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Se han elaborado diversos métodos para determinar en qué día de la semana cae cualquier [[fechas y datación|fecha]].  El más [[conocimiento|conocido]] es el de [[letra dominical]], el cual tiene la desventaja de que usualmente se requiere una tabla para averiguar cuál es la letra dominical para el año en cuestión.  Asimismo [[causa]] complicación la [[necesidad]] de pasar de una letra a otra en los años bisiestos, al llegar al día intercalar en febrero. El siguiente método está libre de estos inconvenientes, y se puede trabajar sin ninguna referencia a las tablas:
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Se han elaborado diversos métodos para determinar en qué día de la semana cae cualquier [[fechas y datación|fecha]].  El más [[conocimiento|conocido]] es el de la [[Letra Dominical|letra dominical]], el cual tiene la desventaja de que usualmente se requiere una tabla para averiguar cuál es la letra dominical para el año en cuestión.  Asimismo [[causa]] complicación la [[necesidad]] de pasar de una letra a otra en los años bisiestos, al llegar al día intercalar en febrero. El siguiente método está libre de estos inconvenientes, y se puede trabajar sin ninguna referencia a las tablas:
  
 
Los días de la semana están numerados según su orden natural, a saber, [[domingo]] = 1, lunes = 2, martes = 3, miércoles = 4, jueves = 5, viernes = 6, [[Sabbath|sábado]] = 7.  (En el momento desde el que se inicia la [[fechas y datación|era cristiana]], por supuesto, no hubo semanas, pues tal medida de [[tiempo]] no era conocida entre los [[Grecia|griegos]] y los [[Roma|romanos]].  Contando hacia atrás, sin embargo, de acuerdo a nuestro sistema actual, podemos dividir todo el tiempo en semanas, y es de notar que en el período [[cristianismo|cristiano]] el orden del día de la semana nunca se ha interrumpido.  Así, cuando [[Papa Gregorio XIII|Gregorio XIII]] [[Reforma del Calendario|reformó el calendario]] (1582), el jueves 4 de octubre fue seguido por el viernes 15 de octubre. Así, en [[Inglaterra]], en 1752, el miércoles, 2 de septiembre fue seguido por el jueves 14 de septiembre.  Lo que nosotros llamamos 14 de agosto de 1907, los [[Rusia|rusos]] lo llaman 1 de agosto, pero ambos lo llaman miércoles.)    Para nuestro propósito actual el año comienza con marzo; al ser enero y febrero considerados como los meses undécimo y duodécimo del año anterior; así el 29 de febrero, cuando ocurre, es el último día del año y no causa mayores alteraciones.
 
Los días de la semana están numerados según su orden natural, a saber, [[domingo]] = 1, lunes = 2, martes = 3, miércoles = 4, jueves = 5, viernes = 6, [[Sabbath|sábado]] = 7.  (En el momento desde el que se inicia la [[fechas y datación|era cristiana]], por supuesto, no hubo semanas, pues tal medida de [[tiempo]] no era conocida entre los [[Grecia|griegos]] y los [[Roma|romanos]].  Contando hacia atrás, sin embargo, de acuerdo a nuestro sistema actual, podemos dividir todo el tiempo en semanas, y es de notar que en el período [[cristianismo|cristiano]] el orden del día de la semana nunca se ha interrumpido.  Así, cuando [[Papa Gregorio XIII|Gregorio XIII]] [[Reforma del Calendario|reformó el calendario]] (1582), el jueves 4 de octubre fue seguido por el viernes 15 de octubre. Así, en [[Inglaterra]], en 1752, el miércoles, 2 de septiembre fue seguido por el jueves 14 de septiembre.  Lo que nosotros llamamos 14 de agosto de 1907, los [[Rusia|rusos]] lo llaman 1 de agosto, pero ambos lo llaman miércoles.)    Para nuestro propósito actual el año comienza con marzo; al ser enero y febrero considerados como los meses undécimo y duodécimo del año anterior; así el 29 de febrero, cuando ocurre, es el último día del año y no causa mayores alteraciones.

Última revisión de 00:14 15 ene 2013

Cronología general (girego, chronos, tiempo; logos, discurso), la ciencia de la medición del tiempo, tiene dos ramas: (1) cronología matemática, que determina las unidades que se emplean para medir el tiempo, y (2) cronología histórica, de la que tratamos aquí, y la cual fija en el curso general del tiempo la posición de cualquier evento particular, o, como se le llama generalmente, su fecha. Es así para la historia lo que la latitud y la longitud son para la geografía. El primer requisito en cualquier sistema de cronología histórica es una era, es decir un punto de tiempo fijo, la distancia desde la que se indicará la posición de todos los demás. El término era, cuya derivación no se conoce con certeza, parece haber sido utilizada por primera vez en Francia y España para denotar un número o una regla. Puesto que la necesidad de un sistema de cronología definido fue reconocida por primera vez por la humanidad, se han utilizado muchas y variadas eras en diferentes épocas y por diferentes naciones. Para fines prácticos, es más importante entender las que afectan a la historia cristiana.

Era Cristiana

La primera de las eras cristianas es la que ha sido adoptada por todos los pueblos civilizados y conocida como la era cristiana, vulgar o común. Ésta fue introducida hacia el año 527 por Dionisio el Exiguo, un monje escita residente en Roma, que fijó su punto de partida en el año 753 desde la fundación de Roma, en cuyo año, según sus cálculos, ocurrió el nacimiento de Cristo. Al hacer de este año el primero de su era, contó los años siguientes en curso regular a partir de él, y los llamó años "del Señor", y ahora se designa tal fecha como A. D. (es decir, Anno Domini). Al año anterior al año 1 d.C. se le llama A.C. (Ante Christum). Hay que tener en cuenta que no hay un año O interviniendo, como algunos han imaginado, entre a.C. y d.C.

Muchos suponen que el cálculo de Dionisio estaba incorrecto, y que el nacimiento de Cristo realmente ocurrió tres años antes del fijado por él, o, en el año 750 de Roma, que él llama 3 a.C. Sin embargo, el primer año de la era cristiana fijado, con razón o sin ella, por Dionisio es irrelevante para efectos de la cronología. Su sistema fue adoptado, solo gradualmente, primero en Italia y luego en otras partes de la cristiandad. Inglaterra parece haber estado entre las primeras regiones que hicieron uso de él, bajo la influencia de los misioneros romanos, ya que se encuentra en los estatutos sajones del siglo VII. En la Galia hizo su aparición sólo en el VIII, y su uso no se generalizó en Europa hasta después del año 1000; por consiguiente en francés el término millésime se usaba con frecuencia para indicar una fecha d.C. En España, aunque conocido ya para el siglo VII, el uso de la era cristiana, como veremos más adelante, no se generalizó hasta después de la mitad del siglo XIV.

Cronología pre-cristiana

De los sistemas cronológicos previamente en uso, será suficiente describir brevemente algunos. Los griegos databan los eventos por Olympiads, o los períodos de cuatro años que mediaban entre las celebraciones sucesivas de los juegos olímpicos, y este modo de cálculo, después de haber sido ampliamente adoptado en Roma, continuó siendo utilizado con frecuencia en los primeros siglos del cristianismo. Las olimpiadas comenzaron a partir de 776 a.C., y en consecuencia el año 1 d.C. fue el cuarto año de la olimpiada número 194.

Los romanos a menudo contaban los años desde la fundación tradicional de su ciudad (ab urbe conditâ--A.U.C. ), fecha que, como se ha dicho, coincidió con el año 753 a.C. Ellos también a menudo designaban los años por los nombres de los cónsules en funciones (por ejemplo Consule Planco). A veces los romanos databan por años post-consulares (es decir, tanto tiempo después del consulado de un hombre bien conocido). Naturalmente, los años de reinado de los emperadores romanos dentro de poco suplantaron los de los cónsules, cuyo poder en los últimos tiempos era meramente nominal; y a partir de los emperadores, este método de fechado fue imitado por los Papas, reyes y otros gobernantes, con o sin la adición del año d.C. Se convirtió en hecho universal en la Edad Media, y subsiste en documentos, tanto eclesiásticos como civiles, hasta nuestros días.

Años de reinado

Los años pontificios de los Papas son históricamente importantes (vea lista cronológica en el artículo Papas). Hay que tener cuidado, por supuesto, en el caso de tales fechas, al observar desde qué punto de tiempo se calcula cada reinado. En una monarquía electiva como el papado hay necesariamente un intervalo entre los reinados sucesivos, el cual es a veces considerable. Por otra parte, el conteo es a veces desde la elección de un pontífice, a veces desde su coronación.

Al determinar las fechas por los años de reinado de otros soberanos hay por supuesto varios puntos a los que se debe prestar atención. Limitándonos a la historia de Inglaterra, los reyes anteriores después de la conquista normanda databan sus reinados sólo desde su coronación, o alguna otra exposición pública de soberanía, de modo que a veces había un intervalo de días o incluso semanas entre el cierre de un reinado y el comienzo del siguiente. Sólo a partir de la accesión de Ricardo II (22 de junio de 1377) fue que comenzó que el reinado de un monarca comenzara con la muerte o la deposición de su predecesor. Incluso con posterioridad a esto, se contaba a veces desde el mismo día en que el monarca precedente dejó de reinar, a veces desde el siguiente día. No fue hasta el primer año de la reina Isabel que se decretó que la anterior debía ser la norma. En algunos casos particulares el asunto era aún más complicado. El rey Juan fechó su reinado a partir de su coronación, 27 de mayo de 1199, pero al ser ese día la Fiesta de la Ascensión, sus años se contaron desde la ocurrencia de este festival hasta el próximo, y fueron consecuencia de longitud variable. Eduardo I dató desde el mediodía, 20 de noviembre de 1272, y en consecuencia, este día en cada año de su reinado era en parte en un año de reinado y en parte en otro.

En las guerras civiles de York y Lancaster, Enrique VI y Eduardo IV ignoraron igualmente el período durante el cual su rival asumió o recuperó el poder, y contaron sus años en adelante continuamente desde el momento en que subieron al trono. Aunque Carlos II comenzó a reinar de facto sólo en la Restauración (29 de mayo de 1660), contó sus años, de jure, desde la ejecución de su padre el 30 de enero de 1648-9, haciendo caso omiso de la Commonwealth y el Protectorado. La reina María Tudor contó su reinado desde la muerte de Eduardo VI (6 de julio de 1553), pero debido a que el intervalo hasta el 19 de julio del mismo año fue ocupado por el reinado abortivo de Lady Jane Grey, los documentos públicos a su nombre comienzan sólo con la última fecha . Guillermo III y María II comenzaron a reinar el 13 de febrero de 1688-9, como "Guillermo y María". María murió el 28 de diciembre 1694, cuando el nombre se modificó a "Guillermo" solo, pero no se hizo el cambio en el cómputo de los años de reinado. Durante el año, durante mucho tiempo fue usual que se especificaran las fechas con referencia a alguna fiesta muy conocida en el calendario eclesiástico, como, por ejemplo, "el viernes antes de Pentecostés" o "el día de San Juan Bautista".

Indicciones

En los documentos papales y otros a menudo se añade otra época, a saber, la indicción. Esta había sido originalmente un período de quince años, al final de los cuales se balanceaban las cuentas financieras del Imperio Romano, pero para propósitos de la cronología las indicciones son períodos convencionales de quince años, el primero de los cuales comenzó en el reinado de Constantino el Grande. A diferencia de las olimpiadas, las indicciones mismas indicciones no se contaban, sino sólo el lugar de un año de la indicción en el que caía. Así indictione quarta no significa "en la cuarta indicción", sino "en el cuarto año de su indicción", sea cual haya sido. Era obvio que tal elemento de cálculo podía servir sólo para verificar con mayor precisión la fecha de un año ya conocido aproximadamente.

Por otra parte, las indicciones se calculaban en diferentes sistemas, que deben ser comprendidos y distinguidos:

  • Las indicciones griegas, constantinianas o constantinopolitanas se contaban a partir del 1 de septiembre de 312. Estas se utilizaban principalmente en Oriente.
  • (2) Las indicciones imperiales, cesáreas u occidentales comenzaban el 24 de septiembre de 312. Estas fueran adoptadas normalmente en la cristiandad occidental. Parecen haber sido de origen anglosajón y debido su popularidad a la autoridad de Beda el Venerable. El día que eligió para el punto de partida se debió a un cálculo astronómico erróneo que hizo que el equinoccio de otoño cayera el 24 de septiembre. Más confusión fue causada por el error de algunos cronistas que erróneamente iniciaron el ciclo de indicción con un año de retraso: 24 de septiembre de 313.
  • (3) Las indicciones romanas papales o pontificias, introducidas en el siglo IX, hicieron que la serie comenzara a partir del primer día del año civil, que era en algunos casos el 25 de diciembre y en otros, el 1 de enero. Este sistema también fue común en la cristiandad occidental, pero a pesar de su nombre no era de ninguna manera utilizado exclusivamente en los documentos papales.

Comienzo del año

La fecha en la que comenzaba el año varió en diferentes períodos y en diferentes países. Cuando Julio César reformó el calendario (45 a.C.) fijó el 1 de enero como el Día de Año Nuevo, un carácter que parece nunca haber perdido, incluso entre aquellos que eligieron otro punto de partida con fines civiles y legales. Los más comunes de estos puntos de partida fueron el 25 de marzo (Fiesta de la Anunciación, "Nombre de la Encarnación") y el 25 de diciembre (Día de Navidad, "Nombre de la Natividad").

En Inglaterra, antes de la conquista normanda (1066), el año comenzaba bien el 25 de marzo o el 25 de diciembre; desde el 1087 hasta el 1155, el 1 de enero; y desde el 1155 hasta la reforma del calendario en 1752, el 25 de marzo, de modo que el 24 de marzo era el último día de un año, y el día 25 de marzo el primero del siguiente. Pero aunque el año legal se contaba de ese modo, está claro que al 1 de enero se le decía comúnmente el Día de Año Nuevo. En Escocia, desde el 1 de enero de 1600, el comienzo del año se contaba a partir de ese día. En Francia el año se contaba de diversas maneras: desde el día de Navidad, desde la víspera de la [[Pascua)) (o Sábado Santo), o desde el 25 de marzo. De todos los puntos de partida, obviamente, el peor es una fiesta móvil como la Pascua.

Desde 1564 en Francia se contaba el año desde el 1 de enero al 31 de diciembre. En Alemania el conteo era en la antigüedad desde la Navidad, pero desde 1544 en adelante, desde el 1 de enero al 31 de diciembre. En Roma y en gran parte de Italia era a partir del 25 de diciembre, hasta que el Papa Gregorio XIII reformó el calendario (1582) y fijó el 1 de enero como el primer día del año. Sin embargo, los años según los cuales se datan las bulas papales todavía comienzan con el Día de Navidad. España, con Portugal y el sur de Francia observaban su propia era hasta mucho tiempo después que el resto de la cristiandad hubo adoptado la de Dionisio. Esta era de España o de los Césares, comenzó con el 1 de enero de 38 a.C. y se mantuvo en vigor en el Reino de Castilla y León hasta 1383 d. C, cuando un decreto real ordenó la sustitución de la era cristiana. En Portugal, el cambio no se hizo hasta 1422. No se ha hallado ninguna explicación satisfactoria de la fecha en que esta era comenzó.

La reforma gregoriana

La introducción del calendario gregoriano supuso varias discrepancias entre las fechas que diferentes personas asignaban a los mismos hechos. El sistema juliano de medición del tiempo, introducido por Julio César, no era lo suficientemente preciso, pues hacía el año ligeramente largo, con el resultado de que en el siglo XVI había caído diez días en atraso, de modo que, por ejemplo, el día del equinoccio vernal, que debía haber sido llamado 21 de marzo, se llamó 11 de marzo. Para remediar esto, además de sustituir un sistema mejorado que debería evitar el funcionamiento futuro del error, era necesario omitir diez días completos para que las cosas volviesen al punto adecuado. El Papa Gregorio XIII, quien introdujo el sistema reformado, o "Estilo Nuevo", ordenó que no se contasen diez días en octubre de 1582, y que el día 4 de ese mes fuese seguido inmediatamente por el 15. Determinó, además, que el año debería comenzar el 1 de enero, y con el fin de evitar que el error juliano causara retraso en el futuro como en el pasado, dictaminó que se omitan tres años bisiestos cada cuatro siglos, a saber. los de los años del siglo cuyas dos primeras cifras no sean múltiplos exactos de cuatro, como 1700, 1800, 1900, 2100, etc.

El estilo nuevo (EN) fue adoptado rápidamente por los estados católicos, pero durante mucho tiempo los estados protestantes mantuvieron el estilo antiguo (EA), por lo cual surgieron importantes diferencias al marcar las fechas según se seguía uno u otro estilo. En primer lugar estaba la diferencia original de diez días, aumentada por los once del estilo nuevo a febrero 29 de 1700, a doce días en 1800 y a trece en 1900. Por otra parte, el período comprendido entre enero 1 a marzo 24 inclusive, que era el comienzo del año de acuerdo al nuevo estilo, de acuerdo al viejo estilo era la conclusión del año anterior. Por la falta de atención a esto, los acontecimientos importantes han sido a veces mal citados por un año. Como ejemplo se puede considerar la muerte de la reina Isabel, la cual ocurrió en lo que se llamó entonces en Inglaterra el 24 de marzo 1602, que era el último día de ese año.

En Francia y en donde prevaleció el EN, se describió este día como 3 de abril 1603. A fin de evitar toda ambigüedad posible esas fechas se expresan frecuentemente en forma fraccionada como 24 marzo/3 abril, 1602/3. En nuestras historias modernas los años se dan siempre de acuerdo con el EN, pero para lo demás las fechas se dejan como fueron registradas originalmente. Así se dice que la reina Isabel murió el 24 de marzo de 1603. No fue hasta 1700 que los estados protestantes de Alemania y los Países Bajos aceptaron la reforma gregoriana, y hasta 1752 por Gran Bretaña, cuando había una diferencia de once días entre el sistema operativo entre el EA y el EN. Suecia, tras alguna extraña vacilación, hizo mismo en 1753. Rusia y otros países sujetos a la autoridad de la Iglesia Griega continuaron con el EA hasta el siglo XX, y, en consecuencia, sus fechas están ahora atrasadas trece días detrás de las del resto de la cristiandad.

Período juliano

Para propósitos cronológicos, la era cristiana tiene la desventaja de que hay que contar las fechas hacia atrás o hacia adelante según sean a.C. o d.C., mientras que en un sistema ideal perfecto todos los eventos se contarían en una secuencia. La dificultad era encontrar un punto de partida desde donde contar, pues los comienzos de la historia en la que este, naturalmente, debe ser colocado son aquellos de los que menos conocemos cronológicamente. En un período se intentó datar desde la Creación (AM o Anno Mundi), cuando los cronólogos cristianos, como el arzobispo Usher, situaban dicho evento en el 4004 a.C. y los judíos en 3761 a.C. Sin embargo, se ha abandonado desde hace tiempo cualquier intento para determinar así la edad del mundo.

Sin embargo, en el año 1583 ---el año siguiente a la reforma gregoriana--- José Justo Escalígero introdujo una base de cálculo que en gran medida sirvió al propósito requerido, y, según Sir John Herschel, por primera vez introdujo luz y orden a la cronología. Este fue el período juliano ---uno de 7980 años julianos, es decir, años en los que uno de cada cuatro tiene 366 días. El mismo número de años gregorianos contendría 60 días menos. Para los historiadores estos comienzan a la medianoche anterior al 1 de enero de 4713 a.C., para los astrónomos al mediodía siguiente. El período 7980 se obtuvo al multiplicar juntos 28, 19 y 15, al ser respectivamente el número de años en el ciclo solar, el ciclo lunar y la indicción romana, y el año 4713 a.C. era aquel para el cual el número de cada uno de estos ciclos subordinados es igual a 1. [Para una explicación más completa de esto vea Bond, "Handy Book" (ed. de 1875), p. 257.] El día astronómico es contado desde mediodía hasta el mediodía en lugar de desde la medianoche hasta la medianoche. Escalígero calculó su período para el meridiano de Alejandría al que Ptolomeo había referido su cálculo.

Otras eras

Se mencionarán brevemente varias épocas empleadas por los historiadores y cronistas, con las fechas a partir de las que fueron calculadas:

  • La era china data probablemente del año 2700 a.C., y el tiempo se calcula por los ciclos de sesenta años lunares, cada uno menor de once días que los años solares ordinarios.
  • Era de Abraham, desde el 1 de octubre 2016 a.C.
  • Era de las Olimpiadas, 13 de julio de 776 a.C., y seguida a 396 d.C. (Olimpiada 293).
  • Era de la fundación de Roma, 21 de abril de 753 a.C.
  • Era de Nabonasar, 26 de febrero de 747, la base de los cálculos de Tolomeo.
  • Era de Alejandro, 12 de noviembre de 324 a.C.
  • Era griega de Seleuco, 1 de septiembre de 312 a.C.
  • Era de Tiro, 19 de octubre de 125 a.C.
  • Era cesariana de Antioquía, 9 de agosto de 48 a.C., instituida para conmemorar la batalla de Farsalia.
  • Era juliana, 1 de enero de 45 a.C., instituida en la reforma juliana del calendario.
  • Era de España o de los césares, 1 de enero de 38 a.C.
  • Era de Augusto, 2 de septiembre de 31 a.C., instituida para conmemorar la batalla de Actium.
  • Año de Egipto, 29 de agosto de 26 a.C., instituido en la reforma del calendario egipcio por Augusto.
  • Era de los mártires o de Diocleciano, 29 de agosto de 284 d.C., empleada por Eusebio y los primeros escritores eclesiásticos.
  • Era de los armenios, 9 de julio de 552 d.C., conmemora la consumación del cisma armenio por su condena del Concilio de Calcedonia.
  • Era de la Hégira, 16 de julio de 622 d.C., data a partir de la entrada de Mahoma a Medina tras su huida de La Meca; sus años son lunares, de 354 días cada uno, excepto en los años bisiestos, de los cuales hay once en cada ciclo de treinta. En estos hay 355 días.
  • Era persa de Yezdegird III, 16 de junio de 632 d.C.

En la Revolución Francesa se determinó para introducir un sistema de cronología completamente nuevo, que data de ese evento y que no tiene afinidad con ninguno previamente adoptado. En la primera forma se trataba de la Era de la Libertad, a partir del 1 de enero de 1789. Este fue sustituido pronto por la Era Republicana, en un primer momento designado para comenzar el 1 de enero 1792 y después el 22 de septiembre de 1792. Esta fue la fecha de la proclamación de la República, que coincidió con el equinoccio de otoño, calculado sobre el meridiano de París. El año se dividió en doce meses de treinta días cada uno, los días en décadas, y se abolió las semanas. Se le dio nombres a los meses de acuerdo a su carácter estacional:

  • Los meses de otoño: (22 de septiembre en adelante) fueron: vendimiario (Vintage), brumario (Foggy), frimario (aguanieve).
  • Los meses de Invierno: nivose (nevado), pluvioso (lluvioso), ventose (ventoso).
  • Los meses de primavera: germinal (en ciernes), floreal (florido), prairial (pradoso).
  • Los meses de verano: mesidor (cosecha), termidor (tórrido), fructidor (fructuoso).

Como estos meses contenían sólo 360 días, se le añadieron jours complémentaires al final de fructidor, denominado oficialmente Primidi, Duodi, Tridi, Quartidi, quintidi, pero comúnmente conocidos como Sans-culottides. Cada cuarto año de la República ocurría un año olímpico o bisiesto, y tenía un sexto día intermediario llamado Sextidi. El período así terminado se llamaba Franciade. Este calendario fue usado en Francia hasta el 1 de enero de 1806, cuando fue abolido por Napoleón, y se reanudó el uso del calendario gregoriano.

Días del mes y de la semana

Se han elaborado diversos métodos para determinar en qué día de la semana cae cualquier fecha. El más conocido es el de la letra dominical, el cual tiene la desventaja de que usualmente se requiere una tabla para averiguar cuál es la letra dominical para el año en cuestión. Asimismo causa complicación la necesidad de pasar de una letra a otra en los años bisiestos, al llegar al día intercalar en febrero. El siguiente método está libre de estos inconvenientes, y se puede trabajar sin ninguna referencia a las tablas:

Los días de la semana están numerados según su orden natural, a saber, domingo = 1, lunes = 2, martes = 3, miércoles = 4, jueves = 5, viernes = 6, sábado = 7. (En el momento desde el que se inicia la era cristiana, por supuesto, no hubo semanas, pues tal medida de tiempo no era conocida entre los griegos y los romanos. Contando hacia atrás, sin embargo, de acuerdo a nuestro sistema actual, podemos dividir todo el tiempo en semanas, y es de notar que en el período cristiano el orden del día de la semana nunca se ha interrumpido. Así, cuando Gregorio XIII reformó el calendario (1582), el jueves 4 de octubre fue seguido por el viernes 15 de octubre. Así, en Inglaterra, en 1752, el miércoles, 2 de septiembre fue seguido por el jueves 14 de septiembre. Lo que nosotros llamamos 14 de agosto de 1907, los rusos lo llaman 1 de agosto, pero ambos lo llaman miércoles.) Para nuestro propósito actual el año comienza con marzo; al ser enero y febrero considerados como los meses undécimo y duodécimo del año anterior; así el 29 de febrero, cuando ocurre, es el último día del año y no causa mayores alteraciones.

Como cuestión de hecho, se ha descubierto mediante cálculos que el 1 de marzo del año conocido como “Anno Domini” fue un martes. Al asignarle a esta el 1 como su número de año, a marzo la cifra 1 como su número del mes, y al añadirle éstos a 1, el número del día 1 de marzo, se obtiene 3, que indica el martes el tercer día de la semana. A partir de este primer dato se deduce el resto. Los siguientes días de marzo de aumentan sus cifras cada uno por 1, debido al número de día aumentado. Cuando se pasa el 7 sólo quedan las cifras, después de dividir por dicho número, que han de considerarse; así el 11 ha de tratarse como 4 (7 + 4) y 30 como 2 (28 + 2). En general, cualquier múltiplo exacto de 7 (14, 21, 28) se puede añadir o restar cuando sea conveniente sin afectar al resultado. En lugar de añadir cualquier número (por ejemplo 1 ó 4) se puede restar su diferencia de 7 o un múltiplo de 7 (por ejemplo, 6 ó 3). El restante 0 en una división es equivalente a 7, y por lo tanto en el cálculo para el día de la semana significa sábado.

Como los días del primer mes, así continúan naturalmente los de los meses que lo preceden. Como marzo contiene 31 días (es decir, 28 + 3), abril necesariamente comienza con un día tres lugares más adelante en la secuencia semanal, y su número de mes en vez de 1 es 4. Así para los demás meses, de acuerdo con el número de días del que le precede. Los siguientes son los números del mes durante todo el año que nunca cambian: marzo 1; abril 4; mayo 6; junio 2; julio 4; agosto 0; septiembre 3; octubre 5; noviembre 1; diciembre 3; enero 6, febrero 2. Dado que el 1 de d.C. fue un año común de 365 días (o de 52 semanas + 1 día), termina con el mismo día de la semana ---martes-- -con el que comenzó. En consecuencia, el próximo año, 2 d.C. comienza un día después, con el miércoles para el 1 de marzo y como su número del año aumenta a 2, obtenemos 2 +1 +1 = 4. Así, en el año 3 d.C., el número del año se convierte en 3, y el 1 de marzo es jueves. Pero debido al 29 de febrero anterior al 1 de marzo de 4 d.C., este día cae 366 días (o 52 semanas + 2 días) después de 1 de marzo de 3 d.C., o sábado, y su número de año se debe aumentar a 5; 5 + 1 + 1 = 7.

Por lo tanto, para encontrar el número que pertenece a cualquier año dentro de su propio siglo, debemos encontrar cuántos días más allá de un número exacto de semanas han transcurrido desde que ese siglo comenzó. Como cada año común contiene un día más de cincuenta y dos semanas, y cada año bisiesto dos días más, al añadir a cualquier período el número de años bisiestos que ha habido en el siglo al número total de años en el mismo, se obtiene el número de días requeridos. Para obtener el número de años bisiestos, dividimos las dos últimas cifras de la fecha (es decir, aquellas en las decenas y las unidades de lugar) por cuatro. El cociente (ignorando cualquier resto) muestra el número de años bisiestos; que, añadido a las mismas dos cifras, da el número de días por encima de los conjuntos de cincuenta y dos semanas que los años contienen. Así, por ejemplo, el año 39 de cualquier siglo (939, 1539, 1839, 1939) tendrá 6 como su número de año; pues en tal año se habrán acumulado 48 días adicionales desde el día correspondiente del año secular (00) , a saber, un día por cada uno de los 30 años comunes, y 18 días para los 9 años bisiestos.

La centuria

Queda por examinar uno más de los elementos de cálculo, a saber, el siglo. Comenzamos con el sistema juliano, o Estilo Antiguo (E.A.) ---según el cual todos los siglos contienen 75 años comunes de 365 días, y 25 años bisiestos de 366, y en consecuencia 125 días en total, por encima de 5,200 semanas. Pero 125 días = 17 semanas más 6 días. Por lo tanto, un siglo juliano termina con el día de la semana dos días anteriores a aquella con la que comenzó, y el siglo siguiente se iniciará con el día de la semana, un día antes que su predecesor. Así, el 1 de maro de 1300 d.C. al ser martes, en el año 1400 sería lunes, en el año 1500 sería domingo, en el año 1600 el sábado. Después de haber obtenido el número de siglo para cualquier siglo, se le añade los números de los años de los años que siguen al final de ese siglo. Los números de siglo del E.A. se obtienen restando el número o números de siglo (a saber, aquellos anteriores a 00) desde el múltiplo de 7 siguiente, y el resto es el número requerido. Así, para el año 1100 el número de siglo es 3 (14-11); para 1500, 6 (21-15); para 1900, 2 (21-19).

Bajo el Estilo Nuevo (E.N) tres siglos de cada cuatro contienen 76 años comunes y 24 años bisiestos, y por lo tanto tienen sólo 124 días sobre 5200 semanas, o 17 semanas y 5 días, y terminan con el día de la tercera semana antes de la que comenzaron. El siglo siguiente, al comenzar dos días antes de aquel al que sigue, tiene su número de siglo menor por 2. Así, el 1 de marzo de 1700 d.C. fue lunes, y el número de siglo O (ó 7). El 1 de marzo de 1800 fue sábado, y el número de siglo el 5. Cada cuarto año en el E.N, al ser un año bisiesto (1600, 2000, 2400, etc.), tiene 366 días; y el siglo al que pertenece, al igual que las del E.A., disminuye su número de siglo sólo por 1 a partir del anterior. Al haberse introducido en el siglo XVI el E.N., los números de siglo sólo se requieren para las fechas de 1500 en adelante, los cuales son como sigue: para 1500=3; 1600=2; 1700=7; 1800=5; 1900=3; 2000=2. Se puede ver que las mismas cifras se repiten constantemente. Los siglos de año bisiesto (con los primeros dos números exactamente divisibles por 4) al tener por número de centuria el 2, y los tres siglos siguientes el 7 (ó 0), 5 y 3, respectivamente, después de lo cual viene de nuevo el 2. El número de centuria E.N. puede obtenerse a partir del E.A. si se tiene en cuenta la diferencia de días entre el E.A. y el E.N. Esto se hace restando dicha diferencia del número de centuria del E.A., aumentado por tantas veces 7 según lo requiera la sustracción. Como hemos visto, durante los siglos XVI y XVII, la diferencia fue de 10 días; para el siglo XVIII, 11; para el XIX, 12, y para el siglo XX y XXI, 13. Por lo tanto:

  • 1500 d.C. etc. C. N. (E.A.) = 6 (E.N.) = 3 (6+7-10).
  • 1600 d.C. do. = 5 do. = 2 (5+7-10).
  • 1700 d.C. do. = 4 do. = 0 (7) (4+7-11).
  • 1800 d.C. do. = 3 do. = 5 (3+14-12).
  • 1900 d.C. do. = 2 do. = 3 (2+14-13).
  • 2000 d.C. do. = 1 do. = 2 (1+14-13).

Regla para encontrar el día de la semana para cualquier fecha: Tome la suma del número de centuria + el número de año + número del mes + número del día; divida el resultado entre 7; el resto dará el día de la semana, E.A. o E.N., según el número de centuria utilizado.


Fuente: Gerard, John. "General Chronology." The Catholic Encyclopedia. Vol. 3. New York: Robert Appleton Company, 1908. 24 Dec. 2012 <http://www.newadvent.org/cathen/03738a.htm>.

Está siendo traducido por Luz María Hernández Medina