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Diferencia entre revisiones de «Macedonios»

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(Página nueva: (Pneumatomachi) Secta herética que floreció en los países adyacentes al Helesponto durante la segunda mitad del siglo IV y comienzos del siglo V. Negaban la divinidad del [[Espí...)
 
 
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Secta herética que floreció en los países adyacentes al Helesponto durante la segunda mitad del siglo IV y comienzos del siglo V.  Negaban la divinidad del [[Espíritu Santo]], de ahí el nombre Pneumatomachi o Combatientes Contra el Espíritu.   
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[[secta | Secta]] herética que floreció en los países adyacentes al Helesponto durante la segunda mitad del siglo IV y comienzos del siglo V.  Negaban la divinidad del [[Espíritu Santo]], de ahí el nombre ''Pneumatomachi'' o “combatientes contra el Espíritu”.   
  
Macedonio, su fundador, fue impuesto a la [[sede]] de [[Constantinopla]] por los [[Arrianismo|arrianos]] (342 d.C.) y [[Entronización|entronizado]] por [[Flavio Julio Constancio|Constancio]], que por segunda vez había expulsado a Pablo, el [[obispo]] [[católico]].  Él es conocido en la historia por su [[persecución]] a los [[Novacianismo|novacianos]] y católicos; pues ambos afirmaban la [[Homoousion|consubstancialidad]] del [[Hijo de Dios|Hijo]] con el [[Padre]].  No sólo expulsaba a los que se negaban a mantener la comunión con él, sino que [[Prisión|encarcelaba]] a algunos y traía a otros ante los tribunales.  En muchos casos usó la tortura para obligar a los renuentes a la comunión, le imponía el [[bautismo]] a las [[mujer]]es y niños no bautizados y destruía muchas iglesias.  Al final su crueldad provocó una rebelión de los novacianos en Mantinio, en Paflagonia, en la cual cuatro cohortes imperiales fueron derrotadas y casi todos asesinados.  Su exhumación del cuerpo de [[Constantino]] fue vista como una indignidad al protector del [[Primer Concilio de Nicea]], y produjo un conflicto entre los arrianos y anti-arrianos, el cual llenó la iglesia y su vecindad con una carnicería.  Como el desenterramiento se había realizado sin la sanción del emperador, Macedonio cayó en desgracia, y Constancio lo hizo deponer por los [[acacianos]] y le sucedió Eudoxio en el año 360.  Sin embargo, esta [[deposición]] no fue por razones [[doctrina]]les, sino bajo el argumento de que había derramado mucha sangre y había admitido a la comunión a un [[diácono]] culpable de [[fornicación]].  Macedonio continuó viviendo cerca de Constantinopla y causando problemas por algún tiempo.  Murió alrededor del año 364. 
 
  
Se cree que durante estos últimos años él formuló su rechazo a la Divinidad del [[Espíritu Santo]] y fundó su [[secta]].  Su amistad con Eleusio de Cízico hace esto probable.  Sin embargo, algunos estudiosos rechazan la identificación de los macedonios y los pneumatomachis aparentemente sobre bases insuficientes y contra la autoridad de [[Sócrates]], un historiador contemporáneo que vivía en [[Constantinopla]].  El [[Primer Concilio de Nicea]] había usado todas sus energías en defensa del [[Homoousion]] del Hijo y con respecto al Espíritu había añadido las palabras: “[[Creencia|creemos]] en el Espíritu Santo” sin ninguna cualificaciónLos macedonios tomaron ventaja de la vaguedad y vacilación de la declaración de algunos de los primeros Padres para justificar y propagar su [[error]].  La mayoría de miembros de esta secta eran claramente [[Ortodoxia|ortodoxos]] en la [[Homoousion|consubstancialidad]] del Hijo; habían enviado una delegación del [[concilio]] [[Semiarrianismo|semiarriano]] de [[Lampsaco]] (364 d.C.) al [[Papa Liberio]], quien después de alguna vacilación reconoció la validez de su [[fe]]; pero respecto a la Tercera [[Persona]], tanto el [[Papa]] como los [[obispo]]s estaban satisfechos con la frase: “Creemos en el Espíritu Santo”
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Macedonio, su fundador, fue impuesto a la [[diócesis | sede]] de [[Constantinopla]] por los [[arrianismo | arrianos]] (342 d.C.) y [[entronización|entronizado]] por [[Flavio Julio Constancio|Constancio]], que por segunda vez había expulsado a Pablo, el [[obispo]] [[católico]].  Él es conocido en la historia por su [[persecución]] a los [[Novaciano y novacianismo | novacianos]] y católicos; pues ambos afirmaban la [[Homoousion|consubstancialidad]] del [[Hijo de Dios|Hijo]] con el Padre.  No sólo expulsaba a los que se negaban a mantener la comunión con él, sino que [[prisión|encarcelaba]] a algunos y traía a otros ante los tribunales.  En muchos casos usaba la tortura para obligar a los renuentes a la comunión, le imponía el [[bautismo]] a las [[mujer]]es y niños no bautizados y destruía muchas [[edificaciones eclesiásticas | iglesias]]. Al final su crueldad provocó una rebelión de los novacianos en Mantinio, en Paflagonia, en la cual cuatro cohortes imperiales fueron derrotadas y casi todos asesinados. Su exhumación del cuerpo de [[Constantino el Grande | Constantino]] fue vista como una indignidad al protector del [[Primer Concilio de Nicea]], y produjo un conflicto entre los arrianos y anti-arrianos, los cual llenaron la iglesia y la vecindad con una carnicería.  Como el desenterramiento se había realizado sin la sanción del emperador, Macedonio cayó en desgracia, y Constancio logró que el partido [[acacianos | acaciano]] lo depusiera y le sucedió Eudoxio en el año 360.  Sin embargo, esta [[deposición]] no fue por razones doctrinales, sino bajo el argumento de que había derramado mucha sangre y había admitido a la comunión a un [[diáconos | diácono]] culpable de [[fornicación]].  Macedonio continuó viviendo cerca de Constantinopla y causando problemas por algún tiempo.  Murió alrededor del año 364.  
  
Mientras estaba escondido en el [[desierto]] durante su tercer exilio, [[San Atanasio]] supo por su amigo Serapión de Tumis sobre una [[secta]] que reconocía a Nicea, pero aun así declaraba al Espíritu Santo como una mera criatura y un [[ángel]]  sirviente (basado en Hebreos 1,14)Atanasio le escribió enseguida a Serapión en defensa de la [[verdad]]era [[doctrina]], y cuando regresó del exilio (362 d.C.) sostuvo un [[concilio]] en [[Concilios de Alejandría|Alejandría]] que resultó en la primera [[condena]]ción formal de los PneumatomachiSe envió una carta sinodal al pueblo de [[Antioquía]] aconsejándoles que le pidieran a todos los [[Conversión|convertidos]] del [[arrianismo]] una condena contra “aquéllos que dicen que el [[Espíritu Santo]] es una criatura y separado de la esencia de [[Jesucristo]]. Pues aquellos que mientras que pretenden citar la [[fe]] confesada en [[Nicea]], se atreven a [[Blasfemia|blasfemar]] contra el [[Espíritu Santo]], niegan el arrianismo sólo de palabras, mientras que regresan a él con el pensamiento.” Sin embargo, durante la próxima década la [[herejía]] parece haber ido casi desenfrenada excepto en el patriarcado de Antioquía, donde en un [[sínodo]] efectuado en 363 [[Melecio de Antioquía]] había proclamado la [[fe]] [[Ortodoxia|ortodoxa]].
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Se cree que durante estos últimos años él formuló su rechazo a la Divinidad del Espíritu Santo y fundó su secta.  Su amistad con Eleusio de Cízico hace esto probable.  Sin embargo, algunos estudiosos rechazan la identificación de los macedonios y los pneumatomachis aparentemente sobre bases insuficientes y contra la autoridad de [[Sócrates]], un historiador contemporáneo que vivía en ConstantinoplaEl Concilio de Nicea había usado todas sus energías en defensa del [[Homoousion]] del Hijo y con respecto al Espíritu había añadido las palabras: “[[creencia|Creemos]] en el Espíritu Santo” sin ninguna cualificación.  Los macedonios tomaron ventaja de la vaguedad y vacilación de la declaración de algunos de los primeros [[Padres de la Iglesia | Padres]] para justificar y propagar su [[error]].  La [[mayoría]] de miembros de esta secta eran claramente [[ortodoxia|ortodoxos]] en la consubstancialidad del Hijo; habían enviado una delegación del [[concilio]] semiarriano de [[Lampsaco]] (364 d.C.) al [[Papa Liberio]], quien después de alguna vacilación reconoció la validez de su [[fe]]; pero respecto a la Tercera [[Persona]], tanto el [[Papa]] como los obispos estaban satisfechos con la frase: “Creemos en el Espíritu Santo”.
  
En Oriente el alma de la represión del [[error]] fue [[Anfiloquio de Iconio]], quien en 374 le pidió a [[San Basilio]] de [[Cesarea]] que escribiera un tratado sobre la [[verdad]]era [[doctrina]] del [[Espíritu Santo]], lo cual hizo, y su tratado es la obra clásica sobre dicho tema (peri tou hagiou II. M. 32).  Es posible que él convenció a su hermano [[San Gregorio de Nisa]] a escribir su tratado contra los macedonios, del cual sólo nos ha llegado una parte y el cual parece estar basado en las palabras:  “Señor y dador de vida que procede del Padre. Estas palabras, aparentemente tomadas del [[credo]] de [[Jerusalén]] habían sido usadas por [[San Epifanio]] de Salamina en su “Ancorato” cuando combatía este [[error]] (374 d.C.)Anfiloquio de Iconio, como [[metropolitano]] de Licaonia, escribió en concurrencia con sus obispos una carta sinodal a los obispos de Licia, la cual contiene una excelente declaración sobre la sana doctrina (377 d.C.).  En [[Constantinopla]] (379)  [[San Gregorio Nacianceno]] pronunció su brillante alocución [[Teología|teológica]] sobre ese tema.
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Mientras estaba escondido en el [[desierto]] durante su tercer exilio, [[San Atanasio]] supo por su amigo Serapión de Tumis sobre una [[secta]] que reconocía a Nicea, pero aun así declaraba al Espíritu Santo como una mera criatura y un [[ángel]] sirviente (basado en [[Epístola a los Hebreos | Heb.]] 1,14).  Atanasio le escribió enseguida a Serapión en defensa de la [[verdad]]era [[doctrina cristiana | doctrina]], y cuando regresó del exilio (362 d.C.) sostuvo un [[concilio]] en [[Concilios de Alejandría|Alejandría]] que resultó en la primera [[condena]]ción formal de los PneumatomachiSe envió una carta sinodal al pueblo de [[Antioquía]] aconsejándoles que le pidieran a todos los [[conversión|convertidos]] del [[arrianismo]] una condena contra “aquéllos que dicen que el Espíritu Santo es una criatura y separado de la esencia de [[Jesucristo]].  Pues aquellos que mientras que pretenden citar la fe confesada en [[Nicea]], se atreven a [[blasfemia|blasfemar]] contra el Espíritu Santo, niegan el arrianismo sólo de palabras, mientras que regresan a él con el pensamiento.”  Sin embargo, durante la próxima década la [[herejía]] parece haber ido casi desenfrenada excepto en el [[patriarca y patriarcado | patriarcado]] de Antioquía, donde en un [[sínodo]] efectuado en 363 [[Melecio de Antioquía]] había proclamado la fe ortodoxa.
  
Del mismo modo el Oriente sostuvo la verdad en un [[sínodo]] efectuado en [[Iliria]] y mencionado por [[Teodorero]] (Hist. De la Iglesia IV.8) y por el [[Papa San Dámaso I]] en su carta a Paulino de AntioquíaLa [[herejía]] fue [[condena]]da en el [[Primer Concilio Ecuménico de Constantinopla]] (381) y las divisiones internas pronto llevaron a su extinción[[Sócrates]] (Historia de la Iglesia, V.24) afirma que un cierto [[presbítero]] macedonio, Eutropio, mantenía conventículos de su propiedad mientras otros seguían al [[obispo]] Carterio.  [[Eustacio de Sebaste]], Sabino y Eleusio de Cirico parecen haber sido líderes a los que la [[secta]] repudiaba (para Eustacio, vea a Basilio, Ep., CCLXIII, 3).  En junio de 383 [[Teodosio]] trató por medio de una asamblea de traer las facciones [[Arrianismo|arrianas]] a la sumisiónEleusio trajo su símbolo de [[fe]] representando a los macedonios, como los había representado con Marciano de [[Lampsaco]] en el Concilio de Constantinopla.  Después de este infructuoso intento de reconciliación, los macedonios y otros heréticos sufrieron todas las severidades del código teodosiano y en una generación desparecieron de la historia.   
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En Oriente el alma de la represión del error fue [[Anfiloquio de Iconio]], quien en 374 le pidió a [[San Basilio el Grande | San Basilio]] de [[Cesarea de Palestina | Cesarea]] que escribiera un tratado sobre la [[verdad]]era doctrina del Espíritu Santo, lo cual hizo, y su tratado es la obra clásica sobre dicho tema (''peri tou hagiou'' II. M. 32)Es posible que él convenció a su hermano [[San Gregorio de Nisa]] a escribir su tratado contra los macedonios, del cual sólo nos ha llegado una parte y el cual parece estar basado en las palabras:  “Señor y dador de vida que procede del Padre. Estas palabras, aparentemente tomadas del [[credo]] de [[Jerusalén]] habían sido usadas por [[San Epifanio]] de Salamina en su “Ancorato” cuando combatía este error (374 d.C.).  Anfiloquio de Iconio, como [[metropolitano]] de Licaonia, escribió en concurrencia con sus obispos una carta sinodal a los obispos de Licia, la cual contiene una excelente declaración sobre la sana doctrina (377 d.C.)En Constantinopla (379)  [[San Gregorio Nacianceno]] pronunció su brillante alocución [[teología dogmática|teológica]] sobre ese tema.   
  
[[Sócrates]] y [[Salaminio Hermias Sozomeno|Sozomeno]] mencionan a un cierto Maratonio, a quien Macedonio nombró obispo de [[Nicomedia]], el cual obtuvo una posición tan alta dentro de la [[secta]] que a veces eran llamados por él maratonianos.  A través de [[San Jerónimo]], [[San Agustín]], [[San Dámaso]] y Rufino, el nombre macedonios se convirtió en la designación habitual en Occidente.  No existe ningún escrito de los macedonios, pero los escritos pneumatomaquinos son mencionados por [[Dídimo el Ciego]], quien escribió un excelente tratado sobre el [[Espíritu Santo]] en treinta y seis capítulos (traducidos al [[latín]] por San Jerónimo a petición del [[Papa San Dámaso I|Papa Dámaso]] y al cual se refiere en su obra posterior (379) sobre la Trinidad (II, 7, 8, 10) a algunas “Breves Exposiciones” de las [[doctrina]]s macedonias que él poseía.
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Del mismo modo Occidente sostuvo la verdad en un [[sínodo]] efectuado en [[Iliria]] y mencionado por [[Teodoreto]] (Hist. De la Iglesia IV.8) y por el [[Papa San Dámaso I]] en su carta a Paulino de Antioquía.  La herejía fue [[condena]]da en el [[Primer Concilio Ecuménico de Constantinopla]] (381) y las divisiones internas pronto llevaron a su extinción.  [[Sócrates]] (Historia de la Iglesia, V.24) afirma que un cierto [[presbítero]] macedonio, Eutropio, mantenía conventículos de su [[propiedad]] mientras otros seguían al obispo Carterio.  [[Eustacio de Sebaste]], Sabino y Eleusio de Cízico parecen haber sido líderes a los que la secta repudiaba (para Eustacio, vea a Basilio, Ep., CCLXIII, 3).  En junio de 383 [[Teodosio I]] trató por medio de una asamblea de traer las facciones arrianas a la sumisión.  Eleusio trajo su símbolo de fe representando a los macedonios, como los había representado con Marciano de Lampsaco en el Concilio de Constantinopla.  Después de este infructuoso intento de reconciliación, los macedonios y otros heréticos sufrieron todas las severidades del código teodosiano y en una generación desparecieron de la historia. 
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Sócrates y [[Salaminio Hermias Sozomeno|Sozomeno]] mencionan a un cierto Maratonio, a quien Macedonio nombró obispo de [[Nicomedia]], el cual obtuvo una posición tan alta dentro de la secta que a veces eran llamados por él maratonianos.  A través de [[San Jerónimo]], [[Vida de San Agustín de Hipona | San Agustín]], San Dámaso y Rufino, el nombre macedonios se convirtió en la designación habitual en Occidente.  No existe ningún escrito de los macedonios, pero los escritos pneumatomaquinos son mencionados por [[Dídimo el Ciego]], quien escribió un excelente tratado sobre el Espíritu Santo en treinta y seis capítulos (traducidos al [[latín eclesiástico | latín]] por San Jerónimo a petición del [[Papa San Dámaso I|Papa Dámaso]] y al cual se refiere en su obra posterior (379) sobre la [[Santísima Trinidad | Trinidad]] (II, 7, 8, 10) a algunas “Breves Exposiciones” de las doctrinas macedonias que él poseía.
  
  

Última revisión de 12:02 3 sep 2010

(Pneumatomachi)

Secta herética que floreció en los países adyacentes al Helesponto durante la segunda mitad del siglo IV y comienzos del siglo V. Negaban la divinidad del Espíritu Santo, de ahí el nombre Pneumatomachi o “combatientes contra el Espíritu”.


Macedonio, su fundador, fue impuesto a la sede de Constantinopla por los arrianos (342 d.C.) y entronizado por Constancio, que por segunda vez había expulsado a Pablo, el obispo católico. Él es conocido en la historia por su persecución a los novacianos y católicos; pues ambos afirmaban la consubstancialidad del Hijo con el Padre. No sólo expulsaba a los que se negaban a mantener la comunión con él, sino que encarcelaba a algunos y traía a otros ante los tribunales. En muchos casos usaba la tortura para obligar a los renuentes a la comunión, le imponía el bautismo a las mujeres y niños no bautizados y destruía muchas iglesias. Al final su crueldad provocó una rebelión de los novacianos en Mantinio, en Paflagonia, en la cual cuatro cohortes imperiales fueron derrotadas y casi todos asesinados. Su exhumación del cuerpo de Constantino fue vista como una indignidad al protector del Primer Concilio de Nicea, y produjo un conflicto entre los arrianos y anti-arrianos, los cual llenaron la iglesia y la vecindad con una carnicería. Como el desenterramiento se había realizado sin la sanción del emperador, Macedonio cayó en desgracia, y Constancio logró que el partido acaciano lo depusiera y le sucedió Eudoxio en el año 360. Sin embargo, esta deposición no fue por razones doctrinales, sino bajo el argumento de que había derramado mucha sangre y había admitido a la comunión a un diácono culpable de fornicación. Macedonio continuó viviendo cerca de Constantinopla y causando problemas por algún tiempo. Murió alrededor del año 364.

Se cree que durante estos últimos años él formuló su rechazo a la Divinidad del Espíritu Santo y fundó su secta. Su amistad con Eleusio de Cízico hace esto probable. Sin embargo, algunos estudiosos rechazan la identificación de los macedonios y los pneumatomachis aparentemente sobre bases insuficientes y contra la autoridad de Sócrates, un historiador contemporáneo que vivía en Constantinopla. El Concilio de Nicea había usado todas sus energías en defensa del Homoousion del Hijo y con respecto al Espíritu había añadido las palabras: “Creemos en el Espíritu Santo” sin ninguna cualificación. Los macedonios tomaron ventaja de la vaguedad y vacilación de la declaración de algunos de los primeros Padres para justificar y propagar su error. La mayoría de miembros de esta secta eran claramente ortodoxos en la consubstancialidad del Hijo; habían enviado una delegación del concilio semiarriano de Lampsaco (364 d.C.) al Papa Liberio, quien después de alguna vacilación reconoció la validez de su fe; pero respecto a la Tercera Persona, tanto el Papa como los obispos estaban satisfechos con la frase: “Creemos en el Espíritu Santo”.

Mientras estaba escondido en el desierto durante su tercer exilio, San Atanasio supo por su amigo Serapión de Tumis sobre una secta que reconocía a Nicea, pero aun así declaraba al Espíritu Santo como una mera criatura y un ángel sirviente (basado en Heb. 1,14). Atanasio le escribió enseguida a Serapión en defensa de la verdadera doctrina, y cuando regresó del exilio (362 d.C.) sostuvo un concilio en Alejandría que resultó en la primera condenación formal de los Pneumatomachi. Se envió una carta sinodal al pueblo de Antioquía aconsejándoles que le pidieran a todos los convertidos del arrianismo una condena contra “aquéllos que dicen que el Espíritu Santo es una criatura y separado de la esencia de Jesucristo. Pues aquellos que mientras que pretenden citar la fe confesada en Nicea, se atreven a blasfemar contra el Espíritu Santo, niegan el arrianismo sólo de palabras, mientras que regresan a él con el pensamiento.” Sin embargo, durante la próxima década la herejía parece haber ido casi desenfrenada excepto en el patriarcado de Antioquía, donde en un sínodo efectuado en 363 Melecio de Antioquía había proclamado la fe ortodoxa.

En Oriente el alma de la represión del error fue Anfiloquio de Iconio, quien en 374 le pidió a San Basilio de Cesarea que escribiera un tratado sobre la verdadera doctrina del Espíritu Santo, lo cual hizo, y su tratado es la obra clásica sobre dicho tema (peri tou hagiou II. M. 32). Es posible que él convenció a su hermano San Gregorio de Nisa a escribir su tratado contra los macedonios, del cual sólo nos ha llegado una parte y el cual parece estar basado en las palabras: “Señor y dador de vida que procede del Padre.” Estas palabras, aparentemente tomadas del credo de Jerusalén habían sido usadas por San Epifanio de Salamina en su “Ancorato” cuando combatía este error (374 d.C.). Anfiloquio de Iconio, como metropolitano de Licaonia, escribió en concurrencia con sus obispos una carta sinodal a los obispos de Licia, la cual contiene una excelente declaración sobre la sana doctrina (377 d.C.). En Constantinopla (379) San Gregorio Nacianceno pronunció su brillante alocución teológica sobre ese tema.

Del mismo modo Occidente sostuvo la verdad en un sínodo efectuado en Iliria y mencionado por Teodoreto (Hist. De la Iglesia IV.8) y por el Papa San Dámaso I en su carta a Paulino de Antioquía. La herejía fue condenada en el Primer Concilio Ecuménico de Constantinopla (381) y las divisiones internas pronto llevaron a su extinción. Sócrates (Historia de la Iglesia, V.24) afirma que un cierto presbítero macedonio, Eutropio, mantenía conventículos de su propiedad mientras otros seguían al obispo Carterio. Eustacio de Sebaste, Sabino y Eleusio de Cízico parecen haber sido líderes a los que la secta repudiaba (para Eustacio, vea a Basilio, Ep., CCLXIII, 3). En junio de 383 Teodosio I trató por medio de una asamblea de traer las facciones arrianas a la sumisión. Eleusio trajo su símbolo de fe representando a los macedonios, como los había representado con Marciano de Lampsaco en el Concilio de Constantinopla. Después de este infructuoso intento de reconciliación, los macedonios y otros heréticos sufrieron todas las severidades del código teodosiano y en una generación desparecieron de la historia.

Sócrates y Sozomeno mencionan a un cierto Maratonio, a quien Macedonio nombró obispo de Nicomedia, el cual obtuvo una posición tan alta dentro de la secta que a veces eran llamados por él maratonianos. A través de San Jerónimo, San Agustín, San Dámaso y Rufino, el nombre macedonios se convirtió en la designación habitual en Occidente. No existe ningún escrito de los macedonios, pero los escritos pneumatomaquinos son mencionados por Dídimo el Ciego, quien escribió un excelente tratado sobre el Espíritu Santo en treinta y seis capítulos (traducidos al latín por San Jerónimo a petición del Papa Dámaso y al cual se refiere en su obra posterior (379) sobre la Trinidad (II, 7, 8, 10) a algunas “Breves Exposiciones” de las doctrinas macedonias que él poseía.


Bibliografía: Loors, Eustathius von Sebaste (Halle, 1898); Schermann, Gottheit d. H. Geist, n. d. griech. Vätern d. IV Jahrh. (Leipzig, 1901); Fuller in Dict. Christ. Biogr., s.v.; Hergenroether, Histoire de l'Eglise, II (Paris, 1901), 99.

Fuente: Arendzen, John. "Pneumatomachi." The Catholic Encyclopedia. Vol. 12. New York: Robert Appleton Company, 1911. <http://www.newadvent.org/cathen/12174a.htm>.

Traducido por Luz María Hernández Medina.