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Domingo, 22 de diciembre de 2024

Matilde de Canosa

De Enciclopedia Católica

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Matilde de Canosa, condesa de Toscana, hija y heredera del marqués Bonifacio de Toscana y de Beatriz, hija de Federico de Lorena; nació en el 1046; murió el 24 de julio de 1114. Su padre fue asesinado en 1053. El duque Godofredo de Lorena, un oponente del emperador Enrique III, fue a Italia y se casó con la viuda Beatriz. Pero, en 1055, cuando Enrique III entró a Italia, tomó prisioneras a Beatriz y a su hija Matilde y las hizo a llevar a Alemania. De ese modo la joven condesa se vio pronto arrastrada al bullicio de estos tiempos convulsos. Sin embargo, eso no impidió que recibiera una excelente formación; fue educada finamente, conocía el latín, y era muy amante de los libros serios. También era profundamente religiosa, e incluso en su juventud siguió con interés los grandes asuntos eclesiásticos que eran prominentes en ese entonces. Antes de su muerte (1056) Enrique III le devolvió a su esposa y su hijastra a Godofredo de Lorena.

Cuando Matilde llegó a su adultez, contrajo matrimonio con su hermanastro Godofredo de la Baja Lorena, de quien se separó en 1071. Él fue asesinado en 1076; el matrimonio no tuvo hijos, pero no se puede probar si el matrimonio se consumó, según afirman muchos historiadores. Desde 1071, Matilde entró al gobierno y administración de sus extensas posesiones en la Italia Media y Alta. Estos dominios eran de la mayor importancia en las disputas eclesiásticas y políticas de esa época, pues la ruta desde Alemania vía la Alta Italia hacia Roma pasaba a través de ellos.

El 22 de abril de 1072 Gregorio VII se convirtió en Papa, y poco después comenzó la gran batalla por la independencia de la Iglesia y la reforma de la vida eclesiástica. En este conflicto Matilde fue la intrépida, valiente e inquebrantable aliada de Gregorio y sus sucesores. Inmediatamente después de su elevación al papado, Gregorio entabló estrechas relaciones con Matilde y su madre. Las cartas a Matilde (Beatriz murió en 1076) evidencia claramente la alta estima y simpatía del Papa por la princesa. Él las llamaba “sus hermanas e hijas de San Pedro” (Regest., II, IX), y deseaba emprender una cruzada con ellas para liberar a los cristianos en la Tierra Santa (Reg., I, XI).

Matilde y su madre estuvieron presente en los sínodos romanos de Cuaresma de 1074 y 1075, en los que el Papa publicó los importantes decretos sobre la reforma de la vida eclesiástica. Ambas mujeres le informaron al pontífice favorablemente sobre la disposición del rey alemán Enrique IV; y el 7 de diciembre de 1074, Gregorio le escribió a ese monarca agradeciéndole la amigable recepción del legado papal, y su intención de cooperar en la erradicación de la simonía y el concubinato entre el clero. Sin embargo, las disputas entre Gregorio y Enrique IV no tardaron en comenzar. En una carta a Beatriz y Matilde (11 sept. 1075) el Papa se queja de la inconstancia y la inestabilidad del rey, quien aparentemente no tenía ningún deseo de estar en paz con él. Al año siguiente (1076) el primer esposo de Matilde, Godofredo de Lorena, fue asesinado en Amberes. Gregorio le dijo por carta al obispo Herman de Metz (25 agosto 1076) que desconocía en qué estado permanecía Matilde, “la fiel sierva de San Pedro”, bajo la guía de Dios.

Debido a la acción del sínodo de Worms contra Gregorio, este se vio obligado a declarar la excomunión contra Enrique IV. Dado que la mayoría de los príncipes del imperio se alinearon contra el rey, Enrique quiso reconciliarse con el Papa y, en consecuencia, viajó a Italia en medio de un invierno severo, para encontrarse con el Papa allí antes de que este dejase el territorio italiano en su viaje a Alemania. Gregorio, que ya había arribado a Lombardía cuando se enteró del viaje del rey, siguiendo el consejo de Matilde y por motivos de seguridad, se dirigió a la fortaleza de ella en las montañas de Canosa. El excomulgado rey le había pedido a la condesa Matilde, a su suegra Adelaida y al abad Hugo de Cluny que intercedieran por él ante el Papa. Estos cumplieron la petición del rey, y luego de gran oposición, Gregorio permitió que Enrique compareciese ante él personalmente en Canossa y que expiara su culpa mediante penitencia pública.

Después de la partida del rey, el Papa se dirigió a Mantua. Por seguridad, Matilde le acompañó con un grupo de hombres armados, pero al oír el rumor de que el arzobispo Guiberto de Rávena, enemistado con Gregorio, le preparaba una emboscada se llevó al Papa de vuelta a Canosa. Allí redactó una primera escritura de donación, en la que le legaba sus dominios y territorios desde Ceperano hasta Radicofani a la Iglesia Romana, pero mientras ella viviese, ella continuaría gobernándolos y administrándolos libre e independientemente. Cuando poco después de reinició la contienda entre Enrique IV y Gregorio, Matilde constantemente apoyó al Papa con dinero y soldados. Por su seguridad, el monasterio de Canosa hizo fundir su tesoro y envió a Gregorio setecientas libras de plata y nueve libras de oro como contribución a la guerra contra Enrique. Este último se retiró de la Romagna a Lombardía en 1082, y arrasó las tierras de Matilde a su paso hacia Toscana. No obstante, la condesa se mantuvo inamovible en su respaldo a Gregorio. Fue confirmada en esta posición por su confesor, Anselmo, obispo de Lucca.

De manera similar la condesa apoyó a los sucesores del gran Papa en la contienda por la libertad de la Iglesia. Cuando en 1087, poco después de su coronación, el Papa Víctor III fue expulsado de Roma por el antipapa Guiberto, Matilde avanzó sobre Roma con un ejército, ocupó el castillo de Sant´Angelo y parte de la ciudad e hizo regresar a Víctor. Sin embargo, debido a las amenazas del emperador los romanos volvieron a abandonar a Víctor, de modo que se vio obligado a huir una vez más.

Por deseo del Papa Urbano II, en 1089 Matilde se casó con el joven duque Welf de Baviera, de modo que la más fiel defensora de la silla papal pudiese obtener así un poderoso aliado. En 1090, Enrique IV regresó a Italia para atacar a Matilde, a quien ya había privado de sus posesiones en Lorena. Arrasó muchas de sus propiedades, mediante una traición en 1091 conquistó Mantua, su principal bastión, así como varios castillos. Aunque los vasallos de la condesa se apresuraron a hacer la paz con el emperador, Matilde una vez más prometió fidelidad a la causa del Papa y continuó la guerra, que ahora tomó un giro a su favor. El ejército de Enrique fue derrotado ante Canosa. Welf, duque de Baviera, y su hijo del mismo nombre, el esposo de Matilde, se pasaron al lado de Enrique en 1095, pero la condesa se mantuvo firme.

Cuando el nuevo rey alemán, Enrique V, entró a Italia en el otoño de 1110, Matilde le rindió homenaje por los feudos imperiales. A su regreso se quedó tres días en Toscana con Matilde, le mostró mucho respeto y la nombró su vice-regente imperial en Liguria. En 1112, ella reconfirmó la donación de sus propiedades a la Iglesia Romana que había hecho inicialmente 1077 (Mon. Germ. Hist.: Legum, IV, I, 653 ss.). Después de su muerte, Enrique fue a Italia en 1116 y tomó las tierras de ella —no solamente los feudos imperiales, sino también que habían sido regales imperials, sino también los dominios. La Iglesia Romana presentó su legítimo reclamo sobre la herencia. Se inicio entonces una larga disputa sobre la posesión de los dominios de Matilde, la que se resolvió mediante un compromiso entre Inocencio II y Lotario III en 1133. El emperador y el duque Enrique de Sajonia tomaron las posesiones de Matilde como feudos del Papa a una renta anual de 100 libras de plata. El duque prestó el juramento feudal al Papa; después de su muerte, las posesiones de Matilde serían devueltas por completo a la Iglesia Romana. Posteriormente hubo nuevas disputas sobre estas tierras, y en los acuerdos entre los Papas y los emperadores del siglo XII se menciona a menudo este asunto. En 1213, el emperador Federico II reconoció el derecho de la Iglesia romana a las posesiones de Matilde.


Bibliografía: DONIZO, Vita Mathildis, ed. BETHMANN in Mon. Germ. Hist.: Script., XII, 348-409; Vita alia in MURATORI,Scriptores rer. Italicorum, V, 389-397; Libelli de lite in Mon. Germ. Hist., I-III; HUDDY, Matilda, Countess of Tuscany (London, 1905); FIORENTINI, Memorie di Matilda, la gran contessa di Toscana (Lucca, 1642; new ed., 1756); TOSTI, La contessa Matilde e i Romani Pontefici (Florence, 1859; new ed., Rome, 1886);RENÉE, La grande Italienne, Mathilde de Toscane (Paris, 1859); OVERMANN, Die Besitzungen der Grossgräfin Mathilde von Tuscien (Berlin, 1892); HEFELE, Konziliengeschichte, v (2nd ed., Freiburg im Br., 1886); MEYER VON KNONAU, Jahrbücher des deutschen Reiches unter Heinrich IV. und Heinrich V. (6 vols., Leipzig, 1890-1907); POTTHAST, Bibl. hist. med. ævi, 2nd., II, 1486.

Fuente: Kirsch, Johann Peter. "Matilda of Canossa." The Catholic Encyclopedia. Vol. 10, pág. New York: Robert Appleton Company, 1911. 30 agosto 2020 <http://www.newadvent.org/cathen/10049b.htm>.

Traducido por Giovanni E. Reyes. lmhm