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Martes, 3 de diciembre de 2024

Eunomianismo

De Enciclopedia Católica

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Una fase del arrianismo extremo prevaleciente entre una sección de los clérigos orientales desde alrededor de 350 hasta 381; no se oye de ellos como una secta hasta después de mediados del siglo V. Las enseñanzas de Arrio fueron condenadas por el Primer Concilio de Nicea, (325) y la palabra homoousion fue adoptada como la piedra de toque de la ortodoxia. La subsiguiente historia del arrianismo consiste en los intentos de sus seguidores por deshacerse de la detestable palabra. La diplomacia de los intrigantes de la corte forma el trasfondo en el que sobresalen los eusebianos y los semiarrianos. La influencia imperial había sido todopoderosa por mucho tiempo en la religión oficial para permitir que la ingerencia imperial en los asuntos de la Iglesia cesara con el cambio de actitud imperial hacia el cristianismo. Esa influencia era ejercida a través de los prelados de la corte matizada con el racionalismo fundamental subyacente en el arrianismo. Ellos evitaban el tema verdadero hábilmente, y representaban el asunto completo como meramente un asunto de la conveniencia de usar términos particulares, y por un tiempo engañaron a aquéllos que no estaban familiarizados con la metafísica del asunto. San Atanasio era representado como un tizón político cuya consigna era homoousion. El emperador Constancio (337-361), para su gran irritación personal, se vio obligado a permitir a Atanasio regresar a Alejandría (31 de octubre de 346) de su segundo exilio (339-346). La tregua que pareció permitir el regreso de San Atanasio se debió a las circunstancias políticas que surgieron de la desastrosa Guerra Persa y de la guerra civil contra Maxentio; y no fue hasta la victoria de Monte Seleuco (13 de agosto de 353) que las manos del emperador estuvieron libres.

En el entretiempo surgía una nueva y más desafiante escuela arriana, impaciente de diplomacia, y menos dócil a los mandatos imperiales. Francamente regresó a la más completa expresión de los errores de [[Arrio], y buscaba defenderla sobre la base razonadora de la dialéctica aristotélica. La historia de la nueva escuela coincide con la historia de la vida de Aecio y Eunomio. Aecio, su fundador, sucesivamente un orfebre, médico y gramático volcó su atención hacia la teología bajo las influencias arrianas en Antioquía y Alejandría. Desde ese momento las categorías de Aristóteles formaron los límites de su conocimiento, y el abuso del silogismo su principal arma. Ordenado diácono en Antioquía en 350, fue depuesto por Leoncio y buscó refugio en Alejandría, donde encontró un discípulo en Eunomio. Radicales e inflexibles en sus pensamientos heréticos, ellos afirmaban que en substancia y en todo lo demás el Hijo no es igual al Padre: animoios, “diferente”, se convirtió en su consigna contra el homoousion de los ortodoxos, el homoiousios de los semiarrianos, y el posterior homoios de los acacianos. De ahí que los arrianos extremistas vinieron a ser conocidos como aecianos, y luego como eunomianos y anomoeanos. Sus doctrinas fueron recibidas favorablemente por Eudoxio de Antioquía y el Sínodo de Antioquía de 358; pero la formulación de sus dogmas produjo una reacción, y en el mismo año fueron condenados por los semiarrianos en Ancira en el Tercer Sínodo de Sirmio, y los líderes fueron exiliados por un corto tiempo a Pepuza. Sin embargo, reaparecieron en el semiarriano Sínodo de Seleucia (septiembre de 359), en el cual Acacio de Cesarea rechazó el animoios y el triunfo de los eunomianos llevó al exilio de Aecio a Mopsuestia en Cilicia y luego a Amblada en Pisidia. Después de 360 los arrianos eunomianos dejaron de ser formidables. Juliano el Apóstata (361-363) permitió el regreso de Aecio; fue rehabilitado en un sínodo arriano, y murió cerca de 370.

Mientras tanto, Eunomio, apoyado por su amigo Eudoxio, trasladado de Antioquía a Constantinopla, (enero de 360) se convirtió en obispo de la sede ortodoxa de Cízico en Misia. Sus fieles apelaron a Constancio, quien obligó a Eudoxio a tomar acción contra él. Depuesto en su ausencia y desterrado, Eunomio fundó una secta propia, ordenó y consagró algunos de sus seguidores. Juliano llamó a Aecio y a Eunomio, quienes adquirieron considerable importancia en Constantinopla. El Sínodo de Antioquía, 362, explícitamente estableció la doctrina eunomiana, que “el Hijo es en todas las cosas diferente (kata panta anomoios) al Padre, tanto en voluntad como en substancia”. La muerte de Eudoxio en 370 marcó el principio del fin del eunomianismo. Sus sectarios fueron excluidos del beneficio del edicto de tolerancia de Graciano (fines de 378), fueron directamente condenados por el Primer Concilio Ecuménico de Constantinopla (381), y fueron objeto de medidas especialmente represivas en adición a aquéllas dirigidas contra los arrianos y herejes en general. Además, fuerzas disruptivas estaban trabajando dentro de la secta. Eunomio murió en 395, y para todos los propósitos prácticos la secta se puede decir que murió con él.

El sistema dogmático de Eunomio se caracterizó a la vez por su dialéctica presuntuosa y su superficialidad. Sus errores concernientes a Cristo se fundaron sobre su teodicea errónea, la cual envolvía la afirmación que un Dios de simplicidad no puede ser un Dios de misterio, porque incluso el hombre es tan competente como Dios para comprender la simplicidad. Eunomio proclamó la absoluta inteligibilidad de la Divina Esencia: “Dios no sabe más de su propia substancia que lo que sabemos nosotros; ni es más conocido para Él que para nosotros: porque lo que conocemos sobre la substancia divina, eso precisamente es lo que conoce Dios; por otro lado, lo que Él conoce, eso mismo conocemos nosotros sin ninguna diferencia” (Sócrates, Historia de la Iglesia, IV.7). Agennesia, sostiene él, expresa perfectamente la Esencia Divina; como el Increado, Dios es un ser absolutamente simple; un acto de generación envolvería una contradicción de su esencia, al introducir la dualidad en la Divinidad. El Padre es agennetos, el Hijo gennetos; de ahí, afirmaba él, debe haber diversidad de sustancia. La línea general de su razonamiento sofístico contra la ortodoxia fue como sigue: Tú permites que la agennesia sea un atributo divino. Ahora la simplicidad de Dios excluye toda multiplicidad de atributos. Consecuentemente agennesia es el único atributo que le es propio a la naturaleza divina, el único por lo tanto esencial a Él. En otras palabras, Dios es esencialmente incapaz de ser engendrado. De ahí que sea una fantasía hablar de un Dios engendrado, de un Hijo de Dios. El único Dios, agennetos y anarchos, increado y sin principio, no podía comunicar su propia substancia, ni engendrar incluso a un Hijo consubstancial; consecuentemente no puede haber ninguna pregunta sobre la identidad de substancia (homoousion) o de parecido de substancia (homoiousios) entre el Padre y el Hijo. No puede haber un parecido esencial (kat ousian), sino a lo más una semejanza moral, pues el Hijo es un ser sacado de la nada por la voluntad del Padre, aunque superior a toda la Creación considerando que Él solo fue creado por el Único Dios para ser el Creador del mundo. Él no comparte la incomunicable Esencia Divina (ousia), pero sí toma parte en el comunicable poder creativo de Dios (energeia), y es esa participación lo que constituye la divinidad del Hijo y lo establece, respecto a la creación, en la posición de Creador; y como el principio de paternidad en Dios no es el ousia, sino el energeia, es claro el sentido en el que se debe usar el término Hijo de Dios.

Las obras de Eunomio son de menos importancia por sí mismas que por el hecho de que reclamaron los mejores esfuerzos de San Basilio el Grande y San Gregorio de Nisa. Su “Comentario sobre los Romanos” y sus cartas han desaparecido. Su “Apologeticus” (P.G., XXX, 835), escrito antes de 365, busca refutar la enseñanza nicena respecto a la consubstancial y coeterna divinidad del Hijo. Es extremadamente obscura y a menudo ha sido malentendida. Por ejemplo, Tillemont, VI, 501-516, necesita una revisión cuidadosa. Fue contra esta obra de Eunomio que San Basilio escribió su "Adversus Eunomium" (Antirretikon) en cinco libros. (Sin embargo, es claro que los libros IV y V son de otra pluma.) Eunomio replica con su Apologia hyper apologias (Defensa de la Defensa), escrita después de la muerte de San Basilio (1 de enero de 379), en la cual hace el máximo posible para defender más completamente y con nuevos argumentos su enseñanza respecto a la naturaleza divina. Esta obra fue elaboradamente refutada por San Gregorio de Nisa en su extensor "Adversus Eunomium", del cual nos han llegado algunos doce libros conservando los restantes fragmentos de la Apologia, que se hallan reunidos en la "Marcelliana" de Rettberg (Gottingen, 1794, pp.124-147). Un muy completo análisis de ella se halla en Wilhelm Diekamp, "Gotteslehre des hl. Gregor von Nyssa" (1896), I, 123 ss. La tercera obra existente es su ekthesis pisteos, o "Confesión de Fe", presentada por orden al emperador Teodosio in 383. (Vea Arrianismo)


Fuente: Myers, Edward. "Eunomianism." The Catholic Encyclopedia. Vol. 5. New York: Robert Appleton Company, 1909. <http://www.newadvent.org/cathen/05605a.htm>.

Traducido por Luz María Hernández Medina.