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Sábado, 23 de noviembre de 2024

Monismo

De Enciclopedia Católica

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(Del griego monos, "uno", "solo", "único").

Monismo es un término filosófico que, en sus varios significados, se opone a dualismo o pluralismo. Dondequiera que la filosofía pluralista distingue una multiplicidad de cosas, el monismo niega que la multiplicidad es real, y sostiene que los aparentemente muchos son fases, o fenómenos, de un uno. Se llama monismo dondequiera que la filosofía dualista distingue entre cuerpo y alma, materia y espíritu, objeto y sujeto, materia y fuerza, el sistema que niega tal distinción, reduce un término de la antítesis al otro, o los fusiona a ambos en una unidad superior.

En Metafísica

Los antiguos filósofos hindúes establecieron como una verdad fundamental que el mundo de nuestro sentido-experiencia es todo ilusión (maya), que el cambio, la pluralidad y la causa no son reales, que sólo hay una realidad, Dios. Este es el monismo metafísico del tipo idealista-espiritual, que tiende hacia el misticismo.

Entre los primeros filósofos griegos, los eleáticos, empezando, como los hindúes, con la convicción de que el sentido-conocimiento no es de fiar, y que sólo la razón es fiable, llegaron a la conclusión de que el cambio, la pluralidad y el origen no existen realmente, que el Ser es uno, inmutable y eterno. No identificaron explícitamente la realidad con Dios, y hasta donde sabemos no estaban inclinados al misticismo. Por lo tanto, puede decirse que su monismo es del tipo puramente idealista.

Estas dos formas de monismo metafísico reaparecen con frecuencia en la historia de la filosofía; por ejemplo, el tipo idealista-espiritual en el neoplatonismo y en la metafísica de Espinosa, y el tipo puramente idealista en el absolutismo racional de Hegel.

Además del monismo idealista está el monismo materialista de la naturaleza, que proclama que no hay sino una realidad, a saber, la materia, ya sea que la materia sea un aglomerado de átomos, una substancia primitiva formadora del mundo mundo (vea Escuela Jónica de Filosofía), o la llamada nebulosa cósmica a partir de la cual evolucionó el mundo.

Hay otra forma de monismo metafísico, representado en estos días por Haeckel y sus seguidores, que, aunque materialista en su alcance y tendencia, profesa trascender el punto de vista del monismo materialista y unir ambas la materia y la mente en algo superior. El punto débil de todo monismo metafísico es su incapacidad para explicar cómo, si sólo hay una realidad y todo lo demás es sólo aparente, puede haber ningún cambio real en el mundo, real o relaciones entre las cosas. Esta dificultad se halla en los sistemas dualistas de filosofía por la doctrina de la materia y la forma, o potencia y acto, que son las realidades últimas en el orden metafísico. El pluralismo rechaza la solución ofrecida por el dualismo escolástico y se esfuerza, pero con poco éxito, por oponer al monismo su propia teoría de sinejismo o pampsiquismo (Vea PRAGMATISMO). La principal objeción al monismo materialista es que no llega al punto donde comienza el verdadero problema de la metafísica.

En Teología

El término monismo no es muy usado en teología debido a la confusión a que su uso llevaría. El politeísmo, la doctrina de que hay muchos dioses, tiene como su opuesto al monoteísmo, la doctrina de que hay un solo Dios. Si se usa el término monismo en lugar de monoteísmo, puede, por supuesto, significar teísmo, que es una doctrina monoteísta, o puede significar panteísmo, que se opone al teísmo. En este sentido del término, como sinónimo de panteísmo, el monismo afirma que no hay una distinción real entre Dios y el universo. O Dios mora dentro del universo como una parte de él, no distinto de él (inmanentismo panteísta), o el universo no existe en absoluto como una realidad (acosmismo), sino sólo como una manifestación o fenómeno de Dios. Estas opiniones son enérgicamente combatidas por el teísmo, no sólo en consideraciones de lógica y filosofía, sino también en consideraciones de la vida y conducta humanas. Pues las implicaciones éticas del panteísmo son tan perjudiciales para él como lo son sus deficiencias desde el punto de vista de la consistencia y razonabilidad. El teísmo no niega que Dios mora dentro del universo; pero sí niega que Él esté comprendido en el universo. El teísmo no niega que el universo es una manifestación de Dios; pero sí niega que el universo no tenga realidad propia. Por lo tanto, el teísmo es dualista; afirma que Dios es una realidad distinta del universo e independiente de él, y que el universo es una realidad distinta de Dios, aunque no independiente de Él. Desde otro punto de vista, el teísmo es monista; afirma que sólo hay Una Realidad Suprema y que todas las demás realidades se derivan de Él. Entonces, monismo no es un equivalente adecuado para el término teísmo.

En Psicología

El problema central de la psicología racional es la cuestión de la relación entre alma y cuerpo. El dualismo escolástico, siguiendo a Aristóteles, afirma que el hombre es una substancia compuesta de cuerpo y alma, que son respectivamente materia y forma. El alma es el principio de vida, energía y perfección; el cuerpo es el principio de decadencia, potencialidad e imperfección. Estos dos no son substancias completas: su unión no es accidental, como pensaba Platón, sino substancial. Ellos son, por supuesto, realmente distintos, e incluso separables; empero actúan el uno sobre el otro y reaccionan. El alma, incluso en sus funciones más elevadas, necesita la cooperación, al menos extrínseca, del cuerpo; y el cuerpo en todas sus funciones vitales es energizado por el alma como el principio radical de esas funciones. Ellos no son tanto dos en uno como dos formando un compuesto. En la imaginación popular este dualismo puede ser exagerado; en la mente del asceta extrema a veces es exagerado hasta el punto de colocar un contraste demasiado fuerte entre "la carne" y "el espíritu", "la bestia" y "el ángel", en nosotros.

El monismo psicológico tiende a anular toda distinción entre cuerpo y alma. Esto lo hace en una de tres maneras:

(A) El monismo del tipo materialista reduce al alma a la materia o condiciones materiales, y así, en efecto, niega que hay alguna distinción entre alma y cuerpo. Los estoicos describían el alma como una parte del mundo-substancia material; los epicúreos afirmaban que es un compuesto de átomos materiales; el materialismo moderno no conoce ninguna alma substancial excepto el sistema nervioso. Cabanis, por ejemplo, proclama su materialismo en la bien conocida fórmula Cruda: "El cerebro digiere las impresiones, y orgánicamente segrega el pensamiento." El materialismo psicológico, como el materialismo metafísico, cierra los ojos a los fenómenos del alma que no puede explicar, o incluso niega la existencia de tales fenómenos.

(B) El monismo del tipo idealista toma un curso completamente opuesto. Reduce el cuerpo a la mente o condiciones mentales. Algunos de los neoplatónicos afirmaban que toda materia es inexistente, que nuestro cuerpo es, por lo tanto, un error de parte de nuestras mentes, y que sólo el alma es la personalidad.

Juan Escoto Eriúgena, influenciado por los neoplatónicos, afirmaba que el cuerpo es el resultante de cualidades incorpóreas que el alma, al pensar en ellas y sintetizarlas, las crea en un cuerpo por sí mismo. En los tiempos modernos, Berkeley incluyó el cuerpo humano en su negación general de la realidad de la materia, y sostuvo que no hay substancias, excepto el alma y Dios. La base para esta creencia es epistemológica. El monismo psicológico es contrario al sentido común y a la experiencia. Históricamente, es una reacción contra el materialismo. Para refutar el materialismo no es necesario negar que el cuerpo es una realidad. El dualismo irreflexivo del sentido común y el dualismo científico que los escolásticos construyeron sobre los hechos de la experiencia dirigen un curso seguro y consistente entre la generalización precipitada del materialista, que no ve más que el cuerpo, y la paradoja audaz del idealista, que no reconoce ninguna realidad, excepto la mente.

(C) Una tercera clase de monismo psicológico lleva el nombre de paralelismo psicofísico. Mantiene dos principios, uno negativo y el otro afirmativo. En primer lugar, niega categóricamente que haya o pueda haber cualquier influencia causal directa del alma en el cuerpo o del cuerpo sobre el alma: nuestros pensamientos no pueden producir los movimientos de los músculos, así tampoco la acción de la luz sobre la retina produce en nosotros el "pensamiento" de un color. En segundo lugar, afirma en alguna figura o forma que tanto el cuerpo como el alma son fases de algo más, que este algo evoluciona sus actividades a lo largo de dos líneas paralelas, la físico y la psíquica, de modo que el pensamiento, por ejemplo, de mover mi mano es sincrónico con el movimiento de mi mano, sin que uno de ninguna manera influya en el otro. Esta es la doctrina de ocasionalistas que, como Malebranche, sostienen que la unión del alma y el cuerpo "consiste en una correspondencia mutua y natural de los pensamientos del alma con los procesos del cerebro, y de las emociones del alma con los movimientos de los espíritus animales" (Rech. de la Vérité, II, V). Es la doctrina de Espinosa, cuyo monismo metafísico le obligó a afirmar que el cuerpo y el alma son simplemente aspectos de una sola substancia, Dios, bajo el atributo, extensión y pensamiento, pero que despliegan sus modos de actividad en un modo predeterminado a la correspondencia (Eth., II, II, schol.).

Leibniz encuentra la dificultad en su propio modo característico al enseñar que todas las mónadas son en parte materiales y en parte inmateriales, que entre todas las mónadas y sus actividades existe una armonía preestablecida (vea LEIBNIZ, MÓNADA). En la llamada Identitäts philosophic de algunos trascendentalistas alemanes, como Schelling, la realidad es la mente en la medida en que está activa, y la materia, en la medida en que es pasiva; la mente y la materia son, por lo tanto, dos series de fases de la realidad armoniosa, pero independientes. La opinión de Fechner es similar: él sostiene que la realidad que impregna todo el universo es a la vez física y psíquica; que la física es el lado "exterior" de la realidad y la psíquica, el "interior", o "interno", y que el cuerpo y el alma en el hombre son más que un ejemplo de un paralelismo que prevalece dondequiera en la naturaleza. Paulsen ("Introd. to Phil.", tr Thilly, 87 ss.) sostiene que "la teoría del paralelismo contiene dos proposiciones: (1) Los procesos físicos nunca son efecto de los procesos psíquicos; (2) Los procesos psíquicos nunca son efecto de los procesos físicos.” Adopta el pampsiquismo de Fechner, y sostiene que “todo lo corpóreo apunta a algo más, a un elemento inteligible e interior, un ser en sí mismo, que es afín a lo que experimentamos dentro de nosotros mismos”. Ambos, lo corpóreo y lo “interior” son partes de un sistema universal, el cual es el cuerpo de Dios, y, aunque no interactúan, actúan de tal forma que resulta la armonía.

Herbert Spencer usa la palabra paralelismo en un sentido ligeramente diferente: las impresiones separadas de los sentidos y de la corriente de los estados conscientes interiores deben ser ajustados por la actividad de la mente, si las dos series han de ser de alguna utilidad para el desarrollo o evolución del animal o del hombre; es decir, debe haber un paralelismo entre una cierta evolución física y la evolución psíquica correlativa "(Principles of Psych., n. 179), mientras que tanto la mente como la materia son meros "símbolos de alguna forma de poder absoluto y para siempre desconocido para nosotros” (op. cit., n 63). Esta idea encuentra el favor entre los [[Católicos y la Evolución |evolucionistas] en general, y tiene una clara ventaja: obvia la necesidad de explicar muchos fenómenos de la mente que no podían ser explicados por los principios de la evolución materialista. Así, bajo el nombre de "teoría del doble aspecto" es adoptada por Clifford, Bain, Lewes, y Huxley. Los psicólogos empíricos han encontrado satisfactorio el paralelismo como “una hipótesis de trabajo”. La experiencia, afirman, no nos dice nada de un alma substancial que actúa en el cuerpo y sobre la cual actúan. Sin embargo, nos dice que los estados psíquicos son aparentemente condicionados por los estados corporales, y que los estados del cuerpo aparentemente influencian los estados de la mente. Para los efectos de la ciencia, concluyen los empíricos, es suficiente mantener como una fórmula empírica de que las dos corrientes de actividad son, por así decirlo, paralelas, aunque nunca confluentes. No hay ninguna necesidad de basar la fórmula en ninguna teoría metafísica universal, tal como el pampsiquismo de Fechner y Paulsen. Es suficiente que, señala Wundt, los datos de la experiencia establezcan una correspondencia entre lo físico y lo psíquico, mientras que la diferencia de lo físico y lo psíquico excluye la posibilidad de que uno sea la causa del otro.

A todas estas explicaciones paralelísticas de las relaciones entre el alma y el cuerpo los dualistas escolásticos hacen una excepción. En primer lugar, los escolásticos llaman la atención al veredicto de la experiencia. Hasta cierto punto, los hechos de la experiencia son capaces de una explicación paralelista, así como dualista. Pero cuando llegamos a considerar la unidad de la conciencia, que es un hecho de la experiencia, nos encontramos con que la teoría del paralelismo se rompe, y la única explicación que se sostiene es la de los dualistas, que afirman la sustancialidad del alma. En segundo lugar, si la teoría del paralelismo fuese cierta, los escolásticos dualistas preguntan ¿qué sucede con el libre albedrío y la responsabilidad moral? Si nuestros estados mentales y corporales no se deben remitir a un sujeto personal inmediato, sino que se consideran fases o aspectos de una substancia universal, un alma cósmica, la materia mental, o "forma de poder" desconocida, no es fácil ver en qué sentido la voluntad puede ser libre, y al hombre se le pueda hacer responsable de sus actos mentales o corporales.

En un sentido menor la palabra monismo se utiliza a veces en psicología para designar la doctrina de que no hay distinción real entre el alma y sus facultades. El dualismo psicológico sostiene que el alma y el cuerpo son substancias distintas, aunque incompletas. Pero ¿qué hay sobre el alma misma? La doctrina de Platón de que tiene tres partes ha tenido muy poco seguimiento en la filosofía. Aristóteles distinguía entre la sustancia del alma y sus poderes (dynameis), o facultades, y legó a los escolásticos el problema de si estas facultades son realmente, o sólo en teoría, distintas de la propia alma. Los que favorecen la distinción real a veces son llamados pluralistas en psicología, y sus oponentes, quienes dicen que la distinción es nominal o, a lo sumo, nocional, a veces son llamados monistas psicológicos. La cuestión se decide por inferencias a partir de los hechos de la conciencia. Los que tienen verdadera distinción de función argumentar que esta es base suficiente para una distinción real de las facultades.

En Epistemología

En Cosmología

En Ética

Movimientos y Escuelas Monistas Contemporáneos

Bibliografía: Vea las obras mencionadas bajo METAFÍSICA; también, VEITCH, Dualism and Monism (Londres, 1895): WARD, Naturalism and Agnosticism (2 vols., Londres, 1899); ROYCE, The World and the Individual (Nueva York, 1901); BAKEWELL, Pluralism and Monism in Philos. Rev., VII (1898), 355 sqq.; BOWEN, Dualism, Materialism or Idealism in Princeton Rev., I (1878), 423 ss.; GURNEY, Monism in Mind, VI (1881), 153 ss.; Articles in Monist (1891-); ADICKES, Kant contra Haeckel (Berlín, 1901); GUTBERLET, Der mechanische Monismus (Paderborn, 1893); ENGERT, Der naturalistiche Monismus Haeckels (Berlín, 1907); DREWS, Der Monismus (Leipzig, 1908); Artículos por KLINIKE en Jahrbuch für Phil. u. Spek. Theol. (1905, 1906); MALTESE, Monismo e nichilismo (2 vols., Vittoria, 1887); ABATE, Il monismo nelle diverse forme (Catania, 1893); HAECKEL, Der Monismus als Band zwischen Religion und Wissenschaft, tr, GILCHRIST (Londres, 1894); IDEM, Die Welträthsel, tr. McCABE (Londres, 1900). On Carus's School of Monism, además El Monista (1891-) and The Open Court (pub. fortnightly, primer número, Feb. 17, 1887), cf. CARUS, Primer of Philosophy (Chicago. 1896); IDEM, Fundamental Problems (Chicago, 1894); IDEM, Monism, Its Scope and Import (Chicago. 1891).

Fuente: Turner, William. "Monism." The Catholic Encyclopedia. Vol. 10. New York: Robert Appleton Company, 1911. 15 Aug. 2016 <http://www.newadvent.org/cathen/10483a.htm>.

Está siendo traducido por Luz María Hernández Medina.