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Jueves, 21 de noviembre de 2024

Diferencia entre revisiones de «Mandamientos de Dios»

De Enciclopedia Católica

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También llamado simplemente LOS MANDAMIENTOS, LOS DIEZ MANDAMIENTOS, o EL DECÁLOGO (Gr. los deka, diez, y logos, palabra), Refranes de las Diez Palabras, el último nombre generalmente aplicado por los Padres griegos.
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Llamados también simplemente “los Mandamientos”, “los Mandamientos de [[Dios]]”, o el “[[Decálogo]]” (Gr. ''deka'', diez, y ''logos'', palabra), Las Diez Palabras de Dichos, este último nombre se lo aplicaron generalmente los [[Padres de la Iglesia | Padres]] griegos.
  
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Los Diez Mandamientos son mandatos que afectan las [[obligación | obligaciones]] fundamentales de [[religión]] y [[moral]]idad e incluyen la expresión [[revelación | revelada]] de la [[voluntad]] del Creador en relación con la totalidad del [[deber]] del [[hombre]] hacia Dios y hacia sus criaturas. Se encuentran registrados dos veces en el [[Pentateuco]], en [[Éxodo]] 20 y [[Deuteronomio]] 5, pero en los [[Catecismo Romano | catecismos]] aparecen en una forma compendiada.  Dios los escribió con su dedo en dos tablas de piedra, y se los entregó a [[Moisés]] en medio de truenos en el [[Monte Sinaí]], y éste los convirtió en el cimiento de la [[Legislación de Moisés | Ley Mosaica]].  [[Jesucristo | Cristo]] resumió estos Mandamientos en el doble precepto de [[caridad]]-[[amor]] a Dios y al prójimo; los proclamó obligatorios bajo la Nueva Ley en [[Evangelio según San Mateo | Mateo]] 19 y en el Sermón de la Montaña (Mateo 5). También los simplificó o los interpretó, por ejemplo, al declarar que los [[juramento]]s innecesarios son tan ilegales como los [[falsedad | falsos]], al condenar el [[odio]] y la [[calumnia]] así como el [[homicidio]], al mandarnos a amar incluso a los enemigos, y al condenar la indulgencia en los [[mal]]os deseos como tan cargada de la misma malicia que el propio [[adulterio]] (Mateo 5).  Por otro lado, [[la Iglesia]], después de cambiar el día de descanso del [[Sabbath]] [[judaísmo | judío]], o séptimo día de la semana, al [[domingo | primero]], hizo que el Tercer Mandamiento se refiriera al [[domingo]] como el día a ser guardado como [[santidad | sagrado]] y como Día del Señor. El [[Concilio de Trento]] (Ses. VI, can. XIX) condena aquéllos que niegan que los Diez Mandamientos obligan a los [[cristianismo | cristianos]].
  
Los Diez Mandamientos son mandatos que afectan las obligaciones fundamentales de religión y moralidad e incluyen la expresión revelada de la relación del Creador con los hombres y de éstos con Dios y sus criaturas. Ellos se encuentran grabados en el Pentateuco, en Éxodo 20 y Deuteronomio 5, dos veces pero se dan en una forma compendiada en los catecismos. Escrito por el dedo de Dios en dos tablas de piedra, este código Divino se recibió del Omnipotente por Moisés en medio de los truenos en el Monte Sinaí, y así se establece la relación tierra-trabajo de la Ley Mosaica. Cristo resumió estos Mandamientos en el mandato doble de caridad--amar a Dios como a tu prójimo--; Él los proclamó como la Nueva Ley en Mateo 19 y en el Sermón de la Montaña (Mateo 5). Él también los simplificó o los interpretó, declarando que no se debía jurar en vano, condenando odio y calumnia así como el asesinato, mandando incluso el amor a los enemigos, y condenando los malos deseos como adulterio (Mateo 5). La Iglesia, por otro lado, después de cambiar el día de descanso del Sabbat judío, o séptimo día de la semana, al primero, hizo que el Tercer Mandamiento se refiriera al domingo como el día a ser guardado como el el Día de Señor. El Concilio de Trento (Sesion. VI, lata. xix) condena aquéllos que niegan que los Diez Mandamientos y se dicen Cristianos.
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No existe una división numérica de los Mandamientos en los Libros de Moisés, pero los mandatos son claramente décuplos, y se encuentran casi idénticos en ambas fuentes. El orden, también, es el mismo salvo las prohibiciones finales pronunciadas contra la [[concupiscencia]], siendo las del Deuteronomio adoptadas en preferencia al Éxodo. Sin embargo, existe una confusión en la numeración, la cual se debe a una diferencia de opinión respecto al precepto inicial sobre el [[culto cristiano | culto]] Divino.
  
No existe una división numérica de los Mandamientos en los Libros de Moisés, pero el orden son décuplos, y se encuentran casi idéntico en ambas fuentes. El orden, también, es el mismo salvo las prohibiciones finales pronunciadas contra la concupiscencia en que el Deuteronomio se adopta preferentemente al Éxodo. Una confusión, sin embargo, existe al numerar y es debido a una diferencia de opinión acerca del mandato inicial en el culto Divino. El sistema de numeración encontrado en Biblias católicas es basado en el texto hebreo, fue hecho por San Agustín (quinto siglo) en su libro de "las Preguntas de Éxodo" ("Quæstionum en libri de Heptateuchum VII", Bk. II, lxxi de la Pregunta), y fue adoptado por el Concilio de Trento. También es seguido por los luteranos alemanes, excepto aquéllos de la escuela de Bucer. Este arreglo hace al Primer Mandamiento relacionar al culto falso y al culto de dioses falsos como un solo asunto y una sola clase de pecado para ser guardado contra--la referencia a ídolos que se consideran como aplicación no más del mandato para adorar un solo Dios y la prohibición dirigida exclusivamente contra la ofensa particular de idolatría. Según esta manera de ordenar, el mandamiento que prohibe el uso del el Nombre del Señor en vano viene segundo en orden; y el número decimal es salvaguardado haciendo una división del mandamiento final en concupiscencia--el Noveno apunta a los pecados de la carne y el Décimo a desear los bienes ajenos. Otra división ha sido adoptada por las Iglesias protestantes Inglesa y Helvética en la autoridad de Philo Judæus, Josephus Origen, y otros, con que se hacen dos Mandamientos para cubrir la materia del culto, y así la numeración cambia subiendo uno en el orden; y el Décimo une el Noveno y Décimo de la división católica. Parece, sin embargo, como lógico para separar los grupos inicial y final, mientras un solo objeto apunta al culto, se prohiben dos pecados específicamente diferentes bajo codicia; si el adulterio y robo pertenecen a dos especies distintas de mal moral, lo mismo debe decirse del deseo de cometer estos pecados.  
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El sistema de numeración encontrado en las [[Biblia]]s [[católico | católicas]] se basa en el [[Biblia Hebrea | texto hebreo]], fue hecho por [[Vida de San Agustín de Hipona | San Agustín]] (siglo V) en su libro de "Preguntas del Éxodo" ("Quæstionum in Heptateuchum libri VII", Lb. II, Pregunta LXXI), y fue adoptado por el Concilio de Trento. También es seguido por los [[luteranismo | luteranos]] alemanes, excepto aquéllos de la escuela de [[Martin Bucer | Bucer]]. Este arreglo relaciona el Primer Mandamiento con el culto falso y el culto a falsos dioses como un solo asunto y una sola clase de [[pecado]] del cual cuidarse---la referencia a los ídolos se considera como una mera aplicación del precepto de [[adoración | adorar]] un solo Dios y la prohibición dirigida exclusivamente contra la ofensa particular de [[idolatría]]. Según esta manera de ordenar, el mandamiento que prohíbe el [[blasfemia | uso del Nombre del Señor en vano]] viene segundo; y el número decimal es salvaguardado al dividir el precepto final sobre la concupiscencia---el Noveno apunta a los pecados de la carne y el Décimo a desear los [[propiedad | bienes]] ajenos.  
  
El Supremo Creador de la Ley empieza proclamando la obediencia de toda criatura humana a Su Nombre y Sus Títulos: "Yo soy el Señor, tu Dios. . ". Las leyes que siguen se relacionan a Dios y Sus representantes en la tierra (primero cuatro) y a nuestros hermanos (último seis).  
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Las iglesias [[protestantismo | protestantes]] [[Inglaterra | inglesas]] y la [[Suiza | helvética]] han adoptado otra división sobre la autoridad de [[Filo Judeo]], [[[Flavio Josefo | Josefo]], [[Orígenes y Origenismo | Orígenes]] y otros, por medio de la cual hacen dos Mandamientos para cubrir la materia del culto, y así la numeración del resto avanza un número; y el Décimo une el Noveno y Décimo de la división católica. in embargo, parece tan [[lógica | lógico]] separar al final como agrupar al principio, pues mientras en el culto se apunta a un solo objeto, bajo [[codicia]] se prohíben dos pecados específicamente diferentes; si el [[adulterio]] y el [[robo]] pertenecen a dos especies distintas de mal moral, lo mismo debe decirse del deseo de cometer estos pecados.  
  
Siendo el verdadero Dios, Él solo será adorado, y todas sus criaturas le rendirán culto; la fabricación de "falsos ídolos" se condena: no todos los cuadros, imágenes, y obra de arte, pero si aquellas que se sirven y adoran (Primero).
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El Supremo Creador de la Ley comienza proclamando la [[obediencia]] de toda criatura humana a [[Yahveh | Su Nombre]] y Sus Títulos: "Yo soy el Señor, tu Dios. . ". Las [[Ley Divina | leyes]] que siguen se refieren a Dios y sus representantes en la tierra (primero cuatro) y a nuestros hermanos (últimos seis).
Asociando a Dios con la mente de los hombres y su representación, Su Nombre es Santo y el Segundo Mandamiento lo declara digno de toda la veneración y respeto y reprueba su profanación.
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Y Él exige un día fuera de los siete dedicado a Él, y éste debe guardarse (Tercero).
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Finalmente, los padres son los providentes naturales de su descendencia, investidos con autoridad para su guía y corrección, y representando a Dios ante ellos, el niño les debe honra y los respeta como Sus representantes (Cuarto).
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Se quiere que los mandamientos que siguen protejan al hombre en sus derechos naturales contra la injusticia de sus compañeros.
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La vida es el objeto del Quinto;
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• Siendo el único Dios verdadero, Él solo será adorado, y el rendirle a las criaturas el culto que le pertenece sólo a Él, cae bajo entredicho; condena la fabricación de "ídolos": no todos los cuadros, [[veneración de imágenes | imágenes]], y obra de [[arte cristiano | arte]], sino aquellas que se destinan para ser adoradas y servidas (Primero).  
El honrar su cuerpo así como la fuente de vida, del Sexto,;
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Sus posesiones legales, del Séptimo,;
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Su buen nombre, del Octavo,;
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Y para todavía hacerlo más seguro en el goce de sus derechos, se declara una ofensa contra Dios causarle el mal, en sus derechos familiares por el Noveno;  
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Y en sus derechos de propiedad por el Décimo.
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Esta legislación no sólo expresa el deseo positivo del Autor, sino la voz de naturaleza también--las leyes que gobiernan a nuestro ser y se escriben más o menos claramente en cada corazón humano. La necesidad de la ley escrita es explicada por la obscuridad del pecado que vive en el alma humana. Estos mandamientos Divinos se consideran obligatorios para cada criatura humana, y su violación, con la reflexión suficiente y deseo de cometerlo, si la materia es grave, es considerado una ofensa dolorosa o mortal contra Dios. Ellos siempre se han estimado como las reglas más preciosas de vida y han sido la base de toda la legislación Cristiana.  
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• Asociado a Dios en las [[mente]]s de los [[hombre]]s y representándolo, está su Santo Nombre, al cual el Segundo Mandamiento declara digno de toda veneración y respeto y reprueba su [[profanación]].
  
JOHN H. STAPLETON
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• Y Él reclama uno de los siete días como memorial a Él, el cual debe ser guardado (Tercero).  
Transcrito por Marcia L. Bellafiore
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Traducido por Salvador Gandulfo
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• Finalmente, al ser los [[padres]] la providencia natural de la prole, investidos con autoridad para su guía y corrección, y representando a Dios ante ellos, el niño les debe [[honor]] y respeto como sus representantes legítimos (Cuarto).
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Los preceptos que siguen están destinados a proteger al hombre en sus [[derecho]]s naturales contra la [[injusticia]] de sus semejantes:
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• Y el décimo, en sus derechos de propiedad.
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Esta legislación expresa no sólo el deseo positivo del Autor, sino la voz de la [[naturaleza]], así como las [[ley natural | leyes]] que gobiernan nuestro ser y están escritas más o menos claramente en cada corazón humano.  Se explica la [[necesidad]] de la [[Decálogo | ley escrita]] por la obscuridad de la [[ley natural | ley no escrita]] en las [[alma]]s debido al [[pecado]].  Estos [[aspecto moral de la Ley Divina | mandamientos Divinos]] se consideran obligatorios para cada criatura humana, y su violación, con la suficiente reflexión y [[consentimiento]] de la [[voluntad]], si la materia es grave, es considerada una ofensa dolorosa o mortal contra Dios. Ellos siempre han sido considerados como las más preciosas reglas de vida y han sido la base de toda la legislación [[cristianismo | cristiana]].  
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'''Fuente''':  Stapleton, John. "The Ten Commandments." The Catholic Encyclopedia. Vol. 4. New York: Robert Appleton Company, 1908. <http://www.newadvent.org/cathen/04153a.htm>.
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Traducido por Salvador Gandulfo.  L H M.

Revisión de 12:33 23 may 2010

Llamados también simplemente “los Mandamientos”, “los Mandamientos de Dios”, o el “Decálogo” (Gr. deka, diez, y logos, palabra), Las Diez Palabras de Dichos, este último nombre se lo aplicaron generalmente los Padres griegos.

Los Diez Mandamientos son mandatos que afectan las obligaciones fundamentales de religión y moralidad e incluyen la expresión revelada de la voluntad del Creador en relación con la totalidad del deber del hombre hacia Dios y hacia sus criaturas. Se encuentran registrados dos veces en el Pentateuco, en Éxodo 20 y Deuteronomio 5, pero en los catecismos aparecen en una forma compendiada. Dios los escribió con su dedo en dos tablas de piedra, y se los entregó a Moisés en medio de truenos en el Monte Sinaí, y éste los convirtió en el cimiento de la Ley Mosaica. Cristo resumió estos Mandamientos en el doble precepto de caridad-amor a Dios y al prójimo; los proclamó obligatorios bajo la Nueva Ley en Mateo 19 y en el Sermón de la Montaña (Mateo 5). También los simplificó o los interpretó, por ejemplo, al declarar que los juramentos innecesarios son tan ilegales como los falsos, al condenar el odio y la calumnia así como el homicidio, al mandarnos a amar incluso a los enemigos, y al condenar la indulgencia en los malos deseos como tan cargada de la misma malicia que el propio adulterio (Mateo 5). Por otro lado, la Iglesia, después de cambiar el día de descanso del Sabbath judío, o séptimo día de la semana, al primero, hizo que el Tercer Mandamiento se refiriera al domingo como el día a ser guardado como sagrado y como Día del Señor. El Concilio de Trento (Ses. VI, can. XIX) condena aquéllos que niegan que los Diez Mandamientos obligan a los cristianos.

No existe una división numérica de los Mandamientos en los Libros de Moisés, pero los mandatos son claramente décuplos, y se encuentran casi idénticos en ambas fuentes. El orden, también, es el mismo salvo las prohibiciones finales pronunciadas contra la concupiscencia, siendo las del Deuteronomio adoptadas en preferencia al Éxodo. Sin embargo, existe una confusión en la numeración, la cual se debe a una diferencia de opinión respecto al precepto inicial sobre el culto Divino.

El sistema de numeración encontrado en las Biblias católicas se basa en el texto hebreo, fue hecho por San Agustín (siglo V) en su libro de "Preguntas del Éxodo" ("Quæstionum in Heptateuchum libri VII", Lb. II, Pregunta LXXI), y fue adoptado por el Concilio de Trento. También es seguido por los luteranos alemanes, excepto aquéllos de la escuela de Bucer. Este arreglo relaciona el Primer Mandamiento con el culto falso y el culto a falsos dioses como un solo asunto y una sola clase de pecado del cual cuidarse---la referencia a los ídolos se considera como una mera aplicación del precepto de adorar un solo Dios y la prohibición dirigida exclusivamente contra la ofensa particular de idolatría. Según esta manera de ordenar, el mandamiento que prohíbe el uso del Nombre del Señor en vano viene segundo; y el número decimal es salvaguardado al dividir el precepto final sobre la concupiscencia---el Noveno apunta a los pecados de la carne y el Décimo a desear los bienes ajenos.

Las iglesias protestantes inglesas y la helvética han adoptado otra división sobre la autoridad de Filo Judeo, [[[Flavio Josefo | Josefo]], Orígenes y otros, por medio de la cual hacen dos Mandamientos para cubrir la materia del culto, y así la numeración del resto avanza un número; y el Décimo une el Noveno y Décimo de la división católica. in embargo, parece tan lógico separar al final como agrupar al principio, pues mientras en el culto se apunta a un solo objeto, bajo codicia se prohíben dos pecados específicamente diferentes; si el adulterio y el robo pertenecen a dos especies distintas de mal moral, lo mismo debe decirse del deseo de cometer estos pecados.

El Supremo Creador de la Ley comienza proclamando la obediencia de toda criatura humana a Su Nombre y Sus Títulos: "Yo soy el Señor, tu Dios. . ". Las leyes que siguen se refieren a Dios y sus representantes en la tierra (primero cuatro) y a nuestros hermanos (últimos seis).

• Siendo el único Dios verdadero, Él solo será adorado, y el rendirle a las criaturas el culto que le pertenece sólo a Él, cae bajo entredicho; condena la fabricación de "ídolos": no todos los cuadros, imágenes, y obra de arte, sino aquellas que se destinan para ser adoradas y servidas (Primero).

• Asociado a Dios en las mentes de los hombres y representándolo, está su Santo Nombre, al cual el Segundo Mandamiento declara digno de toda veneración y respeto y reprueba su profanación.

• Y Él reclama uno de los siete días como memorial a Él, el cual debe ser guardado (Tercero).

• Finalmente, al ser los padres la providencia natural de la prole, investidos con autoridad para su guía y corrección, y representando a Dios ante ellos, el niño les debe honor y respeto como sus representantes legítimos (Cuarto).

Los preceptos que siguen están destinados a proteger al hombre en sus derechos naturales contra la injusticia de sus semejantes:

• El objeto del quinto es la vida;

• El del sexto, el honor a su cuerpo como fuente de vida;

• El del séptimo, sus posesiones legítimas;

• El del octavo, su buen nombre;

• Y para hacerlo todavía más seguro en el goce de sus derechos, el noveno declara una ofensa contra Dios el desear causarle el mal en sus derechos familiares;

• Y el décimo, en sus derechos de propiedad.

Esta legislación expresa no sólo el deseo positivo del Autor, sino la voz de la naturaleza, así como las leyes que gobiernan nuestro ser y están escritas más o menos claramente en cada corazón humano. Se explica la necesidad de la ley escrita por la obscuridad de la ley no escrita en las almas debido al pecado. Estos mandamientos Divinos se consideran obligatorios para cada criatura humana, y su violación, con la suficiente reflexión y consentimiento de la voluntad, si la materia es grave, es considerada una ofensa dolorosa o mortal contra Dios. Ellos siempre han sido considerados como las más preciosas reglas de vida y han sido la base de toda la legislación cristiana.


Fuente: Stapleton, John. "The Ten Commandments." The Catholic Encyclopedia. Vol. 4. New York: Robert Appleton Company, 1908. <http://www.newadvent.org/cathen/04153a.htm>.

Traducido por Salvador Gandulfo. L H M.