Herramientas personales
En la EC encontrarás artículos autorizados
sobre la fe católica
Sábado, 23 de noviembre de 2024

Astrología

De Enciclopedia Católica

Saltar a: navegación, buscar

Definición

Astrología es la supuesta ciencia que determina la influencia de las estrellas, especialmente de los cinco planetas más antiguos, en el destino del hombre (astrologia judiciaria: astrología mundana o judiciaria) o en los cambios del clima (astrologia naturalis: astrología natural) según ciertas reglas fijas que dependen de la posición de control de las estrellas (constelaciones y aspectos) en el momento considerado.

La astrología judiciaria —la rama más importante de este arte oculto— dependía para sus predicciones de la posición de los planetas en las “doce casas” al momento del nacimiento de un ser humano. Los cálculos necesarios para establecer estas posiciones eran lanzar el horóscopo o el diagrama de los cielos (thema coeli) en la natividad. Comenzando con el punto que se elevaba justo en el momento del nacimiento, el ecuador celeste se dividía en doce partes iguales, seis arriba y seis debajo del horizonte, y se dibujaban círculos a través de estos puntos y los puntos de intersección del horizonte y el meridiano; así los cielos se dividían en doce casas. La primera casa (horoscopus) comienza con el punto de la eclíptica que se está levantando (ascendens). Las doce casas se dividen en casas cardinales, también llamadas anguli, casas sucesivas (succedentes, anaphora) y casas declinantes o cadentes (cadentes, cataphora). Las casas simbolizan respectivamente: vida, propiedad personal, consanguinidad, riquezas, hijos y joyas, salud, matrimonio y transcurso de vida, forma de muerte y herencia, intelecto y disposición (también viajes largos), posición en la vida y dignidades, amigos y éxito, enemigos y desgracias. En el horóscopo, todos estos significados simbólicos se consideran en su relación con el recién nacido. Un hexámetro latino resume así el significado de las doce casas:

Vita, lucrum, fratres, genitor, nati, valetudo,
Uxor, mors, sapiens, regnans benefactaque, daemon.

La posición de los planetas y el sol y la luna en las doce casas en el momento del nacimiento es decisiva. Los planetas varían en cuanto a significado. Se dividen en estrellas diurnas (Saturno, Júpiter y también el sol) y estrellas nocturnas (la luna, Marte y Venus); Mercurio pertenece tanto al día como a la noche. El sol, Júpiter y Marte son masculinos; la luna y Venus son femeninas, Mercurio pertenece también a ambos géneros. Júpiter (fortuna major) y Venus (fortuna minor) son planetas buenos; Saturno (infortuna major) y Marte (infortuna minor) son planetas malignos. El sol, la luna y Mercurio son de carácter mixto. Cada uno de los planetas conocidos en la antigüedad, incluidos el sol y la luna, gobernaban un día de la semana; de ahí que los nombres todavía se usen para designar los diversos días. La astrología judiciaria también tuvo en cuenta la posición del sol en el zodiaco en el momento del nacimiento; los signos del zodíaco también tenían un significado astrológico especial respecto al bienestar y la aflicción del recién nacido, particularmente su salud. En astrología médica, cada signo del zodíaco gobernaba una parte especial del cuerpo, como por ejemplo: Aries, el carnero, la cabeza y sus enfermedades; Libra, el equilibrio, los intestinos. La astrología judiciaria postula la aceptación de la tierra como el centro del sistema solar. La astrología natural predice el clima a partir de las posiciones de los planetas, especialmente la luna. Muchas de sus teorías no deben ser rechazadas a priori, ya que la cuestión de la influencia meteorológica de la luna aún espera una solución que debe depender del progreso del conocimiento humano en cuanto a ondas de éter y asuntos afines.

Historia

La historia de la astrología es una parte importante de la historia del desarrollo de la civilización; se remonta a los primeros días de la raza humana. El curso inmutable y armonioso de los cuerpos celestes, la profunda impresión que hizo en el alma del hombre por el poder de fenómenos celestiales como los eclipses, el sentimiento de dependencia del sol, el dador de la luz del día —todo esto probablemente sugirió, en las épocas primitivas de la raza humana, la pregunta de si el destino del hombre no dependía de estas majestuosas manifestaciones del poder divino. La astrología era, por lo tanto, la hermana adoptiva de la astronomía, la ciencia de la investigación de los cielos. Desde el principio, la astrología se empleó para las necesidades y el beneficio de la vida diaria; los astrólogos eran astrónomos solo incidentalmente y en la medida en que la astronomía ayudaba a la astrología en las funciones que esta última tenía que realizar en relación con el culto religioso.

Según la creencia de las primeras razas civilizadas de Oriente, las estrellas eran la fuente y, al mismo tiempo, los heraldos de todo lo que sucedía, y el derecho a estudiar la "ciencia divina" de la astrología era un privilegio del sacerdocio. Este fue el caso en Mesopotamia y Egipto, los centros de civilización más antiguos que conocemos en Oriente. Los habitantes más antiguos del Éufrates, los acado-sumerios, creían en la astrología judiciaria que estaba estrechamente entrelazada con su culto a las estrellas. Lo mismo es cierto para sus sucesores, los babilonios y los asirios, que fueron los principales exponentes de la astrología en la antigüedad. Ambos desarrollaron la astrología, especialmente judiciaria, al estado de una ciencia, y así avanzaron en conocimiento astronómico puro por un curso tortuoso a través del laberinto de predicciones astrológicas. Los sacerdotes asirio-babilonios (caldeos) eran los astrólogos profesionales de la antigüedad clásica. En su origen la astrología caldaica también se remonta al culto a las estrellas; esto lo demuestra el simbolismo religioso de los más antiguos textos cuneiformes del zodíaco.

El documento astrológico más antiguo existente es la obra llamada "Namar-Beli" (Iluminación de Bel) compuesta para el rey Sargón I (fines del siglo III a. C.) y que aparece en la biblioteca cuneiforme del rey Asurbanipal (668-626 a. C.). Incluye observaciones astronómicas y cálculos de eclipses solares y lunares combinadas con predicciones astrológicas, a las que ya pertenecía la interpretación de los sueños. Incluso en la época de la astrología caldea, que debería llamarse asiria, los cinco planetas, junto con el sol y la luna, se dividían de acuerdo con su carácter y su posición en el zodiaco, así como de acuerdo con su posición en las doce casas. Como estrella del sol, Saturno era el gran planeta y gobernante de los cielos. Ya para esa época se predecía el clima a partir del color de los planetas y de su ascenso y ocaso. La antigüedad clásica consideraba a Beroso, sacerdote del templo de Bel en Babilonia, como el escritor más antiguo sobre astrología; y, según Vitruvio, Beroso fundó una escuela de astrología en Cos. Séneca dice la antigüedad clásica conocía una traducción al griego, hecha por Beroso, del “Namar-Beli” de la biblioteca de Asurbanipal.

Los egipcios y los hindúes eran tan celosos astrólogos como las naciones del Éufrates y el Tigris. La dependencia del antiguo culto egipcio a la estrella (sol) (la base del culto a Osiris) de las primeras influencias caldeas pertenece a la cuestión aún irresoluta del origen de la civilización egipcia primitiva. Pero, sin duda, los sacerdotes de los faraones eran los dóciles alumnos de astrología de los antiguos sacerdotes caldeos. El misterioso Taauth (Thoth), el Hermes Trismegisto de la antigüedad, fue considerado el primer maestro de astrología en Egipto. Tiene fama de haber sentado las bases de la astrología en los "Libros Herméticos"; la división del zodiaco en los doce signos también se debe a él. En la antigüedad clásica, muchas obras sobre astrología o ciencias ocultas en general se atribuyeron a este mítico fundador de la astrología egipcia. La regla astrológica de calcular que lleva su nombre, "Trutina Hermetis", hizo posible calcular la posición de las estrellas en el momento de la concepción a partir del diagrama de los cielos en el momento del nacimiento.

Los egipcios desarrollaron la astrología a una condición que varía muy poco de la actual. Las horas del día y de la noche recibieron planetas especiales como sus gobernantes, y las personas de todas las clases sociales estaban bajo la influencia determinante de las estrellas que proclamaban a través de la casta sacerdotal el destino de la tierra y sus habitantes. Es significativo que en el antiguo Egipto la astronomía, así como la astrología, fue llevada a un estado de cultivo indudablemente alto. Las teorías asombrosamente atrevidas del mundo que se encuentran en los textos egipcios, que nos permiten inferir que sus autores incluso conocían la concepción heliocéntrica del universo, se basan completamente en puntos de vista astrológico-teosóficos.

La astrología de los antiguos habitantes de la India era similar, aunque apenas tan plenamente desarrollada; ellos también consideraban los planetas como gobernantes de las diferentes horas. Es digna de notar su división del zodíaco en veintiocho casas de la luna; esta concepción, como todo el resto de creencias fundamentales de la astrología hindú, se halla en el Rig-Veda. En India tanto la astrología como el culto a los dioses se remontan al culto a las estrellas. Incluso hoy día, los hindúes, especialmente los brahmanes, son considerados las mejores autoridades en astrología y los más hábiles lanzadores de horóscopos.

India influyó y ayudó al desarrollo de la astrología en la antigua China; tanto India como Mesopotamia en la de los medos y los persas. Los sacerdotes asirio-babilonios y egipcios fueron los maestros de los astrólogos griegos. Ambas castas sacerdotales se llamaban caldeos, y este nombre siguió siendo la designación de todos los astrólogos y astrónomos en la antigüedad clásica y en el período siguiente. Habla bien del buen sentido de los primeros filósofos el que separaran las hipótesis y los hechos astronómicos genuinos de la confusa masa de enseñanza astrológica errónea que los sacerdotes egipcios les habían confiado. Al mismo tiempo, fue a través de los antiguos filósofos helénicos que los secretos astrológicos de las castas sacerdotales orientales llegaron al mundo profano.

La primera mención del arte de la predicción astrológica en la literatura clásica temprana se encuentra en el "Prometeo Vinctus" de Esquilo (línea 486 ss.) —una fecha relativamente tardía. Las a menudo citadas líneas de la Odisea (Lb. XVIII, 136 ss.) no tienen nada que ver con la astrología. La escuela pitagórica probablemente cultivó la astrología como una ciencia oculta que mantenía la exclusividad de una casta. La enseñanza de Pitágoras sobre la “armonía de las esferas” apunta a cierta hipótesis astrológica de los sacerdotes egipcios. Es un hecho sorprendente que la astrología griega comenzó a florecer cuando la gloria de la civilización clásica temprana comenzó a declinar. Fue en la era de Eurípides, quien se refiere a las predicciones astrológicas en una pequeña comedia, que la creencia en la astrología comenzó a hacerse popular en Grecia. Después del derrocamiento del Imperio Asirio-Babilónico, los sacerdotes de esas regiones encontraron refugio en Grecia y difundieron sus enseñanzas astrológicas de boca en boca y por escrito. De esta manera, la astrología perdió el carácter de la ciencia oculta. La astronomía y la astrología permanecieron estrechamente unidas, y ambas ciencias estuvieron representadas por los llamados caldeos, matemáticos y genetlíacos.

La astrología propiamente dicha, desde la época de Posidonio, era llamada apotelesmatika (para indicar con mayor claridad la influencia de las estrellas sobre el destino final del hombre; apo, "de" y telos, "fin"). La astrología pronto impregnó toda la concepción filosófica de la naturaleza entre los griegos, y rápidamente alcanzó una posición dominante en el culto religioso. Platón se vio obligado a tomar en consideración la astrología como una “doctrina filosófica”, y su mayor discípulo, Aristóteles, fue el primero en separar la ciencia de la astrología de la meteorología, la cual se reservaba para los fenómenos atmosféricos. Los estoicos, que alentaban todas las formas de adivinación, eran activos promotores de la astrología. Cuanto más claramente se manifestaba la influencia de la enseñanza oriental en la civilización griega, y cuanto más confusas eran las condiciones políticas y las ideas religiosas de los Estados griegos, mayor era la influencia de los astrólogos en la vida pública, y más dañina era su actividad en la vida privada.

Todo astrónomo profesional era a la misma vez un astrólogo. Eudoxo o Cnidus, el autor de la teoría de las esferas concéntricas, quizás fue el primero en escribir en griego sobre asuntos puramente astrológicos, tras ser llevado a este tema por sus estudios en Egipto. La mayoría de los astrónomos griegos que conocemos siguieron sus pasos como, por ejemplo, Gémino de Rodas, cuya obra más importante trata sobre astronomía y astrología, Eisagoge eis ta Phainomena, (Introducción a los Fenómenos) fue comentada incluso por Hiparco. Aproximadamente en el 270 a. C. el poeta Arato de Soli en su poema didáctico, "Phænomena", explicó el sistema de Eudoxo, y en un poema llamado "Diosemeia", que se adjuntó al primero, interpreta las reglas de la astrología judiciaria y natural que se refieren a los diversos cambios de las estrellas. El poema de Arato fue muy admirado tanto por griegos como por romanos; Cicerón lo tradujo al latín, e Higio, el amigo de Ovidio, escribió un comentario sobre él. En esa época la astrología estaba tan bien desarrollada como en su segundo período de prosperidad: el Renacimiento.

La astrología médica también había asegurado en esa fecha una posición definitiva. Hipócrates de Cos en su obra "De Aere, Aqua et Locis", que muestra la influencia de los pitagóricos, discute extensamente el valor de la astrología y sus pronósticos para todo el dominio de la medicina. En la escuela de medicina alejandrina la prognosis, diagnóstico e higiene astrológica pronto cubrió con su fértil crecimiento las enseñanzas científicas heredadas que habían sido probadas por la práctica. De esta forma creció el favor de las curas "astrológicas". Estas formas del arte de la curación no carecen de interés tanto por la historia de la sugestión como para la del error humano. Las enfermedades de los órganos corporales más importantes se diagnosticaban de acuerdo con la influencia del signo del zodiaco en ese momento, y se aplicaba un medicamento que actuaba por sugestión o era del todo ineficaz. En la división del zodíaco según su efecto médico sobre las diferentes partes del cuerpo, el primer signo que se tomaba era el carnero (Aries), que gobernaba la cabeza, y el último de la serie era el pez (Pisces) que controlaba la salud o las dolencias de los pies.

A medida que se hizo más fuerte el apetito de los griegos por la misteriosa sabiduría de la astrología, los astrólogos egipcios y caldeos continuamente extraían aún más tesoros místicos pero, al mismo tiempo, más dudosos de su inagotable almacén. La recién fundada ciudad de Alejandría, donde floreció la cultura helénica posterior, fue un centro para todos los astrólogos y practicantes de las artes ocultas. De vez en cuando aparecían libros aquí, que profesaban haber tenido su origen en los primeros días de la civilización egipcia, que contenían el conocimiento secreto sobre temas astrológicos y místicos. Estos escritos parecían satisfacer las aspiraciones por el ideal de los hombres comunes, pero todo lo que ofrecieron fue una masa caótica de teorías sobre astrología y adivinación, y cuanto menos se entendían, más se aplaudían.

En el Renacimiento se estudió con entusiasmo estas obras pseudocientíficas de la antigüedad. Baste aquí mencionar los libros de Nequepso-Petosiris, a los que los neoplatónicos consideraban la autoridad egipcia más antigua sobre astrología, pero probablemente fueron escritos en Alejandría alrededor de 150 a.C. Por ese mismo tiempo, con toda probabilidad, Maneto, un sacerdote y viajero egipcio mencionado por Ptolomeo, escribió sobre astrología. Con el fin de satisfacer las exigencias que surgieron, cada grado de los cielos en la astrología egipcia tardía fue asignado a alguna actividad humana especial y a alguna enfermedad. Además de esto, las "esferas celestiales", que desempeñan un papel tan importante en la historia de la astronomía, se incrementaron a 54, e incluso a un número mayor, y de los cálculos astrológicos realizados a partir de los movimientos complicados de estas esferas se predijo el destino de los hombres y las naciones. Así surgió en la época clásica tardía la sphoera barbarica (esfera extranjera) que en la Edad Media también tuvo una influencia controladora sobre la astrología.

Era de esperar que los romanos prácticos y sobrios pronto estuvieran insatisfechos con las doctrinas místicas y enigmáticas de la astrología alejandrina. Cato pronunció advertencias contra la actividad engañosa de los caldeos que habían entrado a Italia junto con la cultura griega. En el año 139 a.C. el pretor Cneio Cornelio Hispalo expulsó a todos los astrólogos de Italia; pero regresaron, ya que incluso el pueblo romano no podía comenzar una empresa importante sin la ayuda y los auspicios. Solo es necesario recordar al hombre más grande de la antigua Roma, Julio César. Cicerón, que en su juventud había trabajado con la astrología, protestó vigorosa e infructuosamente en su obra "De Divinatione".

Por otro lado, el emperador Augusto creía en la astrología y la protegía. La primera obra romana sobre astrología fue dedicada a él; y esta fue la “Astronomica”, escrita alrededor de 45 a.C. por Marco Manilio, que probablemente era caldeo de nacimiento. En cinco libros, este poema da un resumen de la astrología del zodiaco y las constelaciones. El quinto libro está dedicado a la sphoera barbarica. Es un hecho curioso que el poema no abarca la astrología de los planetas. A pesar de los repetidos intentos de suprimirla, como en los reinados de Claudio y Vespasiano, la astrología se mantuvo en el Imperio Romano como una de las principales formas de cultura. Cuanto más se hundían los romanos en religión y moral, más se entrelazaba la astrología con toda acción y creencia. Bajo Tiberio y Nerón los dos astrólogos llamados Trasilo, padre e hijo, ocupaban altas posiciones políticas.

El astrónomo más distinguido de la antigüedad, Claudio Ptolomeo, también fue un astrólogo celoso. Su "Opus Quadripartitum, seu de apotelesmatibus et judiciis astrorum, libri IV" es uno de los principales tratados sobre astrología de épocas anteriores y es una descripción detallada de las enseñanzas astrológicas. Esta obra ocupó en astrología una posición tan importante como la que Megale Euntaxis del mismo autor (también llamada "Almagest"), ocupó en la ciencia de la astronomía antes de la aparición de la teoría copernicana. Es un hecho sorprendente que, en el segundo libro del "Opus Quadripartitum", Ptolomeo trató de relacionar las diferencias psíquicas y corporales de las distintas naciones con las condiciones físicas de sus tierras natales, y hacer que estas condiciones, a su vez , dependiesen de las posiciones de las estrellas. Los astrólogos romanos escribían sus manuales imitando a Ptolomeo, pero le añadían predicciones y fantasías místicas.

Después de la muerte de Marco Aurelio, los caldeos fueron siempre personajes importantes en la corte imperial. Tan tarde como en la época de Constantino el Grande, el notario imperial Julio Firmio Materno, quien más tarde se convirtió al cristianismo, escribió sobre "Matemáticas, o el poder y la influencia de las estrellas" ocho libros que fueron la principal autoridad en astrología hasta el Renacimiento. Con el derrocamiento del antiguo Imperio Romano y la victoria del cristianismo, la astrología perdió su importancia en los centros de la civilización cristiana en Occidente. El último astrólogo conocido del viejo mundo fue Juan Laurencio (a veces llamado Lido) de Filadelfia en Lydia, quien vivió en los años 490-565 d.C.

La Astrología bajo el Cristianismo

La Astrología entre los Antiguos Judíos

Fuente: Jacobi, Maximilian. "Astrology." The Catholic Encyclopedia. Vol. 2, págs. 18-25. New York: Robert Appleton Company, 1907. 19 Mar. 2020 <http://www.newadvent.org/cathen/02018e.htm>.

Está siendo traducido por Luz María Hernández Medina