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Domingo, 24 de noviembre de 2024

Guiberto de Rávena

De Enciclopedia Católica

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Guiberto de Rávena, antipapa, conocido como Clemente III, 1080 (1084) a 1100; nació en Parma alrededor de 1025; murió en Cività Castellana el 8 de septiembre de 1100. Este adversario del Papa Gregorio VII y de sus políticas reformistas provenía de una familia noble de Parma, que estaba relacionada con los margraves de Canosa. Aparece por primera vez en la historia como clérigo y canciller imperial para Italia, oficio para el que fue nombrado en 1057 por la emperatriz Inés y que ejerció hasta 1063. Guiberto tomó parte en el sínodo del recién elegido Papa Nicolás II (1058-1061), en Sutri en enero de 1059. Pero al morir el Papa, se las ingenió usando sus influencias con el partido antirreformista del alto clero italiano y en la corte imperial para que se eligiese al antipapa Cadalo de Parma (Honorio II), y se convirtió en adversario de Alejandro II.

Debido al apoyo activo del duque Godofredo de Lorena, del arzobispo Anón de Colonia y especialmente de San Pedro Damián, el Papa legítimo pronto fue reconocido incluso en Alemania y por la emperatriz Inés. Quizá fue esta la razón para la destitución de Guiberto de la cancillería en 1063. No se sabe nada sobre su vida en los próximos nueve años. Sin embargo, debió haber continuado en relaciones amistosas con la corte alemana, y conservado el favor de la emperatriz Inés, pues en 1072, cuando quedó vacante la sede arzobispal de Rávena, por recomendación de la emperatriz el emperador Enrique IV lo nombro para ese importante cargo. El Papa Alejandro II vaciló en confirmar esta elección, pero el cardenal Hildebrando le persuadió para que le diera su sanción. Guiberto prestó el juramento de fidelidad al Santo Padre y a sus sucesores y fue consagrado arzobispo de Rávena en 1073.

Alejandro II murió poco después y fue sucedido por Hildebrando, quien asumió su santo oficio el 29 de abril de 1073, bajo el nombre de Gregorio VII. Guiberto participó en el primer sínodo de Cuaresma del nuevo Papa, celebrado en Roma (marzo 1074), en el que se aprobaron importantes leyes contra la simonía y la incontinencia del clero. Pero no tardó en unirse al partido que se oponía al gran pontífice, con el que había discutido sobre la ciudad de Imola. Se le había acusado de haberse aliado con Cencio y el cardenal Hugo Cándido, antagonistas de Gregorio VII en Roma. Se ausentó del sínodo de Cuaresma de 1075 aunque estaba obligado a asistir por juramento. Esta ausencia manifestaba su oposición a Gregorio VII, que le suspendió por negarse a asistir al sínodo.

Fue en ese mismo año que el emperador Enrique IV comenzó su guerra abierta contra Gregorio. En el sínodo de los obispos alemanes en Worms (enero 1076) se adoptó una resolución por la que se deponía a Gregorio, decisión a la que se unieron los obispos simoníacos de Lombardía. Entre éstos debió estar Guiberto, pues él estaba incluido en la sentencia de excomunión e interdicto que pronunció Gregorio VII contra los obispos culpables de la Alta Italia en el sínodo cuaresmal de 1076. En abril de ese mismo año unos cuantos obispos y abades lombardos celebraron un sínodo en Pavía, presidido por Guiberto. Como estos no dudaron en excomulgar al Papa, Gregorio se vio obligado a recurrir a medidas más fuertes respecto a Guiberto. En el sínodo de Cuaresma de febrero de 1078, excomulgó a Guiberto por su nombre, y con él al arzobispo Tebaldo de Milán.

En marzo de 1080 renovó su decreto de anatema contra Enrique IV, y reconoció a Rodolfo de Suabia como gobernante de Alemania, tras lo cual Enrique convocó a una reunión en Brixen (junio 1080) a todos sus partidarios entre los obispos alemanes y lombardos. Esta asamblea redactó un nuevo decreto que pretendía deponer al soberano pontífice, la cual fue firmada por el propio Enrique, y luego procedieron a elegir como antipapa al arzobispo de Rávena. Enrique lo reconoció como Papa inmediatamente, y juró que le haría entrar a Roma, para recibir de sus manos la corona imperial. Guiberto se vistió con las vestimentas papales y se dirigió con gran pompa a Rávena. En el sínodo de Cuaresma de 1981, Gregorio VII reiteró su decreto de excomunión contra Enrique y sus seguidores. El antipapa no logró que se le reconociera fuera de los dominios de Enrique; de hecho, solo era un instrumento al servicio del rey, y carecía de iniciativa personal.

El 21 de marzo de 1084, luego de muchos intentos infructuosos, Enrique IV logró apoderarse de la mayor parte de Roma. Gregorio se encontró sitiado en el Castillo de Sant'Angelo, mientras que, el 24 de marzo, Guiberto era entronizado como Papa en la iglesia de San Juan de Letrán bajo el nombre de Clemente III. El 31 de marzo Guiberto [[coronación |coronó] a Enrique como emperador en la Basílica de San Pedro. Sin embargo, cuando llegó la noticia de que Roberto Guiscardo se apresuraba en ayuda de Gregorio, Enrique y su antipapa abandonaron Roma para seguir luchando en Toscana contra las tropas de la margrave Matilde. Gregorio, escoltado por Roberto Guiscardo, se trasladó a Salerno, donde renovó su excomunión contra Enrique y Guiberto. Esto fue a finales del año 1084.

El episcopado alemán estaba dividido. Mientras los obispos leales a Gregorio celebraron un sínodo en Quedlinburg, en el que denunciaron y condenaron al antipapa, los que apoyaban a Enrique aprobaron en Maguncia la deposición de Gregorio y la elevación de Guiberto (1085). Este conflicto continuó incluso hasta después de la muerte del gran Gregorio (25 mayo 1085), durante los reinados de cuyos sucesores, Víctor III, Urbano II y Pascual II, Guiberto figuró como el antipapa de Enrique y su partido. Víctor III, que fue elegido tras una larga vacante ocasionada por la crítica situación de la Iglesia en Roma, se vio obligado a huir de Roma, ocho días después de su coronación en San Pedro (3 mayo 1087) ante los partidarios de Guiberto. Estos a su vez fueron asaltados por las tropas de la condesa Matilde y se atrincheraron en el Panteón.

El siguiente Papa, Urbano II (1088-1099), fue durante un tiempo el amo de Roma, pero luego fue expulsado por los seguidores de Guiberto, y buscó refugio en la Baja Italia y después en Francia. En junio de 1089 en un pseudo [[sínodo}} celebrado en Roma, el antipapa declaró inválido el decreto de excomunión contra Enrique IV y se radicaron varios cargos contra los seguidores del Papa legítimo. En los años siguientes el prestigio de Urbano II fue creciendo mientras que el poder e influencia de Enrique IV disminuían. La mayor parte de la ciudad de Roma fue capturada por un ejército de cruzados dirigidos por el conde Hugo de Vermandois, hermano del rey de Francia. El partido de Guiberto retuvo solo el castillo de Sant' Angelo, e incluso este en 1098 cayó en manos del campeón papal.

Después que Enrique IV se retiró de Italia, la influencia de Guiberto quedó virtualmente confinada a Rávena y otros pocos distritos del norte de Italia. Después del ascenso de Pascual II (1099-1118), se marchó a Albano, y esperaba recuperar a Roma, pero fue obligado a retirarse. Llegó a Cività Castellana, donde murió el 8 de septiembre de 1100. Es cierto que sus seguidores eligieron otro antipapa, el obispo Teodoro de S. Rufina, que nunca llegó a tener ningún poder real. (Vea también los artículos GREGORIO VII, VÍCTOR III, URBANO II y PASCUAL II, CONFLICTO DE LAS INVESTIDURAS).


Bibliografía: Libelli de lite Imperatorum et Pontificum saec. XI et XII conscripti in Mon. Germ, hist. (3 vols., Hanover, 1890-1897); JAFFÉ, Regesta Romanorum Pontif., 2nd ed., I, 649-55; KÖHNCKE, Wibert von Ravenna (Leipzig, 1888); HEFELE, Konziliengesch., 2nd ed., V, 20 sqq.; HERGENRÖTHER AND KIRSCH, Kirchengesch., 4th ed., II, 346 sqq.: cf. also the bibliography given under the articles mentioned above.

Fuente: Kirsch, Johann Peter. "Guibert of Ravenna." The Catholic Encyclopedia. Vol. 7, págs. 63-64. New York: Robert Appleton Company, 1910. 29 agosto 2020 <http://www.newadvent.org/cathen/07063a.htm>.

Traducido por Pedro Royo. lmhm