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Miércoles, 30 de octubre de 2024

Juan el Ayunador

De Enciclopedia Católica

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(‘o nesteutés, jejunator)

Patriarca de Constantinopla (Juan IV, 582-595), famoso principalmente por su asunción del título “patriarca ecuménico”; murió el 2 de septiembre de 595. Fue criado (aparentemente también nacido) en Constantinopla. Bajo el patriarca Juan III (Escolástico, 565-577) fue diácono en la iglesia Hagia Sophia; luego se convirtió en “sakellarios” (oficial que actúa como vicario del patriarca para los monasterios). Tenía muy pocos conocimientos, pero era tan famoso por su vida ascética que ya era llamado “el Ayunador”. Bajo Eutiquio I (restaurado al patriarcado cuando Juan III murió, 577-582) se convirtió en una persona importante entre el clero de la ciudad. A la muerte de Eutiquio fue nombrado patriarca por el emperador Tiberio II (578-582). Durante el reinado del próximo emperador, Mauricio (582-602), todavía era un favorito en la corte. Hay poco que decir de su vida además de la gran cuestión de su título. Se dice que fue tolerante hacia los monofisitas, pero persuadió a Mauricio que mandara a quemar a cierto mago llamado Paulino. Siempre tuvo gran fama por su ascetismo y caridad hacia los pobres.

La controversia sobre el título fue como sigue: esta disputa no era nueva en tiempos de Juan IV; hasta entonces el obispo de Constantinopla había sido llamado comúnmente “archiepískopos daì patriárches”, pero en varias épocas (él y otros patriarcas) habían sido llamados “ikoumenikòs patriárches”. H. Gelzer (Der Streit um den Titel des ökumenischen Patriarchen) piensa que se volvió usual en el tiempo del cisma acaciano (484-519). La primera vez que se usó aplicado a Constantinopla fue en 518 en una carta de los monjes de Antioquía a Juan III (518-520). Antes de eso el patriarca de Alejandría había sido llamado así por uno de sus obispos en el Concilio Ladrón de Éfeso (en el año 449; Gelzer, op. cit., p. 568). Desde 518 toda la combinación “archiepískopos kaì o‘ikoumenikòs patriárches”, no se había usado comúnmente para dirigirse a los patriarcas bizantinos, pero ellos no se habían llamado a sí mismos de este modo antes de Juan IV.

Hay una diferencia real entre estos dos usos del título. Al dirigirse a otra gente, particularmente superiores, uno puede siempre permitirse un margen de lisonja---especialmente en tiempos bizantinos. Pero cuando un hombre se atribuye a sí mismo un título establece una reclamación formal a él. En 588 Juan el Ayunador realizó un sínodo en Constantinopla para examinar ciertos cambios contra Gregorio, patriarca de Antioquía (en este hecho ya se ve un signo de la creciente ambición de Constantinopla. ¿Con qué derecho discutía Constantinopla los asuntos de Antioquía?). Parece que las actas de este sínodo se enviaron a Roma, y el Papa Pelagio II (579-590) vio en ellas que se describía a Juan como “arzobispo y patriarca ecuménico”. Parece que esta fue la primera vez que Roma notó el uso de ese título; de cualquier modo, parece que fue la primera vez que se usó oficialmente como un título reclamado---no sólo como una lisonja vaga. Pelagio protestó contra la novedad y le prohibió a su legado en Constantinopla que comulgara con Juan; dicha carta ha desaparecido pero se sabe de ella por la carta posterior de Gregorio (Epp., V, XLIII, en P.L., LXXVII, 771).

El Papa San Gregorio I Magno (599-604), quien sucedió a Pelagio II, al principio tenía buenas relaciones con Juan IV. Lo había conocido en Constantinopla cuando había sido legado (apocrisiario) allí (578-584), y le había enviado noticias sobre su elección como Papa en una carta amistosa (Epp., I, IV, en P.L., LXXVII, 447). Se cree que al Juan a quien dedicó su "Regula pastoralis" es a Juan de Constantinopla (otros piensan que fue a Juan de Rávena, Bardenhewer, "Patrology", tr Shahan, San Luis, 1908, p. 652). Pero en el año 593 este asunto del nuevo y arrogante título provocó una seria disputa. Se debe señalar que Gregorio era todavía tan anticuado como para adherirse a la teoría de tres patriarcados solamente, aunque oficialmente aceptaba los cinco (Fortescue, "Iglesia Oriental Ortodoxa", p. 44). Sin embargo, no estaba muy inclinado en absoluto hacia Constantinopla como patriarcado, y que reclamara ser el patriarcado universal se parecía una insolencia inaudita. Juan había azotado cruelmente a dos sacerdotes acusados de herejía, los cuales apelaron al Papa. En la correspondencia subsiguiente Juan asumió el título de patriarca ecuménico “en casi todas las líneas” de su carta (Epp., V, XVIII, en P.L., LXXVII, 738). Gregorio protestó vehementemente contra esto en una larga misiva dirigida primero a Juan, luego al emperador Mauricio, a la emperatriz Constantina y a otros. El argumentó que “si un patriarca se llama universal, de ese modo le está quitando el título a otro” (Epp., V, XVIII, ibid., 740). El asumir un título como éste fue un descaro especial del obispo bizantino, cuya existencia como patriarca era del todo nueva y todavía incierta (Roma se había negado a aceptar el tercer canon del Primer Concilio Ecuménico de Constantinopla y el vigésimo octavo canon del Concilio de Calcedonia). Luego arguye independencia de cualquier superior; mientras que, dice Gregorio, “¿Quién duda que la Iglesia de Constantinopla está sujeta a la Sede Apostólica?” (Epp., IX, XII, ibid., 957); y de nuevo: “No conozco ningún obispo que no esté sujeto a la Sede Apostólica” (ibid).

El Papa rechaza claramente el adjetivo “universal” para cualquier obispo, incluyéndose él mismo. Él dice que el Concilio de Calcedonia había querido aplicárselo a León I, pero que él lo había rechazado (Epp., V, XVIII, ibid., 740, XX, 747, etc.). Esta idea descansa sobre el concepto erróneo (Hefele-Leclercq, "Histoire des Conciles", II, Paris, 1908, págs. 834-5), pero su razón para tomar a mal el título para cualquier obispo es obvia a través de sus cartas. “Él lo entendió como una exclusión de todos los demás [privative quoad omnes alios], de modo que aquél que se llame a sí mismo ecuménico, es decir, universal, piensa que todos los demás patriarcas y obispos son personas privadas y que él mismo es el único pastor de toda la tierra habitada” (así mismo Horacio Giustiniani en el Concilio de Florencia; Hergenröther, “Focio”, I, 184). Por esta razón Gregorio no escatima en lenguaje para denunciarlo. Es “arrogancia diabólica” (Epp., V, XX, en P.L., XXVII, 746, XXI, 750, etc.); él que se llama a sí mismo de este modo es un anticristo.

Para oponerse a ello Gregorio asumió el título que han llevado desde entonces todos sus sucesores. “Él rebatió el nombre “universal” y primero que todo comenzó a llamarse a sí mismo al principio de sus cartas “siervo de los siervos de Dios” (Servus servorum Dei), con suficiente humildad, dejando a todos sus sucesores esta evidencia hereditaria de su humildad” (Juan Diácono, "Vita S. Gregorii", II, I, en P.L., LXV, 87). Sin embargo, los patriarcas de Constantinopla mantuvieron su título “ecuménico” hasta que se volvió parte de su estilo oficial. El patriarca ortodoxo firma todavía “Arzobispo de Constantinopla, Nueva Roma, y Patriarca Ecuménico”. Pero es notable que incluso Focio (m. 891) nunca se atrevió a usar esa palabra cuando escribía a Roma, y La Iglesia católica nunca la ha aceptado, pues se convirtió en símbolo de la arrogancia y del cisma bizantino. En 1024 el emperador Basilio II (963-1025) trató de persuadir al Papa Juan XIX (1024-1033) de que lo reconociera. El Papa parece que estaba listo para hacerlo, pero un estallido de indignación a través de Occidente y una severa carta del abad Guillermo de Dijon lo hicieron recapacitar (Fortescue, “Iglesia Oriental Ortodoxa”, p. 167). Luego de nuevo, en tiempos del cisma final, el Papa San León IX le escribe a Miguel Cerulario de Constantinopla (en 1053): “Cuán lamentable y detestable es la sacrílega usurpación con la que tú alardeas de ser el Patriarca Universal” (op. cit., p. 182). Ningún obispo católico desde entonces se ha atrevido a asumir dicho título.

Respecto al asunto en discusión, uno debe notar primero que Gregorio no conocía el idioma griego. Él vio las palabras sólo en una versión en latín: “Patriarcha universalis”, en el cual ciertamente sonaban más escandalosas que en griego. En sus cartas se ve claramente cómo las entendió. Ellas parecen significar que toda la jurisdicción viene de un obispo, y que todos los demás obispos son sólo sus vicarios y delegados. La teología católica no afirma esto del Papa o de nadie. Los obispos diocesanos tienen jurisdicción ordinaria, no delegada; ellos reciben su autoridad inmediatamente de Cristo, aunque sólo la usen en la comunión de la Santa Sede. Esa es la diferencia total entre los ordinarios diocesanos y los vicarios apostólicos; todos los obispos no son vicarios apostólicos del Papa. Ni ningún Papa ha asumido nunca el título de “obispo universal”, aunque ocasionalmente otras personas los han llamado así en forma de cumplimiento. Por lo tanto, es falsa la acusación de que los sucesores de Gregorio han usurpado el título que tanto él rechazó.

Es otro asunto si Juan IV o algún otro patriarca de Constantinopla realmente intentó promover una pretensión tan arrogante. “O’ikoumenikòs patriárches” en griego es susceptible a una interpretación más moderada. “‘E O’ikoumènes chóra” fue por largo tiempo un nombre para la tierra cultivada y civilizada de los griegos, como opuesta al país salvaje de los bárbaros, y a menudo se usaba para el Imperio Romano. Es por lo menos probable que la cláusula “‘upèr tês o’ikouménes” en la Intercesión Griega de la Liturgia Bizantina]] signifique el “imperio” (Fortescue, "Liturgia de San Crisóstomo", Londres, 1908, p. 106). Puede ser, entonces, que “o’ikoumenikòs patriárches” sólo significara el “patriarca imperial” como le contaban los griegos de Constantinopla a Anastasio Bibliotecario sobre el tiempo de Focio (vea su declaración en Gelzer, op. cit., p. 572). Kattenbusch (Konfessionskunde, I, 116) piensa que se debe traducir como “Reichspatriarch”, incluso todavía así es falso. El patriarca de Constantinopla no tenía ninguna clase de pretensión sobre la totalidad del imperio. Lo más que se puede permitir es que si “ecuménico” significa sólo “de la corte imperial”, el título (en este caso equivalente a “patriarca de la corte”) no es peor que un ejemplo tonto de vanidad. Pero incluso en griego esta interpretación no es obvia de ningún modo. En griego, también, un “sínodo ecuménico” es uno que tiene autoridad para toda la Iglesia; los “doctores ecuménicos” (San Basilio el Grande, San Gregorio Nacianceno, San Juan Crisóstomo) son aquellos cuya enseñanza debe ser seguida por todos. La comparación de Pichler con la forma “obispo católico” ("Geschichte der kirchlichen Trennung", II, Munich, 1865, pp. 647 ss.) es absurda. El miembro más humilde de la Iglesia es (en cualquier lenguaje) un católico; en ningún lenguaje se le podría llamar ecuménico.

Otra disputa entre Juan el Ayunador y Gregorio fue sobre algunas reliquias, especialmente la cabeza de San Pablo, que la corte de Constantinopla quería que el Papa les enviara, de la cual Gregorio no estaba dispuesto a deshacerse; eventualmente le envió parte de las cadenas de San Pablo. No son auténticas las obras que aparecen en Migne atribuidas a Juan el Ayunador [un tratado sobre la Confesión (P.G., LXXXVIII, 1889-1918), una obra más corta sobre el mismo asunto (ibid., 1919-1932), "Sobre la Penitencia, Temperancia y Virginidad" (ibid., 1937-1978)]. No existen obras auténticas de él. A menudo se la ha confundido con un cierto monje capadocio, Juan el Ayunador; quien vino a Constantinopla alrededor del año 1100. Cuando el patriarca murió no dejó ninguna propiedad excepto un manto, una sábana y un banquillo para orar, los cuales el emperador retuvo como reliquias. La Iglesia Ortodoxa lo canonizó y celebra su fiesta el 2 de septiembre.


Bibliografía: Uno de sus clérigos, PROTINOS, escribió su vida poco después de su muerte, fragmentos de la cual se conservan en las Actas del Segundo Concilio de Nicea, para lo cual vea MANSI, XIII, 80-85; LEQUIEN, Oriens Christianus, I (París, 1740), 226; GEDEON, Patriarchikoì Pìnakes (Constantinopla, 1890), 232-36; HERGENRÖTHER, Focio, I (Ratisbona, 1867), 178-90; GRISAR, Oekumenischer Patriarch und Diener der Diener Gottes in Zeitschrift für kath. Theologie, IV (Innsbruck, 1880), 468-523; GELZER, Der Streit um den Titel des ökumenischen Patriarchen in Jahrbücher für prot. Theologie, XIII (1887), 549-584; KATTENBUSCH, Konfessionskunde, I (Friburgo im Br., 1892), 111-17.

Fuente: Fortescue, Adrian. "John the Faster." The Catholic Encyclopedia. Vol. 8. New York: Robert Appleton Company, 1910. <http://www.newadvent.org/cathen/08493a.htm>.

Traducido por Luz María Hernández Medina.