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Viernes, 22 de noviembre de 2024

Diferencia entre revisiones de «Inocencio III, Papa»

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(Lotario de Conti)  
 
(Lotario de Conti)  
Uno de los más reconocidos papas de la Edad Media. Hijo del Conde Trasimund de Segni y sobrino de Clemente III, nacido en 1160 o bien 1161 en Anagni; murió el 16 de junio de 1216 en Perugia.
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Uno de los más reconocidos papas de la [[Edad Media]], hijo del Conde Trasimundo de Segni y sobrino de [[Clemente III]], nació en 1160 ó  1161 en [[Anagni]]; murió el 16 de junio de 1216 en [[Perugia]].
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Recibió su [[educación]] inicial en [[Roma]], estudió [[teología]] en [[París]], [[jurisprudencia]] en Boloña y se convirtió en  un erudito teólogo y uno de los más grandes juristas de su [[tiempo]]. Poco después de la muerte de [[Alejandro III]] (30 de agosto de 1181) Lotario regresó a Roma y ocupó varios puestos  eclesiásticos durante los cortos reinados de [[Lucio III]], [[Urbano III]], [[Gregorio VIII]], y Clemente III.  El [[Papa]] Gregorio VIII lo ordenó (v. [[Órdenes Sagrados]]) [[subdiácono]] y Clemente III lo nombró [[cardenal-diácono]] de San Jorge en Velabro y [[Santos Sergio y Baco]] en 1190.  Más tarde llegó a ser [[cardenal-sacerdote]] de Santa Pudenciana.  Durante el pontificado de [[Celestino III]] (1191-1198) un miembro de la casa de los Orsini, enemigos de los Condes de Segni, vivió en retiro, probablemente en Anagni, dedicándose principalmente a la meditación y a actividades  literarias. Celestino III murió el 8 de enero de 1198. Previo a su muerte, había apremiado al [[Colegio Cardenalicio]] a elegir a Giovanni di Colonna como su sucesor, pero Lotario de Conti fue electo Papa en Roma, el mismo día que Celestino III murió.  Aceptó la [[tiara]] con reticencia y tomó el nombre de Inocencio III.  Al momento de su accesión al papado, tenía sólo treinta y siete años de edad.  El trono imperial había quedado [[vacante]] a la muerte de Enrique VI en 1197, y todavía no se había elegido un sucesor.  El prudente y enérgico Papa aprovechó la oportunidad ofrecida por esta vacante para restaurar el poder papal en Roma y los [[Estados de la Iglesia]].  El prefecto de Roma, que reinaba sobre la ciudad como representante del emperador, y el senador que representaba los derechos comunales y [[privilegios]] de Roma,  juraron (v. [[juramento]]) lealtad a Inocencio.  Cuando él ya había reestablecido la autoridad papal en Roma, se aprovechó de cualquier oportunidad para poner en práctica su grandioso concepto del papado.  [[Italia]] estaba cansada de ser gobernada por un gran número de aventureros alemanes, y el Papa tuvo poca dificultad en extender su poder político sobre la península.  Primero envió dos legados cardenales  a  Markwuld a fin de demandar la restauración de la Romaña y la Marca de Ancona (v. [[Ancona y Umana]]) a la [[Iglesia]]. Ante su respuesta evasiva fue excomulgado por los legados y fue expulsado por las tropas papales. De similar manera fueron tratados el Ducado de [[Espoleto]] y los distritos de Assisi y Sora fueron arrebatados al caballero (v. [[caballería]])  alemán, Conrado von Uerslingen.  La liga de ciudades que se había formado en [[Toscana]] fue ratificada por el Papa después que ésta lo reconoció como su soberano.
  
Recibió su educación inicial en Roma, estudió teología en París, jurisprudencia en Boloña y luego llegó a ser uno de los más connotados teólogos y juristas de su tiempo. Casi de inmediato, luego de la muerte de Alejandro III (30 de agosto de 1181) Lotario regresó a Roma y ayudó con varios oficios eclesiásticos durante los reinados de Lucio III, Urbano III, Gregorio VIII, y Clemente III.
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La muerte del emperador  Enrique VI dejó a su hijo de cuatro años de edad, [[Federico II]], como rey de [[Sicilia]].  La [[viuda]] del emperador, Constanza, quien gobernaba Sicilia en nombre de su hijo, no pudo arreglárselas sola contra los barones normandos del Reino Siciliano, quienes resentían el gobierno alemán y se negaban a reconocer al niño rey.  Ella acudió a Inocencio III para preservar el  trono siciliano para su hijo.  El Papa utilizó esta ocasión para reafirmar la soberanía papal sobre Sicilia y reconoció a Federico II como monarca, sólo después que Constanza entregó ciertos privilegios contenidos en el tal llamado Cuatro Capítulos, los cuales William I le había extorsionado previamente a [[Adriano IV]].  El Papa solemnemente invistió a Federico II como Rey de Sicilia en una [[Bula]] emitida a mediados de noviembre de 1198. Antes de que la Bula llegara a Sicilia, Constanza había muerto, pero antes de fallecer había designado  a Inocencio como tutor del rey huérfano.  Con la mayor fidelidad, el Papa veló por el bienestar de su pupilo durante los nueve años de su minoría de edad.  Aún los enemigos del papado admiten que Inocencio fue un tutor generoso del joven rey, y que nadie habría podido gobernar por él más hábil y concienzudamente. A fin de proteger al inexperto rey contra sus enemigos, el Papa le indujo a que se casara en 1209 con Constanza, la viuda del Rey Emérico de [[Hungría]].
  
El Papa Gregorio VIII le ordenó subdiácono, y Clemente III le hizo Cardenal-Diácono de San Jorge en Velabro y San Sergio y Bacchus en 1190. Más tarde llegó a ser Cardenal-Sacerdote de Santa Pudentiana. Durante el pontificado de Celestino III (1191-1198) un miembro de la casa de los Orsini, enemigos de los Condes de Segni, ganó prominencia. Ante ello, nuestro personaje vivió en retiro, probablemente en Anagni, dedicándose a la meditación y a la literatura. Celestino III murió el 9 de enero de 1198.  
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Las condiciones en [[Alemania]] eran extremadamente favorables para la aplicación de la [[idea]] de Inocencio en lo concerniente a la relación entre el papado y el imperio. Después de la muerte de Enrique VI sobrevino una doble elección. Los [[gibelinos]] habían elegido a Felipe de Suabia el 6 de marzo de 1198, mientras que los [[güelfos]] habían electo a [[Otón IV]], hijo de Enrique el León y sobrino del [[Rey Ricardo de Inglaterra]], en abril de ese mismo año.  El primero  fue coronado en [[Mainz]] el 8 de septiembre de 1198 y el último en [[Aquisgrán]] el 12 de julio de 1198. Inmediatamente después de su advenimiento al trono papal, Inocencio había enviado al [[obispo]] de Sutri y al [[abad]] de San Anastasio como delegados a Alemania, con instrucciones de liberar a Felipe de Suabia de la [[excomunión]] en que había incurrido bajo el mandato de Celestino III, con la condición de que lograra la liberación de la prisionera (v. [[prisión]]) reina Sibila de Sicilia, y que devolviera el territorio que le había quitado a la Iglesia cuando era Duque de Toscana.  Cuando los legados llegaron a Alemania, Felipe ya había sido electo rey.  Cediendo a los deseos de Felipe, el Obispo de Sutri secretamente lo liberó de la excomunión  con la promesa de que cumpliría con  las condiciones establecidas. Luego de la [[coronación]] Felipe envió a los legados de regreso a Roma con cartas solicitando al Papa que ratificara su elección; pero Inocencio estaba insatisfecho con la acción del Obispo de Sutri y se negó a  ratificar la elección.  Otón IV también envió delegados ante el Papa, luego de su coronación en [[Aquisgrán]], pero antes de que el Papa tomara ninguna acción, los dos reclamantes al trono alemán comenzaron a hacer valer sus reclamos por al fuerza de las armas. Aunque el Papa no apoyó abiertamente a ninguno de los dos, era evidente que simpatizaba más con Otón IV. Ofendidos por lo que consideraban una interferencia injusta por parte del Papa, los seguidores de Felipe le enviaron una carta en la cual protestaban por su interferencia en los asuntos imperiales de Alemania.  En su respuesta, Inocencio dejó claro que no tenía intención de meterse con los derechos de los príncipes, pero insistió sobre los derechos de la Iglesia en ese asunto. Enfatizó especialmente que el conferir la corona imperial pertenecía solamente al Papa. En 1201 el Papa defendió abiertamente el lado de Otón IV.  El 3 de julio de 1201 el [[legado]] papal, cardenal-obispo Guido de Palestrina, anunció al pueblo en la [[catedral]] de Colonia, que Otón IV había sido aprobado por el Papa como rey romano, y amenazó con excomunión a todos aquellos que rechazaran reconocerle como tal.  Inocencio III dejó claro a los príncipes alemanes por el [[decreto]] de Venerabilem, dirigido al Duque de Zahringen en mayo de 1202, en qué relación él consideraba que estaba el imperio  respecto al papado.  Este decretal, que se ha vuelto  famoso, fue después incorporado al “Corpus Juris Canonici”. Se encuentra en [[Baluze]], "Registrum Innocentii III super negotio Romani Imperii", no. LXII, y fue reimpreso en P. L., CCXVI, 1065-7. Los siguientes son los puntos fundamentales de tal decretal:  (1)  Los príncipes alemanes tienen el [[derecho]] de elegir al rey, quien luego llegará a ser emperador.  (2)  Este derecho les fue  dado por la [[Sede Apostólica]] cuando  transfirió a la dignidad imperial de los griegos a los alemanes en la [[persona]] de [[Carlomagno]].  (3)  El derecho de investigar y decidir si un rey así electo es merecedor de la dignidad imperial le pertenece al Papa, cuya función es  ungirlo, consagrarlo (v. [[consagración]]) y coronarlo; de lo contrario, podría suceder que  el Papa estuviese obligado (v. [[obligación]]) a ungir, consagrar y coronar a un rey que sea  excomulgado,  un hereje o un pagano (v. [[paganismo]]).  (4)  Si el Papa encuentra que el rey electo por los príncipes no es merecedor  de la dignidad imperial, los príncipes deben elegir un nuevo rey o, si se rehúsan, el Papa le conferirá la dignidad imperial a otro rey; debido a que la Iglesia necesita de un patrono y defensor. (5)  En caso de doble elección, el papa debe exhortar a los príncipes a que lleguen a un acuerdo. Si luego de un intervalo no se ponen de acuerdo, deben pedir  al Papa que sea árbitro,  si esto fracasa, él debe por su propio acuerdo y en virtud de su puesto decidir a favor de uno de los  aspirantes. La decisión del pontífice no necesariamente estará basada en la mayor o menor legalidad de la elección, sino en las capacidades  de los reclamantes.
  
Previo a su muerte, había urgido al Colegio Cardenalicio a elegir a Giovanni di Colonna como su sucesor, pero Lotario de Conti fue electo papa en Roma, el mismo día que Celestino III murió. Aceptó la tiara de manera reticente y tomó el nombre de Inocencio III. Al momento de llegar al papado, tenía sólo treinta y siete años de edad.
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La exposición de la teoría de Inocencio referente a las relaciones entre el papado y el imperio fue aceptada por muchos príncipes, como es evidente por  el súbito aumento de los seguidores de Otón luego de la emisión del decretal.  Si luego de 1203 la mayoría de los príncipes comenzaron  a alinearse con Felipe, fue culpa del mismo Otón,  quien era irritable y a menudo ofendía a  sus mejores amigos.  Inocencio, revocando su decisión, se declaró a favor de Felipe en 1207, y envió a los Cardenales [[Ugolino]] de [[Ostia]] y Leo de Santa Cruz, a Alemania con  instrucciones de procurar que Otón  renunciara a sus reclamos al trono y con poderes para liberar a Felipe de la excomunión.  El [[asesinato]] del Rey Felipe por Otto de Wittelsbach el 21 de junio de 1208 cambió por completo las condiciones en Alemania.  En la Dieta de Frankfort, el 11 de noviembre de 1208, Otón fue reconocido como rey por todos los príncipes, y el Papa le invitó a Roma, para recibir la corona imperial. Fue coronado emperador en la [[Basílica de San Pedro]] en Roma el 4 de octubre de 1209. Antes de su coronación, había prometido solemnemente dejar que la  Iglesia poseyera  pacíficamente  a Espoleto, Ancona, y los regalos de la Condesa Matilde; ayudar al Papa en el ejercicio de su soberanía sobre Sicilia;  conceder libertad a las elecciones eclesiásticas; derecho ilimitado de apelación al Papa, y la competencia exclusiva de la [[jerarquía]] en asuntos espirituales;  además él renunció a la “regalia” y al “jus spoli”, es decir, el derecho a los ingresos de las sedes vacantes y  la incautación de las propiedades  eclesiásticas intestadas. También prometió ayudar a la jerarquía en la extirpación de la [[herejía]].  Pero apenas fue coronado emperador, se apoderó de Ancona, Espoleto los legados de Matilde y otra [[propiedad eclesiástica]], dándolas en vasallaje a algunos de sus amigos.  También se unió con los enemigos de Federico II e invadió el reino de Sicilia, con el propósito de arrebatárselo al pequeño monarca y de la soberanía al Papa.  Cuando Otón no escuchó las reconvenciones de Inocencio, este último le excomulgó el 18 de noviembre de 1210 y solemnemente proclamó su excomunión en el sínodo romano efectuado el 21 de marzo de 1211. El Papa comenzó a tratar ahora con el [[Rey Felipe Augusto de Francia]] y con los príncipes alemanes, con el resultado de que muchos príncipes abandonaron al excomulgado emperador y eligieron en su lugar al joven [[Federico II]] de Sicilia, en la Dieta de [[Nuremberg]] en septiembre de 1211.  La elección fue repetida en presencia de un representante del Papa y de Felipe Augusto de [[Francia]] en la Dieta de Frankfort, el 2 de diciembre de 1212. Luego de hacer al Papa prácticamente las mismas promesas que había hecho anteriormente Otón IV, jurando además solemnemente que nunca unificaría a Sicilia con el imperio; su elección fue ratificada por Inocencio y fue coronado en Aquisgrán el 12 de julio de 1215.  El depuesto emperador Otón IV recurrió rápidamente a Alemania ante la elección de Federico II, pero obtuvo muy poco apoyo de los príncipes.  En alianza con Juan de [[Inglaterra]], le declaró la [[guerra]] a Felipe de Francia, pero fue derrotado en la batalla de Bouvines el 27 de julio de 1214.  Entonces  perdió toda su influencia en Alemania y murió el 19 de mayo de 1218, dejando a la criatura del Papa, Federico II, como emperador indiscutible.  
  
El trono imperial había quedado vacante a la muerte de Enrique VI en 1197, y no se había designado un sucesor. El papa con energía y tacto hizo uso de esta situación y la aprovechó para restaurar el poder papal en Roma y los Estados de la Iglesia. Tanto el Prefecto de Roma, representante del emperador que reinaba en la ciudad, como el Senado, juró alianza al pontífice.
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Cuando Inocencio accedió al trono papal, una cruenta guerra se libraba entre Felipe Augusto de Francia y Ricardo de Inglaterra. El Papa consideró que era su [[deber]], como supremo gobernante de la [[cristiandad]], finalizar todas  las hostilidades entre los príncipes cristianos (v. [[cristianismo]]).  Muy poco después de su accesión, envió al [[Cardenal]] Pedro de [[Capua]] a Francia, con instrucciones de amenazar a ambos reyes con el [[interdicto]] si no hacían  las paces dentro de dos meses, o por lo menos una tregua de cinco años. En enero de 1198 los dos reyes se reunieron entre Vernon y Andely y acordaron una tregua de cinco años. El mismo legado fue instruido por el Papa para amenazar a Felipe Augusto con interdictar toda Francia si dentro del plazo de un mes, el monarca no se reconciliaba con su esposa legal, Ingeburga de [[Dinamarca]], a quien él había rechazado y había tomado en su lugar a Inés, hija del Duque de Meran.  Al ver que Felipe no hizo caso de la advertencia del Papa, Inocencio llevó a cabo su amenaza y el 12 de diciembre de 1199 procedió a poner bajo interdicto a toda Francia. Durante nueve meses el rey permaneció obstinado, pero cuando los barones y el pueblo comenzaron a alzarse en rebelión contra él, finalmente despidió a su [[concubina]] y el interdicto fue levantado el 7 de septiembre de 1200.  No fue, sin embargo, hasta 1213 que el Papa logró una reconciliación final entre el rey y su esposa legal, Ingeburga.
  
Cuando ya había reestablecido la autoridad papal en Roma, aprovechó cualquier ocasión que se presentaba para ejercer su poder. Italia estaba cansada de ser gobernada por aventureros alemanes, con ello, el papa tuvo poca dificultad en extender su poder sobre la península.
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Inocencio también tuvo la oportunidad de reafirmar sus derechos papales en Inglaterra.  Después de la muerte del Arzobispo Hubert de Canterbury, en 1205, cierto número de monjes jóvenes de la Iglesia de Cristo se reunieron secretamente de noche y eligieron a su sub-prior, Reginaldo, como [[arzobispo]].  Esta elección fue realizada sin la concurrencia del obispo ni la autoridad del rey.  A Reginaldo se le pidió que no divulgara lo de su elección hasta que recibiera la [[aprobación]] papal. Pero en su camino a Roma, el vanidoso [[monje]] asumió el título de arzobispo electo, y así el cuerpo episcopal de la provincia de [[Canterbury]] fue puesto en [[conocimiento]] de la elección secreta.  Los obispos enseguida enviaron a Pedro de Anglesham como su representante ante el Papa Inocencio para protestar contra los procedimientos no canónicos de los monjes de la Iglesia de Cristo. Los monjes también se encolerizaron contra Reginaldo quien, contrario a su promesa, había divulgado lo de la elección. Procedieron a una segunda elección y el 11 de diciembre de 1205, votaron por el favorito de la corona, Juan de Grey, a quien el rey había recomendado a sus sufragios.  En la controversia entre los monjes de la Iglesia de Cristo y los obispos respecto al derecho a elegir el Arzobispo de Canterbury, Inocencio se inclinó a favor de los monjes, pero en este caso declaró que ambas elecciones eran inválidas:  la de Reginaldo, porque se había realizado no canónicamente y clandestinamente, y la de Juan de Grey, porque había ocurrido antes que el Papa proclamara inválida la del anterior.  Ni siquiera el Rey Juan, quien ofreció a Inocencio 3,000 marcos si se decidía a favor de Juan de Grey, pudo alterar la posición del Papa.  Inocencio convocó a los monjes de Canterbury que estuviesen en Roma para proceder a una nueva elección y recomendó para su elección a Esteban Langton, un inglés a quien el Papa había llamado a Roma desde el rectorado de la [[Universidad de París]], para nombrarlo cardenal.  El fue debidamente electo por los monjes y el Papa mismo le consagró como arzobispo en [[Viterbo]] el 17 de junio de 1207.  Inocencio informó al Rey Juan de la elección de Langton y le pidió que lo aceptara como el nuevo arzobispo. El rey, sin embargo, había puesto su vista en Juan de Grey, y se negó rotundamente a permitir que Langton viniera a Inglaterra en calidad de Arzobispo de Canterbury.  Además tomó venganza contra los monjes de la Iglesia de Cristo al expulsarlos de sus [[monasterios]] y tomar posesión de sus propiedades.  Inocencio puso entonces a todo el reino bajo interdicto, lo cual fue proclamado el 24 de marzo de 1208.  Cuando esto resultó inútil y el rey cometió actos de crueldad contra el [[clero]], el Papa lo excomulgó en 1209, y lo destronó formalmente en 1212.  El le confió al Rey Felipe de Francia la ejecución de  la sentencia. Cuando Felipe amenazó con invadir Inglaterra y los señores feudales (v. [[feudalismo]]) y el clero abandonaron al Rey Juan, éste hizo su sumisión ante  [[Pandulfo]], a quien Inocencio había enviado como legado a Inglaterra.  Prometió reconocer a Langton como Arzobispo de Canterbury, permitir que los [[sacerdotes]] y obispos exiliados retornaran a Inglaterra y compensar al clero por las pérdidas sufridas.  Fue aún más lejos y el 13 de mayo de 1213, probablemente por su propia iniciativa, entregó el reino inglés al Papa a través de Pandulfo,  para que le fuera devuelto como un feudo.  El documento de la entrega establece que desde ese momento los reyes de Inglaterra gobernarían como vasallos del Papa y pagarían un tributo anual de 1,000 marcos a la Sede de Roma.  El 20 de julio de 1213 el rey fue solemnemente liberado de la excomunión en Winchester y luego que al clero se le  habían reembolsado sus pérdidas, el  interdicto fue levantado de Inglaterra el 29 de junio de 1214.  Parece  que muchos de los barones no estaban satisfechos con la rendición de Inglaterra a manos del Papa.  Ellos también resentían las continuas transgresiones del rey sobre sus libertades y sus muchos actos de [[injusticia]] al gobernar el pueblo.  Finalmente recurrieron a la [[violencia]], y le obligaron a ceder ante sus demandas, estampando  su sello en la Carta Magna.  Como soberano de Inglaterra,  Inocencio no podía permitir que se firmara sin su consentimiento un contrato que le imponía tan serias obligaciones a su vasallo.  Su legado Pandulfo había alabado repetidamente al Rey Juan como un monarca sabio y un vasallo leal a la [[Santa Sede]].  El papa, por lo tanto, declaró la Carta Magna nula e inválida, no porque daba muchas libertades a los barones y a la gente, sino porque había sido  obtenida mediante la violencia.
  
Una de las decisiones que primero tomó, fue el envío de dos cardenales delegados ante Markwuld a fin de demandar la restauración de Roma sobre la iglesia de Ancona. Ante las respuestas evasivas, fue excomulgado y retirado por las tropas papales. De similar manera fueron tratados el Ducado de Spoleto y los distritos de Assisi y Sora, por parte del caballero alemán Conrado von Uerslingen. Fue ratificada por el papa la liga de ciudades que se había formado en Tuscana.
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Apenas hubo un país en  [[Europa]] en el cual Inocencio III no hubiese reafirmado de una manera u otra la supremacía que reclamaba para el papado.  Excomulgó a Alfonso IX de León, por casarse con una pariente cercana, Berengaria, hija de Alfonso VIII, lo que era contrario a las leyes de la Iglesia, y efectuó tal separación en 1204.  Por razones similares anuló en 1208 el matrimonio del príncipe heredero Alfonso de [[Portugal]] con Urraca, hija de Alfonso de Castilla.  De Pedro II de [[Aragón]], recibió ese reino en vasallaje y lo coronó rey en Roma en 1204. Preparó una [[cruzada]] contra los moros (v. [[Mahoma y mahometismo]]) y vivió para ver su poder quebrarse en [[España]], en la batalla de Navas de Tolosa, en 1212.  Protegió a la gente  de [[Noruega]] contra su tiránico rey, Sverri, y luego de la muerte de éste fue árbitro entre los dos aspirantes al  trono noruego.  Inocencio fue mediador entre el Rey Emeric de Hungría y el rebelde de su hermano Andrés; le envió la corona real y el cetro al Rey Johannitius de [[Bulgaria]] e hizo que su legado lo coronara rey en Tirnovo en 1204; restableció la [[disciplina eclesiástica]] en [[Polonia]]; fue árbitro entre los dos aspirantes a la corona real de Suecia; hizo intentos parciales exitosos para reconciliar la [[iglesia latina]] con la griega  y extendió su benéfica influencia a prácticamente toda la cristiandad. Como muchos Papas anteriores, Inocencio tuvo en el corazón la recuperación de la Tierra Santa y fue por ello que emprendió la Cuarta Cruzada.  Los venecianos (v. [[Venecia]]) se habían comprometido a transportar al ejército cristiano y a suministrarle provisiones a la flota por nueve meses, todo ello por 85,000 marcos. Cuando los cruzados no pudieron pagar tal suma, los venecianos propusieron sufragar los gastos ellos mismos con la condición de que los cruzados primero les ayudaran a  conquistar  la ciudad de [[Zara]].  Los cruzados cedieron a sus demandas y la flota zarpó hacia el Adriático el 8 de octubre de 1202. Zara había sido apenas sometida cuando Alexio Comneno llegó al campamento de los cruzados y abogó por su ayuda para reemplazar a su padre, Isaac Angelo, en el trono de Constantinopla, del cual había sido depuesto por su cruel hermano Alexio.  A cambio le prometía una reunificación entre las iglesias griega y latina,  agregar diez mil soldados a la tropa de los cruzados, y contribuir a la cruzada con dinero y provisiones.  Los venecianos, quienes vieron su propia  ventaja comercial en la toma de Constantinopla,  indujeron a los cruzados a ceder ante las súplicas de Alexio, y Constantinopla fue tomada por ellos en 1204.  Isaac Angelo fue repuesto a su trono, pero pronto  fue reemplazado por un usurpador.   Los cruzados tomaron a Constantinopla por segunda vez el 12 de abril de 1204, y luego de un horrible saqueo, Balduino, Conde de [[Flandes]], fue proclamado como emperador, y la [[iglesia griega]] fue unificada con la latina.  La reunión, así como el imperio latino de oriente, no duró más de dos generaciones.  Cuando el Papa Inocencio supo que los venecianos habían desviado a los cruzados en su propósito de conquistar la  Tierra Santa expresó su gran insatisfacción primero con la conquista de Zara, y cuando ellos prosiguieron hacia  Constantinopla, solemnemente protestó y excomulgó a los venecianos, que habían causado que los cruzados se desviaran de  su propósito original.  Sin embargo, ya que no pudo deshacer los  logros obtenidos, hizo todo lo posible por destruir el cisma griego (v. [[cisma oriental]]) y latinizar el Imperio Oriental.
  
La muerte de Enrique VI dejó como heredero a su hijo Federico II, de cuatro años de edad, Rey de Sicilia. La viuda del emperador, Constanza, quien gobernaba Sicilia en nombre de su hijo, no pudo contener a los varones alemanes quienes establecieron su dominio en la región y rechazaron reconocer los poderes del niño. La madre apeló a Inocencio III a fin de rescatar el trono siciliano para su hijo.
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Inocencio también fue un celoso (v. [[celo]]) protector de la verdadera (v. [[verdad]])  [[fe]] y un oponente vigoroso  frente a la [[herejía]].  Su principal  actividad se volcó contra los [[albigenses]], quienes se habían vuelto tan  numerosos y agresivos  que, no satisfechos con ser seguidores de doctrinas heréticas, sino que además trataban de extender sus creencias mediante la fuerza.  Eran especialmente numerosos en unas pocas  ciudades del norte y sur de Francia.  Durante el primer año de su pontificado, Inocencio envió a dos monjes cistercienses, Rainero y Guido, para visitar a los albigenses en Francia, a fin de predicarles la verdadera fe y argumentar con ellos sobre temas controversiales religiosos.  Los dos misioneros [[cistercienses]] fueron pronto seguidos por Diego, Obispo de [[Osma]], luego por  Santo Domingo y los dos legados papales, [[Pedro de Castelnau]] y Raúl. Sin embargo, cuando estos pacíficos misioneros fueron ridiculizados y despreciados por los albigenses, y el legado papal Castelnau fue asesinado en 1208,  Inocencio recurrió a la fuerza.  Ordenó a los obispos del sur de Francia que pusieran bajo  interdicto  a los participantes en el [[asesinato]], y a todos los poblados que les dieran refugio. Estaba especialmente encolerizado contra el Conde Raymundo de [[Tolosa]], quien había sido excomulgado previamente  por el legado muerto y quien, por buenas razones, el papa sospechaba que había sido  el instigador del  asesinato.  El conde reafirmó su inocencia y se sometió al Papa, probablemente por cobardía, pero el Papa  no volvió a confiar en él.  Pidió la cooperación a Francia para que reuniera un ejército para suprimir a los albigenses. Bajo el liderazgo de Simón de Montforte sobrevino una cruel campaña contra los albigenses la cual, a pesar de las protestas de Inocencio, pronto se convirtió en una guerra de conquista (v.  [[Albigenses]]).  El punto culminante del glorioso reinado de Inocencio fue la convocatoria al [[Cuarto Concilio Lateranense]], el cual inauguró solemnemente el 15 de noviembre de 1215. Fue por mucho el concilio más importante de la [[Edad Media]]. Además de decidir sobre una cruzada general hacia la Tierra Santa, emitió setenta decretos reformatorios, el primero de los cuales fue un credo (Firmiter credimus)  contra los albigenses y [[valdenses]]; en el cual el término “transubstanciación” recibió su primera sanción eclesiástica.
  
El papa utilizó esta ocasión para restaurar el poder papal sobre Sicilia y reconoció a Federico II como monarca; hizo esto únicamente luego de que Constanza había renunciado a varios privilegios en un compromiso que se denominó Cuatro Capítulos, los cuales con anterioridad habían relacionado a William I con Adriano IV.
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Las obras de Inocencio en el gobierno interno de la Iglesia parecen ser de un carácter muy subordinado cuando son puestas al lado de los grandes logros político-eclesiásticos  que trajeron al papado a la cúspide del poder.  Aun así son dignos de recordarse y han contribuido su parte a la gloria de su pontificado.  Durante su pontificado los dos grandes fundadores de las [[órdenes mendigantes]],  [[Santo Domingo]] y [[San Francisco]], le presentaron sus proyectos para reformar el mundo.  Inocencio no estaba ciego ante los vicios de lujuria e indolencia que habían infectado a muchos en el clero y parte de los [[laicos]].  En los dominicos y franciscanos  reconoció dos poderosos adversarios contra esos vicios y sancionó  sus proyectos con palabras de estímulo.  Las órdenes religiosas menores que él aprobó fueron los [[Hospitalarios]] del [[Espíritu Santo]]  el 23 de abril de 1198, los Trinitarios el 17 de diciembre de 1198 y los [[Humiliati]] en junio de 1201.  En 1209 comisionó al monje cisterciense Christian, después obispo, con la conversión de los paganos prusianos (v. [[Prusia]]). En Roma construyó el famoso [[hospital]] Santo Espíritu en Sassia, el que llegó a ser un modelo para los futuros hospitales de otras ciudades, y que como tal existe todavía (véase Walsh, “Los Papas y la Ciencia”, New York, 1908, p. 249-258; y el artículo Hospitales).  Los siguientes santos fueron canonizados (v. [[beatificación y canonización]]) por Inocencio: Homobono, un comerciante de [[Cremona]], el 12 de enero de 1199; la Emperatriz Cunegunda, el 3 de marzo de 1200; Guillermo, Duque de Aquitania, en 1202; Wulstan, Obispo de [[York]], el 14 de mayo de 1203; Procopio, [[abad]] de Praga, el 2 de junio de 1204; y Guiberto, el fundador del [[monasterio]] de [[Gembloux]], en 1211.  Inocencio murió en [[Perugia]], mientras viajaba a través de Italia a favor de los intereses de la cruzada que se había acordado en el Concilio Lateranense. Fue sepultado (v. [[entierro cristiano]]) en la catedral de Perugia, donde permaneció su cuerpo hasta que [[León XIII]], un gran admirador de Inocencio, lo transfirió a Letrán en diciembre de 1891. Inocencio es también el autor de varios trabajos literarios, reimpresos en P. L., CCXIV-CCXVIII, donde también se puede hallar sus numerosos epístolas y decretos existentes, además del históricamente importante "Registrum Innocentii III super negotio imperii".  Su primer trabajo "De contemptu mundi, sive de miseria conditionis humanæ libri III" (P. L., CCXVII, 701-746), fue escrito mientras vivía en retiro, durante el pontificado de Celestino III.  Es un tratado sobre  [[ascetismo]] y  evidencia su  profunda piedad (v. [[virtud de religión]]) y [[conocimiento]] del [[hombre]].  Al respecto, véase Reinlein "Papst Innocenz der dritte und seine Schrift 'De contemptu mundi" (Erlangen, 1871). Su tratado "De sacro altaris mysterio libri VI" (P. L., CCXVII, 773-916) tiene un gran valor litúrgico (v. [[liturgia]]), porque representa la [[Misa]] romana tal y como fue en los tiempos de Inocencio.  Véase Franz, "Die Messe im deutschen Mittelalter" (Friburgo, 1902), 453-457. Este trabajo fue impreso varias veces, y traducido al alemán por [[Hurter]] (Schaffhausen, 1845). También escribió "De quadripartita specie nuptiarum" (P. L., CCXVII, 923-968), una exposición de la cuádruple unión  matrimonial, a saber: entre hombre y mujer; entre [[Jesucristo]] y la Iglesia; entre [[Dios]] y el [[alma]] justa; entre el Verbo y la [[naturaleza]] humana; y está completamente basado en las [[Sagradas  Escrituras]].  
  
El papa solemnemente invistió a Federico II como Rey de Sicilia según la Bula que publicó a mediados de noviembre de 1198. Antes de que la Bula llegara a Sicilia, Constanza había muerto, pero antes de fallecer había nombrado a Inocencio como el guarda del rey huérfano.
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"Commentarius in septem psalmos pœnitentiales" (P. L., CCXVII, 967-1130) tiene una autoría dudosa (v. [[duda]]).  Entre sus setenta y nueve sermones (ibidem, 314-691) es famoso el que se refiere al texto "Desiderio desideravi" (Lc. 22,15), el cual fue dado a conocer en el [[Cuarto Concilio Lateranense]].  
  
Con gran fidelidad, el papa tomó cuidado del rey durante nueve años de su niñez e inicios de adolescencia. Aún los enemigos reconocieron que el papa actuaba sin egoísmos al cuidar del monarca, y nadie más le hubiera cuidado mejor y de manera consciente. A fin de proteger al inexperto rey contra sus enemigos, el papa le indujo a que se casara en 1209 con Constanza, la viuda del Rey Emerico de Hungría.
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Fuentes:   Gesta Innocentii, escrita por un contemporáneo desconocido, editado con notas críticas valiosas por  Baluze (París, 1686). La Gesta fueron también editados por Muratori en Rerum ltalicarum Scriptores ab anna 500 ad 1500, III (Milán, 1723-51), I, 480 sq., y reimpreso en P. L., CCXIV, CVIII-CCXXXVIII. Concerniene a su valor histórico vea  Elkan, Die "Gesta Innocentii III." im Verhältniss zu den Regesten desselben Papstes (Heidelberg, 1876). Las principales Fuentes modernas son: Hurter, Geschichte des Papstes Innocenz III. und seiner Zeitgenossen (4 vols., Hainburg, 1841-4); los siguientes seis estudios por Luchaire, todos publicados en París: Innocent III, Rome et l'Italie (1904); Innocent III, la croisade des Albigeois (1905); Innocent III, to papauté et l'empire (1906); Innocent III, la question d'Orient (1907): Innocent III, les royautés vassales du Saint-Siège (1908); Innocent III, le concile de Latran et la réforme de l'église (1908); Barry, La Monarquía Papal (New York, 1903), 282-332; Jorry, Histoire du Pape Innocent III (Paris, 1853); Delisle, Mémoire sur les actes d'Innocent III, suivi de l'itinéraire de ce pontife (París, 1857); DEUTSCH, Papst Innocenz III. und sein Einfluss auf die Kirche (Breslau, 1876); Gasparlin, Innocent III, le siège apostolique, Constantin (París, 1875); Schwemer, Innocenz III. und die deutsche Kirche während des Thronstreites von 1198-1208 (Strasburg, 1882); Lindemann, Kritische Darstellung der Verhandlungen Innocenz III. mit den deutschen Gegenkönigen (Magdeburg, 1885); Engelmann, Philipp von Schwaben und Innocenz III. während des deutschen Thronstreites (Berlin, 1896); Winkelmann, Philipp von Schwaben und Otto IV. (2 vols., Leipzig, 1873-8); Molitor, Die Decretale "Per venerabilem" von Innocenz III. und ihre Stellung im öffentlichen Rechte der Kirche (Münster, 1876) ; Gütschow, Innocenz III. und England (Munich, 1904); Norgate, John Lackland (New York, 1902); Gasquet, Enrique III y la Iglesia (Londres, 1905), 1-26; LINGARD, Historia de Inglaterra, II (Edinburgh, 1902), 312-376; Pirie-Gordon, Inocencio el Grande (Londres, 1907), algo fantástico; Norden, Papsttum und Byzanz (Berlin, 1903), 133-238; Hill, Historia de la Diplomacia Europea, I (New York, 1905), 313-331; Mullany, Innocent III in American Catholic Quarterly Review, XXXII (Philadelphia, 1907), 25-48; Feierfeil, Innocenz III. und seine Beziehungen zu Böhmen (Teplitz, 1905) ; Böhmer, Regesta imperii, V.; Die Regesten des Kaiserreiches unter Philipp, Otto IV., Friedrich II., Heinrich (VII.), Konrad IV., Heinrich Raspe, Wilhelm und Richard, 1198-1272, recientemente editado por Ficker y Winkelmann (Innsbruck, 1881-1901).
 
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Ott, Michael. "Pope Innocent III." The Catholic Encyclopedia. Vol. 8. New York: Robert Appleton Company, 1910.  <http://www.newadvent.org/cathen/08013a.htm>.
Las condiciones en Alemania eran extremadamente favorables para la aplicación de la idea de Inocencio, en lo concerniente a la relación entre el papado y el imperio. Después de la muerte de Enrique VI, se aseguró una doble elección. Los gibelinos eligieron a Felipe de Swabia el 6 de marzo de 1198, mientras que los guelf habían electo a Otto IV, hijo de Enrique el León y sobrino del Rey Ricardo de Inglaterra, en abril de ese mismo año.
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Transcripción de Douglas J. PotterTraducción al castellano de Giovanni E. Reyes.  Revisado y corregido por Luz María Hernández Medina.
 
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El primero de los mencionados fue coronado en Mainz el 8 de septiembre de 1198, el segundo en Aachen, el 12 de julio de 1198. Inmediatamente luego de su ascensión al trono papa, Inocencio había enviado al Obispo de Sutri y al Abad de San Anastasio como delegados a Alemania, a fin de que instruyeran a Felipe de Swabia acerca de la prohibición en que había incurrido bajo el mandato de Celestino III, a condición de que liberara a la Reina Sibila de Sicilia, y que restauraran lo que le había sido tomado a la iglesia, cuando él había sido Duque de Toscana.
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Cuando los delegados llegaron a Alemania, Felipe ya había sido electo rey. Tratando de tomar ventaja de los beneficios del rey Felipe, el Obispo de Sutri secretamente le había liberado de la prohibición solamente contando con la promesa, de que satisfacerla las condiciones establecidas. Luego de la coronación Felipe envió a los delegados de regreso a Roma con cartas en las que se pedía que el papa ratificara su elección. Pero Inocencio no estaba satisfecho con las acciones del Obispo de Sutri y rechazó el ratificar la elección.
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Otto IV también envió delegados ante el papa, luego de su coronación en Aachen, pero antes de que el papa tomara alguna acción, los dos que reclamaban el trono alemán, principiaron a utilizar la fuerza. Aunque el papa abiertamente no tomó partido por ninguno de ellos, era aparente que simpatizaba más bien con Otto IV. Ofendidos por lo que consideraban una injusta interferencia por parte del pontífice, los seguidores de Felipe le enviaron una carta protestando por tal estado de cosas.
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En su respuesta, Inocencio dejó claro que no tenía intención de involucrarse en determinar derechos de los príncipes, pero insistió en los derechos que sobre el problema tenía la Iglesia. Enfatizó especialmente que el conferir la coronación del emperador era algo que pertenecía solamente al papa. En 1201, el papa se manifestó abiertamente en pro de Otto IV.
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El 3 de julio de 1201, el delegado papal, Cardenal-Obispo Guido de Palestrina, anunció al pueblo en la catedral de Colonia, que Otto IV había tenido la aprobación del papa como rey romano, y amenazó con excomunión a todos aquellos que rechazaran reconocerle como tal. Inocencio III dejó claro a los príncipes alemanes por el decreto de Venerabilem, dirigido al Duque de Zahringen, en mayo de 1202, que consideraba al imperio manteniéndose del lado del papa.
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Este decreto que llegó a ser muy famoso, fue después incorporado al “Corpus Juris Canonici”. Se encuentra en Baluze, "Registrum Innocentii III super negotio Romani Imperii", no. lxii, y fue reimpreso en P. L., CCXVI, 1065-7. Los siguientes, son los puntos fundamentales de tal decreto:  
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Los príncipes alemanes tienen el derecho de elegir al rey, quien luego llega a ser emperador. Este derecho está dado por la Sede Apostólica, cuando fue transferido a la dignidad imperial de los griegos a los alemanes en la persona de Carlomagno.
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El derecho para investigar y decidir si un rey al ser electo tiene los méritos de la dignidad imperial que pertenece al papa, cuyo oficio incluye el confirmarlo, consagrarlo y coronarlo. De otra manera, el papa podría verse obligado a ratificar, consagrar y coronar a un rey que pudo haber sido excomulgado, ser un hereje o un pagano.
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Si el papa encuentra que el rey que ha sido electo por los príncipes no tiene los méritos de la dignidad imperial, los príncipes deben elegir un nuevo rey, o si rechazan hacer esto, el papa le conferirá la dignidad imperial a otro rey; debido a que la Iglesia necesita de un patrono y defensor.
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En caso de doble elección, el papa debe exhortar a los príncipes a que lleguen a un acuerdo. Si luego de un intervalo no han podido lograr tal propósito, ellos deben requerir al papa para arbitrar; mediante esto último el papa decidirá respecto a uno de los reclamantes del poder. La decisión del pontífice no necesariamente estará basada en la mayor o menor legalidad de la elección, sino en las credenciales de los reclamantes.
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La exposición de la teoría de Inocencio referente a las relaciones entre el papado y el imperio fue aceptada por muchos príncipes. Evidencia de ello, fue el súbito aumento de los adherentes a la causa de Otto, una vez divulgado el decreto. Si luego de 1203 la mayoría de los príncipes principiaron a alinearse con Felipe, ello fue responsabilidad de Otto, quien tenía un carácter irritable y se ofendía frecuentemente por sus mejores amigos.
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Inocencio, cambiando su decisión, se declaró a favor de Felipe en 1207, y envió a los Cardenales Ugolino de Ostia y Leo de Santa Croce, a Alemania con las instrucciones de tratar de que Otto renunciara a sus reclamaciones al trono y con ello dejara en libertad los poderes a Felipe. El asesinato del Rey Felipe por parte de Otto de Wittelsbach, el 21 de junio de 1208, cambió por completo las condiciones en Alemania.
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En la Dieta de Frankfort, el 11 de noviembre de 1208, Otto fue reconocido como rey por todos los príncipes, y el papa le invitó a llegar a Roma, para recibir la corona imperial. Fue coronado emperador en la Basílica de San Pedro en Roma, el 4 de octubre de 1209. Antes de su coronación, había solemnemente prometido dejar pacíficamente las posesiones de la iglesia pertenecientes a Spoleto, Ancona, así como los regalos de la Condesa Matilde; asistir al papa en el ejercicio de su soberanía sobre Sicilia, promover en libertad las elecciones eclesiásticas, dar el ilimitado derecho de apelación al papa, y la exclusiva competencia de la jerarquía en asuntos espirituales.
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También se comprometía a renunciar a la “regalia”, al derecho de no acceder a los ingresos de las sedes vacantes y los estados eclesiásticos. También prometió asistir a la jerarquía en la extirpación de la herejía.
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No obstante todo ello, casi inmediatamente de ser coronado, el nuevo emperador tomó para sí, Ancons, Spoleto, los regalos de Matilde, y propiedades de la Iglesia. Todo ello lo dio en vasallaje a sus amigos.
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También se unió con los enemigos de Federico II e invadió el reino de Sicilia; con ello le quitaba poder al pequeño monarca y le cercenaba soberanía al papa. Cuando Otto no escuchó los requerimientos que le hizo Inocencio, este último le excomulgó el 18 de noviembre de 1210. Solemnemente proclamó su excomunión en el sínodo romano que tuvo lugar el 21 de marzo de 1211.
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El papa comenzó a tratar ahora con el Rey Felipe Augusto de Francia y con los príncipes alemanes, con el resultado de que muchos príncipes renunciaron a seguir al excomulgado emperador y eligieron en su lugar a Federico II de Sicilia, en la Dieta de Nuremberg en septiembre de 1211.
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La elección tuvo de nuevo lugar en presencia de un representante del papa y de Felipe de Francia en la Dieta de Frankfort, el 2 de diciembre de 1212. Luego de hacer las mismas promesas al papa, las mismas que ya había hecho Otto IV, jurando además solemnemente que nunca unificaría a Sicilia con el imperio; la elección ya estaba decidida y fue ratificada por Inocencio y fue coronado en Aachen, el 12 de julio de 1215.
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El depuesto emperador Otto IV recurrió rápidamente a Alemania en busca de apoyo, ante la elección de Federico II, pero no obtuvo mayores alianzas. Uniendo fuerzas con Juan de Inglaterra, le declaró la guerra a Felipe de Francia, pero fue derrotado en Bouvines, el 27 de julio de 1214.
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A partir de allí perdió toda su influencia en Alemania y murió el 19 de mayo de 1218, dejando en la criatura de Federico II todo el poder como emperador. Cuando Inocencio accedió al trono papal, una cruenta guerra se libraba entre Felipe Augusto de Francia y Ricardo de Inglaterra. El papa consideró que era su deber, como jefe supremo del mundo cristiano, finalizar las hostilidades entre los príncipes cristianos.
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Muy poco después de su ascensión, envió al Cardenal Pedro de Capua a Francia, con instrucciones de amenazar a los dos reyes en el sentido de que el papa intervendría directamente, si en el plazo de dos meses no cesaban las hostilidades y se firmaba un pacto con duración mínima de cinco años. En enero de 1198, los dos reyes se encontraron entre Vernon y Andely y ratificaron un acuerdo por cinco años.
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El mismo delegado fue instruido por el papa para amenazar a Felipe Augusto con interdictar toda Francia si dentro del plazo de un mes, el monarca no se reconciliaba con su esposa legal, Ingeburga de Dinamarca. Felipe la había rechazado y había tomado a Agnes, hija del Duque de Meran. Al ver que Felipe no acataba el mensaje del papa, Inocencio llevó a cabo su amenaza y el 12 de diciembre de 1199, procedió a poner bajo interdicción toda Francia.
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Durante nueve meses el rey permaneció terco, en su posición, pero cuando los barones y el pueblo se comenzaron a alzar en rebelión contra él, finalmente rechazó a su concubina y la interdicción se levantó el 7 de septiembre de 1200. No fue sin embargo, hasta 1213 que el papa tuvo éxito en cuanto a lograr una reconciliación final entre el rey y su esposa legal, Ingeburga.
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Inocencio también tuvo la oportunidad de reforzar los poderes papales en Inglaterra. Después de la muerte del Arzobispo Hubert de Canterbury, en 1205, cierto número de monjes de la Iglesia de Cristo se reunieron secretamente de noche, y eligieron como su superior a Reginaldo, un arzobispo.
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Esta elección fue realizada sin la concurrencia del obispo ni la autoridad del rey. A Reginaldo se le pidió que no divulgara lo de su elección hasta que recibiera la aprobación papal. Pero en su camino a Roma, el vano monje asumió el título de arzobispo electo, y por tanto el episcopado de la provincia de Canterbury fue realizado mediante elección secreta.
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Los obispos enviaron a Pedro de Anglesham como su representante ante el papa para protestar contra los procedimientos no canónicos seguidos por los monjes de la Iglesia de Cristo. Los monjes también reaccionaron. Pero lo hicieron de manera encendida en contra de la actitud de Reginaldo quien, contrario a su promesa, había divulgado lo de la elección. Ellos procedieron a una segunda elección y el 11 de diciembre de 1205, votaron por el favorito de la corona, Juan de Grey, a quien el rey había recomendado a los sufragantes.
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En la controversia respecto a la autoridad o capacidad de los monjes de Cristo o los obispos de elegir al Arzobispo de Canterbury, Inocencio se inclinó a favor de los monjes, pero en el caso específico que les ocupaba, declaró que ambas elecciones carecían de validez. La de Reginaldo, porque se había realizado de manera clandestina y por tanto no canónicamente, y la de Juan de Grey, porque había ocurrido antes de la invalidez de la primera que se había llevado a cabo.
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Aún una propuesta del Rey Juan, quien ofreció a Inocencio 3,000 marcos, fue sufiente para hacer que Grey fuese favorecido con la posición del papa. El papa recomendó una nueva elección y recomendó a su elegido, Esteban Langton, un inglés a quien el papa había llamado a Roma, desde la rectoría de la Universidad de París. Le había hecho cardenal.
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Este personaje fue electo por los monjes y el papa le consagró como Arzobispo en Viterbo, el 17 de junio de 1207. Inocencio informó al Rey Juan de la elección de Langton y le pidió que lo aceptara como el nuevo arzobispo. El rey, sin embargo, había puesto su confianza en Juan de Grey, y rechazó permitir que Langton llegara a Inglaterra en la calidad de Arzobispo de Canterbury.
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No se limitó sólo a eso. Tomó mayor venganza contra los monjes de la Iglesia de Cristo al hacerles expulsar de sus monasterios y tomar posesión de sus propiedades. Inocencio puso entonces a todo el reino bajo el estado de interdicción lo que fue proclamado el 24 de marzo de 1208. Cuando esto resultó no productivo y el rey continuó con actos de crueldad contra el clero, el papa lo declaró excomulgado en 1209, y formalmente le depuso en 1212.
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El papa nombró al Rey Felipe de Francia con el encargo de ejecutar la sentencia. Cuando Felipe amenazó con invadir Inglaterra y los señores feudales presionaron al Rey Juan para que cediera, este lo hizo ante Pandulph, a quien Inocencio había enviado como delegado a Inglaterra. El monarca prometió reconocer a Lnagton como Arzobispo de Canterbury, a la vez que permitir que retornaran a Inglaterra los sacerdotes y obispos, todo ello como cierta compensación por los actos cometidos.
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Fue aún más lejos y el 13 de mayo de 1213, probablemente producto de su iniciativa, rindió el reino inglés a Pandulph, y con ello a las manos del papa, a cambio de que se le retornaran los privilegios. El documento establece que los reyes de Inglaterra estarían en vasallaje con el papa y pagarían la suma anual de 1,000 marcos a la Sede de Roma. El 20 de julio de 1213, el rey fue solemnemente liberado de la prohibición en Winchester y luego los clérigos habían sido recompensado por las pérdidas ocasionadas por la interdicción, la que fue levantada de Inglaterra el 29 de junio de 1214.
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Fue evidente que muchos de los barones no estaban satisfechos con la rendición de Inglaterra a manos del papa. También resentían que el rey se sobrepasara en el uso de las libertades que les eran propias, de los actos de injusticia en el gobierno para el pueblo. Finalmente recurrieron a la violencia, y le obligaron a atender las demandas, poniendo tal sello en la Charta Magna. Inocencio, entre tanto, no podía estar al margen de que se tuvieran tales obligaciones sin su consentimiento.
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Su delegado Pandulph había repetidamente alabado al Rey Juan como un monarca sabio y leal a la Santa Sede. El papa, por tanto, declaro que lo agregado a la Charta Magna era nulo y debía evitarse, no porque daba libertas a los barones, sino porque había sido un logro obtenido mediante la violencia.
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No existió virtualmente ningún pueblo en Europa en el cual Inocencio III no hiciera sentir de alguna manera su influencia, la supremacía del papado. Excomulgo a Alfonso IX de León, porque se había casado con una familiar cercana, Berengaria, una hija de Alfonso VIII, lo que era contrario a las leyes de la Iglesia, y afectó tal separación en 1204. Por razones similares anuló, en 1208, el matrimonio del príncipe Alfonso de Portugal, con Urraca, hija de Alfonso de Castilla.
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De Pedro II de Aragón, recibió ese reino en vasallaje y le coronó rey en Roma en 1204. El preparó una cruzada contra los moros y vivió para ver el poder de estos últimos, quebrarse en España, en la batalla de Navas y Tolosa, en 1212. Protegió al pueblo de Noruega contra la tiranía del Rey Sverri, y luego de la muerte de este monarca fue árbitro entre quienes reclamaban el trono noruego.
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Inocencio también medio entre el Rey Emeric de Hungría y el rebelde de su hermano Andrés; envió la corona real al Rey Johannitius de Bulgaria y envió a su delegado a la coronación en Tirnovo, en 1204. El papa también restableció la disciplina en Polonia; promovió un arbitraje entre los dos reclamantes de la corona en Suecia; hizo esfuerzos por la unificación pacífica de Grecia con la Iglesia Latina y extendió su benéfica influencia a todo el mundo cristiano, según fuentes oficiales. Como muchos papas que le precedieron, Inocencio tuvo en el corazón la recuperación de la Tierra Santa y fue por ello que emprendió la Cuarta Cruzada.
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Los venecianos se habían comprometido a transportar al ejército cristiano y a proveerles con abastecimiento por nueve meses, todo ello por 85,000 marcos. Cuando los cruzados no fueron ya capaces de pagar tal suma, los venecianos propusieron compartir los gastos a condición de que los cruzados les permitieran que ellos fueras los primeros en tomar ventaja, sobre la conquista de la ciudad de Zara.
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Los cruzados estuvieron de acuerdo con esas demandas y zarparon del Adriático el 8 de octubre de 1202. Zara había sido escasamente reducida cuando Alexius Comnenus arribó al campo de los cruzados y les pidió su ayuda para reemplazar a su padre Isaac Angelus en el trono de Constantinopla, del cual había sido depuesto por su cruel hermano Alexius. En recompensa por ello, se prometía una reunificación entre las Iglesias Griega y Latina, además de agregar 10,000 soldados a los cruzados, y contribuir con dinero y provisiones para la causa de recuperación de Tierra Santa.
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Los venecianos vieron que podían tomar ventaja de la toma de Constantinopla e indujeron a los cruzados a atender los pedidos de Alexius. Constantinopla fue tomada por ellos en 1204. Isaac Angelus fue de nuevo monarca, pero luego fue reemplazado por un usurpador. Los cruzados tomaron de nuevo la ciudad por segunda vez el 12 de abril de 1204, y luego de un horrible y sangriento pillaje, Baldwin, Conde de Flanders, fue proclamado como emperador, y la Iglesia Griega fue unificada con la latina.
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Esta unificación, lo mismo que el imperio latino de oriente, no duró más allá de dos generaciones. Cuando el Papa Inocencio supo que los venecianos habían desviado a los cruzados en su propósito de conquista Tierra Santa, expresó su insatisfacción, primero con la conquista de Zara, y cuando marcharon contra Constantinopla, solemnemente proclamó la excomunión de los venecianos, que habían tergiversado la cruzada de su propósito original. No pudo impedir los logros que se habían tenido, en vista de lo cual hizo todo lo que estuvo a su alcance para destruir el esquema de los griegos en la latinización del Imperio Oriental.
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Inocencio también aparece como un celoso protector de las normas de la fe, frente a la herejía. Su mayor actividad fue contra los albigenses, quienes había llegado a ser muy numerosos y agresivos de quienes se dice oficialmente que trataban de extender sus creencias aún recurriendo a la fuerza.
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Eran especialmente numerosos en unas pequeñas ciudades del norte y del sur de Francia. Durante el primer año de su pontificado, Inocencio envió a dos monjes cistercenses, Rainer y Guido para visitar a los albigenses en Francia, a fin de predicarles lo que oficialmente se aceptaba como la verdadera fe y discutir con ellos, convenciéndolos, sobre tópicos de religión.
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A estos dos monjes cistercenses les siguieron casi inmediatamente Diego, Obispo de Osma, y Santo Domingo, además de dos delegados del papa, Pedro de Castelnau y Raoul. Sin embargo, cuando estos misioneros se dice que fueron ridiculizados por los albigenses, y el delegado del papa Castelnau fue asesinado en 1208, Inocencio recurrió a la fuerza.
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Ordeno para ello que los obispos del sur de Francia pusieran en condición de interdicción a los participantes en el asesinato, así como en tal condición también a los poblados que les daban albergue. Fue especialmente vehemente contra el Conde Raymundo de Toulouse, a quien previamente ya había excomulgado por la muerte de un delegado. El papa sospechaba que el conde había sido el instigador de tal asesinato.
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El conde protestó y se sometió a la voluntad del papa, probablemente se reporta de manera oficial en el vaticano, a causa de cobardía, pero el papa ya no confió en él. Llamó entonces el noble a que Francia se levantara en armas por la supresión de los albigenses. Bajo el liderazgo cruel y sanguinario de Simon de Montefort, a pesar de las protestas del papa, pronto la situación se tornó en una guerra de conquista (véase ALBIGENSES).
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El punto culminante del reinado de Inocencio fue la convocatoria al Cuarto Concilio Laterano, el que solemnemente inauguró el 15 de noviembre de 1215. Fue significativamente el concilio más importante de la Edad Media. Además de decidir sobre una cruzada hacia la Tierra Santa, sancionó setenta decretos de reforma, el primero de los cuales (Firmiter credimus) era dedicado contra los albigenses y valdenses; allí el término “transubstanciación” recibió su primera sanción eclesiástica.
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Las labores de Inocencio en el gobierno interno de la Iglesia aparecen subordinadas al carácter trascendente que le dio a sus alcances político-eclesiásticos. Esto llevó al papado al cenit de su poder. Aún son valiosos en la memoria y comparten la gloria vaticana.
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Durante su pontificado se crearon dos grandes ordenes, la de Santo Domingo y la de San Francisco. Su destino fue reformar el esquema del mundo. Inocencio no estaba ciego ante los vicios de lujuria e indolencia con los que se había infectado mucho del clero y parte de los laicos. En los dominicos y los franciscanos el papa reconoció dos poderosos adversarios de esos vicios y sancionó autorizando sus proyectos, con palabras de estímulo.
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Las ordenes menores que aprobó Inocencio fueron las de los Hospitalarios del Santo Espíritu el 23 de abril de 1198, los Trinitarios el 17 de diciembre de 1198, y la de los Humiliati, en junio de 1201. En 1209 comisionó al monje cisterciano Christian, quien luego sería obispo, con la conversión de los prusianos. En Roma construyó el famoso hospital del Santo Espíritu en Sassia, el que llegó a ser un modelo para los hospitales de otras ciudades, y que como tal existe todavía (véase Walsh, “The Popes and Science”, New York, 1908, p. 249-258; y el artículo HOSPITALES).
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Los siguientes santos fueron canonizados por Inocencio: Homobonus, un mercader de Cremona, el 12 de enero de 1199; la Emperatriz Cunegond, el 3 de marzo de 1200; William, Duque de Aquitaine, en 1202; Wulstan, Obispo de York, el 14 de marzo de 1203; Procopius, Abad de Pragua, el 2 de junio de 1204; y Guibert, el fundador del monasterio de Gembloux, en 1211.
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Inocencio murió en Perugia, mientras viajaba a través de Italia en pro de los intereses de la cruzada que él había decidido en el Concilio Luterano. Fue sepultado en la catedral de Perugia, en donde permaneció su cuerpo hasta que León XIII, un gran admirador de Inocencio, lo transfirió a Luterano en Diciembre de 1891. Inocencio es también el autor de varios trabajos literarios, reimpresos en P. L., CCXIV-CCXVIII, otro también pueden ser evidentes en forma de numerosas y extensas epístolas y decretos, además del históricamente importante "Registrum Innocentii III super negotio imperii".
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Su primer trabajo "De contemptu mundi, sive de miseria conditionis humanæ libri III" (P. L., CCXVII, 701-746) fue escrito cuando vivía en retiro, durante el pontificado de Celestino III. Se trata de un trabajo sobre ascetismo y da evidencia de la profunda piedad de Inocencio, y del conocimiento que tenía del hombre. Al respecto, véase Reinlein "Papst Innocenz der dritte und seine Schrift 'De contemptu mundi" (Erlangen, 1871). Su tratado "De sacro altaris mysterio libri VI" (P. L., CCXVII, 773-916) tiene un gran valor litúrgico, porque principalmente presenta la Misa Romana tal y como fue en los tiempos de Inocencio.
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Véase Franz, "Die Messe im deutschen Mittelalter" (Freiburg, 1902), 453-457. Este trabajo fue impreso varias veces, y traducido al alemán por Hurter (Schaffhausen, 1845). También escribió "De quadripartita specie nuptiarum" (P. L., CCXVII, 923-968), una exposición del matrimonio en cuatro dimensiones, específicamente:
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Entre hombre y mujer,
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Entre Cristo y la Iglesia,
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Entre Dios y el alma justa,
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Entre el Verbo y la naturaleza humana
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Todo ello basado en los pasajes de la Santa Escritura
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"Commentarius in septem psalmos pœnitentiales" (P. L., CCXVII, 967-1130) tiene una autoría dudosa. Entre sus setenta y nueve sermones (ibidem, 314-691) es famoso el que se refiere al texto "Desiderio desideravi" (Luke, xxii, 15), el cual fue dado a conocer en el Cuarto Concilio Laterano. Gesta Innocentii, escrito por un desconocido y con anotaciones de BALUZE (París, 1686). La Gesta, editado por MURATORI en Rerum ltalicarum Scriptores ab anna 500 ad 1500, III (Milan, 1723-51), i, 480 sq., y reimpreso en P. L., CCXIV, cviii-ccxxxviii. Concerniente al valor histórico, véase ELKAN, Die "Gesta Innocentii III." im Verhältniss zu den Regesten desselben Papstes (Heidelberg, 1876). También: HURTER, Geschichte des Papstes Innocenz III. und seiner Zeitgenossen (4 vols., Hainburg, 1841-4); los seis estudios de LUCHAIRE, todos publicados en París: Innocent III, Rome et l'Italie (1904); Innocent III, la croisade des Albigeois (1905); Innocent III, to papauté et l'empire (1906); Innocent III, la question d'Orient (1907): Innocent III, les royautés vassales du Saint-Siège (1908); Innocent III, le concile de Latran et la réforme de l'église (1908); BARRY, The Papal Monarchy (New York, 1903), 282-332; JORRY, Histoire du Pape Innocent III (Paris, 1853); DELISLE, Mémoire sur les actes d'Innocent III, suivi de l'itinéraire de ce pontife (Paris, 1857); DEUTSCH, Papst Innocenz III. und sein Einfluss auf die Kirche (Breslau, 1876); GASPARLIN, Innocent III, le siège apostolique, Constantin (Paris, 1875); SCHWEMER, Innocenz III. und die deutsche Kirche während des Thronstreites von 1198-1208 (Strasburg, 1882); LINDEMANN, Kritische Darstellung der Verhandlungen Innocenz III. mit den deutschen Gegenkönigen (Magdeburg, 1885); ENGELMANN, Philipp von Schwaben und Innocenz III. während des deutschen Thronstreites (Berlin, 1896); WINKELMANN, Philipp von Schwaben und Otto IV. (2 vols., Leipzig, 1873-8); MOLITOR, Die Decretale "Per venerabilem" von Innocenz III. und ihre Stellung im öffentlichen Rechte der Kirche (Münster, 1876) ; GÜTSCHOW, Innocenz III. und England (Munich, 1904); NORGATE, John Lackland (New York, 1902); GASQUET, Henry the Third and the Church (London, 1905), 1-26; LINGARD, History of England, II (Edinburgh, 1902), 312-376; PIRIE-GORDON, Innocent the Great (London, 1907), somewhat fantastic; NORDEN, Papsttum und Byzanz (Berlin, 1903), 133-238; HILL, A History of European Diplomacy, I (New York, 1905), 313-331; MULLANY, Innocent III in American Catholic Quarterly Review, XXXII (Philadelphia, 1907), 25-48; FEIERFEIL, Innocenz III. und seine Beziehungen zu Böhmen (Teplitz, 1905) ; BÖHMER, Regesta imperii, V.; Die Regesten des Kaiserreiches unter Philipp, Otto IV., Friedrich II., Heinrich (VII.), Konrad IV., Heinrich Raspe, Wilhelm und Richard, 1198-1272, de Nuevo editado por FICKER y WINKELMANN (Innsbruck, 1881-1901).  
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MICHAEL OTT
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Transcripción de Douglas J. Potter
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Traducción al castellano de Giovanni E. Reyes
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Dedicado al Inmaculado Corazón de la Santísima Virgen María
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Última revisión de 03:20 24 sep 2008

(Lotario de Conti) Uno de los más reconocidos papas de la Edad Media, hijo del Conde Trasimundo de Segni y sobrino de Clemente III, nació en 1160 ó 1161 en Anagni; murió el 16 de junio de 1216 en Perugia. Recibió su educación inicial en Roma, estudió teología en París, jurisprudencia en Boloña y se convirtió en un erudito teólogo y uno de los más grandes juristas de su tiempo. Poco después de la muerte de Alejandro III (30 de agosto de 1181) Lotario regresó a Roma y ocupó varios puestos eclesiásticos durante los cortos reinados de Lucio III, Urbano III, Gregorio VIII, y Clemente III. El Papa Gregorio VIII lo ordenó (v. Órdenes Sagrados) subdiácono y Clemente III lo nombró cardenal-diácono de San Jorge en Velabro y Santos Sergio y Baco en 1190. Más tarde llegó a ser cardenal-sacerdote de Santa Pudenciana. Durante el pontificado de Celestino III (1191-1198) un miembro de la casa de los Orsini, enemigos de los Condes de Segni, vivió en retiro, probablemente en Anagni, dedicándose principalmente a la meditación y a actividades literarias. Celestino III murió el 8 de enero de 1198. Previo a su muerte, había apremiado al Colegio Cardenalicio a elegir a Giovanni di Colonna como su sucesor, pero Lotario de Conti fue electo Papa en Roma, el mismo día que Celestino III murió. Aceptó la tiara con reticencia y tomó el nombre de Inocencio III. Al momento de su accesión al papado, tenía sólo treinta y siete años de edad. El trono imperial había quedado vacante a la muerte de Enrique VI en 1197, y todavía no se había elegido un sucesor. El prudente y enérgico Papa aprovechó la oportunidad ofrecida por esta vacante para restaurar el poder papal en Roma y los Estados de la Iglesia. El prefecto de Roma, que reinaba sobre la ciudad como representante del emperador, y el senador que representaba los derechos comunales y privilegios de Roma, juraron (v. juramento) lealtad a Inocencio. Cuando él ya había reestablecido la autoridad papal en Roma, se aprovechó de cualquier oportunidad para poner en práctica su grandioso concepto del papado. Italia estaba cansada de ser gobernada por un gran número de aventureros alemanes, y el Papa tuvo poca dificultad en extender su poder político sobre la península. Primero envió dos legados cardenales a Markwuld a fin de demandar la restauración de la Romaña y la Marca de Ancona (v. Ancona y Umana) a la Iglesia. Ante su respuesta evasiva fue excomulgado por los legados y fue expulsado por las tropas papales. De similar manera fueron tratados el Ducado de Espoleto y los distritos de Assisi y Sora fueron arrebatados al caballero (v. caballería) alemán, Conrado von Uerslingen. La liga de ciudades que se había formado en Toscana fue ratificada por el Papa después que ésta lo reconoció como su soberano.

La muerte del emperador Enrique VI dejó a su hijo de cuatro años de edad, Federico II, como rey de Sicilia. La viuda del emperador, Constanza, quien gobernaba Sicilia en nombre de su hijo, no pudo arreglárselas sola contra los barones normandos del Reino Siciliano, quienes resentían el gobierno alemán y se negaban a reconocer al niño rey. Ella acudió a Inocencio III para preservar el trono siciliano para su hijo. El Papa utilizó esta ocasión para reafirmar la soberanía papal sobre Sicilia y reconoció a Federico II como monarca, sólo después que Constanza entregó ciertos privilegios contenidos en el tal llamado Cuatro Capítulos, los cuales William I le había extorsionado previamente a Adriano IV. El Papa solemnemente invistió a Federico II como Rey de Sicilia en una Bula emitida a mediados de noviembre de 1198. Antes de que la Bula llegara a Sicilia, Constanza había muerto, pero antes de fallecer había designado a Inocencio como tutor del rey huérfano. Con la mayor fidelidad, el Papa veló por el bienestar de su pupilo durante los nueve años de su minoría de edad. Aún los enemigos del papado admiten que Inocencio fue un tutor generoso del joven rey, y que nadie habría podido gobernar por él más hábil y concienzudamente. A fin de proteger al inexperto rey contra sus enemigos, el Papa le indujo a que se casara en 1209 con Constanza, la viuda del Rey Emérico de Hungría.

Las condiciones en Alemania eran extremadamente favorables para la aplicación de la idea de Inocencio en lo concerniente a la relación entre el papado y el imperio. Después de la muerte de Enrique VI sobrevino una doble elección. Los gibelinos habían elegido a Felipe de Suabia el 6 de marzo de 1198, mientras que los güelfos habían electo a Otón IV, hijo de Enrique el León y sobrino del Rey Ricardo de Inglaterra, en abril de ese mismo año. El primero fue coronado en Mainz el 8 de septiembre de 1198 y el último en Aquisgrán el 12 de julio de 1198. Inmediatamente después de su advenimiento al trono papal, Inocencio había enviado al obispo de Sutri y al abad de San Anastasio como delegados a Alemania, con instrucciones de liberar a Felipe de Suabia de la excomunión en que había incurrido bajo el mandato de Celestino III, con la condición de que lograra la liberación de la prisionera (v. prisión) reina Sibila de Sicilia, y que devolviera el territorio que le había quitado a la Iglesia cuando era Duque de Toscana. Cuando los legados llegaron a Alemania, Felipe ya había sido electo rey. Cediendo a los deseos de Felipe, el Obispo de Sutri secretamente lo liberó de la excomunión con la promesa de que cumpliría con las condiciones establecidas. Luego de la coronación Felipe envió a los legados de regreso a Roma con cartas solicitando al Papa que ratificara su elección; pero Inocencio estaba insatisfecho con la acción del Obispo de Sutri y se negó a ratificar la elección. Otón IV también envió delegados ante el Papa, luego de su coronación en Aquisgrán, pero antes de que el Papa tomara ninguna acción, los dos reclamantes al trono alemán comenzaron a hacer valer sus reclamos por al fuerza de las armas. Aunque el Papa no apoyó abiertamente a ninguno de los dos, era evidente que simpatizaba más con Otón IV. Ofendidos por lo que consideraban una interferencia injusta por parte del Papa, los seguidores de Felipe le enviaron una carta en la cual protestaban por su interferencia en los asuntos imperiales de Alemania. En su respuesta, Inocencio dejó claro que no tenía intención de meterse con los derechos de los príncipes, pero insistió sobre los derechos de la Iglesia en ese asunto. Enfatizó especialmente que el conferir la corona imperial pertenecía solamente al Papa. En 1201 el Papa defendió abiertamente el lado de Otón IV. El 3 de julio de 1201 el legado papal, cardenal-obispo Guido de Palestrina, anunció al pueblo en la catedral de Colonia, que Otón IV había sido aprobado por el Papa como rey romano, y amenazó con excomunión a todos aquellos que rechazaran reconocerle como tal. Inocencio III dejó claro a los príncipes alemanes por el decreto de Venerabilem, dirigido al Duque de Zahringen en mayo de 1202, en qué relación él consideraba que estaba el imperio respecto al papado. Este decretal, que se ha vuelto famoso, fue después incorporado al “Corpus Juris Canonici”. Se encuentra en Baluze, "Registrum Innocentii III super negotio Romani Imperii", no. LXII, y fue reimpreso en P. L., CCXVI, 1065-7. Los siguientes son los puntos fundamentales de tal decretal: (1) Los príncipes alemanes tienen el derecho de elegir al rey, quien luego llegará a ser emperador. (2) Este derecho les fue dado por la Sede Apostólica cuando transfirió a la dignidad imperial de los griegos a los alemanes en la persona de Carlomagno. (3) El derecho de investigar y decidir si un rey así electo es merecedor de la dignidad imperial le pertenece al Papa, cuya función es ungirlo, consagrarlo (v. consagración) y coronarlo; de lo contrario, podría suceder que el Papa estuviese obligado (v. obligación) a ungir, consagrar y coronar a un rey que sea excomulgado, un hereje o un pagano (v. paganismo). (4) Si el Papa encuentra que el rey electo por los príncipes no es merecedor de la dignidad imperial, los príncipes deben elegir un nuevo rey o, si se rehúsan, el Papa le conferirá la dignidad imperial a otro rey; debido a que la Iglesia necesita de un patrono y defensor. (5) En caso de doble elección, el papa debe exhortar a los príncipes a que lleguen a un acuerdo. Si luego de un intervalo no se ponen de acuerdo, deben pedir al Papa que sea árbitro, si esto fracasa, él debe por su propio acuerdo y en virtud de su puesto decidir a favor de uno de los aspirantes. La decisión del pontífice no necesariamente estará basada en la mayor o menor legalidad de la elección, sino en las capacidades de los reclamantes.

La exposición de la teoría de Inocencio referente a las relaciones entre el papado y el imperio fue aceptada por muchos príncipes, como es evidente por el súbito aumento de los seguidores de Otón luego de la emisión del decretal. Si luego de 1203 la mayoría de los príncipes comenzaron a alinearse con Felipe, fue culpa del mismo Otón, quien era irritable y a menudo ofendía a sus mejores amigos. Inocencio, revocando su decisión, se declaró a favor de Felipe en 1207, y envió a los Cardenales Ugolino de Ostia y Leo de Santa Cruz, a Alemania con instrucciones de procurar que Otón renunciara a sus reclamos al trono y con poderes para liberar a Felipe de la excomunión. El asesinato del Rey Felipe por Otto de Wittelsbach el 21 de junio de 1208 cambió por completo las condiciones en Alemania. En la Dieta de Frankfort, el 11 de noviembre de 1208, Otón fue reconocido como rey por todos los príncipes, y el Papa le invitó a Roma, para recibir la corona imperial. Fue coronado emperador en la Basílica de San Pedro en Roma el 4 de octubre de 1209. Antes de su coronación, había prometido solemnemente dejar que la Iglesia poseyera pacíficamente a Espoleto, Ancona, y los regalos de la Condesa Matilde; ayudar al Papa en el ejercicio de su soberanía sobre Sicilia; conceder libertad a las elecciones eclesiásticas; derecho ilimitado de apelación al Papa, y la competencia exclusiva de la jerarquía en asuntos espirituales; además él renunció a la “regalia” y al “jus spoli”, es decir, el derecho a los ingresos de las sedes vacantes y la incautación de las propiedades eclesiásticas intestadas. También prometió ayudar a la jerarquía en la extirpación de la herejía. Pero apenas fue coronado emperador, se apoderó de Ancona, Espoleto los legados de Matilde y otra propiedad eclesiástica, dándolas en vasallaje a algunos de sus amigos. También se unió con los enemigos de Federico II e invadió el reino de Sicilia, con el propósito de arrebatárselo al pequeño monarca y de la soberanía al Papa. Cuando Otón no escuchó las reconvenciones de Inocencio, este último le excomulgó el 18 de noviembre de 1210 y solemnemente proclamó su excomunión en el sínodo romano efectuado el 21 de marzo de 1211. El Papa comenzó a tratar ahora con el Rey Felipe Augusto de Francia y con los príncipes alemanes, con el resultado de que muchos príncipes abandonaron al excomulgado emperador y eligieron en su lugar al joven Federico II de Sicilia, en la Dieta de Nuremberg en septiembre de 1211. La elección fue repetida en presencia de un representante del Papa y de Felipe Augusto de Francia en la Dieta de Frankfort, el 2 de diciembre de 1212. Luego de hacer al Papa prácticamente las mismas promesas que había hecho anteriormente Otón IV, jurando además solemnemente que nunca unificaría a Sicilia con el imperio; su elección fue ratificada por Inocencio y fue coronado en Aquisgrán el 12 de julio de 1215. El depuesto emperador Otón IV recurrió rápidamente a Alemania ante la elección de Federico II, pero obtuvo muy poco apoyo de los príncipes. En alianza con Juan de Inglaterra, le declaró la guerra a Felipe de Francia, pero fue derrotado en la batalla de Bouvines el 27 de julio de 1214. Entonces perdió toda su influencia en Alemania y murió el 19 de mayo de 1218, dejando a la criatura del Papa, Federico II, como emperador indiscutible.

Cuando Inocencio accedió al trono papal, una cruenta guerra se libraba entre Felipe Augusto de Francia y Ricardo de Inglaterra. El Papa consideró que era su deber, como supremo gobernante de la cristiandad, finalizar todas las hostilidades entre los príncipes cristianos (v. cristianismo). Muy poco después de su accesión, envió al Cardenal Pedro de Capua a Francia, con instrucciones de amenazar a ambos reyes con el interdicto si no hacían las paces dentro de dos meses, o por lo menos una tregua de cinco años. En enero de 1198 los dos reyes se reunieron entre Vernon y Andely y acordaron una tregua de cinco años. El mismo legado fue instruido por el Papa para amenazar a Felipe Augusto con interdictar toda Francia si dentro del plazo de un mes, el monarca no se reconciliaba con su esposa legal, Ingeburga de Dinamarca, a quien él había rechazado y había tomado en su lugar a Inés, hija del Duque de Meran. Al ver que Felipe no hizo caso de la advertencia del Papa, Inocencio llevó a cabo su amenaza y el 12 de diciembre de 1199 procedió a poner bajo interdicto a toda Francia. Durante nueve meses el rey permaneció obstinado, pero cuando los barones y el pueblo comenzaron a alzarse en rebelión contra él, finalmente despidió a su concubina y el interdicto fue levantado el 7 de septiembre de 1200. No fue, sin embargo, hasta 1213 que el Papa logró una reconciliación final entre el rey y su esposa legal, Ingeburga.

Inocencio también tuvo la oportunidad de reafirmar sus derechos papales en Inglaterra. Después de la muerte del Arzobispo Hubert de Canterbury, en 1205, cierto número de monjes jóvenes de la Iglesia de Cristo se reunieron secretamente de noche y eligieron a su sub-prior, Reginaldo, como arzobispo. Esta elección fue realizada sin la concurrencia del obispo ni la autoridad del rey. A Reginaldo se le pidió que no divulgara lo de su elección hasta que recibiera la aprobación papal. Pero en su camino a Roma, el vanidoso monje asumió el título de arzobispo electo, y así el cuerpo episcopal de la provincia de Canterbury fue puesto en conocimiento de la elección secreta. Los obispos enseguida enviaron a Pedro de Anglesham como su representante ante el Papa Inocencio para protestar contra los procedimientos no canónicos de los monjes de la Iglesia de Cristo. Los monjes también se encolerizaron contra Reginaldo quien, contrario a su promesa, había divulgado lo de la elección. Procedieron a una segunda elección y el 11 de diciembre de 1205, votaron por el favorito de la corona, Juan de Grey, a quien el rey había recomendado a sus sufragios. En la controversia entre los monjes de la Iglesia de Cristo y los obispos respecto al derecho a elegir el Arzobispo de Canterbury, Inocencio se inclinó a favor de los monjes, pero en este caso declaró que ambas elecciones eran inválidas: la de Reginaldo, porque se había realizado no canónicamente y clandestinamente, y la de Juan de Grey, porque había ocurrido antes que el Papa proclamara inválida la del anterior. Ni siquiera el Rey Juan, quien ofreció a Inocencio 3,000 marcos si se decidía a favor de Juan de Grey, pudo alterar la posición del Papa. Inocencio convocó a los monjes de Canterbury que estuviesen en Roma para proceder a una nueva elección y recomendó para su elección a Esteban Langton, un inglés a quien el Papa había llamado a Roma desde el rectorado de la Universidad de París, para nombrarlo cardenal. El fue debidamente electo por los monjes y el Papa mismo le consagró como arzobispo en Viterbo el 17 de junio de 1207. Inocencio informó al Rey Juan de la elección de Langton y le pidió que lo aceptara como el nuevo arzobispo. El rey, sin embargo, había puesto su vista en Juan de Grey, y se negó rotundamente a permitir que Langton viniera a Inglaterra en calidad de Arzobispo de Canterbury. Además tomó venganza contra los monjes de la Iglesia de Cristo al expulsarlos de sus monasterios y tomar posesión de sus propiedades. Inocencio puso entonces a todo el reino bajo interdicto, lo cual fue proclamado el 24 de marzo de 1208. Cuando esto resultó inútil y el rey cometió actos de crueldad contra el clero, el Papa lo excomulgó en 1209, y lo destronó formalmente en 1212. El le confió al Rey Felipe de Francia la ejecución de la sentencia. Cuando Felipe amenazó con invadir Inglaterra y los señores feudales (v. feudalismo) y el clero abandonaron al Rey Juan, éste hizo su sumisión ante Pandulfo, a quien Inocencio había enviado como legado a Inglaterra. Prometió reconocer a Langton como Arzobispo de Canterbury, permitir que los sacerdotes y obispos exiliados retornaran a Inglaterra y compensar al clero por las pérdidas sufridas. Fue aún más lejos y el 13 de mayo de 1213, probablemente por su propia iniciativa, entregó el reino inglés al Papa a través de Pandulfo, para que le fuera devuelto como un feudo. El documento de la entrega establece que desde ese momento los reyes de Inglaterra gobernarían como vasallos del Papa y pagarían un tributo anual de 1,000 marcos a la Sede de Roma. El 20 de julio de 1213 el rey fue solemnemente liberado de la excomunión en Winchester y luego que al clero se le habían reembolsado sus pérdidas, el interdicto fue levantado de Inglaterra el 29 de junio de 1214. Parece que muchos de los barones no estaban satisfechos con la rendición de Inglaterra a manos del Papa. Ellos también resentían las continuas transgresiones del rey sobre sus libertades y sus muchos actos de injusticia al gobernar el pueblo. Finalmente recurrieron a la violencia, y le obligaron a ceder ante sus demandas, estampando su sello en la Carta Magna. Como soberano de Inglaterra, Inocencio no podía permitir que se firmara sin su consentimiento un contrato que le imponía tan serias obligaciones a su vasallo. Su legado Pandulfo había alabado repetidamente al Rey Juan como un monarca sabio y un vasallo leal a la Santa Sede. El papa, por lo tanto, declaró la Carta Magna nula e inválida, no porque daba muchas libertades a los barones y a la gente, sino porque había sido obtenida mediante la violencia.

Apenas hubo un país en Europa en el cual Inocencio III no hubiese reafirmado de una manera u otra la supremacía que reclamaba para el papado. Excomulgó a Alfonso IX de León, por casarse con una pariente cercana, Berengaria, hija de Alfonso VIII, lo que era contrario a las leyes de la Iglesia, y efectuó tal separación en 1204. Por razones similares anuló en 1208 el matrimonio del príncipe heredero Alfonso de Portugal con Urraca, hija de Alfonso de Castilla. De Pedro II de Aragón, recibió ese reino en vasallaje y lo coronó rey en Roma en 1204. Preparó una cruzada contra los moros (v. Mahoma y mahometismo) y vivió para ver su poder quebrarse en España, en la batalla de Navas de Tolosa, en 1212. Protegió a la gente de Noruega contra su tiránico rey, Sverri, y luego de la muerte de éste fue árbitro entre los dos aspirantes al trono noruego. Inocencio fue mediador entre el Rey Emeric de Hungría y el rebelde de su hermano Andrés; le envió la corona real y el cetro al Rey Johannitius de Bulgaria e hizo que su legado lo coronara rey en Tirnovo en 1204; restableció la disciplina eclesiástica en Polonia; fue árbitro entre los dos aspirantes a la corona real de Suecia; hizo intentos parciales exitosos para reconciliar la iglesia latina con la griega y extendió su benéfica influencia a prácticamente toda la cristiandad. Como muchos Papas anteriores, Inocencio tuvo en el corazón la recuperación de la Tierra Santa y fue por ello que emprendió la Cuarta Cruzada. Los venecianos (v. Venecia) se habían comprometido a transportar al ejército cristiano y a suministrarle provisiones a la flota por nueve meses, todo ello por 85,000 marcos. Cuando los cruzados no pudieron pagar tal suma, los venecianos propusieron sufragar los gastos ellos mismos con la condición de que los cruzados primero les ayudaran a conquistar la ciudad de Zara. Los cruzados cedieron a sus demandas y la flota zarpó hacia el Adriático el 8 de octubre de 1202. Zara había sido apenas sometida cuando Alexio Comneno llegó al campamento de los cruzados y abogó por su ayuda para reemplazar a su padre, Isaac Angelo, en el trono de Constantinopla, del cual había sido depuesto por su cruel hermano Alexio. A cambio le prometía una reunificación entre las iglesias griega y latina, agregar diez mil soldados a la tropa de los cruzados, y contribuir a la cruzada con dinero y provisiones. Los venecianos, quienes vieron su propia ventaja comercial en la toma de Constantinopla, indujeron a los cruzados a ceder ante las súplicas de Alexio, y Constantinopla fue tomada por ellos en 1204. Isaac Angelo fue repuesto a su trono, pero pronto fue reemplazado por un usurpador. Los cruzados tomaron a Constantinopla por segunda vez el 12 de abril de 1204, y luego de un horrible saqueo, Balduino, Conde de Flandes, fue proclamado como emperador, y la iglesia griega fue unificada con la latina. La reunión, así como el imperio latino de oriente, no duró más de dos generaciones. Cuando el Papa Inocencio supo que los venecianos habían desviado a los cruzados en su propósito de conquistar la Tierra Santa expresó su gran insatisfacción primero con la conquista de Zara, y cuando ellos prosiguieron hacia Constantinopla, solemnemente protestó y excomulgó a los venecianos, que habían causado que los cruzados se desviaran de su propósito original. Sin embargo, ya que no pudo deshacer los logros obtenidos, hizo todo lo posible por destruir el cisma griego (v. cisma oriental) y latinizar el Imperio Oriental.

Inocencio también fue un celoso (v. celo) protector de la verdadera (v. verdad) fe y un oponente vigoroso frente a la herejía. Su principal actividad se volcó contra los albigenses, quienes se habían vuelto tan numerosos y agresivos que, no satisfechos con ser seguidores de doctrinas heréticas, sino que además trataban de extender sus creencias mediante la fuerza. Eran especialmente numerosos en unas pocas ciudades del norte y sur de Francia. Durante el primer año de su pontificado, Inocencio envió a dos monjes cistercienses, Rainero y Guido, para visitar a los albigenses en Francia, a fin de predicarles la verdadera fe y argumentar con ellos sobre temas controversiales religiosos. Los dos misioneros cistercienses fueron pronto seguidos por Diego, Obispo de Osma, luego por Santo Domingo y los dos legados papales, Pedro de Castelnau y Raúl. Sin embargo, cuando estos pacíficos misioneros fueron ridiculizados y despreciados por los albigenses, y el legado papal Castelnau fue asesinado en 1208, Inocencio recurrió a la fuerza. Ordenó a los obispos del sur de Francia que pusieran bajo interdicto a los participantes en el asesinato, y a todos los poblados que les dieran refugio. Estaba especialmente encolerizado contra el Conde Raymundo de Tolosa, quien había sido excomulgado previamente por el legado muerto y quien, por buenas razones, el papa sospechaba que había sido el instigador del asesinato. El conde reafirmó su inocencia y se sometió al Papa, probablemente por cobardía, pero el Papa no volvió a confiar en él. Pidió la cooperación a Francia para que reuniera un ejército para suprimir a los albigenses. Bajo el liderazgo de Simón de Montforte sobrevino una cruel campaña contra los albigenses la cual, a pesar de las protestas de Inocencio, pronto se convirtió en una guerra de conquista (v. Albigenses). El punto culminante del glorioso reinado de Inocencio fue la convocatoria al Cuarto Concilio Lateranense, el cual inauguró solemnemente el 15 de noviembre de 1215. Fue por mucho el concilio más importante de la Edad Media. Además de decidir sobre una cruzada general hacia la Tierra Santa, emitió setenta decretos reformatorios, el primero de los cuales fue un credo (Firmiter credimus) contra los albigenses y valdenses; en el cual el término “transubstanciación” recibió su primera sanción eclesiástica.

Las obras de Inocencio en el gobierno interno de la Iglesia parecen ser de un carácter muy subordinado cuando son puestas al lado de los grandes logros político-eclesiásticos que trajeron al papado a la cúspide del poder. Aun así son dignos de recordarse y han contribuido su parte a la gloria de su pontificado. Durante su pontificado los dos grandes fundadores de las órdenes mendigantes, Santo Domingo y San Francisco, le presentaron sus proyectos para reformar el mundo. Inocencio no estaba ciego ante los vicios de lujuria e indolencia que habían infectado a muchos en el clero y parte de los laicos. En los dominicos y franciscanos reconoció dos poderosos adversarios contra esos vicios y sancionó sus proyectos con palabras de estímulo. Las órdenes religiosas menores que él aprobó fueron los Hospitalarios del Espíritu Santo el 23 de abril de 1198, los Trinitarios el 17 de diciembre de 1198 y los Humiliati en junio de 1201. En 1209 comisionó al monje cisterciense Christian, después obispo, con la conversión de los paganos prusianos (v. Prusia). En Roma construyó el famoso hospital Santo Espíritu en Sassia, el que llegó a ser un modelo para los futuros hospitales de otras ciudades, y que como tal existe todavía (véase Walsh, “Los Papas y la Ciencia”, New York, 1908, p. 249-258; y el artículo Hospitales). Los siguientes santos fueron canonizados (v. beatificación y canonización) por Inocencio: Homobono, un comerciante de Cremona, el 12 de enero de 1199; la Emperatriz Cunegunda, el 3 de marzo de 1200; Guillermo, Duque de Aquitania, en 1202; Wulstan, Obispo de York, el 14 de mayo de 1203; Procopio, abad de Praga, el 2 de junio de 1204; y Guiberto, el fundador del monasterio de Gembloux, en 1211. Inocencio murió en Perugia, mientras viajaba a través de Italia a favor de los intereses de la cruzada que se había acordado en el Concilio Lateranense. Fue sepultado (v. entierro cristiano) en la catedral de Perugia, donde permaneció su cuerpo hasta que León XIII, un gran admirador de Inocencio, lo transfirió a Letrán en diciembre de 1891. Inocencio es también el autor de varios trabajos literarios, reimpresos en P. L., CCXIV-CCXVIII, donde también se puede hallar sus numerosos epístolas y decretos existentes, además del históricamente importante "Registrum Innocentii III super negotio imperii". Su primer trabajo "De contemptu mundi, sive de miseria conditionis humanæ libri III" (P. L., CCXVII, 701-746), fue escrito mientras vivía en retiro, durante el pontificado de Celestino III. Es un tratado sobre ascetismo y evidencia su profunda piedad (v. virtud de religión) y conocimiento del hombre. Al respecto, véase Reinlein "Papst Innocenz der dritte und seine Schrift 'De contemptu mundi" (Erlangen, 1871). Su tratado "De sacro altaris mysterio libri VI" (P. L., CCXVII, 773-916) tiene un gran valor litúrgico (v. liturgia), porque representa la Misa romana tal y como fue en los tiempos de Inocencio. Véase Franz, "Die Messe im deutschen Mittelalter" (Friburgo, 1902), 453-457. Este trabajo fue impreso varias veces, y traducido al alemán por Hurter (Schaffhausen, 1845). También escribió "De quadripartita specie nuptiarum" (P. L., CCXVII, 923-968), una exposición de la cuádruple unión matrimonial, a saber: entre hombre y mujer; entre Jesucristo y la Iglesia; entre Dios y el alma justa; entre el Verbo y la naturaleza humana; y está completamente basado en las Sagradas Escrituras.

"Commentarius in septem psalmos pœnitentiales" (P. L., CCXVII, 967-1130) tiene una autoría dudosa (v. duda). Entre sus setenta y nueve sermones (ibidem, 314-691) es famoso el que se refiere al texto "Desiderio desideravi" (Lc. 22,15), el cual fue dado a conocer en el Cuarto Concilio Lateranense.

Fuentes: Gesta Innocentii, escrita por un contemporáneo desconocido, editado con notas críticas valiosas por Baluze (París, 1686). La Gesta fueron también editados por Muratori en Rerum ltalicarum Scriptores ab anna 500 ad 1500, III (Milán, 1723-51), I, 480 sq., y reimpreso en P. L., CCXIV, CVIII-CCXXXVIII. Concerniene a su valor histórico vea Elkan, Die "Gesta Innocentii III." im Verhältniss zu den Regesten desselben Papstes (Heidelberg, 1876). Las principales Fuentes modernas son: Hurter, Geschichte des Papstes Innocenz III. und seiner Zeitgenossen (4 vols., Hainburg, 1841-4); los siguientes seis estudios por Luchaire, todos publicados en París: Innocent III, Rome et l'Italie (1904); Innocent III, la croisade des Albigeois (1905); Innocent III, to papauté et l'empire (1906); Innocent III, la question d'Orient (1907): Innocent III, les royautés vassales du Saint-Siège (1908); Innocent III, le concile de Latran et la réforme de l'église (1908); Barry, La Monarquía Papal (New York, 1903), 282-332; Jorry, Histoire du Pape Innocent III (Paris, 1853); Delisle, Mémoire sur les actes d'Innocent III, suivi de l'itinéraire de ce pontife (París, 1857); DEUTSCH, Papst Innocenz III. und sein Einfluss auf die Kirche (Breslau, 1876); Gasparlin, Innocent III, le siège apostolique, Constantin (París, 1875); Schwemer, Innocenz III. und die deutsche Kirche während des Thronstreites von 1198-1208 (Strasburg, 1882); Lindemann, Kritische Darstellung der Verhandlungen Innocenz III. mit den deutschen Gegenkönigen (Magdeburg, 1885); Engelmann, Philipp von Schwaben und Innocenz III. während des deutschen Thronstreites (Berlin, 1896); Winkelmann, Philipp von Schwaben und Otto IV. (2 vols., Leipzig, 1873-8); Molitor, Die Decretale "Per venerabilem" von Innocenz III. und ihre Stellung im öffentlichen Rechte der Kirche (Münster, 1876) ; Gütschow, Innocenz III. und England (Munich, 1904); Norgate, John Lackland (New York, 1902); Gasquet, Enrique III y la Iglesia (Londres, 1905), 1-26; LINGARD, Historia de Inglaterra, II (Edinburgh, 1902), 312-376; Pirie-Gordon, Inocencio el Grande (Londres, 1907), algo fantástico; Norden, Papsttum und Byzanz (Berlin, 1903), 133-238; Hill, Historia de la Diplomacia Europea, I (New York, 1905), 313-331; Mullany, Innocent III in American Catholic Quarterly Review, XXXII (Philadelphia, 1907), 25-48; Feierfeil, Innocenz III. und seine Beziehungen zu Böhmen (Teplitz, 1905) ; Böhmer, Regesta imperii, V.; Die Regesten des Kaiserreiches unter Philipp, Otto IV., Friedrich II., Heinrich (VII.), Konrad IV., Heinrich Raspe, Wilhelm und Richard, 1198-1272, recientemente editado por Ficker y Winkelmann (Innsbruck, 1881-1901). Ott, Michael. "Pope Innocent III." The Catholic Encyclopedia. Vol. 8. New York: Robert Appleton Company, 1910. <http://www.newadvent.org/cathen/08013a.htm>. Transcripción de Douglas J. Potter. Traducción al castellano de Giovanni E. Reyes. Revisado y corregido por Luz María Hernández Medina.