesucristo]]. El informe de Josefo sobre su propia precocidad juvenil ante los maestros judíos (Vit., 2) recuerda la historia de la estancia del Cristo en el [[Templo de Jerusalén|Templo]] a la edad de doce años; la descripción de su naufragio camino a Roma (Vit., 3), recuerda el naufragio de [[San Pablo]] tal como se relata en los [[Hechos de los Apóstoles|Hechos]]. Finalmente su arbitraria introducción de una traición practicada por los [[Sacerdotes|sacerdotes]] de Isis a una dama romana, tras el capítulo que alude a Jesús, muestra una disposición a explicar el nacimiento [[virginidad|virginal]] de Jesús y a preparar la [[falsedad]] de los últimos escritos judíos.  
  
B. Josefus
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2.  Los que ven el pasaje como [[Auténtico|auténtico]], con algunas adiciones espurias:  Una segunda clase de críticos no ven todo el testimonio de Josefo sobre Cristo como falso, sino que afirman que hay una interpolación, incluida arriba en paréntesis. Las razones para sustentar esta opinión pueden reducirse a las dos siguientes:
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* Josefo debió haber mencionado a Jesús, pero no pudo haberle conocido como el Cristo, por lo que parte del texto de Josefo puede ser genuino y parte interpolado.
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* Y la misma conclusión se deriva del hecho de que Orígenes conocía un texto de Josefo sobre Jesús, pero no estaba familiarizado con la variante actual; pues según el gran [[doctor]] alejandrino, Josefo no creía que Jesús era el [[Mesías|Mesías]] ("In Matth.", XIII, 55; "Contra Cels.", I.47).  
  
El primer escritor no cristiano que se refiere a Cristo es el historiador judío Flavio Josefus, nacido en A.D. 37, fue contemporáneo de los Apóstoles y murió en Roma en A.D. 94. Dos pasajes en su "Antiquities" que confirman dos hechos de las crónicas cristianas inspiradas no tienen disputa. En uno reporta el asesinato de "Juan llamado el Bautista" en manos de Herodes, (Ant., XVIII, v, 2), en el que describe además el carácter y trabajo de Juan; en el otro, (Ant., XX, ix, 1) desaprueba la sentencia pronunciada por el sumo sacerdote Ananus contra "Santiago, hermano de Jesús, Quien era llamado Cristo." Es probable por antecedente que un escritor tan bien informado como Josefus debe haber tenido una familiaridad además con la doctrina y la historia de Jesucristo. Viendo, además, que registra eventos de importancia menor en la historia de los judíos, sería sorprendente si se mantuviese en silencio acerca de Jesucristo. La consideración por los sacerdotes y fariseos no le impidió mencionar los asesinatos judiciales de Juan el Bautista y el Apóstol Santiago; su intento de encontrar la realización de las profecías Mesiánicas en Vespasiano no lo indujeron a callar sobre varias sectas judías, aún cuando sus principios parecían ser inconsistentes con las aseveraciones de Vespasiano. Uno espera, naturalmente, una mención sobre Jesucristo en Josefus. Antiquities XVIII, iii, 3, parece satisfacer esta expectativa.
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Cualquier fuerza que tuvieran estos argumentos se ha perdido por el hecho de que Josefo no escribía para los judíos sino para los romanos, y consiguientemente cuando dice” Este era el Cristo” no implica necesariamente que Jesús fuera el Cristo considerado por los romanos como fundador de la religión cristiana.  
  
Por este tiempo apareció Jesús, un hombre sabio (si es que es correcto llamarlo hombre, ya que fue un hacedor de milagros impactantes, un maestro para los hombres que reciben la verdad con gozo), y atrajo hacia Él a muchos judíos (muchos griegos además. Era el Cristo). Y cuando Pilatos, frente a la denuncia de aquellos que son los principales entre nosotros, lo había condenado a la Cruz, aquellos que lo habían amado primero no abandonaron (ya que se les apareció vivo nuevamente al tercer día, habiendo predicho esto y otras tantas maravillas sobre Él los santos profetas) La tribu de los cristianos llamados así por El no han cesado hasta este día.  
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3.  Los que consideran que es completamente genuino:  La tercera clase de eruditos creen que todo el pasaje que trata de Jesús, como se encuentra hoy en Josefo, es genuino y los principales argumentos a favor son los siguientes:
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* Primero, todos los [[códice]]s o [[manuscritos]] de la obra de Josefo contienen el texto en cuestión; para afirmar la [[Falsedad|falsedad]] del texto debemos suponer que todas las copias de Josefo estuvieron en manos de los cristianos y se cambiaron de la misma forma.
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* Segundo, es [[Verdad|verdad]] que ni [[Tertuliano]] ni [[San Justino]] usan el pasaje de Josefo sobre Jesús; pero este [[silencio]] se debe probablemente al desdén con el que los judíos contemporáneos miraban a Josefo y a la relativamente poca autoridad que tenía entre los lectores romanos.  Escritores del tiempo de [[Tertuliano|Tertuliano]] y Justino podían apelar a testigos vivos de la [[Tradición y Magisterio vivo|tradición]] apostólica.
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* Tercero, Eusebio ("Hist. Eccl"., I, XI; cf. "Dem. Ev.", III, V) [[Salaminio Hermias Sozomeno|Sozomeno]] (Hist. Eccl., I.1), [[San Nicéforo]] (Hist. Eccl., I, 39), [[San Isidoro de Pelusio]] (Ep. IV, 225), [[San Jerónimo]] (catal.script. eccles. XIII), [[San Ambrosio]], [[Casiodoro]], etc., apelan al testimonio de Josefo; no debió haber [[duda]]s sobre ello en [[tiempo]]s de todos estos ilustres escritores.
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* Cuarto, el silencio completo de Josefo respecto a Jesús habría sido un testimonio más elocuente que el que poseemos en el presente texto; éste no tiene [[Afirmación|afirmación]] incompatible con la autoría de Josefo: el lector romano necesitaba la información de que Jesús era el Cristo o el fundador de la religión cristiana; los hechos maravillosos de Jesús y su [[Resurrección de Jesucristo|resurrección]] de entre los muertos eran tan incesantemente recordados por los cristianos que sin estos atributos el Jesús de Josefo difícilmente habría sido reconocido como el fundador del [[Cristianismo|cristianismo]].  
  
Un testimonio tan importante como el mencionado arriba no podía escaparse del trabajo de los críticos. Sus conclusiones pueden reducirse a tres titulares: aquellos que consideran el pasaje como totalmente falso; aquellos que lo consideran completamente auténtico; y aquellos que lo consideran un poco de cada cosa.
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Esto no implica necesariamente que Josefo viera en Jesús al [[Mesías|Mesías]] de los judíos, pero aunque hubiera estado convencido de que lo era, tampoco se sigue que se hiciera cristiano ya que siempre hay un cierto número de subterfugios por los que el historiador judío no se habría convencido al cristianismo.  
  
Aquellos que consideran el pasaje como falso:
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===Otras fuentes judías===
  
Primero, están aquellos que consideran al pasaje entero como falso. Las razones principales para esta visión parecen ser las siguientes:
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El carácter histórico de [[Jesucristo|Jesucristo]] también es atestiguado por la literatura judía hostil de las centurias siguientes. Su nacimiento se atribuye ("[[Acta_Pilati|Acta Pilati]]" en Thilo, "[[Códice|Códice]] [[apócrifo]] N.T., I, 526; cf. Justino, "Apol.", I, 35), a un acto ilícito o hasta [[adulterio]] de sus [[padres]] (Orígenes, "Contra Celso," I.28 y I.32).  El nombre del padre es Pantera, un soldado común (Gemara "Sanhedrin", VIII; "Schabbath", XII, cf. Eisenmenger, "Entdecktes Judenthum", I, 109; Schottgen, "Horae Hebraicae", II, 696; Buxtorf, "Lex. Chald.” Basle, 1639, 1459, Huldreich, "Sepher toledhoth yeshua hannaceri", Leyden, 1705).  La última obra en su edición final no apareció antes del siglo XIII, de manera que pudo dar al mito de Pantera su forma más avanzada. Rosch opina que el mito no comenzó antes de finales del siglo I.  
Josefus no podría representar a Jesucristo como un simple moralista y por otra parte no podría enfatizar las profecías y expectativas mesiánicas sin ofender las susceptibilidades romanas; El pasaje arriba mencionado de Josefus parece haber sido desconocido por Orígenes y los primeros escritores patrísticos; Su lugar preciso en el texto de Josefus es incierto, ya que Eusebio (Hist. Eccl., II, vi) lo debe haber encontrado con anterioridad a las notas referidas a Pilato, mientras que ahora se encuentran luego de ellas.
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Pero la falsedad del disputado pasaje de Josefus no implica la ignorancia del historiador con respecto a los hechos conectados con Jesucristo. La narración de Josefus acerca de su propia precocidad juvenil ante los maestros judíos (Vit., 2) nos recuerda la historia de la estadía de Cristo en el Templo a la edad de doce años; la descripción del naufragio en su viaje a Roma (Vit., 3) nos recuerda al naufragio de Pablo relatado en Hechos; finalmente su introducción arbitraria de un engaño practicado por los sacerdotes de Isis sobre una mujer romana, a continuación de sus supuestas alusiones a Jesús, muestran una disposición a explicar el nacimiento virginal de Jesús y a preparar las falsedades que tomaron cuerpo en los escritos judíos subsiguientes.
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Los escritos judíos posteriores muestran señales de [[conocimiento]] del asesinato de los [[Santos Inocentes]] (Wagenseil, "Confut. Libr.Toldoth", 15; Eisenmenger op. cit., I, 116; Schottgen, op. cit., II, 667), de la huída a [[Egipto]] (cf. Josefo, "Ant." XIII, XIII), de la estancia de Jesús en el [[Templo|Templo]] a la edad de doce años (Schottgen, op. cit., II, 696), de la llamada de los [[discípulos de Cristo|discípulos]] ("Sanhedrin", 43a; Wagenseil, op. cit., 17; Schottgen, loc. cit., 713), de sus [[milagro]]s (Orígenes, "Contra Celso", II.48; Wagenseil, op. cit., 150; Gemara "Sanhedrin" fol. 17; "Schabbath", fol. 104b; Wagenseil, op.cit., 6, 7, 17), de su [[Afirmación|afirmación]] de que es [[Dios]] ( Orígenes, "Contra Celso", I.28; cf. Eisenmenger, op. cit., I, 152; Schottgen, loc. cit., 699) de la traición de [[Judas Iscariote]]Judas]] y su muerte (Orígenes, "Contra Celso", II, 9, 45, 68, 70; Buxtorf, op. cit., 1458; Lightfoot, "Hor. Heb.", 458, 490, 498; Eisenmenger, loc. cit., 185; Schottgen, loc. cit., 699 700; cf. "Sanhedrin", VI, VII). Celso (Orígenes, "Contra Celso", II.55) trata de arrojar dudas sobre la resurrección, mientras que Toldoth (cf. Wagenseil, 19) repite la ficción judía de que el cuerpo de Jesús fue [[robo|robado]] del [[tumba|sepulcro]].
  
Aquellos que consideran el pasaje como auténtico, con algunas adiciones inventadas:
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==Fuentes Cristianas==
  
Una segunda clasificación de críticos no consideran a la totalidad del testimonio de Josefus concerniente a Cristo como falso pero sostienen que existe una interpolación de las partes marcadas arriba entre paréntesis. Las razones asignadas para esta opinión pueden reducirse a las siguientes dos:
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Entre las fuentes cristianas de la vida de Jesús apenas necesitamos mencionar los llamados “[[Agrapha]]” y [[Apócrifo]]s, pues si los “[[Agrapha|agrapha]]” contienen “Logia” de Jesús, o se refieren a incidentes de su vida, son muy inciertos o presentan solamente variaciones de la historia evangélica. El principal valor de los Apócrifos consiste en mostrar la infinita superioridad de las [[Escritura]]s inspiradas al contrastar las vulgares y [[error|erróneas]] producciones de la [[mente]] humana con las simples y sublimes verdades escritas bajo la inspiración del [[Espíritu Santo]].  
Josefus debe haber mencionado a Jesús, pero no puede haberlo reconocido como el Cristo; por lo tanto parte de nuestro testo Josefiano actual debe ser genuina y parte interpolada.
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Igualmente, la misma conclusión se sigue del hecho que Orígenes conocía un texto Josefiano acerca de Jesús, pero no le era familiar nuestro texto actual, ya que, de acuerdo con el gran doctor de Alejandría, Josefus no creía que Jesús fuese el Mesías. ("In Matth.", xiii, 55; "Contra Cels.", I, 47).
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Entre los libros sagrados del [[Nuevo Testamento]], especialmente los cuatro [[Evangelios]] y las cuatro grandes [[Epístola]]s de [[San_Pablo|San Pablo]], son los más importantes para la construcción de la vida de Jesús.  Las cuatro grandes epístolas paulinas ([[Epístola a los Romanos|Romanos]], [[Epístola a los Gálatas|Gálatas]], [[Epístolas a los Corintios]], 1 y 2,) no pueden ser sobreestimadas por el estudioso de la vida de Jesús.  A veces se les ha llamado el “quinto evangelio”; los críticos serios nunca han asaltado su autenticidad.  Su testimonio es anterior al de los [[Evangelios|Evangelios]], al menos de la mayoría de ellos y son más valiosas porque son incidentales e imprevistas; son el testimonio de un escritor altamente intelectual y culto que había sido el peor enemigo de Jesús, que escribe dentro de los veinticinco años de los sucesos que relata. Al mismo tiempo esas cuatro grandes epístolas [[Dan|dan]] testimonio de los más importantes hechos de la vida de Cristo: su descendencia davídica, su pobreza, su mesiazgo, su enseñanza [[Moral|moral]], su predicación del [[Reino de Dios]], el llamamiento a [[Los_Apóstoles|los apóstoles]], su poder milagroso, su [[Afirmación|afirmación]] de ser [[Dios|Dios]], la traición, la institución de la [[Eucaristía]], su Pasión, Crucifixión, sepultura y Resurrección, sus repetidas apariciones (Romanos 1,3-4; 5,11; 8,2-3; 8,32; 9,5; 15,8; Gálatas 2,17; 3,13; 4,4; 5,21; 1 Corintios 6,9; 13,4; etc.). Pero por más importantes que sean las cuatro Epístolas, los [[Evangelios]] lo son más, no porque ofrezcan una biografía completa de Jesús, pero explican el origen del [[cristianismo]] con la vida de su fundador. Cuestiones como la autenticidad de los [[Evangelios|Evangelios]], la relación entre los Evangelios [[Sinópticos]] y el [[Evangelio según San Juan|Cuarto]], el problema sinóptico, debe ser estudiado en los artículos sobre los temas respectivos.  
  
Cualquiera sea el peso de estos dos argumentos, se pierde frente al hecho que Josefus no escribía para los judíos, sino para los romanos; consecuentemente, cuando dice "Este era el Cristo" no implica necesariamente que Jesús era el Cristo considerado por los romanos como el fundador de la religión cristiana.
 
  
Aquellos que lo consideran completamente genuino:  
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'''Fuente''': Maas, Anthony. "Early Historical Documents on Jesus Christ." The Catholic Encyclopedia. Vol. 8. New York: Robert Appleton Company, 1910.
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<http://www.newadvent.org/cathen/08375a.htm>.
  
Una tercera clase de estudiosos cree que el pasaje completo acerca de Jesús, como se encuentra hoy en día en Josefus, es genuino. Los argumentos principales de la autenticidad del pasaje de Josefus son los siguientes:
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Traducido por Silvina Sironi Pisano.  L H M
Primero, todos los códices o manuscritos del trabajo de Josefus contienen el texto en cuestión; para mantener la falsificación de este texto debemos suponer que todas las copias de Josefus estaban en manos de los cristianos, y fueron cambiados de la misma manera.
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Segundo, es cierto que ni Tertuliano ni San Justino utilizan el pasaje de Josefus acerca de Jesús; pero su silencio se debe probablemente al desprecio con el que los judíos contemporáneos consideraban a Josefus, y a la relativa poca autoridad que tenía entre los lectores romanos. Los escritores de la edad de Tertuliano y Justino podían apelar a testigos vivos de la tradición Apostólica. 
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Tercero, Eusebio ("Hist. Eccl"., I, xi; cf. "Dem. Ev.", III, v) Sozomen (Hist. Eccl., I, i), Niceph. (Hist. Eccl., I, 39), Isidoro de Pelusium (Ep. IV, 225), San Jerónimo (catal.script. eccles. xiii), Ambrosio, Casiodoro, etc., recurren al testimonio de Josefus; no deben haber existido dudas respecto a su autenticidad en el tiempo de estos ilustres escritores.
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Cuarto, el silencio completo de Josefus acerca de Jesús hubiese sido un testimonio aun más elocuente del que tenemos en el presente texto; este último no contiene ninguna afirmación que sea incompatible con su origen Josefiano: el lector romano necesitaba la información de que Jesús era el Cristo o el fundador de la religión cristiana; las maravillosas obras de Jesús y su Resurrección de entre los muertos eran pregonadas incesantemente por los cristianos de forma tal que sin estos atributos el Jesús de Josefus no hubiera sido prácticamente reconocido como el fundador de la religión cristiana.
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Todo esto no implica necesariamente que Josefus considerase a Jesús como el Mesías judío; pero, aun si hubiese estado convencido de su mesianismo, no se sigue por esto que se haya convertido al cristianismo. Un número de posibles subterfugios pueden haberle brindado al historiador judío razones aparentemente suficientes como para no abrazar el cristianismo.
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C. Otras fuentes judías 
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El carácter histórico de Jesucristo también es afirmado por la literatura judía hostil de los siglos subsiguientes. Su nacimiento se considera unido a una unión ilícita ("Acta Pilati" en Thilo, "Codex apocryph. N.T., I, 526; cf. Justin, "Apol.", I, 35), o hasta adúltera de sus padres (Orígenes, "Contra Cels.," I, 28, 32). El nombre de su padre era Pantera, un soldado común (Gemara "Sanhedrin", viii; "Schabbath", xii, cf. Eisenmenger, "Entdecktes Judenthum", I, 109; Schottgen, "Horae Hebraicae", II, 696; Buxtorf, "Lex. Chald.", Basle, 1639, 1459, Huldreich, "Sepher toledhoth yeshua hannaceri", Leyden, 1705). Este último trabajo en su edición final no apareció hasta el siglo trece, por lo que brinda un relato del mito de Pantera en su forma más avanzada. Rosch es de la opinión de que el mito no comenzó antes de los fines del siglo I. 
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Los escritos judíos posteriores muestran trazos de familiaridad con el asesinato de los Santos Inocentes (Wagenseil, "Confut. Libr.Toldoth", 15; Eisenmenger op. cit., I, 116; Schottgen, op. cit., II, 667), con la huída a Egipto (cf. Josefus, "Ant." XIII, xiii), con la estadía de Jesús en el templo a la edad de doce años (Schottgen, op. cit., II, 696), con la llamada a los discípulos  ("Sanhedrin", 43a; Wagenseil, op. cit., 17; Schottgen, loc. cit., 713), con Sus milagros (Origenes, "Contra Cels", II, 48; Wagenseil, op. cit., 150; Gemara "Sanhedrin" fol. 17); "Schabbath", fol. 104b; Wagenseil, op.cit., 6, 7, 17), con su afirmación de ser Dios (Origenes, "Contra Cels.", I, 28; cf. Eisenmenger, op. cit., I, 152; Schottgen, loc. cit., 699) con la traición de Judas y con Su Muerte (Origenes, "Contra cels.", II, 9, 45, 68, 70; Buxtorf, op. cit., 1458; Lightfoot, "Hor. Heb.", 458, 490, 498; Eisenmenger, loc. cit., 185; Schottgen, loc. cit.,699 700; cf."Sanhedrin", vi, vii). Celsus (Origen, "Contra Cels.", II, 55) trata de arrojar dudas sobre la Resurrección, mientras que Toldoth (cf. Wagenseil, 19) repite la ficción judía que el cuerpo de Jesús fue robado del sepulcro.
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III. Fuentes Cristianas
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Entre las fuentes cristianas de la vida de Jesús existe muy poca necesidad de mencionar la así llamada Agrafa y Apócrifa. Porque si bien el Agrafa contiene una Logia de Jesús, o se refiere a incidentes de su Vida, son o altamente improbables o presentados sólo como variaciones de la historia de los Evangelios. El principal valor de la Apócrifa consiste en mostrar la superioridad infinita de los Escritos Inspirados contrastando las toscas y erróneas producciones de la mente humana comparadas con las verdades simples y sublimes escritas bajo la inspiración del Espíritu Santo.
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Entre los libros Sagrados del Nuevo Testamento, los que tienen especial importancia con respecto a la construcción de la vida de Jesús son los cuatro Evangelios y las cuatro grandes Cartas de San Pablo.
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Las cuatro grandes Epístolas Paulinas (Romanos, Gálatas, y Primera y Segunda Carta a los Corintios) no serán jamás sobre estimadas por los que estudian la vida de Cristo; han sido llamadas a veces el "quinto evangelio"; su autenticidad jamás ha sido atacada por asiduos críticos; su testimonio es aún más antiguo que el de los Evangelios, al menos que la mayoría de ellos; es de gran valor porque es incidental y sin ningún diseño previo; es el testimonio de un escritor altamente intelectual y culto, que había sido uno de los mayores enemigos de Jesús, y que escribe dentro de los 25 años posteriores a los hechos que relata. Al mismo tiempo, estas cuatro grandes encíclicas dan testimonio de los hechos más importantes de la vida de Cristo: su linaje de David, Su pobreza, su Mesianismo, sus enseñanzas morales, su predicación sobre el Reino de Dios, su llamado a los Apóstoles, sus poderes milagrosos, su afirmación acerca de ser Dios, la traición, la institución de la Sagrada Eucaristía, Su Pasión, crucifixión, sepultura y resurrección, sus repetidas apariciones (Rom., i, 3, 4; v, 11; viii, 2, 3, 32; ix, 5; xv, 8; Gal., ii, 17; iii, 13; iv, 4; v, 21; I Cor., vi, 9; vii, 10; xi, 25; xv, passim; II Cor., iii, 17; iv, 4; xii, 12; xiii, 4; etc.).
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Sin importar cuan importantes sean las cuatro grandes epístolas, los evangelios son aún más importantes. No porque alguno de ellos ofrezca una biografía completa de Jesús, sino porque dan razón del origen de la cristiandad por medio de la vida de su Fundador. Las cuestiones tales como la autenticidad de los Evangelios, la relación entre los Evangelios Sinópticos y el Cuarto, el problema Sinóptico deben estudiarse en los artículos referidos a estos temas respectivos.
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A.J. MAAS
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Transcrito por  Joseph P. Thomas
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En memoria del Arzobispo Mathew Kavukatt
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Traducido por Silvina Sironi Pisano
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Última revisión de 20:00 12 oct 2009

Los documentos históricos referentes a la vida y obra de Cristo pueden ser divididos en tres clases: fuentes paganas, fuentes judías y fuentes cristianas. Estudiaremos las tres sucesivamente.

Fuentes Paganas

Las fuentes no cristianas para la verdad histórica de los Evangelios son pocas y están contaminadas por el odio y el prejuicio. Se han propuesto varias razones para explicar esta condición de las fuentes paganas:

  • El lugar de la historia de los Evangelios es la remota Galilea;
  • Se percibía a los judíos como una raza supersticiosa, si creemos a Horacio (Credat Judoeus Apella, I, Sat., v, 100);
  • El Dios de los judíos era desconocido e ininteligible para la mayoría de los paganos de ese período:
  • Los judíos en cuyo seno había nacido el cristianismo estaban dispersos entre naciones paganas que los odiaban;
  • La religión cristiana misma era frecuentemente confundida con una de las muchas sectas que habían surgido del judaísmo, y las cuales no excitaban el interés del espectador pagano.

Al menos es cierto que ni los judíos ni los gentiles sospechaban en absoluto la enorme importancia de la religión de cuyo nacimiento entre ellos estaban siendo testigos. Estas consideraciones explican la rareza y aspereza con que los autores paganos mencionan los sucesos cristianos. Pero aunque los escritores gentiles no nos dan información acerca de Cristo y las primeras etapas del cristianismo que no tengamos en los Evangelios, y aunque sus afirmaciones estén hechas con odio y desprecio manifiestos, aún así prueban involuntariamente el valor histórico de los hechos relatados por los evangelistas.

No es necesario demorarse sobre un escrito titulado “Actas de Pilato” (Acta Pilati), que debió haber existido ya en el siglo II (San Justino, "Apol.", I, 35), y debió haber sido utilizado en las escuelas paganas para advertir a los jóvenes contra la creencia de los cristianos (Eusebio., "Hist. Ecl.", I.9; IX.5); ni necesitamos ahora inquirir la cuestión de si existieron tablas censales auténticas de Quirino.

Tácito

Tenemos al menos el testimonio de Tácito (54-119 d.C.) para las afirmaciones de que el fundador de la religión cristiana, una superstición mortal a los ojos de los romanos, había sido condenado a muerte por el procurador Poncio Pilato en el reinado de Tiberio; que su religión, aunque suprimida durante un tiempo, volvió a resurgir, no sólo en Judea, donde se había originado, sino hasta en Roma, la confluencia de todos los ríos de maldad e impudor; más aún, que Nerón había desviado la sospecha que recaía sobre él, acusando a los cristianos de haber quemado Roma; que éstos no eran culpables, pero que merecían su destino por su misantropía universal. Además Tácito describe algunos de los terribles tormentos a los que Nerón sometió a los cristianos (Ann., XV, XLIV). El escritor romano confunde a los cristianos con los judíos, a los que considera como una secta especialmente abyecta. Y se puede inferir cuán poco investigó la verdad histórica hasta de los documentos judíos, por la credulidad con la que aceptó las absurdas leyendas y calumnias sobre el origen del pueblo hebreo (Hist., V, III, IV)

Suetonio (75-160 d.C.)

Otro escritor romano que muestra su familiaridad con Cristo y los cristianos es Suetonio (75-160 d.C.). Se ha notado que Suetonio consideraba a Cristo (Chrestus) como un insurgente contra Roma que urdió sediciones en el reinado de Claudio (41-54 d.C.): "Judaeos, impulsore Chresto, assidue tumultuantes (Claudius) Roma expulit" (Clau., XXV). En su vida de Nerón considera a ese emperador como un benefactor público por su severo tratamiento a los cristianos: "Multa sub eo et animadversa severe, et coercita, nec minus instituta… afflicti Christiani, genus hominum superstitious novae et maleficae" (Nero, XVI). El escritor romano no entiende que los problemas con los judíos surgieron por el antagonismo judío al carácter mesiánico de Jesucristo y a los derechos de la Iglesia cristiana.

Plinio el Joven

De mayor importancia es la carta de Plinio el Joven al emperador Trajano (alrededor de 61-115 d.C.) en la que el gobernador de Bitinia consulta a su majestad imperial sobre cómo tratar con los cristianos que vivían en su jurisdicción. Por una parte sus vidas eran claramente inocentes; no se les podía probar crimen alguno, excepto sus creencias cristianas, que aparecían ante los romanos como una superstición extravagante y perversa. Por otra parte no se les podía hacer tambalearse en su obediencia a Cristo a quien celebraban como su Dios en las reuniones matutinas tempranas (Ep., X, 97, 98). El cristianismo ya no aparece aquí como una religión de criminales, como en los textos de Tácito y Suetonio. Plinio reconoce los altos principios morales de los cristianos, admira su constancia en la fe (pervicacia et inflexibilis obstinatio), que parece retrotraer a su adoración de Cristo (carmenque Christo, quasi Deo, dicere).

Otros escritores paganos

El resto de los testigos paganos son de menor importancia. En el siglo II Luciano se burló de Cristo y los cristianos, de la misma manera que se mofó de los dioses paganos. Alude a la muerte de Cristo en la Cruz, a sus milagros, al amor mutuo que prevalece entre los cristianos ("Philopseudes", nn. 13, 16; "De Morte Pereg"). También hay supuestas alusiones a Cristo en Numenio (Orígenes, "Contra Celsus", IV.51), a sus parábolas en Galerio, al terremoto que ocurrió en la crucifixión en Flegón (Orígenes, "Contra Celso", II.14). Antes del final del siglo II el “logos alethes” de Celso, citado por Orígenes (Contra Celso, passim), testifica que en aquel tiempo los hechos relatados en los Evangelios eran generalmente aceptados como históricamente verdaderos. A pesar de lo escasos que son los testimonios paganos sobre la vida de Cristo, al menos dan testimonio de su existencia, de sus milagros, de sus parábolas de su reclamación al culto divino, su muerte en la Cruz y de las más impactantes características de su religión.

Fuentes Judías

Filo Judeo

Filo Judeo, quien murió después del año 40 d.C., es muy importante por la luz que arroja sobre ciertos modos de pensamiento y fraseología encontrados de nuevo en algunos de los Apóstoles. Eusebio (Hist. Ecl. II.4) ciertamente preserva la leyenda de que Filón se había encontrado con San Pedro en Roma durante su misión al emperador Cayo; más aún, que en su obra sobre la vida contemplativa describe la vida de la Iglesia de Alejandría, fundada por San Marcos, y no la de los esenios y terapeutas. Pero es apenas probable que Filón hubiera oído hablar lo suficiente de Cristo y de sus seguidores para dar una base histórica a las leyendas corrientes.

Josefo

El primer escritor no cristiano que se refiere a Cristo es el historiador judío Flavio Josefo; nació el 37 d.C., fue contemporáneo de los Apóstoles y murió en Roma el 94 d.C. Son indiscutibles dos pasajes en sus “Antigüedades” que confirman dos hechos de los registros cristianos inspirados. En uno de ellos informa del asesinato de “Juan llamado el Bautista”, por Herodes (Ant., XVIII, V, 2), y además describe el carácter y obras de Juan; en el otro (Ant., XX, IX, 1) desaprueba la sentencia pronunciada por el sumo sacerdote Anás contra “Santiago, hermano de Jesús que es llamado Cristo”. Es anteriormente probable que un escritor tan bien informado como Josefo debiera estar muy familiarizado con la historia y la doctrina de Jesucristo. Viendo, además, que recoge sucesos de menor importancia en la historia de los judíos, sería sorprendente que guardara silencio sobre Jesucristo. Su respeto a los sacerdotes y fariseos no impidió que mencionara los asesinatos judiciales de Juan el Bautista y de Santiago el Apóstol. Su intento de encontrar el cumplimiento de las profecías mesiánicas en Vespasiano no le indujo a pasar en silencio sobre varias sectas judías, aunque sus creencias aparecieran como inconsistentes con las demandas vespasianas. Era de esperarse, por consiguiente, alguna noticia sobre Jesús en los escritos de Josefo.

Las Antigüedades XVIII, III, 3, parecen satisfacer estas expectativas: "Por estos tiempos apareció Jesús, un hombre sabio (si en verdad es correcto llamarle hombre, porque realizaba obras sorprendentes, un maestro de los hombres que reciben la verdad con alegría) y Él atrajo a sí a muchos judíos (también a muchos griegos. Este era Cristo) y cuando Pilatos, por la denuncia de los más importantes entre nosotros, le había condenado a la Cruz, aquellos que le habían amado primero no le abandonaron (porque apareció vivo de nuevo al tercer día, como ya habían dicho de él los profetas y otras muchas maravillas acerca de El). La tribu de cristianos llamados así por causa de él no ha desaparecido hasta este día”.

Un testimonio tan importante como el anterior no podía escapar al análisis de los críticos. Sus conclusiones pueden reducirse a tres: los que consideran el pasaje completamente falso; los que lo consideran completamente auténtico y los que lo consideran un poco de cada uno.

1. Los que consideran falso el pasaje: Primero están los que consideran el pasaje como completamente falso. Las principales razones parecen ser las siguientes:

  • Josefo no podía representar a Jesucristo como un simple moralista, y por otra parte no podía enfatizar las profecías y expectativas mesiánicas sin ofender las susceptibilidades romanas;
  • Se dice que Orígenes y los primeros escritores patrísticos desconocían el pasaje de Josefo citado arriba;
  • Es incierto el lugar exacto en que se encuentra en el texto de Josefo, puesto que Eusebio (Hist. Eccl., II.6) puede haberlo encontrado antes de las noticias que conciernen a Pilato, mientras que ahora está colocado detrás.

Pero la falsedad del pasaje disputado de Josefo no implica la ignorancia del historiador sobre los hechos conectados con Jesucristo. El informe de Josefo sobre su propia precocidad juvenil ante los maestros judíos (Vit., 2) recuerda la historia de la estancia del Cristo en el Templo a la edad de doce años; la descripción de su naufragio camino a Roma (Vit., 3), recuerda el naufragio de San Pablo tal como se relata en los Hechos. Finalmente su arbitraria introducción de una traición practicada por los sacerdotes de Isis a una dama romana, tras el capítulo que alude a Jesús, muestra una disposición a explicar el nacimiento virginal de Jesús y a preparar la falsedad de los últimos escritos judíos.

2. Los que ven el pasaje como auténtico, con algunas adiciones espurias: Una segunda clase de críticos no ven todo el testimonio de Josefo sobre Cristo como falso, sino que afirman que hay una interpolación, incluida arriba en paréntesis. Las razones para sustentar esta opinión pueden reducirse a las dos siguientes:

  • Josefo debió haber mencionado a Jesús, pero no pudo haberle conocido como el Cristo, por lo que parte del texto de Josefo puede ser genuino y parte interpolado.
  • Y la misma conclusión se deriva del hecho de que Orígenes conocía un texto de Josefo sobre Jesús, pero no estaba familiarizado con la variante actual; pues según el gran doctor alejandrino, Josefo no creía que Jesús era el Mesías ("In Matth.", XIII, 55; "Contra Cels.", I.47).

Cualquier fuerza que tuvieran estos argumentos se ha perdido por el hecho de que Josefo no escribía para los judíos sino para los romanos, y consiguientemente cuando dice” Este era el Cristo” no implica necesariamente que Jesús fuera el Cristo considerado por los romanos como fundador de la religión cristiana.

3. Los que consideran que es completamente genuino: La tercera clase de eruditos creen que todo el pasaje que trata de Jesús, como se encuentra hoy en Josefo, es genuino y los principales argumentos a favor son los siguientes:

  • Primero, todos los códices o manuscritos de la obra de Josefo contienen el texto en cuestión; para afirmar la falsedad del texto debemos suponer que todas las copias de Josefo estuvieron en manos de los cristianos y se cambiaron de la misma forma.
  • Segundo, es verdad que ni Tertuliano ni San Justino usan el pasaje de Josefo sobre Jesús; pero este silencio se debe probablemente al desdén con el que los judíos contemporáneos miraban a Josefo y a la relativamente poca autoridad que tenía entre los lectores romanos. Escritores del tiempo de Tertuliano y Justino podían apelar a testigos vivos de la tradición apostólica.
  • Tercero, Eusebio ("Hist. Eccl"., I, XI; cf. "Dem. Ev.", III, V) Sozomeno (Hist. Eccl., I.1), San Nicéforo (Hist. Eccl., I, 39), San Isidoro de Pelusio (Ep. IV, 225), San Jerónimo (catal.script. eccles. XIII), San Ambrosio, Casiodoro, etc., apelan al testimonio de Josefo; no debió haber dudas sobre ello en tiempos de todos estos ilustres escritores.
  • Cuarto, el silencio completo de Josefo respecto a Jesús habría sido un testimonio más elocuente que el que poseemos en el presente texto; éste no tiene afirmación incompatible con la autoría de Josefo: el lector romano necesitaba la información de que Jesús era el Cristo o el fundador de la religión cristiana; los hechos maravillosos de Jesús y su resurrección de entre los muertos eran tan incesantemente recordados por los cristianos que sin estos atributos el Jesús de Josefo difícilmente habría sido reconocido como el fundador del cristianismo.

Esto no implica necesariamente que Josefo viera en Jesús al Mesías de los judíos, pero aunque hubiera estado convencido de que lo era, tampoco se sigue que se hiciera cristiano ya que siempre hay un cierto número de subterfugios por los que el historiador judío no se habría convencido al cristianismo.

Otras fuentes judías

El carácter histórico de Jesucristo también es atestiguado por la literatura judía hostil de las centurias siguientes. Su nacimiento se atribuye ("Acta Pilati" en Thilo, "Códice apócrifo N.T., I, 526; cf. Justino, "Apol.", I, 35), a un acto ilícito o hasta adulterio de sus padres (Orígenes, "Contra Celso," I.28 y I.32). El nombre del padre es Pantera, un soldado común (Gemara "Sanhedrin", VIII; "Schabbath", XII, cf. Eisenmenger, "Entdecktes Judenthum", I, 109; Schottgen, "Horae Hebraicae", II, 696; Buxtorf, "Lex. Chald.” Basle, 1639, 1459, Huldreich, "Sepher toledhoth yeshua hannaceri", Leyden, 1705). La última obra en su edición final no apareció antes del siglo XIII, de manera que pudo dar al mito de Pantera su forma más avanzada. Rosch opina que el mito no comenzó antes de finales del siglo I.

Los escritos judíos posteriores muestran señales de conocimiento del asesinato de los Santos Inocentes (Wagenseil, "Confut. Libr.Toldoth", 15; Eisenmenger op. cit., I, 116; Schottgen, op. cit., II, 667), de la huída a Egipto (cf. Josefo, "Ant." XIII, XIII), de la estancia de Jesús en el Templo a la edad de doce años (Schottgen, op. cit., II, 696), de la llamada de los discípulos ("Sanhedrin", 43a; Wagenseil, op. cit., 17; Schottgen, loc. cit., 713), de sus milagros (Orígenes, "Contra Celso", II.48; Wagenseil, op. cit., 150; Gemara "Sanhedrin" fol. 17; "Schabbath", fol. 104b; Wagenseil, op.cit., 6, 7, 17), de su afirmación de que es Dios ( Orígenes, "Contra Celso", I.28; cf. Eisenmenger, op. cit., I, 152; Schottgen, loc. cit., 699) de la traición de Judas IscarioteJudas]] y su muerte (Orígenes, "Contra Celso", II, 9, 45, 68, 70; Buxtorf, op. cit., 1458; Lightfoot, "Hor. Heb.", 458, 490, 498; Eisenmenger, loc. cit., 185; Schottgen, loc. cit., 699 700; cf. "Sanhedrin", VI, VII). Celso (Orígenes, "Contra Celso", II.55) trata de arrojar dudas sobre la resurrección, mientras que Toldoth (cf. Wagenseil, 19) repite la ficción judía de que el cuerpo de Jesús fue robado del sepulcro.

Fuentes Cristianas

Entre las fuentes cristianas de la vida de Jesús apenas necesitamos mencionar los llamados “Agrapha” y Apócrifos, pues si los “agrapha” contienen “Logia” de Jesús, o se refieren a incidentes de su vida, son muy inciertos o presentan solamente variaciones de la historia evangélica. El principal valor de los Apócrifos consiste en mostrar la infinita superioridad de las Escrituras inspiradas al contrastar las vulgares y erróneas producciones de la mente humana con las simples y sublimes verdades escritas bajo la inspiración del Espíritu Santo.

Entre los libros sagrados del Nuevo Testamento, especialmente los cuatro Evangelios y las cuatro grandes Epístolas de San Pablo, son los más importantes para la construcción de la vida de Jesús. Las cuatro grandes epístolas paulinas (Romanos, Gálatas, Epístolas a los Corintios, 1 y 2,) no pueden ser sobreestimadas por el estudioso de la vida de Jesús. A veces se les ha llamado el “quinto evangelio”; los críticos serios nunca han asaltado su autenticidad. Su testimonio es anterior al de los Evangelios, al menos de la mayoría de ellos y son más valiosas porque son incidentales e imprevistas; son el testimonio de un escritor altamente intelectual y culto que había sido el peor enemigo de Jesús, que escribe dentro de los veinticinco años de los sucesos que relata. Al mismo tiempo esas cuatro grandes epístolas dan testimonio de los más importantes hechos de la vida de Cristo: su descendencia davídica, su pobreza, su mesiazgo, su enseñanza moral, su predicación del Reino de Dios, el llamamiento a los apóstoles, su poder milagroso, su afirmación de ser Dios, la traición, la institución de la Eucaristía, su Pasión, Crucifixión, sepultura y Resurrección, sus repetidas apariciones (Romanos 1,3-4; 5,11; 8,2-3; 8,32; 9,5; 15,8; Gálatas 2,17; 3,13; 4,4; 5,21; 1 Corintios 6,9; 13,4; etc.). Pero por más importantes que sean las cuatro Epístolas, los Evangelios lo son más, no porque ofrezcan una biografía completa de Jesús, pero explican el origen del cristianismo con la vida de su fundador. Cuestiones como la autenticidad de los Evangelios, la relación entre los Evangelios Sinópticos y el Cuarto, el problema sinóptico, debe ser estudiado en los artículos sobre los temas respectivos.


Fuente: Maas, Anthony. "Early Historical Documents on Jesus Christ." The Catholic Encyclopedia. Vol. 8. New York: Robert Appleton Company, 1910. <http://www.newadvent.org/cathen/08375a.htm>.

Traducido por Silvina Sironi Pisano. L H M