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Domingo, 24 de noviembre de 2024

Sexta

De Enciclopedia Católica

Revisión de 09:34 16 oct 2010 por Luz María Hernández Medina (Discusión | contribuciones) (Variedad de oraciones y fórmulas)

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Significado, simbolismo y origen

La hora sexta de los romanos corresponde estrechamente con nuestro mediodía. Entre los judíos ya se consideraba, junto con la tercia y la nona, como una hora muy favorable para la oración. En los Hechos de los Apóstoles leemos que San Pedro fue a la parte alta de la casa para orar (10,9). Era mediodía, también la hora usual del descanso, y en consecuencia para los hombres devotos, una ocasión para orar a Dios, como lo eran las horas de la mañana y la tarde. Los Padres de la Iglesia enfatizaban constantemente el simbolismo de esta hora; aquí sólo resumimos su enseñanza; se trata más detalladamente en la obra del cardenal Bona sobre la salmodia (cap. VIII). El mediodía es la hora cuando el sol está en su plenitud; es la imagen del esplendor divino, la plenitud de Dios, el tiempo de gracia. A la hora sexta Abraham recibió a los tres ángeles, la imagen de la Trinidad; a la hora sexta Adán y Eva comieron la fruta fatal. Debemos orar al mediodía, dice San Ambrosio, ya que es el momento en que la luz divina está en su plenitud (in Ps. CXVIII, vers. 62). Orígenes, San Agustín y muchos otros consideraban esta hora favorable para la oración. Por último y sobre todo, fue la hora en que Cristo fue clavado en la Cruz; esta memoria, que sobrepasa a todas las demás, dejó una huella muy visible en la mayor parte de la liturgia de esta hora.

Todos estos motivos místicos y tradiciones, que indican la hora sexta como un punto culminante en el día, una especie de pausa en la vida de las cosas, la hora de la comida, no podía dejar de ejercer una influencia sobre los cristianos, induciéndoles a elegirla como una hora para la oración. Ya en el siglo III la hora de la sexta se consideraba tan importante como la tercia y nona como una hora de oración. Clemente de Alejandría habla de estas tres horas de oración ("Strom.", VIII, VII, PG, IX, 455), al igual que Tertuliano ("De orat." XXXIII-XV, P.L., I, 1191-93). Mucho antes el Didajé había hablado de la sexta hora de la misma manera (Funk, "Doctrina XII Apostolorum", V, XIV, XV). Orígenes, los "Cánones de Hipólito", y San Cipriano expresan la misma tradición (cf. Baumer, "Hist. Du Bréviaire", I, 68, 69, 73, 75, 186, etc.) Por tanto, es evidente que la costumbre de la oración a la hora sexta estaba bien establecida en el siglo III e incluso en el siglo II o al final del I. Pero probablemente la mayoría de estos textos se refieren a la oración privada.

En el siglo IV la hora sexta se estableció ampliamente como una hora canónica. Los siguientes son ejemplos muy explícitos. San Basilio en su Regla hizo de la hora sexta una hora de oración para los monjes ("Regulae fusius tractatae", PG, XXXI, 1013 ss., 1180). Casiano la trata como una hora de oración generalmente reconocida en sus monasterios (Instit. Coenob., III, III, IV). El "De virginitate" la atribuyó erróneamente a San Atanasio, pero en cualquier caso, data del siglo IV, y habla de la oración de sexta como lo hacen también las “Constituciones Apostólicas”, San Efrén, San Juan Crisóstomo (para los textos vea Bäumer, op. Cit., I, 131, 145, 152, etc., y Leclercq, in “Dict. D’arch. Chrét.”, s.v. Bréviaire). Pero esto no prueba que la observancia de la sexta, no más que la prima, tercia, nona o incluso las demás horas, fuese universal. La disciplina en este punto variaba ampliamente según las regiones e iglesias. Y de hecho, se puede mencionar algunos países en que la costumbre no se introdujo hasta más tarde. Que Esa misma variedad prevaleció en la fórmula de la oración se muestra en la siguiente sección.

Variedad de oraciones y fórmulas

A pesar de su antigüedad la hora sexta nunca tuvo la importancia de las vigilias, maitines y vísperas. Debe haber sido de corta duración. Los más antiguos testimonios mencionados parecen referirse a una breve oración de naturaleza privada. En el siglo IV y siguientes los textos que hablan de la composición de este Oficio están lejos de ser uniformes. Casiano nos dice que en Palestina se recitaban tres Salmos en sexta, como también en las horas tercia y nona (Instit. III, II). Este número fue adoptado por las Reglas de San Benito, San Columbano, San Isidoro, San Fructuoso, y en cierta medida por la Iglesia Romana. Sin embargo, Casiano dice que en algunas provincias se decían tres Salmos en tercia, seis en la sexta, y nueve en la nona. Otros recitaban seis Salmos en cada hora y esta costumbre se generalizó entre los galos (cf. Hefele-Leclercq, "Hist des conciles.", III, 189;. Leclercq, op cit, 1296, 1300; Martene, "De Antiq. eccl ritibus ", III, 20;. IV, 27). En Martène se encuentra la prueba de las variaciones en las diferentes Iglesias y monasterios. En cuanto a los tiempos antiguos, la "Peregrinatio Sylviae" nos dice que a la hora de la sexta todos se reunían en la “anastasis” donde se recitaban los Salmos y antífonas después de que el obispo venía y bendecía al pueblo (cf. Cabrol, "Étude sur la Peregrinatio", Paris, 1895, 45-46). No se especifica el total de Salmos. En el siglo VI la Regla de San Benito da la composición detallada de este Oficio. Lo citamos aquí porque es casi igual al de la liturgia romana; ya sea que esta última tomó de San Benito o que San Benito se inspiró en el uso romano. Sexta, como tercia y nona, estaba compuesta a lo más de tres Salmos, de los cuales la elección era fija, el “Deus in adjutorium”, un himno, una lectura (capítula), un versículo, el Kirie Eleison, y la oración final habitual y la despedida (XVII, cf. XVIII).

En la liturgia romana la sexta también se compone del “Deus in adjutorium”, un himno, tres porciones del Salmo 119(118), la lectura, el responsorio corto, el versículo y la oración. En la Iglesia Griega la sexta, al igual que las otras dos horas menores, se compone de dos partes: la primera incluye los Salmos 103, 104, 90, con el invitatorio, tropos y conclusión. La segunda, de mesoria[1] que es muy similar a la primera, consiste en los Salmos 105, 106 y 119. En el rito mozárabe moderno el Oficio de sexta consiste sólo del Salmo 53, tres “octavas” del Sal. 118, dos lecturas, el himno, la súplica, la capítula, el Padre Nuestro y la bendición.


NOTA:

[1] mesoria: (griego) son servicios breves en el Oficio Divino diario en la Iglesia Ortodoxa y en la Iglesia Católica Griega. Las entre-horas se requieren durante las temporadas de Cuaresma en el año eclesiástico.

Bibliografía: Además de los autores mencionados en el cuerpo del artículo, vea DUCHESNE, Christian Worship (Londres, 1904), 448, 449, 450, 492; BONA, De divina psalmodia, viii, de sexta; SMITH, Dict. of Christ. Antiq., s.v. Office, The Divine; NEALE AND LITTLEDALE, Comment. on the Psalms, I, 7, 32, 34, etc.; BATIFFOL, Hist. du bréviaire romain, 3rd. ed. (París, 1911), 19-21.

Fuente: Cabrol, Fernand. "Sext." The Catholic Encyclopedia. Vol. 13. New York: Robert Appleton Company, 1912. <http://www.newadvent.org/cathen/13747c.htm>.

Traducido por Luz María Hernández Medina. rc