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Domingo, 10 de noviembre de 2024

Diluvio

De Enciclopedia Católica

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Diluvio es el nombre de una catástrofe completamente descrita en Génesis 6,1 - 9,19, y a la que se alude en los siguientes pasajes de la Sagrada Escritura: Sab. 10,4; 14,6-7; Eclo. 16,8; 44,17-19; Isaías 54,9; Mt. 24,37-39; Lc. 17,26-27; Heb. 11,7; 1 Pedro 3,20-21; 2 Ped. 2,5. En el presente artículo consideraremos el tema bajo los siguientes títulos:

Relato Bíblico del Diluvio

El Libro del Génesis da la siguiente breve reseña del Diluvio: Dios ve la maldad de los hombres, y determina destruirlos con excepción de Noé y su familia (6,1-8). Le revela su decreto a Noé y le indica cómo puede salvarse a sí mismo y la semilla de toda vida animal por medio de un arca que debe construir de acuerdo a ciertas dimensiones (6,9-22). Siete días antes del Diluvio, Dios manda al patriarca a entrar al arca (7,1-5). Noé completa su entrada al arca el mismo día que comienza el Diluvio; la lluvia cae durante cuarenta días y noches; todos los seres vivos fuera del arca son destruidos; las aguas prevalecen sobre la tierra ciento cincuenta días (7,6-24). Las aguas disminuyen, la tierra se seca; Noé comprueba su condición por medio de un cuervo y una paloma enviados fuera del arca (8,1-14). Noé obedece la orden divina de salir del arca, construye un altar, ofrece un sacrificio, hace un pacto con Dios y comienza a ser un labrador (9,1-27).

Tan simple como este relato parece ser, los críticos bíblicos sostienen que es un mosaico compuesto de dos historias del Diluvio, que difieren en la autoría y en su contenido. Le atribuyen una al escritor yahvista, usualmente designado por la letra J; y el otro, al escritor sacerdotal post-exílico, generalmente conocido como P. Según Kautzsch, las secciones 6,1-8; 7,1-5.7-10.12.16b-17.22-23; 8,2b-3a.6-12.13b.20-22; 9,18-27, pertenecen a J, mientras que le asignan a P 6,9-22; 7,6.11.13-16a.18-21; 7,24 - 8,2a; 8,3b-5.13a.14-19; 9,1-17. Esta división del texto se basa en los siguientes motivos:

  • 1. J utiliza el nombre divino Yahveh, mientras que P emplea Elohim;
  • 2. J y P narran la misma serie de eventos,
  • 3. J y P se diferencian en el idioma;
  • 4. J y P no están de acuerdo en sus declaraciones.

El carácter compuesto de la historia del Diluvio no entra en conflicto con la autoría de Moisés. El estudiante de la Biblia más conservador admitirá que Moisés no fue un testigo ocular del Diluvio. Prescindiendo de la revelación divina, debe haber obtenido su información sobre el evento ya sea de la tradición o de documentos escritos. Si la crítica bíblica ha tenido éxito en la restauración de las principales fuentes utilizadas por Moisés en su historia del Diluvio, ha hecho el servicio más insigne a la exégesis bíblica. Afortunadamente, estamos en posición de poder controlar el valor de las conclusiones críticas por medio del relato babilónico o acadio del Diluvio. Sin detenernos sobre su forma según aparece en los fragmentos de Beroso, que son de fecha relativamente reciente, encontramos que la versión que figura en una inscripción cuneiforme en tablillas conservadas en el Museo Británico, y descifradas por primera vez por George Smith en 1872, contiene una combinación de los elementos de P y J del relato del Diluvio. Los expertos dicen que esta versión se remonta al menos a cerca de 3,000 a.C. Es cierto, por lo tanto, que los llamados documentos P y J reconstruidos por los críticos se combinaron mucho antes de que el texto bíblico se pusiera por escrito. Este hecho es confirmado por una historia del Diluvio que figura en el fragmento recién descubierto por Scheil, que no puede ser de fecha muy posterior a 2,140 a.C. Los críticos ya no pueden negar la existencia de una tradición del Diluvio similar a la historia contenida en el Libro del Génesis, anterior a nuestro relato bíblico. A fin de defender su división del texto inspirado en los llamados documentos J y P, sostienen que la historia acadia se copió parcialmente en los documentos J y P, y que el “redactor” bíblico reunió estos dos relatos parciales en uno solo. Esta serie de suposiciones, sin embargo, es a lo mejor un torpe intento de explicar un hecho que está en el camino de su teoría. Pero estamos dispuestos a admitir la división crítica del relato del Diluvio, a pesar de su desacuerdo con los resultados de los descubrimientos más recientes, si los argumentos críticos son realmente convincentes.

(1) Se nos dice que J usa el nombre divino Yahveh, mientas que P utiliza Elohim. Pero se deben tener en mente las siguientes consideraciones: Primero, estamos apenas suficientemente seguros del uso de los nombres divinos en los textos inspirados primitivos para construir un argumento sólido sobre su ocurrencia en la forma actual del texto. En segundo lugar, en la forma actual del texto Elohim aparece dos veces en el documento yahvista, 6,2, y 7,9. En tercer lugar, seis pasajes en la sección 7,16 - 8,20 se asignan al escritor yahvista, aunque el nombre de Yahveh no aparece ni una sola vez. En cuarto lugar, la variación de los nombres divinos en la historia del Diluvio puede explicarse satisfactoriamente sin recurrir a la acción violenta de dividir el texto entre dos escritores distintos.

(2) Se alega que J y P informan los mismos hechos. Si examinamos los dos documentos según reconstruidos por los críticos, a la luz de este argumento, encontramos que son fragmentarios y que no contienen dos series de eventos. J pasa de la determinación de Dios de destruir el mundo (6,1-8) al mandato divino a Noé para que entre al arca sin decirle dónde encontrar o cómo conseguir un arca (7,1-5). Noé construye un altar y ofrece holocaustos sin salir del arca (8,20). P no nos informa de la verdadera naturaleza de la corrupción de toda carne (6,9-12); él sabe de la orden de Dios para salvar a los animales, pero no sabe nada de la orden de Dios sobre Noé y su familia (6,17-22; 7,13); incluso once meses después del inicio del Diluvio y dos meses después de la aparición de las cimas de las montañas, él no conoce de ningún intento por parte de Noé para determinar la condición de la tierra (8,13 ss.); finalmente, no da ningún motivo ético para la bendición divina otorgada a Noé (9,1 ss.). Los críticos están conscientes de estas lagunas en los dos documentos, y los explican con la suposición de que el "redactor", que tenía ante sí las historias originales del Diluvio,, no insertó su texto completo en el relato bíblico. Pero si el "redactor" omitió ciertas partes de los documentos originales a fin de evitar repeticiones, ¿por qué no omitió las repeticiones descubiertas por los críticos? ¿O vamos a suponer que presenta algunas repeticiones, mientras que cuidadosamente evitó las demás? ¿No es más probable que él consideró las repeticiones alegadas por los críticos como meros recursos retóricos, como transiciones resumidas, por ejemplo, (6,9-12), o gradaciones (7,17-20; 7,21-23), o amplificaciones (7,7.13-16a)?

(3) Se dice que J y P difieren en el lenguaje; pero siendo la división crítica lo que es, sería extraño si los documentos no difirieran en lenguaje. Las secciones que contienen material cronológico, sistemático y científico son atribuidas a P, el resto se deja a J. ¿No es sorprendente que J no describe las medidas del arca, viendo que los críticos no le dan ningún arca que describir? ¿O es notable que P carece del estilo poético que se halla en la descripción del cuervo y la paloma en J, ya que no se le asigna ninguna sección, que admita tal tratamiento? El cuidado con que sólo se asigna a J y P respectivamente temas establecidos y expresiones determinadas está bien ilustrado por el hecho de que a pesar de su minuciosa disección de la historia del Diluvio, la crítica debe eliminar del documento J parte de 6,7; 7,3.7.17.22.23; 9,18.22.23.26, y 7,8.9 completo; y del documento P parte de 6,17, 7,6; 9,4, a fin de no permitir inconsistencias en sus fuentes.

(4) Por último, se dice que J y P no concuerdan respecto a los animales que se llevarían en el arca, en cuanto a la duración del Diluvio y en cuanto al comportamiento de Dios hacia el hombre después del diluvio. En 6,19, de hecho, P registra el mandato de Dios, "de toda carne meterías en el arca una pareja"; pero ¿es incompatible con esto, si 120 años después, cuando Noé está a punto de entrar al arca, J relata una especificación divina más exacta, "de todos los animales puros tomarás para ti siete parejas… y de todos los animales que no son puros, una pareja” (7,2-3)? No se puede decir que el cumplimiento muestra que al arca se llevaron sólo dos de cada especie, tanto 7,9 como 7,15-16 leen “sendas parejas de cada especie", de modo que expresan las parejas aptas para la generación, más que cualquier número absoluto. La discrepancia en cuanto a la cronología entre J y P es más artificial que real; no hay incoherencia en la cronología del relato bíblico del Diluvio, por lo que la discrepancia entre los documentos, si alguna, es de fabricación crítica. Además, una simple lectura del documento J, tomado por separado, muestra que su cronología no es satisfactoria. Por último, si en 9,15 P sabe de una alianza divina que, de acuerdo a J, es el resultado de la auto-reflexión de Yahveh en consecuencia del sacrificio del patriarca (8,21-22), los dos documentos son más bien complementarios que contradictorios, J proporciona la motivación ética de la acción de Dios tal como es descrita por P.

Historicidad

Se ha argumentado que la historia bíblica del Diluvio y las leyendas del diluvio de otros pueblos, miradas desde un punto de vista meramente histórico, descansan sobre una base similar, siendo el relato bíblico una mera variante tardía de uno de ellos. Y al investigar su origen, encontramos que se han propuesto cuatro teorías:

  • 1. La historia del Diluvio es un mero producto de la fantasía. Esta teoría contradice la analogía de leyendas similares entre todos los pueblos.
  • 2. Otros consideran la historia del diluvio como un mito de la naturaleza, y que representa el fenómeno del invierno que en Babilonia, en particular, es el tiempo de la lluvia. De nuevo, otros escritores creen que este mito de la naturaleza se desarrolló a partir de un mito éter arcaico, según el cual se imaginaban al sol como un hombre que navegaban en un barco en el mar celestial. El hecho de que el mar se encontraba en la tierra, y no en el cielo, y los daños causados por la incesante lluvia invernal y la inundación de los grandes ríos, transfirió el mito del cielo a la tierra, cambiando el mito éter en un mito de la naturaleza. Pero también esta teoría deja de lado las historias de numerosos Diluvios existentes entre muchas naciones, que no se prestan a una explicación similar.
  • 3. Relacionada con la teoría anterior es la explicación que convierte la historia del diluvio en una fábula cosmogónica. Se ha visto que el héroe rescatado en el barco debe haber sido el dios-sol (ver el mito éter). Así, el diluvio se convierte esencialmente en una variante del mito babilónico de la creación. Es por esta razón que el texto mitológico publicado por Peiser llama al tiempo del Diluvio "el año de la gran serpiente". Pues esta "gran serpiente" es el océano personificado que en los viejos mapas rodea a Babilonia, así como Leviatán es el océano que rodea al mundo personificado como una serpiente; es el mismo monstruo que es una figura central en la historia de la creación. No es necesario añadir que esta teoría, también, deja inexplicadas la mayor parte de las tradiciones del Diluvio existentes.
  • 4. Se ha inferido a partir de la improbabilidad de las teorías anteriores, que la historia del Diluvio debe ser una presentación poética o legendaria de algún acontecimiento natural. Por otra parte, se sostiene que la base inmediata de la leyenda es una perturbación local. Puede haber sido una gran inundación causada por un desbordamiento de los ríos Tigris y Éufrates, o la incursión de un maremoto como consecuencia de un terremoto al sur de la boca de los dos ríos. Pero por terrible que fuera la ruina provocada por tales inundaciones, esta teoría no explica la universalidad de la tradición del Diluvio, a menos que supongamos que la ruina afectó a todos los antepasados de todas las razas humanas.

Hasta aquí hemos considerado la historia bíblica del Diluvio desde un punto de vista meramente histórico. Pero el estudiante que cree en la inspiración de la Biblia y admite el valor de la tradición en su exégesis apenas puede quedar satisfecho con los resultados obtenidos hasta la fecha. Ni siquiera será suficiente aceptar que la antigua leyenda del Diluvio se convirtió en el vehículo de la verdad religiosa y espiritual por medio de un sentimiento religioso guiado por la divinidad y la intuición del escritor inspirado. El Diluvio es mencionado en varios pasajes de la Escritura como un hecho histórico; los Padres en sus escritos consideran el evento bajo la misma luz, y esta opinión del asunto es confirmada por numerosas variantes bajo las cuales la tradición del Diluvio vive en las más distantes naciones de la tierra.

(a) Los siguientes son algunos de los pasajes del Nuevo Testamento que implican que el Diluvio fue un evento histórico real: “Como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre. Porque como en los días que precedieron al Diluvio, comían, bebían, tomaban mujer o marido, hasta el día en que entró Noé en el arca, y no se dieron cuenta hasta que vino el Diluvio y los arrastró a todos; así será también la venida del Hijo del Hombre.” (Mt. 24,37-39). En estas palabras Cristo se refiere al Diluvio con sus circunstancias como no menos real que lo que serán los últimos días de los que habla en el pasaje. Él implica la misma opinión sobre el Diluvio en Lucas 17,26-27. En la Epístola a los Hebreos (11,7), el escritor inspirado no es menos claro sobre la historicidad del Diluvio: "Por la fe, Noé, advertido por Dios de lo que aún no se veía, con religioso temor construyó un arca para salvar a su familia; por la fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia según la fe.” San Pedro (1 Pedro 3,20) también se refiere al arca y al Diluvio como datos históricos: “cuando les esperaba la paciencia de Dios, en los días en que Noé construía el arca, en la que unos pocos, es decir ocho personas fueron salvados, a través del agua”. Regresa a la misma enseñanza en 2 Pedro 2,5. Podemos apelar a Is. 54,9; Nahúm 1,8; Ezequiel 14,14; Eclo. 44,18 ss.; Sal. 29(28),10; 32(31),6; pero lo que se ha dicho muestra suficientemente que la Biblia impulsa la historicidad de la historia del Diluvio.

(b) En cuanto a la opinión de la tradición cristiana, es suficiente apelar aquí a las palabras del Padre Zorell, quien sostiene que ningún escritor católico ha explicado ni comprendido la historia bíblica sobre el Diluvio en ningún sentido que no sea el verdaderamente histórico (cf. Hagen, Lexicon Biblicum). Sería inútil el trabajo y excedería el ámbito del presente artículo enumerar la larga lista de Padres y teólogos escolásticos que se han referido al asunto. Las pocas voces discordantes aisladas pertenecientes a los últimos quince o veinte años simplemente se ahogaron en este coro unánime de la tradición cristiana.

(c) La historicidad del relato bíblico del Diluvio es confirmada por la tradición existente en todos los lugares y en todo momento en cuanto a la ocurrencia de una catástrofe similar. F. von Schwarz (Sintfluth und Volkerwanderungen, págs. 8-48) enumera sesenta y tres de tales historias, que son en su opinión independientes del relato bíblico. R. Andree R. (Die Flutsagen ethnographisch betrachtet) discute ochenta y ocho diferentes historias del Diluvio, y considera a sesenta y dos de ellas como independientes de las tradiciones caldea y hebrea. Por otra parte, estas historias se extienden a través de todas las razas de la tierra, salvo los africanos, a los cuales se exceptúan, no porque no posean ningunas tradiciones sobre el Diluvio, sino porque sus tradiciones aún no han sido suficientemente investigadas. Lenormant declara la historia del Diluvio como la tradición más universal en la historia del hombre primitivo, y Franz Delitzsch opinaba que también podríamos considerar como un mito la historia de Alejandro Magno, como para llamar la tradición del Diluvio una fábula. Sería, en efecto, un milagro mayor que el del Diluvio mismo, si las diversas y diferentes condiciones que rodean las varias naciones de la tierra hubiesen producido entre ellos una tradición prácticamente idéntica. Causas opuestas habrían producido el mismo efecto.

Universalidad del Diluvio

Asuntos Colaterales

Bibliografía: Se puede hallar bibliografías completas en VON HUMMELAUER, Commentarius in Genesim (París, 1895); MANGENOT en Vig., Dict. de la Bible (Paris 1899) II; CORNELY, Introductio (2da ed. París, 1887), II, Pt. I, 161; HAGEN, Lexicum Biblicum (París, 1907), II; DE RÉGNON, Le déluge biblique et les races antédiluviennes; SCHÖPFER, Geschichte d. A. T. (3ra. ed. Brixen, 1902); WOODS, Dict. of the Bible (Nueva York, 1900), II; LÜKEN, Die Traditionen des Menschengeschlechts (Münster, 1869); ANDREE, Die Flutsagen ethnographisch betrachtet (Brunswick, 1891); VON SCHWARZ, Sintfluth und Völkerwanderungen (Stuttgart. 1894); PRESTWICH, On Certain Phenomena Belonging to the Close of the Last Geological Period (Nueva York, 1895); SÜSS, Das Antlitz der Erde (Prague, 1883); MILLER, Testimony of the Rocks, 1858; KAULEN in Kirchenlexikon; REUSCH, Bibel und Natur (4ta. ed., Bonn, 1876); The Tablet (Londres, 1884), flles.

Fuente: Maas, Anthony. "Deluge." The Catholic Encyclopedia. Vol. 4. New York: Robert Appleton Company, 1908. <http://www.newadvent.org/cathen/04702a.htm>.

Está siendo traducido por Luz María Hernández Medina