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Martes, 19 de marzo de 2024

Levitas

De Enciclopedia Católica

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(Proviene de Leví, nombre de un patriarca ancestral, generalmente se interpreta como “unido” o “adjunto a”. Vea Génesis 29,34, también Números 18,2.4, texto hebreo).

Fueron los ministros subordinados nombrados en la Legislación de Moisés para el servicio del Tabernáculo y del Templo.

Leví fue el tercer hijo de Jacob y Lía, y hermano carnal de Rubén, Simeón y Judá. Junto con Simeón se vengó de la humillación sufrida por su hermana Dina con la masacre de Siquem y su pueblo (Gén. 34), por cuyo acto de violencia los dos hermanos fueron reprobados tanto en Gén. 34,30, como en la profecía atribuida al patriarca en Gén. 49,5-7.

Dejando de lado toda discusión crítica ligada a este incidente así como a otros hechos relacionados con la historia de la tribu, el siguiente punto a tener en cuenta es la conexión de Leví con el sacerdocio. Según el relato bíblico aceptado, todos los descendientes masculinos del patriarca fueron apartados por Moisés, según mandato divino, para el servicio del Santuario, distinción que pudo haberse debido al celo religioso manifestado por la tribu en ocasión del culto idolátrico al becerro de oro (Éxodo 32,25-29). Como también era la tribu a la que pertenecía Moisés, probablemente era la más confiable para apoyar al legislador en el establecimiento y promoción de sus instituciones religiosas entre el pueblo. El llamado sagrado a los levitas se menciona en diversos pasajes del Pentateuco. Por ejemplo, el autor de los primeros capítulos de Números (P), después de recordar los nombres y funciones sagradas de los hijos de Aarón (Núm. 3; cf. Éx.28,29; Lev. 8,9), nombra a la tribu de Leví completa como aquellos “que debían estar a la vista del sacerdote Aarón para ministrar con él. Y que velen y observen todo lo pertinente al servicio de la multitud delante del tabernáculo del testimonio, y que mantengan las vasijas del tabernáculo, sirviendo en el ministerio del mismo.” Aunque en Núm. 18,23 se describe ampliamente la misión especial de la tribu como mediadora entre el Señor y su pueblo, y aunque el levita mencionado en el interesante y antiquísimo pasaje de Jueces (17 y 18) es representado ejerciendo las funciones del sacerdocio sin cualificación, muchos comentaristas sostienen que en una fecha temprana se hizo una distinción entre los sacerdotes de la familia de Aaron y los simples levitas---distinción que se hizo muy pronunciada en la historia religiosa posterior del Pueblo Escogido. En Núm. 8,5-22 se describen las ceremonias mediante las cuales se consagraba a los simples levitas para el servicio del Señor. Además de la función general de ayudar a los sacerdotes, a los levitas se les encomendaba cargar el Tabernáculo y sus utensilios, vigilar el santuario, etc. Como la mayoría de sus deberes exigía la plena capacidad de un hombre, los levitas no asumían sus funciones antes de los treinta años de edad.

En la distribución de la tierra de Canaán después de la conquista, Josué, actuando según instrucciones recibidas de Moisés, excluyó a la tribu de Leví de tener parte del territorio como las otras tribus. “Pero a la Tribu de Leví no le otorgó posesión alguna porque el Señor Dios de Israel es su posesión” (Jos. 13,33.) Debe notarse que en Gén. 49,5-7 se menciona una razón completamente diferente para esa excepción. En lugar de un territorio específico, los miembros de la tribu de Leví recibieron el permiso para morar dispersos entre las otras tribus, haciéndose una provisión especial para su manutención. Además del diezmo de las cosechas y el ganado y de otras cuotas sacerdotales ya otorgados por Moisés, los levitas ahora recibieron de cada una de las otras tribus, cuatro ciudades con tierras de pastoreo en sus cercanías o cuarenta y ocho en total (Jos. 21). Entre estas se encontraban seis ciudades de refugio, tres a cada lado del Jordán, que fueron separadas para controlar la costumbre bárbara de la venganza de sangre, que todavía existe entre las tribus árabes, en virtud de la cual los parientes de un hombre asesinado consideraban un deber vengarlo matando a su asesino intencional o aún no intencional. Es probable, sin embargo, que estas disposiciones administrativas relativas a los levitas no fueran realizadas a cabalidad hasta algún tiempo después de la conquista, pues, durante el largo período de transición entre la vida errante en el desierto y la civilización completamente organizada de tiempos posteriores, los sacerdotes y levitas parecen haber tenido un modo de existencia más bien precario. Tomando la historia de Miká (Jc. 17) como ilustrativa de la condición del orden Levítico durante dicho período temprano, parecería que los funcionarios sacerdotales estaban inadecuadamente provistos y tenían que deambular para asegurar su sustento.

La elaborada y altamente diferenciada organización del sistema levítico o sacerdotal, descrito con tal abundancia de detalles en los escritos sacerdotales del Antiguo Testamento, fue sin duda el resultado de un largo proceso de desarrollo religioso y ritual que alcanzó su plenitud en el período post-exílico. Así como en otras historias de religiones antiguas, a comienzos de la historia hebrea hay un período en el cual no existía una clase sacerdotal. El jefe de familia o clan realizaba generalmente las funciones sacerdotales sin la necesidad de un santuario especial, y hay abundante evidencia que muestra que durante largo tiempo después de la muerte de Moisés el oficio sacerdotal fue ejercido, no solo ocasionalmente, sino permanentemente por hombres de ascendencia no levítica. La legislación del Deuteronomio insiste en la unidad del santuario y reconoce a los descendientes de Levi como los únicos miembros legítimos del sacerdocio, pero ignora la claramente definida distinción entre los sacerdotes y los simples levitas que aparece en la legislación y escritos posteriores, pues constantemente se alude a toda la clase como los “sacerdotes levitas”. Esta categoría excluye al sacerdote puramente laico que ya no se toleraba, pero si cualquier levita desee abandonar su residencia en cualquier lugar de la tierra y trasladarse a Jerusalén “oficiará en el nombre de Yahveh su Dios, como todos sus hermanos levitas que se encuentran allí en presencia de Yahveh; comerá una porción igual a la de ellos, aparte de lo que obtenga por la venta de sus bienes patrimoniales.” (Deut. 18,6-8). Los escritos post-exílicos describen adecuadamente la detallada organización y tareas del sistema levítico entonces en pleno vigor, así como cierta cantidad de regulaciones relativas al mismo que se le atribuyen al rey David. Por lo tanto, es al período de su reinado que 1 Crón. refiere la introducción del sistema de cursos mediante el cual se dividió en clases todo el cuerpo sacerdotal, que llevaban el nombre de sus respectivos jefes y eran regidos por ellos. Realizaban diversas funciones semana a semana, y sus tareas específicas eran determinadas por sorteo. (cf Lc. 1,5-9). Leemos asimismo, que durante el reinado de David el resto de los levitas, hasta la cantidad de treinta y ocho mil, entre las edades de los treinta años en adelante, recibieron una organización especial (1 Crón. 23 - 26). Los levitas son mencionados únicamente tres veces en el Nuevo Testamento (Lc. 10,32; Juan 1,19, Hch. 4,36) y estas referencias no arrojan ninguna luz en cuanto a su estatus en el tiempo de Cristo.


Bibliografía: LEGENDRE in VIG., Dict. de la Bible, s.v. Lèvi, Tribu de (III); BAUDISSIN in HAST., Dict. of the Bible, s.v. Priests and Levites; GIGOT, Outlines of Jewish History, viii, § 2, etc.

Fuente: Driscoll, James F. "Levites." The Catholic Encyclopedia. Vol. 9. New York: Robert Appleton Company, 1910. <http://www.newadvent.org/cathen/09206a.htm>.

L H M.