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Martes, 19 de marzo de 2024

Magníficat

De Enciclopedia Católica

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Es el título dado comúnmente al texto en latín y a la traducción al lenguaje vernáculo del cántico (o canción) de María. Es la palabra inicial del texto de la Vulgata (Lucas 1,46–55): “Magnificat anima mea, Dominum”, etc. (Engrandece mi alma al Señor, etc.). En los antifonarios antiguos frecuentemente se le llamaba Evangelium Mariae, el “Evangelio de María” . En el Breviario Romano se titula (vísperas para el domingo) Canticum B. M. V. (Cántico de la Bienaventurada Virgen María). El “Magníficat”, el “Benedictus” (Cántico de Zacarías ---Lc. 1,68–79), y el “Nunc Dimittis” (Cántico de Simeón ---Lc. 2,29–32) son llamados también “cánticos evangélicos” ya que aparecen en el Evangelio (Evangelium) de San Lucas.

Forma y contenido

Los comentaristas lo dividen en tres o cuatro estrofas, de las cuales se puede encontrar explicaciones fácilmente accesibles en “Exposition of the Gospel of St. Luke” en McEvilly (división triple: versos 46–49, 50–53, 54–55); en “Life of Jesus Christ” de Maas (también triple pero ligeramente diferente: versículos 46–50, 51–53, 54–55); y en “Popular Commentary on the New Testament” de Schaff y Riddle (división en cuatro estrofas: 46–48, 49–50, 51–52, 53–55). En muchos lugares, el Magníficat es muy similar en pensamiento y lenguaje al cántico de Ana (1 Sam. 2,1-10) y a varios salmos [33(32),10; 34(33),3-4.11; 35(34),9; 71(70),19; 98(97),1.3; 111(110),9; 113(112),7; 118(117),16; 126(125),2-3; 132(131),11; 138(137),6]. Se encuentran similitudes en Hab. 3,18; Mal. 3,12; Job 5,11; Is. 12,8, y 49,3; Gén. 17,19. Impregnados así del pensamiento y fraseología bíblicas, resumiendo en su éxtasis inspirado la economía de Dios con su pueblo escogido que indica el cumplimiento de la antigua profecía y profetiza de nuevo hasta el final de los tiempos, el Magníficat es la corona del cántico del Antiguo Testamento, el último cántico del Antiguo y el primero del Nuevo Testamento. Fue pronunciado (o probablemente, cantado) por la Santísima Virgen María cuando visitó a su prima Isabel bajo las circunstancias narradas por San Lucas en el primer capítulo de su Evangelio. Es un éxtasis de alabanza por el favor inestimable concedido por Dios a la Virgen, por las misericordias mostradas a Israel y por el cumplimiento de las promesas hechas a Abraham y a los patriarcas. Aquí indicaremos sólo cuatro puntos de exégesis. Algunos comentaristas distinguen el significado de “alma” (o “intelecto”) y “espíritu” (o “voluntad”) en los primeros dos versos; pero a la vista del uso hebreo, probablemente ambas palabras significan lo mismo, “el alma con todas sus facultades”. En el v. 48 “humildad” significa probablemente la “condición inferior” o “posición modesta”, más que la virtud de la humildad. La segunda parte del v. 48 revela una profecía que se ha cumplido desde entonces, y la cual añade a las abrumadoras razones para rechazar la idea de que Isabel es la autora del cántico. Finalmente, la primera parte del v. 55 (“como había anunciado a nuestros padres) es probablemente parentética.

Autoría mariana

La última década del siglo XIX fue testigo de una discusión sobre la autoría del Magníficat, basada en el hecho de que tres códices antiguos (Vercellensis, Veronensis, Rhedigerianus) tienen: “Et ait Elisabeth: Magníficat anima mea”, etc. (E Isabel dijo: Mi alma te engrandece, etc.); y también en algún uso patrístico muy leve de la lectura variante. En “Berliner Sitzungsberichte”, (17 de mayo de 1900), 538-56, Harnack anunció su punto de vista respecto a la autoría isabelina al sostener que la lectura original no es ni “María” ni “Isabel” sino solamente “ella” (dijo). Alrededor de dos años antes, Durand había criticado, en el “Revue Biblique”, el argumento de Jacobé sobre una probable atribución a Isabel. Dom Morin ha llamado la atención (“Revue Biblique”, 1897) sobre las palabras de Nicetas (Niceta) de Remesiana, en un manuscrito del Vaticano de su “De salmodiae bono”: “Cum Helisabeth Dominum anima nostra magníficat” (Con Isabel, nuestra alma engrandece al Señor). Las obras de Nicetas han sido editadas recientemente por Burn, y dan evidencia (De salmodiae bono, IX, XI) de la opinión de Nicetas (vea nota 4, p. 79, ibid.). En la introducción al volumen de Burn, Burkit rechaza la variante “Et ait Elisabeth” como totalmente insostenible a la vista del testimonio contradictorio de Tertuliano y de todos los textos griegos y siríacos, pero sostiene la lectura original: “ella” (dijo) y por la autoría isabelina. Le respondió el obispo anglicano de Salisbury, quien apoya la probabilidad de una versión original “ella”, pero rechaza la adscripción a Isabel (pp. CLV-CLVIII). El testimonio de los códices y el de los Padres es prácticamente unánime a favor de la variante de la Vulgata: “Et ait Maria”, pero, aparte de esto, la atribución del Magníficat a Isabel podría ser altamente anormal dentro del contexto de San Lucas. Mucho antes de la discusión reciente, Westcott y Hort, en el apéndice (52) de su “Introduction to the New Testament in the Original Greek” (Nueva York, 1882), habían discutido brevemente y rechazado la lectura “Isabel”; y este rechazo se confirma concisamente en su texto revisado del “N. T. in the Original Greek” (Londres, 1895), 523.

Uso litúrgico

Mientras que los cánticos tomados del Antiguo Testamento para el Breviario Romano están colocados con los salmos, y están distribuidos de forma que se cantan sólo una vez a la semana, el Magníficat comparte con los otros dos “cánticos evangélicos” el honor de la recitación diaria y de una ubicación singularmente prominente inmediatamente antes de la Oratio, u oración del Oficio diario (o, si hay preces, inmediatamente antes de éstas). El Magníficat es asignado a las vísperas, el Benedictus a laudes y el Nunc Dimittis a completas. Durando da seis razones para la asignación del Magníficat a vísperas: la primera es que el mundo fue salvado en su anochecer por el asentimiento de María al plan divino de redención. Colvenario encuentra otra razón en la probabilidad de que Nuestra Señora llegara a la casa de Isabel hacia el anochecer. Sin embargo, en la Regla de San Cesáreo de Arles (escrita antes de 502) aparece el que puede ser el relato existente más antiguo sobre su uso litúrgico, donde se asigna a laudes al igual que en las Iglesias Griegas actualmente. Las ceremonias que acompañan a su canto en el coro en las vísperas solemnes son notablemente impresionantes. A la entonación del “Magníficat”, se levantan todos los que están en el santuario y el celebrante (después de haberse quitado primero su birrete, “en honor a los cánticos”) acude con sus asistentes hacia el altar, donde, con las reverencias acostumbradas, bendice el incienso e incensa el altar como al comienzo de la Misa solemne. Para permitir la elaborada ceremonia de la incensación, el Magníficat es cantado mucho más lentamente que los salmos. Una ceremonia similar acompaña al canto del Benedictus en laudes solemne pero no en Nunc Dimittis en Completas.

Al pronunciarse la primera palabra del Magníficat y del Benedictus, se hace la Señal de la Cruz (pero no en el Nunc Dimittis, excepto donde la costumbre lo ha hecho legítimo). En algunas iglesias se canta el Magníficat en devociones que no son las vísperas. Al responder a una pregunta de Canadá, el “Ecclesiastical Review” (XXIII, 74), declara que las rúbricas permiten tal separación, pero prohíbe la incensación del altar en este caso. Esta misma revista (XXIII, 173) subraya que “la práctica de hacer la Señal de la Cruz al inicio del Magníficat, el Benedictus y el Nunc Dimittis en el Oficio es de uso muy antiguo, y está sancionado por la mejor autoridad”, y se refiere a la Congregación de los Ritos Sagrados, 20 de Diciembre de 1861.

Arreglo musical

Al igual que los cánticos y los salmos, el Magníficat es precedido y seguido por una antífona que varía de acuerdo a la fiesta o al Oficio ferial, y se canta según los ocho modos del canto llano. Sin embargo, el primer verso no tiene mediación debido a la brevedad de su primera mitad (una palabra, Magníficat). Los cánticos de María y Zacarías comparten (incluso en el Oficio de Difuntos) el honor peculiar de comenzar cada verso con un initium o entonación. Esta entonación varía según los diversos modos; y el Magníficat tiene una entonación especial solemne para el segundo, séptimo y octavo modos, aunque en este caso la entonación festiva usual se aplica a todos los versos, en los modos segundo y octavo, excepto el primero. El tratamiento “musical” del cántico, a diferencia del tratamiento de “canto llano”, ha sido muy variado. Algunas veces los versos cantados se alternan con canto llano armonizado, algunas veces, con un falso bordone que tiene melodías originales en el mismo modo que el canto llano. Sin embargo, existen innumerables arreglos que son completamente originales y que se ejecutan a través de toda la gama de expresión musical, desde la armonía más simple hasta el tratamiento dramático más elaborado, con acompañamiento orquestal del texto.

Casi todos los grandes compositores de música eclesiástica han trabajado frecuente y celosamente en este tema. Palestrina publicó dos acompañamientos para cada uno de los ocho modos y dejó en manuscrito casi una cantidad similar. Existen cincuenta acompañamientos de Orlando di Lasso en la Biblioteca Real de Munich y la tradición le acredita el doble más. A fines del siglo XIX, se dice que César Franck (1822-90) completó sesenta y tres de los cien que él había proyectado. Además de nombres tales como el de Palestrina, di Lasso, Josquin Deprés, Morales, Goudimal, Animuccia, Vittoria, Anerio, Gabrieli, Suriano, quienes, junto con sus contemporáneos, contribuyeron con innumerables acompañamientos, la Escuela Ceciliana moderna ha trabajado intensamente con el Magníficat, tanto como un cántico separado, y como con uno de los números en las vísperas completas de muchas fiestas. En los servicios anglicanos, el Magníficat recibe un tratamiento musical que no es diferente de aquel que se concede a otros cánticos y por lo tanto, bastante disímil al de las vísperas católicas en las cuales el mayor tiempo usado para incensar el altar, permite una mejor elaboración musical. Una mirada a través de las páginas del catálogo de “Servicios” de Novello nos lleva a estimar que una única casa editora ha realizado una cantidad por encima de los mil acompañamientos musicales para el Magníficat para los servicios anglicanos. En conjunto, la opinión de Krebbiel de que a este cántico “probablemente se le ha puesto música con mucha mayor frecuencia que a cualquier himno en la liturgia” parece que refleja completamente la verdad.

Bibliografía

VIVES, Expositiones SS. Patrum et Doctorum super Canticum "Magnificat", etc. (Roma, 1904), un octavo real de 827 páginas de doble columna, que contiene homilías y comentarios sobre el Magníficat distribuidos a través de cada día del año, con un prefacio por la paráfrasis latina de URBANO VIII, en treinta y dos dímetros yámbicos; COLERIDGE, The Nine Months (The Life of Our Lord in the Womb) (Londres, 1885), 161-234, un comentario extenso bajo el título, The Canticle of Mary; NICOLAS, La Vierge Marie d'apres l'Evangile (París, 1880), 243-57, argumenta que el Magníficat solo “prueba la divinidad del cristianismo e incluso la existencia de Dios"; DEIDIER, L'Extase de Marie, ou le Magnificat (París, 1892); M’SWEENY, Translations of the Psalms and Canticles with Commentary (San Luis, 1901), da trad. bi columnar a partir de la Vulgata y el Peshito, con comentario; A LAPIDE, St. Luke's Gospel, tr. MOSSMAN (Londres, 1892), 41- 57; MCEVILLY, Exposition of the Gospel of St. Luke (Nueva York, 1888), 27-33; BREEN, A Harmonized Exposition of the Four Gospels, I (Rochester, Nueva York, 1899), 135-45; ARMINIO en Ecclesiastical Review, VIII (321-27), un ensayo devocional; SHEEHAN, Canticle of the Magnificat (Notre Dame, Ind., 1909), una meditación poética en estrofas de ciento seis líneas; BAGSHAWE, The Psalms and Canticles in English Verse (San Luis, 1903), da (353) una versión métrica del cántico, y en el prefacio propone versiones métricas para el uso de los católicos; ALLAN en SHIPLEY, Carmina Mariana, 2da. serie (Londres, 1902), 260-63, un comentario poético sobre cada verso del Magníficat ---este volumen da otros poemas en inglés que tratan sobre los cánticos o la Visitación (17, 321, 490); cf. también Carmina, 1ra serie (Londres, 1893), 78, 360. Para las versiones métricas no católicas en inglés, vea JULIAN, Dict. of Hymnology, 2da. ed. (Londres, 1907), 711 (Magnificat); 801, col. 1 (Nueva Versión); 1034, col. 1 (Trad. al escocés); 1541, col. 1 (Antigua Versión); MARBACH, Carmina Scripturarum, etc. (Estrasburgo, 1907), 430-33, da en gran detalle las antífonas que se derivan del Magníficat, las fiestas a que se le asignan, etc. Para una discusión de la autoría mariana y referencias, vea, Evangelio según San Lucas, sub- título ¡¿Quién pronunció el Magníficat?” Vea también JOHNER, A New School of Gregorian Chant (Nueva York, 1906), 60-69, las varias entonaciones del Magníficat en los ocho modos; ROCESTRO en GROVE, Dict. of Music and Musicians, s.v. Magnificat; SINGENBERGER, Guide to Catholic Church Music (San Francisco, Wis.), da (148-150) una lista de cien arreglos aprobados; KREHBIEL en New Music Review (feb., 1910), 147; PIERO, L'Esthétique de Jean-Sébastien Bach (París, 1907), da varias referencias (519) a las opiniones del autor sobre el Magníficat de Bach.

Fuente: Henry, Hugh. "Magnificat." The Catholic Encyclopedia. Vol. 9. New York: Robert Appleton Company, 1910. <http://www.newadvent.org/cathen/09534a.htm>.

Traducido por Laura Morales. rc