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Viernes, 22 de noviembre de 2024

Heráldica Eclesiástica

De Enciclopedia Católica

Revisión de 02:02 11 ene 2011 por Luz María Hernández Medina (Discusión | contribuciones) (Origen de la heráldica)

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Introducción

La heráldica[1] eclesiástica se divide naturalmente en diversas ramas, principalmente: las armas de organizaciones religiosas y otros grupos; las insignias de dignidad, rango u oficio eclesiástico; los blasones[2], términos y formas de la heráldica en general que tienen un origen, uso o carácter religioso o eclesiástico; los emblemas o divisas[3] atribuidos o que tipifican a santos particulares u otros seres venerados por la Iglesia. Entremezclado con estas categorías está su simbolismo real, sugerido o imaginario; y profundamente entrelazada, más especialmente en relación con las insignias de rango eclesiástico, yace la consideración de las vestimentas eclesiásticas. El tema de las vestimentas en relación a los artículos propiamente dichos y su uso se considera más de lleno bajo vestimentas (vea también alba, casulla, etc.).

(N. de la T.: Para beneficio del lector, daremos algunas definiciones relacionadas con la heráldica, tomadas del diccionario de la Real Academia Española, que le permitirán entender mejor el presente artículo. Las mismas se encuentran al final en la sección de Notas.)

Origen de la heráldica

En general:

El origen de la heráldica misma sigue envuelto en mucho misterio. Es realmente el desarrollo y la conjunción de tres ideas, ninguna de las cuales por sí misma se puede considerar como heráldica.

  • Primero vino la simple divisa o emblema personal indicativo del individuo, una idea cuyo origen se puede buscar a través de los estandartes de los hijos de Israel, a través de las divisas de los romanos, los griegos y los egipcios, atribuidas tanto a personajes reales como míticos, y a través de los tótems de los salvajes.
  • Luego vino la idea decorativa de indicar la propiedad que evolucionó en una dirección a la autenticación del sello por su divisa.
  • Por último vino la necesidad militar de proclamar la identidad cuando la armadura hizo difícil el reconocimiento; y abusando de la buena fe de estas ideas se desarrolló la herencia o la continuidad de estos emblemas, para cuya época la heráldica era una ciencia perfeccionada y (para las necesidades de la época) completada, usada en todas partes para sellos, banderas, escudos y sobrevestes.

Se admite universalmente que la heráldica, como ahora entendemos el término, no existía en la época de la conquista normanda de Inglaterra. A finales del siglo XII se había generalizado en toda Inglaterra, Francia, Italia y Alemania, y sin duda se debió al lugar de reunión común de las naciones cristianas en y durante las Cruzadas que los principios fundamentales de la ciencia de la heráldica son y han sido siempre cosmopolitas.

Heráldica eclesiástica:

No hay una línea divisoria rígida entre la heráldica en general y la heráldica eclesiástica ---ambas tienen el mismo origen, las mismas líneas de desarrollo contemporáneo--- pero la aplicación de la heráldica a fines eclesiásticos ocurre por primera vez en la aparición de los escudos de armas de naturaleza personal y familiar en los sellos eclesiásticos, y de las divisas sagradas o santas en vestimentas y estandartes eclesiásticos. Esta última influencia es de menor importancia porque era más efímera y más de la naturaleza de puro simbolismo que de heráldica.

Los primeros sellos eclesiásticos ---casi todos, en los primeros tiempos, en forma de circular, como han continuado hasta hoy día--- llevaban el busto, medio cuerpo o efigie completa del propietario del sello. Así eran también, en ese período, los sellos de los seglares en los que aparecen las efigies montadas del caballero y el noble con el escudo de armas (según se desarrollaban) y las bardas mostrados completamente. Entonces tenemos, desde alrededor de 1300, el sello que muestra sólo el escudo de armas, y al mismo tiempo el sello eclesiástico progresó a través de la efigie con dosel con el escudo de armas en la base a la forma posterior con el blasón heráldico y la leyenda solamente. La heráldica eclesiástica simplemente progresó al mismo tiempo y sobre las mismas líneas que la heráldica en general.

Los primeros sellos eclesiásticos fueron, sin duda, puramente personales, con la efigie, armas, o la divisa del obispo o abad respectivamente, según fuese el caso, pero, en Inglaterra, de todos modos, el "Statutum de apportis religiosorums" de 1307 (35 Eduardo I ) decretó que todas las casas religiosas debían tener un sello común, y que todas las concesiones que no llevasen ese sello serían nulas e inválidas. Con el sello común de una comunidad surgió la idea de un tabardo [4] impersonal para esa comunidad, pero como no hay fecha definitiva en la que esos sellos se volvieron heráldicos, no hay un origen común a partir del cual surgieron las divisas.

Ha sido un asunto de gran controversia en Inglaterra en qué fecha la autoridad soberana ejerció efectivamente el control en materia de armería[5]. Se puede rastrear al comienzo del siglo XIV; pero en materia de religión, la apelación era a Roma y no al soberano temporal, y hay poca evidencia, si de hecho hay alguna, del control regularizado de la heráldica eclesiástica antes de la fecha de la Reforma. Por esta razón, las armas de abadías y prioratos tienen poco de la exactitud que caracteriza otra heráldica de la época; y nos encontramos con que en Inglaterra, como en todos los demás países, las armas[6] personales de los donantes, benefactores o predecesores en el cargo eran constantemente requisadas al servicio de las armas impersonales de la comunidad. En algunos casos (por ejemplo, en el caso de las armas de la Sede de Hereford), incluso estas armas personales se volvieron estereotipadas por el uso repetido en las armas impersonales del oficio o la comunidad, aunque, por supuesto, muchas, quizá la mayoría, a partir del carácter de los blasones y divisas que componían el escudo de armas, eran obviamente diseñadas para, e indicativas de, la finalidad que servían y la comunidad que representaban.

Un gran número de escudos de armas[7] eclesiásticas, así como otras públicas, se basan en las figuras y efigies de los santos patrones originalmente usados y representados como tales y sin ninguna intención heráldica. La consecuencia natural es que en muchos casos de comunidades religiosas hay dos o más escudos de armas que cumplen la función indistintamente. Armas impersonales de este tipo se produjeron para las sedes, episcopales y arzobispales, y para las abadías y conventos, y para las órdenes religiosas. Estas armas, consideradas simplemente como escudos de armas en todos los asuntos de la regla heráldica y blasón, se ajustan a las reglas y leyes ordinarias de la armería en general en la medida en que éstas le conciernen; ni en sus características difieren de eso, salvo en asuntos de la ornamentación exterior.

Sin embargo, debemos aludir aquí a un punto. El escudo es el vehículo ordinario del escudo de armas. Es obvia y esencialmente un instrumento militar, y el eclesiástico alegadamente amante de la paz a menudo ha preferido sustituir el escudo por la cartela ovalada. En algunos países, especialmente Italia, España y Francia, el uso de la cartela con fines eclesiásticos ha sido muy general, pero con el reconocimiento de esta preferencia eclesiástica por la cartela, no hay que olvidar que los laicos también han hecho uso ocasional de la misma por armería puramente personal, y que el uso del escudo por los eclesiásticos es muy universalmente general en todos las épocas para que cualquier sugerencia de incorrección siga su uso en preferencia a la cartela.

Armas impersonales

Inglaterra:

Aunque Inglaterra es un país protestante, y su heráldica eclesiástica posterior a la Reforma carece de posteriores desarrollos romanos, sin embargo, el control oficial de la armería en ese país ha sido y sigue siendo más eficiente y eficaz que el control en cualquier otro país, y cuando en Inglaterra el poder temporal asumió la jefatura de la Iglesia Anglicana, y en consecuencia el control de su heráldica, la práctica heráldica existente en esa fecha era estereotipada y desde entonces ha permanecido inalterada. Por esa razón la ley inglesa relativa a las armas episcopales bien puede ser considerada como indicativa de la realidad en una época en que la heráldica era de mayor importancia que en la actualidad.

El escudo de armas oficial de un obispo no le pertenece a él personalmente ni a su rango. Está ligado a su jurisdicción como parte del Estado y la religión establecida del Estado. Por esa razón, un obispo sufragáneo (que corresponde a lo que se conoce entre los católicos como obispo auxiliar), aunque posee una descripción titular local, no tiene escudo de armas oficial. Por la misma razón, en la separación de las iglesias episcopales escocesa e irlandesa se extinguieron los escudos de las sedes legítimas y ya no son reconocidos oficialmente, aunque un número de prelados de esas iglesias continúan usándolos. Woodward, por cierto, establece que todas las armas episcopales irlandesas son posteriores a la Reforma.

Por esta misma razón técnica, la corona inglesa se niega a conceder armas de oficio a ninguna de las sedes establecidas en el Reino Unido por la Santa Sede, aunque en varias ocasiones se ha hecho la solicitud con una oferta de los honorarios adecuados. El resultado es que los obispos católicos en Inglaterra, como en algunos otros países, utilizan sólo las armas personales con sus insignias exteriores de rango. En el caso de la sede arzobispal de Westminster se le concedieron las armas por un breve papal, pero este es un caso aislado, y las autoridades temporales no han hecho ningún reconocimiento oficial de él. En el registro de las armas personales de su eminencia el difunto cardenal Vaughan, en el Colegio de Armas en Londres, y en la matrícula de las armas personales del Rt. Rev. Eneas Chisholm, obispo de Aberdeen, no hubo objeción al registro del capelo de cardenal y la mitra del obispo.

Ejemplos de armas eclesiásticas oficiales son las de la Sede Anglicana de Hereford, del Arzobispado de Colonia y de la Abadía de Melk. Éstas, en los primeros casos se aplicaron a un escudo separado de las armas personales, pero ahora se encuentran a la voluntad del individuo, llevadas solas o pareadas con sus armas personales en un escudo único. En Inglaterra siempre ha sido costumbre, cuando se ordenan las armas oficiales con las personales hacerlo por empalamiento y no de otra manera, y las armas oficiales tienen la prioridad en el lado derecho.

Una consecuencia curiosa de la Reforma inglesa con su abolición de la necesidad del celibato se encuentra en el ordenamiento de las armas de un obispo (anglicano) casado, lo cual no se hace nunca en un solo escudo, sino que usan dos acolados. En el escudo derecho las armas oficiales de la sede se empalan con las armas personales del obispo y en el escudo de la izquierda las armas personales se empalan con las de la esposa.

Italia:

En Italia la mayoría de las sedes tienen armas oficiales, las cuales no se usan a menudo, pero cuando se utilizan con frecuencia ocupan la parte superior, o parte "principal", de un escudo dividido en faja.

Alemania:

En Alemania, las armas oficiales y personales, aunque a veces se ordenan por empalamiento, son por lo general cuarteadas, colocando el escudo oficial en el primer y cuarto puntos. Donde varias sedes están unidas en una sola persona las diversas armas oficiales son cuarteadas, y las armas personales se colocan “sobre el todo”, pero por el contrario, donde las armas personales consisten en un escudo cuarteado las armas oficiales a veces se encuentran en “sobre el todo”, que ilustra una diversidad de prácticas a las que parecería preferible la rígida exactitud inglesa.

Francia:

En Francia, los pares eclesiásticos (el arzobispo-duque de Reims, los obispos-duques de Laón y Langres, y los obispos-condes de Beauvais, Chalons y Noyons) todos tenían armas oficiales que a veces cuarteaban y a veces empalaban con sus armas personales.

La Santa Sede:

Estrictamente hablando, no hay armas oficiales para la soberanía papal. Aunque a menudo se han usado para ese propósito las llaves cruzadas de San Pedro sobre un campo azul (“azur”), y con tal intención, son más propiamente una divisa de carácter de ornamentos externos al escudo, y como tales nos referiremos de nuevo a ellos.

Armas personales

Armas de sedes particulares

Otras insignias

Bibliografía: WOODWARD, Ecclesiastical Heraldry (Londres, 1894); FOX-DAVIES, Art Of Heraldry (Londres, 1904); CHEVALIER, Topo Bibl. (Montbéliard, 1894-99), s. vv. Armoiries, Blason; BATTANDIER, Ann. Pont. Cath. (París, 1889) 269-323; (1900), 389-393; (1902), 366-84; (1904), 127.

Fuente: Fox-Davies, Arthur Charles. "Ecclesiastical Heraldry." The Catholic Encyclopedia. Vol. 7. New York: Robert Appleton Company, 1910. <http://www.newadvent.org/cathen/07243a.htm>.

Traducido por Luz María Hernández Medina. rc