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Domingo, 24 de noviembre de 2024

Aarón

De Enciclopedia Católica

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Hermano de Moisés, y sumo sacerdote de la Antigua Alianza.

Vida

La vida de Aarón puede ser estudiada de puntos de vista diferentes: según el Pentateuco, que es la fuente principal sobre el asunto, su vida se ve como un trabajo continuo dirigido por Moisés o bajo su supervisión---por consiguiente más confiable en la narración de los eventos contemporáneos---o como una compilación de varios documentos de diversos orígenes y fechas, recopilados juntos en su forma presente en una época más tardía. La primera concepción, apoyada por las decisiones de la Comisión Bíblica, es aceptada por la mayoría de los católicos; muchos críticos independientes adoptan el segundo punto de vista. Estudiaremos esta parte del tema bajo los dos aspectos, aunque más detenidamente como se encuentra en el primero.

Punto de Vista Católico Tradicional

Según 1 Crónicas 6,1-3, Aarón (el significado de su nombre es desconocido) era el bisnieto de Leví, y el primero de los tres hijos de Amram y Jochabed, María era la menor y Moisés el más joven de los muchachos. En Ex.7, 7, nos enteramos que Aarón tenía ochenta y tres años, y Moisés ochenta, antes del Éxodo. Puede admitirse, sin embargo, que esta genealogía es probablemente incompleta, y la edad dada quizás es incorrecta.

No conocemos nada de la vida de Aarón antes de su llamada. La primera mención de su nombre aparece cuando Moisés, durante la visión en Monte Horeb, intenta rechazar la peligrosa misión que se le impone, alegando ser lento de lenguaje y carente de elocuencia. Yahveh responde a su objeción y le dice que Aarón el levita estaba dotado de elocuencia y sería su portavoz. Aproximadamente al mismo [[tiempo Aarón es llamado también de lo alto; entonces va a reunirse con Moisés para que él le instruya sobre los designios de Dios. Congregan a los ancianos del pueblo, y Aarón, que realizó milagros para reforzar las palabras de su misión divina, les anunció la promesa feliz de su próxima liberación (Ex. 4). Transmitir el mensaje de Dios al Rey era una tarea más complicada. El Faraón reprendió duramente a Moisés y a Aarón, cuya intervención resultó ser desastrosa para los israelitas (Ex. 5). Éstos últimos, abrumados por los duros trabajos a que fueron sometidos, murmuraban amargamente de sus líderes. Moisés se quejó a su vez ante Dios quien contestó confirmándole su misión y la de su hermano. Animado de nuevo por esta renovada promesa de la ayuda de Yahveh, Moisés y Aarón se presentaron ante el rey en Tanis (Sal. 78(77),12), donde obraron los prodigios conocidos como las diez plagas para tratar de vencer la obstinación del faraón. En éstas, según las Sagradas Escrituras, el protagonismo de Aarón fue de gran importancia. De las diez plagas, la primera y la sexta se produjeron a su orden; ambos, él y su hermano, eran citados ante el rey cada vez, y ambos recibieron igualmente de Dios las últimas instrucciones para la salida del pueblo, en tiempos posteriores se les atribuyó a ambos la liberación de Israel de la tierra de esclavitud; finalmente, ambos fueron repetidamente el blanco de las quejas y reproches de los impacientes e inconsistentes israelitas.

Cuando los hebreos llegaron al desierto de Sin, cansados por su largo peregrinar, temerosos de la inminente escasez de comida, y quizás ya debilitados por las privaciones, comenzaron a echar de menos la abundancia de los días de su estancia en Egipto, y murmuraron contra Moisés y Aarón. Pero Dios envió inmediatamente a ambos líderes a aplacar sus murmuraciones con la promesa de una doble señal del cuidado y la Divina Providencia de Dios para con su pueblo. Las codornices vinieron esa misma tarde, y a la mañana siguiente el maná, el nuevo pan celestial con el que Dios alimentaría a su pueblo en el desierto, aparecía por primera vez alrededor del campamento. A Aarón se le ordenó guardar un gomor de maná y colocarlo en el tabernáculo en memoria de aquel hecho maravilloso. Ésta es la primera ocasión en la que oímos hablar de Aarón en referencia al tabernáculo y a las funciones sagradas (Ex. 16). En Refidim, la tercera parada después del desierto de Sin, Israel se encontró con los amalecitas y luchó contra ellos. Mientras los hombres escogidos por Moisés batallaban en la llanura, Aarón y Jur estaban con Moisés en la cima del monte, donde este último se había retirado a orar, y cuando "Moisés tenía alzadas las manos, prevalecía Israel; pero cuando las bajaba, prevalecía Amalec. Se le cansaron las manos a Moisés, y entonces ellos tomaron una piedra y se la pusieron debajo, y él se sentó sobre ella; mientras Aarón y Jur le sostenían las manos, uno a un lado y otro al otro” hasta que Amalec se dio a la huída (Ex. 17). En el valle del Monte Sinaí los hebreos recibieron los Diez Mandamientos; entonces Aarón, junto con setenta de los ancianos de Israel, subieron a la montaña para ser favorecidos con una visión del Todopoderoso, "y vieron al Dios de Israel, y bajo sus pies había como un pavimento de zafiro, tan puro como el mismo cielo cuando esta claro." Entonces Moisés habiendo confiado a Aarón y Jur la función de resolver las dificultades que podrían surgir, subió a la cima del monte.

Finalmente, su larga ausencia excitó en las mentes de los israelitas el miedo de que Moisés hubiese perecido. Se reunieron alrededor de Aarón y le pidieron que les hiciera un dios visible que marchara delante de ellos. Aarón dijo: "Tomad los pendientes de oro de las orejas de vuestras esposas, de vuestros hijos e hijas, y me los traéis." Cuando los hubo recogido, hizo con ellos un becerro de oro fundido ante el que construyó un altar, y se congregaron los hijos de Israel para honrar a su nuevo dios. ¿Cuál fue la intención de Aarón al preparar el becerro de oro? Ha sido un tema arduamente discutido si él y el pueblo realizaron un acto de idolatría formal, o más bien deseaban levantar una imagen visible de Yahveh su salvador; sin embargo, los textos parecen apoyar la última opinión(Cf. Ex. 32,4). Sea como fuere, Moisés, por orden de Dios, bajó de la montaña en medio de la celebración, y a la vista de la aparente idolatría se llenó de una santa ira; rompió las Tablas de la Ley, agarró el ídolo, lo quemó y lo molió hasta reducirlo a polvo, qué esparció en el agua. Entonces, dirigiéndose a su hermano como el verdadero autor y responsable del mal, le dijo: "¿Que te hizo este pueblo para que hayas traído sobre él tan gran pecado?" (Ex. 32,21). A este reproche tan bien merecido, Aarón sólo dio una respuesta vergonzosa, y sin duda él habría sufrido el castigo por su crimen junto con los tres mil hombres (así con la mejor autoridad textual, aunque la Vulgata dice trescientos veinte mil) que fueron muertos por los levitas por orden de Moisés (Ex. 32,28), si este último no hubiese orado por él y disipado la ira de Dios (Deuteronomio 9,20).

A pesar del pecado, Dios no alteró la elección que había hecho de Aarón (Hebreos 5,4) para que fuese el primer sumo sacerdote de Israel. Cuando llegó el momento, Moisés lo consagró para sus sublimes funciones, según el ritual dado en Éxodo 29; del mismo modo fueron consagrados al servicio divino Nadab, Abihú, Eleazar e Itamar, los hijos de Aarón. Luego veremos qué significaba el sumo sacerdocio y con cuáles ritos se confería. El mismo día de la consagración de Aarón, Dios indicó con un ejemplo terrible con qué perfección debían realizarse las funciones sagradas. En la ofrenda del incienso, Nadab y Abihú pusieron un fuego profano en sus incensarios y lo ofrecieron ante el Señor, después de lo cual salió una llama de la presencia de Yahveh que los abrasó hasta morir, y fueron retirados de delante del santuario vestidos con sus túnicas sacerdotales y echados fuera del campamento. Aarón, cuyo corazón estaba lleno de temor y afligido por esta escena terrible, también descuidó una ceremonia importante; pero su excusa satisfizo totalmente a Moisés y muy probablemente al propio Dios, pues no recibió ningún castigo por su olvido (Lev.10; Núm. 3,4; 26,61).

En el capítulo 16 de Levítico le vemos realizando los ritos del día de la expiación---del mismo modo le fueron transmitidos los preceptos acerca de los sacrificios y los sacrificadores, (Lev. 17; 21; 22). Unos meses después, cuando los hebreos acamparon en Jaserot, la segunda parada después del Monte Sinaí, Aarón cometió una nueva falta: él y María "murmuraron contra Moisés por causa de la mujer kusita que había tomado por esposa. Decían ¿Es que Yahveh no ha hablado más que con Moisés?" (Núm. 12). Del pasaje entero, sobre todo del hecho que sólo María fue castigada, se ha conjeturado que el pecado de Aarón posiblemente fue sólo la aprobación de los comentarios de su hermana; quizás también se imaginó que su elevación al sumo sacerdocio lo había librado de toda la dependencia de su hermano. Sea cual fuere el caso, ambos fueron convocados por Dios ante el tabernáculo para oír un severo reproche. María, además, fue cubierta de lepra; pero Aarón en nombre de ambos, se disculpó ante Moisés, quien a su vez pidió a Dios que sanase a María. Hasta cierto punto, Aarón había repudiado la dignidad de Moisés.

Igualmente las prerrogativas de Aarón habían despertado los celos de algunos de los hijos de Rubén, quienes excitaron incluso la envidia de los otros levitas. Los oponentes, cerca de doscientos cincuenta, hallaron un líder en Coré, un sobrino de Moisés y Aarón, en Datán, Abirón y On, de la tribu de Rubén (vea Coré, Datán y Abirón). El terrible castigo de los rebeldes y sus jefes, que al principio asombró al pueblo, pronto hizo surgir su cólera y avivó el espíritu de revuelta contra Moisés y Aarón, quienes se refugiaron en el tabernáculo. Tan pronto entraron en él “la [[gloria del Señor se apareció. Y el Señor le dijo a Moisés: Alejaos de esa comunidad porque voy a consumirlos” (Números 16,43-45). De hecho, un fuego ardiente hizo estragos en el pueblo y mató a muchos. De nuevo Aarón, por orden de Moisés, sostuvo su incensario en su mano, se paró entre los muertos y los vivos para orar por el pueblo, y la plaga cesó.

La autoridad del Sumo Sacerdote, fuertemente confirmada ante el pueblo, se mantenía muy probablemente indiscutida desde entonces. Sin embargo, Dios deseó dar un testimonio nuevo de su predilección. Él le ordenó a Moisés tomar y poner en el tabernáculo las varas de los príncipes de las Doce Tribus, con el nombre de cada hombre escrito en su vara. La vara de la tribu de Leví debía de llevar el nombre de Aarón: "el hombre cuya rama retoñe será el que yo elijo," dijo el Señor. "Al día siguiente, cuando entró Moisés en la Tienda del Testimonio, vio que había retoñado la rama de Aarón. . . le habían brotado yemas, había florecido y había producido almendras." Todo los Israelitas al ver esto entendieron que la elección de Yahvéh estaba en Aarón cuya vara se colocó en el tabernáculo como testimonio eterno. De los próximos treinta y siete años de la vida de Aarón, la Biblia no da detalle; su descripción sólo se centra en los tres primeros y en los últimos años de la vida errante de los hebreos por el desierto, pero de los hechos descritos, podemos concluir que la vida del nuevo pontífice fue tranquila en el desempeño de sus funciones sacerdotales.

En el primer mes del trigésimo noveno año después del Éxodo, los hebreos acamparon en Cades, donde María, la hermana de Aarón, murió y fue enterrada. El pueblo estaban sediento y comenzaron a murmurar contra Moisés y Aarón. Entonces Dios dijo a Moisés: "Toma la vara, y congreguen al pueblo tu y Aarón tu hermano. Hablad luego a la peña en su presencia, y ella dará sus aguas" (Nm. 20, 8). Moisés obedeció y golpeó la piedra dos veces con la vara, para que de ella brotara agua en gran abundancia. Por el Sal. 106(105),33, entendemos que Moisés en estas circunstancias fue desconsiderado con sus palabras, quizás cuando dudó si él y Aarón podrían sacar agua de una peña. Por ello Dios mostró su desagradado a los dos hermanos y declaró que ellos no entrarían con el pueblo en la Tierra Prometida. Esta palabra divina tuvo, cuatro meses después, su cumplimiento en el caso de Aarón. Cuando los hebreos alcanzaron la Montaña de Hor, en las fronteras de Edom, Dios anunció a Moisés que el último día de su hermano había venido, y le ordenó que subieran a la montaña. A la vista de todas el pueblo, Moisés subió con Aarón y con el hijo de éste Eleazar. Entonces Moisés despojó Aarón de todas sus vestiduras sacerdotales y se las puso a Eleazar, y Aarón murió. Moisés con Eleazar y toda la multitud hicieron duelo por Aarón treinta días. Los Musulmanes honran en Djebel Nabi-Haroun un monumento al que llaman la tumba de Aarón, la autenticidad de este sepulcro, sin embargo, no es totalmente cierta. De su matrimonio con Isabel la hermana de Nahason nacieron cuatro hijos de Aarón. Los dos primeros, Nadab y Abiu, se murieron sin dejar posteridad, pero la descendencia de los otros dos, Eleazar e Ithamar, fue muy numerosa. Ninguno de ellos, sin embargo, honró la sangre de Aarón tanto como San Juan Bautista que además de ser el Precursor del Mesías, fue proclamado por la Palabra hecha Carne "el más grande de los nacidos de mujer" (Mt. 11,11).

El punto de vista independiente

La historia de Aarón toma un aspecto completamente diferente cuando las varias fuentes del Pentateuco son estudiadas y fechadas en la manera que los críticos independientes adoptan. Como regla puede decirse que originalmente la historia más antigua de los Judíos (J) no menciona a Aarón por su nombre, aparece aquí y allí en aquellas partes atribuidas por esa fuente a una adicción posterior hecha por un redactor tardío. Hay dos documentos, básicos, que hablan de Aarón. En las tradiciones proféticas viejas que circulan entre los Efraimitas (E) Aarón figura como un hermano y ayudante de Moisés. Se mueve a la sombra de éste, en una posición secundaria, como, por ejemplo, durante la batalla contra Amalec; con Jur, sostuvo las manos de su hermano hasta que el enemigo fue absolutamente derrotado. A Aarón, en algunos pasajes, parece que la autoridad suprema le ha sido confiada, en la ausencia del gran líder, como cuando este último subió al Monte Sinaí; pero su gestión se demostró débil, puesto que cedió tan desgraciadamente ante las tendencias idólatras del pueblo. Según el documento en cuestión, Aarón no es ni el Sumo Sacerdote, ni sacerdote. Es Moisés quien eleva su voz a Dios en el Tabernáculo (Ex. 33, 7-10), y podríamos concluir del mismo texto (v. 11) que Josué, y no Aarón, es quien hace la ofrenda en la Tienda del Encuentro; En la manera, en que Josué, y no Aarón, sube con Moisés al Monte Sinaí, para recibir las Tablas de piedra de la Ley (Ex. 24, 13).

En las narrativas Sacerdotales (P) Aarón, al contrario, ocupa el lugar más prominente - conocemos, de hecho, además de la genealogía de Aarón y de su edad, casi todos los detalles anteriormente narrados, todos ellos en modo honroso para el hermano de Moisés, por ejemplo, el papel jugado por Aarón en las plagas, su papel en algunos hechos memorables de la vida del desierto, como la caída del maná, el golpe a la piedra del agua de, la confirmación de las prerrogativas de su sacerdocio contra las pretensiones de Coré y los otros, y, finalmente, en la redacción de su muerte, algo misteriosa, como se relata en Nm. 20. De este análisis de las fuentes históricas la gran personalidad de Aarón sale indudablemente empequeñecida, principalmente debido a la reputación del escritor de la narrativa Sacerdotal; los críticos le achacan prejuicios de casta y un deseo manifiesto de exaltar cualquier cosa que tenga referencia con el orden y funciones sacerdotales que demasiado a menudo le llevan a exageraciones, con las que la historia apenas puede contar, e incluso a falsedades.

Sacerdocio

Cualquiera que sea el punto de vista adoptado con respecto al valor histórico de todas las tradiciones sobre la vida de Aarón, los estudiosos, bien sean católicos o críticos independientes, admiten que en los escritos de Aarón como Sumo Sacerdote el autor pensaba en describir un modelo, es decir el prototipo, del Sumo Sacerdote judío. Dios, en el Monte Sinaí instituye el culto y también instituyó un orden sacerdotal. Según las costumbres patriarcales, el primer hijo nacido en cada familia realizaba las funciones relativas al culto divino. Se podría esperar, por consiguiente, que la familia de Rubén sería escogida por Dios para el servicio del nuevo altar. Según la descripción bíblica, fue Aarón, sin embargo, quién fue sujeto de la elección de Yahveh. Los celos que después esto dio lugar, se han descrito anteriormente. La función de los Aaronitas era al principio simplemente cuidar de la lámpara que debía arder permanentemente ante el velo del tabernáculo (Ex. 27, 21). Un nombramiento más formal pronto fue realizado (Ex. 28, 1). Aarón y sus hijos, distinguidos del resto de la gente por sus sagradas funciones, recibieron vestiduras sagradas correspondientes con sus funciones. Cuando llegó el momento, cuando el tabernáculo, y todas sus pertenencias, y todo lo requerido para el culto de Yahvéh estuvo listo, Moisés, sacerdote y mediador (Lv. 8, 19) ofreció los diferentes sacrificios y realizó las diferentes ceremonias para la consagración de los nuevos sacerdotes, según las instrucciones divinas (Ex. 40, 12), y repitió estos ritos durante siete días durante los que Aarón y sus hijos estaban completamente separados del resto del pueblo (Lv.8, 34). Cuando, al octavo día, el Sumo Sacerdote ya había iniciado su función al sacrificar las víctimas, bendijo al pueblo, muy probablemente según la formula descrita en Nm. 6,24-26, y, con Moisés, entró en el tabernáculo para hacerse cargo de su culto. "y cuando salieron, bendijeron al pueblo. La gloria de Yahveh se dejó ver de todo el pueblo. Salió fuego de la presencia de Yahvéh que consumió el holocausto, y las partes grasas puestas sobre el altar. Todo el pueblo al verlo prorrumpió en gritos de júbilo y cayeron rostro en tierra" (Lv. 9,23–24). Así se instituyó el sacerdocio de Aarón inaugurado y solemnemente ratificado por Dios.

Según Wellhausen claramente señala, la posición de Aarón en la Ley con respecto al resto del orden sacerdotal que no es meramente superior, sino exclusiva. Sus hijos y los Levitas actúan bajo su superintendencia (Nm. 3, 6), solamente él es el sacerdote totalmente calificado; él solo lleva el pectoral, la Tiara y el Efod (Ex. 29, 5 – 6), solo a él se le permite entrar el Santo de los Santos, para ofrecer incienso (Lv. 23, 27) una vez un año en el gran Día de Expiación. En la virtud de su dignidad espiritual como la cabeza del sacerdocio él es igualmente el juez supremo y cabeza de la teocracia (Nm., 27,21 - Dt. 17). Él solo es el mediador responsable entre la nación entera y Dios, para esta causa él lleva los nombres de las Doce Tribus escritos en su pecho y hombros; sus entradas ilegales involucran a todo el pueblo en culpa, y se repara por el pueblo entero, mientras los príncipes, cuando sus ofrendas del pecado se comparan con las suyas, parece como meras personas privadas (Lv. 4,3, 13,22, 9,7, 16,6). Su muerte marca una época; es cuando el Sumo Sacerdote, y no el Rey, muere, que el asesino fugitivo obtiene su indulto (Nm. 35,28). En su investidura recibe el crisma como los reyes y es llamado sacerdote ungido, es adornado con una diadema y tiara como si fuese un rey (Ex. 28), y como un rey, también, lleva la púrpura, excepto cuando entra al Santo de los Santos (Lv. 16,4).

Aarón, primer Sumo Sacerdote de la Antigua Ley, es naturalmente una figura de Jesucristo, primer y único Sacerdote Soberano de la Nueva Dispensación. El escritor de la Epístola a los hebreos fue el primero en resaltar los rasgos de este paralelo, indicando especialmente dos puntos de comparación. Primero, la profesión de ambos, Sumos Sacerdotes: "Y nadie se arroga tal dignidad, sino el llamado por Dios, lo mismo que Aarón. De igual modo, tampoco Cristo se apropió la gloria del Sumo Sacerdocio, sino que la tuvo de quien le dijo: Hijo mío eres tú; yo te he engendrado hoy." (Heb. 5,4-5). En segundo lugar, la eficacia y duración del uno y del otro sacerdocio. El sacerdocio de Aarón es de este punto de vista inferior al de Jesucristo. Si de hecho, el anterior hubiera sido capaz de perfeccionar a los hombres y comunicarles la justicia que agrada Dios, otro habría sido inútil. Dada su ineficacia requirieron uno nuevo, y el sacerdocio de Jesús ha tomado para siempre el lugar de Aarón (Heb. 7,11-12).


Fuente: Souvay, Charles. "Aaron." The Catholic Encyclopedia. Vol. 1. New York: Robert Appleton Company, 1907. <http://www.newadvent.org/cathen/01003a.htm>.

Traducido por Félix Carbo Alonso. L H M.