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Sábado, 21 de diciembre de 2024

Responsorio

De Enciclopedia Católica

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Responsorio, o respuesta son una serie de versos y respuestas, usualmente tomados de la Sagrada Escritura y que varían de acuerdo a la fiesta o temporada. Los responsorios son de dos clases: los que ocurren en el propio de la Misa, y los que se usan en el Oficio Divino; cada uno difiere levemente tanto en su historia como en su forma.

Los responsorios de la Misa

El solo salmódico es la forma más antigua del canto cristiano, y aparentemente se derivó de la sinagoga. El salmo era recitado por un cantor, a quien el pueblo respondía con un estribillo o respuesta, el cual consistía de los versos alternos del mismo salmo o un verso repetido una y otra vez, o a veces una frase extraída de otra parte. El salmo "Confitemini Domino", [Sal. 118(117)], cada uno de cuyos versos tiene el estribillo "Quoniam in aeternum misericordia ejus", es un ejemplo típico, aunque a veces el estribillo era una mera exclamación, como "Aleluya". Este método de canto era conocido como el cantus responsorius, y se menciona en los escritos de Tertuliano, San Agustín y San Isidoro. Fue una parte integrante de la liturgia, es decir, no se introdujo para llenar el tiempo mientras pasaban otras cosas, sino que era escuchado por el clero y también por el pueblo, y en esto se diferencia del canto antifonal, que era simplemente un acompañamiento a las diversas acciones y ceremonias, por ejemplo, el introito, ofertorio y Comunión.

Las partes responsoriales de la Misa eran el gradual (llamado así por la posición del solista, en los escalones del púlpito o ambón), el Aleluya, y en un tiempo el ofertorio. Hasta el siglo XII la forma de cantar el gradual era la siguiente: El cantor lo cantaba desde el principio hasta el verso y el coro repetía la parte del cantor. Luego venía el verso, cantado por el cantor, después del cual venía el estribillo, es decir, la primera parte cantada, era repetida por todos. Después del siglo XII comenzó la costumbre de omitir la repetición después del verso cada vez que siguiese otro canto, como el aleluya o el tracto. La práctica actual es omitir la repetición en todas las ocasiones, pero a fin de evitar una conclusión por el solista solo, se ha generalizado que el coro se una al final del verso. En la Alta Edad Media el responsorium graduale se cantaba todavía en cada Misa, y no se sustituía, como al presente, por un Aleluya en la temporada de Pascua. Cabe señalar que aún se conserva en la semana de Pascua, cuyos graduales están todos relacionados (el estribillo es el mismo y los versos son todos de un mismo salmo), y sin duda originalmente formó un canto con varios versos, que se realizaba completo el día de Pascua.

La segunda pieza de canto responsorial de la Misa es el Aleluya. Fue introducido por el Papa San Dámaso I por consejo de San Jerónimo, a imitación de la liturgia de Jerusalén. El canto se volvió muy elaborado, y la mayor parte de él se dedicaba a la última vocal de la palabra alleluia, que se prolongaba a través de tantas notas sucesivas como para sugerir un significado místico, a saber, que representaba el canto de la eternidad, o, como dice Durando, la felicidad que es demasiado grande para ser expresada en palabras. La reducción de este canto a la forma responsorial se debe a San Gregorio, quien le agregó versos al mismo. El método de cantarlo era como sigue: El solista comenzaba con el aleluya, que era repetido por el coro, el solista luego continuaba con el verso o versos, después de cada uno de los cuales el coro repetía el Aleluya. El Sábado Santo y la vigilia de Pentecostés no había repetición, sino que el verso "Confitemini" era seguido de inmediato (como ahora) por el tracto "Laudate Dominum".

El ofertorio fue originalmente un canto antifonal, es decir, cantado por dos coros, introducido para llenar el tiempo mientras se realizaban las ofrendas del pueblo. Posteriormente se hizo más conveniente dejar los versos a un solista, y así se convirtió en un canto responsorial. Una razón para esto pudo haber sido que los cantantes, así como el pueblo, tenían ofrendas para ofrecer. El cambio fue acompañado, naturalmente, por una elaboración de la melodía, tanto de la antífona (que se convirtió en el estribillo) como de los versos. Pero cuando la ofrenda popular cayó en desuso, el ofertorio tuvo que ser reducido, y los versos fueron abandonados, en cuya forma se encuentra ya en el siglo XI. Al día de hoy la Misa por los difuntos solo conserva un vestigio de la antigua usanza, en el verso "Hostias et preces" y la repetición después de la última parte del ofertorio. Originalmente el pueblo se unía en el canto de todas las Misas, y los cantos responsoriales asumían las respuestas después de haber sido iniciados por el solista. La elaboración gradual de las melodías, sin embargo, hizo esto cada vez más difícil para ellos, y así poco a poco se vieron obligados a ceder su participación a los cantantes entrenados del coro. Así fueron silenciados probablemente en la época de San Gregorio, y desde entonces fue sólo en el ordinario de la Misa que pudieron asumir su parte.

Los responsorios del Oficio Divino

Éstos consisten, como los de la Misa, de versos y respuestas, con o sin el "Gloria Patri" (pero omitiendo sicut erat), y su lugar habitual es después de las lecciones de maitines. También hay una forma más corta, llamada el responsorium breve o responsoriola, que en el Oficio monástico siempre viene después de la capítula en laudes y vísperas, y también después de la lectura en los maitines feriales de verano (Regla de San Benito, c. X ). En el oficio romano se encuentra sólo en las horas menores. San Benito en su Regla (escrita alrededor de 530) prescribe el uso de los responsorios después de las lecciones de maitines, pero no da ningún indicio en cuanto a su forma, lo que implica más bien que eran de uso general y por lo tanto bien conocidos.

La información definida más antigua que tenemos en cuanto a su forma se encuentra en la descripción del Oficio romano a principios del siglo IX, dada por Amalario en su "De Ordine Antiphonarii” ( Migne, PL, CV). Así, él nos da el método de canto en boga: el chantre comenzaba con la primera parte, que repetía el coro; a continuación el solista cantaba el verso y el coro repetía de nuevo la primera parte hasta el verso; el solista cantaba "Gloria Patri "y el coro repetía la segunda porción de su parte otra vez; finalmente, el chantre comenzaba el responsorio de nuevo desde el principio, y lo cantaba hasta el verso y el coro respondía con una última repetición. El primer responsorio del año, "Aspiciens a longe", y algunos otros, tenían varios versos, y en estos casos, la segunda parte del estribillo se dividía en tantas secciones como versos, y se repetía una sección después de cada verso, y luego después del "Gloria Patri" el estribillo completo otra vez. Sin embargo, la regla general era un solo versículo.

Una modificación del método anterior fue presentada por los francos, quienes repetían sólo la primera parte del estribillo después del verso en lugar de la totalidad de él. Esta división en el método galicano de cantar el responsorio llevó a cierta confusión del sentido de lo que se cantaba, y el Beato cardenal Tommasi, citando a Amalario, dice que, en consecuencia, fue necesario introducir algunos versos diferentes en la Galia, de modo que hubiese un solo sentido corriendo a través de las palabras de ambos, el responsorio y el verso. Dom Bäumer da el siguiente ejemplo:

R. Tu es Petrus *ait Dominus ad Simonem.
V. Ecce Sacerdos magnus qui in diebus suis placuit Deo.
R. (método romano) Tu es Petrus, etc.

Sin embargo, según el método galicano la repetición sería simplemente "Ait Dominus", etc., haciendo así a JesucristoNuestro Señor]] decir a San Pedro "Ecce Sacerdos magnus", etc.

Helisachar, abad de San Maximino en Tréveris, fue responsable de muchos de los nuevos versos, pero su trabajo no tuvo la aprobación de Amalario, que se puso a mejorarlo en el nuevo antifonario que compiló para usarse en la Galia. Este a su vez, fue atacado violentamente por Agobardo y Floro, los liturgistas de Lyon, pero al final el método galicano de cantar el responsorio prevaleció sobre el modo romano, y se convirtió en la costumbre general de la Iglesia. Sin embargo, esto sucedió solo gradualmente, pues aunque Amalario hizo su compilación a principio del siglo IX, todavía hallamos considerable variación de forma en los responsorios contenidos en el antifonario del siglo XII de la Basílica de San Pedro, el cual representa el uso de la Basílica Vaticana. Amalario consideró que la inclusión del "Gloria Patri" en el responsorio era una innovación reciente, aunque Walafrido Estrabón atribuye su introducción a San Benito. En cualquier caso, su uso sin sicut erat apunta a que sea por lo menos más antiguo que el siglo VI. Cabe señalar que por lo general se produce sólo en los últimos de cada grupo de respuestas al nocturno.

El número de responsorios utilizados variaban en los distintos antifonarios de acuerdo al número de lecturas. Antes de que se dijera el Te Deum al final de maitines, se añadieron responsorios adicionales a veces para los días de fiesta, uno tras el otro, como muestra de alegría y solemnidad. Hay numerosos ejemplos, por ejemplo, en el antifonario de Compiegne (Migne, P.L., LXXVIII), que fue compilado en el siglo IX, al parecer para el uso de las iglesias no monásticas en el norte de Francia. La preservación de la repetición en el responsorio del Oficio, a diferencia del de la Misa, tal vez puede explicarse por el hecho de que el canto del Oficio estaba siempre en manos de los clérigos o monjes, y no de cantantes profesionales; estos últimos, naturalmente, se dedicarían principalmente al desarrollo melódico de las piezas que se les confiaban, mientras que los primeros serían más litúrgicamente conservadores y más cuidadosos de la estructura orgánica de sus piezas.

Las palabras de los responsorios concordaban ya sea con la historia de las lecturas a las que seguían, o eran propias a la fiesta del día. Así, en el "Micrologus" de Bernoldo de Constanza, a los responsorios mismos se les llama a menudo "Historia". Amalario habla de responsorios de historia que se utilizaban después de las lecturas del Antiguo Testamento, y de psalmis después de las del Nuevo. La práctica de utilizar un responsorio del Común de los Santos con una lectura de la Escritura actual tiene a veces un efecto extraño. Así, el ritualista francés Grancolas, que floreció a principio del siglo XVIII, señala que la intención del responsorio era aportar una meditación o comentario sobre lo que se acababa de leer, pero que esa intención se frustraba cuando, por ejemplo, después de una lectura que describía los hechos de "Absalón, Ajab, o algún otro príncipe malvado" la respuesta era "Ecce Sacerdos magnus", o "Sponsabo te mihi en justitia". El Breviario de París de 1735, introducido por el arzobispo de Vintimille por su propia autoridad, en el que todo, excepto los himnos y las vidas de los santos, era rígidamente bíblico, tiene una serie de responsorios que, considerados como "concordancias morales", son realmente obras de arte. El Antiguo y el Nuevo Testamento se hacen mutuamente ilustrativos de una manera magistral; así, por ejemplo, en la fiesta de la Inmaculada Concepción, tenemos:

R. Descendit sicut pluvia in vellus; *Benedictum nomen majestatis ejus in aeternum, et *Replebitur majestate ejus omnis terra.
V. Ecce tabernaculum Dei cum hominibus et habitabit cum eis; et ipse Deus cum eis erit eorum Deus.
R. Benedictum.
V. Gloria Patri.
R. Replebitur.

Los graduales y responsorios están ciertamente entre las partes más antiguas e interesantes de la liturgia de la Iglesia. Musicalmente son el logro más alto de los antiguos compositores cristianos, y siempre se debe hacer referencia a ellos cuando se desea dar muestras del verdadero canto gregoriano; mientras que, como literatura, Batiffol, hablando de las respuestas del "Proprium de Tempore", que son anteriores a los otros, los compara con los diálogos de coro de la tragedia griega clásica.


Bibliografía: MARTENE, De Antiquis Ecclesiae Ritibus (Ruán, 1700); GRANCOLAS, Commentaire historique sur le Breviaire romain (París, 1727); THOMASSIN, Vetus et Nova Ecclesiae Disciplina (Venecia, 1766); PROBST, Brevier und Breviergebet (Tubinga, 1868); BATTIFOL, Histoire du Breviaire romain (París, 1893); tr. BAYLEY (Londres, 1898); BAUMER, Gesch. des Breviers; tr. BIRON (París, 1905); se puede hallar más información en AMALARIO, De Ordine Antiphonarii, en MIGNE, P.L., CV (París, 1864); TOMMASI, prefacio al Responsorialia et Antiphonaria Romanae Ecclesiae (Roma, 1636); y en el Dictionnaire d'Archeologie chretienne et de la Liturgie, ed. CABROL (París), s.v. Amalaire, Agobard, Antiphonaire, Antienne, etc.

Fuente: Alston, George Cyprian. "Responsorium." The Catholic Encyclopedia. Vol. 12. New York: Robert Appleton Company, 1911. <http://www.newadvent.org/cathen/12787a.htm>.

Traducido por Luz María Hernández Medina. rc